Paseo Matinal
Ruby y Sunny, los dos criminales más buscados de Hoenn de los últimos meses, se dirigieron a comprar pan y algunas otras cosas para el desayuno. Salieron de la casa azul del abuelo Al y comenzaron a marchar en la dirección que les había indicado. Por supuesto, Ruby llevaba consigo a Brainy, Kitten y Beauty metidas en sus pokebolas por si algo surgía.
Sunny había estado muy calmado desde que decidió no matar a su entrenador, y bastante sumiso también. Hacía lo que se le decía, miraba hacia abajo y no protestaba. Ruby adivinó que estaría echando abajo su vieja forma de pensar, y al mismo tiempo construyendo una más sincera, en donde escuchara más a su corazón que a las razones que tenía para odiar a alguien. Supuso que todo ese proceso drenaría bastante de su concentración, y le llevaría un buen rato.
—Amh...— musitó el Typhlosion, mientras caminaban.
Ruby se giró, siempre atento. Sunny vio su sonrisa, y por poco le entraron ganas de llorar de nuevo. Quizás lo habría hecho, de no haber agotado sus lágrimas la noche anterior.
—Nunca entendí del todo quiénes son los otros humanos, y cómo le hicieron para salvarme— mencionó al fin.
—Ah, claro. Apenas te los presenté— Ruby hizo una pausa para pensar en cómo entregarle tanta información. Sin embargo la mañana era agradable, y había pocas personas por las calles a esa hora. Tenían todo el tiempo del mundo.
Comenzó explicándole quién era Zafiro, cómo la había conocido, sobre sus encuentros y cómo ella había cambiado en todo el tiempo que llevaban juntándose. Luego le habló sobre Robin, quién era, sobre sus encuentros y cómo había ido averiguando sus secretos a medida que la veía.
—La historia de tu rescate inicia cuando Zafiro llegó a ciudad Calagua— aseveró el muchacho.
—¿Ah? ¿Pero quién es el viejo?— inquirió el pokemon.
—Ya llegaré ahí. Ten paciencia.
>>>>Zafiro, o como a ella le gusta llamarse, Swablugirl, junto con su equipo, los Swablukids— relató Ruby— llegaron a ciudad Calagua mucho antes que nosotros. Como ya era costumbre para ellos, apenas llegar se dedicaron a liberar a todos los pokemon que encontraron.
>>>>Mientras eran perseguidos por la policía, un hombre los encontró y les ofreció asilo. Obviamente Zafiro desconfió de él y trató de escapar, pero el hombre parecía estar de su lado, y lo que era más, afirmaba ser parte de un equipo fantasma que solía preocuparse de los derechos de los pokemon, el equipo Libertad.
>>>>Este hombre se llamaba... no, espera. No sé cómo se llama. Mejor dicho, este hombre se presentó como el Abuelo Al, uno de los altos ejecutivos del antiguo Equipo Libertad, además de ser un Quita movimientos profesional.
Sunny se abstuvo de preguntar qué significaba lo de quita movimientos, por el momento.
—Como sea, Zafiro aceptó la ayuda del hombre y se resguardó en su casa. Unos días más tarde, mi equipo y yo llegamos por aquí, donde nos encontramos con Robin, y luego contigo.
Sunny se sonrojó al recordar la última vez que casi mataba a su entrenador.
—Cuando escapamos de ti, nos dirigimos a la azotea del centro comercial. No mucho después apareció Latias. Ella nos dijo que habías sido capturado y nos pidió salvarte.
—Así que fue Latias— musitó Sunny.
—Por supuesto que mis amigos se opusieron al principio, pero dije que sí de todas formas.
Las orejas de Sunny se movieron por la sorpresa. El Typhlosion levantó la mirada y la dirigió hacia el ojo del muchacho. Ruby le sonrió. Por su parte, no cabía en su felicidad el ver más emociones en la cara del pokemon, además del odio.
—¿Dijiste que sí desde un principio? ¿Latias no te convenció de ninguna forma? ¿No te prometió nada?
—Claro que no— Ruby acarició la cabeza de Sunny, a pesar que este era uno o dos centímetros más alto que él— Sabía que podías matarme apenas te liberara, pero si ignoraba a Latias, toda esta aventura no tendría propósito. Estoy aquí para salvar a los pokemon. Además... — y al decir esto adquirió un tono triste y melancólico— ¿Qué clase de monstruo sería si me hubiera rehusado?
Sunny sintió que las lágrimas se le asomaban otra vez, por lo que intentó cambiar de tema.
—¿Y... y qué pasó entonces? ¿Cómo planearon todo?
—Ah, esa parte fue muy interesante— Ruby recuperó su humor de repente— La mayor parte del crédito se la debo a Brainy, Robin y Latias, aunque yo también aporté un poco en la discusión.
>>>>Antes que nada, teníamos que averiguar cómo iría a ocurrir la ejecución. Para eso Brainy y Kitten se disfrazaron y recorrieron la ciudad. La habilidad de Brainy de leer las mentes de la gente es muy útil en estas situaciones. Kitten puede oír conversaciones muy lejanas, así que entre ambas recolectaron datos muy valiosos.
>>>>Supimos que a ti te habían encerrado en un cofre y te irían a ejecutar en medio del mar con una bomba, mientras que el resto de tu equipo estaba encerrado en el sistema de almacenamiento de Wallace, el líder de gimnasio de Arrecípolis.
>>>>Siguiendo con el plan, primero que nada llamé a una amiga que trabaja con el sistema de almacenamiento y le pedí sacar a tus compañeros de ahí. Entonces ella me dio las indicaciones para hacerlo, pero cómo lo hicimos viene después.
>>>>Tu ejecución iba a ser un evento público. Estabas rodeado de barcos grandes, sin forma de escapar, y además con una bomba encadenada a tu pokebola. Wallace tenía el control remoto, así que además de tomarte a ti teníamos que quitarle el control a él.
>>>>Así nos dividimos en tres grupos. Primero fue Robin, ella se infiltró en uno de los barcos y plantó un par de bombas. Así todos miraron cuando explotaron. El segundo grupo éramos prácticamente todo mi equipo. Nosotros le quitamos el control de la bomba a Wallace mientras estaba distraído por la explosión. El tercer grupo, o mejor dicho individuo, era Latias. Ella aprovechó que Wallace tenía los ojos puestos en mí para sumergirse, tomar el cofre en donde estabas y sacarte de ahí.
>>>>Mientras todo esto pasaba, Brainy percibió las ondas mentales de Zafiro. No me preguntes cómo lo hace, simplemente pasó. Tampoco sé cuándo fue, pero Zafiro le dijo sobre el abuelo Al, y le indicó ir con ella hasta su casa. Fue así como terminamos todos juntos.
>>>>Pero no termina ahí, aún teníamos que sacar a tu equipo del sistema de almacenamiento. Para eso necesitábamos que Latias se convirtiera en una entrenadora pokemon.
—¿Qué?— saltó Sunny— ¿Latias?
—Sí, es más fácil de lo que crees. Solo teníamos que hacerla sostener una pokebola con un pokemon en su interior por cinco minutos. Luego la vestimos como humana, la llevamos a un Centro Pokemon y gracias a la magia tecnológica de la amiga que te mencioné antes, Latias sacó a tus amigos del sistema de almacenamiento de Wallace. Aunque seguramente él ya se ha dado cuenta y estará reforzando la seguridad, así que no creas que puedes hacerlo otra vez.
Sunny asintió. Ya sabía que Latias lo había sacado del lugar de la ejecución, pero ahora entendía mucho más.
Conversando y conversando llegaron a la tienda. Ambos iban bien disfrazados, por lo que nadie se dio cuenta de quiénes eran. Compraron pan y unos pasteles, y se pusieron en marcha de vuelta hacia la casa del abuelo Al.
En el camino de regreso, colina arriba, Sunny permaneció callado la mayor parte del tiempo. Escuchó a Ruby hablar sobre los equipos Aqua y Magma, sobre los amigos que había hecho en esa aventura, sobre lo orgulloso que se sentía de todos sus pokemon.
—Ah, sí— recordó de repente— Oye, Lovely, esos amigos musculosos que tienes ¿Qué clase de pokemon son?
Sunny se sorprendió. No había recibido muchas preguntas de parte del muchacho.
—Ah ¿Te refieres a los regis?
—Sí, ellos. Su forma de hablar es muy rara. Robin y Zafiro me dijeron que nunca habían visto pokemon como esos...— hizo una pausa dramática, permitiéndole a Sunny llegar a la conclusión lógica a la que él había llegado antes— ¿Son pokemon legendarios?
Y para su sorpresa, Sunny asintió. Luego sonrió.
—Eres muy observador— lo halagó.
—Je— se rascó la nariz— En verdad fue Zafiro quien me dio la idea, pero gracias.
—Tal y como dices, son pokemon legendarios— confirmó Sunny— Aunque no sé mucho de ellos, ni por qué se parecen tanto, ni qué es un pokemon legendario... ¡Ah, es verdad!
Ruby se giró hacia Sunny, curioso. Parecía haber recordado algo.
—No sé si te sea de ayuda, pero esos pokemon me fueron encomendados— le reveló Sunny.
—¿Encomendados?— repitió Ruby, extrañado de aquel término.
—Sí. Pasó hace algún tiempo, cuando yo comenzaba a acercarme a los límites de Hoenn— relató el pokemon— Cierto día me encontré con un entrenador muy curioso. Llevaba puesta una máscara blanca con tres cuernos amarillos, dijo que se llamaba Jirachi. Intenté matarlo, pero él me venció. Entonces me dijo que si quería hacerme más fuerte, necesitaría compañeros pokemon que me ayudaran, y después me pasó un mapa con la ubicación de los tres regis. Dijo que eran pokemon legendarios, y que tenía que esperar hasta cierta fecha para comenzar a capturarlos. Dijo que me los encomendaba.
Ambos se detuvieron, extrañados. Ruby intentó sacar un significado de las palabras de Sunny, pero todo le sonaba muy raro.
—Entonces alguien te identificó y quiso hacerte más fuerte— musitó Ruby— ¿No has vuelto a ver a este entrenador?
Sunny negó con la cabeza.
—¿Y no dijo nada más?— volvió a preguntar el chiquillo.
Pero Sunny volvió a negar con la cabeza.
—Bueno, si no te has encontrado con él, supongo que no tenía nada que ver contigo— concluyó Sunny— Solo lo decía por si acaso. Me pareció raro.
Ruby se cruzó de brazos. Algo andaba mal ¿Qué clase de entrenador le entregaba la localización de pokemon legendarios a otro pokemon? Además, para hacer eso, primero ese tal Jirachi debía tener conocimiento sobre la existencia de dichos pokemon, y luego saber dónde se encontraban. Ruby sabía, como cualquier persona, que los pokemon legendarios muy raramente se dejaban ver, y si lo hacían, solo era en presencia de ciertos entrenadores de élite. Algo andaba mal con ese tal Jirachi, pero por el momento Ruby tenía muy poca información para siquiera formular las preguntas adecuadas.
Pero no importaba. Esa mañana comieron como cerdos y jugaron lo que no habían jugado en mucho tiempo.
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