Capítulo 3
Nota: el lobo de Taehyung pasará a llamarse Tae desde aquí en adelante
–Te tomarás tus cinco días libres, Jimin. No vamos a entrar en discusión.
El pelirrosa le lanzó una mirada cargada de resentimiento a Kim Seokjin, el hombre que se encargaba de mantener segura la zona en la cual trabajaba. Seokjin era el alfa a quien debía pagarle una comisión para poder tener el permiso de exhibirse en la calle. Era su territorio, por lo que él tenía el derecho de tarifarlo y de controlar a los omegas como mejor le pareciese.
–Pero jefe, si no trabajo, no podré pagar las cuentas de casa –se quejó el omega con un tono empalagoso, modificando su estrategia y dedicándole un tierno puchero que habría derretido el corazón de cualquiera.
No obstante, ese no era un alfa al cual se le pudiera ganar coqueteando. Tenía comprada toda la cuadra hace mucho y la explotaba a su gusto, sacando fuertes ganancias. Estaba acostumbrado a tener que lidiar con omegas y betas prostitutos que creían poder pagar sus deudas con un simple acostón. El señor Kim conocía a la perfección cómo funcionaba el negocio. Era imposible que cediera ante la perversión.
Por todo eso estaba al tanto del peligro que corría un omega en celo trabajando en la calle. Generalmente, desaparecían sin dejar rastro y no se los volvía a encontrar. Seokjin quería evitar eso si estaba en su poder.
–Te prometo que podrás enviarme al alfa que quieras. Me pondré un collar y usaré inhibidores –el pelirrosa siguió insistiendo, a pesar de que la decisión estuviera tomada.
–Lo siento, Jimin. Las cosas no se hacen así en mi zona. Yo cuido de mis fuentes de dinero. Agradece que eso signifique que cuido de ti también –el alfa hizo una seña al guardaespaldas corpulento que tenía detrás de Jimin, para que lo guiara a la salida–: Será mejor que desaparezcas de mi vista junto con tu olor cuanto antes. No quiero una pelea con mi esposa por culpa de tus estúpidas feromonas.
El omega se levantó del asiento de un salto, como si la silla le hubiese quemado el trasero. No necesitaba que se lo dijeran dos veces.
–Enseguida. Disculpe la molestia ocasionada.
–No es problema, terroncito de azúcar. Sehun te acompañará a la salida –le sonrió el alfa a cargo, colocándose un habano sobre los labios y haciéndole una seña al guardaespaldas que esperaba detrás de Jimin. Eso significaba el fin de la conversación.
Jimin salió con rapidez del despacho, seguido de cerca por el matón de Seokjin.
No sólo estaba enojado y avergonzado por la negativa de su jefe a tomar clientes durante su celo, sino que se sintió incómodo mientras bajaba las escaleras del primer piso. Ansiaba salir de ese tugurio de mala muerte. En la planta baja, pasó a través de un pasillo lleno de habitaciones, dentro de las cuales había alfas, omegas y betas apostando a las cartas, follando o incluso drogándose.
Era el antro de los vicios, diseñado por Seokjin. La vieja construcción se ubicaba frente al lugar en el que Park se paraba algunas noches buscando clientes. Era un sitio muy respetado en el barrio.
–¿Quieres que alguien te haga compañía durante tu celo, niño bonito? –el tono grave de Sehun brotó a las espaldas de Jimin, que se alertó por la proximidad confianzuda del contrario.
Odiaba que los alfas fueran tan indisciplinados y abusivos con los omegas. Lo detestaba. Pasar los celos sin el nudo de un alfa por su propia seguridad era una tortura debido a los dolores. Pero no estaba dispuesto a denigrarse y aceptar a un alfa de tan baja categoría como el que tenía detrás.
–Te lo agradezco –se giró a mirarlo, con esa sensualidad innata que hipnotizaba a cualquiera–. Por desgracia para ti, mi alfa se encargará de satisfacerme cuando llegue el momento. Es un dominante, así que no le gustará saber que alguien más quiere meterle mano a su destinado –mintió un poco, llegando por fin a la salida.
Park sólo necesitaba cruzar la calle y estaría bajo la protección que le brindarían sus colegas de oficio.
Claro que los otros omegas y betas no eran realmente sus compañeros. El asunto se traducía a cuidarse los unos a los otros ante alfas que querían propasarse sin autorización. Existía una cierta camaradería que los unía como especies débiles ante los líderes de la cadena.
Maniobrando con sus tacos, Jimin creyó que lo lograría, que podría huir y quitarse de encima a Sehun.
No contó con que el alfa le sujetaría con fuerza por el interior del brazo, girándolo y atrayéndolo contra su cuerpo.
–Anda, lindura. Ambos sabemos que es mentira. Ni siquiera tienes una marca de olor en ti.
–O me sueltas ahora mismo o le hablaré a Seokjin sobre tu comportamiento hacia su mercancía –le espetó el omega con dureza, empujándolo con el hombro para que lo soltara.
Funcionó.
El alfa le liberó al instante y el pelirrosa aprovechó para abrir la puerta y escabullirse en el frescor de la noche. El frío invernal golpeó sus piernas descubiertas, apenas tapadas en la parte superior por una falda plisada en color rosa, haciendo juego con su cabello.
Estuvo a punto de cruzar la calle cuando la reconocida limosina se detuvo a su lado, sobresaltándolo.
–Buenas noches, señorito Park –lo saludó Namjoon, bajando la ventana del copiloto–. ¿Se encuentra bien?
–De lujo –gruñó el omega con frustración, cruzándose de brazos y yendo a la parte trasera del vehículo. Abrió la puerta, internándose entre los mullidos asientos y esperando disfrutar de la sensación cómoda de la calefacción junto al tranquilizador aroma de su alfa, que tanta falta le hacía en esos momentos.
Abrió los ojos en demasía al encontrarse el habitáculo vacío, sin ningún rastro de Kim que iba en su búsqueda cada vez que quería interrumpir su "trabajo".
Minnie se inquietó. Había deseado verlo esa noche. A pesar de negarse una y otra vez, estaba unido tanto a Tae, el lobo de Taehyung, como al mismo humano y los quería a ambos, porque se suponía que eran almas unidas por la Luna para estar siempre juntas. De ahí a que buscara de manera inconsciente su olor cuando necesitaba calmarse, como entonces.
La limosina arrancó y Jimin le frunció el ceño al conductor a través del espejo retrovisor.
–¿Y Kim? –inquirió, verbalizando lo que Minnie, su lobo, estaba ansioso por saber.
Escuchó a Namjoon bufar, tomándose su tiempo para contestar.
Jimin estaba enojadísimo. Incluso más que su lobo.
El último intercambio que tuvo con su destinado fue aquel en el que se distanciaron con brusquedad, con Taehyung durmiendo en el cuarto de invitados y Jimin enfurruñado en la cama del alfa. Recordó las palabras frívolas que le dedicó. Eso de que no le esperaría para siempre y que se conseguiría otro omega.
Esa vez quiso discutir con Kim a la mañana siguiente, sacarle en cara la falsedad de sus palabras al prometerle que lo esperaría y que seguiría enamorado de él por el resto de su vida, más no lo encontró en el departamento y no volvieron a coincidir después de eso.
Tanto Tae como Taehyung estaban lastimados. Las actitudes de su omega los hería, por más que no quisieran demostrarlo para no rebajarse.
–¿No piensas decirme? –Jimin le volvió a insistir a Namjoon, sintiendo la desesperación cruzar su mente y su cuerpo. ¿Y si lo había alejado definitivamente? ¿Y si Taehyung ya no quería saber más nada de él?
Una sensación opresiva le quitó el aliento.
No iba a pensar en eso. Era inconcedible. Su alfa no tenía permitido dejarle porque sino Minnie se moriría de tristeza.
–Lo siento, señorito Park. Mis órdenes fueron llevarlo a su propia casa y dejarlo allí –respondió Namjoon con cortesía, enfocado al frente en el inestable tránsito de las afueras de la ciudad.
–¿A mi casa? ¿O sea que él no va a verme? ¿Ni siquiera quiere tenerme en su departamento hoy?
Era desconcertante. Taehyung jamás había hecho algo semejante, ni aunque Jimin lo despreciara mil veces. Era raro que tomara una decisión como esa, no queriendo ni siquiera asegurarse de que estuviera bien.
–¿Me vas a decir qué mierda está pasando, Namjoon?
–Por favor, déjelo pasar –le pidió el guardaespaldas, turnándose para mirar hacia el camino y al reflejo de Jimin–. Me está poniendo en una encrucijada.
–Pues, como sigas ocultándome dónde está mi alfa, me pondrás en un compromiso cuando te asesine –soltó el omega con un gruñido, cansado del secretismo.
–Está bien –sonrió el hombre tras el volante, dándose por vencido. Si Taehyung hubiera podido escuchar ese despliegue de celos por parte del pelirrosa antes de tomar la decisión que tomó...
–¿Y? ¿Tengo que darte cuerda para que arranques?
–Mi señor estará comenzando su celo esta noche –confesó Namjoon.
La noticia asombró a Jimin, que no pudo contener su estupefacción.
–Me pidió que cuidara de usted, que lo llevara hasta su hogar. Después de eso, me encargó llevarle un omega de compañía que cubriera su necesidad.
De acuerdo, ahí Jimin y su lobo empezaron a hiperventilar, entendiendo lo que eso implicaba.
Hasta donde el omega tenía conocimiento, Taehyung suprimía sus celos con pastillas, a pesar de que éstas tuvieran una gran cantidad de nocivas contraindicaciones en un alfa. Lo estuvo haciendo desde que lo conoció, ya que decía que un alfa dominante no era capaz de pasar sus celos sin un compañero y quería esperar hasta que su omega estuviera preparado para dar ese paso.
Fue de gran impacto para el pelirrosa enterarse de que Taehyung liberaría a su lobo para compartir su celo con un desconocido y no con él.
La sensación de rechazo invadió su sistema, haciendo cristalizar su mirada gris. Sus manos arrugaron con fuerza su delicada falda y no pudo evitar pensar que el maldito alfa le mintió. Si le hubiese amado tanto como decía, no estaría a punto de engañarle con otro omega.
Su lobo gimió, cargado con el peso de una profunda tristeza, asimilando el abandono. Un aullido de dolor resonó en el interior de Jimin, sacándole un par de gruesos lagrimones que bañaron su delicada piel y cayeron sobre su falda.
Él no era un omega de alta clase, mucho menos alguien millonario como Kim. Rechazaba al alfa porque se sentía inseguro debido a su inferioridad de casta. Entendía que él quisiera a alguien más, a un omega más bonito. Uno que no tuviera olor a otros alfas o que estuviera más a su altura, con cierta estabilidad económica.
Namjoon escuchó la tristeza del lobo de Jimin, aunque no estuviera vinculado a él. Cualquier lobo lo habría escuchado y sentido.
–¿Está usted bien? –preguntó con preocupación.
El guardaespaldas no aprobaba la decisión de su jefe. Le parecía que esos dos estaban probándose el uno al otro, viendo hasta dónde eran capaces de llegar. Sobre todo Jimin, que se negaba a corresponder los sentimientos de un entregado Taehyung. Además, no entendía por qué su jefe no le había dado un ultimátum antes al pelirrosa.
–Estoy perfecto –manifestó el omega, terminando de enjuagarse con furia las lágrimas del rostro. Calmó a su lobo y asumió su deber para con él–. Nammie, habrá un cambio de planes.
–¿A qué se refiere, señorito Park?
–Iremos a mi casa, esperarás a que prepare mis cosas y después me llevarás al apartamento de Taehyung.
–Lo siento, pero...
–Nada de peros. Yo seré el omega con el que él pasará su celo. Soy su destinado y no permitiré que otro sucio omega toque lo que es mío, ¿nos entendemos?
–Por supuesto, señorito Park –Namjoon asintió, ajustándose las gafas oscuras. Sonrió en secreto, contento por ser cómplice de una unión que su jefe no se esperaba.
Bueno, tal vez Taehyung se lo agradecería más tarde con un aumento. Así, el celo de uno se sincronizaría con el del otro y sus lobos podrían acercarse más. Ayudaría a convencer a un testarudo Jimin para que finalmente cediese a un cortejo.
Hoy hay actu doble, para su disfrute
-Neremet-
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