Rebelión (4/7)
Flannery y Cops corrieron a través del pasillo oscuro, que poco a poco comenzó a ganar luminosidad gracias a unas débiles linternas a los lados.
De pronto se toparon con una puerta de la que se filtraba luz por los bordes. La abrieron, y se encontraron en una gran sala de espera, semejante a las de los aeropuertos, solo que con carteles del Alto Mando y sus equipo pokemon, quizás para que los retadores tuvieran una esperanza de compararse antes de la verdadera prueba.
Brawly y Wattson se encontraban ahí mismo, aún recuperando la respiración de tanto correr. Al voltearse y ver a sus perseguidores, no pudieron evitar sorprenderse.
—¿Ustedes?— se extrañó el anciano— ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo nos encontraron?
—Eso no importa ahora, viejo— le hizo ver Brawly, ya preparándose para combatir— No creo que vengan a desearnos suerte.
Flannery miró la cara de Wattson, su nariz regordeta se encontraba ligeramente torcida. Al notarlo, ella sonrió.
—Vaya, Wattson, te ves mejor que nunca ¿Qué doctor te hizo la cirugía en la nariz?
El anciano apretó los dientes y los dejó ver por la rabia que sentía. Desde que esa insolente muchacha le rompió la nariz, la recordaba cada vez que se miraba en el espejo.
—Chiquillo— le habló a Brawly— déjame a la puta traidora.
—Me parece bien— concordó él— Después de todo, no soy de los que les pegan a las mujeres.
Flannery rodó sus ojos con el comentario, pero Brawly nunca le había interesado mucho, por lo que lo ignoró y se dirigió directamente hacia Wattson. Caminó hacia él con calma, tomándose su tiempo para inspirarle temor, para mirar su cara de miedo.
Cuando se encontró lo suficientemente cerca, Flannery lanzó tres pokebolas frente a ella, de las cuales aparecieron una Torkoal, una Camerupt y una Magcargo. Al verlas, Wattson sintió una ligera esperanza. Solo eran tres pokemon, podía con eso.
Él sacó a los suyos también: Su fiel Manectric, Magneton, Voltorb, y sus dos nuevos sirvientes, Flaaffy y Pikachu.
—¡Magneton, Voltorb y Pikachu, usen Danza lluvia!— ordenó el anciano.
Los tres pokemon inmediatamente se unieron en una extraña danza, con los pasos memorizados. Casi al instante, sobre sus cabezas se formaron nubes de tormenta, que arrojaron gotas de lluvia sobre los presentes.
—Jeje ¿Qué te parece eso, niña? Así, tus tipo fuego no tendrán toda su fuerza, y mis pokemon eléctrico podrán usar su mejor ataque sin problemas ¡Todos, usen True...
Pero en ese momento, una roca se estrelló contra la cara de Wattson, derrumbándolo.
—Bien hecho, Magcargo— la felicitó Flannery.
Wattson intentó pararse para ver quién le había arrojado eso, pero en ese momento sintió un pie sobre su estómago; Flannery lo miraba desde arriba, con una sonrisa de satisfacción.
—Parece que no entiendes la diferencia de fuerza entre nosotros— le espetó.
Wattson apenas podía abrir los ojos por las gotas de lluvia que caían en su cara, pero no le importó, ya que eso significaba que sus pokemon aún podían acabar al equipo de Flannery en un instante.
—¡Todos ataquen!— bramó Wattson— ¡Trueno, ya!...
Pero los segundos pasaron, y no se oyó ningún estallido de energía. De pronto, para su sorpresa, las gotas de lluvia cesaron, y la iluminación del lugar aumentó por diez. Detrás de Flannery, arriba de sus cabezas, se formó una pelota de luz semejante al sol.
Entonces notó los cuerpos de sus pokemon siendo apilados a un lado, fuera de combate. Wattson los miró consternado, y luego a Flannery. Esta y sus pokemon se veían bien.
—¿Cómo...— inquirió él, pero ya no importaba.
Flannery levantó su pie un momento, solo para pisarle la nariz con fuerza, otra vez. Wattson se retorció de dolor por el tiempo suficiente para que Flannery pudiera conducirlo sin problema hacia uno de los pilares y atarlo para evitar que escapara.
—Así no causarás problemas— espetó.
Luego regresó los pokemon de Wattson a sus respectivas pokebolas y les puso el seguro a todas, para evitar que escaparan.
[...]
Cops no lo hizo tan dramático como su compañera. Brawly sacó de su pokebola a Hariyama y Medicham, los mismos pokemon con los que había enfrentado a Ruby. Solo sacó dos, porque vio que su contrincante no tenía más miembros en su equipo, pero de poco le sirvió el honor en esa batalla. Apenas arrojar las pokebolas al suelo, Cops dio la orden de comenzar el ataque.
—¡Ahora!— exclamó.
Él y sus dos compañeros se lanzaron contra Brawly y su equipo como el rayo. Sceptile saltó sobre Hariyama para noquearlo con un Golpe Aéreo, Azumarill se lanzó contra el Medicham, impulsada por un torrente de agua para impactarlo con fuerza, mientras que Cops pasó por el espacio al medio de los cuatro pokemon, apareció justo frente a Brawly y de tres limpios golpes lo dejó fuera de combate.
Al confirmar que su objetivo se encontraba en el suelo, se giró hacia su equipo para comprobar que estos habían noqueado a sus oponentes con la misma facilidad.
—¿Esto es todo lo que tiene un líder de gimnasio?— se extrañó el agente— Vaya, qué desilusión. Y pensar que Ruby alguna vez perdió contra este tipo.
—Es que tú eres muy fuerte— le hizo ver Flannery, luego de atar a Wattson al poste— Además, ese entrenamiento de dos meses sí que nos dejó en forma.
—Sí, supongo que tienes razón— concordó Cops.
Sin perder tiempo, agarró a Brawly y lo llevó junto a Wattson, para atarlo contra el pilar, y también encerró a sus pokemon en sus respectivas pokebolas.
—Deberíamos regresar— indicó Flannery, cuando vieron su trabajo terminado— Ruby y los demás estarán peleando contra el Alto Mando. Tenemos que ir y ayudarlos.
Cops asintió.
—/—/—/—/—/—
En una sala muy parecida, Aquiles y Magno contemplaban a un relajado hombre de elegante postura y fino bigote. Galano los miraba con calma, con la seguridad de que podría ganarles.
—Ustedes son los líderes de los equipos de criminales— los reconoció, jugueteando con su bigote— Aquiles y Magno ¿Me equivoco?
—Sí, somos nosotros— contestó Magno.
—¡No le respondas!— le reclamó Aquiles, para luego encarar a Galano— Vinimos a patear el trasero de Stone, y si piensas detenernos, te las verás con nosotros, no nos importa si eres un líder de gimnasio o no.
Galano asintió.
—Me parece bien, tarde o temprano alguien tenía que detenerles. Siendo dos personas civilizadas, me imagino que querrán tener una batalla doble en vez de esa alocada forma de pelear de ese muchachito Ruby ¿Cómo era? Todos contra todos, me parece.
—Pues por mí bien. Una batalla doble— aceptó Aquiles— Te venceremos de la forma que prefieras.
—También acepto— secundó Magno.
—Muy bien, entonces...— Galano sacó dos pokebolas, y esperó a sus contrincantes a que hicieran lo mismo— Gorebyss, Huntail, yo los elijo.
Galano arrojó sus dos pokebolas al suelo con movimientos tan agraciados que a sus rivales por poco se les olvidó que debían hacer lo mismo.
—¡Camerupt!— exclamó Magno.
—¡Sharpedo!— lo llamó Aquiles.
Los pokemon de los líderes de los equipos criminales aparecieron, emanando autoridad desde el comienzo. En cambio, sus rivales, Gorebyss y Huntail, parecían flacos pokemon, tan débiles y despistados que apenas se mantenían de pie. Gorebyss se veía completamente desinteresado en la pelea, mientras que Huntail miraba a ambos contrincantes con la boca abierta y sin ninguna expresión, como si no tuviera la capacidad de pensar. Camerupt y Sharpedo sonrieron, saboreando la victoria antes de comenzar.
—¡Cuchillada!— exclamó Aquiles al Sharpedo.
—¡Usa Lanzarrocas!— ordenó Magno al Camerupt.
—Hidrobomba al grandote— dijo Galano, sin alzar la voz.
El Sharpedo, haciendo gala de su velocidad, se acercó a toda marcha hacia el Gorebyss para rajar su piel con su aleta escamosa, pero al intentarlo, su contrincante le saltó encima, lo ignoró por completo y junto a su compañero, bombardearon a Camerupt con dos potentes chorros de agua.
El pokemon de Magno cayó antes de poder siquiera comenzar su ataque. Los volcanes sobre su lomo se inundaron y esto le hizo perder la consciencia de un momento para otro.
—¡No, Camerupt!— exclamó Magno.
—¡¿Y por qué rayos trajiste un Camerupt a esta batalla?!— alegó Aquiles.
—¡Cállate, no pensé que fuera tan fuerte!— se defendió Magno.
Inmediatamente devolvió su pokemon a la pokebola y sacó a su Mightyena.
—Pero no hay forma en que me gane si no tiene la ventaja de tipos— aseguró Magno.
Galano miró su reloj.
La batalla continuó, un poco más lenta. Los pokemon de Galano solo tenían ataques débiles contra tipos Siniestro y Agua, por lo que el líder de gimnasio comenzó a impacientarse. Por otro lado, Aquiles y Magno apenas podían seguirle el paso. El Sharpedo atacó al Huntail con una Cuchillada, pero este al recibirla apenas se inmutó. Luego el Mightyena intentó derribar al Gorebyss, pero este se lo quitó de encima en un santiamén y continuó peleando como si nada.
Después de unos minutos, los pokemon de los líderes criminales se derrumbaron, debilitados con los ataques constantes de Huntail y Gorebyss. Magno y Aquiles los regresaron a sus pokebolas y se prepararon para sacar a otros pokemon, pero Galano los detuvo.
—Caballeros, me encantaría quedarme a jugar un poco más, pero me temo que ya he perdido demasiado tiempo con ustedes. Si no les molesta, me gustaría cambiar de pokemon para terminar esto de una vez por todas.
Magno y Aquiles recibieron sus palabras como un insulto.
—¡No nos tomes el pelo!— exclamaron.
Pero Galano ignoró sus alegatos. Tranquilamente, llamó a sus pokemon de regreso y envió a otro al combate: un sonriente Whiscash, con cara de tonto. Magno y Aquiles se prepararon para arrojar a sus pokemon, pero Galano se les adelantó.
—Fisura— ordenó con una voz potente.
La cara del Whiscash cambió repentinamente a la de un bárbaro sediento de sangre, con lo que el pokemon procedió a levantar sus aletas y golpear el suelo con toda su fuerza. Repentinamente la tierra bajo los pies de los líderes criminales se abrió, como la boca de un monstruo gigante, y ambos cayeron hacia un hoyo del que no se veía el fin.
Cuando ambos se perdieron de vista, la tierra se volvió a juntar. Luego Galano se puso en marcha de nuevo hacia el pasillo. Estaba seguro que para ese entonces Ruby debía de estar enfrentando al Alto Mando. Mejor así, pues de esa forma podrían acorralarlo.
Galano no era un hombre que disfrutara de la violencia, pero si había que usarla para solucionar un problema, entonces no dudaría en aplicarla con toda su fuerza. Para él, Ruby no era más que un obstáculo en el camino de su próxima tarde de relajarse en su casa, escuchando el sonido de la fuente de su jardín y bebiendo su té que tanto le gustaba.
De solo recordar esos momentos de paz, Galano comenzó a sentirse mejor.
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No estaba preparado. Eso fue lo que Wally pensó cuando Fátima noqueó a su Gardevoir con una Bola Sombra de su Sableye. El resto de sus pokemon cayeron uno tras otro, debilitados por los ataques y el trabajo en equipo de los pokemon de Fátima. Cuando dos de los pokemon de Wally lograban causarle suficiente daño a uno, otro saltaba a protegerlo y llamaba su atención. Así lo habían hecho hasta que al muchacho no le quedó ningún compañero de pie.
Wally cayó de rodillas, frustrado. Creía que se había fortalecido lo suficiente, que los meses entrenando con sus pokemon habían bastado. No entendía cómo había perdido, en la Calle Victoria podía mantener tres combates simultáneos sin esfuerzo, y ganar. La diferencia de niveles entre los retadores comunes y el Alto Mando era abismal.
Fátima suspiró, aburrida por la pelea. Había visto el mismo patrón miles de veces, solo que ahora habían realizado una pelea de cinco contra cinco en vez de una doble o individual. Pero daba lo mismo la cantidad de pokemon involucrados, nadie con tan poca fuerza y destreza podría derrotarla.
Pero ella no había acabado con ese chiquillo. No. Desde hacía bastante tiempo que quería darle su merecido a ese malvado de Ruby, y cuando al fin vio su oportunidad, el niño frente a ella se lo había arruinado. No le dejaría abandonar así como así.
Con sus pokemon victoriosos sobre los rebeldes, la mujer caminó hacia Wally, amenazante. Este se puso de pie, ignorante a las intenciones de su contrincante. De pronto, el Dusclops de Fátima lo agarró por detrás, inmovilizándolo.
—¿Qué significa esto?— alegó, sorprendido.
—No te hagas el tonto conmigo, terrorista— le espetó Fátima— ¿Crees que te iba a dejar ir, después de saber que trabajas para Ruby el pirómano?
—¿Qué? No, no trabajo para él...— reclamó Wally, cuando se dio cuenta que prácticamente estaba equivocado. Se había convertido en un terrorista al momento de integrarse a sus fuerzas— Rayos.
Fátima se llevó las manos al pareo para revelar su muslo, en donde llevaba una correa oculta de la que colgaba un delgado cuchillo. Sacó el cuchillo con movimientos torpes, no acostumbrada, mas sin titubear, lo usó para apuñalar a Wally en el estómago.
El muchacho sintió su piel, músculos y órganos rompiéndose mientras la hoja avanzaba a través de su cuerpo, hasta que Fátima la sacó, y el Dusclops lo soltó para que se retorciera de dolor en el suelo. La sangre comenzó a brotar, y rápidamente formó un pequeño charco alrededor del muchacho.
Fátima entonces se agachó junto a él, lo tomó con fuerza del pelo y lo obligó a mirarla.
—Háblame sobre los puntos débiles de Ruby, y más te vale decir la verdad, porque te llevaré conmigo a la batalla.
Wally la miró consternado. El dolor era insoportable, no lo dejaba pensar bien, y más encima su pregunta no tenía respuesta.
—Parece...— pensó el chiquillo— parece que voy a morir aquí.
—/—/—/—/—/—
Flannery y Cops corrieron por los pasillos anteriores al castillo, pues no querían perderse la acción. Rápidamente llegaron a la sala del juicio, donde Ruby y sus amigos habían puesto las medallas en la gran puerta para pasar. Extrañamente, la puerta seguía abierta.
—No debieron haberse ido hace mucho— supuso Cops.
—No, no podemos saber eso— le corrigió Flannery— La puerta se abre para que entre un retador y salga un perdedor, sea el mismo retador o el ex campeón.
—¿O sea que aún no han derrotado a Steven?— dedujo el policía.
—O que Steven no los ha derrotado a ellos— apuntó ella.
La sala del juicio era negra y oscura, pero al otro lado de la puerta se apreciaba un bello jardín, de no más de diez metros de largo. Más allá, el camino de piedra continuaba por los primeros muros del castillo, aquel en donde aguardaba el Alto Mando.
Gracias a que la puerta del juicio permanecía abierta, la luz entraba con ánimo y llenaba todos los rincones de la sala del juicio, donde se encontraban ambos. De esa forma se podía ver las paredes y el suelo con facilidad.
Flannery y Cops se propusieron marchar siguiendo el camino, pero el sonido de pasos acercándose por detrás los alertó. Cuando se dieron vuelta, un hombre de elegante traje y fijo bigote los miraba con amable superioridad.
—¡Galano!— exclamó Flannery, comenzando a asustarse.
—Oh, vaya, pero si es la animada señorita Burst— saludó el líder de gimnasio, mientras se aproximaba con pasos relajados y seguros. Sus manos detrás de la espalda para ayudar a su postura— Si usted y su acompañante están bien, tendré que suponer que mis aliados han sido derrotados. No es que esperara otro resultado, claro.
Flannery separó las piernas y preparó una pokebola, lista para luchar.
—¿Quién es este?— le preguntó Cops.
—¿No lo conoces?— se extrañó ella— Es Galano, el antiguo líder de gimnasio de Arrecípolis. Es un prodigio con los pokemon de agua, y el maestro de Wallace.
—¿Wallace? ¿Te refieres al último líder de gimnasio de Arrecípolis?
—El mismo— aclaró Galano— pero mi pobre pupilo pereció en aquel nefasto desastre con los pokemon legendarios, así que tuve que volver a mi cargo cuanto antes. En estos tiempos violentos, líderes de gimnasio competentes son muy necesitados.
Flannery intentó buscar una salida que no fuera pelear. Había visto unos cuantos combates del maestro de Wallace, y no quería tentar a su suerte.
—Tú eres mejor que esos tontos de Wattson y Brawly— le espetó ella— ¿Por qué tienes que hacer esto? Puedes simplemente retirarte y vivir tranquilo. No tenemos que pelear.
—Oh, pero sí tenemos que pelear, señorita Burst— le corrigió Galano— Porque no voy a descansar por completo hasta que pestes como ustedes sean erradicadas.
De un momento a otro, Galano arrojó una pokebola al frente, con lo que Flannery y Cops hicieron lo mismo, incluso antes de identificar al pokemon en cuestión. Sceptile, Torkoal y Whiscash aparecieron frente a los entrenadores, listos para combatir.
—¿No te importa que Steven te use para hacer lo que le dé la gana?— alegó ella.
—Ah, señorita Burst, ese no es para nada tu estilo— observó Galano— ¿Intentando disuadirme de cumplir con mi deber usando solo palabras? Lo habría esperado de mi difunto pupilo, mas no de usted. Pero contestando a su pregunta, nunca he hecho nada que no quisiera bajo el mando del señor Stone ¿Contenta?
Flannery apretó los dientes, comenzando a preocuparse. Galano la había leído como un libro abierto y la había acorralado sin levantar un dedo. Solo faltaba luchar.
—Fisura— mandó el entrenador de agua, tal y como había hecho antes.
El Whiscash nuevamente golpeó el suelo con sus aletas, produciendo una grieta tan grande que pareció que la tierra se quería comer a sus objetivos, sin embargo Flannery, Cops y sus pokemon advirtieron la fisura produciéndose bajo sus pies antes que se abriera, y lograron saltar hacia los lados a tiempo. Desde lugares seguros, vieron el suelo abrirse y cerrarse como una boca ingente, y luego hacer como si no hubiese ocurrido nada.
—Vaya, parece que son más competentes que sus compañeros en crimen— observó Galano— No importa, aún me quedan varios trucos debajo de la manga. Whiscash, usa Hidropulso contra esa Torkoal.
El Whiscash apuntó inmediatamente a la pokemon de Flannery, mas esta no se dejó intimidar.
—¡Atracción!— alegó.
Con eso, Torkoal asumió una pose sugestiva y le guiñó el ojo a Whiscash. Este se sonrojó por completo, tanto que no pudo terminar su ataque. Galano estuvo a punto de echarse a reír ante la versatilidad de Flannery, cuando tres golpes certeros mandaron a Whiscash a volar contra una pared.
Todos miraron al pokemon de Galano, inconsciente en el suelo, y luego al pokemon que lo había golpeado. Sceptile permanecía de pie, blandiendo una larga y dura hoja en su mano, filosa como una espada.
Galano miró al pokemon, y luego a Cops, con una ceja arqueada.
—No se olviden de mí— reclamó él.
Galano sonrió, y con naturalidad, regresó a su pokemon a su pokebola.
—Muy bien, muy bien, usar mi propia soberbia en mi contra, un ataque muy bien hecho— los felicitó Galano— pero no ocurrirá de nuevo. Ahora iré en serio.
Y para demostrarlo, el líder de gimnasio llamó a dos pokemon; Huntail y Gorebyss. Sin perder ni un segundo, apuntó hacia el Sceptile de Cops.
—¡Viento hielo!
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