Aparte del Entrenamiento


Fiercy cayó de rodillas, exhausta. Frente a ella se encontraba un cansado, pero victorioso Smoky.

—¿Cuántas van?— preguntó ella.

—57 a 3, hoy— confirmó él.

Fiercy golpeó la arena con un puño.

—¡Argh!— bramó, furiosa— ¡¿Cuándo te hiciste tan fuerte?!

Cuando evolucioné, supongo— pensó Smoky, pero supuso que Fiercy no necesitaba que le recordaran algo así.

Smoky se acercó a Fiercy para tenderle una mano, lo cual ella aceptó por costumbre, sin pensar. Se paró, y al hacerlo, él le sonrió.

—¿Qué?— alegó, nerviosa de que se rieran de ella.

—Es que me agrada estar contigo— le espetó Smoky.

Fiercy se sonrojó ligeramente.

—¡¿Pero qué cosas dices?!... A mí también... me gusta estar contigo.

Ambos se quedaron en silencio por un buen rato, Smoky sonriendo y Fiercy con la mirada baja. Ninguno de los dos se había dado cuenta que sus manos permanecían juntas.

—¿Vamos a quedarnos aquí por el resto del día o vamos a seguir entrenando?— se quejó ella.

—¿No quieres descansar?— le propuso Smoky— Ya sabes lo que dice Ruby.

—¡No me voy a detener hasta empatar el marcador!— bramó— No me importa si me toma hasta que nos vayamos.

Smoky dejó colgar sus brazos, en un gesto de cansancio.

—Solo una más— le permitió— Solo un intento más. Si ganas o pierdes, iremos a descansar.

—De acuerdo— Fiercy se palpó un bíceps con una mano, en señal de que contaba con la fuerza necesaria— ¡Esta vez definitivamente te derrotaré!

La Mightyena se lanzó hacia Smoky con sus fauces abiertas, pero Smoky la conocía demasiado bien, por lo que notó sin problemas cuando sus ojos miraron hacia sus pies por un instante.

Es una finta— adivinó el Blaziken.

Smoky retrocedió, y justo como había predicho, Fiercy aprovechó el impulso de su salto para zambullirse sobre la arena y cavar un hoyo por el cual se introdujo. Smoky suspiró, y en un segundo calculó el lugar en donde su compañera iría a salir.

Con toda calma, dio dos pasos hacia la derecha y tres hacia atrás. Ahí se agachó y esperó. Justo como había predicho, en ese momento la arena se hundió para dejar paso a la cabeza de Fiercy.

Smoky la tocó con su puño, reclamando la victoria sobre ella sin tener que golpearla de nuevo.

—Listo ¿Ahora quieres ir a comer algo?

Pero Fiercy no contestó. Smoky, extrañado, la rodeó para ver su cara, y advirtió que miraba en una dirección fija, hacia el interior de la isla. Más que eso, gruñía con exasperación, como si el mismísimo Steven se encontrara ahí.

—Tampoco es para que te pongas así— le espetó Smoky, confundido— Se gana y se pierde, sobre todo si tu tipo es débil contra el mío.

Pero Fiercy no lo escuchaba. En vez de eso salió de la arena y se levantó. Su cuerpo tenso a pesar del cansancio, sus dientes visibles para que todos le temieran. Al verla así, el ataque de Smoky bajó ligeramente.

Confundido, levantó la vista hacia donde ella miraba. Al principio no vio nada, pero luego apareció, una figura blanca con un cuerno negro caminando hacia ellos. Era un pokemon, uno que no recordaba haber visto hasta el momento. Sus ojos rojos los miraban con sabiduría incomparable, y sus pisadas eran tan elegantes que el pasto a su alrededor suspiraba con admiración.

—¿Quién es...— quiso preguntar Smoky, pero en ese preciso momento Fiercy salió corriendo hacia el Absol— ¡Fiercy, espera!

La Mightyena corrió como un cometa, rabiosa. Por un momento pareció que iría a arrancarle la piel de la cara al pokemon de blanco pelaje, cuando Zafiro la derribó desde un lado, seguida de Sumpex, el Swampert, y Stollos, el Aggron. De pronto los tres se encontraron sobre Fiercy, en el suelo. Zafiro, en medio del forcejeo, se giró para encarar al Absol.

—¡Rayos, Eris! ¡¿No podías avisar?!— le reclamó, mientras hacía todo lo posible para que Fiercy no se levantara del suelo.

Esta última pataleaba y lanzaba gruñidos atemorizantes a todos lados. La muchacha y sus dos pokemon más grandes tenían problemas para controlarla entre los tres. Mientras tanto, Smoky solo podía mirar la escena en confusión, mientras que Eris, el Absol, observaba con detenimiento.

—Necesitaba tiempo para armarme de valor— se excusó Eris— No siempre se enfrenta a una bestia furiosa.

—Sí, bueno, bienvenido al club— le espetó Zafiro, un poco irritada de su altanería en esa situación— ¿Vas a hacer algo para calmarla o te vas a ir?

Eris rodeó al grupo sobre Fiercy, con toda calma. Parecía estar esperando el momento oportuno para atacar.

—Esperen ¿Qué está pasando?— inquirió Smoky.

—¡Qué sé yo!— alegó Zafiro— ¿Es la primera vez que ves a Fiercy así?

Smoky iba a contestar que sí, pero entonces recordó que no era verdad: Hacía no mucho tiempo había visto el mismo comportamiento en su compañera.

—Algo parecido ocurrió hace un tiempo, pero fue Ruby quien la calmó... iré a traerlo.

—No hace falta— lo cortó Eris— Verás, ese día, tu amiga se encontró conmigo, y presentaba el mismo comportamiento que ahora. Tal parece que tiene un trauma asociado a mí o, más probablemente, a los Absol en general. Ruby podría calmarla en mi ausencia, pero solo estaría aliviando la superficie del problema, no atacando la raíz.

—¡No entendí nada de lo que dijiste!— alegó Smoky, entrando en los nervios.

—Es decir— resumió Eris— que un Absol debió haberle hecho algo muy malo cuando era pequeña, y que solo yo puedo curarla.

—¿Podrías apurarte?— le rogó Zafiro.

—Claro, claro.

—¿Y qué vas a hacer?— inquirió Smoky, temeroso de las consecuencias que un tratamiento pudiera imponerle a Fiercy.

—Esto.

Eris le indicó a Zafiro y a sus compañeros que levantaran a Fiercy, y mientras esta rabiaba y luchaba por liberarse, el Absol tomó su cabeza entre sus manos y juntó sus labios con los de ella en un apretado beso.

De repente las pataletas de Fiercy se extinguieron, a medida que ella se entregaba y se dejaba llevar. Los demás los miraron contrariados, con la boca abierta de la sorpresa.

Pero de pronto abrió los ojos, y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Roja por la vergüenza, se separó del Absol y lo golpeó con tanta fuerza que su cabeza rebotó en el piso.

—¡¿QUÉ TE CREES QUE ESTÁS HACIENDO?!— vociferó una iracunda Fiercy.

Eris se levantó del suelo, adolorido.

—¡Debes entregarte al amor! ¡El amor es lo único que te curará!— le reclamó él de vuelta.

—¡QUÉ AMOR NI QUÉ DIABLOS!— Fiercy se acercó a él a toda velocidad y lo pateó con tanta fuerza que lo mandó volando por varios metros, y luego volvió a acercarse para volver a golpearlo y mandarlo a volar, y así continuaron hasta que desaparecieron de la vista de los demás.

Smoky necesitó bastante tiempo para reaccionar después de lo que había visto.

—¿Ese... ¿Ese Absol siempre es así?— inquirió.

—No que yo supiera— contestó Sumpex— pero es un miembro nuevo en el grupo, así que... ¿Sí?

—No, Eris no suele ser así— lo corrigió Zafiro— Él mira el romance y el sexo de manera distinta a nosotros, incluso lo puede usar como una herramienta, si quiere. Si dice que puede ayudar a Fiercy con su problema, le creo...— la muchacha adoptó una pose pensativa— Lo que no me esperaba era que Fiercy tuviera un trauma con los Absol ¿Tú sabías algo de esto, Smoky?

Mas el Blaziken negó con la cabeza.

—Ya veo— Zafiro meditó un poco más— Puede que ni ella misma recuerde. Iré a vigilarlos, para evitar que Fiercy mate a Eris. Ustedes pueden descansar por ahora.

Sumpex y Stollos se despidieron con saludos militares. Seguidamente Zafiro echó a correr hacia donde habían desaparecido ambos pokemon.

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Brainy cerró los ojos, y escuchó los extraños sonidos cercanos a su oído.

Se encontraban bajo la sombra de un árbol, en la playa. Habrían caminado, pero sus músculos estaban duros y sus cuerpos se sentían pesados.

—Puedo escuchar tu corazón— comentó ella, rompiendo el silencio.

Seguidamente levantó su torso para mirar a su entrenador de cerca. Ella estaba sobre él.

—No recuerdo cuándo fue la última vez que nos quedamos así— volvió a decir.

—Yo tampoco— admitió Ruby— Cuando eras una Ralts, era mucho más fácil.

—Sí, aunque no lo aproveché como debería haber hecho.

Ruby sonrió.

—En ese entonces estabas mucho más interesada en aprender y expandir tus habilidades.

—Siempre me sentí curiosa... solo que nunca tuve nadie para protegerme y ayudarme a crecer.

Ruby la miró dubitativo.

—¿No te arrepientes de haber venido conmigo?

Brainy ensombreció su mirada, casi con sorpresa.

—¿En serio?

Ruby se encogió de hombros.

—Lo siento, solo lo pregunté por preguntar.

Brainy pensó en alegar más al respecto, pero en ese momento, con la cara de Ruby tan cerca de la suya y ambos solos en la playa, recordó las palabras de Kitten, sobre dar el primer paso. Inmediatamente los sentimientos de Ruby le llegaron, como una brisa primaveral.

Un poco de felicidad, mezclada con deseo, apreciación, agradecimiento, admiración, ternura, ansiedad, miedo. Había tantas que no habría logrado distinguirlas todas por completo, incluso si se hubiese concentrado en aquella tarea. Ella sentía lo mismo.

Ambos llevaban un buen rato mirándose el uno al otro, sin decir nada. Se sentían torpes e infantiles, y como no estaban acostumbrados a eso, también se sentían estúpidos.

Brainy quería hacerlo. Quería acortar esos centímetros que la separaban de los labios de Ruby y sumergirse en el desconocido placer de unirse a él, lo había querido desde que era una Kirlia... no, desde que lo conoció. Sin embargo, algo la detenía.

Si lo besaba, una serie de consecuencias aparecerían inmediatamente, era un camino sin retorno. Mas Brainy, por muy racional que fuera, en ese momento solo podía sentir miedo, sentir inseguridad sobre el porvenir.

Ruby, por su parte, no podía leer sus pensamientos. Le mantenía la vista, intentando adivinar qué intentaba hacer, si es que intentaba hacer algo ¿Quizás solo quería mirarlo por un largo rato? ¿Permanecer así, acostados, hasta que fuera hora de regresar con los demás? El muchacho no era ajeno a los sentimientos de Brainy, muchas veces él mismo había querido tirar todo a la basura, agarrarla en sus brazos y dejarse llevar, pero tenía miedo. Muy difícil le era aceptar ya que se sentía atraído a una pokemon, se esforzaba mucho en verla como alguien igual a cualquier otra mujer que hubiese conocido, y en gran parte lo lograba, pero siempre quedaba un residuo, un extraño resto, casi mudo, que le susurraba en las noches más oscuras, que no se podía sentir así por ella.

Pero entonces sintió su cabeza apoyándose en su frente, sus manos rodeando su cuello, su puntiagudo corazón rosando con cuidado sus clavículas. A esa distancia apenas necesitaban musitar, apenas guturar sonidos desde sus gargantas para que el otro los sintiera vibrar en su nariz.

—Ruby— lo llamó Brainy.

—¿Sí?

—He visto lo que quieres hacer conmigo— le confesó.

Ruby tuvo que controlar su risa para que no saliera muy fuerte.

—¿Vas a dejar de quererme por eso?

—Quiero intentarlo— aseguró ella, sorprendiéndolo ligeramente. Entonces se separó un poco para volver a verlo a su ojo. Estaba rojo como la piel de un Slugma— Quiero decirte esas cosas obscenas que endurecen tus genitales, esas posiciones tan extrañas en las que me imaginas cuando sientes que tienes un momento de privacidad y también quiero que intentemos cumplir algunas de mis fantasías, si tú estás dispuesto.

Ruby no supo muy bien qué responder, ahí Brainy vio su oportunidad. En un instante desconectó toda su vergüenza, se entregó a su misión y se inclinó sobre su entrenador para besarlo directo en los labios.

Fue un beso corto, se separaron casi de inmediato, pero fue un inicio.

Después de eso no intentaron ninguna fantasía, solo se quedaron acostados en ese lugar, hablando de cuando en cuando, escuchando la respiración del otro.

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Me gustaría saber qué piensan respecto a este ship, tanto si les gusta, como si no, como si no les viene ni les va.

Noten que Ruby es oficialmente un pokéfilo ahora. Y técnicamente Brainy tiene complejo de Electra.

*KTTR patea una silla

*—¡Aaaaaaaaaaaaaargh! ¡¿Por qué no puedo tener personajes normales?!

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