Mr. Sunny
El pokemon misterioso atenazó el cuello de Ruby, y con una gran fuerza lo levantó.
—¡Muere, Ruby!— gritó.
Los demás pokemon no esperaron más. De inmediato Smoky saltó y con todas sus fuerzas pateó la cabeza del sujeto. Sin embargo el impacto no lo empujó ni lo botó, ni siquiera pareció notarlo. Solo consiguió inclinar apenas su cuello. El pokemon misterioso mantuvo su mirada fija en su víctima a pesar de todo.
—¡Suéltalo!— gritó Fiercy al momento de arrojársele encima para morder su cuello, mas su cuerpo entero fue repelido varios metros hacia atrás con un movimiento de cabeza de su objetivo.
Kitten, Cloudy y Brainy lo atacaron por la espalda con Rayos eléctricos y Rayos de hielo, pero la electricidad parecía desvanecerse al acercarse, y la escarcha simplemente se evaporaba. Lo que era peor, no parecía importarle en lo más mínimo ser atacado por cinco pokemon a la vez.
—¿Quién... eres?— consiguió preguntar Ruby.
Con eso, el pokemon sonrió. No podía permitirse continuar si Ruby no podía recordarlo. Después de todo, eso era el propósito de su venganza.
—"Esto no es nada"— con violencia, lo arrojó al piso –"¡Levántate! Apenas comenzamos"
Aquellas palabras, en ese mismo orden y ese mismo tono resonaron en la mente de Ruby. Ya las había oído antes, pero no recordaba exactamente dónde, ni quién las había dicho.
—¿Quién eres?— volvió a preguntar.
Sus pokemon lo rodearon, dispuestos a protegerlo a toda costa. El chico se levantó, un tanto magullado y muy confuso.
—"Repriman el cansancio, abracen el dolor. No necesito pokemon débiles en mi equipo"— continuó el sujeto.
Luego se lanzó contra el grupo, sin embargo esquivó sin problemas a Smoky, Birdy y Fiercy, y en un instante apareció frente a Ruby para enterrarle un combo en el estómago. El muchacho se dobló por la fuerza del golpe, pero su castigo no terminó ahí. El pokemon continuó golpeándolo en su cara, cuello y abdomen a una velocidad alarmante, conectando cinco golpes por segundo, hasta que uno mandó al muchacho varios metros hacia atrás.
—"Yo seré el maestro pokemon de Johto"
Esto último aclaró todo para Ruby. Quien había dicho esas crudas palabras había sido él mismo, varios años antes, cuando era un novato entrenando a sus primeros pokemon. Entonces, sangrando y dolido, miró al pokemon hacia arriba.
—Lovely... —musitó, jadeante— Pero tú estabas...
—¿Muerto?— lo cortó el aludido, y luego se agachó para hablar a su altura— Es impresionante cómo la rabia y el odio pueden mantenerte vivo. Después de todos estos años, por fin te he encontrado, mi entrenador— y al decir esto posó una fuerte mano sobre la cabeza del aludido— Te mataré, Ruby ¿Entiendes eso? Te mataré de la forma más lenta y dolorosa que puedas imaginarte. Por todos mis amigos caídos, por todo el sufrimiento que causaste, y por los pokemon que no alcancé a conocer, que seguramente también perecieron bajo tus anhelos.
Entonces se volteó hacia los pokemon de Ruby. Ellos se acercaron lo más rápido que pudieron y lo atacaron con los movimientos más potentes que conocían. Sin embargo, con un simple movimiento de su mano, Lovely lo bloqueó todo; los rayos de Brainy, Kitten y Cloudy, la cola de Fiercy, el ala de Birdy y las patadas de Smoky. Ni todos juntos eran rivales para él.
Un momento después, Lovely envolvió su mano izquierda en llamas, asumió una postura de combate y lanzó un combo hacia el aire, apuntando al centro del grupo adversario. De su puño ardiente se desprendió una estela de fuego, que se expandió y cobró fuerza a medida que se acercaba aceleradamente hacia los pokemon. Estos, impotentes, fueron barridos por la enorme fuerza de la onda expansiva y cayeron varios metros hacia atrás.
Ruby contempló el ataque de Lovely boquiabierto. Nunca había visto a un pokemon demostrar tanto poder.
—¡Niños!— gritó preocupado cuando recuperó el habla.
—No sientas pena por ellos. No soy tan malo para matar a unos inocentes— le espetó el pokemon frente a él— Siente pena por ti mismo, pues nadie te puede ayudar ahora.
Ruby intentó pararse, luchar, escapar, pero antes de poder hacer cualquiera de esas cosas, Lovely lo agarró del pelo y lo levantó ignorando sus exclamaciones de dolor. Ansioso, azotó su cabeza contra el árbol que tenía detrás. Ruby lanzó un grito más fuerte, lo que le agradó a Lovely. Sonrió con malicia, y con fuerza volvió a azotarlo una vez más, y otra, y otra, y otra hasta que se oyó el trinar de la corteza resquebrajándose, y por el tronco resbaló una línea de sangre.
—Eso no es suficiente, Ruby. Quieres ser más fuerte ¿No? ¡Pues te falta sufrir más!
Lo arrojó nuevamente al suelo y lo pateó como si fuera una pelota. Le rompió varias costillas con ese solo golpe, al mismo tiempo que lo elevaba unos metros en el aire. Luego corrió hacia él, lo dio vuelta un par de veces y lo pateó de la misma forma por el otro lado. Después se le volvió a acercar, lo dejó boca arriba y se sentó sobre su pecho magullado. Ruby se retorció del dolor, pero esto solo causó que le doliera más. Impotente, no pudo hacer más que esperar a que Lovely decidiera bajarse. Este lo observó sonriente por un buen rato.
—No me digas que ya estás llegando a tu límite ¡Si esto no es nada! ¿Te acuerdas cuando me rompiste el brazo y me obligaste a ejercitarlo el doble que los demás, para que no volviera a romperse?
De un salto se puso de pie, levantó una pierna y pisó con todas sus fuerzas el bíceps del chico. Su pie se hundió en la tierra, desfigurando el brazo de Ruby. Este gritó con todas sus fuerzas, a punto de perder la consciencia por el dolor insufrible. Lovely retorció un poco su pie, y pronto volvió a sentarse sobre él. Lo miró por largo rato; sus ojos desbordándose de la agonía, su boca generando pequeños trazos de espuma, su mano libre retorciéndose para buscar consuelo entre las rocas del lugar. Lovely había esperado muchos años para ver esa cara, pero no se sentía especialmente bien.
No, la venganza es un plato que se servía frío. Él había tenido mucho tiempo para rabiar y calentarse la cabeza con su odio irreprimible, y el tiempo había enfriado todos esos sentimientos hasta convertirlos en una crueldad sin escrúpulos. Había planeado cien formas increíblemente dolorosas de matar a Ruby, y cien otras para prolongar su sufrimiento por días, incluso semanas, hasta darle el golpe de gracia.
Justo en ese lugar podía comenzar con una de sus favoritas. Agarró una piedra más pequeña que su pulgar, se la mostró a Ruby y la encerró en su mano. Acto seguido se concentró para liberar una cantidad de calor tremenda e impregnarlo en la piedra. Después de pocos segundos volvió a mostrársela a Ruby, para que él pudiera comprobar que se encontraba al rojo vivo.
Seguidamente, con la otra mano lo obligó a abrir la boca. Acercó lentamente la piedra candente a sus labios, saboreando el horror del muchacho, hasta que de pronto Ruby desapareció. Todo su cuerpo fue envuelto en una luz, y se esfumó.
Lovely parpadeó un par de veces, consternado. Había visto esa forma de desaparición antes, pero que le ocurriera a un humano parecía impensable.
Miró a todos lados, y en poco tiempo encontró al resto de los pokemon, todos mirándolo con aire desafiante. Una de ellos, una jovencita de pelo verde y vestido blanco sostenía la única pokebola a la vista. Junto a ella, la mochila de Ruby reposaba sucia y raída.
—¿Ustedes...— inquirió Lovely, perplejo— ¿Ustedes capturaron a Ruby?
—Bien hecho, Brainy— la felicitó Smoky— Ahora llévate a Ruby de aquí. Yo me encargo de ese imbécil.
—Ni hablar— Brainy le pasó a Birdy la pokebola en donde había atrapado a Ruby— Anda tú. Eres el más rápido de todos. Llévalo a un centro pokemon, no importa dónde.
—No los voy a dejar so...
—Birdy— Cloudy posó un ala sobre su hombro— Estaremos bien. Ahora la prioridad es Ruby.
Fiercy y Kitten se adelantaron a Birdy, y se pararon frente a él, cosa que le viera las espaldas.
—Ruby no aguantará mucho en su estado actual— aseguró Fiercy— Será mejor que vayas ahora, o yo misma te daré la paliza de tu vida.
—Terminemos esto rápido— pidió Kitten con una sonrisa— Después, todos nos reiremos.
De repente la figura amenazante de Lovely se plantó frente a los pokemon, en su rostro reflejada la ira producida por torturas innombrables.
—Oigan— los llamó— Devuélvanme a ese sujeto. No he terminado con él.
Su voz temblaba como un niño a punto de llorar, pero no era llanto lo que estaba a punto de estallar dentro de aquel pokemon. Como nadie le contestó, contrajo los brazos y de su espalda se liberó una tremenda energía, en forma de poderosas llamas que parecían espinas.
Birdy no quería admitirlo, pero no había otra forma. Todos lo sabían; todos eran prescindibles, excepto Ruby. Él era el único miembro de Pokemon Gijinka que no podían darse el lujo de perder.
Apesadumbrado, se guardó la pokebola en la ropa y levantó vuelo lo más rápido que pudo. En pocos segundos alcanzó cien metros más de altura, y desde ahí se disparó hacia el pueblo más cercano.
—¡No escaparás, engendro!— rugió Lovely.
Ignorando nuevamente al resto de los pokemon, se lanzó en la misma dirección que vio partir a Birdy, hacia el bosque. Partió tan rápido, que cuando los demás se dieron cuenta, Lovely ya iba pasando debajo de los primeros árboles.
—¡Vamos!— apremió Smoky, con lo que él y sus compañeros salieron persiguiendo a Lovely.
De pronto una columna de fuego surgió de entre los árboles hacia Birdy, pero este la esquivó con gracia y cambió de dirección para esconderse en un grupo de nubes.
Por varios minutos, los pokemon de Ruby corrieron colina abajo, guiados por el rastro candente que dejaba Lovely a su paso. Sin embargo el camino era tortuoso y se dividía en varias partes, se descontinuaba, los mandaba a rincones que no podían atravesar y al final los hizo perderse. El rastro de calor de Lovely se desvanecía con rapidez, y las copas de los árboles estaban muy juntas para ver hacia arriba.
—Esto está mal— alegó Brainy— Así no encontraremos a ese tipo.
—No, es mejor— la corrigió Kitten— Así él tendrá más problemas para encontrar a Birdy.
—Él ya debe haber llegado al pueblo más cercano, con Ruby— supuso Fiercy.
—Dividámonos y busquémoslo por separado— sugirió Smoky.
Los demás se lo quedaron mirando inquietos, cosa que él tardó unos momentos en advertir.
—¿Te das cuenta de lo fuerte que es ese tipo?— le recordó Kitten.
—Sí, y por eso no tiene caso buscarlo juntos. Él puede vencernos uno a uno, o a todos juntos, no hay diferencia. Nuestro trabajo no es derrotarlo, sino ganar tiempo.
Brainy y Fiercy tragaron saliva. Kitten y Cloudy asintieron, listas para lo peor. A la señal de Smoky, los cinco se separaron, y se adentraron por distintos caminos.
En el desfiladero había poco pasto, y el poco que había se encontraba lleno de ceniza. No como el pasto de la ruta 113, donde la ceniza se esparcía en el aire cuando uno caminaba a través de ella. En ese lugar el hollín del volcán estaba tan impregnado en los alrededores que ese era el color natural de las hojas y arbustos, o por lo menos de las que se encontraban más cerca del cráter.
Smoky caminó y caminó, y de repente incluso fue sorprendido por un par de entrenadores.
—¡Alto ahí, pokemon salvaje!— le gritó un montañero grande y barrigón, y sin esperar respuesta arrojó una pokebola— ¡Baltoy, yo te elijo! ¡Acaba con ese pokemon tan raro!
De la cápsula surgió un ser de rostro calmo, tatuajes rosados y una especie de trompo en sus pies, con lo que giraba a voluntad.
—No tengo tiempo para esto— reclamó Smoky.
En tres segundos acabó con aquel Baltoy, y luego con un Geodude, y se propuso marchar sin prestarle atención a aquel hombre, pero entonces tuvo una idea. Lo agarró del cuello de la camisa, lo zarandeó un poco y le propinó un par de bofetadas.
—Dime ¿Has visto a un pokemon alto de espalda negra bajando?— le preguntó.
—¿Qué? ¿Qué? Pero... ¡Si tú eres un pokemon!— exclamó él, perplejo de que una bestia salvaje lo interrogara.
Smoky lo sacudió con más fuerza.
—Contéstame, trasero de Camerupt.
—Sí, sí. Vi algo así— admitió.
Smoky sonrió. No había pensado que tendría suerte a la primera.
—¿Hacia dónde se fue?
El montañero señaló en una dirección con su dedo tembloroso, hacia una zona más frondosa del desfiladero.
—Gracias— Smoky lo soltó de un empujón, y corrió en la dirección indicada.
Intentó pensar en cuán rápido corría ese pokemon, y por tanto cuánto tiempo de ventaja le llevaría ¿Y si había encontrado una forma de perseguir a Birdy a pesar de todo? ¿Y si en ese momento Ruby estaba a punto de morir? Smoky intentó no pensar en esas posibilidades y concentrarse en correr lo más rápido posible. Por eso se sorprendió cuando, al pasar por unos arbustos grises que le tapaban la vista, chocó con aquella espalda negra y esculpida en la que estaba pensando.
Cayó de poto, y tras el choque se fijó en él. Lovely era grande, no muy alto, ni exageradamente musculoso, ni gordo, sino grande. Su sola presencia causaba miedo y respeto en los que tuviera alrededor.
Entonces él lo miró, como si apenas hubiera sentido el impacto.
—Ah, tú eres...— intentó reconocerlo.
Smoky se puso de pie de inmediato, y asumió una posición de combate.
—Soy Mr. Smoky, y no dejaré que mates a Ruby— aseguró.
—Sí, bueno...— Lovely se encogió de hombros— Creo que me perdí.
Sus palabras quedaron flotando en el aire, demasiado estúpidas para haber sido dichas con aquel tono tan serio
—¿Qué?
Lovely suspiró.
—Nunca he sido bueno para ubicarme en espacios nuevos, y tu amiguito se llevó a Ruby a esas nubes, y no los he visto desde entonces.
Miró a Smoky de nuevo, con lo que este tensó todo su cuerpo, listo para cualquier ataque. Mas Lovely lo calmó con un gesto de su mano.
—Tranquilo, no voy por ahí atacando pokemon. No le deseo daño a nadie, excepto a Ruby, claro.
—¿Y por qué tanto odio hacia él?
Lovely lo miró por un largo rato, como estudiándolo para verificar que fuera digno de recibir la respuesta a esa pregunta.
—Ruby es uno de los entrenadores más crueles que haya existido. Hace cinco años torturó y mató a todos mis amigos, y yo me salvé por un pelo. Desde entonces juré hacerlo pagar, sin importar qué.
Smoky se apretó el pico de la rabia. Quiso hacer callar a ese pokemon, gritarle que mentía, pero él sabía perfectamente que lo que decía era verdad. Recordó aquella vez en el bosque Petalia, no mucho después de conocer a Ruby, cuando él mismo confesó sus pecados.
—¡Pero ha cambiado!— reclamó— ¡Ahora Ruby lucha por los pokemon! ¡Él ha luchado contra una inmensidad de personas y sujetos fuertes, y juntos los hemos vencido! ¡Él... Él se arrepiente de lo que les hizo a ti y a tus amigos.
Smoky se dio cuenta al final que se había agitado mucho, más de lo que planeaba. Lovely esperó un buen rato para contestar.
—Aunque eso fuera cierto, no voy a retractarme. No puedo retractarme— abrió los brazos y dio una vuelta para que Smoky viera sus feas cicatrices alrededor del cuerpo— Aunque se haya convertido en un santo, nada deshará las atrocidades que ha cometido en el pasado. Mataré a Ruby, en nombre de mis amigos, y en mi nombre también.
Lovely se giró para marcharse, cuando se fijó en algo.
—¿Cómo es que Ruby está peleando por los pokemon?— inquirió— ¿En verdad te crees eso?
—Claro que le creo, he estado con él desde el principio— alegó Smoky— Ruby quiere convertirse en el nuevo campeón de Hoenn, y así gobernar con justicia.
—El campeón de Hoenn...— Lovely se rascó la barbilla, pensativo.
—No te dejaré matar a Ruby, Lovely. Cueste lo que cueste.
—¿Qué? Oh, no. Claro que no me dejarás. Pero no me llames Lovely, ese nombre repugnante me lo dio un demonio. Ahora soy Sunny, Mr. Sunny, el volcán de la venganza. Evolucioné hasta ser un Typhlosion.
—¿Typhlosion?— se extrañó Smoky— ¿Eres originario de Johto?
—Sí, y también soy de tipo fuego, y también fui el primer pokemon de Ruby— volvió a mirar a Smoky, esta vez con una sonrisa complaciente— Creo que tú y yo somos más parecidos de lo que pensamos ¿No?
—No me compares contigo— exclamó Smoky, enfadado.
Sunny levantó sus manos en señal de disculpa formal y desinteresada.
—En fin, nuestra conversación resultó más provechosa de lo que me imaginé. Gracias por la información que me has dado.
Smoky abrió la boca para preguntarle a qué se refería con "provechosa", pero en ese momento Sunny se lanzó contra unos arbustos, y desapareció. Supo que no volvería a verlo en un tiempo, pero que cuando llegara el día, Sunny no sería tan misericordioso.
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Typhlosion, el pokemon Volcán:
—Peso: 79,5 kg
—Altura: 1,7 m
—Observaciones:
àSi se enoja, sus alrededores se calientan hasta posiblemente quemarse
àPuede causar explosiones al frotar su pelaje
...
Mr. Sunny, el volcán de la venganza:
—Pokemon: Typhlosion
—Nivel: 70
—Entrenador original: Ruby
—Entrenador actual: Nadie
—Naturaleza: Gentil
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