Encuentros Inesperados


Luego de haber realizado esa transmisión, Ruby se giró para depositar a Flannery en el lomo de Rayquaza. Sin embargo, en ese momento dos enormes pokemon aparecieron a lo lejos, junto con un sol abrasador y una lluvia torrencial. Los presentes miraron atónitos a la lejanía, y encontraron a Steven Stone dirigiéndose a ellos a toda velocidad sobre su Metagross. Detrás de él se encontraban Groudon y Kyogre, siguiéndolo como obedientes esclavos.

—¡Ruby!— clamó Brainy.

—¡Lo sé! ¡Rayquaza, nos vamos ahora! ¡Todos, a sus pokebolas!

Pokemon Gijinka obedeció las órdenes de su líder sin rechistar, y regresaron a sus cápsulas en un chasquido. Ruby se subió sobre Rayquaza inmediatamente, y echó a volar.

—¡Espera!— exclamó el chiquillo, segundos después de partir— ¡Tenemos que sacar de ahí a Sunny! ¡Sunny debió haber llegado ya!

—¡Sunny ya se fue, Ruby!— le indicó Brainy en su mente— No lo siento por ningún lado, ni a ninguno de sus compañeros.

—Pero...

—Seguro que habrá visto la transmisión— le espetó ella— ¡Ahora no podemos perder tiempo! ¡Tenemos que partir! ¡Pero ya!

Ruby necesitó de unos momentos para sacudirse los nervios, pero al final se calmó.

—Tienes razón— observó— ¡Rayquaza, continúa!

—Justo a tiempo— alegó este.

Y así, el señor del cielo escapó de lo que quedaba de Arrecípolis, eludiendo Hiperrayos, Llamaradas y Rayos de hielo de parte de Steven Stone y sus leales pokemon. Tuvo que realizar maniobras evasivas que retorcían su cuerpo, pero logró esquivar finalmente todos los proyectiles.

[...]

De pronto sobrepasaron las nubes. Los ataques contra ellos cesaron y el silbido del viento apaciguó las orejas plagadas de ruido de los terroristas. En ese momento de paz, Ruby sintió que algo lo llamaba desde lejos.

—Ruuuuuubyyyyyyyyyyyyyyy...— se oía, muy bajo.

El muchacho miró hacia todos lados, esperando encontrarse con un enemigo que lo estuviera persiguiendo por el aire, pero no había nadie.

—¡Ruuuuuuuubyyyyyyyyyyyyyyyyy!...— escuchó de nuevo.

—¿Qué es eso?— se preguntó el chiquillo.

—Puede que sea Zafiro— comentó Brainy, en su mente.

—¿Zafiro? ¿Nos está siguiendo?

—Más o menos— contestó la Gardevoir.

Entonces Ruby se dio la vuelta, y notó a una asustada Zafiro aferrándose con todas sus fuerzas a la cola de Rayquaza.

—¡Ayúdame, maldito infeliz!— bramó.

—¡Zafiro!— exclamó él— ¡Rayquaza, tráela hacia mí!

—¿Ah? Ah, claro.

La cola del dragón se movió por encima de su lomo, cosa que Zafiro pudiera caer segura junto a la espalda del muchacho.

—¿Qué haces tú aquí?— se extrañó él.

—¡Oh, maldición!— bramó ella— ¡Brainy! ¡¿Por qué no le avisaste antes que yo estaba ahí abajo?! ¡Me dieron como siete infar...

Pero de un momento a otro la muchacha se desmayó. Ruby se asustó al principio, pero luego se fijó en sus heridas y sus ropas harapientas. Parecía haber participado en una batalla enorme.

—Pobrecita— se dijo el chiquillo, y la sujetó firme junto a Flannery para que no se cayera.

[...]

Luego de un buen rato volando, Ruby se dio cuenta de algo que no había pensado hasta el momento.

—Oye, Rayquaza— le espetó.

—Dime

—¿Hacia dónde vamos?

—Pues... no lo sé. Pensé que tú tendrías algo en mente.

—Lo siento. Con todo esto de Steven y la batalla y escapar, tengo la cabeza por las nubes.

—Estamos en las nubes— le recordó el serpenteante dragón.

—Cierto, cierto... a ver. Necesitamos un lugar donde podamos escondernos del gobierno y entrenar ¿Sabes de alguno así?

—No conozco muchos lugares del mundo de abajo, pero no suelo ver muchos mortales merodeando en el Pilar Celeste.

—Mmm...— Ruby lo pensó por un momento— Sí, puede que sea lo mejor... aunque me preocupan estas dos que tengo aquí— señaló a las mujeres descansando en su regazo— Pareciera que han pasado por todo ¿Te molesta si hacemos una parada?

—Lo que tú digas. Si queremos detener a ese prepotente mortal llamado Stone, necesitaremos toda la ayuda posible.

Esto sorprendió a Ruby.

—¿"Necesitaremos"? Rayquaza ¿Vas a ayudarnos también a enfrentarlo?

—¡Por supuesto!— algunas llamas aparecieron por los costados de la boca del enorme pokemon, alertando a Ruby de la ira que sentía— ¡¿Cómo osa encerrar a dos de mis pares en una de esas cápsulas?! Solo recordarlo me pone furioso.

Por un lado Ruby también se sentía mal de que Steven lograra capturar a Kyogre y a Groudon. Si antes era el más fuerte de Hoenn, ahora derrotarlo se oía como una fantasía. Sin embargo, por otro lado se alegraba que eso hubiera ocasionado que Rayquaza se les uniera.

De pronto bajó la mirada, y encontró una isla que no había visto antes. No podía verla bien desde la altura a la que se encontraba, pero le parecía grande y muy verde, eso podía significar que estaba deshabitada.

—¡Ahí!— le apuntó a Rayquaza— Bajemos ahí.

—Muy bien.

Rayquaza describió una forma de gancho, y su cuerpo serpenteó hacia abajo con suavidad. En poco tiempo se encontraron en una isla cubierta de árboles y pequeñas praderas. Ni un solo rastro de civilización alrededor. A lo lejos se apreciaba una ligera capa de niebla, pero esta solo se mantenía sobre las costas de la isla, sin entrar.

Ruby se apeó de Rayquaza, tomó a ambas mujeres y las depositó en el suelo para tratarlas. Sus pokemon salieron de sus pokebolas, y los de Zafiro también. Se veían igual de cansados y heridos que ella, exceptuando a Sumpex, el Swampert. Este parecía poder continuar peleando, de haberlo necesitado.

Les tomó varios minutos sanar las heridas de los necesitados, y cuando lograron hacerlo, se recostaron en el suelo para descansar. Habían sido unos días agitados, y eso que aún no llegaban a lo peor.

Después de un rato, Brainy se sentó de golpe.

—¡Los pokemon de Flannery!— exclamó.

Todos la miraron, sorprendidos.

—¿Qué ocurre con sus pokemon?— inquirió Smoky.

—¡Han estado días sin salir de sus pokebolas!

Inmediatamente la Gardevoir se abalanzó sobre Flannery para sacarle sus pokebolas y quitarles el seguro. Al instante aparecieron un Torkoal, un Camerupt y un Magcargo, todos tan débiles que apenas se mantenían conscientes.

—Aaaahhhh...— alcanzó a gemir el Torkoal antes de caer rendido, junto a sus compañeros.

—/—/—/—/—/—

Después de atender a los pokemon de Flannery y tomarse un merecido descanso, Ruby partió a explorar la isla. No había mucho qué descubrir; casi todo eran árboles y hierba alta. Sin embargo, esa isla no estaba en su mapa, y eso era lo que más lo molestaba. Estaba bien que estuviera deshabitada, pero le extrañaba que nadie hubiera notado un pedazo de tierra tan grande en una ruta marítima tan estrecha como lo era la ruta 130.

Hasta que de pronto, para su sorpresa, encontró a un grupo de pokemon azules aplastándose los unos a los otros.

—¿Y eso?— se preguntó.

Inmediatamente sacó su Pokedex y los revisó.

—Wynaut, el pokemon Radiante— indicó el aparatito.

—Wynaut ¿Eh?

Ruby se fijó en ellos: Eran un grupo numeroso, todos parecían muy enérgicos y alegres, saltando los unos sobre los otros como un extraño juego sin reglas, con sus tumores en la frente y sus colas negras con ojos.

Pero luego advirtió que una figura entre ellos permanecía inmóvil. Desde donde estaba no podía verla bien, dado que los Wynaut saltaban y le tapaban la vista, por lo que necesitó rodearlos por unos metros antes de darse cuenta de que la figura pertenecía a un humano, y no a cualquier humano.

—¿Robin?— la llamó.

La aludida se encontraba meditando, tan ensimismada que no pareció notar su presencia. Llevaba un hermoso vestido azul, y dos coletas infantiles amarrando su pelo plateado a cada lado.

—Robin— la llamó más fuerte.

En ese momento Robin se dio vuelta hacia Ruby. Pareció muy sorprendida. El chiquillo quiso decirle algo, pero justo en ese instante, ella y todos los Wynaut colapsaron, así nada más. Ruby se quedó petrificado ante el incomprensible fenómeno.

—¡Robin!— exclamó

Se apresuró a tomarla en brazos, y para su alivio, sintió su respiración. Solo se había desmayado.

Entonces procedió a examinar a los chistosos pokemon que rodeaban a la muchacha, y comprobó que todos estos también se habían desmayado. Ruby miró en todas direcciones, contrariado ¿Qué clase de ataque había sido ese? ¿Y de quién? ¿Y por qué él no se había visto afectado?

Con todas estas preguntas en la mente buscó al agresor, pero solo logró encontrar viento y pasto ondulando. Después de un buen rato buscando, se aburrió, por lo que tomó a Robin en sus brazos y la cargó hacia el campamento que se habían quedado armando sus amigos.

—/—/—/—/—/—

Smoky suspiró, a lo que le siguió un calmo silencio. Sus compañeros lo oyeron, pero no necesitaron preguntarle por qué suspiraba. Después de todo lo que habían pasado, todas sus aventuras, sus peleas, sus alegrías y sus temores, por fin podían ver el final. Aún quedaban dos meses y una pelea más difícil que las que habían tenido hasta el momento, pero pasara lo que pasara, era el final.

Todos se encontraban recostados en el pasto, mirando el cielo en silencio. En ese preciso momento no tenían ganas de hacer nada más.

—¿Creen que lo logremos?— preguntó Fiercy.

Los demás la miraron extrañados.

—Sí, tal parece que no vale la pena preguntar— se disculpó después de una incómoda pausa.

Smoky suspiró de nuevo.

—Supongo que no me importa, en verdad— admitió— He visto tantas cosas nuevas, he conocido a tantas personas y pokemon, he amado y he odiado, y ahora tengo amigos. No quiero sonar como alguien que se conforma con cualquier cosa, pero no siento que necesite más.

Se paró de un salto, haciendo gala sin querer de su cuerpo atlético.

—El tiempo en que vivimos se acabará algún día— continuó— Así que no importa mucho si es hoy o mañana. Creo que lo que de verdad importa es cuánto hicimos para aprovecharlo al máximo ¿No creen?

Los demás se pusieron de pie con él, y asintieron en acuerdo. Fiercy le tomó el cuello y le bajó la cabeza para rascársela con fuerza. Smoky, en venganza, la agarró por la espalda y las piernas y la arrojó hacia atrás.

—¡Ay!— exclamó Fiercy al caer.

Smoky le tendió la mano.

—Lo siento— dijo sonriendo.

—¿Por qué te disculpas?— alegó ella, sonrojada por haber perdido, pero luego sonrió también— Vaya que te has hecho fuerte ¿Te acuerdas cuando jugábamos a perseguirnos?

Smoky rio un poco.

—Sí que han pasado cosas desde entonces— recordó, y pasó la mirada por todos sus compañeros— Se nos han unido muchos pokemon, muchos más de los que pensé.

Finalmente su mirada se posó sobre Rayquaza, el cual permanecía sentado porque aun así tenía que mirarlos para abajo.

—Pues no me parecen un grupo grande a mí— comentó este— pero pareces orgulloso de lo que has vivido, pequeño mortal emplumado. Me gustaría escuchar tu historia algún día de estos.

—¡Claro!— contestó un animado Smoky.

En eso apareció Ruby cargando a Robin en sus brazos.

—¡Oigan!— los llamó desde lejos.

Los pokemon se voltearon hacia él, y se le acercaron mientras este llegaba al campamento.

—No creerán a quién me encontré por ahí— les anunció, mientras les mostraba a Robin.

—¿Y qué hace ella aquí?— exclamó una contrariada Kitten.

—Ni idea.

—¿Y por qué está inconsciente?— inquirió Aria.

—Eso es lo más raro— aseguró el muchacho— Cuando la encontré, estaba junto a un grupo de pokemon azules. No parecían estar haciendo nada, ella estaba sentada y los pokemon jugaban entre sí, y de pronto todos se desmayaron al mismo tiempo. No sabía qué hacer, así que la traje aquí.

Brainy se le acercó, y depositó una mano sobre su frente y otra sobre su pecho.

—Su línea de pensamientos es normal, su cerebro no registra anomalías en su cuerpo, además que tiene un poco de hambre. Parece que está bi...

Pero entonces Brainy se paralizó, mientras un fuerte escalofrío recorría su espalda.

—¿Qué ocurre? ¿Tiene algo mal?— saltó Ruby.

Brainy se llevó una mano a la sien, ligeramente asqueada.

—Está bien, no es nada— aseveró ella.

—Ah, bien. Entonces la pondré junto con los demás pacientes— anunció el chiquillo— me alegra que no haya sido nada malo.

Brainy permaneció con los ojos cerrados por un momento, mientras su entrenador se marchaba hacia el centro del campamento. Los demás se fueron a hablar con Ruby, mas a Kitten le mordía la curiosidad.

—¿Qué fue lo que viste?— le preguntó en voz baja, acercándosele.

—No creo que tú también quieras verlo— le aseguró Brainy.

—¿Tan malo era?

Brainy la miró inquisitivamente, luego se encogió de hombros y recreó la escena del sueño de Robin en la mente de Kitten. Cualquier otro hubiera gritado de la sorpresa, pero Kitten ya estaba acostumbrada a esas situaciones. El sueño de Robin consistía en ella penetrando a Ruby por detrás, con energía y determinación. Los gritos de placer de aquel Ruby ficticio se oían claramente, a la vez que le pedían "más" a la protagonista de la fantasía.

—En verdad no me extraña— admitió Kitten.

Brainy se veía bastante afectada por la visión, como si se tratara de un viejo enemigo.

—He visto ese sueño tantas veces en la mente de Robin que he llegado a temer que se convierta en una realidad— admitió la Gardevoir.

—Tranquila— la consoló Kitten— También has visto las fantasías de Ruby ¿No?

Con eso, Brainy se sonrojó de inmediato. Miró hacia otro lado, intentando pasar desapercibida.

—Bueno... quizás, un poco.

Kitten por poco se echó a reír a carcajadas.

—Bueno, tenemos dos meses enteros antes de morir. Te recomiendo tomar la iniciativa, porque Ruby parece tener miedo de obligarte, por lo que veo.

Brainy asintió.

—Sí, he oído sus pensamientos sobre ese tema... aunque no sé qué hacer.

Kitten arqueó una ceja.

—Vaya, ustedes dos sí que son difíciles— se quejó— Descuida, yo te ayudaré con eso... pero por mientras...— miró en todas direcciones, asegurándose de que nadie estuviera cerca para oírlas— No le has mostrado a nadie mis fantasías ¿O sí?

Mas Brainy negó enérgicamente con la cabeza. Luego bajó la mirada, un tanto apenada.

—Una vez, poco después de evolucionar a mi etapa final, me puse a leer la mente de todos como loca. Quería saber todo lo que pensaban durante el día, y todo lo que soñaban en la noche... pero una de esas noches vi tus pesadillas, y no lo pude soportar.

Kitten sonrió en respuesta, una sonrisa de tristeza.

—Sí, a veces tengo ese tipo de pesadillas.

—Lo siento. Desde entonces no he husmeado en tu mente más que cuando es absolutamente necesario.

—Entiendo— se encogió de hombros— Supongo que es mejor para todos que no veas esas cosas.

Los ojos de Brainy se humedecieron.

—Yo... yo...— balbuceó, con una vocecita chillona— lo siento.

Kitten no pudo evitar enternecerse con la cara de su amiga. Posó sus manos sobre sus hombros y le mostró una cara alegre.

—Oye, eso ya pasó. Además, si le ganamos a Steven, ya nadie tendrá que sufrir eso ¡Así que alégrate!

Brainy asintió, y al hacerlo, se le deslizó una lagrimita por la mejilla. Kitten palpó su cabeza en forma de caricia, y luego le apuntó con el mentón hacia el resto del grupo.

—Parece que Ruby tiene algo qué decir. Vamos, sécate las lágrimas, que si te ve así nos dejará a todos esperando para consolarte.

Brainy sonrió ante la broma, y obediente, se quitó el exceso de líquido de los ojos antes de acercarse junto con Kitten hacia el resto del grupo.

[...]

Ruby vio que todos le prestaban atención, tanto sus pokemon como los de Zafiro, por lo que comenzó.

—Muy bien, antes que nada quisiera pedirles disculpas— hizo una ligera inclinación de cabeza para darle peso a sus palabras— Tomé una decisión apresurada, y quizás una que nos lleve a todos a morir. En verdad lo siento.

—¡Buuuuuuu!— lo abucheó Smoky, a lo que se le unieron Fiercy, Birdy, Kitten y Jaws. Ruby tuvo que acallarlos con gestos de sus manos.

—Bien, bien. Sé que algunos de ustedes no les gusta que tenga esas consideraciones, es solo que me sentía mal de haber dicho eso de los 60 días sin consultarlo con ninguno ¿Listo? Listo. Ahora lo importante: Durante el transcurso de esos dos meses, tenemos que entrenar como nunca para alcanzar el nivel de Steven y el Alto Mando.

—¡Sí!— vitorearon los mismos que lo habían abucheado antes.

—Ya saben las reglas. El que no quiere pelear, que se vaya. Los tontos que se queden a morir, más les vale esforzarse.

—¡Síiiiiiiiiiiiiiiiii!— alabaron por segunda vez, Beauty y Brainy uniéndoseles.

—¡Iremos a la casa de Steven y le patearemos su trasero metálico hasta la luna!

Y con esto los pokemon se echaron a reír. Incluso Rayquaza ocultó una risita.

—Ahora— Ruby apuntó a Sumpex, el Swampert— Bueno verte vivo, Sumpex, pero ¿Por qué nos siguieron hasta acá?

Mas Sumpex se encogió de hombros.

—De un momento a otro, Zafiro dijo que teníamos que acompañarte, y nos metió a todos en nuestras pokebolas y se fue corriendo hacia donde estabas tú.

—Ya veo— Ruby se rascó el mentón, pensativo— Muy bien, Steven puede esperar. Creo que todos nos merecemos un buen descanso, así que... nada, pueden hacer lo que quieran.

—¡Yay!— exclamaron, antes de caer sobre el pasto, otra vez.

—No tengo ganas de hacer nada— dijo Smoky.

—Yo tampoco— secundó Beauty.

Ruby suspiró.

—Pues aún hay que recolectar comida... y parece que necesitaremos mucha, así que yo iré a buscar unas bayas o algo.

Rápidamente, Brainy se pegó a su brazo.

—IREMOS a buscar bayas— lo corrigió.

—Je. Claro. Vamos, Brainy.

—/—/—/—/—/—

Zafiro abrió los ojos de golpe.

El cielo nocturno contaba con más estrellas de las que recordaba. Debían encontrarse lejos de la civilización.

Se sentó en silencio, y miró a su alrededor. Se sorprendió de encontrar a un gran número de gente; sus pokemon, los de Ruby, el enorme Rayquaza a lo lejos, incluso Flannery y Robin ¿Robin?

Miró su brazo, ya vendado y tratado. Sus heridas habían cerrado, seguramente con pociones y bayas.

El sueño se le había ido en un santiamén. Era de noche, pero sintió ganas de caminar. Su cuerpo se sentía pesado, y sabía que necesitaba ponerlo en marcha para quitarse esa sensación, por lo que se paró en total silencio, y con mucho cuidado, se alejó del grupo con pisaditas de pluma.

Cuando se encontró lo suficientemente lejos para no despertarlos, se relajó. Miró en todas direcciones, confirmando que se encontraba en un lugar que el hombre aún no había tocado.

Caminó tranquilamente por los pequeños bosques y los casi desiertos valles. Logró ver unos cuantos grupos de Wynauts durmiendo, y aprovechó de poner sus datos en su Pokedex.

Sin embargo, cuando se aproximó a la playa para sentarse unos momentos, Zafiro oyó una voz conocida.

—Vaya, qué extraño encontrarte aquí— habló el muchacho, a la distancia.

—¡Ruby!— pensó— ¿Me vio desde donde está? ¿Cómo pudo saber que era yo?

Zafiro fijó la vista en Ruby, pero en medio de la penumbra solo alcanzaba a vislumbrar su silueta... y ¿Qué era eso? Parecía algo más, una especie de bulto largo y alto parado frente al chiquillo.

Y de pronto entendió: Ruby no le hablaba a ella. Había alguien más junto a él.

—Por fin— dijo la otra silueta, parecía un hombre adulto, cansado— Después de tanto tiempo, por fin te encuentro.

—Y que lo digas— replicó el joven— Pensé que esta isla estaría suficientemente alejada del mundo ¿Quizás deberíamos ir a escondernos a otro lugar?

—No me tomes el pelo— gruñó el hombre— He venido a detenerte por tus crímenes, maldito terrorista.

Zafiro había oído esa voz antes, no hacía mucho tiempo, sin embargo no lograba recordar a quién le pertenecía.

Ruby suspiró.

—¿En serio? ¿Ahora? ¿Así como estás? ¿Por qué no vienes con nosotros y descansas? Estamos entrenando para...

—¡Dije que no me tomaras el pelo!— bramó, y entonces Zafiro recordó esa voz. Por supuesto, lo único que había oído de él hasta el momento eran sus gritos. Era el agente Cops

[...]

Ruby lo miró medio sorprendido. Cops se veía molido, lleno de raspones y heridas de la batalla. Apenas se mantenía en pie, y eso que usaba un bastón para ayudarse. Pero sus ojos desprendían una determinación exagerada.

—No te burles de mí— bramó el policía— Aún no eres más que un chiquillo pretencioso ¡Yo mismo te tomaré preso y te llevaré a la cárcel! ¡No necesito de nadie más!

Ruby lo miró con su único ojo acusador.

—Cops ¿Qué tienes conmigo? ¿No ves que lo que estoy haciendo es bueno? ¿No ves lo podrido de este sistema? ¡Por todos los dioses! ¡¿No ves que Steven es el peor criminal de Hoenn?!

Cops hizo una mueca de rabia.

—¡No me importa!— vociferó— ¡Mientras él se siente en el trono, todo lo que haga estará bien! Admito que podría mejorar en muchos aspectos, pero no es mi trabajo cambiarlo. No. Lo que yo hago es perseguir a terroristas como tú, que atentan contra mi sociedad, mi pueblo.

Ruby retrocedió un paso, contrariado. No se había dado cuenta hasta el momento, pero Cops era de las personas más peligrosas que existían: un fanático.

—¿Es eso?— bufó el muchacho, asqueado— ¡¿Por eso es que estás tan obsesionado conmigo?!

—¡No estoy obsesionado contigo!

—¡No! ¡Estás obsesionado con la ley! ¡DATE CUENTA QUE LA LEY ES IMPERFECTA!

Esto provocó una chispa en la cabeza de Cops. No lo soportó más. Levantó su bastón sobre su cabeza, listo para atacar a Ruby. El muchacho se preparó para eludir el golpe y contraatacar con todas sus fuerzas, mas Cops nunca arremetió. De pronto, como si nada, se derrumbó de bruces sobre la arena, inconsciente. Ruby necesitó de unos segundos para darse cuenta que el peligro había pasado.

Entonces levantó la mirada, y se encontró a un encogido Sceptile, mirándolo con cierto miedo, como diciendo "por favor, no me comas".

—Ahm...— musitó el pokemon.

—¿Tú...— a Ruby le costó articular las palaras— ¿Tú lo noqueaste?

El Sceptile asintió.

—¿De dónde apareciste?— le preguntó Ruby.

El Sceptile señaló una de las pokebolas de Cops.

—¡¿Cops lleva pokemon consigo?!— se extrañó Ruby.

Entonces el Sceptile asintió, y luego le sonrió. No fue más que una tímida sonrisa, apenas apreciable, pero lo suficiente para gatillar un recuerdo muy escondido en la mente del chiquillo.

—Yo... yo te he visto antes— aseguró el joven— ¿Dónde?

—Yo he cambiado bastante desde entonces— explicó Sceptile— En ese entonces era un Treecko. Bueno, en verdad fueron dos veces. La primera cuando me liberaste, y la segunda cuando me capturaste para salvarme de un burdel.

Ruby casi se cayó de poto.

—¡Tú eres ese Treecko!— exclamó— ¡El mismo del laboratorio del profesor Birch!

El Sceptile asintió, y seguidamente tomó la pokebola restante del cinturón de Cops para liberar al pokemon dentro de ella. Así apareció un Azumarill a su lado.

—Por favor, disculpa a nuestro maestro— le rogó el Azumarill— Él solo quiere hacer algo bueno, pero está confundido. Puede que esto suene muy rudo de nuestra parte, pero por favor, déjanos quedarnos en esta isla hasta que Maestro se recupere. Entonces ya no te molestaremos.

Ruby suspiró.

—Con una condición— alegó— Mientras estén conmigo, no podrán llamarlo "maestro" ¿Entendido? Llámenlo por su nombre.

Ambos pokemon se sorprendieron.

—Pe... pe...— balbuceó Azumarill.

—¡Pero él es nuestro maestro!— alegó Sceptile.

En eso, Ruby se les acercó, agarró sus cabezas con sus manos y les acercó tanto su cara que sus frentes chocaron.

—¡¿Acaso no saben quién rayos soy?!— exclamó— ¡La próxima vez que escuche "maestro" de alguno de ustedes, los dos se ganarán un zape!

—¡Bien! ¡Bien!— chilló Sceptile, asustado— Cops, entonces.

—Sí, Cops— secundó Azumarill.

—Bien— Ruby los soltó, se agachó sobre Cops y lo cargó en sus hombros— Ahora vamos, necesitan descansar.

Ambos pokemon se sorprendieron de nuevo.

—¿Quieres que acampemos contigo?— se extrañó Sceptile.

—¿Y para qué irían a otro lado?

—Pero...— Azumarill se veía complicada— ¿Y qué pasa si Maestro intenta atacarte?

Súbitamente, Ruby soltó a Cops, se les acercó de nuevo, tomó sus cabezas y las chocó con moderada fuerza.

—¡Auuuu!— chilló Azumarill, sobándose la nuca.

—Se los dije— bufó con soberbia, mientras tomaba a Cops sobre sus hombros de nuevo— Pero no se preocupen por detalles como ese. Ahora hay que dormir ¡Vamos!

Sin esperarlos más, Ruby se puso en marcha hacia el campamento. Sceptile y Azumarill se miraron, contrariados, y luego siguieron a Ruby. Después de todo no se veía tan malo como lo describían los medios.

[...]

Ruby subió una pequeña colina que separaba la playa del valle, y advirtió que Zafiro se encontraba frente a él, mirándolo con una sonrisa en sus labios.

—Oh, veo que estás mejor— la saludó sin detenerse— ¿Saliste por una caminata nocturna?

—Sentí que necesitaba respirar— Zafiro tomó a Cops por el otro brazo, para ayudar a Ruby a cargarlo— ¿Sabes? Realmente creí que íbamos a morir allá en ciudad Arrecípolis. Gracias por ayudarnos.

—¡Pffffff!— bufó Ruby, sonrojándose levemente— No fue nada.

Zafiro miró a la luna, pensativa.

—Así que sesenta días antes de la misión suicida ¿Eh?

—Sí...

—¿Y? ¿Piensas huir en ese tiempo o vas a morir como un mártir joven?

—¿Qué? ¿Acaso no tengo la opción de vencer?

Zafiro rio.

—¡Hey! Hablo en serio— alegó Ruby.

Pero Zafiro rio más.

—/—/—/—/—0—\—\—\—\—

He estado pensando ¿Qué expectativas tienen para el final de este fic?

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