Grinding


Fiercy se despertó, y se encontró en un lugar oscuro.

Intentó sentarse, pero todo el cuerpo le dolió al hacerlo. Aun así, logró examinarse un poco. Se dio cuenta que tenía la polera de Ruby a modo de frazada.

—¡¿Ruby?!— exclamó.

Miró en todas direcciones, pero no logró encontrar ni la mochila ni a los demás pokemon ni a su entrenador. Sin pensarlo dos veces, saltó para partir corriendo a buscarlos, pero al hacerlo se tropezó y cayó.

—Rayos ¡Ruby!— intentó pararse, pero en eso alguien apareció frente a ella.

—Acuéstate— le dijo una mujer gorda.

Fiercy la miró mejor, y se dio cuenta de que se trataba de un pokemon: Una Makuhita.

—¿Qué...— retrocedió un paso y sacó sus garras, lista para defenderse— ¿Dónde están Ruby y mis amigos?

—Bastante bien, descansando. Tú deberías hacer lo mismo en vez de ir corriendo por ahí.

Fiercy comprendió que esa señora no le haría daño, por lo que bajó la guardia. Al erguirse, advirtió extrañada que la señora era mucho más baja que el Makuhita de Brawly.

—¿Qué ocurrió?— inquirió Fiercy— ¿Dónde están los demás?

—¡Vaya! Sí que estás ansiosa ¿No? Como quieras, ven conmigo.

Fiercy y la Makuhita marcharon a través de los caminos de la cueva, apenas provistos de luz. Aun así, ella podía oler y oír a otros pokemon salvajes a su alrededor, examinándola, estudiándola, juzgándola.

—Esta es la Cueva Granito— explicó la Makuhita— Llegaste aquí con una mochila a la espalda ayer por la noche ¿No te acuerdas?

Fiercy se llevó una garra a la cabeza, mostrando que se encontraba algo confundida. No solo eso, todo su cuerpo se sentía muy extraño, además del dolor muscular esperable de la pelea.

—Creo que sí... vine a través del bosque. Me duelen las piernas, creo que corrí mucho. Y también me siento muy rara.

—Normalmente no permitimos que los extraños entren en la cueva— continuó la Makuhita— pero debo admitir que nos sentimos muy curiosos al verte cargar esa mochila, y luego más cuando apareció ese humano desde la pokebola. Él nos explicó todo cuando despertó, y nos pidió refugio por un tiempo.

Finalmente doblaron en una esquina desde la que oían voces. Fiercy pasó la mirada por el pasillo, más iluminado, y contempló a todos sus amigos sentados en el suelo, hablando con varios pokemon salvajes. Todos guardaron silencio al verla, y se quedaron mirándola embobados.

Nadie dijo nada durante un buen rato, que Fiercy interrumpió con una gran emoción en el pecho. Se acercó a Ruby, lo agarró del cuello de la polera y lo golpeó tan fuerte en la cara que lo azotó contra la pared.

Los demás se pusieron de pie, sorprendidos, pero no hicieron nada. Ruby la miró con una mano en la mejilla, consternado.

—¡Eso es por tu "plan maestro" de anoche! ¡La próxima vez que quieras hacerte el héroe, haz algo útil y pégate un tiro!

Ruby la miró anonadado durante otro buen rato de silencio.

—Fiercy...

—¿Fiercy?— se extrañó Smoky— ¿Eres Fiercy?

—Te ves... rara— aseguró Brainy.

—¡¿Eso no significa que evolucionaste?!— exclamó Birdy.

Fiercy miró su cuerpo, a punto de decirles que estaban equivocados, pero al hacerlo se fijó en que su pelaje era más claro que antes en el torso y más oscuro en las patas. Sus garras estaban más desarrolladas. Su cola era negra y tenía dos líneas negras corriendo por su lomo, en vez del plomo al que estaba acostumbrada.

Ruby se paró a su lado, y Fiercy se sorprendió de poder verlo casi a la cara. Entonces él le sonrió y depositó su mano sobre su cabeza.

—Felicidades, y perdón por hacerte pasar por eso. Fue mi culpa que nos vencieran ayer, no volveré a cometer el mismo error.

Fiercy también sonrió. Si Ruby lo decía, ella le creía.

—Solo no vuelvas a hacer tonterías como esa ¿Sí?

—Lo prometo— luego miró al resto de la cueva— Justo estábamos planeando nuestro ataque al gimnasio de Lucha ¿Te nos unes?

Fiercy se sentó junto a Brainy, y admiró el cuadrado dibujado con la arena del suelo de la cueva frente a ella. Dentro del cuadrado había unos cuantos cuadrados más pequeños dibujados, y dos diferentes del resto. Uno de ellos tenía una pokebola dentro, mientras que el otro una equis.

—Este es el Centro pokemon— indicó Ruby, apuntando al cuadrado con la pokebola, luego desplazó su dedo hacia el que tenía la equis— Este es el gimnasio. Ahí atacaremos a Brawly y sus pupilos.

—Cuenten con nosotros— aseguró un Makuhita un poco más grande que el resto— Esos entrenadores no piensan en nada más que luchar, y como esta cueva es el único lugar con pokemon salvajes en toda la isla, somos objeto de sus ataques indiscriminados sin aviso ni consentimiento de parte nuestra. Si tú planeas derrumbar ese maldito edificio lleno de entrenadores pokemon, mi pueblo te ayudará.

—Excelente, gracias— Ruby miró sobre el hombro del jefe, hacia el resto de los pokemon alistándose para luchar contra los humanos— Pero a todos nos falta entrenar. El ataque tendrá que esperar unas semanas.

—¿Te refieres a pelear unos con otros?— inquirió el jefe, súbitamente receloso.

—No precisamente, pero sí necesitaremos el sacrificio de todos para ganar. Dígale a su gente que esperaré a todos aquellos que quieran luchar por su libertad en el fondo de la cueva— entonces miró a sus pokemon— Ustedes también, recuerden que nada los obliga a pelear.

—Sí, ya nos lo has dicho como mil veces— alegó Smoky al pararse— ¿Vamos?

Los demás también se incorporaron, deseosos de hacerse más fuertes.

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Desde ese momento, Ruby, sus pokemon y varios otros pokemon salvajes se pusieron en marcha hacia el fondo de la Cueva Granito. Pronto bajaron a través de unas escaleras, y llegaron a un lugar tan oscuro que no pudieron ver más allá de sus propias narices.

—¿Cómo vamos a entrenar aquí?— inquirió Smoky— ¿No será mejor ir arriba?

—No, los entrenadores del pueblo frecuentan esta cueva— le indicó Brainy— El fondo de la cueva es el único lugar a donde podemos ir.

—Nosotros podemos ver con claridad— aseguró una voz joven, uno de los pokemon salvajes de la cueva que los acompañaba.

—¿Y quiénes son ustedes?— les preguntó Ruby.

—Somos Zubats. Ni siquiera tenemos ojos.

—Ah, por supuesto que pueden ver en esta oscuridad, y ustedes más que nadie serán de gran ayuda contra el gimnasio de Brawly, pero no entrenaremos en la oscuridad.

—¿A qué te refieres?— preguntó Fiercy, justo antes de que una intensa luz surgiera desde el cuerpo de Ruby.

Todos se quedaron helados al ver al entrenador pokemon iluminado como una llama.

—¿Qué... ¿Qué es eso?— inquirió Smoky.

—Máquina Oculta: Destello.

—¿Otra MO?

—He visto esta luz antes— aseguró el jefe de la cueva— Es un ataque pokemon. Muchos entrenadores y sus pokemon la usan aquí... ¿Cómo es que tú estás usando un ataque pokemon?

Ruby le sonrió.

—Porque soy Ruby, el pokemon Gijinka— entonces se giró a sus compañeros— Como fui el primero en despertar, me dediqué a dar un paseo por la cueva. Resulta que me encontré con un montañero en la entrada, y decidí asustarlo un poco para que no se adentrara más. Al final lo hice tan bien que dejó todo lo que llevaba encima— De su bolsillo sacó un disco gris— Esta es la Máquina Oculta Destello. La vi en su mochila y decidí usarla al momento.

Increíblemente, su luz llenaba hasta los últimos rincones de la cueva, por lo que todos pudieron entrenar sin problemas. Ruby pensó un momento, y luego comenzó a dar instrucciones a todos sobre cómo fortalecerse.

—Makuhitas y Geodudes: Golpeen las murallas de la cueva con todo lo que tengan, tres repeticiones de cien cada uno. Zubats, júntense con los Aron y levántenlos dos metros del suelo, hagan cinco repeticiones de veinte cada uno.

Ruby se detuvo a inspeccionar a los pokemon salvajes. Solo había una panda de Makuhitas, unos cuantos Arons, un montón de Zubats y unos pocos Geodudes. Sabía que había más pokemon salvajes en esa cueva, y se preguntó por qué no lo seguían, pero en un segundo le restó importancia al asunto. Se giró a sus pokemon, listo para darles órdenes.

—Birdy, anda con los Zubats. Smoky, anda con los Makuhitas. Brainy... a ver...

—Puedo intentar levitar con mi mente— le ayudó— He oído que mis evoluciones pueden hacerlo.

—Excelente, entonces comienza por ahí.

—¿Y yo?— inquirió Fiercy, temerosa de que la dejaran de lado por ser débil contra el tipo Lucha, mas Ruby le sonrió.

—¿Lista? Tu entrenamiento va a ser duro.

—¡No esperaba menos!— contestó, emocionada.

No le emocionaba el entrenamiento, pero sí la idea de vengarse de Brawly y sus pokemon.

—Cárgame— le pidió Ruby

—¿Ah?

—Cárgame hacia allá— le mostró un punto lejano, al final de un camino en la cueva— Y luego vuelves. Hazlo cinco veces, y después será mi turno.

—¿Tú también?— Fiercy se sorprendió por un momento, pero luego cayó en la cuenta de lo tonta que resultaba su pregunta— Claro que tú también. Vamos a darle.

Durante aproximadamente tres horas, los pokemon y Ruby entrenaron arduamente bajo el mando de este mismo. Luego descansaron, y más tarde volvieron a entrenar. Gran parte del entrenamiento consistió en juegos, por lo que se divirtieron todo el día.

Después del entrenamiento se dirigieron al bosque a reunir comida, cuidando de no ser vistos por nadie. También se encargaron de atemorizar a los entrenadores que se aventuraban demasiado profundo en la cueva, y les robaban su dinero.

Cuando la noche caía de nuevo, y todos se preparaban a dormir, Ruby se levantó del rincón que había elegido y comenzó a caminar hacia ningún lado en específico, simplemente lejos de los demás. Curiosos, sus pokemon le siguieron.

—¿A dónde vas?— le preguntó Smoky.

—Ah, pues a ningún lado. Solo quería caminar.

—¿Te puedo acompañar?

—Por supuesto.

—¿Y yo?— inquirió Brainy.

—Claro

—¿Y yo?— apareció Fiercy.

—¿Por qué no?

—Je, yo también— se coló Birdy.

Ruby sonrió, y se regocijó un poco al advertir que su presencia había pasado a ser necesaria para sus pokemon. Ya había sido entrenador pokemon, pero esa era la primera vez que sentía algo parecido. Como si fuera el padre de aquellas cuatro criaturas.

—No puedo dejar que nada les ocurra— se dijo— Nunca más.

—¿Y a dónde vamos?— inquirió Brainy.

—Pues no sé— Ruby se encogió de hombros— ¿Qué quieren hacer?

—¡Ya sé! Vamos a buscar objetos perdidos— exclamó Birdy— ¿Qué les parece?

—No está mal— lo apoyó Smoky— Podrían sernos útiles en la pelea.

—Sí, vamos a buscar objetos perdidos— los apoyó Fiercy.

—Entonces está decidido, a buscar objetos.

Recorrieron gran parte de la cueva, sin encontrar nada de mucho valor. Sin embargo, al llegar a una sala sin salida, se encontraron con una sorpresa.

Era un hombre joven, aunque de pelo gris. Vestía elegantemente, y se podía ver a leguas que no era un tipo cualquiera. El hombre se giró al advertir la presencia de los extraños, y los examinó un momento, curioso.

—Vaya, no creí encontrarme a alguien más por aquí— se puso de pie— Hola, me llamo Steven Stone— le tendió la mano, que Ruby estrechó.

—Yo soy Ruby... y tampoco esperaba encontrarme a alguien más por aquí.

Steven le sonrió, y luego miró a sus pokemon.

—¿Eres un entrenador pokemon?

—Algo por el estilo.

—Tus pokemon se ven muy fuertes. Deben estar muy unidos si puedes caminar junto a todos ellos fuera de sus pokebolas.

—Seee... me gusta que tomen aire, aunque sea dentro de la cueva ¿Y tú qué haces aquí?

—¿Yo? Yo estaba investigando esta cueva, pero parece que no tiene nada de mi interés. De hecho, estaba por marcharme.

—Ah, vaya ¿Vas a casa?

—Sí, pero antes voy a visitar a mi padre, en Ciudad Férrica.

—Ah, qué bien. Yo estuve en Ciudad Férrica hace poco.

—¿En serio? ¿Y te pasaste por Devon S.A? Mi padre es el jefe de la compañía.

—Ah... cielos.

—¿Qué pasa?

—Es que... me contaron que hubo un incendio en esa compañía, hace poco.

A pesar de la noticia, Steven no se alteró.

—Así que un incendio ¿Eh? Qué raro, no sabía que mi padre tenía enemigos. De casualidad tú no sabes quién pudo haberlo causado ¿O sí?

Por alguna razón, Ruby sintió una inmensa presión cuando Steven le preguntó esto.

—No, no sé nada— se apresuró a contestar.

Steven le sonrió, y sacó algo de su bolsillo para dárselo.

—Toma, es una Máquina Técnica, en agradecimiento por lo que me has dicho.

—Ah, no gracias. No es necesario.

Steven tomó la mano de Ruby y depositó el disco en su palma de todas formas.

—En verdad me gusta ver entrenadores novatos como tú. Me recuerdas a mí cuando comencé mi aventura.

—¿Tú también eres un entrenador pokemon?— se sorprendió Ruby.

—¿No sabes quién soy?— esto pareció consternar más a Steven que el incendio de la compañía, pero le restó importancia. Le dio palmadas en el hombro para despedirse, y se marchó— Mejor así. Espero volver a verte, Ruby.

El chiquillo se quedó parado por largo rato, mirando el arco de roca por el que Steven se había marchado.

—¿Quién era él, Ruby?— le preguntó Brainy.

—No sé, pero espero no volver a verlo nunca más— se abrazó a sí mismo, tras un escalofrío— Ese tipo no era normal. No era para nada normal.

Birdy se fijó en el disco que Ruby tenía en su mano.

—¿Qué es eso?

Ruby también se fijó en el disco una vez que se le pasó el miedo, curioso.

—A ver, es de tipo Acero. Aquí dice "Ala de Acero".

—¡Oh! ¡Yo lo quiero!— exclamó Birdy— ¡Qué increíble! Yo tengo alas, así que debería bastar.

—Espera ¿Estás seguro?— lo paró Ruby— No es necesario que ninguno de ustedes use estas cosas.

—Tú ya has usado dos ¿No?— alegó Smoky— Déjalo, no es como si se vaya a morir por usarlo... como el repartir experiencia.

Ruby miró el disco, y luego a Birdy.

—Pues si tanto lo quieres, ten. El tipo Acero es fuerte contra Roca y Hielo, justamente tus debilidades. Supongo que estratégicamente es un buen ataque para ti.

Birdy recibió el disco emocionado, pero se detuvo de repente.

—¿Y cómo lo uso?

—Ponlo en tu frente

El Taillow obedeció. Se tocó la frente con el disco y esperó un momento. Súbitamente, un gran dolor en su cabeza lo impulsó hacia atrás. El disco cayó de su mano y se rompió en mil pedazos antes de tocar el suelo. Todos miraron a Birdy, quien se sobaba la cabeza como si tuviera resaca.

—¿Estás bien?— le preguntó Ruby.

—Sí, ya se me está pasando.

—¿Y aprendiste a usar esa cosa?— inquirió Fiercy.

—No sé... solo sentí un dolor y...— se quedó helado— Un pájaro... Vi la vivencia de un pájaro de metal. Vi a través de sus ojos, años de entrenamiento y capacitación, en un segundo.

Birdy se tomó unos momentos para recuperarse, y luego se elevó en el aire. Desde ahí, se acercó a una pared para planear junto a ella. De pronto sus alas se tornaron de un color gris, con lo que él pudo enterrarlas en la roca y continuar volando sin problemas.

—Vaya, así que esa es una Máquina Técnica— exclamó Brainy— Yo también quiero una.

—Y yo— se apuntó Smoky.

—Yo también— agregó Fiercy.

—Hay aproximadamente cincuenta en cada región— indicó Ruby— Aunque obviamente, no todos los pokemon pueden aprender las mismas MTs— Ruby miró un rato más a Birdy, quien seguía volando, disfrutando de su nueva habilidad— Suficiente, Birdy. Baja.

—¿Entonces las Máquinas son vivencias?— inquirió Brainy.

—Son la experiencia de un pokemon, contenida en un disco digital— explicó Ruby— La información de ese disco puede ser copiada a otros discos para producirlos en masa, aunque su función principal es transmitir esa información a organismos vivos capaces de reproducir esas vivencias. Es como... una parte del alma del pokemon que inventó dicho movimiento.

Gracias a esas palabras, los pokemon le tomaron el peso a las Máquinas Técnicas y Ocultas.

—Okey, suficiente por hoy— los cortó Ruby— ¿Vamos a dormir?

Desde ese día en adelante continuaron entrenando, jugando y robando a los entrenadores pokemon, impulsados por el anhelo de ganar la batalla. Así pasaron dos semanas, hasta que llegó el día.

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Mightyena, el pokemon Hiena:

—Peso: 37 kg

—Altura (en cuatro patas): 1 m.

—Altura estimada (por mí) en dos patas: 1,6 m

Curiosidades:

—Aunque tenga "hiena" en el nombre, está basado en un lobo.

—Los Taillow están incluidos en su dieta

—Son reconocidos por su lealtad hacia sus entrenadores

Equipo de Ruby:

1._ Combusken: Mr. Smoky. Naturaleza Gentil

2._ Mightyena: Ms. Fiercy. Naturaleza Audaz

3._ Ralts: Ms. Brainy. Naturaleza Impaciente

4._ Taillow: Mr. Birdy. Naturaleza Valiente

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