El Deseo de un Demente
Los Rayos de hielo y las Garras dragón saltaban por todos lados, congelando y destruyendo lo que quedaba del edificio. Latias y Latios pasaban como ráfagas de viento, noqueando a todos los pokemon en su camino, mientras que Regirock y Registeel aporreaban a los Glalies de Nívea. Esta y Dracón se mantenían de pie en el centro de la sala, dirigiendo a la última ola de pokemon que les quedaban.
Flannery corría de un lado para otro, derrotando Walrein y Jinx, mientras Aquiles y Magno protegían a Zafiro, quien dirigía a sus pokemon y a los demás. Cops, por su parte, intentaba por su cuenta atravesar las murallas de dragones que protegían a los últimos dos entrenadores del Alto Mando. Podían tener muchos pokemon, pero sus posibilidades de vencer eran prácticamente cero. Solo era cuestión de tiempo para que cayeran.
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Mientras tanto, en la cámara subsiguiente, Metagross había sido derrotado, el último de los pokemon del campeón. La habitación fue inundada por un silencio ensordecedor, irreal. Lo habían logrado, Pokemon Gijinka había cumplido su misión...
Pronto el silencio fue interrumpido por el sonido de un aplauso, no exageradamente fuerte, pero tampoco casualmente bajo, lo suficiente para hacerse oír a pesar de ser el único par de manos aplaudiendo en el lugar. Todos fijaron su atención en Steven, extrañados.
—Hice lo que me dijiste— le indicó Ruby— Ahora entrégame a Robin y el puesto de campeón.
Steven lanzó una pequeña risita.
—Muy bien, Ruby, muy bien. Tú y tus pokemon lo hicieron excelente. Robin es tuya, ya no me sirve.
Steven echó a caminar con toda calma hacia su Metagross, unos metros detrás del trono. Se agachó junto a él y le echó una pastilla en la boca. Mientras tanto, Smoky tomó a Robin en brazos y la llevó junto a su equipo para asegurarla.
Con todos sus amigos de su lado, Ruby no temió en avanzar hacia el campeón para reclamar su premio. A medio camino advirtió que Steven se ponía de pie, sonriente. En ese momento Ruby se dio cuenta que no tenía idea de qué lo oficializaba como campeón.
—¿Entonces me vas a dar un diploma, o una medalla, o firmaremos un contrato?— inquirió.
—¿Para convertirte en campeón?— adivinó el mismo— Solo tienes que ir a la habitación de atrás y registrar a los pokemon con quienes me venciste. Es una sala especial en donde solo los campeones pueden pasar, así que no necesitas hacer más. Cuando lo hagas, te habrás convertido en el nuevo rey de Hoenn.
Ruby asintió y dio un paso para continuar su camino, pero Steven lo detuvo con un gesto de su mano.
—Lo siento, pero no podré dejarte hacerlo.
—¿Qué?
Inmediatamente el resto de Pokemon Gijinka se preparó para luchar. Steven se encogió de hombros.
—Ser el campeón es muy divertido, y me da acceso a muchas aventuras que nunca antes me había imaginado. Hace poco logré que liberaran a Groudon y Kyogre para ponerlos a pelear ¿No te gustó?
Ruby quiso responder, pero Steven lo ignoró y continuó hablando.
—Hoy desperté con una idea loca: La guerra... ¿Qué te parece? Solo tendría que bombardear una ciudad en Kanto o Sinnoh y ¡BUM! guerra instantánea. Entonces tú y yo podríamos ir y pelear hasta aburrirnos ¡Sería genial!
—¡¿Guerra?!— exclamó Ruby— ¡Estás demente!
Pero Steven se echó a reír.
—Solo era una idea. Además, no es como si quisiera ir a morir— y con eso le dio un ligero golpecito a un broche brillante que tenía en el bolsillo de pecho de la chaqueta. Ruby y sus pokemon se fijaron en el broche, no lo habían visto antes— ¿Sabes de dónde saqué este juguetito? Nunca te lo imaginarás
—¿Qué... ¿Qué es eso?
—Creo que se le llama "Mega broche". Es una piedra que irradia una energía muy extraña, un tipo de energía que nunca antes se había visto en este mundo.
Ruby miró extrañado a Steven.
—¿A qué quieres llegar?
Steven sonrió.
—Quizás debería darte una demostración ¿Metagross?
Todos buscaron al Metagross con la mirada, pero no lograron encontrarlo, había desaparecido. De pronto este mismo surgió por una puerta lateral, empujando un carro bastante ancho, cuyo contenido estaba oculto bajo una manta. Seguidamente el Metagross avanzó hasta su entrenador y quitó la manta para revelar una extraña máquina con muchos cables, antenas y palancas por todos lados. Sin embargo nada de eso importaba, porque al centro, encerrado en una cúpula de vidrio de un metro de diámetro, se encontraba un pequeño pokemon de piel blanca y cabeza rubia, profundamente dormido. En el estómago tenía lo que parecía un corte en forma de luna menguante o un ojo cerrado.
—¡¿Qué significa esto?!— bramó Ruby— ¡¿Qué le haces a ese pobre pokemon?!
—Ah, eres muy exagerado— le restó importancia Steven— Él es Jirachi, el legendario pokemon Deseo, y tal y como su nombre lo indica, es capaz de cumplir el deseo de quien quiera que se lo pida. Desafortunadamente es muy dormilón, así que lo mantengo ahí para despertarlo cuando lo necesite. Metagross, danos una demostración, por favor.
El Metagross pulsó una secuencia de botones en uno de los tableros de la máquina, con lo que pequeñas descargas aparecieron dentro de la esfera de cristal y despertaron al pokemon con dolor.
—¡Jirachi, deseo ver a través del cable Link!— indicó Steven.
Jirachi entonces hizo un esfuerzo. Por un segundo no sucedió nada, pero luego una ventana blanca apareció en la pared del otro lado. Todos miraron hacia esta nueva ventana, que momentos antes solo era roca y mármol trisado, y advirtieron que más allá se encontraba otra habitación, igual a la suya, y adentro había otro Steven y otro Ruby.
—¡¿Qué es esto?!— exclamó Ruby.
El Steven y Ruby del otro lado tenían una batalla pokemon tal y como ellos habían tenido, pero estos pokemon no se veían como humanos, sino que asemejaban bestias ficticias: El Metagross de más allá parecía una plataforma con cuatro patas, el Milotic parecía una serpentina alargada, el Delcatty caminaba en cuatro patas y decía "Miau—miau" en vez de hablar. Y eso no era todo: El Ruby de más allá era mucho más joven que el verdadero Ruby, además tenía sus dos ojos intactos, y en vez de tener una pelea desesperada contra su Steven, ambos parecían reír y disfrutar la forma en que sus pokemon se lastimaban entre ellos.
—¡Steven! ¡¿Qué está pasando?!— exclamó Ruby.
Con eso, el Steven y Ruby del otro lado se dieron cuenta que eran observados, y miraron en dirección de la ventana, igual de extrañados.
—Jejeje— rió el verdadero Steven— Hora de cerrarlo, Jirachi. Suficiente por el momento.
Jirachi lanzó un suspiro, y antes que el Ruby y el Steven del otro lado se pudieran acercar mucho, la ventana se cerró.
—¿Te gustó?— inquirió Steven— Eso fue una mirada a través del cable Link. Esa era otra realidad, Ruby, una en donde tú eres un niño normal, una en donde me enfrentas por el título del campeón sin necesidad de una rebelión o una causa, sino que lo haces por diversión ¿Te fijaste en los pokemon? Aparentemente en esa realidad no pueden hablar y tienen formas distintas. La variedad de criaturas es sorprendente.
Ruby frunció el ceño.
—¿Y para qué querrías ir mirando otras realidades? ¿Qué es lo que quieres ver?
Steven sonrió de nuevo.
—Ruby, no he ido simplemente abriendo ventanas para mirar. He cruzado, he viajado a otros mundos, todos muy parecidos al nuestro, pero con tal o cual detalle extraño que los hace infinitamente distintos— de nuevo se apuntó al broche— ¿Te acuerdas de esto? Lo conseguí de uno de esos mundos. En ese mundo estábamos tú y yo, peleando con nuestros pokemon, pero teníamos estas extrañas rocas que les otorgaban una nueva evolución ¡Era espectacular!
Ruby iba a gritarle que no le importaba nada, que le entregara el título de campeón o se preparara a luchar, pero entonces se dio cuenta de que algo no cuadraba bien.
—¿Cómo es que conseguiste ese "mega broche"?— inquirió.
Steven sonrió con malicia.
—Ah, veo que no eres tan tonto como creía— lo felicitó— Fue bastante simple, en verdad. Aparecí por detrás de mi otro yo, mientras él estaba muy ocupado combatiendo contigo. Lo tomé por sorpresa, le di un par de golpes y lo maté. Me extrañó mucho que muriera con tan poco, pero aparentemente en ese mundo ninguna persona se preocupa de fortalecerse. Tú te veías muy asustado. No soporto a las personas que se asustan conmigo, pero lo dejé pasar. Después de todo, no necesitaba nada de ti.
Ruby necesitó tragarse eso por un momento. Solo Steven podría matarse a sí mismo y hablar de ello como si fuera cualquier anécdota.
—No me importa— gruñó— ¡No me importan tus piedras y tus cables! ¡Entrégame el título de campeón y lárgate de aquí o púdrete en el suelo!
Steven sonrió de nuevo, y con ello se llevó una mano al reluciente broche. Al hacer esto, una intensa luz de color rosa comenzó a irradiar, y un instante más tarde, otra luz del mismo color comenzó a emanar de Metagross, para luego ser envuelto en una burbuja rosa. Fuertes ráfagas de viento lo envolvieron, y de un momento a otro comenzó a romperse, a eclosionar, hasta que explotó con poder.
Lo que quedó de la explosión de aire fue un Metagross más alto, más robusto, más amenazante que antes, con un cuerno saliéndole del mentón y cuatro brazos en vez de dos.
—¡¿Qué rayos... ¡¿Eso es a lo que te referías?!— alegó Ruby.
—¡Muy tarde para arrepentirse!— bromeó Steven— ¡Metagross, eliminemos a los intrusos!
—¡Será un placer, maestro!
Entonces los dos, Steven y Metagross, echaron a correr hacia Pokemon Gijinka como dos balas gemelas, tan rápidas que sus rivales no alcanzaron a reaccionar. Metagross arremetió a Smoky con una de sus enormes garras, mientras que Steven pateó a Ruby con todo el momentum que llevaba, mandándolos a ambos a volar y estrellarse contra la pared.
—¡Todos alerta!— bramó Sunny.
Inmediatamente se dirigió hacia Metagross para noquearlo con uno de sus puños de fuego, pero Steven se interpuso en su camino, le mandó una patada a la cara y luego un rodillazo en las costillas. Sunny fue impulsado varios metros hacia atrás, dolido, mientras sus compañeros corrían a socorrerlo.
Brainy intentó electrocutarlo con un Rayo, pero Steven lo esquivó con una tremenda agilidad, se acercó a ella y la mandó a volar con un Puño Meteoro. Aria probó atacándolo por el costado con una Garra Dragón, pero el campeón la tomó de la muñeca y la levantó para azotarla contra el piso. Seguidamente Kitten le disparó un Rayo Hielo, mas su enemigo se protegió con sus antebrazos y resistió hasta que la Delcatty se quedó sin aire. Entonces él la pateó en las costillas para mandarla a volar.
La batalla comenzaba a emocionarlo. Los pokemon de Ruby eran fuertes, súbditos dignos de sus golpes.
Por su parte, Metagross se quitó a Birdy de la espalda para arrojarlo al suelo y pisarlo con fuerza. Luego Beauty le lanzó una Hidrobomba, mientras que Jaws y Fiercy se preparaban a triturarle la cabeza con sus fauces, pero entonces Metagross esquivó el chorro de agua para que les llegara a ambos, atacó la cabeza de Beauty con un Psíquico y finalmente arremetió a los dos que le quedaban con un doble Puño Meteoro.
La oportunidad de vencer se veía cada vez más lejos, más pequeña. Steven y Metagross podían resistir todos sus ataques y responder con velocidad y fuerza. Los pokemon pensaron por un momento que iban a perder, sin embargo en ese instante la voz de su entrenador les dio esperanza.
—¡Niños, no se rindan!— vociferó Ruby, junto a Smoky, mientras ambos entraban en la pelea repartiendo golpes.
Ruby le mandó varios combos a Steven con un ritmo específico, hasta que este lo tomó de los nudillos para detenerlo.
—¿Crees que tienes lo que se necesita para vencer al campeón?— le preguntó el mismo, intentando empujar al muchacho a través de sus brazos.
—Quizás sea más débil que tú— admitió este— ¡Pero mis pokemon sin duda te darán la paliza de tu vida!
Y con esto, Steven fue electrocutado por Kitten y Brainy. La descarga fue suficientemente dolorosa para que sus brazos flaquearan, con lo que Aria aprovechó para saltar sobre ambos humanos y patear al campeón en la cara. Steven soltó los brazos de Ruby, justo en el momento en que Sunny se le acercó y lo terminó con un Puño Fuego explosivo. El cuerpo del hombre rebotó en el suelo y voló por varios metros en el aire, hasta caer junto a la máquina de Jirachi.
Por su parte, Metagross no lo tenía mucho mejor. Con sus cuatro enormes garras azotó a Beauty, impactó a Birdy, arremetió a Fiercy, golpeó a Jaws y abofeteó a Smoky, pero no podía pelear contra los cinco a la vez. De pronto atacó a Fiercy con un manotazo, pero esta lo tomó del brazo, evitando el golpe, y lo arrojó sobre su hombro hacia el suelo. Entonces entre Jaws y Smoky lo pisaron con dos Terremotos al mismo tiempo.
Pero el Metagross se los quitó de encima con sus enormes brazos, se paró de golpe y comenzó a arremeter a Smoky con todas sus fuerzas, desesperado. El Blaziken recibió varios combos y garras dolorosas, pero de pronto Jaws le sujetó uno de sus brazos, y luego Fiercy le agarró otro, impidiéndole avanzar. Metagross intentó entonces alcanzar a Smoky con las dos garras que le quedaban, pero entre Beauty y Birdy se lo impidieron.
—¡Ahora, Smoky!— exclamó Birdy, mientras los cuatro sujetaban al Metagross.
Smoky no perdió tiempo, y envolvió su pierna en fuego para batearlo con tanta fuerza que lo mandó a volar a través de la habitación, y luego a través de la pared de uno de los lados, hacia afuera. Metagross atravesó la roca sólida y creó un hoyo para luego perderse en el cielo azul.
Ahora sí, habían vencido.
—¡Así se hace!— estalló Fiercy con alegría.
Jaws y Beauty se lanzaron sobre Smoky, eufóricos, mientras que los demás se les acercaron.
—¡Eso fue increíble!— lo felicitó Ruby.
—Nada mal, nada mal— admitió Sunny.
Por fin habían ganado. Pokemon Gijinka había vencido al campeón. Pronto surgieron las risas y chistes, y de repente, la puerta de entrada se abrió para dejar pasar a sus amigos: Zafiro y los Swablukids, los Ubers, Flannery, Cops, Aquiles y Magno. Todos se veían magullados por las peleas, sus ropas roídas y sucias, sus cabellos despeinados, y los últimos dos tiritaban de frío, como si se encontraran en el polo sur.
—¡Ruby!— lo llamaron.
—¡Sunny!— lo saludaron Latias y Latios.
Zafiro, Flannery y Aquiles abrazaron a Ruby, contentos, mientras que Magno y Cops lo felicitaron a la distancia.
—¡Ja! Se ven horribles— bromeó el chiquillo.
—¡Mira quién habla!— Zafiro lo tomó de la cabeza para hacerle un coscorrón.
Los pokemon también se saludaron entre sí. Smoky, Sumpex y Sceptile chocaron los puños en señal de victoria, los Mightyenas de Aquiles y Magno se acercaron a Fiercy para alabarla, y Vitis y Beauty se tomaron de las manos y comenzaron a girar de la alegría.
Kitten aprovechó el momento para despertar a Robin con una baya, la cual recobró la consciencia casi de inmediato.
—¿Qué ocurrió?— preguntó ella.
—Robin ¿Estás bien?— la saludó Ruby.
La muchacha se levantó, medio confundida. Tenía muchas preguntas para el chiquillo, pero este la detuvo un momento.
—¿Dónde está Wally?— inquirió él, al notar su ausencia.
—Está bien— aseguró Zafiro— Lo encontré herido en la habitación de Fátima, pero le di los primeros auxilios y lo dejé con sus pokemon.
Ruby asintió, aliviado. Con el Alto Mando y el campeón derrotados, los pokemon de Wally deberían ser lo suficientemente fuertes para defenderlo por un buen rato.
—¿Dónde está Steven?— preguntó Robin— ¿Lo mataron?
Con eso Ruby cayó en la cuenta de que no se había ido a cerciorar si Steven había muerto, o si al menos había quedado fuera de combate. Inmediatamente se giró, seguido de sus pokemon, y advirtió que el aún campeón se encontraba muy cerca de la máquina de Jirachi. Se veía malherido, su cara quemada, pero a pesar de la sangre y los huesos rotos, había conseguido arrastrarse hasta su prisionero.
En ese momento Steven los miró con una sonrisa de victoria, y tecleó los últimos comandos para mandarle una descarga eléctrica a Jirachi.
—¿Qué es eso?— inquirió Cops.
—¿Es un pokemon?— supuso Flannery.
—No cualquier pokemon— lo reconoció Zafiro— ¡Es Jirachi!
Ese nombre hizo que todos los presentes reaccionaran.
—¡Jirachi, concede mi deseo!— exigió Steven— ¡Dame el mismo poder que le diste a Metagross! ¡Dame la mega evolución!
—¡Mierda!
Los rebeldes echaron a correr a toda prisa hacia él, pero la distancia era muy grande y el tiempo muy poco. Jirachi no pudo aguantar el dolor, y con una brillante luz cumplió el deseo de Steven.
De súbito este fue envuelto en una esfera rosa, justo como había sucedido con el Metagross. Las ráfagas de viento rugieron con la fuerza de cien Rayquazas, y los rayos de luz enceguecieron a los presentes por momentos. Luego la esfera se rompió con una explosión, que los empujó a todos hasta las paredes.
Desde el centro de la habitación, Steven se irguió alto. Sus heridas sanadas, su cuerpo cambiado. Cuando los demás lo miraron, tuvieron cierta dificultad para reconocer a un ser humano en él.
Había crecido casi un metro de altura en ese par de segundos. De su espalda sobresalían picos de distintas clases de rocas, algunas oscuras, otras de tonos azules. Sus ojos se habían puesto rojos con un fondo negro, similares a los de Metagross. Sus brazos, piernas y parte de su pecho y espalda habían adquirido una suerte de exoesqueleto de reluciente acero, y sus manos se habían convertido en enormes y afiladas garras de metal.
Por un momento se hizo un silencio profundo, un silencio que solo se consigue con el miedo de muchas personas, y luego Steven miró a Ruby, y sonrió.
Seguidamente el campeón describió un gran salto, casi rozando el cielo, para caer junto al chico. Este apenas logró reaccionar arrojándose hacia atrás, cuando el poderoso puño de su contrincante azotó el suelo con la fuerza de un titán. El piso de piedra, luego de tantos impactos y sacudidas, no logró resistir el golpe de acero y terminó rompiéndose para formar un hoyo.
Los trozos de roca comenzaron a caer uno tras otro, liberando explosiones de polvo por la potente fricción. De un momento a otro los rebeldes se vieron cayendo sobre los escombros de roca, baldosa y acero, hacia una sala más grande y más oscura.
Los entrenadores no tuvieron suficiente tiempo para sacar sus pokebolas y llamar a sus pokemon para protegerlos, pero no fue necesario, ya que Brainy usó su telequinesis para aminorar la velocidad de aquellos que no podían volar.
Los rebeldes aterrizaron despacio sobre el suelo de concreto. Sorprendidos, miraron la sala a la que habían llegado con curiosidad: Era una habitación redonda, de varias decenas de metros de diámetro, con gradas alrededor y un círculo al medio, en cuyo interior se encontraba una figura semejante a Jirachi. Quizás fueran las varias toneladas de roca que habían caído con ellos, pero parecía que nadie se había aparecido por ahí en décadas.
De pronto, un par de escombros fueron removidos. Todos giraron sus miradas hacia ese lugar, nerviosos, solo para ver surgir a Steven, el cual se paró, erguido e intacto.
—Vaya, así que este lugar era real— dijo para sí— No me lo imaginé tan... deprimente— entonces se fijó en los demás, quienes lo contemplaban con una mezcla de miedo y enfado— Pero me parece bien para tener una pelea decente ¿Listos?
Steven se lanzó contra Ruby, preparando una de sus puños para machacarlo, pero Smoky apareció por un lado y lo interceptó con una Patada Ígnea. El campeón fue impulsado unos cuantos metros hacia un lado, listo para contraatacar, cuando Sunny apareció de la nada y lo mandó a volar con un Puño Fuego.
Steven se incrustó en la pared, donde los demás le lanzaron todo lo que tenían en ataques a distancia. Por un instante llovieron Rayos, Lanzallamas, Rayos hielo, rocas, Dragoalientos, Hidrobombas, Gigadrenados, Vozarrones y ráfagas de aire afilado. La magnitud de los movimientos levantó una gran cantidad de polvo, pero cuando la nube se disipó, Steven permanecía de pie, sus relucientes brazos protegiéndolo de todo.
—No...— musitó Zafiro.
—¡Sigan atacando!— ordenó Ruby.
Sin embargo, en ese momento Steven desapareció, solo para reaparecer detrás del muchacho.
—¡Mi turno!— dijo, tomándolos a todos por sorpresa.
Sin embargo el campeón se había vuelto más rápido, y no les dio tiempo para reaccionar. Mientras el chico se daba vuelta, el mega monstruo lo mandó de un Puño Meteoro a estrellarse contra la pared.
—¡Ruby!— exclamaron sus pokemon.
Sunny, Smoky y Zafiro fueron los primeros en reaccionar, pero Steven los vio venir y se los sacó de encima uno por uno; primero golpeó a Zafiro, luego le dio un codazo a Smoky y finalmente interceptó a Sunny a mitad de camino y lo mandó contra otro lado de la pared de una patada.
Los demás se le acercaron para continuar atacándolo, mas al verse rodeado, Steven simplemente golpeó el suelo con todas sus fuerzas, con lo que ocasionó una ola en el piso que los mandó a volar a todos hacia las gradas.
Al ver el alcance de su poder, el campeón se echó a reír a carcajadas, como si estuviera muy borracho y le hubieran contado un chiste muy bueno. Rió y rió, hasta que escuchó un par de pies levantándose en la roca. Miró hacia un lado, en donde advirtió a Ruby, listo para continuar. Sus heridas chorreaban, pero a él ni parecía importarle. En ese momento solo tenía ojos para su enemigo.
Steven se lanzó contra él, y sin nadie que lo detuviera esta vez, lo agarró del pecho con una de sus metálicas manos y lo arrastró hasta una pared, donde lo levantó hasta su altura.
—Ah, me acuerdo cuando tenía tu edad— mencionó Steven, sin soltarlo— Era tan cobarde, tan miedoso... tan distinto de ti.
Ruby intentó patearlo, intentó soltarse de sus garras con sus manos, pero era muy débil, muy pequeño.
—¡Ruby!— vociferaron sus pokemon, mientras se dirigían a socorrerlo.
Steven se volteó un momento hacia ellos. Entonces, por un instante, Ruby pudo ver las caras de sus queridos amigos una última vez: Smoky, Sunny y Birdy corriendo a toda prisa; Aria, Kitten, Fiercy y Beauty detrás, mientras Jaws volaba con Brainy en la espalda. Zafiro saltaba sobre las gradas para llegar al suelo, Flannery ayudando a uno de sus pokemon a levantarse, Aquiles y Magno corriendo juntos hacia Steven, Cops comprobando el estado de su Azumarill, y Robin mirándolo a él, llorando, porque sabía lo que vendría a continuación.
Con un simple movimiento, Steven usó las garras que tenía libres para atravesar la garganta de Ruby. El muchacho sintió el metal cortando su piel y avanzando a toda velocidad hasta tocar su paladar, para luego volver por donde vinieron.
Sus pokemon gritaron su nombre.
Pronto la sangre comenzó a chorrear hacia abajo, sin que nada ni nadie pudiera detenerla. El chiquillo quiso llevarse las manos al cuello para detener el flujo, pero sus brazos no le respondieron, sus pulmones colapsaron, la vista se le nubló, y de un momento a otro, murió.
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