La Idea de Lanette


Esa misma tarde, dos figuras encapuchadas recorrieron las calles de ciudad Calagua. La gente no las vio fijamente, pues estaban cubiertas en capas sucias y roídas. Solo algunos pokemon, los más atentos, advirtieron su presencia, pero aun así no les prestaron mucha atención, no valían la pena. Las dos figuras que caminaron a plena luz del día no fueron más que fantasmas, olvidadas apenas perderse de vista. De cuando en cuando se detenían en un rincón, en silencio, junto a grupos de personas que conversaban. Pasaron cerca de varios kioskos que mostraban la primera plana de los periódicos y tiendas con televisores encendidos en el canal de reportajes. Conversaciones por Pokenav, saludos, pancartas, tarjetas, grafitis. Absorbieron sin un suspiro toda esta información por varias horas.

Cuando cayó la noche se marcharon hacia la playa. Ahí, en el extremo sur se encontraba una pequeña cueva, donde una fogata iluminaba las caras de los miembros de Pokemon Gijinka. Las figuras sombrías se acercaron, desacelerando el paso en los últimos metros, y se descubrieron las cabezas, libres del miedo de ser reconocidas.

Los demás las vieron acercarse, y les hicieron un espacio alrededor de la fogata. Kitten y Brainy se quitaron las capas sucias, acaloradas por la alta humedad de ciudad Calagua, y las tiraron en un rincón.

Cuando se sentaron, Ruby se dio cuenta que se encontraban muy lejos... y entonces comprendió que el círculo que habían formado era el más grande que habían hecho en mucho tiempo. De repente tuvo que comenzar a considerar la posibilidad de contar con un grupo grande bajo su ala, y reparó en que quizás debía replantearse la manera de atacar al gobierno... pero esos eran pensamientos secundarios. Lo más importante era concentrarse en rescatar a Sunny.

—¿Entonces?— habló, dado que nadie más lo hacía— ¿Qué descubrieron?

—Bastante— contestó Brainy— Corren varios rumores de dónde están los amigos de Latias, pero parece que la verdad es que los tienen dentro del sistema de almacenamiento de Wallace.

—¿Sistema de almacenamiento?— repitió Latias.

—Eso lo hace más complicado— rezongó Birdy.

—¿Y si le preguntas a Lanette?— sugirió Smoky.

—¡Oh, sí! Ella puede ayudarnos— recordó Fiercy.

—¿Lanette?— inquirió Beauty

—Buena idea— Ruby pescó su Pokenav y pinchó un nombre al fondo de su lista de contactos— ¿Aló? ¿Lanette?

Por un momento no se oyó nada. Luego un grito estalló en la oreja de Ruby.

—¡Ruby! ¡Te dije que mi nombre de criminal es Aredia! ¡Usa mi nombre en código para llamarme, maldición!

—Lo siento, lo siento— contestó entre risitas— ¿Estás ocupada?

—No ¿Necesitas algo?

—Pues sí, un pequeño favor. Necesito rescatar a un grupo de pokemon del sistema de almacenamiento de un entrenador.

Lanette hizo una pausa mientras pensaba.

—¿Y por qué no vas y lo obligas?

—Pensé en eso, pero es un tipo muy popular. Está rodeado de guardaespaldas y agentes de policía todo el tiempo.

Lanette hizo un momento de silencio.

—¿De quién estamos hablando?— inquirió con un gruñido.

—Pues... ¿Conoces a Wallace?

—Wa... ¡¿Wallace?! ¡¿El líder de gimnasio de Arrecípolis?! ¡¿Ese Wallace?!

—Jeje...

Lanette suspiró.

—Después de todos estos meses sin saber nada de ti además de los estúpidos reportajes de los mediocres y prostituidos periodistas de esta región ¡¿Y lo primero que oigo es que tienes que enfrentarte a ese Wallace?!

—Perdón— masculló cual niño pequeño.

—Bien, pero después tienes que pasar a visitar ¿Entendido? Quizás no lo sepas, pero me siento responsable de tu bienestar.

El muchacho sintió un pequeño golpe cálido en el corazón. La última vez que se habían visto le pareció que ella sentía cierta obligación de explicarle sobre ciertos asuntos, pero decir que se sentía responsable por él era un grado de confianza totalmente distinto. Solo esperaba seguir vivo para cuando tuviera que cumplir esa promesa.

—Bien— aceptó ella al final— pero aun así me tomará un tiempo, las cuentas de los líderes de gimnasio tienen muchos más candados que las de otros.

—Eres una linda, muchas gracias— contestó Ruby.

—Je— Lanette observó un par de detalles sobre aquella frase, pero se las guardó para sí— Lo que puedo hacer es engañar al sistema para que crea que tú eres Wallace... pero eso no funcionaría.

—¿No?

—No, porque ya tienes seis pokemon contigo, he visto ¿No tienes algún amigo que pueda sacar los pokemon en tu lugar? Quizás te pueda contactar con algunos soldados del equipo Libertad de ciudad Calagua.

Ruby lo meditó un momento.

—No lo hagas, tengo una mejor idea.

—¿Qué? ¿Y cómo lo harás?

—Solo necesito que me confirmes esta duda: ¿Cómo es que un nuevo entrenador ingresa al sistema?

—Ah... pues solo tiene que sostener una pokebola con un pokemon por más de cinco minutos. No es necesaria que la lleve en una mano, puede meterla en un bolsillo o una mochila.

—¿Solo eso?— saltó Ruby, sorprendido.

—Claro. Originalmente el sistema se ideó para niños: Muy fácil y muy restrictivo.

—Ya veo. Gracias, con eso basta. Luego te llamo para contarte los detalles.

—Oky.

Ambos cortaron casi al mismo tiempo.

—¿Qué piensas hacer, Ruby?— le preguntó Latias, preocupada por el destino de sus compañeros, sobretodo del de su hermano.

Ruby le sonrió como un niño travieso que no se arrepiente de sus actos.

—Algo muy simple

[...]

Lanette se recostó en el sillón de su casa y meditó sobre varios asuntos por un momento. Luego se giró hacia su computador, quitó todo lo que había estado haciendo y abrió un programa espía que ella misma había instalado en los servidores del sistema de almacenamiento. Ahí ingresó el ID de Ruby para mirar sus pokemon guardados, pero al hacerlo advirtió que la caja estaba completamente vacía.

—Qué raro. Creí que Ruby tenía varios pokemon por aquí ¿Los habrá liberado?

Recorrió todas las cajas, sin ver ni un alma. Finalmente, en la última caja, reposando en una solitaria esquina, advirtió un sprite que no había visto nunca: La cara de un pokemon que parecía tener un sombrero en forma de estrella. Estaba segura de haberlo visto antes, en libros o cuadros.

—¡¿Jirachi?!— lo reconoció finalmente— ¿Ruby atrapó a un Jirachi? No, antes que eso ¿Existe?

Pero este no se veía como un pokemon, más bien como un sticker tapando el espacio correspondiente. Fuera lo que fuera, no era bueno que estuviera ahí.

Insegura, llevó el cursor sobre la cara del pokemon y pinchó. En ese momento sus ojos se abrieron, y el sprite le sonrió de forma siniestra.

—Sabía que te encontraría si dejaba una carnada, espía— habló Jirachi con una voz demasiado aguda para ser humana.

—¿Un filtro digital?— supuso ella.

Lanette tragó saliva. Inmediatamente se giró hacia su segundo computador para activar el escudo anti rastreo, pero la voz de Jirachi la detuvo.

—No te molestes, no intentaré rastrearte ni introducir un virus a tu equipo, ni nada por el estilo. Solo quiero que sepas que podría rastrearte, podría encontrarte, podría introducirme en tu casa por la noche y asesinarte mientras duermes. Podría tomar por rehenes a tus amigos o exterminar a los últimos vástagos de esta ingenua organización que llaman el Equipo Libertad, así que... cuidado con lo que deseas.

En ese momento su equipo se apagó de sopetón. Lanette se puso de pie y miró la pantalla en negro ¿Qué habría hecho aquel hacker? La había llamado espía ¿Desde hace cuánto sabía que Lanette podía ver el Sistema de Almacenamiento? Más importante ¿Estaría mintiendo cuando dijo que la rastrearía?

Lanette miró las ventanas de su desordenada casa, y aprovechó de cerrar las cortinas de la que tenía más cerca. Comenzó a hiperventilarse. Tenía que actuar de acuerdo al peor escenario ¿Jirachi se introduciría en su casa e intentaría matarla mientras dormía?

Sacudió su cabeza. Estaba dando muchas vueltas al asunto.

—¡Cálmate, Lanette! Solo está tratando de asustarte— se dijo.

Volvió a encender el computador y comprobó que todos los archivos y programas se encontraban ahí. Luego hizo correr un programa que revisó por todos lados si habían introducido algo sin su consentimiento, pero no arrojó resultados. A menos que estuviera muy por sobre su nivel en informática, Jirachi no la había rastreado.

—Esto está mal. Este tipo tiene algún poder sobre las cajas de almacenamiento de Ruby. Ya no es seguro que almacene pokemon en el PC— se dijo— ¿Pero entonces qué hará cuando tenga más de seis pokemon? No puede simplemente arriesgarlos...— Lanette se mordió el dedo por tres segundos, antes de tener lo que le pareció una brillante idea— ¡Claro! Si desde ahora no puede sobrepasar el límite de pokemon, lo único que tengo que hacer es evitar que lo sobrepase ¡Pero qué estúpida! ¿Cómo no se me ocurrió esto antes?

Por las siguientes dos horas, Lanette se dedicó a teclear y clickear sin respiro en su computador. Su idea era algo descabellada, pero con el suficiente sigilo podría funcionar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top