Esclavos de Hoenn


Después de varios minutos subiendo dentro de pokebolas, los rebeldes se vieron de nuevo en la sala del campeón. Desde ahí Pokemon Gijinka se dirigió hacia la siguiente habitación, la que estaba detrás del trono, mientras sus compañeros los esperaban.

Ruby y sus amigos entraron a la cámara en donde solo podían entrar los campeones. Era bastante más pequeña que la anterior, más acogedora, con un piso tan lustrado que podía reflejar sus caras casi a la perfección, y elegantes tonos negros y dorados decorando alrededor. Al centro, una pequeña máquina con seis agujeros los esperaba. Era semejante a las que había en los Centros pokemon, donde las androides depositaban las pokebolas para curar a los pokemon.

Sin embargo, Ruby advirtió contrariado que solo habían seis puestos, y él tenía nueve pokemon con él. Se giró hacia sus amigos, quienes no necesitaron los poderes de Brainy para leerle la mente.

—¡Te preocupas mucho!— le espetó Kitten.

—Eso es lo de menos— aseguró Birdy.

—Después de todo lo que hemos pasado, creo que un mero registro es mucho para ponerse así— admitió Smoky.

Decidieron dejarlo a la suerte. Luego se metieron en sus pokebolas y Ruby los introdujo en la máquina para registrarlos.

La pantalla le pidió su nombre y unos cuantos datos más, y después de apretar "aceptar", apareció "felicitaciones, campeón", junto con fuegos artificiales virtuales y challas.

Ruby cerró el ojo por un momento e inspiró hondo.

—Lo conseguimos— se dijo al fin.

[...]

Al salir de la habitación, Ruby y Pokemon Gijinka comenzaron a oír pequeños golpes en el aire, muy lejos de ellos. Estuvieron a punto de ir a ver qué era, pero una persona además de sus compañeros de rebelión los esperaba en medio de la sala del campeón.

Era una mujer con una armadura simple; hombreras, caderas y guanteletes, sin yelmo ni peto. Además vestía una túnica larga con una bonita "L" verde y dorada en medio del pecho. Su cabello era rizado y sus lentes redondos.

—¡Ruby!— lo saludó con ánimo.

Al muchacho le tomó un par de segundos reconocerla.

—¡¿Lanette?!— se extrañó— ¿Qué haces aquí?

Lanette era la administradora del sistema de almacenamiento pokemon que habían conocido meses atrás, en la ruta 114, la misma que les había contado sobre el equipo Libertad y la madre de Ruby.

La mujer corrió a abrazar al chico, contenta.

—¡Lo lograste!— lo felicitó— ¡No puedo creerlo, de verdad lo lograste! ¡Eres el nuevo campeón de Hoenn!

—Je, gracias, pero dudo que lo habría logrado si no fuera por mis amigos— admitió el muchacho.

—Sí, sí, un héroe tiene que ser modesto y todo, buena respuesta— se burló ella— ahora ven conmigo ¡No te imaginarás la sorpresa que te tengo! ¡Oh, pero si ni yo puedo esperar a contártela! ¡Son todos los miembros del equipo Libertad! ¡Están esperándote en el campo de batalla!

—¡¿Qué?!— exclamó Ruby— ¿El equipo Libertad? Pensé que se habían disuelto.

—¡Pero volvimos, y todo gracias a ti!— indicó Lanette— Después de tu discurso en Arrecípolis, los viejos miembros comenzamos a reclutar como locos a todos los que parecían dispuestos a defender tu causa ¡Y llegamos a la pelea!

Aquiles y Magno entonces se acercaron.

—Me informaron desde la zona de pelea general que el equipo Libertad fue lo que dio vuelta la mesa a la batalla— indicó Aquiles.

—Ciertamente, después de enfrentar a las tropas que se encontraban ahí, refuerzos enemigos aparecieron por doquier— informó Magno— Sin ellos, se nos habría hecho muy difícil ganar.

Ruby se echó a reír.

—¡Bien! ¡Vamos a ver cómo se encuentran nuestras tropas!

Con eso, todos los rebeldes retrocedieron en sus pasos a través del castillo y las salas del Alto Mando. Pasaron junto a los cuerpos inconscientes de Nívea y Draco, y su ejército de pokemon. En la sala siguiente encontraron algunos soldados del equipo Libertad cargando con los inconscientes pokemon de Fátima, mas Wally no estaba ahí.

—A ese chico lo llevamos al Centro pokemon para tratarlo mejor— aseguró Lanette— Me dijeron que estará bien, ahora solo necesita descansar.

—Bien— Ruby asintió con alivio.

Mientras tanto, Kitten se acercó a Brainy, curiosa.

—¿Qué fue eso que hiciste con Ruby, cuando pensamos que Steven lo había matado?— le preguntó.

—¿Qué?

—Ese brillo rosa que salió de tus manos. Fue lo que curó a Ruby de inmediato.

—Ah... pues no sé— Brainy se encogió de hombros— Simplemente pasó.

—Eso fue Pulso Cura— aseguró Robin, caminando junto a ambas— Lo vi una vez en un país lejano. Un pokemon amigable me encontró en medio del bosque y curó mis heridas con ese movimiento.

—¡¿Qué?!— exclamó Kitten— ¡Brainy! ¿Tenías algo así escondido y no nos lo dijiste?

—¡No! ¡No sé cómo pasó, lo juro!

—No importa— Ruby le restó importancia— Lo bueno es que estoy vivo ¿No les parece?

Pero las tres lo miraron con cierta sospecha.

—Tú también nos debes una explicación ¿Qué significa eso que Jirachi te dijo al final?— inquirió Kitten— ¿Cómo era? ¿"Gracias por regresar"? ¿Desde dónde regresaste?

—Pues... digamos que un lugar al que no quieren ir— le restó importancia el muchacho.

—Ajá...— Brainy intentó leer su mente, pero por alguna razón no logró extraer los recuerdos asociados al tiempo que permaneció muerto. Era como si estuvieran en un lenguaje distinto, o más bien, como si pertenecieran a una realidad mayor. No poder leer su mente la descolocó— Qué raro...

En el Centro pokemon, la enfermera Joy les pidió que se quedaran para tratar sus heridas, pero los guerreros se sentían muy impacientes como para sentarse a esperar. Ya tendrían tiempo para eso.

Finalmente llegaron al camino de piedra entre el castillo y la Calle Victoria. Desde ahí Ruby pudo ver a los miles de soldados que habían luchado por su causa: soldados Libertad, Aqua y Magma, y pokemon libres.

También se dio cuenta de que los pequeños golpeteos que se oían a lo lejos desde el interior eran en verdad explosiones de fuegos artificiales. Verdaderos fuegos artificiales, que al parecer habían comenzado a ser disparados en el momento en que él tomó el puesto de campeón.

—Entonces esto pasa cuando aparece un nuevo campeón— se dijo.

Al principio ninguno de los soldados le prestó atención, pero poco a poco fueron notando su presencia, y la voz se fue corriendo hasta que todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirarlo en silencio. Ruby se sintió conmovido por los números y quiso decirles algo, lo que fuera, pero luego vio los kilómetros de terreno que sus tropas ocupaban, y se preguntó cómo rayos iba a hacerse oír hasta el final, cuando Lanette le pasó un micrófono.

—Pusimos parlantes cada cien metros— le indicó ella.

—Gracias— le espetó el muchacho.

Entonces se llevó el micrófono a la boca. Todos esperaban sus palabras, las palabras del héroe de los pokemon.

—Ejem...— carraspeó, y su voz se oyó por toda la isla— Guerreros... les habla Ruby, líder de Pokemon Gijinka, buscado terrorista, y ahora el nuevo campeón de Hoenn— habló con lentitud y cierta suavidad, evitando hacer tropezar a su lengua— Quería empezar por... agradecerles, a todos ustedes. Si hay algo que he aprendido a conciencia en este viaje, es que solo no valgo nada, pero junto a mis amigos y compañeros, somos una fuerza imparable. Ustedes fueron mi fuerza hoy, y les pido que lo sigan siendo mañana. Esta batalla apenas comienza, pero les aseguro que mientras permanezcamos unidos, venceremos, sin importar qué o quién se interponga en nuestro camino.

>>>>Hoy salimos victoriosos, pero no por cualquier causa egoísta. Somos héroes, pues peleamos por un derecho, peleamos por mejorar las vidas de miles de "personas", así es, personas. Ese es el término correcto, pues desde este momento, yo, su campeón y rey, declaro que los Esclavos de Hoenn son libres... ¡Y el que no esté de acuerdo, puede venir y decírmelo en la cara!

El público estalló en vítores y gritos de alegría. Ruby le pasó el micrófono a Lanette para que organizara a las tropas, mientras que él y sus amigos se dirigieron a la enfermería a campo abierto que habían establecido para descansar. Se acercaba la hora de almuerzo, sus estómagos estaban vacíos y sus caras sonrientes.

[...]

Durante las siguientes horas, los jefes de los soldados rebeldes discutieron bastante sobre la nueva forma de organizarse, el lugar en el que se establecerían, el plan de gobierno y cosas por el estilo. Ruby apenas lograba prestar atención, un poco porque necesitaba descansar y otro poco porque Lanette, Aquiles, Magno y Salamance usaban palabras que a duras penas entendía. Él asentía y sonreía, pero tampoco estaba tan interesado en aquellos detalles.

También mucha gente fue a saludarlo y conocerlo. Al parecer, a pesar de ser un temido terrorista en la sociedad normal, Ruby era todo un héroe entre los rebeldes; pokemon lo abrazaban, ancianos le presentaban sus respetos, chicos intentaban hacerse sus amigos (aunque él no se acordaría de ninguno de ellos) e incluso una chica logró besarlo antes que Brainy la noqueara con un poderoso Psíquico. Sin embargo, al hacerlo se vio como si la muchacha se desmayara mientras besaba a Ruby, por lo que pronto se esparció el rumor de que sus labios eran tan ardientes que hacía que las señoritas perdieran el conocimiento.

También, una soldado del equipo Libertad apareció de pronto con una cámara y le pidió a Ruby posar con los compañeros que lo habían asistido en la batalla final, para inmortalizar el momento. Era una ancianita con la espalda encorvada, los blancos cabellos ondulados, un pañuelo en su cabeza y unos ojos grandes y rojos. El muchacho aceptó gustoso, y pronto llamó a todos sus amigos para tomarse la foto.

Mientras posaban, a Brainy no se le ocurrió leer la mente de la anciana. De haberlo intentado, se habría dado cuenta que le habría sido imposible, como las veces que trató de descifrar la mente de Cloudy.

—Muy bien, muchas gracias— dijo la anciana cuando terminó.

Los demás comenzaron a dispersarse de inmediato, pero Ruby se le acercó para agradecerle.

—Gracias. En verdad estaba pensando hacerlo yo mismo, pero no encontraba ninguna cámara.

—Oh, de nada, joven.

Ruby se fijó bien en la anciana y por alguna razón su rostro le pareció familiar ¿O sería su voz? Había algo en ella que lo intrigaba. Estuvo a punto de darse la vuelta, cuando un brillo peligroso se asomó por la mirada de ella.

—Disculpe ¿Acaso nos...

—¡Oh, no quería pedírselo, pero lo haré de todas formas!— exclamó ella, interrumpiéndolo.

—¿Sí?

—¿Podría tomarme una foto con usted, mijito? He sido su fan número uno desde que lo vi en el periódico.

Ruby sonrió.

—¡Claro!

Y sin pedir más permisos, la viejita abrazó a Ruby con fuerza con un brazo mientras que con el otro se tomó la foto junto a su ser más querido en el mundo.

—Ay, muchas gracias, mijo. Eres un amor— le dijo la anciana, y luego le dio un beso en la mejilla.

Ruby quiso seguir hablando con ella, había algo que de verdad lo intrigaba, pero entonces Lanette lo llamó a lo lejos, lo necesitaban otra vez.

—¡Ya voy!— aseguró él.

Se giró de nuevo hacia la anciana, pero ya no se encontraba ahí. Buscó con la mirada por todos lados, pero la viejita había desaparecido.

—¡Ruby, apúrate!— alegó Lanette.

—¡Ya voy, ya voy!

[...]

Mientras todos celebraban la victoria de los rebeldes contra Steven, una anciana muy peculiar se escabulló entre los soldados y pokemon, hasta que llegó a un risco que daba hacia el mar. Ahí saltó, y si alguien la hubiera visto desde atrás habría pensado que se quería suicidar, pero pocos metros más abajo, Rayquaza la atrapó en su escamosa espalda.

—Cuidado— le espetó a la anciana.

—Te preocupas mucho— se quejó ella.

Ambos continuaron serpenteando por el aire, pegados a la pared para que nadie los viera. Viajaron hacia el sur, rodeando la Calle Victoria, hasta las cascadas que daban ingreso a ciudad Colosalia. Ahí descendieron hacia un barco, en donde un hombre los esperaba. Tan pronto como la anciana y Rayquaza pusieron pie en cubierta, el hombre encendió el motor y partieron a toda velocidad hacia el horizonte plano.

La mujer se quitó la peluca blanca, los lentes y el maquillaje de plástico que la hacía ver más vieja, y agarró una manta grande para cubrir a Rayquaza, cosa que nadie lo viera. Luego se acercó hacia el hombre que manejaba el barco, un señor de su misma edad, en sus cuarenta y tantos, pero con un brazo y la mitad de su cara marcados por horrendas quemaduras.

—¿Lo atrapaste?— preguntó la mujer.

—¿El Metagross de Stone? Está atrás, descansando. Dice que ya no quiere vivir, que le ha fallado a su maestro, bla, bla, bla.

—¡Norman!— exclamó la mujer— ¡Sí que eres insensible! ¡El pobre Metagross debe estarse sintiendo terrible en este momento!

—Se quedó dormido— indicó Norman— ¿Y cómo está nuestro hijo, Brígida?

—¡Oh, hubieras visto a Ruby!— exclamó la mujer— ¡Se veía tan feliz! ¿Quieres ver la foto que me tomé con él?

Esto sorprendió al hombre.

—¡¿Te tomaste una foto con él?! ¡¿Estás loca?!

—Tranquilo, tenía el disfraz puesto. Te aseguro que no me reconoció... creo.

—¡Brígida!— la reprendió Norman— ¡¿Y qué me dices de su Gardevoir?!

—¿Esa engreída? ¡Argh, tranquilo! Ningún pokemon psíquico puede leer mi mente.

Norman prefirió callar por el momento y continuar manejando el barco, pero no por eso se quedó tranquilo. Su mujer era demasiado indisciplinada, demasiado.

Pero lo había rescatado del incendio que había causado Ruby en su gimnasio, a pesar de haber tenido esa pelea hace años...

—¿Alguna vez piensas contarle a Ruby?— preguntó al fin.

—¿Contarle que sigo viva?— Brígida se paró junto a Norman y descansó su cabeza en su hombro— No, no creo que podría. Cuando fingí mi muerte, hace años, lo abandoné por completo. Abandoné todo para dedicarme a mi trabajo. No podría simplemente aparecer y pedirle que me perdonara...

Norman sonrió.

—Sí, probablemente su primera reacción sería golpearte.

—Jeje...— Brígida suspiró— Sí...

—¿Entonces cuáles son los planes, jefa?— preguntó una tercera voz. Cuando miraron por la ventana, advirtieron los ojos de Rayquaza asomándose, grandes e inquisidores.

—¡Aventuras!— exclamó Brígida— ¡Hay todo un mundo que necesita nuestra ayuda! ¡A toda máquina, Norman!

El ex líder de gimnasio suspiró, tratando de pensar en qué momento de su vida se había equivocado, si al asistir a la fiesta en donde conoció a aquella loca mujer o cuando aceptó contraer matrimonio. Pero ya no importaba, pues por muy distintas que fueran sus ideas, nunca podía cansarse de ella.

—A la orden, capitana— gruñó.

—¡No lo escucho, grumete!

—¡A la orden, capitana!— vociferó Norman.

—/—/—/—/—/—

Unos días más tarde, una programación inusual apareció en las pantallas de todo Hoenn, e incluso algunas de afuera de la región.

Ahí aparecía Ruby, parado sobre un estrado, con un parche nuevo en su ojo derecho y una camisa opaca y elegante.

—Gente de Hoenn— los saludó, su voz potente, su semblante severo— Les habla Ruby, su rey. Sé que muchos de ustedes se han mostrado disconformes con mi ascenso al trono, y a esas personas solo puedo decirles que sigan mostrando su descontento; protesten, pataleen, griten. Si piensan que es lo mejor para Hoenn y la gente que vive en la región, háganse oír entre sus pares y hagan todo lo posible para derrocarme.

>>>>Dicho eso, como rey no dejaré que destruyan lo que tanto nos ha costado conseguir, a mí y a mis compañeros. Se avecinan tiempos desagradables, tanto para humanos como para pokemon, y para mí también. Hoenn pasará por un período de amargura total, en donde ambas mitades se mirarán con desprecio entre sí y reaccionarán mal ante cualquier chispa de violencia... pero después de ese trago amargo, aún estaremos aquí, conviviendo.

>>>>Ahora somos todos libres, humanos y pokemon, y no nos queda de otra que continuar caminando como iguales... ¡Y quien no esté de acuerdo, puede besar mis puños!

Ruby golpeó el estrado.

—¡Ruby fuera!

La transmisión se cortó y dio paso al logo del gobierno.

—/—/—/—/—0—\—\—\—\—

Equipo de Ruby:

Todo Hoenn

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top