Nada de Fósiles
Ruby despertó lentamente de un largo sueño. Alguien hacía ruido unos metros más allá. Parecía muy exaltado.
Mientras recobraba la consciencia, advirtió que el ruido era producido alrededor de cierto individuo, que había despertado al fin.
—No estarán hablando de mí ¿O sí?
Finalmente se sentó en el suelo de arena y roca, y miró soñoliento hacia el grupo de pokemon. Ahí vio a Allan abrazando muy afectuosamente a una muchacha de piel negra, con lo cual recordó todo lo que había ocurrido el día anterior... si es que había ocurrido el día anterior. En verdad no había forma de ver el paso del tiempo en esa torre.
—Todos se ven muy felices— dijo una voz a su lado.
Al darse la vuelta, se encontró con el mismo Trapinch que los había guiado a través del laberinto. Miraba al suelo con cierta tristeza en su voz y en su rostro.
—¿Qué ocurre?— inquirió Ruby.
—Parece que Ada ya está bien
—Exacto ¿No te gusta?
—Pero ahora ustedes se van a ir ¿O no?
—Claro, tenemos que irnos algún día. Pero no te pongas triste. Piensa que al menos nos conocimos.
—Pero ninguno de los pokemon de aquí conoce sobre afuera... y ya nadie podrá contarme cosas nuevas como ustedes hacían.
—Ya veo— Ruby no necesitó pensar demasiado para dar con la solución— ¿Y por qué no te nos unes?
—¡¿En serio?!— la cara del Trapinch se iluminó por completo.
—Por mí no hay problema, pero espera. No quiero que aceptes así no más. Antes tienes que entender que hay muchas cosas que no te gustarán si vienes con nosotros.
—¡No importa, quiero ir con ustedes!
—Seguramente tendremos que pelear por nuestras vidas.
—¡Lo haré!
—Y escapar...
—¡Lo haré!
—Y...
—¡Lo haré!
Ruby se quedó callado. En verdad no había forma de advertirle de nada al joven pokemon si este en primer lugar no tenía idea de qué estaba hablando, pero de todas formas una vida de peligro y aventuras debía ser mejor que pasar en el mismo desierto todos los días.
—Oka, te vienes con nosotros.
—¡Síiiiiiiiiiiiii!— el Trapinch levantó los brazos para celebrar.
—¿Quieres un nombre?
—¿Un qué?
—Un nombre.
—Me llamo Trapinch.
—Sí ¿Y cómo se llama ese de ahí?— Ruby apuntó a otro pokemon de la misma especie, que dormía unos diez metros lejos de ellos.
—Él es Trapinch.
—¿Y si todos los Trapinch de esta habitación se juntaran a jugar y yo te llamara? ¿Cómo sabes que me refiero a ti? ¿Cómo saben los demás que te estaré llamando a ti? Lo único que diré será "Trapinch, Trapinch". Yo soy un humano, pero no me llamo Humano. Me llamo Ruby.
—¡¿Qué?! Creí que eras un entrenador.
—Sí. Digo, no. Más o menos. El punto es que necesitarás un nombre que sea tuyo y de nadie más.
—¿Y si me llamo Trapinch?
Ruby se golpeó la cara.
—A ver, déjame pensar...— se fijó en la enorme mandíbula que tenía.
Era tan grande y maciza que supuso que la mayor parte de la energía se le iría entre hablar y comer. También se imaginó que sus evoluciones desarrollarían aquella mandíbula. Al pensar en un pokemon del tamaño de Fiercy con proporciones de un Trapinch concluyó de inmediato que se convertiría en una especie de tanque que mordería todo a su paso. No había duda, su nombre iría apegado a su aspecto más destacable y que seguramente lo iba a acompañar durante toda su vida.
—¿Qué te parece Mr. Jaws?
—Suena mejor que Trapinch. Desde ahora seré un Mr. Jaws.
—No, serás un Trapinch, pero tu nombre será Mr. Jaws.
—¿Trapinch o Mr. Jaws? Decídete.
—¿Sabes qué? Olvídalo. Desde ahora serás conocido como Mr. Jaws.
—¡Síiiiiiiiiiiiiiiii!
—Puedes ir a contarles a todos si quieres.
Ruby se volteó para ver la reacción de Jaws, pero para entonces él ya se encontraba corriendo hacia el equipo.
—/—/—/—/—/—
—¿Cómo te sientes, Ada?— le preguntó Allan.
—Ahora estoy bien...— contestó de forma calmada— Allan ¿Tú me salvaste?
—Yo solo te traje hasta aquí, Ada. Ellos fueron quienes te salvaron— Allan apuntó al grupo de pokemon detrás de él, los cuales se habían acercado al oír que Ada despertaba.
La Snorunt pasó su vista sobre a cada uno de ellos, hasta que reparó en Brainy. Se la quedó mirando largo rato, un tanto contrariada.
—¿No te duele nada? Estuviste muy mal— comentó ella, al ver los ojos azules de Ada penetrándola.
—No, me siento completamente bien— sin esperar más, se puso de pie y sujetó con fuerza sus ropas— No pensé encontrarme con un grupo tan diverso de pokemon. Muchas gracias por salvarme.
A todos les llamó la atención el tono apacible con que hablaba. Kitten abrió la boca para preguntar algo, pero en ese momento apareció el Trapinch que habían conocido la tarde anterior.
—¡Oigan todos, ahora sor parte de su equipo!
Todos voltearon sus cabezas hacia el joven pokemon, y tardaron un segundo más en darse cuenta de lo que decía.
—¡¿Quéeeeeeeeeeeeeeeee?!— saltaron.
—Espera, no puedes ir decidiendo tu solo ese tipo de cosas— lo paró Kitten.
—¡No lo decidí solo!— argumentó él— Ruby me lo dijo.
—¿Ruby?— repitió Ada, preguntando implícitamente a quién se refería aquel Trapinch.
—Ah, sí, verás— Allan no había meditado en que tendría que contarle a Ada que se había hecho amigo de un humano— Estos pokemon...
—¿Y cómo está? ¿Ya se despertó?— inquirió Ruby, asomando su cabeza sobre la de sus pokemon.
Al verlo, Ada retrocedió por impulso. Sin detenerse a pensar, analizó en un segundo las mejores vías de escape. En un instante echó a correr, pero Allan la agarró por los brazos y la levantó para evitar que se diera a la fuga.
—Tranquila, son nuestros amigos.
—¡¿Qué?!— saltó ella.
—A ver, te los presento ahora mismo. Él es Ruby, líder de... ¿Cómo se llamaba su organización?
—Pokemon Gijinka
—Claro, Pokemon Gijinka. Ellos son amigos de los pokemon. Y ellos son Smoky, Fiercy, Brainy, Birdy, Cloudy y Kitten.
—Y Jaws— agregó Jaws.
—¿Jaws?— se extrañó Allan.
Kitten y Fiercy abrieron la boca para recriminarle a Jaws que no se anduviera inventando cuentos, pero entonces Ruby lo ratificó.
—Les presento a Mr. Jaws, el nuevo miembro de Pokemon Gijinka.
—¡¿Qué?!— exclamaron todos.
—¡Felicidades!— saltó Cloudy.
—Jeje. Gracias— Jaws se sonrojó.
Ada se volteó hacia Allan.
—¿Estás seguro de que podemos confiar en ellos?
—Sí, son amigables. Además, no percibo emociones hostiles de ninguno de ellos.
—Pues si tú lo dices, supongo que está bien— Ada se bajó de los brazos de Allan para pisar el suelo con sus propios pies— Yo soy Ada, encantada de conocerlos.
—Hola, Ada— contestaron todos, como si se tratara de una reunión de alcohólicos anónimos.
Ada sonrió. En verdad podía sentir la alegría emanando de aquellos pokemon, y de aquel entrenador. Si Allan decía que eran amigables, entonces lo eran.
—¡Ya, suficiente!— exclamó Ruby, apoyando sus manos en sus caderas para darse autoridad— Hemos estado mucho tiempo aquí. El quinto líder de gimnasio no se vencerá solo.
Sus pokemon asintieron. Brainy, Kitten y Cloudy se dieron cuenta de inmediato que Ruby había dicho "el quinto líder de gimnasio" y no "mi padre".
—Sí, nosotros también deberíamos irnos cuanto antes— apuntó Allan— ¿Cierto, Ada?
—¡Sí!— contestó con alegría.
—Muy bien. Jaws ¿Nos puedes guiar hacia la salida?
—¿Ah? Pero si no hay salida.
Todos se quedaron en silencio por un rato.
—¿Qué?
—Que no hay salida. Estamos atrapados aquí para la eternidad.
—¡¿Quéeeeeeeeeeeeeeeeeeee?!— exclamaron todos.
—¡¿Y por qué no lo dijiste antes, maldito enano?!— Fiercy lo agarró del cuello y lo sacudió con todas sus fuerzas
—Ya, déjalo. Él no tiene la culpa— reclamó Smoky, en su ayuda.
—A ver, todos tranquilos— pidió Ruby— Jaws ¿Estás seguro de que no hay salida? ¿Qué pasa con la entrada?
—¿Qué entrada? No hay entrada, la gente simplemente es tragada por la torre.
Entonces Brainy recordó que apenas entrar a la torre, había dejado de sentir las ondas mentales de Sunny. Lo que decía el Trapinch no era tan alocado, después de todo.
—¡Nos quedaremos atrapados aquí por el resto de la eternidad!— chilló Cloudy— ¡Nos convertiremos en huesos, y nuestros huesos se desharán y se convertirán en arena, y pasaremos a formar parte de la torre! ¡Nos está comiendo lentamente!
—¿Qué ocurre?— inquirió una voz apagada, junto al grupo.
Todos se voltearon, encontrándose a un soñoliento Sandshrew. Jaws fue a su encuentro.
—Sandshrew, me voy con ellos.
—¿Te vas de la torre? Okey, te extrañaremos— mencionó maquinalmente— ¿Pero por dónde piensas irte? No hay salida de la torre.
—Es verdad, no tenemos por dónde huir.
—¿Y no quisieras intentar aquello?
—¿Aquello qué?
—La leyenda, acuérdate de la leyenda.
—¡Ah, la leyenda!— exclamó Jaws, consternado.
—¡¿Qué leyenda?!— saltó Fiercy, a punto de estallar. Sin esperar a Jaws, lo agarró del cuello y lo agitó violentamente— ¡¿Qué leyenda, maldición?!
—¡Aaaaaaaaaaah! ¡No pupupupupupuehehehehehedodododododoha...— balbuceó mientras lo sacudía.
—¡Déjalo, no puede hablar!— saltó Smoky en su defensa.
Fiercy plantó a Jaws en el suelo con enfado. Este se acomodó el cuello y se aclaró la garganta para explicarse.
—Cuenta la leyenda que antaño, un poderoso dios pokemon creó la torre Espejismo. En la cima de la torre construyó un cuarto especial. Quien quiera que llegara a ese cuarto debía tomar una decisión. Si elige bien podrá salvarse, pero si elige mal condenará a todo el mundo.
Por momentos nadie dijo nada. Ese relato parecía bastante serio así como se oía. Los pokemon oyentes lentamente giraron sus cabezas hacia Ruby, el cual meditó un momento antes de hablar.
—¿Solo eso? ¿No hay nada más? ¿Tengo que suponer que nadie nunca ha ido a lo más alto?
Jaws negó con la cabeza.
—Todos tienen miedo de la última parte, así que se quedan en pisos inferiores.
—Y con razón ¿Condenarnos a todos?— recalcó Kitten— No se oye muy bien.
—Nah, se oye muy religioso para mi gusto— objetó Fiercy— No creo que sea cierto, pero si algo en la cima puede ayudarnos será mejor que vayamos y echemos un vistazo.
—¿Qué decides, Ruby?— le preguntó Smoky.
—Fiercy tiene razón; no vamos a lograr nada si nos quedamos aquí por el resto de la eternidad. Quizás terminemos "condenando" a todo el mundo, pero no debemos preocuparnos por eso ahora mismo ¿Quién viene conmigo a la cima?
—¡Yo!— exclamaron todos, alzando sus manos.
—Nosotros también— le recordó Allan.
—¡Por supuesto!
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Partieron de inmediato hacia arriba. Al ser un grupo más grande avanzaron un poco más lento que antes, pero aun así lograron evadir las zonas del suelo agrietadas gracias a la memoria de Jaws y a las habilidades de los demás pokemon. Subieron varios pisos, pero en pocas horas llegaron a la última escalera.
—Aquí es— anunció Jaws.
Todos miraron la escalera excavada en la pared, sin dejar de acercarse. No tenía ornamentos, ni antorchas iluminándola, ni nada que la diferenciara del resto de las escaleras por las que habían pasado.
Ascendieron nerviosos, lentamente. Fuera lo que fuera que les deparara arriba, iban a enfrentarlo como un equipo. Finalmente pisaron el suelo de la última cámara de la torre Espejismo, y se encontraron con un altar.
Solo eso, un altar en una sala vacía. Sin laberintos, sin zonas quebradizas, sin trucos. Un altar, dos mesas a cada lado, y un objeto sobre cada mesa. Al principio a Ruby le pareció que ambas mesas estaban bastante cerca, pero al acercarse se dio cuenta de que estaban separadas la distancia suficiente para que no pudieran ser tocadas al mismo tiempo por la misma persona.
Tuvieron que rodear el altar para dar con unas escaleras, sin embargo estas se encontraban bloqueadas por una inmensa roca.
—Oh, vaya ¿Cómo habrá llegado esto aquí?— se preguntó Allan
Ruby no perdió tiempo. Se plantó frente a la roca, alzó un puño y la golpeó con todas sus fuerzas. La enorme masa de piedra se trisó, y al instante explotó en varios pedazos pequeños para abrir paso.
—¡¿Qué?! ¿Cómo puedes hacer eso?— saltó Jaws.
—No es nada, en verdad— sonrió Ruby, sacudiéndose la mano— Vamos, nos queda poco.
Algunos pasos más allá, se encontraron sobre el altar y junto a las mesitas de arena que se alzaban al centro de la enorme sala. Los objetos que yacían sobre estas mesitas eran rocas incrustadas con rubíes de varios tamaños, todos tan puntiagudos que podrían haberse usado como armas.
—¿Qué son estos?— se extrañó Brainy, curiosa.
El grupo se dividió en dos para echar un mejor vistazo a las extrañas rocas. Unos por aquí y otros por allá.
—Son fósiles— las reconoció Ruby.
—¿Qué son fósiles?— inquirió Jaws.
—Restos de seres vivos preservados por el tiempo, convertidos en rocas a través de milenios— aclaró Brainy— ¿Cómo sabes que son fósiles, corazón?
—¿Corazón?— repitió Fiercy en su mente, con cierto asco.
—He visto algunos ejemplos en revistas para entrenadores. Aparentemente en algunas regiones es común encontrar fósiles, y quien quiera que encuentre uno, puede ir a un laboratorio especializado para recrear al pokemon que una vez vivió.
—¡¿Qué?! ¿Entonces estos son pokemon?— exclamó Smoky, incrédulo.
—Restos de pokemon antiguos, sí.
—¿Y se pueden revivir?
—No. La gente y los pokemon no pueden revivir. Puedes recrear su cuerpo a partir de su código genético, pero los seres que aparezcan no tendrán las memorias de sus contrapartes, no serán seres que viajan en el tiempo, sino simples clones.
—¿Pero no deberíamos revivirlos de todas formas?— insistió Smoky— Negarles la posibilidad de vivir sería...
—¿Y entonces qué? ¿Pedirles que nos ayuden en nuestra aventura? ¿Dejarlos libres para que sean capturados por algún entrenador? Nosotros vivimos, y morimos, y eso le ocurre a todo lo que nace en el mundo. Nuestros cuerpos mueren, se entierran, se descomponen, se convierten en tierra y rocas, de las que nacen plantas que absorben nutrientes para crear alimentos que luego nosotros ingerimos.
El eco de Ruby permaneció en la habitación un rato después de que él terminara. Smoky agachó la cabeza, un poco avergonzado por no poder pensar tan adelante como su entrenador.
—¿Entonces lo mejor es dejarlos aquí?— inquirió.
—No lo sé. Realmente no lo sé. Aquí no hay una decisión buena y una decisión mala, Smoky. Permitirles vivir a estos restos de pokemon es noble, pero tiene su lado malo. Por otro lado, dejarlos tranquilos durante la muerte parece ser lo más respetuoso, pero eso no significa que sea lo que ellos hubieran querido, o lo que deberíamos hacer. Le dejo la decisión a cada uno de ustedes. Por mi parte, prefiero no jugar con la vida y la muerte.
Todos asintieron, de acuerdo. Ellos tampoco sintieron ganas de cargar con la culpa de traer a aquellos pokemon al mundo solo por curiosidad.
Entonces ocurrió algo que no esperaban.
Brainy se giró bruscamente hacia un lado.
—¡Cuidado!— gritó, justo antes de que la pared a la que miraba se destrozara por completo con una sola explosión.
Del humo y la arena candente surgió una figura esbelta en medio de un salto, para luego aterrizar frente a ellos. Seguidamente la figura se irguió, y mostró su rostro a la luz del mediodía.
—¡Sunny!— gritaron los primeros siete miembros de Pokemon Gijinka.
—¡RUBYYYYYYYYYY!— contestó este.
No hubo tiempo para pensar, ni para reaccionar. Sunny se disparó hacia Ruby, cubriendo la distancia que los separaba de un solo salto para mandarle un poderoso Puño de Fuego directo a la cara.
Justo antes de que diera en el blanco, sus pokemon se arrojaron a cubrirlo. El Puño de Fuego explotó abarcando casi el volumen entero del último piso de la torre, lo cual la desestabilizó de un momento a otro, provocando que se derrumbara.
De la enorme nube de arena y humo que se levantó luego de la explosión, un puñado de cuerpos difíciles de identificar salieron disparados en distintas direcciones.
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Equipo de Ruby:
1._ Combusken: Mr. Smoky. Naturaleza Gentil
2._ Mightyena: Ms. Fiercy. Naturaleza Audaz
3._ Gardevoir: Ms. Brainy. Naturaleza Impaciente
4._ Swellow: Mr. Birdy. Naturaleza Valiente
5._ Delcatty: Ms. Kitten. Naturaleza Audaz
6._ Swablu: Ms. Cloudy. Naturaleza Descarada
7._ Trapinch: Mr. Jaws. Naturaleza Traviesa
...
Snorunt, el pokemon Gorro de Nieve:
—Peso: 16,8 kg
—Altura: 0,7 m
—Observaciones:
- Come solo nieve y hielo
- Se dice que la casa por la que pase estará llena de prosperidad por generaciones
- Puede soportar temperaturas de -100°
- Tienden a desplazarse en grupos de cinco Snorunt
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