Locuras en Ciudad Portual


La playa de ciudad Portual se encontraba bastante poblada, como siempre, cuando Pokemon Gijinka saltó del agua hacia la arena. Ruby liberó a todos sus pokemon de inmediato, mientras que Beauty se arrojó al suelo tibio para descansar de las largas horas nadando.

—¿Cómo te sientes, Beauty?— le preguntó su entrenador.

—Sobreviviré...— respondió entre jadeos— Solo necesito... un poco más de práctica.

—Lo hiciste muy bien. Puedes descansar todo lo que quieras ahora.

El muchacho levantó la mirada, de la misma forma que sus pokemon, y echó rápidos vistazos a la gente. No se veía ningún policía en los alrededores, ni tampoco un marino. Temía que lo reconocieran, sin embargo la gente no parecía prestarle atención a un muchacho con seis pokemon a su lado. Se fijó en que había unos cuantos niños combatiendo por aquí y por allá, mientras que los adultos leían sus periódicos, jugaban al frisby o simplemente pasaban el rato acostados sobre la arena.

—Un árbol en un bosque ¿Eh?— musitó el chico, aliviado.

La verdad él también estaba un poco cansado por su travesía por el mar, por lo que buscó rápidamente con la mirada algún puesto vacío. Para su fortuna, a pesar del número de gente, también había una ingente cantidad de sillas de playa y quitasoles en los que sentarse a reposar, seguramente entregadas a la población como un regalo de la alcaldía.

—Pan y circo ¿Eh?

—Vamos, deja de decir cosas que solo te hacen gracia a ti— alegó Kitten— ¿No deberíamos matar a esos niños que están peleando con sus pokemon?

Ruby les indicó que lo siguieran hasta los quitasoles para sentarse a disfrutar del sol. Ahí los hizo sentarse en un círculo para que lo escucharan.

—No creo que sea lo mejor. Por ahora mantendremos un perfil bajo— decidió— Beauty está bastante cansada, y francamente yo también.

—¿Y entonces qué hacemos?— inquirió Birdy, algo consternado con la actitud de Ruby.

Ruby sonrió.

—Lo que quieran. Vayan a curiosear por la ciudad o quédense aquí a disfrutar de la playa. Nos iremos mañana por la mañana.

—¿Al amanecer?— supuso Smoky

—¿Qué? No ¿Por qué tan temprano? Con la mañana me refiero a antes del mediodía.

Y para dar terminada la discusión, se reclinó sobre la silla y se cubrió su ojo con su desgastado sombrero de ala ancha. Sus pokemon se miraron, dudosos, mas pronto se encogieron de hombros y se alegraron de tener un día sin preocupaciones.

—¿Entonces qué quieren hacer?— les preguntó Brainy.

—Yo quisiera ir a ver la ciudad. Me muero por estirar las piernas— admitió Smoky— ¿Alguien quiere venir conmigo?

—Cielos. Si no voy contigo y te pierdes, después me sentiré culpable— aseguró Fiercy, mientras se levantaba junto a él.

—Yo creo que tenemos que comprarle ropa a Beauty— opinó Kitten— ¿Qué dices, Brainy?

Brainy le sonrió. Hubo un buen rato de silencio en que las dos se miraron inexpresivas.

—Okey ¿Entonces quieres venir tú, Birdy?

—Yo...— el aludido se rascó la cabeza— Creo que iré a volar por ahí. Quiero ejercitar un poco mis alas.

Sin embargo Kitten no dejó de mirarlo inquisitivamente.

—¿Qué?— alegó él.

Pero en ese momento Kitten se arrojó sobre Birdy y lo inmovilizó con una llave.

—¡Ven con nosotras, pájaro estúpido!

—¡Suéltame! ¡No puedo respirar!

—¡Di que vendrás con nosotros!

—¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Pero suéltame, maldición!

Finalmente Kitten dejó libre a Birdy, el cual se alejó un poco de ella y tomó una gran bocanada de aire.

—Sí que eres un demonio.

Ella le sonrió con ternura.

—Pero solo contigo.

—Qué halago.

—En verdad... ¿Podríamos ir a comprar ropa más tarde, si no les molesta?— les pidió Beauty— Yo quisiera descansar.

—Tranquila, ya pensé en eso— Kitten hurgó en la mochila de Ruby, de la cual extrajo la pokebola de Beauty— Descansarás hasta que lleguemos allá.

Entonces la metió dentro de la cápsula, luego se paró de un salto y tomó la mano de Birdy para asirlo hacia sí. Él, un poco a regañadientes, se puso de pie y la siguió hacia la ciudad. Brainy los miró yéndose hasta que se perdieron detrás de uno de los quitasoles.

—Parece que nos quedamos solos— observó.

Sin perder tiempo, se arrojó sobre el pecho de Ruby y se acurrucó encima de él.

—¿"Parece" que nos quedamos solos?— repirió el muchacho en su mente.

—¿A qué te refieres?

—¿Qué le dijiste a Kitten para que se fuera?

Nada— Brainy sonrió con inocencia.

Ruby la miró por un buen rato, dubitativo, hasta que al final se encogió de hombros y volvió a recostar su cabeza. Si Brainy decía que no había dicho nada, entonces no tenía de otra que creerle.

Pasaron un rato recostados, sin decir nada. Brainy prefirió suprimir su telepatía para dejar a su entrenador pensar, sin embargo, de pronto, una duda le surgió acerca de él.

—¿Cómo vas tomando la muerte de tu padre?— le preguntó.

—¿Qué?— Ruby pareció sorprenderse un poco, luego levantó las cejas con desinterés sobre el tema— No te puedo decir que esté triste. Quizás hasta podría decir que feliz, aunque tampoco es mucho de eso. Creo que... me siento raro, ni bien ni mal. "Ahora el mundo es un mundo sin mi padre"; eso es lo que más he estado pensando sobre el asunto... mucho más triste me pone Cloudy.

Brainy bajó la mirada, compungida.

—Sí, a todos.

—¿Cómo lo va tomando Birdy? ¿Has interceptado alguno de sus pensamientos sobre ella?

—Todo el tiempo, no la puede olvidar. Se culpa por lo que le pasó. Un par de noches ya lo he pillado despierto, mirando con ojos largos al mar desde su pokebola. Varias veces pensé en pedirte que le pusieras el seguro para evitar que... ya sabes... pero temí que se enojara.

—Entiendo ¿Y cómo lo van tomando los demás?

—Parecido a Birdy, pero más leve. Kitten fue la primera en aceptar completamente que Cloudy ya no está con nosotros. Fue con su forma de pensar que yo encontré la fuerza para aceptarlo también. Smoky está triste, pero sabe que no pudo hacer nada. Es más, lo he encontrado agradecido de que solo le hubiera tocado a Cloudy. Fiercy... bueno, ya la conoces.

Ruby no necesitó esforzarse para recordar cómo Fiercy sonreía y animaba al grupo, y sin embargo pateaba piedras con fuerza y arañaba todos los árboles junto a los que pasaba.

—¿Fue por eso que decidiste darnos este día libre?— inquirió Brainy.

—Se los habría dado mucho antes, pero no teníamos por dónde. Teníamos que huir.

Brainy sonrió.

—¿De qué te ríes?— se quejó el muchacho.

—Es que me alegra ser tuya.

Ruby abrió bien el ojo, con sorpresa, por lo que Brainy echó a reír más animada. Él desvió la mirada, sonrosado.

—Rayos, podrías decirlo sin doble sentido.

—Ah, pero no me he rendido en mi misión de hacerte mío.

—Acerca de eso...— Ruby levantó la mirada, y la miró seriamente con su único ojo— Leí un poco acerca de las Gardevoir, cuando padre me tenía cautivo. En verdad es muy común que las Gardevoir sientan una gran atracción hacia sus entrenadores ¿Sabías? Es un sentimiento tan fuerte que muchos Gardevoir lo confunden con amor.

Esta vez fue Brainy quien se sorprendió. Ruby se sintió un poco mal. No quería arruinarle sus sueños, pero suponía que era importante hacérselo saber.

—¿O sea que mi afecto por ti no es más que una confusión de mi parte? ¿Eso es lo que quieres decir?

—Bueno, podría ser...

—¿Y los demás? Todos te aman ¿Por qué yo soy la única que no puede?

—No es lo que estoy diciendo.

—No, me estás evitando— se sentó sobre él para separar sus caras— Te incomoda lidiar con mis cariños, te incomoda corresponderme porque yo soy un pokemon y tú un humano, y no importa cuánto digas que los humanos son una clase de pokemon, muy en el fondo sabes que no es verdad. Robin está bien para ti ¿No? Claro, es muy linda. Zafiro también ¿No? Te he pillado mientras te imaginas cómo la penetras por todos los hoyos posibles ¿Pero yo? ¡No! Cuando comienzas a imaginarme a mí en tus fantasías, te suprimes y te dices que está mal, que no puede ser, que es asqueroso, que eres un degenerado ¡Pero eso es precisamente lo que me lastima! ¡¿Tan degenerado sería hacer el amor conmigo?! ¡¿Tan malo estaría besarme frente a un atardecer?!

Ruby, anonadado, no supo cómo responder. Brainy hubiese seguido hablando, pero sus ojos comenzaron a lagrimar tanto y tan rápido que apenas pudo ver su camino cuando se levantó de un salto y echó a correr hacia la ciudad.

Él saltó detrás de ella para seguirla, pero antes de dar un paso, sintió que se le partía el encéfalo, y cayó al suelo. Inmediatamente abrió el ojo y se levantó, pero entonces advirtió que el color del cielo había cambiado a un ligero rojizo, y que el número de gente en la playa había disminuido drásticamente.

—¿Pero qué...— musitó, consternado— ¿Me desmayé?

La cabeza le dolía un poco. Medio desorientado, se levantó, agarró sus pertenencias y comenzó a caminar hacia la ciudad.

—/—/—/—/—/—

Smoky miró a Fiercy, y ella a él, ambos consternados. A su alrededor, un gran grupo de gente de todas las edades se divertía; los niños y pokemon jóvenes jugaban y revoloteaban, muy animados y muy ruidosos, mientras que los más grandes platicaban amenamente y comían sándwiches vegetarianos. Sentado frente a ellos, un anciano los miraba amigablemente desde un sillón, mientras sostenía una taza de té entre sus manos.

—¡Jojojojo!— rió el anciano con dulzura— Son muy pocas las veces que tenemos la suerte de contar con la presencia de tan fuertes pokemon. Sé que lo he dicho un montón de veces, pero muchas gracias otra vez por quedarse un rato con nosotros.

—Ah, no, de nada— contestó Smoky— Aunque me sorprende este lugar.

Pasó su mirada por la enorme sala de estar de aquella casona, decorada con colores vivos y amigables, con varios sillones colocados en grupos para sentarse a conversar.

—Y...— habló Fiercy— ¿De qué se trata este "club de fans de pokemon"?

El anciano giró su cabeza, dando a ver que no entendía a qué se refería.

—Me refiero a qué actividad hacen.

—Ah. Pues todo tipo de concursos y eventos, todos concernientes a incentivar el buen trato entre pokemon y entrenadores. Por ejemplo, tenemos un pequeño curso de una tarde en donde les enseñamos a los niños que manejar la vida de un pokemon es una gran responsabilidad, y les damos consejos para hacérselo más agradable al pokemon.

—Vaya, eso suena excelente— opinó Smoky.

—¿Qué?— Fiercy se sorprendió.

Smoky la miró, y ella le preguntó con la mirada si en verdad era lo que creía. Él, divertido, sonrió.

—Nuestro amo es muy bueno con nosotros, nos tocó una gran suerte.

—¡Jojojo! No me extraña— contestó el anciano— Pocas veces se puede ver a un Blaziken con las plumas tan brillantes, o a un Mightyena con las garras tan afiladas. Sin duda su amo se preocupa de ustedes y los mantiene en forma.

—Sí, tiene razón— agregó un muchacho que apareció al lado de Fiercy.

El niño se le acercó para acariciarle el pelo, lo cual a ella comenzó a molestarle.

—Eres muy linda— le dijo el niño.

Con esto, Fiercy dejó de gruñir.

—¿En serio?— inquirió sorprendida.

—Sí. Mi abuelo tiene dos Mightyenas, pero ninguno tan bonito como tú.

Fiercy se sonrojó, con lo que Smoky se echó a reír. Sin embargo no pasó mucho para que otro niño apareciera por su lado del sillón y comenzara a examinar sus plumas.

—Se siente calentito— mencionó, agradado.

—Debe ser porque soy un pokemon de fuego— contestó Smoky.

Entonces el niño se paró sobre el sillón y empezó a manosear sus antenas.

—Jojojojo. Parece que le agradan a los niños— comentó el anciano— Díganme ¿Les molestaría asistirnos en el curso de cuidado de pokemon de la tarde? Para mí sería un honor contar con la asistencia de dos pokemon tan magníficos como ustedes.

Smoky abrió la boca para aceptar, pero entonces Fiercy se le adelantó.

—¡Sí!— exclamó, como si les hubieran dado pocos segundos para decidirse.

El Blaziken se extrañó, y mucho más al ver su cara de excitación.

—¡Jojojojojojojo!— rió el anciano— Eso sí que es energía. Muy bien, pueden ir y compartir con los demás, si les gusta la idea. Comenzaremos en una hora.

Y sin decir más, se levantó para atender a un grupo de señoras que conversaba en otro sector de la sala.

Fiercy miró a Smoky otra vez, un poco alterada.

—¿Ibas a decir que no?— le preguntó en un tono ansioso, casi culpable.

—No.

—¿O sea que sí querías quedarte?

—Sí, parece un lugar agradable. Se nota que tratan bien a los pokemon. Aunque me sorprendiste; juraba que te ibas a rehusar. Ni siquiera esperaba que escucharas pacientemente al presidente del club.

—Sí, bueno, me dio curiosidad— contestó con una inusitada timidez.

—Ah, bueno.

Smoky se puso de pie para ir a agarrar uno de esos sándwiches vegetarianos, pero en ese momento fue emboscado por una tropa de jóvenes que lo rodearon sin previo aviso y lo bombardearon con miradas de admiración.

—Así que así se ve un Blaziken en persona— comentó uno de los muchachos.

—¿Nunca habías visto uno?— se extrañó otro.

—Yo sí, mi abuelo tiene uno— reveló una muchacha

—Pero ese es muy viejo y ya no puede pelear— aseguró el primero.

—¿Tú eres fuerte?— le preguntó otro niño.

—Eh... sí, supongo— contestó Smoky.

—¿Nos puedes ir a mostrar algunos movimientos allá afuera?— le pidió la muchacha.

—Ah, claro— Smoky sonrió halagado— No hay problema.

Los jóvenes se alegraron tanto que lo tomaron de las manos y lo llevaron apresuradamente hacia la salida. Fiercy lo vio salir, divertida, y luego se dio cuenta que se había quedado sola.

—Vaya ¿Qué me pasa?— se preguntó— ¿Quedarme a darles clases a los niños sobre cómo ser buenos con sus mascotas? Ese no es para nada mi estilo ¿Qué me pedirán hacer después? ¿Dar la pata?

Pero de pronto fue interrumpida de sus pensamientos por la sensación de piel sobre su pierna. Un niño pequeño se había caído sobre ella. El niño la miró con sus ojos grandes, se notaba que todavía usaba pañales, y que había aprendido a caminar hace poco tiempo. La baba le corría por los labios rojos y le manchaba la suave piel en su pequeño mentón. De pronto una mano en su hombro la hizo mirar hacia otro lado, en donde un niño no mucho mayor que el primero intentaba escalar su brazo. Fiercy sonrió por la gracia que le hizo ver aquel torpe y regordete cuerpo intentar tal hazaña, pero pronto sintió unos tirones en su pelo, lo cual captó toda su atención. Cuando se volteó, advirtió a un pequeño de alrededor de cinco años tironeándole el cabello.

—¡Oye, no! ¡Deja eso, niño!— le pidió ella.

Intentó levantarse, pero al hacerlo notó un gran peso extra sobre sí. Cuando se dio cuenta, Fiercy estaba completamente rodeada de niños pequeños que jugaban con sus manos, le babeaban las piernas y le agarraban la cara.

—Que alguien me ayude— rogó en su mente.

—/—/—/—/—/—

—¡Oh, me siento con energía!— exclamó una contenta Beauty

Ella caminaba por las calles de ciudad Portual junto a Birdy y Kitten. En sus manos cargaba varias bolsas de compras, llenas de ropa nueva.

—¿No estabas cansada hace unas horas?— recordó Birdy

—Ese es el poder de las compras, mi querido amigo— aseveró Kitten— Ahora ¿Quién quiere ir a tomar un helado?

—¡Yo!— exclamó Beauty.

—Como quieran— Birdy se encogió de hombros.

Kitten y Breauty lo miraron de reojo, en silencio. Él no se dio cuenta por ir ensimismado mirando al suelo.

Mientras caminaban, Kitten se fijó que a lo lejos había una librería. Tuvo ganas de ir a ver libros, pero se contuvo. Un tanto melancólica, advirtió que justo en ese momento alguien salía de la tienda. No le habría interesado mucho de no haber sido una solitaria Gardevoir con la cara pegada en un libro.

—¿Brainy? ¿Qué está haciendo sola?— se preguntó, pero pronto le restó importancia al asunto.

Ciudad Portual contaba con muchos espacios verdes, por lo que no les costó casi nada encontrar una plaza con un puesto de helados en una esquina, y luego un banco para sentarse a tomarlos con tranquilidad. Comieron sin hablar, y Beauty fue la primera en terminar.

—Vaya, sí que comes rápido— comentó Kitten.

—Es que...— se sonrojó un poco— tenía ganas de ir allá a jugar.

Señaló con un dedo hacia los columpios y resbalines en el centro de la plaza, donde varios niños jugaban, cuidados por sus padres.

—Ah, está bien— se lo concedió Kitten.

—¿No crees que se vea raro?— inquirió Beauty.

—¡No, para nada! Ve y diviértete.

—¡Sí!

Beauty saltó desde el banco y corrió eufórica hacia las estructuras de metal. Kitten rió por lo bajo.

—Parece una niña— luego miró a Birdy— ¿Tú no quieres ir?

Kitten esperó que el orgulloso Birdy se ofendiera y se tomara esa pregunta como un insulto, pero en vez de eso él simplemente bajó la mirada y contestó con una voz escueta.

—No.

Kitten lo miró por un rato, pensando cómo debía abordarlo.

—¿Cómo llevas lo de Cloudy?

Birdy frunció el seño.

—No quisiera hablar sobre eso.

—Será peor si no lo haces.

—En serio no quisiera hablar sobre eso.

—Cloudy era inteligente ¿Sabes? Digo, realmente inteligente, quizás una genio.

Birdy apretó los dientes y miró para otro lado. Por un momento Kitten pensó que había decidido ignorarla, pero entonces oyó su voz.

—Ya lo sabía.

—¿Qué? ¿Tú lo sabías?

—Por supuesto que sí ¿Podríamos dejar de hablar de ella?

—No has dicho su nombre en un largo tiempo.

—¿Y eso qué importa? Es solo un nombre.

—Es un nombre muy importante para ti ¿No quieres decirlo?

—¿Qué importa si digo un nombre o no? ¿Qué importa lo que diga? ¿Por qué no dejas tú de decir su nombre?

—¿Por qué?

—Eres un dolor de cabeza.

—¿Por qué? ¿Porque hablo de algo que no quieres oír? ¿Acaso quieres olvidarla? ¿Por eso no quieres oír su nombre?

—¿Podrías detenerte?

—No quiero.

Él se paró de súbito.

—Entonces yo no quiero quedarme aquí.

Sin esperar a nada, Birdy se giró hacia un lado y comenzó a marchar, sin embargo Kitten se paró de un salto, lo tomó de una mano y lo detuvo.

—No conseguirás nada huyendo de tus penas, pajarito.

—¡Yo no huyo de nada!

—¿Entonces por qué no veo más que a un pajarito llorón? Cloudy estaría decepcionada de verte.

Esa fue la gota que derramó el vaso para Birdy. Kitten apenas logró verlo moverse antes de que su cuello fuera apresado por su mano emplumada. Birdy la miró con una enorme rabia contenida mientras comenzaba a apretar. Su brazo la levantó unos centímetros del suelo, sus dedos constriñendo su delgado cuello. Kitten lo miró con altanería, sin dejar mostrar debilidad en ningún momento.

Súbitamente, cuando él menos se lo esperó, ella le dio un rápido pero certero golpe a su brazo, con lo que lo obligó a soltarla. Entonces aprovechó para embestirlo, saltar sobre su cabeza, afirmarla con sus piernas, inclinarse hacia atrás y arrojarlo al suelo en cuestión de instantes. Birdy se levantó rápidamente para mandarle un combo que ella recibió de lleno en la cara, antes de contraatacar con un combo ella misma a la cara de Birdy.

Se golpearon una y otra vez el uno al otro, sin esquivar ningún golpe. Se aguantaban el dolor y se lanzaban con todo para volver a arremeter. Ambos eran tan rápidos que la pelea desde afuera parecía un torbellino de golpes.

Beauty regresó sonriente del columpio, lista para compartir un rato con sus dos nuevos amigos, pero entonces los encontró a ambos peleando.

—¡Oh, no!— exclamó, preocupada.

Se acercó para intentar detenerlos.

—¡Amigos, amigos, no se peleen!— les pidió, pero ellos no la escucharon.

Se acercó más, lentamente, temerosa de ser arrastrada por el aplastante ritmo de ambos pokemon, pero de pronto Kitten saltó sobre Birdy y la miró. Solo fue un instante, pero Beauty alcanzó a verla guiñándole un ojo. Luego aterrizó tras la espalda del Swellow, este se giró para golpearla y la pelea continuó justo donde había quedado. Beauty, consternada, retrocedió un par de pasos antes de pensar sobre aquel guiño de Kitten.

—¿Qué habrá querido decir?— se preguntó.

Sin embargo ambos pokemon continuaban peleando, lo cual la ponía nerviosa. La gente comenzaba a pararse a verlos, tan amedrentados como ella. Luego le dirigían la mirada a ella, ya que se encontraba cerca de los pokemon rabiosos.

—¡Oh, no! ¿Qué hago?

Miró en todas direcciones, y de pronto advirtió que por uno de los lados de la plaza se apareció un hombre con uniforme azul y un bastón en su mano. Era un policía, y se acercaba a rápidas zancadas para detener los disturbios en la plaza.

—¡Oh, no! Vienen problemas. Esto sí que es malo ¿Qué haría Ruby? ¿Por qué están peleando? Se supone que son amigos.

Nerviosa, tomó una decisión. Se dirigió hacia el policía para interceptarlo, con la intención de disuadirlo de hacerle algo a sus amigos.

—Disculpe, señor...— pero él simplemente la ignoró, la rodeó por un lado y continuó su camino hacia la pelea.

Beauty se apresuró a acercársele otra vez para disuadirlo como pudiera, sin embargo nada de lo que hizo lo desconcentró de su labor. El policía pronto llegó junto a Kitten y Birdy, y sin perder el tiempo, levantó su bastón, listo para golpear a Kitten por la espalda. Beauty se tapó la boca, asustada de lo que pudiera ocurrirle. El policía atacó a la Delcatty con toda la fuerza de su arma, pero en ese momento Birdy agarró a Kitten del cuello con un brazo y la asió junto a su pecho para interceptar con su otro brazo el ataque del policía. Sujetó el bastón con su mano, y miró al hombre con una ira inconmensurable.

—¿Quién te crees?— le preguntó al hombre, quien no cabía en su sorpresa— ¿Quién te crees para ir atacando a mis amigas por la espalda? ¡No eres más que basura!

Y antes que el policía pudiera hacer nada, Birdy soltó a Kitten y se impulsó hacia el hombre usando el bastón como punto de apoyo, para así darle un combo tan fuerte que hizo rebotar su cabeza en el asfalto.

Todos quedaron boquiabiertos por un momento de silencio, incluso Kitten y Beauty. Luego la gente comenzó a gritar y a correr. Birdy tomó a ambas muchachas de las manos y se las llevó corriendo lejos de ahí. Corrieron y corrieron por varias cuadras, hasta que ya no pudieron más. Ahí se metieron a otra plaza y se escondieron entre los arbustos.

Les llevó un buen rato recuperar del todo el aliento, y cuando lo hicieron, Kitten y Birdy se vieron las caras llenas de moretones y rasguños por su pelea. Ambos se miraron por un rato, y no pudieron evitar echarse a reír.

—¡Te ves como un Spinda!— exclamó Kitten

—¡Lo mismo para ti!— respondió Birdy.

Beauty los miró a los dos, preocupada. No entendía cómo habían pasado de estar enojados el uno con el otro a ser buenos amigos otra vez, pero supuso que era mejor si no preguntaba.

—Gracias por salvarme allá— mencionó Kitten— De no ser por tu reacción, ese tipo me habría noqueado con un golpe en el cuello y me habría arrestado.

—Sí, bueno, de nada— contestó un sonrojado Birdy.

—Y lo que dijiste sonó muy heroico— continuó.

—Sí, supongo— miró hacia otro lado, intentando parecer indiferente— En verdad ni lo pensé, apenas recuerdo lo que dije.

Kitten gateó unos centímetros hacia Birdy, y posó su mano sobre la de él. Birdy dirigió su mirada hacia su mano, luego hacia la cara de Kitten, que se encontraba peligrosamente cerca.

—Sé que te duele recordar, pero ningún pensamiento ni actitud traerá a Cloudy de vuelta. Ella vivió, fue feliz y triste, y tuvo la suerte de conocerte. Ahora déjala ir; los muertos no pueden vivir en este mundo.

Birdy apretó sus cejas, pero no por enfado, sino por tristeza. Cerró los ojos, intentando no llorar.

—Cloudy era... es... es solo que me da miedo enfrentar el mundo sin ella. Sin darme cuenta comencé a necesitarla...— apretó la mano de Kitten para darse fuerzas, lo cual ella correspondió— ¿Cómo lo haces tú para dejarla ir?

—Lo único que puedes hacer es vivir, y aceptar que ya no está. Vive, Birdy. Vive intensamente, para que después no te arrepientas de nada. Aprendí eso al conocer a Cloudy.

Birdy se echó a llorar, por lo que Kitten se abalanzó sobre él y lo envolvió en un abrazo. Beauty, junto a ellos, lloraba a cataratas.

No sería fácil, pero tenía a sus amigos para ayudarlo en el proceso. Birdy se juró a sí mismo no olvidarse de eso.

—/—/—/—/—/—

—¡Adiós!— el presidente del club de fans de pokemon le estrechó la mano a Smoky— Ustedes han sido de mucha ayuda hoy. Ojalá hubiera una forma en que pudiéramos agradecerles tanto.

—No se preocupe, nosotros también la pasamos muy bien— aseguró Smoky, alegre— ¿Cierto, Fiercy?

Mas al fijarse en ella, notó que se le hacía difícil despedirse de los niños con quienes había hecho amistad. Estaba rodeada de ellos, aguantándose los pucheros como un bebé.

—No debo llorar, no debo llorar— se decía.

Smoky sonrió divertido.

—Bueno, supongo que ya nos vamos. De nuevo, gracias por dejarnos participar en sus juegos y actividades. Fue toda una experiencia.

Smoky agarró a Fiercy de un brazo y se la llevó casi a rastras hacia la salida. Los miembros del club los despidieron con manos agitándose en el aire y caras amigables, y no dejaron de despedirlos hasta que cerraron la puerta tras de sí.

—Vaya, sí existe la gente amable por ahí— comentó Smoky, mientras se alejaban del club— ¿Cómo la pasaste hoy, Fiercy?

—Sirvió para pasar el rato, supongo— ella se cruzó de brazos con una actitud distanciada.

—Jeje. Claro— Smoky hizo rodar sus ojos.

—Si tienes algo qué decir, dilo— exclamó una molesta Fiercy.

—Es que no sabía que te gustaran tanto los niños.

—¡No me gustan los niños!

—Seguro que serás una excelente madre, Fiercy.

Con esto, ella se sonrojó, y apretó los dientes para no mostrar su timidez.

—¿Eso crees?

—Sí. Me di cuenta que podías dejar todo de lado por asistir a los niños. Incluso cuando te ofrecieron un pedazo de carne, lo negaste porque no querías asustar a los más pequeños comiendo frente a ellos ¿Cierto?

—¿Qué? ¿Cómo te diste cuenta?

—Siempre escondes tu boca cuando comes, y haces sonidos que dan susto. Me pareció lógico.

Fiercy sonrió. Le pareció que no podía ocultarle ningún secreto a aquel Blaziken. No supo qué contestar, así que apretó un puño y le golpeó el hombro.

—/—/—/—/—/—

Brainy se encontraba sentada en un banco, en la orilla del muelle. Miraba el mar frente a ella en silencio. Los pasos de la gente sobre la madera manchada con sal y excremento de Wingull resonaban en sus oídos, pero no entraban a su cabeza. A su lado tenía un libro sobre el estudio de la psicología de los Gardevoir.

—¿Por qué le dije esas cosas?— se preguntó.

Pero ella era inteligente, y podía contestar sus mismas preguntas.

—Porque estoy estresada e irritada, y exploté— se cubrió la cara por la vergüenza— Rayos. Creí que me encontraba bien, pero parece que no. Ahora Ruby se debe sentir terrible por mi culpa, y más encima lo ataqué con un Psíquico. Soy horrible.

Intentó rememorar las palabras exactas que le había dicho, y en un par de segundos todo le volvió a la mente; había invadido su privacidad al usar sus fantasías sexuales como un argumento, y también había intentado imponerle sentimientos que él no quería tener. No importaba lo cercanos que fueran o cuánto se amaran, estaba mal.

—Sí. Fui horrible. Debo disculparme con Ruby. La próxima vez que lo vea, le diré que...— pero entonces imaginó a su entrenador, su cara triste, y se desanimó— Rayos, no podré verlo a los ojos... digo, al ojo. Siquiera con pensar en hablarle siento que se me cae la cara de vergüenza ¿Qué le diré cuando lo vea?

—¿Brainy?— oyó a Ruby detrás de sí.

Brainy saltó del susto. Inmediatamente se giró, y lo encontró ahí, a dos pasos de distancia. Ambos se miraron por un largo rato, sin decir nada. De no ser por los chillidos de los Wingull en el aire y los pasos de la gente alrededor, habrían pensado por un momento que el tiempo se detuvo.

—Ruby...— lo saludó ella, aún contrariada.

Pronto la sorpresa dio paso a la capacidad de pensar, y a mostrarles la incomodidad de aquel silencio. Ambos bajaron la mirada al mismo tiempo, avergonzados.

—Yo...— Ruby se llevó una mano a la nuca— Perdón, Brainy.

—¡¿Qué?! ¡No, no!

—Pero yo...

—¡No te disculpes, idiota! ¡Yo debería pedir perdón!— Brainy, con la cara roja y la vista sobre los tablones frente a sus pies, se mordió los labios para ganar valor— No debí haber dicho ese tipo de cosas, y...

—Pero tenías razón; no está bien que yo no te haya correspondido.

—¡Está bien! ¡Y siempre estará bien! Lo que no estuvo bien fue que yo intentara imponer mis sentimientos a los tuyos... aunque me duela, si eres feliz con Robin, entonces yo debería aceptarlo.

Ruby suspiró, bastante nervioso. Cierto era que no podía dejar a Robin porque Brainy comenzaba a reclamarlo con más fuerza, pero sabía bien que su amor por Brainy era mucho más grande de lo que podría amar a Robin.

—En parte tienes razón, no estaría bien que dejara a Robin porque sí.

Se afirmó un brazo con el otro, triste de no poder darle una solución satisfactoria a Brainy. Ella, sin poder evitar leer este anhelo, se echó a reír. Fue una risa tímida y breve, pero suficiente para eliminar la tensión que se había ido construyendo entre ambos. Él se sorprendió.

—Supongo que estaré bien con eso— admitió Brainy

—Pero... entonces nosotros nunca...

—Quizás no, pero de ahora en adelante contemplarás la posibilidad de...— se sonrojó—... ya sabes... conmigo...

Ruby asintió.

—No es el mejor resultado, pero sí el que más me gusta— supuso ella.

—¿No es al revés?

Brainy le dio una sonrisa de victoria.

—Tú no te preocupes. Te seguiré amando hasta el final de los tiempos, mi amor.

Con esto fue él quien se sonrojó.

—Rayos, ya lo sé. No tienes que decir algo tan vergonzoso.

Luego ambos se miraron de reojo, con una sonrisa asomándose tímidamente por la comisura de sus labios. Sin poder esperarlo más, se abalanzaron uno sobre el otro y se abrazaron con fuerza. El contacto de su pecho tan cercano los hizo estremecer, pero sentir los brazos del otro alrededor les brindó la seguridad de su cariño.

—/—/—/—/—/—

Esa noche durmieron todos en la playa. Ruby pensó que seguramente era solo su perspectiva, pero podía jurar que en general todos se veían más felices que en esa misma mañana.

Mientras intentaba dormir, Beauty se dio cuenta que Brainy, a su lado, parecía ligeramente incómoda; se encontraba en posición fetal, con sus manos entre sus piernas. Si no hubiese estado tan oscuro, habría notado que su cara estaba roja como un tomate.

—¿Qué le pasa?— se preguntó.

—/—/—/—/—0—\—\—\—\—


Equipo de Ruby:

1._ Mr. Smoky: El gentil Blaziken

2._ Ms. Fiercy: La audaz Mightyena

3._ Ms. Brainy: La impaciente Gardevoir

4._ Mr. Birdy: El valiente Swellow

5._ Ms. Kitten: La audaz Delcatty

6._ Ms. Beauty: La tímida Milotic

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top