La Fuerza de los Luchadores
Brainy se concentró. Tenía el poder, y lo sabía. Solo tenía que usarlo de la manera correcta. Su voluntad era la clave.
Poco a poco, sintió que la presión de su peso bajo sus pies disminuía. Llegó a pesar la mitad de lo que pesaba usualmente. Estaba a punto de conseguirlo, le faltaba solo un poco más.
—¡WA!— gritó Fiercy, detrás de ella.
—¡AAAaaaaah!— saltó Brainy.
Fiercy se echó a reír a carcajadas, mientras que Brainy se recuperó del susto.
—¡Tonta! ¡Descerebrada! ¡Bruta!
—Lo siento, no pude evitarlo
Brainy atacó a Fiercy con Confusión, pero no le ocurrió nada.
—Soy inmune a ataques Psíquicos— se burló.
—Rayos ¿Por qué no vas a molestar a alguien más? ¿No puedes jugar a las carreras con Smoky o con Birdy?
—Ya lo hemos hecho como miles de veces. Tú eres la apartada del grupo.
—¡No soy apartada! Por si no lo habías notado, mi cuerpo no está diseñado para la actividad física.
—O sea que eres una debilucha.
—¡Y tú eres un incordio!
—¿Qué pasa aquí?— inquirió Ruby, apareciendo desde una esquina.
Brainy se giró hacia Ruby, con los ojos llorosos.
—¡Ella me asustó!
—Llorona— alegó Fiercy.
—¿Lo ves?
—Cálmense, niñas. No es momento de andar peleando. A ver— meditó un momento— Fiercy ¿Asustaste a Brainy?
—Supongo que sí— contestó a regañadientes— ¡Pero solo fue una broma! ¡Todos nos asustamos entre nosotros!
—Sí, en eso tienes razón— supuso Ruby.
—¡Pero Ruby!— alegó Brainy— ¡Yo estaba entrenando!
Ruby suspiró.
—Si te molestó, pídele que no lo vuelva a hacer. Así ella no lo hará de nuevo ¿Cierto?— Ruby miró a Fiercy. Esta describió un círculo con los ojos, y asintió como quien no quiere— ¿Lo ves? Todo listo. Ahora vayan a comer, que nos espera un día muy largo.
Ruby siguió su camino, dejando a ambas tras de sí. Ellas se miraron, y se sacaron la lengua al mismo tiempo. Ambas se llevaban muy bien con Ruby y Smoky, y también con Birdy, pero entre ellas nunca surgió ninguna forma de afecto. Para Brainy, Fiercy era demasiado bruta, y para Fiercy, Brainy era demasiado quejona.
Pero ambas podían soportarse, por el momento. El objetivo era más importante.
—/—/—/—/—/—
Ruby atravesó el pueblo a hurtadillas, escondiéndose en los rincones oscuros que la noche le proporcionaba. Llegó sin problemas al gimnasio pokemon, que había visto a la lejanía. Allí forzó la entrada con Corte, y se adentró al oscuro palacio junto a la playa.
Dentro, no se lograba divizar nada. Ruby agitó su mano frente a su cara, pero no consiguió ver ni su estela.
—Creo que debimos traer a los Zubats— se dijo— Tendré que hacer esto, tápense los ojos.
Ruby se concentró, y liberó parte de su energía en forma de luz, gracias a la MO Destello. En el acto advirtió pasillos estrechos y retorcidos frente a sí, y supuso que el gimnasio era un laberinto.
—Qué manera de derrochar espacio— se dijo.
Comenzó a caminar, sin saber muy bien cómo se orientaría. De pronto, alguien apareció desde una esquina. Era un muchacho de su edad, con ropas de karateka.
—El maestro dijo que vendrías, pero nunca creí que llegarías tanto tiempo después de enfrentarlo— comentó a modo de saludo, para luego prepararse para el combate— Te detendré aquí y ahora, Ruby— sacó una pokebola de su bolsillo, y la arrojó al suelo— ¡Machop, yo te elijo!
De su pokebola apareció un Machop, que adoptó la misma posición que su entrenador.
—Tienes que estar bromeando— alegó Ruby— No te voy a enfrentar. Solo vengo por Brawly.
—Si quieres pasar, tendrás que pasar sobre mí primero— aseguró el karateka.
Ruby lo miró un rato, luego al pokemon.
—Okey.
Acto seguido se abalanzó contra el Machop, intentó darle con una patada, pero este le agarró la pierna y lo azotó contra una pared. Sus pokemon aparecieron al instante, y atacaron al Machop a la vez.
—¿Pero cómo puedes ser tan deshonroso?— exclamó el karateka, al ver a su Machop derrotado por cuatro a uno.
Ruby se puso de pie, adolorido.
—¿Dónde está Brawly?
—No te lo diré— se cruzó de brazos, empecinado.
Ruby saltó hacia el muchacho, y con su cuchillo le abrió una fea herida en el pecho. Seguidamente lo pateó con fuerza para derribarlo.
—Vamos, no tenemos tiempo.
Atravesaron los pasillos rápidamente, mirando en todas direcciones antes de doblar, hasta que en una esquina, un puño sorpresa impactó contra la cara del entrenador. Ruby cayó de espaldas, adolorido.
—¡Aquí está!— gritó una voz femenina.
—¿Eres otra aprendiz de Brawly?— alegó Ruby— ¿Nadie duerme en este pueblo?
—Sí, y no, y tú harías bien en quedarte ahí hasta que venga la policía a buscarte ¿No te da vergüenza romper las reglas de la sagrada batalla pokemon?
—Eso no es lo único que te voy a romper si no te quitas.
—¡¿Cómo te atreves?!
En ese momento Ruby se le acercó para botarla al suelo con una patada baja, para luego agarrarle la cabeza y azotarla con toda su fuerza contra el piso. La muchacha perdió el conocimiento al instante.
—¡Continuemos!— exclamó.
Sus pokemon comenzaron a correr tras él, pero no dieron ni dos pasos cuando tres entrenadores más aparecieron desde los pasillos. Todos ellos sacaron Makuhitas a pelear, pero estos eran tan gordos que no cupieron juntos en las estrechas paredes del pasillo.
—¡Rayos!— exclamó uno de los pupilos de Brawly.
—Brainy, usa Confusión en todos— le ordenó Ruby— Los demás, salten sobre los Makuhitas y eliminen a los humanos.
—¡¿Qué?!— exclamaron los tres entrenadores, consternados.
Los Makuhitas cayeron uno por uno, dado que no se podían mover ni defenderse de los ataques psíquicos de Brainy. Smoky, Fiercy y Birdy usaron a los Makuhitas como plataformas para saltar sobre ellos, y atacaron a los entrenadores casi por sorpresa. Estos intentaron defenderse con sus conocimientos sobre lucha, mas no fueron rivales para los ataques de los pokemon.
Pokemon Gijinka continuó aceleradamente a través de los pasillos faltantes, hasta que llegaron a una sala bastante más grande. A la derecha se apreciaban unos cuantos monitores, que filmaban zonas específicas de Pueblo Azuliza. En su centro se encontraba Brawly sentado, mirando las pantallas.
—¿Quisiste esperar al amparo de la noche para tomarme por sorpresa?— le preguntó desinteresado— Qué joven e iluso eres, Ruby. Soy un líder de gimnasio. Se supone que tengo que anticiparme a todo— se paró de su silla lentamente— Con los entrenadores normales soy bueno y gentil, y me contengo en las batallas porque, si no lo hiciera, nadie conseguiría las ocho medallas. Pero contigo es diferen...
—¡Brainy, confusión!
Inmediatamente un dolor tremendo llegó a la cabeza de Brawly, quien se arrodilló para resistirlo.
—No solo eres un criminal ¡También eres un desconsiderado!
—No me importan tus sermones, imbécil. Vengo por tu Certificado de líder de gimnasio.
A pesar del dolor, Brawly sonrió. Luego sacó una medalla de su bolsillo para mostrársela al retador.
—¿Quieres esto? Pues tendrás que pasar por mis pokemon primero.
Los tres pokemon del líder aparecieron en ese momento: Machop, Meditite y Hariyama.
—¿Hariyama?— alegó Ruby, al leer su nombre en la Pokedex— Así que tu Makuhita evolucionó.
—¡Debiliten a sus pokemon, y capturen al entrenador!— les ordenó Brawly.
—Niños, como lo practicamos— exclamó Ruby.
—¡Sí!
Tal y como Brawly sospechó, Smoky y Birdy corrieron de inmediato hacia Meditite y Machop, para encararlos en una batalla doble. Predecible. Eso dejaba a su Hariyama contra dos pokemon: Mightyena y Ralts, y Brawly sabía que su Hariyama podría hacerles frente a ambas.
—Solo tengo que encargarme de ese niño— se dijo el líder de gimnasio.
Pero volvió a concentrarse en el combate, advirtió que era Ruby quien se dirigía hacia Hariyama.
—¡¿Qué?!— exclamó.
Sintió unos pasos por un costado, demasiado rápidos para anunciar buenas noticias. Se giró alarmado, listo para defenderse de lo que fuera, sin embargo Fiercy fue más rápida. Rodeó el brazo que Brawly había alzado para protegerse, se le acercó en un parpadeo, y mordió su hombro con tanta fuerza que de inmediato sintió unos chorros de sangre salpicando a su cara.
Brawly gritó de dolor, y de un movimiento la apartó. Sin embargo ese primer ataque había sido devastador. Él intentó escapar, refugiarse con la silla, pero en eso Fiercy volvió a acortar la distancia entre ellos y le enterró las garras en las costillas. Brawly se retorció de dolor, momento que ella aprovechó para patearlo contra los monitores.
Ruby recibió varios empujones de parte de Hariyama, sin darle tiempo para protegerse o eludirlos. Le golpeaba en la cara y el pecho para desequilibrarlo, pero resistió firme hasta que Brainy atacó. Hariyama pareció un poco afectado tras la Confusión, pero antes que Ruby pudiera darle otro golpe, el pokemon se recuperó y lo volvió a atacar.
Esta vez Ruby cayó de espalda al suelo, frente a la enorme masa de Hariyama acercándose. El pokemon de Brawly se preparó para dar un último golpe, pero en ese momento Brainy apareció frente a Ruby, y recibió todo el impacto.
—¡Brainy!— gritó Ruby, horrorizado.
La aludida cayó a los brazos de Ruby, casi noqueada con un solo impacto del enemigo. Ruby la rodeó con su cuerpo, preparándose para correr con ella y protegerla de Hariyama, pero al fijarse en él, se dio cuenta que este se agarraba la cabeza y gemía de dolor, tanto que no tenía forma de seguir la pelea.
—¡Brainy lo atacó mientras recibía el golpe!— advirtió Ruby.
Hariyama se quedó un rato dando vueltas, como borracho, hasta que posó sus ojos en Ruby otra vez.
—¡Salió del estado de Confusión muy rápido!— se alarmó el entrenador.
—Ruby...— lo llamó el pokemon en sus manos.
—¡Brainy, estás bien!— exclamó él.
—Claro que sí, pero él no.
Apuntó a Hariyama, el cual se acercaba peligrosamente hacia ambos. Ruby se preparó para arrancar con Brainy en brazos, y esta para atacar a su rival lo más rápido posible, pero ninguno de ellos fue tan rápido como Hariyama. Este alzó su mano en el aire, listo para atacar, su furia emanando de su sudor. Finalmente arremetió, pero no contra sus enemigos, sino contra su misma cara.
Entrenador y pokemon vieron cómo el enorme Hariyama caía agotado con este último ataque, quedando fuera de combate.
—¿Eso fue...
—¡Confusión!— exclamó Brainy— El efecto de mi ataque nos salvó.
Ambos se miraron, consternados. Parecían querer decir algo, y al mismo tiempo ninguno de los dos logró formular palabra alguna. Podrían haberse quedado ahí por un tiempo más, pero fueron interrumpidos por una luz cegadora proveniente de todo el cuerpo de ella.
Brainy, confundida, se soltó bruscamente de los brazos de Ruby para ponerse de pie. Por un momento pensó que se caería, pero luego advirtió que sus piernas repentinamente habían pasado a ser más largas, y que apenas tocaba el suelo con la punta de sus pies. Cuando se dio cuenta, la luz había desaparecido y ella había adquirido una nueva forma.
—¿Qué es...
—¡Brainy, evolucionaste!— exclamó Ruby.
Smoky, Fiercy y Birdy se acercaron, luego de terminar con sus propios rivales.
—¡Felicidades!— exclamaron Smoky y Birdy.
—Vaya, sí que la hicieron, ustedes dos— Fiercy palpó la cabeza de Brainy con su mano.
Ruby sacó de inmediato su Pokedex para ver los datos de Brainy.
—Ahora eres un... ¿Kirlia? Pensé que tu nombre se parecería a Ralts.
—A veces sucede— Brainy sonrió, feliz con su nuevo cuerpo— Pero concentrémonos, muchachos— se giró para ver a Brawly, el cual se encontraba machucado contra los monitores de la sala— Aún falta reclamar nuestro premio.
—Claro, claro.
Ruby se dirigió hacia Brawly, y le robó el Certificado de Líder de Gimnasio.
—Con esto ya son dos— Ruby se guardó la medalla en la chaqueta, y se volteó hacia sus pokemon— Vamos todos, tenemos trabajo qué hacer.
—¡Sí!— contestaron al unísono, aliviados de que la batalla hubiera terminado.
Sus dos semanas de duro entrenamiento habían dado frutos. Entre Ruby y Smoky cargaron a Brawly hacia la salida del gimnasio, en donde los esperaba un pánico general de parte de los pueblerinos. Las personas corrían y se escondían, intentando defenderse de los pokemon salvajes con sus propios pokemon. Estos hacían lo que podían, pero sus suaves músculos no fueron rivales para los entrenados Makuhitas, Zubats, Arons y Geodudes.
Los cinco se quedaron un rato ahí parados frente al Gimnasio Azuliza, hasta que un Makuhita se acercó a ellos y le entregó un megáfono a Ruby.
—Gracias ¿Te costó mucho encontrarlo?
—No, estaba donde dijiste que iba a estar— le restó importancia el jefe de la Cueva Granito.
—Pues entonces, comencemos— Ruby acercó el megáfono a su boca, y lo activó— Compañeros, es suficiente.
Todos los pokemon salvajes se dejaron de atormentar a la gente, y se giraron para escucharlo. Los pueblerinos, consternados, también le pusieron atención al chico frente al gimnasio.
—Como pueden ver, aquí tengo al líder del gimnasio de este pueblo: Brawly— usó destello para iluminar al ensangrentado entrenador, con lo que la gente alrededor contuvo el aliento en un momento de horror— Mi nombre es Ruby, y soy el líder de Pokemon Gijinka; una organización creada con el único fin de igualar los derechos humanos y pokemon, de volvernos iguales. Las organizaciones como los gimnasios y el alto mando son nuestros enemigos, y los destrozaremos cuantas veces sea necesario para terminar con la esclavitud de los pokemon. Pero no se preocupen, porque eso no quiere decir que atormentaremos a la gente como ustedes. Simplemente dejen de usar a sus pokemon como criaturas inferiores, desechen ese pensamiento arcaico, y comiencen a mirarlos como iguales. Si hacen eso, ustedes y yo viviremos en paz...— meditó unos instantes— Los pokemon provenientes de la Cueva Granito, aquí presentes, se encargarán de cumplir esta ley. Ellos son mis ojos y oídos, y no soportaré que les hagan daño. Cualquiera que esté en contra de mis medidas, puede venir por su cuenta a enfrentarme, y cualquiera que tenga dudas al respecto, puede acudir a mí también.
Seguidamente le pasó el megáfono al jefe Makuhita, y esperó un momento. Nadie se movió, nadie dijo nada. Todos se lo quedaron mirando estupefactos.
Cansado, Ruby se marchó hacia el Centro Pokemon, en donde finalmente pudo recuperar a sus pokemon y a su cuerpo. Pronto se dirigió a una habitación, en donde todos se derrumbaron agotados en sus camas. Tenían que descansar.
—Salió mejor de lo que pensé— opinó Smoky.
—¿Tú crees?— Ruby le sonrió— Sí, quizás sí.
—Somos imparables— se jactó Fiercy.
Birdy se durmió casi de inmediato, y Brainy se quedó callada.
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Durante la noche, cuando todos dormían, Ruby se sentó en su cama, se vistió y salió silenciosamente de la habitación.
No podía dormir, ni aunque quisiera hubiese podido. Ruby no era un tonto, ni un niño inocente. Sabía que cualquiera en el pueblo podría intentar tomar represalias contra él. Había designado pokemon de la cueva que cuidaran que todo el pueblo se mantuviera tranquilo después de la revuelta, pero al fin y al cabo ellos solos no podrían hacerle frente a más de cinco personas. Ni hablar de un pueblo entero.
Salió del Centro Pokemon, listo para enfrentarse a cualquiera. Por eso se extrañó cuando no vio a nadie parado frente a la puerta o intentando escalar el edificio. La noche era cálida, pues esa era una isla pequeña.
De pronto la puerta se abrió detrás de él, y desde ella apareció una cabezona muchacha.
—Brainy...— la llamó en el silencio de la noche, algo sorprendido de verla despierta también.
—Puedo percibir tus emociones ¿Te acuerdas?— se le acercó un poco, con la idea de reconfortarlo— Cuando vencimos a Brawly estabas lleno de alegría y alivio, pero desde que terminaste tu discurso, el miedo y las ansias te carcomen. No quiero verte así.
Ruby no pudo hacer más que sonreír, y abrazó a su pokemon.
—A veces soy muy arrojado y no mido bien mis actos. Ahora soy responsable de todos ustedes, y me da miedo hacerles pagar por mis errores. Quisiera que nadie pudiera lastimarlos, y que pudiéramos jugar hasta el fin de los tiempos, sin preocupaciones.
—Pero nosotros te seguimos por tu sueño, Ruby— le recordó su Kirlia— No, no solo por eso. Tú nos ofreciste un hogar, nos ofreciste tenerte a ti. Quizás a tus ojos no seamos más que niños, pero los pokemon crecemos rápido, y a medida que evolucionamos y nos hacemos más fuertes, también crecen nuestras mentes y nuestros corazones. Somos tus compañeros, tus iguales, y nadie puede cambiar eso, mi querido Ruby.
Ruby se fijó en las figuras sombrías que los espiaban a lo lejos, amparadas por la oscuridad de la noche y la falta de faros en el pueblo. Ellos lo odiaban a la distancia y planeaban malvadas formas de hacerle daño, pero ya no importaba. Brainy y todos sus pokemon estaban a su lado, y juntos podrían hacerle frente a todo.
—Supongo que tienes razón— se alegró— Me estoy preocupando por ñoñerías.
Brainy sintió el alivio y la alegría de Ruby, y gracias a sus poderes psíquicos, estos sentimientos también afloraron dentro de ella. Se alegró tanto que se alejó de él para comenzar a bailar sobre las puntas de sus pies.
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Por la mañana, Ruby y su equipo partieron hacia la costa, acompañados de los pokemon de la Cueva Granito. En poco tiempo lograron divisar al señor Arenque.
—¿Has estado rondando todo este tiempo?— exclamó Ruby, consternado.
—Sí— el señor Arenque lo miró inquisitivo, como si no entendiera que dos semanas navegando fuese mucho tiempo— ¿Quieres que te lleve a Ciudad Portual ahora?
—¡Ah, sí! ¡Claro!
Los cuatro pokemon subieron al bote. Ruby los siguió, pero antes de dejar la tierra, se giró de nuevo hacia el jefe de la Cueva Granito.
—Tengan cuidado, jefe.
—¿Por qué?— inquirió este.
—Lo que hicimos anoche solo fue un llamado de atención, no una medida permanente. Seguramente vendrán entrenadores más fuertes que Brawly a controlar la situación aquí. Cuando ocurra, quiero que todos ustedes vayan a refugiarse directamente a lo más profundo de la cueva y que no salgan de ahí hasta que sea seguro ¿Entendido?
—Pero... ¿De qué nos sirvió prepararnos? ¿Por qué hicimos todo esto, entonces?
Ruby se agachó para hablar a su altura, y depositó una mano en su hombro, para darle confianza.
—Oye, tranquilo, jefe. Esto fue un primer paso, y fue muy bueno. La gente ahora sabe que Pokemon Gijinka existe, y que los puede afectar directamente. Es más, sabe que los pokemon de la Cueva vecina están molestos, y que no se quedarán callados. Solo te pido que me esperes hasta que sea el Rey de Hoenn ¿Sí?
El jefe se encogió de hombros, pero sonrió.
—Tú eres el de los planes. Creo en ti. Así que tú confía en que nosotros mantendremos el nombre de Pokemon Gijinka.
—¡Por supuesto! ¡Ahora todos ustedes son miembros de Pokemon Gijinka!
Ambos se dieron un golpecito en el pecho a modo de despedida.
—Ah, sí. Una cosa más— el jefe tomó un bolso, y de él sacó una bufanda blanca de seda— Toma, uno de los nuestros obtuvo esto en el ataque de anoche. Espero que te sea útil.
—Muchas gracias— Ruby tomó la bufanda, y se marchó hacia el bote.
La nave partió de pronto, llevándose consigo a Ruby y a sus pokemon. Los pokemon salvajes de la Cueva Granito los despidieron con sus manos y alas, deseándoles un buen viaje.
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Un día después, apareció un hombre que no había dejado la isla hace mucho. Su cabello era gris, y sus pokemon pesaban cada uno un montón. Sus ropas eran elegantes, su actitud era amigable, pero su poder era tremendo.
Apenas caminar un poco por la ciudad, se dio cuenta del exceso de Makuhitas, Arons, Geodudes y Zubats rondando, y lo más interesante de todo, sin entrenadores. Las pocas personas que se dejaban ver, permanecían quietas en rincones apartados, sin atreverse a mirar a aquellos pokemon salvajes.
Steven Stone se rascó la cabeza, confundido.
—¿Qué está pasando aquí?
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Kirlia, el pokemon Sensorio:
—Peso: 20,2 kg
—Altura: 0,8 m
Curiosidades:
—Puede crear ilusiones que confundan a su rival en combate
—Se dice que si es expuesta a las emociones positivas de su entrenador, se vuelve más bella
—Puede captar y sentir los mismos sentimientos de su entrenador.
—La potencia de sus poderes psíquicos es influenciada por la felicidad de su entrenador
—Si su entrenador está feliz, ella sentirá ganas de bailar.
Equipo de Ruby:
1._ Combusken: Mr. Smoky. Naturaleza Gentil
2._ Mightyena: Ms. Fiercy. Naturaleza Audaz
3._ Kirlia: Ms. Brainy. Naturaleza Impaciente
4._ Taillow: Mr. Birdy. Naturaleza Valiente
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