Fauces Ignorantes
El pokemon se lanzó hacia Ruby, atacándolo a toda velocidad con sus cuchillas y puños. Le mandó uno a la cara, que el chico bloqueó con sus manos, pero después acertó un combo en el abdomen, que expulsó a Ruby hacia atrás.
—¡Ruby!— exclamaron sus amigos.
Corrieron a socorrerlo, mas el pokemon verde los vio venir, por lo que saltó sobre Ruby, le agarró el cuello de la camisa por detrás y echó a correr a toda velocidad por el pasillo de arena.
—¡Se lleva a Ruby!— exclamó Kitten.
—¡No si yo puedo evitarlo!— respondió Birdy, y saltó en el aire para volar usando el mínimo espacio del pasillo.
En pocos segundos alcanzó al pokemon salvaje, el cual esquivó su ataque ala con tanta soltura que pareció como si tuviera ojos en la nuca. De repente se detuvo en seco, y antes de que los demás pudieran alcanzarlo o Birdy recuperarse, le quitó la mochila a Ruby y se marchó a toda prisa, perdiéndose en una esquina.
—¡No te escaparás!— le aseguró Birdy, sin embargo al avanzar hasta la esquina no encontró al pokemon, ni a nadie. Se había esfumado.
Los demás se reunieron con Ruby. De inmediato lo examinaron, comprobando que estaba consciente y en todos sus sentidos, solo un poco consternado por la actitud de aquel pokemon.
—¿Me robó la mochila?— se extrañó.
—¡Ladróooooooooooooon! ¡Ladróoooooooooooooooooooooooooooon! ¿Qué haremos ahora?
—Eso parece— observó Smoky— Solo era un ladrón.
—¡Sí, por un momento creí que quería matarte o algo!— sonrió Fiercy.
Todos miraron a Brainy, esperando que se arrojara a los brazos de Ruby balbuceando cosas cursis, pero al fijar su vista en ella la encontraron pensativa, mirando hacia la esquina donde había desaparecido aquel pokemon.
—¿Qué ocurre, sabionda?— le espetó Fiercy.
—¿Ah? ¡Ah, nada! Nada de nada.
Ruby miró a Brainy, intentando deducir qué estaba pensando en ese momento, pero pronto se sacudió la cabeza y se concentró en lo que tenían delante. Le habían robado la mochila, en donde tenía las pokebolas, las pociones, las máquinas técnicas, alimentos y demás. Tenían que recuperarlo.
—¿Qué hacemos, Ruby?— inquirió Smoky.
—¿Qué más? Recuperar la mochila, por supuesto. Ese pokemon debe seguir en la torre. En marcha.
Así retomaron su camino a través del laberinto de la torre Espejismo. Tal y como hicieron la vez anterior, caminaron y caminaron y caminaron y caminaron más, siempre por pasillos que parecían ser los mismos. Todos iban tranquilos, hablando despreocupadamente de cuando en cuando, a pesar del hambre y la sed. Todos excepto Brainy. Ella iba pensativa, algo no tan extraño, solo que a muchos ya se les había olvidado. Al mirarla, Ruby recordó cuando era una Ralts, hacía no mucho, y siempre se quedaba pensando y meditando sobre las cosas que no comprendía del todo. Él lo respetaba en silencio, por supuesto, y lo iba a respetar una vez más sin problemas.
Pero de pronto ella se paró frente a todos y los detuvo mostrándoles ambas manos abiertas. Luego, antes de que cualquiera reclamase, les pidió que guardaran silencio con un gesto del dedo índice. Sus amigos asintieron, a medida que ella comenzaba a concentrarse.
En pocos segundos agarró a Fiercy, y se le acercó para hablar por lo bajo.
—¿Tú puedes excavar?
—¿Qué? Sí ¿No te acuerdas que le robamos esa MT a un tipo raro en la ruta 114?
—Bien, necesito que caves ahí lo más rápido posible.
Brainy le mostró el punto exacto de una pared en donde quería abrir un agujero. Fiercy se arremangó para mostrar sus músculos, y seguidamente enterró las garras en la arena para sacar enormes cantidades de masa de un zarpazo. Cavó y cavó, hasta que dio con algo que no era arena ni tierra, y se dio cuenta de lo que planeaba Brainy. Sin dejarle escapar, Fiercy agarró la pierna de quien fuera que estaba dentro de la pared y lo tiró hacia afuera con todas sus fuerzas.
Todos rodearon inmediatamente al diminuto ser que había salido del agujero. Era un pokemon de color naranja, de extremidades cortas y una enorme e intimidante mandíbula. Ruby reconoció a la misma especie que había visto al investigador descuerando, y también a la misma especie que los había atacado en el segundo piso de la torre. No perdió otra oportunidad para sacar su Pokedex del bolsillo y aprender sobre ese pokemon.
—Trapinch, el pokemon Hormiga León. Trapinch tiene unas enormes fauces con las que destruye piedras. Como tiene una cabeza muy grande, le cuesta ponerse de pie si cae de espaldas.
—Y sí que la tiene grande— concordó Kitten.
—Es tan cabezón...— balbuceó Fiercy, anonadada.
De pronto Trapinch pareció recuperarse del golpe, y se dio cuenta de dónde estaba y quiénes eran los sujetos sobre él. Inmediatamente intentó ponerse de pie, sin embargo estaba precisamente de espaldas, y tal y como había dicho el Pokedex, no pudo ponerse de pie.
—¡Rayos!
—¿Quién eres, y por qué tus amigos nos atacaron?— lo interrogó Brainy.
—¡Ah!— lanzó un pequeño grito del susto— ¿Qué quieren de mí?
—¡Yo hago las preguntas aquí!— exclamó Brainy— ¡Responde!
—¡Nunca!— contestó desafiante.
—No me dejas opción.
Brainy se concentró un momento, y al instante lo atacó usando Psíquico. Trapinch lanzó un grito de dolor al sentir cómo su sistema nervioso se retorcía.
—¡De acuerdo, de acuerdo...— y ante la sorpresa de todos, sus ojos se humedecieron y dieron paso a unas cuantas lágrimas que se resbalaron por sus jóvenes mejillas. Pronto comenzó a llorar— ¡Pero no me lastimes!
Brainy buscó ayuda en sus amigos, pero todos la miraron con cara de reproche. Arrepentida, se volvió hacia el Trapinch y le tendió una mano.
—Lo siento, no sabía que...
Pero en ese momento el pokemon salvaje le mordió la mano con sus enormes fauces. Brainy gritó del susto, y en medio de la histeria agitó de tal forma su brazo que mandó a volar al Trapinch lejos de ellos. Este se incorporó en un santiamén, y echó a correr a toda marcha.
—¡Jejejeje! ¡No me atraparán, bobalicones!
—¡Maldito DEMONIO!— estalló Brainy, y se lanzó a perseguir al joven pokemon, seguida de sus compañeros.
Trapinch sabía de memoria dónde estaba cada túnel, pues esa torre había sido su hogar desde el día de su nacimiento. El próximo escondite en donde podría salvarse se encontraba cerca, por lo que tenía muchas esperanzas de llegar y escapar de los invasores, sin embargo al mirar atrás advirtió a la enfurecida Gardevoir flotando hacia él a toda velocidad, y a ambos pokemon ave adelantando a sus compañeros.
Pronto estos mismos le cortaron el paso. Pero no le importó. Trapinch se armó de valor y atacó al que se veía más débil, una pokemon azul de alas esponjosas, mas no se esperó que esta contraatacara antes que él con un Rayo de Hielo. En ese momento Trapinch se dio cuenta de qué era el verdadero frío.
Su cuerpo congelado cayó sobre el piso, incapaz de moverse. Lo habían atrapado.
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—¿Entonces nos vas a contar por qué nos atacaron?— inquirió Kitten, una vez todos se calmaron y Fiercy y Smoky sujetaron al Trapinch por detrás para que no intentara nada otra vez.
—¡Nunca!
—¿Y qué tal si te doy otro Psíquico para refrescar tu memoria?— sugirió Brainy.
Nuevamente los ojos de Trapinch se humedecieron, pero esta vez nadie le creyó ni un poco. Entones Ruby se le acercó, sonriente.
—No hace falta, yo sé por qué nos atacaron.
—¿En serio?— se sorprendieron sus pokemon.
—Sí, es muy fácil— Ruby posó los ojos directamente en los de Trapinch, el cual le devolvió la mirada— Tenían miedo ¿No? Tú y tus amigos. Creyeron que íbamos a hacerles daño.
—¡Ja! El daño no me importa un comino, ni a mis amigos. Somos duros, somos pokemon de tierra, somos...
Pero entonces Ruby le pegó con un dedo en la frente, con lo que el Trapinch lanzó un apagado chillido de dolor.
—¡Eso duele, tonto!
—Está bien estar asustado, y tú hiciste bien en desconfiar. Allá afuera está lleno de gente malvada. Pero no tienes que ocultarme la verdad a mí, te aseguro que no vine con intenciones hostiles.
—¡Por supuesto que no! Nada hostil. Solo viniste a llevarte a mis amigos sin pedirles permiso, sin aviso, solo llevártelos para esclavizarlos ¿No? Por supuesto, nada hostil.
—Veo que ya has conocido a uno que otro entrenador pokemon.
—No, nunca he tenido la mala suerte, hasta ahora.
—¿Y cómo sabes tanto?— inquirió Ruby.
—Me lo contó... un amigo.
—Aha... — musitó Ruby para sí— ¿Y quién es este amigo?
—Es... es... otro Trapinch— mintió él, de forma muy transparente.
—¿Es ese pokemon verde con cuchillas que le salen de los codos?
—¡¿Cómo lo sabes?!— exclamó el Trapinch, para inmediatamente maldecirse en su mente— ¡Rayos, no debía decir eso!
—Está bien, solo quiero recuperar mi mochila ¿Me llevarás con él?
—¡Nunca!
Brainy se acercó para amenazarlo, pero Ruby la cortó con una mano.
—No sería bueno que le hiciéramos más daño del necesario— le espetó— Somos Pokemon Gijinka. Nosotros protegemos a los pokemon para darles derechos. No debemos olvidarnos de nuestro objetivo.
Brainy supo que Ruby no solo se refería a ese momento, sino también a cuando ella había atacado al Trapinch apenas verlo. Había estado mal de su parte, y se avergonzó.
—¿Cómo es eso de darle derechos a los pokemon?— inquirió Trapinch— ¿Qué son derechos?
Todos se lo quedaron mirando, estupefactos. Entonces Ruby se sacudió la sorpresa y la cambió por una sonrisa, y agarró al Trapinch para sentarlo sobre sus hombros.
—¡Oye! ¡¿Qué haces?!
—Te llevaremos con nosotros hasta que encontremos mi mochila, te guste o no. También quiero saber más acerca de ese pokemon verde, pero por ahora te explicaré quiénes somos y cómo funciona el mundo. Dijiste que habías nacido aquí ¿Pero nunca has salido de esta torre?
—No, nunca.
—Entonces tienes mucho qué aprender, mi pequeño amigo.
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Trapinch, el pokemon Hormiga León:
—Peso: 15 kg
—Altura: 0,7 m
—Observaciones:
- Sus fauces pueden destruir piedras
- Cava fosas cóncavas en donde espera al fondo a que caiga su presa
- Puede aguantar una semana sin beber agua
- Si se cae de espaldas, le cuesta volver a ponerse de pie
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