Concursos Pokemon


Para que nadie lo descubriera, el señor Arenque le había dado una capa roída y un sombrero nuevo a Ruby, para dar la impresión de ser un mendigo, y nadie quería pelear contra un mendigo.

De esa forma logró llegar hasta la ciudad en sí, a través de la playa sin que nadie le saltara con un desafío. Inmediatamente, como siempre, se dirigió hacia un Centro pokemon para conseguir una habitación y sacar a sus pokemon de sus pokebolas.

—Cuando caminaba, se me ocurrió una idea— mencionó Ruby, mientras todos estiraban las piernas en la habitación del Centro Pokemon— ¿No quieren ropa nueva, niños?

Los cuatro pokemon se miraron entre sí. Los pokemon salvajes solían usar ropa más ligera que los humanos, como taparrabos y petos sueltos, y su ropa no era la excepción. Incluso Smoky, Brainy y Fiercy, quienes habían evolucionado, no habían sentido la necesidad de más prendas de las que ya llevaban.

—¿Por qué?— inquirió Brainy— Yo me siento bien así.

—Yo también— Fiercy se encogió de hombros.

—A decir verdad, puede que un cambio de ropa sea algo bueno— lo apoyó Birdy— Digo, cuando vuelo me molesta un poco que mis shorts tengan tantos hoyos, y no sé, me da un poco de vergüenza no poder lavar mi ropa por ser la única que traigo puesta.

—Claro ¿Cómo no pensé en eso antes?— Ruby se golpeó en la cabeza— Como personas libres, tienen derecho a vestirse decentemente— golpeó su palma con su puño, dando a entender que su decisión había sido definitiva— Descansen un rato, por la noche iremos a abastecernos de ropa.

—¿Y nos quedaremos aquí por el resto del día?— alegó Brainy— ¿No vamos a hacer nada más?

—Ah, bueno— Ruby se rascó la cabeza, lo habían tomado por sorpresa— Podríamos ir a caminar por ahí ¿Qué les parece? Quizás hasta haya un gimnasio en esta ciudad.

—Peeko dijo que no había gimnasios en Ciudad Portual— aseguró Birdy— Pero dijo que sí había algo más entretenido. Un "Centro de Concursos Pokemon".

—Centro de concursos— repitió Ruby, preguntándose qué clase de concursos se celebrarían en algo con ese nombre— Suena interesante. Entonces está decidido, iremos primero a ver qué onda con ese Centro de concursos.

—¿No sabes qué son?— se extrañó Fiercy— ¿No tienen de esos en Johto?

—No, es la primera vez que oigo hablar sobre esos.

Sin más, marcharon hacia la salida. Ahí, Smoky y Fiercy se colocaron cada uno a un lado de Birdy.

—Con que Peeko te lo contó ¿Eh?— le espetó Smoky, con una sonrisa pícara en su rostro.

—¿Lo de los concursos? Sí...— contestó, no muy seguro de entender el chiste.

—¿Y hablaste mucho con Peeko?— le preguntó Fiercy.

—Pues... sí, como todos. Estuvimos mucho tiempo en ese bote tan chico.

Smoky y Fiercy sonreían de oreja a oreja, muy entretenidos con algo que Birdy no lograba comprender, y eso lo puso nervioso.

—¿Y no hicieron nada más con Peeko?— Fiercy usó un tono extremadamente agudo y delicado al pronunciar aquel nombre.

Finalmente Birdy se dio cuenta que ambos lo estaban molestando con la Wingull del señor Arenque.

—¡No! ¡No hicimos nada!— aseguró atropelladamente— ¿Y por qué me molestan a mí? Smoky, tú también eres un ave ¿No?

—Pero no tengo alas, y entre Wingulls y Combuskens no hay mucho parentesco. Tú, por otro lado, eres de su misma edad, su mismo tamaño y su mismo tipo.

Fiercy rodeó los hombros del pobre Birdy con su garra, y lo atrajo hacia sí.

—¡No te preocupes, mi pequeño amiguito! ¡Yo, la maestra del amor, te enseñaré todo lo que tienes que saber para conquistar a una muchacha!

—¿De qué hablas? El que tiene que enseñarle soy yo— alegó Smoky, rodeando los hombros de Birdy con su brazo por el otro lado— Estas son cosas de machos ¿Cierto, Birdy? Las mujeres no nos entenderían.

—¿Y quién mejor que una hembra para enseñarle a conquistar a una hembra?

—Yo, por supuesto.

—¡Yo entiendo más a Peeko!

—¡Y yo entiendo más a Birdy!

—¡Oigan, cálmense!— les reclamó Birdy— ¡No quiero nada con Peeko! ¡En serio!

Ambos lo miraron hacia abajo, un poco decepcionados.

—¿En serio? ¿No te gusta?— se extrañó Smoky

—¡No!— Birdy se sonrojó— Digo, es linda, pero...

—¡Lo sabía!— saltó Fiercy— ¡Ven a mis brazos, pupilo mío! ¡Juntos ganaremos el corazón de esa pollita!

—¡Ni hablar, yo soy el chico grande aquí!

Ruby y Brainy, que iban al frente, no podían más que reírse con la escena. Lo más chistoso era que todos tenían más o menos la misma edad, y ninguno sabía más que el otro sobre el tema.

—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—

Después de un rato de vagar, se dieron por vencidos y decidieron pedir direcciones.

—Preguntémosle a esa señora de ahí— sugirió Fiercy.

—¡Espera!— la detuvo Ruby— Puede ser una policía encubierta.

Los pokemon miraron a la anciana señora que arrastraba un carrito para las compras.

—No creo que...

—Ni hablar, es demasiado arriesgado— terminó Ruby.

—¿Y ese señor de allá?— sugirió Smoky, apuntando a un turista que parecía sorprenderse de todo cuanto lo rodeaba.

—Él es más sospechoso.

—¿Y a quién le preguntamos, entonces?— alegó Brainy.

Ruby se rascó la barbilla un momento, hasta que algo llamó su atención.

—¡Ajá!— exclamó, y apuntó hacia una casa— Entremos ahí. Estoy seguro que alguien nos podrá ayudar.

Todos miraron a la casa, una casa normal en un barrio normal. Lo único peculiar era que tenía un cartel en la puerta.

—Inspector de Motes— leyó Ruby en la entrada— Espera ¿Es un trabajo?

—Parece que sí— supuso Brainy— ¿Sigues sin querer preguntárselo a alguien en la calle?

—Ni hablar, podría ser un policía encubierto que esté persiguiéndonos.

Por lo que entraron a la casa, en donde se encontraron con un anciano frente a una televisión encendida, mientras tomaba el té.

—¿Qué se les ofrece, jóvenes?— les preguntó el viejo a modo de saludo. No parecía sorprendido de que entraran a su casa sin permiso ni aviso.

—¿Tú eres el Inspector de Motes?— inquirió Ruby, curioso.

—Así es, joven. Si quieres, puedo evaluar el mote de alguno de tus pokemon.

—¿Y eso de qué sirve?

—¿Cómo que de qué sirve?

—Digo, los nombres son nombres. Algunos pueden ser mejores que otros, o algunos pueden resultar objeto de burla, pero al final siempre serán nombres ¿No? Cualquiera puede juzgar los nombres de otras personas, no necesitas un título para hacerlo.

—Ah, en eso te equivocas, joven e inexperto amigo— el viejo depositó su tazón en una mesa, y se dirigió a Ruby con una sonrisa en la cara— Para convertirme en el Inspector de Motes estudié tantos años que ni tú podrías contarlos. Viajé alrededor de todo el mundo, aprendiendo los nombres de todo y de todos a través de la historia, y también el efecto que cada nombre le otorga a la gente al relacionarlo con la persona o pokemon que lo lleva. El arte de evaluar nombres es tan complicado que solo hay uno como yo por cada región en el país... ¿No quieres que evalúe los motes de tus pokemon, por ejemplo?

Ruby se encogió de hombros.

—Como quieras.

El inspector señaló primero a Smoky.

—¿Cómo se llama ese Combusken?

—Mr. Smoky— contestó Ruby, sin ganas.

—¡¿Qué?!— exclamó el inspector— ¡Pero qué nombre tan malo! ¿No se lo quieres cambiar?

—¿Qué?

—¡Pero si yo me llamo Smoky! ¡Ya todos me conocen como Smoky!— alegó el mismo.

—¿Qué te pasa, viejo? ¿Por qué es tan malo?

—El proceso que me llevó a determinar cuán malo era ese nombre es extremadamente largo y difícil de explicar. Quizás sea mejor que evites preguntar por qué— Luego señaló a Fiercy— ¿Y esa Mightyena?

—Ms. Fiercy— contestó ella misma, con orgullo.

—¡¿Qué?!— saltó el inspector— ¿Otro nombre horrendo?

—Ya estoy hasta el colmo con tus quejas ¿Hay algún nombre que te guste?

—Pues... ¿Y qué tal tú?

—¿Yo? Yo soy Ruby.

El inspector se agarró el corazón con fuerza, fingiendo un paro cardíaco por lo desagradable que le resultó ese nombre.

—¡Suficiente, nos vamos!— ordenó Ruby.

Pateó la mesa del viejo y se marchó sin perder más tiempo con él.

—Al final no le preguntamos dónde estaba ese centro de concursos— se quejó Brainy, después de caminar media cuadra desde la casa del anciano.

—Es mejor así. No es bueno pedir ayuda a gente tan irritante.

—¿No quieres preguntarle a ese tipo de ahí?— sugirió Birdy, apuntando a un hombre que leía un libro en un banco.

—Ya les dije, puede ser un policía encubierto— alegó Ruby.

—Tú y tus paranoias— Brainy, impaciente, se acercó al hombre para preguntarle— Disculpe, señor ¿Sabe dónde está el Centro de concursos pokemon de esta ciudad?

—Claro, sigue derecho por esta calle hacia allá— contestó el tipo sin miramientos.

Brainy volvió con el grupo, y se cruzó de brazos, victoriosa.

—De acuerdo, está bien— admitió Ruby— Bien hecho. Ahora vamos.

No dieron ni cinco pasos, cuando el hombre al que le habían preguntado sacó una grabadora de su bolsillo y murmuró algo para dejarlo anotado.

—Aquí el agente Cops. Llevo cinco horas sentado en este banco y ni rastro del terrorista. Creo que vestirme como civil no fue la manera más inteligente de salir a buscarlo.

Brainy no lo escuchó, pero de todas formas se irguió del miedo al sentir sus pensamientos.

—¿Qué te pasa, Brainy?— inquirió Ruby.

—¡Nada, nada!

—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—

Finalmente llegaron al dichoso Centro de Concursos pokemon. Era un gran edificio rojo a las afueras de la ciudad. Mucha gente entraba y salía, muchas familias y niños chicos iban, emocionados por ver los concursos que se llevaran a cabo. Ruby y sus pokemon no fueron la excepción.

—¿Pero no deberíamos entrar en nuestras pokebolas?— supuso Birdy.

—No, esta vez no— aseguró Ruby— Si lo hacen ¿Cómo van a ver el espectáculo?

Por lo que compraron cinco entradas y se marcharon a sus asientos. Sin embargo, antes de salir de la sala principal, se fijaron en unas extrañas máquinas en un rincón, que algunas personas manejaban con esmero.

—¿Qué son esas?— inquirió Smoky.

Ruby se acercó, pues no tenía idea. Fue entonces que un anciano se dio cuenta de su presencia, y le sonrió.

—¿Es la primera vez que te encuentras un licuabayas?— le preguntó educadamente.

—¿Un qué?

—Un licuabayas, mira, siéntate.

Ruby y sus pokemon se sentaron junto al anciano, en torno a la máquina cuadrada con un círculo en su centro. El anciano les explicó detalladamente para qué servían, cómo funcionaban y qué se obtenía de ellos.

—Así que pokecubos... ¿Y no son dañinos?— inquirió Ruby.

—¿Cómo van a ser dañinos, si están hechos cien por ciento de bayas?

—¿Y cómo se supone que esas cosas aumenten aptitudes como el carisma o el ingenio de un pokemon?

—No lo hacen, simplemente hacen que se vean más carismáticos o ingeniosos. Es para los concursos, nada más.

—Ya veo. Así que el único aspecto que realmente aumentan sería la belleza.

—Sí, supongo que sí... ¿Pero no quieres hacer pokecubos conmigo? Es entretenido.

Una sonrisa se dibujó en la cara de Ruby, pero en eso Smoky lo llamó.

—Ruby, va a comenzar el concurso.

—¡Ah, sí! Lo siento, anciano. Gracias por las clases.

Los cinco se marcharon apresuradamente para no perderse el principio de la función, dejando al viejo solo otra vez.

—/—/—/—/—/—

—¡Bienvenidos sean todos, a este nuevo concurso de dulzura de nivel normal!— exclamó la animadora.

Ella, el juez y los participantes se encontraban sobre el escenario, mientras que el público los rodeaba en sus asientos, expectantes. Los participantes estaban muy bien vestidos, humanos y pokemon. Las luces caían desde encima como en un circo, centrándose en el escenario.

—¡Sin más preámbulos, conozcamos a los participantes!— continuó la animadora.

Entonces pasó a presentar a los entrenadores y pokemon que concursarían, todos los cuales hicieron una reverencia a medida que eran iluminados. Al verlos, la gente aplaudía para hacer notar cuánto le gustaba su imagen.

—Ah, ya veo. Hay que aplaudir— Ruby se dirigió a sus pokemon— Cuando vean a alguien que les guste, aplaudan.

—Sí— contestaron todos.

El primer pokemon fue un gatito rosa, quien hizo furor entre la gente. El segundo un Seedot, que no sacó muchos aplausos. El tercero un Magikarp, que fue menos aplaudido incluso que el anterior. El cuarto fue un Pikachu, con el cual los aplausos volvieron a llenar la sala.

—¡Muy bien, todos! ¡Ahora comenzará la verdadera prueba!— anunció la animadora— ¡Prepárense para la prueba de ejecución!

—¿Prueba de ejecución?— se extrañó Ruby.

—Me pregunto qué será— comentó Brainy, excitada.

Los cuatro participantes se reordenaron de acuerdo a cómo les indicó la animadora, y luego se voltearon para ver al juez.

—¡Ahora, los entrenadores mostrarán las habilidades de sus pokemon para impresionar al juez y así ganar puntos!— explicó la animadora— Quien gane más puntos después de cinco rondas, gana la prueba de ejecución.

El público estalló en vítores y aplausos por un momento. Cuando se callaron, comenzó la prueba. Primero el Pikachu.

—¡Pikachu, usa Gruñido!— le ordenó su entrenador.

El pokemon obedeció felizmente, por lo que le gruñó al juez. Este se regocijó con la dulzura de la voz del Pikachu, y marcó dos corazones que se mostraron en una pantalla encima del escenario.

—¡El Pikachu del participante número 1 ha usado Gruñido!— anunció la animadora— El juez le ha dado dos corazones.

Luego participaron el Magikarp y el Seedot, y finalmente el pokemon rosado. Todos mostraron un ataque de la forma más dulce posible.

—¡Eso concluye la primera ronda!— exclamó la animadora— ¿Qué movimientos harán nuestros participantes en la próxima?

Nuevamente los entrenadores se reorganizaron de acuerdo a las instrucciones de la animadora, y comenzaron a mostrar sus movimientos al juez, el cual les iba dando corazones como puntos dependiendo de la calidad de la ejecución.

—Es interesante, cómo usan sus habilidades para resaltar en un aspecto determinado— comentó Smoky— ¿No te parece, Ruby?

Entonces se giró hacia su entrenador, y se sorprendió al encontrarlo cabizbajo. Luego miró a Brainy para preguntarle qué le pasaba a Ruby, pero al hacerlo se fijó en que ella miraba al escenario con tanto rencor que el aire alrededor de sus cuernos parecía hervir.

—¿Por qué Brainy está así?— se preguntó Smoky, cuando recordó que sus emociones eran en gran medida influenciadas por las emociones de Ruby— ¡Un momento! ¿Ruby?

Pero este ya había tomado una decisión mucho antes de que Smoky pudiera detenerlo. Se quitó su capa y su sombrero, y se puso en marcha hacia el escenario a toda prisa. Justo cuando la animadora apartaba el micrófono de su boca para darles nuevas instrucciones a los participantes, Ruby se lo arrebató de la mano y dio la cara al público.

—Estos concursos pokemon, llenos de sonrisas y puntos, no son distintos de las batallas de gimnasios. Humanos que obligan a sus pokemon a comer, vestir y comportarse como ellos quieren, sin darles voz ni voto. Esto no es más que un circo, una burla a la esclavitud de estos pokemon, y no pienso quedarme de brazos cruzados mientras veo cómo se ridiculizan ¡No!

Smoky se golpeó la cara.

—Otra vez no...

—¿No tenemos que ir con él?— sugirió Fiercy.

—Deberíamos apoyarlo— Brainy se encogió de hombros.

—¡Claro, vamos con él!— exclamó Birdy.

—¡Oye! ¿Qué te crees que haces?— alegó la animadora.

Ella intentó recuperar el micrófono, pero Ruby se lo alejó y la empujó para impedírselo. Inmediatamente varios hombres uniformados aparecieron desde los cuatro pasillos que llevaban al escenario, entre los asientos, y corrieron hacia Ruby para atraparlo, pero todos fueron interceptados por sus pokemon.

—¡Somos Pokemon Gijinka!— continuó Ruby— ¡Somos la nueva ley! ¡No descansaremos hasta que hombres y pokemon sean uno!

—¡Pikachu, usa Impactrueno!— le ordenó su entrenador.

El Pikachu concursante saltó sobre Ruby para atacarlo con una descarga, pero antes de lograrlo él lo encegueció con un estallido de luz desde su cuerpo. El Pikachu no pudo ver a dónde atacaba, por lo que terminó electrificando a la animadora. Eso dio comienzo al pánico general.

La gente comprendió que ese tipo loco estaba dispuesto a lastimarlos, así que rápidamente se pararon de sus asientos y comenzaron a escapar atropelladamente hacia la salida. El Seedot, el Magikarp y el Pikachu concursantes se lanzaron contra Ruby para detenerlo, pero este los esquivó sin problemas, golpeando al Magikarp y al Seedot, y luego corrió hacia sus entrenadores para acabar con ellos con Corte.

Un momento después, un guardia lo apresó desde atrás. Era mucho más grande y corpulento que Ruby, pero pronto gimió de dolor y lo soltó al quedar inconsciente.

—¡Ruby! ¿Estás bien?— le preguntó Brainy, apareciendo desde atrás del guardia.

—Sí, gracias.

Los cuatro pokemon rodearon a su entrenador para protegerlo de sus atacantes en medio de la confusión general, y él aprovechó el momento de tensión para dar órdenes.

—¡Smoky, usa ascuas contra el público! ¡Fiercy y Brainy, ocúpense de los guardias! ¡Birdy, destruye el lugar con Ala de Acero!

—¡Sí!— contestaron todos a coro.

Después de varios golpes, impactos y llamas, una gran cantidad de gente salió del Centro de Concursos pokemon. Varios guardias tuvieron que ser sacados inconscientes del escenario. Llamaron a los bomberos y a la policía, y buscaron por todo el lugar a aquel terrorista que se hacía llamar Pokemon Gijinka, pero no encontraron nada.

Mientras el edificio comenzaba a arder en llamas, una figura cubierta con una capa y un sombrero roñoso salió junto con un último tumulto de gente. La figura misteriosa caminó lejos del lugar, sin detenerse, hasta que se encontró lo suficientemente alejado para sentirse seguro, y entonces miró hacia atrás.

—Eso fue peligroso— le recriminó Smoky, saliendo de su pokebola.

—Tenía que hacerlo— admitió Ruby, como si destrozar lugares fuera un vicio.

Smoky se fijó en algo nuevo sobre Ruby. En su mano cargaba una bolsa llena ¿Pero de qué?

—¿De dónde sacaste eso?— le preguntó, apuntando a su bolsa.

—¿Esto? Ah, pues... lo vi por ahí, y no sé, jeje. Me pareció que podríamos... ¿Necesitarlo?

Smoky le quitó la bolsa, la abrió y se encontró con una gran cantidad de pokecubos, en su mayoría azules.

—¿De dónde sacaste esto?

—Estaba en el puesto del juez— contestó como un niño pequeño tras haber sido descubierto haciendo alguna maldad.

—¿O sea que sí te gustan los concursos pokemon? ¿Hiciste todo ese escándalo porque te dieron ganas de robar pokecubos?

—¡No, no! Desapruebo totalmente los concursos, después de ver de qué se tratan. Es solo que... no sé, estos pokecubos no me parecen malos para nada. Es decir, son nutrientes ¿No? Son bayas procesadas. No son una forma de esclavitud, sino comida.

Smoky suspiró.

—Supongo que tienes razón.

—/—/—/—/—0—\—\—\—\—

Pikachu, el pokemon Ratón:

—Peso: 6 kg

—Altura: 0,4 m

Curiosidades:

—La cola de los machos asemeja a un rayo, pero la cola de las hembras tiene una partidura al final, asemejando la forma de un corazón. Por ende, podemos confirmar que el Pikachu de Ash es macho. También podemos decir que el Pikachu de Red, Pika, es macho, sin embargo, si aplicamos el mismo criterio en Chuchu, el Pikachu de Yellow, podemos determinar que... ¿Es macho? Estoy confundido.

—Pika, ya mencionado antes, aprende Surf en el manga (se sube a una tabla de surf). Chuchu, también mencionado antes, aprende Vuelo en el manga (se amarra unos globos).

—Cuando varios se juntan, su energía puede causar fuertes tormentas

—Almacena su energía en las mejillas

—Recarga su energía por la noche mientras duerme. Por lo mismo, cuando despierta, suele descargar un poco de esta energía.

—Puede usar su energía para recargar a otro Pikachu que se encuentre débil

Equipo de Ruby:

1._ Combusken: Mr. Smoky. Naturaleza Gentil

2._ Mightyena: Ms. Fiercy. Naturaleza Audaz

3._ Kirlia: Ms. Brainy. Naturaleza Impaciente

4._ Taillow: Mr. Birdy. Naturaleza Valiente

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top