Capítulo 13
El departamento de Taehyung le brindaba a Jimin comodidad y contención, además del aroma tranquilizador de su alfa, por eso es que permaneció en él un par de días tras el altercado con Sehun. En parte también le dio miedo que el alfa tomara represalias, pero su destinado le aseguró que Namjoon se había encargado de eso y que ya no supondría un problema.
Lo que más le gustaba al joven omega era hacerse cargo del hogar, aunque Taehyung haya sido insistente con dejarlo todo en manos de la mucama que iba tres veces a la semana a limpiar y preparar la comida. Le dejaba una cierta satisfacción ser alabado por la comida que preparaba, ser felicitado por lo aseado que lucía el departamento y por lo diligente que era a la hora de servir. No iba a negar que cuando lavaba y planchaba la ropa de Taehyung usaba esa ventaja para refregarse en ella, marcándola con su olor y estableciendo su territorio ante los demás omegas que se le cruzaran en el trabajo.
El alfa tomaba aquello como un enorme avance en su relación, pues llevar encima la esencia de su omega significaba algo serio. Más allá de un cortejo, implicaba ya una relación establecida.
Así es que le dejaba que hiciera cuanto quisiera. Colaboraba sin ser descubierto para no ser reprendido y con eso minimizaba la carga de Jimin, además de sorprenderlo ciertas mañanas al despertarlo con el desayuno preparado. Le nacía tener esos detalles por su naturaleza caballerosa. Quería hacerlo sentir a gusto con su presencia y mimarlo para que su lobo fuera consentido de la misma forma que el lado humano, buscando en secreto la aprobación de ambos.
La pareja desayunaba sobre la barra de la cocina durante cierta mañana. Taehyung lucía enfocado en su celular contestando mensajes importantes que le llegaron desde la empresa y Jimin no podía estar más disgustado por ello.
Notó que cada vez necesitaba más la atención del alfa, tenerlo pululando cerca, y se enfurruñaba cuando no la obtenía. Incluso se encerraba en el cuarto que compartían y pasaba más tiempo dentro del nido acomodando las prendas de ambos y remarcando su aroma en ellas. No comprendía del todo el porqué del cambio en su conducta, atribuyéndolo al hecho de tener por fin un compañero y al temor de perderlo por sus inseguridades, pero no podría estar más equivocado.
–¿Estás haciendo pucheros otra vez? –Taehyung le llamó la atención, dejando a un lado el teléfono y apurando lo último que le quedaba de café en su taza.
Jimin se hizo el desentendido, acomodando los pliegues de la enorme camisa que no era suya y que le cubría hasta los muslos. Hizo girar de lado a lado la banqueta en la que se sentaba, impulsándose con los pies en un gesto nervioso.
–No estoy haciendo pucheros –dictaminó.
–¿Ah no?
–Sólo estoy moviendo los labios.
–Pues podrías mover esos labios tan bonitos que tienes sobre los míos –ofreció el alfa con una sonrisa descarada, a lo que las mejillas del omega adquirieron el mismo tono que su cabello.
–No es justo –se quejó el menor en un suspiro.
–¿Por qué no?
–Porque los besos me hacen lubricar y entonces querré tener tu nudo dentro de mí.
Aquella declaración despreocupada encendió el pecho de Taehyung.
La intimidad entre ellos se había vuelto moneda corriente, bajo la seguridad de los condones. Disfrutaban a menudo del placer de sentirse, de tocarse y fundirse uno en la piel del otro, logrando la enorme satisfacción de conocerse a un nivel mucho más allá de lo físico. La conexión entre destinados los había vuelto más atentos a las necesidades contrarias, abiertos al diálogo y a sentimientos propios de pertenencia, celos y enamoramiento.
Jimin no estaba acostumbrado a afrontar sus sentimientos. La pérdida de su familia lo volvió cerrado, inmerso en sí mismo, cuando de niño solía ser una persona muy cariñosa y demandante de afecto.
La mayor pérdida para él había sido la de Yoongi. Sin él se sentía perdido, sin rumbo, pues fue su brújula durante demasiado tiempo. Tanto, que tenía la completa confianza del omega como para resolverle la vida, sin contar con que también era su sustento económico y afectivo. Tener que asumir la carga de hacerlo todo solo fue muy duro.
La naturaleza del trabajo de Jimin le permitió ser testigo de los peores demonios desatados en un alfa. La bravía y el instinto animal que les embargaba al tomar a un omega le enseñó que no podía fiarse de ninguno. No obstante, Taehyung le demostró que también existía bondad, compañerismo e instinto protector en un buen alfa. Sólo por eso se permitió confiar y entregarse.
–Si me dejaras, podría satisfacerte aquí mismo, mi amor –ofreció Taehyung, acentuando su perfume natural para seducir al omega.
–Luego te irías al trabajo y me sentiría mal. Terminar de follar me deja con ganas de acurrucarme sobre ti y sentir tus manos acariciándome.
–Puedo pedir el día...
El ofrecimiento resultó tentador para Jimin, que alzó la vista para mostrarle a su destinado la ilusión en sus ojos. Su cuerpo picó en necesidad, ansioso por volver a tener la suave calidez de la piel contraria sobre la suya. Las mariposas se agolparon en su vientre, recordándole la tantas veces experimentada sensación de sometimiento, y sus piernas respondieron juntándose por reflejo. Clavó sus garras en el taburete, conteniendo las ganas que tenía por correr a los brazos de su alfa y ser envuelto por él.
Taehyung tenía una manera dulce de tratarlo. Cada caricia suya era como una pincelada de amor sobre los restos derruidos de su corazón. Llenaba su vacío interior y mimaba a su lobo al punto de doblegarlo con el vientre hacia arriba. El traidor de Minnie se vendía por la menor atención, arrastrándole consigo. Lo peor del asunto era que no estaba dispuesto a darle la razón, pues era aceptar que se equivocó al juzgar las intenciones de su alfa en un primer momento.
Minnie tomó la iniciativa de empujar a Jimin fuera de sus límites. Movió el cuerpo omega hacia Taehyung, y dejó que el lado humano hiciera el resto.
–¿Pido el día? –insistió el dominante, con una amplia sonrisa que demostraba lo feliz que estaba por poder escaparse de sus responsabilidades.
–¿Cómo piensas mantener esto –hizo un gesto abarcativo con el dedito índice, refiriéndose al departamento– sin ir a trabajar?
Los caninos de Taehyung relucieron al agrandar su sonrisa. Su omega no tenía ni idea de que no le hacía falta presentarse rigurosamente en su empresa a diario.
–Digamos que se podría mantener en pie sólo con los ingresos de las inversiones –respondió, anclando las manos en la cintura pequeña y atrayéndola contra su pelvis.
Los ojos de Jimin se abrieron como platos.
–Nunca me hablaste de tu patrimonio.
–¿Te calienta una cuenta bancaria abultada? –bromeó, olfateando y besando con sutileza alrededor de la glándula de olor del omega.
–Digamos que me van otro tipo de bultos.
Un gruñido áspero escapó de los labios del dominante al ser acariciado por las expertas manos de su destinado, justo encima de la protuberancia de su polla cubierta por el pantalón de vestir.
Taehyung lamió la marca rosácea que él mismo había creado temporalmente en el hombro ajeno, enviando un escalofrío a lo largo del cuerpo de Jimin. Las feromonas flotaron en el aire, con un ligero cambio. La concentración de frutillas dejaba paso a un segundo aroma, apenas nítido para el buen olfato de un alfa dominante.
Ahí estaba el indicio, la pequeña esperanza de Tae y el inminente terror. Podía confirmar el embarazo del omega con esa casi imperceptible concentración aromática desconocida.
La alegría se manifestó en su interior, donde Tae aulló tres veces y brincó haciendo un exagerado giro hacia atrás. ¡Sería papá de uno o varios cachorros!
–Taehyung –susurró Jimin, intranquilo por la expresión estática desde hace varios segundos en el rostro de él.
–Lo siento. Me distraje.
El más pequeño frunció el entrecejo, desconcertado, notando el enorme tamaño de las manos de su pareja haciéndole cosquillitas sobre el vientre. Subió y bajó la mirada del rostro ensimismado de Taehyung a su estómago, tratando de llevar sus pensamientos lejos de la hipótesis que poco a poco empezaba a cobrar más fuerza.
Inspiró rápido, y más rápido cada vez. Intentó calmarse, cosa imposible mientras sacaba cuentas restando fechas. Sus cálculos e ideas empezaron a cuadrar y ya no pudo evitar su malestar.
La cocina dio vueltas a su alrededor, como si estuviera observando desde una calesita. La sangre escapó de su rostro mientras el sonido de un pitido en sus oídos incrementaba su potencia. Sus rodillas temblaron, incapaces de sostener su peso por mucho más tiempo y la verdad lo azotó con crudeza.
–No es cierto –se le escapó en un hilo de voz, tratando de mentirse a sí mismo.
–¿Jiminnie?
El tono asustado de Taehyung no hizo más que empeorar las cosas.
El omega quiso apartarlo, al mismo tiempo que un ardor subía por su garganta y lo obligaba a regurgitar su desayuno sobre el caro suelo brillante.
Aspiró hondo una vez que liberó su estómago y parpadeó varias veces para recuperar la visión empañada por sus ojos empapados. Hubiera caído encima de sus propios desperdicios de no ser por el alfa, que lo mantenía contra su cuerpo con una mano y sujetaba sus rosados cabellos con la otra.
–Cariño, ¿estás bien? –escuchó encima de su oído derecho en un tono amable, preocupado.
Nada estaba bien. Nada podía estarlo ahora que tomaba consciencia de que Taehyung lo preñó durante su celo, a sabiendas de que él no deseaba cachorros en ese momento.
"¿Y qué esperabas? Corriste a los brazos de un alfa en celo mientras tú también lo estabas", le regañó Minnie.
Jimin quiso llorar ahí mismo por ser tan estúpido, pero la falta de energías lo envolvió por completo y desmayó su cuerpo, que no pudo siquiera luchar por mantenerse consciente.
El calor lo envolvía cuando despertó.
El olor de su aroma mezclado con el de Taehyung y la textura de las prendas debajo de su rostro le hicieron entender que se hallaba en el nido.
Se sacudió con brusquedad, liberándose de la manta que lo mantenía caliente, captando la habitación matrimonial bajo los suaves destellos de un sol que penetraba a través de las ventanas. Tenía un sabor amargo y sequedad en la boca, y se inclinó sobre una de las mesitas de luz para reclamar el agua de un vaso lleno hasta el borde.
–Bebe despacio. No lo hagas muy de golpe.
Se atoró al escuchar aquella voz y tosió con fuerza, girándose para captar a una omega sentada del otro lado de la cama.
Ella lucía muy joven, con una piel de pálida porcelana que refulgía en contraste con el cabello rubio hasta los hombros. Era muy bonita y delgada. Sus mejillas resaltaban por el rubor, y por sus ojos pequeños y la boca pintada de rojo parecía una muñequita. La reconoció como la hermana de Taehyung.
–Hola de nuevo –le sonrió, y a Jimin le llegó su aroma floral a la nariz.
Debería haberse sentido amenazado porque otra persona invadía su nido sin su permiso, reclamándolo de inmediato. Sin embargo, recordó que la omega lo ayudó antes. No podía ser tan desconsiderado.
Volver a verla significaba que Taehyung la había llamado. No podía sentirse más avergonzado por tener que molestarla de nuevo con sus tontos problemas.
–No estoy segura de que me recuerdes, pero soy Nayeon, la hermana de Taehyung –volvió a presentarse ella–. Tuviste una experiencia un tanto traumática al regresar de tu celo, así que si no te acuerdas de mí, es perfectamente normal.
–Me acuerdo –dijo Jimin, con la voz pastosa.
–¡Genial! Es un gusto volver a verte, Jimin. ¿Qué tal te encuentras?
Ni él mismo lo sabía.
Acababa de despertarse, estaba embarazado y su alfa era responsable. No era común que un omega se enterara de esa forma.
–Supongo que estoy bien –respondió con timidez.
–Es bueno saberlo. ¿Podrías contarme qué pasó?
–Estoy seguro de que él ya te ha explicado todo.
–Me gustaría tener tu perspectiva –contraatacó Nayeon.
–Prefiero pasar a la parte en que chequeas que mi cuerpo funcione como debería –contraatacó Jimin, tratando de no sonar muy brusco.
Nayeon estuvo de acuerdo. Al recibir una autorización, colocó su fiel maletín encima de la cama y sacó los elementos necesarios para controlar el pulso, la respiración y la presión del omega. Tras analizarlo, se encontró con que la presión estaba bastante baja, cosa normal tras su desmayo y la falta de alimentos en su estómago. De cualquier forma, el bebé lo obligaría a comer por dos.
–Bueno, Jimin, le diré a Taehyung que te traiga un almuerzo liviano cuando termine –dijo la omega, anotando algunas cosas en un bloc de hojas–. Hasta ahora no veo mayores problemas. Lo recomendable sería que te hicieras algunos exámenes particulares de sangre como los que te estoy anotando y me los traigas. Trabajo en el Hospital de Seúl.
–¿Exámenes de sangre? –dudó, acariciando su vientre inconscientemente. Nayeon dejó de escribir para echarle una ojeada.
–Existe una alta posibilidad de que estés embarazado, Jimin. Debes hablarlo con Taehyung, él te explicará mejor bajo qué circunstancias pudo haber sucedido. Lo ideal sería que se pongan de acuerdo sobre qué hacer.
–¿Acaso soy el único estúpido que no lo sabía? –se enfadó y liberó una oleada de feromonas agrias.
La omega lo entendía, y estaba acostumbrada a tratar con otros de su misma casta que no sabían cómo reaccionar ante una noticia tan importante como traer cachorros al mundo. Era su obligación instruirles y brindarles seguridad.
Se aproximó a Jimin y lo agarró de las manos. Acarició su delicada piel con esmero, transmitiéndole su apoyo.
–Entiendo que sea complicado para ti –le dijo la hermana de Kim–. Espero que lo pienses muy bien, hables con mi hermano y puedan llegar a un acuerdo. Lo veo muy emocionado por tener cachorros, aunque no quiera demostrarlo para no presionarte. Él está listo, y lo importante es que tú también lo estés como omega.
»Si se confirma lo que creemos que hay dentro de ti y decides que no quieres llevar adelante el proceso, por favor ven a verme. Puedo ayudarte con eso, de la misma forma que puedo ayudarte si decides tenerlo. La decisión está en ti. Cualquiera sea, Taehyung y yo la respetaremos y estaremos contigo, ¿de acuerdo, Jiminnie?
El joven omega empezó a llorar, sin poder contenerse.
Nayeon lo atrajo para poder abrazarlo y consolarlo, infundiéndole una relajante capa de su aroma floral. Ambos se mantuvieron así por unos minutos, donde Jimin fue contenido.
Se le avecinaba una decisión importante que cambiaría su vida hasta ahora. Estaba en sus manos aceptar las condiciones tal como se le presentaban o regresar a su antigua vida. Podría ganar un pase directo a tener una familia con el alfa que tanto quería o las frías calles de la zona roja volverían a ser su martirio personal.
Si Jimin no quiere darle cachorros a su alfa, nos ofrecemos como tributo jajaja.
-Neremet-
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