Lealtad en la Traición
Había un montón de policías apostados frente a la entrada trasera del gimnasio. Zafiro los miraba desde atrás de la cinta policial que habían apostado en el área, para evitar que los curiosos se acercaran al peligro. Ruby y sus pokemon necesitarían una vía de escape, y ella pensaba proporcionarles una.
No podía evitar sentirse un tanto nerviosa. Nunca se había enfrentado tan directamente a tantos policías a la vez. Dio unos pequeños saltitos en el lugar para calmarse.
—Okey, tú puedes— se dijo.
Se pasó las manos por el cinturón, rosando con sus dedos las pokebolas que contenían a sus pokemon, para sentirse más segura. Luego se puso su máscara, esperando que la gente a su alrededor le prestara más atención a los policías que a la muchacha que tenían a un costado, y se agachó para pasar por la cinta policial.
—Señorita— uno de los policías le llamó la atención apenas avanzar. Zafiro se giró y lo vio aproximarse a paso veloz— Señorita, no puede estar aquí.
El policía avanzaba rápidamente, parecía dispuesto a empujarla antes que razonar con ella.
—Quiere usar su cuerpo grande y su velocidad para obligarme a retroceder— pensó ella en un instante— Tendré que actuar ahora.
Cuando el policía se acercó lo suficiente a ella, Zafiro agarró su mazo y lo atacó con una batida. El policía, entrenado, esquivó fácilmente el arma de Zafiro, sin embargo al hacerlo no se dio cuenta a tiempo que esto era una distracción. La muchacha aprovechó ese instante para propinarle una patada en la cara tan fuerte que lo mandó de boca al suelo.
—¡Salgan ahora!— exclamó Swablugirl.
En ese momento sus cuatro pokemon aparecieron, y embistieron contra los policías que se aproximaban a auxiliar a su compañero. Zafiro corrió junto a sus pokemon, se subió a una patrulla y comenzó a destrozarla con su martillo. Muchos policías intentaron detenerla, mas ella los mantuvo alejados con poderosas olas de agua que salieron de su boca.
Luego de causar cierto daño, se bajó para entrar a la patrulla junto a sus pokemon. En unos segundos la encendió y pisó el acelerador a fondo para escapar. Tuvo que maniobrar entre patrullas estacionadas y caminos de madera, pero en un instante ya se había largado. Los policías, perplejos, se subieron todos a sus vehículos y se fueron tras la criminal.
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Ruby se dirigió a la puerta de la oficina de Winona, preparándose para golpear a quien se interpusiera en su camino. La abrió con el puño en alto y... no vio a nadie. El interior del gimnasio se encontraba vacío. El muchacho y sus pokemon salieron de la oficina de Winona, desconcertados. Esperaron descubrir a alguien escondiéndose o en un rincón en que no se hubieran fijado, pero no era así. Entonces se giraron hacia Brainy, la cual parecía tan sorprendida como los demás.
—Todos se fueron— advirtió.
—¿Sentiste cuándo se marcharon?— inquirió Ruby.
—Sentí algo de movimiento, pero estaba tan concentrada que no me enfoqué en las mentes de aquí arriba.
Smoky buscó con la mirada en todas direcciones.
—Tampoco están Birdy o la líder de gimnasio, o sus pokemon— hizo notar— No nos podemos ir así.
—Ni aunque quisiéramos— agregó Brainy— Siento la presencia de mucha gente alrededor de todas las entradas de este edificio. La manera en que están formados indica que son policías, no hay escapatoria.
Ruby apretó los dientes. No le gustaba cuando los planes no salían como él quería. Sin embargo, en ese momento un ruido de metales pesados moviéndose los alertó. Desde arriba, una zona del cielo comenzó a abrirse como una compuerta, y de esta aparecieron cuatro pantallas muy grandes, tan grandes para ser perfectamente vistas por todo el resto del gimnasio.
Entonces las pantallas se encendieron, mostrando la cara de Winona. La líder de gimnasio se veía... alterada. Además de los moretones que le habían quedado después de la batalla, Winona sonreía con un ligero toque de locura. Sus ojos estaban rojos y miraban muy abiertos a la cámara.
—Hola, Ruby— lo saludó con un tono amigable, casi coqueto— Veo que intentas raptar a una pobre y desdichada muchacha. Entonces sí es verdad que abusas de las mujeres. Vaya, vaya, qué mal.
Ruby ignoró sus palabras y se giró a Brainy
—Brainy ¿Dónde está?— inquirió.
—No sé, no puedo leer su mente— alegó ella.
—No pudo haber ido muy lejos en tan poco tiempo— supuso Kitten—Tu rango de percepción es varias veces más grande que este edificio ¿No?
Pero entonces Winona soltó una pequeña risita.
—Lo siento ¿Tu mascota psíquica intenta leer mi mente otra vez?— entonces ladeó medianamente la cabeza para mostrar un sombrero peludo de invierno, de color gris— Me temo que esta vez no podrá, querido.
—¿Eso es...— a Fiercy le tomó un par de segundos darse cuenta del material usado para la fabricación del sombrero— ¿Eso es pelo de Poochyena?
—Oh, lo siento— se burló Winona— ¿Tu Mighyena se enfadó?
Fiercy gruñó con fuerza, furiosa. En eso Ruby se giró hacia Brainy.
—¿No puedes sentir a Birdy? Él es todo lo que nos falta para irnos de aquí.
—Sí puedo sentirlo— afirmó Brainy— pero... me parece que no quiere que lo localice.
—¡¿Qué?!— exclamó el muchacho— ¡¿Cómo que no quiere?! ¡Dile que venga aquí en este instante! ¡No tenemos tiempo para jueg...
—Ahora, Ruby— lo interrumpió Winona— Mientras te divertías allí abajo, yo me comporté como la líder de gimnasio responsable que soy y llamé a la policía. En estos momentos ya han rodeado completamente el edificio, no tienes forma de escapar ¿Podrías simplemente dejar a Robin en el suelo e irte, por favor? Sería muy lindo de tu parte.
—¡No te daré a Robin, bruja!— bufó Ruby— Y para que sepas, he burlado a la policía cientos de veces. Esta vez no será diferente. Robin se viene conmigo, lo quieras o no.
Winona cambió rápidamente su sonrisa por una mueca de odio. Mostró sus dientes y arrugó la nariz con ira, pero luego se sacudió la cabeza y volvió a sonreír. Todavía le quedaba una carta de triunfo.
—Supuse que dirías algo así, imbécil— Winona acercó su mano hasta la cámara para mostrar un interruptor con un solo botón rojo brillante en su centro. Sus ojos brillaron con falsa sonrisa y creciente desesperación— ¿Sabes qué es esto? Es un detonador. Si no liberas a Robin a la cuenta de tres, destruiré el edificio entero y a ti con él ¿Entiendes?
El muchacho y sus pokemon enmudecieron por momentos. Winona estaba más loca de lo que se hubieran imaginado.
—Tú también estás adentro— bramó Ruby.
—Uno...— comenzó ella a contar.
El muchacho apretó los dientes. No podía simplemente dejar a Robin con esa maniática después de ver lo que le había hecho.
—¡También matarás a Robin!— alegó, esperando que con eso la líder de gimnasio entrara en razón.
—Doooooooooooooos...— continuó Winona. Parecía divertirse.
Ruby tuvo que tomar una decisión rápida. Solo esperó no llegar a ver el peor escenario en consecuencia.
—¡CORR...— comenzó a gritar, sin embargo en ese momento algo pasó por detrás del cuello de Winona, tan rápido que no se alcanzó a ver bien.
Inmediatamente la líder de gimnasio cayó inconsciente, fuera del rango de la cámara. Detrás de ella, con la mano aún alzada tras el golpe, una hermosa Altaria se tomó unos segundos para mirar a su entrenadora antes de posar sus ojos sobre Pokemon Gijinka.
—¡Rápido, huyan!— los urgió.
Entonces apareció Birdy desde un costado de la pantalla, y juntó su cara con la de la Altaria para asegurarse de que lo vieran.
—¡Ella tiene razón, escapen! Nosotros los encontraremos afuera.
—¡Birdy!— exclamaron sus compañeros, aliviados.
—¡Muy bien, niños!— bramó Ruby, feliz de no haber tenido que abandonar a Birdy a su suerte— ¡A la carga!
Pokemon Gijinka se precipitó hacia la entrada principal, sin embargo Brainy los detuvo.
—¡Esperen!— exclamó.
Todos se pararon y se giraron hacia ella.
—Vamos por la salida trasera.
—¿Pero no tienen policías por ahí también?— alegó Fiercy.
—Confía en mí.
—Muy bien— Ruby no perdió tiempo y comenzó a correr en la dirección opuesta— ¡De nuevo a la carga!
—¡A la carga!— contestaron sus pokemon.
Cruzaron nuevamente el gimnasio a toda prisa, arremetieron contra las puertas traseras, listos para luchar, mas salieron sin encontrar a nadie. Ruby se detuvo, sus pokemon detrás de él. Miró en todas direcciones, pero no vio a ningún policía apostado, solo puentes de madera tan anchos como calles, y copas de árboles por doquier.
—¿Y esto?— inquirió.
—Alguien creó una distracción para nosotros— explicó Brainy— Los policías estaban apostados aquí hace un momento, pero se fueron persiguiéndola.
Ruby no necesitó pensar mucho para saber quién había sido.
—¡Zafiro!— exclamó, alegre. Brainy asintió.
—Pero tenemos que irnos rápido, o podrían regresar.
—Muy bien ¡Niños, síganme!
Ruby echó a correr por las calles de madera, esperando que nadie se fijara en un joven corriendo con un grupo de pokemon detrás. Los puentes eran anchos, y aunque contaban con bancos y lugares techados para no insolar a los transeúntes, no había muchos lugares dónde esconderse. La gente alrededor comenzaba a fijarse más y más en él, y a señalarlo con el dedo.
Después de unas cuantas cuadras se encontraron con algo semejante a una plaza. Se trataba de una gran plataforma de madera construida sobre un ingente árbol. Era tan grande que incluso había otros árboles, de tamaño regular, plantados sobre el gran árbol. En el centro se apreciaba una fuente, que fue donde Pokemon Gijinka se dirigió para descansar. Beauty le cedió su carga a Smoky para sumergir su cabeza en la fuente, exhausta. Los demás se sentaron en el borde, junto con Ruby.
—¿Alguien nos persigue?— inquirió el chiquillo.
Brainy necesitó un momento para respirar. Luego irguió su cabeza en silencio, atenta. Entonces le sonrió a Ruby.
—Se podría decir que sí— contestó alegre.
Ruby se extrañó, pero en ese momento el sonido de aleteos reclamó su atención. Desde arriba, dos pokemon ave descendieron despacio sobre ellos. Uno de ellos llevaba a una persona en sus garras, que depositó a los pies de Ruby antes de aterrizar a un lado. Los pokemon y el muchacho sonrieron al ver a Birdy sano y salvo, mas se extrañaron por la presencia de la Altaria de Winona, aunque esta no los atacó ni nada.
—Es bueno verte bien, Birdy— lo saludó Ruby.
—Ni que hubiese sido difícil— el Swellow se cruzó de brazos, arrogante.
—¿No nos vas a presentar a tu amiga?— Fiercy subió y bajó sus cejas, entretenida con la escena. Birdy la miró molesto.
—En verdad ya nos hemos visto— reveló la Altaria, e hizo una pausa para realizar una pequeña reverencia— Hace un tiempo nos conocimos en ciudad Férrica, cuando ustedes se encontraban en un aprieto semejante al de ahora.
—¡Oh, entonces eras tú!— exclamó Ruby.
Kitten miró a Brainy con sorpresa.
—¿Entonces ella es...— le preguntó en su mente.
Sin embargo Brainy la hizo callar con un gesto de su dedo.
—No parece que sepa sobre Cloudy. Quizás sea mejor que no le mencionemos nada por ahora.
Ruby se fijó en el cuerpo que Altaria había llevado a sus pies. No era nada más ni nada menos que la líder del gimnasio de ciudad Arborada.
—¡Woah!— exclamó, sorprendido.
—¿Está despierta?— preguntó Beauty, nerviosa.
—No, tuve que noquearla— admitió la Altaria, algo avergonzada.
—Sí, nos sorprendiste a todos— apuntó Ruby— ¿Pero por qué lo hiciste?
Todos se voltearon a ella, curiosos. Querían poner atención a su respuesta.
—Bueno— la Altaria se rascó la mejilla— Mi maestra iba a hacer explotar todo el gimnasio, ella incluida. Además...— miró hacia Robin, en los brazos de Smoky, luego bajó la mirada— Mi maestra siempre fue una mujer fuerte y valiente, que luchaba por lo que creía correcto. Siempre la he admirado, pero los últimos días sus acciones apenas podrían ser calificadas de incorrectas. Las cosas que le hizo a la señorita Robin...— se tomó una pausa— nadie se merece tamaña tortura.
Ruby asintió, contento con la resolución de la Altaria. Sus pokemon le siguieron, se sentían de la misma manera.
—Por favor, me gustaría que tengan en cuenta que hoy solo vieron el lado más deplorable de mi maestra. Fue ella quien me inculcó mis valores, es ella a quien admiro. Les ruego que no la maten.
—¿Matarla?— se extrañó Ruby— No, eso no me interesa.
La Altaria pareció sorprenderse.
—Nos dedicamos a liberar pokemon, no a matar humanos— apuntó Brainy.
—A menos que se interpongan en nuestro camino— le corrigió Fiercy— o que nos reten a una batalla pokemon, o que sean malvados con sus pokemon, o esa vez que Ruby estaba cascarrabias y comenzó a matar a todos los humanos que veía.
—Creo que ya entendió, Fiercy— gruñó Birdy— El punto es: No sacamos nada con matar a Winona, no ahora que tenemos su certificado de líder de gimnasio ¿Cierto, Ruby?
Pero entonces Ruby abrió mucho el ojo, a la vez que su sonrisa se borraba de su cara. Smoky se llevó las manos a la cabeza, anonadada.
—¡El certificado!— exclamaron todos.
—Rayos, se me olvidó por completo— recordó Ruby.
Entonces miró a sus pokemon, aún con pocas esperanzas, sin embargo todos ellos negaron con la cabeza.
—No puede ser ¡Se nos olvidó quitarle el certificado!— reclamó Ruby— ¡Ahora tendremos que volver y hacer todo otra vez!
—Ah, no se preocupen— los calmó la Altaria.
Seguidamente se agachó sobre Winona y registró sus ropas. No le tomó ni tres segundos levantar una medalla ligeramente distinta a las demás, un poco más llamativa y decorada con un borde negro y un ala dorada.
—No puede ser— exclamó Fiercy, emocionada.
—¿El certificado?— inquirió un esperanzado Ruby.
La Altaria asintió, divertida con las expresiones del grupo. Ruby tomó el certificado entre sus manos, como si se tratara de una reliquia perdida en la historia.
—¡BIEEEEEEEEEN!— exclamó.
—Pero creí que estaba en una caja fuerte— alegó Brainy.
—Y lo estaba— explicó la Altaria— Pero mi maestra lo tomó consigo antes de intentar volar el gimnasio en pedazos. Ya sabes, para no destruirlo.
—Yo también traje algo— anunció Birdy.
Todos se giraron hacia él, al mismo tiempo que este extraía de su bolsillo un interruptor con un único botón rojo en su centro.
—¿Es eso lo que creo que es?— inquirió Smoky.
—¿Qué es?— preguntó Fiercy.
—Es el interruptor de los explosivos— le explicó Kitten.
—¡Hazlo, hazlo, hazlo!— lo apremió Ruby— ¡Vamos, hazlo!
—¡Hazlo, hazlo, hazlo!— se le unieron Smoky y Kitten. Luego también Brainy, Fiercy y Beauty— ¡Hazlo, hazlo, hazlo, hazlo, hazlo!
—¡Muy bien, muy bien!
Birdy levantó un dedo, y con una sonrisa bonachona en su rostro, apretó el botón rojo del interruptor. Inmediatamente se giró hacia el gimnasio que se veía a lo lejos... y no ocurrió nada. Apretó el botón una segunda vez, y luego una tercera, pero el edificio continuaba intacto.
—¿Por qué no explota?— alegó Birdy.
—¿Quizás está fuera de rango?— supuso Brainy.
—O quizás Winona simplemente nos estaba tomando el pelo— aventuró Fiercy.
—¡Rayos!— bufó Birdy— Y yo estaba tan emocionado pensando que...
Pero en ese momento, un estruendo removió todos los árboles en la ciudad, incluida la plaza. Ruby, Kitten, Fiercy, Brainy y Beauty se cayeron de espaldas a la fuente, mientras que Smoky, con sus poderosas piernas y sus rápidos reflejos, se mantuvo fuera del agua a toda costa. Varias zonas del gimnasio de ciudad Arborada hicieron explosión, una detrás de otra. El edificio, destrozado, colapsó y se derrumbó sobre sí mismo. El temblor causado por la explosión fue tan fuerte que botó a la mayoría de la gente en la plaza.
Cuando terminó todo y el ruido de la explosión fue relevado por los gritos y llantos de la gente asustada, los pokemon y Ruby volvieron a sus asientos, empapados y escupiendo agua. Entonces se fijaron en que la Altaria abrazaba fuertemente a Birdy, asustada por el impacto. Este, en cambio, parecía ligeramente confundido, mirando hacia la nada.
—Vaya, eso nos tomó por sorpresa— comentó.
En ese momento la Altaria se dio cuenta de que había invadido su espacio personal, y se apresuró a separarse.
—Lo... lo siento. Me dan miedo los ruidos fuertes.
—Está bien...— contestó un sonrojado Birdy, intentando parecer natural.
—¿Todos están bien?— preguntó Ruby.
—Yo estoy bien— Fiercy se sacudió el agua del pelo, mojando a Ruby y Kitten a su lado.
La Delcatty, en cambio, tenía cara de querer matar a alguien.
—Si hay algo que odio, son los baños sorpresa— comentó.
—Yo estoy bien— comentó Beauty. Parecía haberse divertido con la salpicadura, más que nada.
—Muy bien— Ruby se puso de pie— Ya hemos estado suficiente rato aquí, niños. Seguramente alguien nos habrá identificado y le ha dicho nuestra posición a la policía. Tenemos que marchar.
—Espera ¿Qué harán con mi maestra?— inquirió la Altaria.
—¿Y qué crees tú? Pues nada— contestó Ruby, sin cabecearse mucho con el tema— Ella es la líder de gimnasio, nadie le hará nada si la dejamos aquí.
—¿Y qué harán con Robin?
Ruby comenzó a caminar en la dirección contraria del gimnasio, sus pokemon le siguieron de cerca, la Altaria con ellos.
—Pues...
Ruby le echó un vistazo. Aún se encontraba dormida, desde antes que Beauty la cargara en su espalda. Se veía muy delicada, no podían simplemente llevarla a un Centro Pokemon o a un hospital para que la sanaran. No tenía idea cómo ayudar a su recuperación, por lo que se giró hacia Brainy.
—Brainy ¿Cómo podemos ayudar a Robin?
Ella no necesitó mucho tiempo para pensar, el procedimiento le parecía lógico.
—Sus heridas físicas y psicológicas deberían sanar con el tiempo, pero necesita mucho reposo en un lugar tranquilo, y por lo menos una persona que la cuide. Ruby, no sé si sea buena idea llevarla con nosotros.
—¡¿Qué?!— saltó él, consternado.
—Somos nómadas, Ruby. No podemos quedarnos en un lugar por mucho tiempo. Si nos pillan, ella también sufrirá las consecuencias.
—Rayos— Ruby se rascó la cabeza, intentando pensar en una solución.
Entonces la Altaria tuvo una idea.
—¿Qué tal si yo la cuido?— sugirió.
Todos se detuvieron y se giraron a ella, un tanto sorprendidos.
—¿Tú la quieres cuidar?— preguntó un extrañado Ruby.
La Altaria asintió con convicción.
—Ella ha sufrido mucho, y en parte me siento culpable por haber estado ahí sin hacer nada. Debí haber detenido a mi maestra, debí haber hecho algo. Por favor, permítanme hacerme cargo de ella.
Inmediatamente volvió corriendo sobre sus pasos para registrar de nuevo a Winona, y luego de unos momentos regresó con el grupo a gran velocidad, cargando una pokebola en su mano.
—¿Esa es tu pokebola?— supuso Ruby.
—No, es la de Robin— aseguró la Altaria, y para demostrárselos, encerró a la muchacha sobre los brazos de Smoky adentro de la cápsula.
Ruby se plantó frente a la Altaria, su semblante serio.
—Sabes lo que esto significa ¿Cierto? Si vuelves con tu entrenadora ahora mismo y le dices que fuimos nosotros quienes la atacaron, no te pasará nada. Sin embargo, si te vas con Robin y Winona vuelve a saber de ti...
—Lo sé— contestó la Altaria— Sé que no podré volver a ver a mi maestra...— bajó la cabeza, triste— y en parte eso me da pena. Pero... creo que esto es lo que mi maestra haría, la antigua Winona. Si hago esto la traicionaré, pero si no lo hago, entonces negaría todo lo que me ha enseñado.
Ruby la miró por un buen rato antes de asentir.
—Muy bien. Te confío a Robin ¿Tienes un lugar dónde esconderte?
—Winona tiene una pequeña cabaña a la que no le gusta ir, no tan lejos de la ciudad. Nadie sospechará de Robin, ni de mí.
—Muy bien— Ruby se cruzó de brazos con una expresión victoriosa en su cara— Problema resuel...
—Aún tenemos que pensar en algo para Jaws— lo interrumpió Brainy.
—¡Oh, rayos! Me alegré tanto que se me olvidó por un momento— se disculpó el muchacho.
—¿Qué ocurre con Jaws?— inquirió Birdy.
—Es cierto, tú nunca llegaste a verlo— recordó Fiercy.
—Jaws está muy mal— comentó Kitten— No ha comido ni bebido desde hace días.
—¡Oh! Yo puedo llevarlo conmigo, también— sugirió la Altaria.
—¿Qué? ¿Pero eso no será un problema?— supuso Ruby.
—No quisiera admitirlo, pero es la mejor opción que tenemos por el momento— opinó Brainy.
—Si está débil, puedo alimentarlo. No se preocupen, puedo manejar a dos enfermos a la vez— la Altaria se pegó en el pecho para demostrar su valía.
Ruby la miró por un largo rato. Luego la sujetó por los hombros y la miró a los ojos.
—Te encargo a dos seres muy queridos para mí. Si logras que se recuperen, te deberé mi vida.
La Altaria asintió, un tanto sorprendida. Se imaginaba que Ruby simplemente intentaba deshacerse de los elementos débiles de su equipo, pero en ese momento comprendió que en verdad no tenía otra opción; si Robin y Jaws iban con ellos, serían afectados por las batallas, y si todos se escondían y cuidaban de ambos, pronto el gobierno los encontraría y los emboscaría.
—Yo también voy— anunció Kitten.
Todos se giraron hacia ella, sorprendidos.
—Pero Kitten...— musitó Beauty, consternada.
—Robin es una persona muy buscada. Si ocurren problemas, Altaria no podrá defenderlos a los dos. Alguien fuerte debe ir con ella.
—Si es por eso, yo...— alegó Fiercy, mas Kitten la interrumpió.
—No. Con uno de nosotros basta. Los demás necesitan quedarse con Ruby y ayudarlo. No olviden que Ruby es más importante que cualquiera de nosotros para realizar esta misión.
Todos miraron a Kitten con preocupación, y esta les devolvió una mirada fuerte y decidida. Entonces Ruby posó una mano sobre su cabeza y le revolvió el pelo, rompiendo la tensión.
—Estoy orgulloso de ti, Kitten— le espetó— Ve a hacer lo que tengas que hacer, nosotros esperaremos tu regreso.
La Delcatty no pudo evitar que sus ojos se humedecieran ligeramente en ese momento. Nunca había pensado en separarse de Ruby, del equipo al que había pasado a ser una familia para ella. Sin poder contenerse, apresó a su entrenador en un apretado abrazo, para pronto ser correspondida por él. Fiercy tampoco aguantó las lágrimas, y corrió a abrazar a ambos, seguida de Brainy, Birdy, Smoky y finalmente Beauty.
La Altaria no pudo sino más que mirar boquiabierta la escena. En su vida se le habría ocurrido algo tan indecoroso como abrazar a su entrenadora, y sin embargo para esos terroristas parecía algo tan normal. Ese día, Altaria conoció un tipo de afecto que nunca le habían enseñado.
[...]
Lejos de la mirada de la gente, cerca del límite oeste de la ciudad, Pokemon Gijinka y la Altaria se encontraban junto al bosque frondoso que rodeaba a Arborada. Se apreciaban algunas casas a la lejanía, pero nadie los iría a molestar a ese sitio lejos de la civilización. Fueron a despedirse ahí para que nadie viera volando a la Altaria.
—Muy bien, este es un buen sitio para despegar— declaró la Altaria.
El grupo se detuvo detrás de ella. Entonces se dio vuelta y enfrentó a los temibles terroristas por quienes todo el mundo perdía la cabeza últimamente.
—No sabes cuánto te agradezco esto, Altaria— le espetó Ruby.
—¡Ya basta, harás que me sonroje!— exclamó, tímida.
De pronto Kitten se sobresaltó. Todos se giraron hacia ella, la cual sonrió con picardía.
—¡Me acabo de acordar de algo importante!— exclamó, sonriente.
—¿Qué cosa?— inquirió Fiercy.
—Altaria ahora es prácticamente una criminal, un pokemon convicto.
—Pues... sí, supongo que podrías llamarme así.
—Y además nos está ayudando— continuó Kitten— ¿Entonces no significa que pasó a ser parte de nuestro equipo?
—¡¿Qué?!— saltó la Altaria, consternada.
—Es verdad— afirmó Ruby, y luego se giró hacia la Altaria— Siempre que necesites a alguien, podrás contar con nosotros, Altaria. Tenlo por seguro.
—Ah... gracias— contestó, algo sorprendida— Lo tendré en cuenta.
—¿O sea que aceptas unírtenos?— supuso Brainy.
—Pues... sí, creo ¿Por qué no? Ustedes se ven como gente buena.
—¡Oh, sí!— exclamó Kitten— ¡Ruby, ya sabes qué hacer!
—¿Qué?— saltó la Altaria, preocupada.
—El rito de iniciación— explicó Ruby, mirando a la novata con una sonrisa pícara— Todos los pokemon que se unen a Pokemon Gijinka deben pasar por él.
Beauty ocultó una risita entre sus manos, lo que incomodó aun más a la Altaria.
—Ay, no ¿Tengo que hacerme un tatuaje o algo así? Porque si es así...
—Aria— declaró Ruby— Ms. Aria
Se produjo un silencio luego de eso. La Altaria se quedó mirando a Ruby, esperando algo más. Los otros pokemon simplemente se quedaron perplejos.
—¿Tan rápido?— se extrañó Smoky.
—Lo venía pensando en el camino— admitió el muchacho.
—Aria...— repitió Brainy, para hacerse a la idea— Me gusta.
—¡Aria!— exclamó Fiercy, y seguidamente levantó a la Altaria en un abrazo.
—Pero no entiendo ¿Qué es Aria? ¿Qué pasa con la iniciación?— reclamó la Altaria.
—La iniciación es tu nombramiento— explicó Brainy.
—Ahora tu nombre es Aria— agregó Smoky.
—Calma, niños. Aún no lo ha aceptado— les recordó Ruby.
—¿Aceptar? ¿Aria?— la Altaria parecía no comprender bien— ¿O sea que... ¿O sea que ahora tengo un nombre para mí? ¿Y todos me llamarán así?
—Como todos nosotros— aclaró Smoky.
Aria sonrió, alegre.
—Gracias, chicos. Un nombre propio para mí. Siempre quise uno.
—Menos mal que lo aceptaste— comentó Kitten— No iba a soportar llamarte "Altaria" por más de un día.
Un par de risas siguieron a las palabras de Kitten, pero se apagaron en un parpadeo. De un momento a otro todos se quedaron en silencio, sin nada más que decir. No es que no tuvieran más preguntas o que no se les ocurrieran más bromas, sino que sabían que Kitten y los demás debían partir. Todos se sintieron un poco tristes.
—Bien...— musitó Kitten— creo que ya debería despedirme.
La Delcatty volvió a abrazar a Ruby, y el resto de los pokemon volvió a apelotonarse en un abrazo entre todos, pero por más que lo prolongaran, llegó a su fin antes de lo que hubieran querido. Kitten se metió en su pokebola, y Ruby se la pasó a Aria.
—Cuídalos bien, por favor.
—Claro. Ahora son mis compañeros también ¿Recuerdas?
Aria se guardó las tres pokebolas debajo de la ropa, en un lugar seguro. Antes de despedirse definitivamente, detuvo su mirada en Birdy, al cual le sonrió con ternura. Finalmente, le dedicó a Pokemon Gijinka una última reverencia antes de levantar vuelo y alejarse por el cielo. Desde la tierra vieron su agraciado vuelo, nuevamente. Cuando alcanzó una distancia prudente, Ruby se acercó a Birdy.
—Tú también puedes ir, si quieres— le espetó.
—¿Qué?
Birdy se dio vuelta, y entonces se dio cuenta que todos lo miraban.
—Me imagino que quieres ir con ella
Birdy necesitó de unos segundos para comprender del todo a Ruby. Sintió las ganas de despegar y hablarle, de pasar a ser algo con ella en vez de solo Birdy... pero negó con la cabeza.
—¿Por qué querría ir? Kitten es más que suficien...
—Todos sabemos quién es Aria— lo interrumpió Ruby— Creo que te haría bien pasar un tiempo con ella.
Birdy abrió mucho los ojos. Luego se giró hacia Aria, la cual aún podía verse a lo lejos. Finalmente se volvió hacia su entrenador y le golpeó la frente con un dedo.
—Claro, como si fuera a hacerlo— reclamó— No voy a negar que me cayó bastante bien, o que cuando la veo pienso en Cloudy...— necesitó de unos segundos para recuperarse de decir ese nombre— pero ahora mismo tenemos que concentrarnos en nuestra misión. Ya pasaremos más tiempo con Aria.
Ruby y el resto de los pokemon sonrieron. Finalmente el muchacho agarró al Swellow con un brazo del cuello y le revoloteó la cabeza emplumada.
—¡Jajajajajaja!— rió Ruby— ¡Cómo te quiero, pájaro estúpido!
—/—/—/—/—/—
En otra zona de Hoenn, cerca de la ruta en donde se encontraba el instituto meteorológico, un viejo marinero daba un paseo por el bosque. Su chaqueta larga y roñosa acariciaba la hierba alta, como si incitara a los pokemon salvajes a aparecer. Sin contar su abrigo, su torso estaba desnudo. Caminaba a paso veloz, como estaba acostumbrado. Pensaba pasar la noche con un amigo que vivía en esa ruta, después de un largo día de trabajo, pero de pronto sus bigotes blancos vibraron con una extraña sensación.
Dracón llegó a un pequeño claro, en donde se detuvo. Miró en varias direcciones, pero no encontró más que árboles por doquier. No había viento, y los pokemon salvajes se distanciaban varios metros de él por su instinto, así que no había muchos ruidos que disturbaran la paz del bosque.
No se oía nada, y sin embargo Dracón agarró una de sus pokebolas con una mano, listo para arrojarla en cualquier momento.
Y de pronto, un extraño susurro por detrás lo alertó. Al girarse, Dracón advirtió una luz detrás de los árboles, que se aproximaba con alarmante velocidad. Entonces se dio cuenta que la luz era una bola de fuego de dos metros de diámetro que se dirigía directamente hacia él. Alarmado, se arrojó hacia un lado para evitar ser atrapado en el fuego, hasta que la bola de plasma pasó a su lado y chamuscó una esquina de su capa.
Inmediatamente se puso de pie y se giró, listo para luchar contra quien fuera. En ese momento, desde la oscuridad y las ruinas de los troncos carbonizados, una silueta apareció triunfante. Dracón, observador, notó que el sujeto tenía orejas semejantes a las de las Mightyena, por lo tanto debía ser un pokemon, sin embargo no lograba reconocerlo. En sus brazos llevaba a otra pokemon, y esta Dracón sí supo quién era.
—¡Tú otra vez!— exclamó el viejo— ¡No te escaparás, puta Latias!
—¿Es él?— inquirió el pokemon que llevaba a Latias en brazos.
Latias asintió. Sunny inmediatamente la depositó contra un árbol, para que descansara del largo viaje que habían realizado, y se preparó para enfrentar a Dracón.
—Tú capturaste a un pokemon muy preciado para la señorita, viejo— le espetó Sunny— Entrégamelo y quizás no te lastime mucho.
Dracón lanzó un bufido, arrogante.
—Tú no pareces ser del tipo Dragón, así que no me interesas—le contestó— Deja a Latias y corre por tu vida si quieres ver la luz del sol otra vez.
Sunny le mostró los dientes y encendió su espalda en llamas. Lo que más odiaba en el mundo, además de Ruby, eran los humanos petulantes. Dracón también le mostró los dientes. No era alguien que se dejara amedrentar fácilmente, y menos cuando un insolente pokemon osaba atacarlo por la espalda.
Latias los miró a ambos, preocupada. Quería ayudar a Sunny, pero con su ala rota era poco lo que podía hacer. El combate entre el Volcán de la Venganza y el Pirata de Dragones estaba a punto de comenzar.
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