Capítulo 12
Jimin no se separó de Taehyung en ningún momento. Se aferró a él como si fuera el aire que inflaba sus pulmones y le llenaba de vida, apretándole con brazos y piernas. Algo en él le dictaba sujetarse a la corpulenta fuente de calor.
Cuando llegaron por fin al departamento, el pelirrosa se sintió a gusto por el abrumador aroma a café, señalando territorio alfa. Recién entonces se permitió destensarse un poco, aunque su destinado no le permitió separarse del todo al sujetarle por las nalgas en cuanto quiso bajarse.
–¿No piensas soltarme? –susurró Jimin en su oreja con descaro, sintiendo el cosquilleo de las hebras rubias en su nariz.
–Por supuesto que no –sentenció el alfa, ingresando a la sala después de salir del ascensor que comunicaba con el estacionamiento. Enseguida contrarrestó con otra pregunta–. ¿Quieres comer algo?
El omega se separó de su refugio en el cuello ajeno para poder observarlo mejor, cara a cara. Evaluó lo atractivo que era Kim, con su penetrante mirada serena, el perfecto cutis pálido y el cabello arremolinado. Había una especie de tensión siempre presente entre ellos y se atraían sin que pudieran siquiera resistirse.
–A ti –respondió con un tono de voz bajo y suave, seguro de lo que decía. Contuvo como pudo la sonrisa que le tironeaba las comisuras de la boca.
–Hoy no estoy de ánimos como para bromas.
–Estoy hablando malditamente en serio, Taehyung.
Se produjo una pausa, durante la cual ambos mantuvieron miradas intensas, ardientes. Hubo un cambio en el aire, que se fue saturando de feromonas. Alfa y omega se deseaban, pero eran demasiado orgullosos como para admitirle al otro sus más profundos deseos, por lo que el instinto hablaba por ellos y obraba a través de la gestualidad de sus cuerpos.
–¿Quieres que te lleve arriba? –ofreció Taehyung, dando el brazo a torcer–. El nido sigue igual que la última vez que estuviste aquí. Quizás te sientas más cómodo ahí.
–Me encantaría, alfa.
Sonriendo para sus adentros, Kim se encargó de subir las escaleras con Jimin a cuestas. La habitación lucía ligeramente acomodada a comparación de la última vez, con nuevas lámparas a cada lado de la cama matrimonial.
El omega fue depositado en el mullido colchón, dentro del nido. Sintió satisfacción en el pecho porque su nido improvisado seguía estando allí después de tantos días. Al fin y al cabo, Taehyung durmió en él para sentirse cerca suyo, en un tonto intento por olfatear lo escaso que quedaba del característico olor a frutillas tras la separación.
Jimin se ajustó el saco del alfa, cubriéndose, y no supo bien qué hacer o decir. Estaba nervioso, ansioso. Sentía deseos de confesarle cómo se sentía, hablarle acerca de los sentimientos que tenía guardados en su interior y explicarle cómo le gustaría que lo mimara durante toda la noche para olvidar la terrible situación acontecida en su casa. Quería ser correspondido y abrazarse al amor incondicional que ofrecía un destinado. Necesitaba que los trozos de sí mismo fueran rearmados, besados y cuidados, reescribiendo sobre su piel a quién le pertenecía el verdadero dominio de su cuerpo.
Tomando asiento junto a él, Taehyung lo observó con curiosidad. Le alzó el mentón y lo inspeccionó, hallando marcas escarlatas alrededor de su cuello. Su ceño se frunció en respuesta.
–Déjalo. No pensemos en eso –le pidió Jimin, adivinando por dónde iban sus pensamientos. Le sujetó el rostro para unir sus frentes, en un intento por desviar la atención de su zona más vulnerable. Se sentó como pudo sobre el regazo del alfa, siendo contenido por los brazos anchos que lo acercaron más a su cuerpo.
El rostro del dominante se entristeció ante lo que pudo haber pasado si no obedecía a su lobo aquella noche. No podía siquiera imaginarse lo mucho que dañaría a su omega un ataque semejante por segunda vez, perpetrado por un alfa aprovechador.
–Si hubiese llegado antes...
–Llegaste a tiempo –corrigió el menor, sonriéndole embelesado.
–No, Jimin. Él...
Fue atraído por un movimiento antes de que pudiera continuar, conectando su boca con los gruesos belfos de su destinado por unos segundos.
Se quedó atónito, con la respiración contenida. El beso duró tan poco que dudó que hubiese sido real. Sin embargo, la humedad y el residuo de calor en sus labios lo corroboraban.
–No hablemos más del tema, ¿sí? –susurró Jimin, besando las comisuras de su boca en esta ocasión. Y Taehyung no pudo hilvanar otro pensamiento que no involucrara algún tipo de perversión y ese joven cuerpo bajo el suyo.
Es que, además, las feromonas le invadían el olfato, guiándolo a un sopor con efectos tranquilizantes. Era la habilidad con que contaban los omegas, la de contener a los alfas con su aroma. Simbolizaba menear el rabo delante de un perro en celo, haciéndoles olvidar por completo cualquier otra cosa que hubieran estado pensando antes.
–¿Cómo supiste que estaba en peligro antes de que te llamara?
–Instinto protector alfa, supongo –se encogió de hombros–. Sentí tu incomodidad a través del vínculo.
Jimin se acarició el área donde estaba su marca temporal. En ocasiones, él también sentía mínimas emociones procedentes del alfa, así que entendía.
–No quería hacerlo realmente con él. Es sólo que necesitaba el dinero –se excusó, perdido en la forma de los labios de su destinado.
–No tienes que explicarme nada. Dijiste que no habláramos sobre eso.
No los unía ninguna relación más allá de la de destinados y, aún con eso, no era suficiente para atarse, aunque sus lobos se afanaran en buscarse.
Confuso, el pelirrosa empujó el pecho del alfa para apartarse. Se levantó y pisó el suelo con los pies desnudos. Tenía tantos sentimientos bullendo en su interior que no sabía a cuál obedecer, motivo por el cual entró a caminar de un lado a otro de la habitación bajo la supervisión del millonario. Lo que le pareció tan claro al llegar al departamento, se volvió distorsionado entonces.
–Jimin –lo llamó Taehyung, preocupado por su aspecto nervioso e histérico.
El omega se detuvo al escucharlo y lo increpó de frente, con los ojos dolidos llenándose de lágrimas.
–¡Quería ser tu omega! –gritó, luciendo como un completo desquiciado–. Más allá de todo lo de Yoongi, sentí que podría haber algo más que tristeza en mi vida cuando te vi llegar al funeral. Dios, ¿tenías que verte tan bien ese día? Lucías tan inalcanzable... –hipó, estirándose el cabello. El dominante permaneció sin moverse, tratando de descifrar el punto de la conversación, a lo que Jimin continuó en un susurro ahogado–: Todo en ti destilaba dinero, lujo, aristocracia y yo era un estúpido que fantaseó con mil maneras de ofrecer su virginidad en el mismo recinto donde descansaba su hermano.
»Me sentí sucio. Estaba tan asqueado de mí mismo que ni siquiera podía mirarte a la cara cuando me diste tu pésame y honraste su memoria con tu discurso frente a todos. Tu olor... Podía sentirlo desde el otro lado de la habitación y me mataba. Quería darte lástima porque quería que me abrazaras para poder enterrar mi cara en tu cuello y dejar una marca de olor para que no me olvidaras. Lo necesitaba tanto que Minnie jugó con eso. Él te identificó al instante.
–Jimin... –insistió Taehyung, tratando de decirle que se sintió de la misma forma apenas lo conoció. Pero el pelirrosa alzó el dedo índice para que hiciera silencio.
–Desde ese día Minnie se enfadó conmigo. Discutí con mi lobo porque, pensando racionalmente, tú y yo no podemos estar juntos.
–Claro que podemos, mi amor.
–Lo tienes todo –susurró como si ese motivo tuviera el peso suficiente. Lágrimas cristalinas bajaron por su rostro, mostrando su vulnerabilidad–. Eres un alfa millonario. Eres el jodido Kim Taehyung, dueño de una corporación multinacional y yo soy un omega de mierda, huérfano, sin dinero, asquerosamente usado.
–Eso me importa un carajo –gruñó el mayor, tomando la autodegradación de su omega como una ofensa personal. Se alzó frente a Jimin, mostrando la diferencia de alturas que poseían y amagó con querer atraerlo al estirar sus brazos hacia él. El pelirrosa dio tres pasos hacia atrás, negando con la cabeza.
–Somos de mundos diferentes, Tae. ¿Qué pensaría tu respetable familia de que tengas un omega prostituto y en la quiebra? Sería una deshonra. Me detestarían.
Kim vio la duda en los ojos de su destinado. Palpó su temor, su amor, su contradicción a través de la poca unión del vínculo. Quiso reconfortarlo, abrazarlo, borrar el dolor que transmitía su mirada, pero Jimin no le dejaba acercarse.
–Jamás te mirarían como tú crees, son buenas personas. Tienes que dejar de rebajarte. Dame una sola oportunidad y te mostraré cómo arreglaré todo para ti, para nosotros.
–No puedo hacer eso. No necesito de tu dinero, ¡¿o es que no lo entiendes todavía?!
El alfa alzó los brazos, escudándose. El temperamento inestable de Jimin debía ser contenido, pues no quería que las emociones fuertes lastimaran a los cachorros.
–Está bien –asintió, adoptando un volumen de voz más sereno, como una caricia sutil–. Si el problema es el dinero, puedes trabajar en la empresa. Conseguiré un puesto para ti y desempeñarás el rol que mejor vaya contigo. Hay muchos rubros. Puedes probar el que quieras y, a cambio, serás remunerado.
–No quiero tu lástima.
–Te estoy dando la opción de que no vuelvas a ponerte en situaciones riesgosas. Si tengo que pagarte un sueldo igual o mayor a lo que conseguías, lo haré, así tu única función sea sacar fotocopias. Déjame cuidar de ti, compartir lo mío contigo. Somos destinados, Jimin, tu carga es mi carga.
–¿Por qué tienes que ser perfecto todo el tiempo? No merezco un trato tan bueno.
–Tienes razón. Mereces mucho más –dijo Taehyung con mucho cariño, terminando por deshacer la distancia que los mantenía separados.
Sus rodillas hicieron eco en el dormitorio al chocar con fuerza el suelo y se abrazó a la cintura del omega. Su rostro rozó la tela de su propio saco, a lo que se restregó en él, a la altura del vientre omega. Le ponía feliz la idea de que sus cachorros estaban creciendo del otro lado y que podía mimarlos con ese simple gesto, demostrarles que su papá alfa estaba ahí para ellos.
–Taehyung... –suspiró Jimin, tomando un puñado de hebras rubias entre sus dedos. La visión de un recuerdo lo dejó pasmado. Minnie se lo obsequió y vinculaba a ambos en una situación embarazosamente comprometedora, justo en esa misma posición.
–Por favor, omega –suplicó el alfa, alzando la mirada para rogarle–. La luna te ha hecho para mí, del mismo modo que yo fui creado para ti. Ningún otro omega ni alfa podrán llenar el vacío de nuestras almas, y corren peligro de muerte si nuestros lobos se ven obligados a permanecer separados de nuevo.
Una oleada más de recuerdos invadieron al más joven, todos ellos momentos donde su destinado había cuidado de él durante el celo. Incluso la declaración de Taehyung de que no se aprovecharía de Minnie, porque prefería estar con el lado humano del omega primero.
Si bien Jimin tenía sus reservas con respecto a mantener un idilio amoroso con alguien que no pertenecía a su misma clase ni círculo social, no podía decirle que no. Su alfa estaba humillándose por él, y cada partícula de su cuerpo le ordenaba sentirlo cerca. También el hecho de que haya cumplido con su palabra de no aprovecharse de Minnie le demostró que era diferente, siempre respetuoso y amable con su lado débil.
–Levántate, alfa –ordenó. El contrario parpadeó sorprendido e hizo caso, irguiéndose en su esplendor.
El pelirrosa tenía el amplio pecho del alfa a escasa distancia, por lo que aprovechó y apoyó su mano en el medio de los prominentes pectorales. Sin dar una respuesta, lo guio hacia atrás, de vuelta a la cama, donde le dio un empujón final para hacerle caer de lleno sobre el nido.
Taehyung no comprendía a qué venía aquello, pero tenía una leve idea. No quería hacerse muchas ilusiones al respecto.
Por último, Jimin volvió a montarse arriba de sus piernas, disfrutando con la sensación de dominio que eso le otorgaba. Aún con su mano sobre el pecho ajeno, tomó eso como un punto de equilibrio y meció su pelvis.
Ambos gruñeron por la sensación de frotarse a través de la ropa. La electrizante necesidad de apareamiento se arrastró desde ese punto sensible que ambos compartían hacia el resto de sus cuerpos. El olor de sus feromonas fueron más potentes, y Jimin respondió con movimientos más duros, empezando a empalmarse.
Kim sujetó sus nalgas bajo el traje y aumentó el vaivén, haciéndolo más rápido, más animal, como si realmente se estuviera clavando en el omega, que se quitó el traje para dejar su pálida piel a la vista. El joven omega era precioso a sus ojos. Tenía una figura curvilínea de infarto con un abdomen plano, un culo relleno y una polla sonrosada y pequeña, todo contrastando con facciones angelicales y al mismo tiempo pecaminosas.
–Eres tan hermoso –manifestó el alfa, con voz gutural. Masajeó el vientre todavía plano, hogar de sus cachorros, como queriendo darle a Jimin una señal de lo que crecía en él.
Aquello le dio ánimos al más pequeño para recostarse sobre el pecho alfa y reclamar un beso urgido de sus labios. Taehyung se dejó manejar, gruñendo sobre los dientes y lengua de Jimin, que le acariciaban y lastimaban al mismo tiempo, jugando con su cordura.
Los dos sentían la presencia de sus lobos, reclamándoles una unión sexual y una marca definitiva. Después del tiempo que permanecieron separados, era hora de recuperarlo.
–Te perteneceré, alfa –susurró Jimin, con las pupilas dilatadas por la excitación. Lamió la comisura del labio inferior de su destinado y forcejeó con el cierre del pantalón bajo su goteante entrada–. Seré tu omega esta noche, la siguiente y cada una de ellas hasta que la muerte me lleve.
–Mierda, te llenaré de cachorros –se le escapó al alfa, que secuestró los labios de Jimin entre los suyos al mismo tiempo que disfrutaba del calor de la mano que llegó hasta su polla para masajearla.
–Eres tan tradicional...
La sonrisa altanera del pelirrosa le cabreó en el buen sentido. Quería encenderle, y eso consiguió. Le levantó la cintura, le corrió las bragas con rudeza y molió su glande contra el esfínter lleno de lubricante, creando una fusión de flujos con el líquido preseminal que rebalsaba en su punta.
–Sabes que eso es peligroso. Puedes fecundarme por más que no esté en celo –advirtió el omega, con una vocecita dulce que parecía más instarlo a penetrarlo que a desistir de la idea.
–Estoy listo para acoplarme a ti y cuidar bebés, si es lo que te preocupa.
–Te dije que no quería bebés todavía.
–Perfecto. Entonces contigo es suficiente –contestó Taehyung. Estiró un brazo hasta dar con el cajón de una de las mesitas de luz y lo abrió. Desde lo alto, Jimin vio cómo sacaba una tira de condones para extendérsela.
–¿No piensas estirarme antes? –sonrió el omega, frotando su núcleo a lo largo de la gruesa polla de su alfa y soltando más cantidades de lubricante.
–Si lo necesitas, lo haré –las grandes manos masajearon la carne de su destinado, y fueron acercándose hasta el punto palpitante. Se mojó los dedos con los residuos de lubricante y fundió dos en su interior, siendo aceptado con facilidad bajo un gemido agudo–. ¿Te gusta así? –preguntó, estimulándolo por dentro.
–Tienes dedos largos, alfa.
El sonido a chapoteo interrumpió el silencio. Había tanto lubricante manando de Jimin que se derramó por la mano de Taehyung.
–Mira cómo estás de mojado, mi amor. Lubricas a chorros para que mi polla se deslice con suavidad en ti, ¿no es así?
La figura de Jimin se meneó en respuesta, empalando los dedos de su alfa más profundo. Liberó un chillido cuando su próstata fue encontrada, lo que aumentó las caricias en esa área y una falange más fue anexada.
El dominante se entretenía con las expresiones cargadas de placer que le dedicaba Jimin. Pequeñas gotas de sudor se instalaron en su frente, ya no sabiendo cómo aguantar la apremiante necesidad de mover su polla dentro de la humedad que reclamaba su nudo.
–Tae, no puedo más. Fóllame ahora. Quiero sentirte en mi.
Convocado sin querer, el lobo se reflejó en el color de iris de Taehyung. Retiró sus dedos del calor omega y se hundió en ese mismo lugar de una certera estocada.
Un dolor punzante en su zona íntima lastimó al omega, que soltó una exclamación herida y clavó sus garras en el alfa hasta sacarle sangre. Contuvo las lágrimas cerrando fuerte los ojos, pero en cuanto los abrió, se encontró con la presencia del lado animal y humano del alfa, unidos. Sostenían su cintura para que no se moviera, porque un solo milímetro destrozaría el esfuerzo que ambos estaban haciendo por contenerse.
–Lo... siento –masculló Taehyung, apretando los dientes. Su rostro estaba colorado y las venas se remarcaban en su cuerpo. Miraba a Jimin con una expresión abatida, siendo como era el causante de un nuevo daño a su destinado.
–Ya está –susurró el omega, limpiándose las comisuras de los ojos y sonriéndole comprensivo. Era demasiado tarde para tomar precauciones, pues el miembro del dominante ya estaba derramando líquido preseminal dentro suyo–. No te preocupes. Reclámame así –pidió, hundiendo el rostro en la fuente de feromonas alfa. Se marcó a sí mismo con ellas, seguido de un suave ronroneo para incentivar el acto.
Las garras en su cintura disminuyeron la presión, entonces aprovechó para empezar un lento vaivén, subiendo hasta el glande y bajando hasta tocar el nudo. Taehyung la tenía gruesa y alargada. Podía sentir cómo terminaba de abrirse para él, siendo llenado de una forma en que ningún alfa antes había podido satisfacerlo.
Poco a poco, el dominante aflojó la tensión. Cada vaivén lo sumió en un mar de sensaciones, de olores y visuales que le hacían liberar más semen. Su polla encajaba a la perfección dentro de su omega, y ambos lubricaban tanto que mojaban las sábanas bajo sus cuerpos, creando un sonido erótico de pieles y humedad.
Lo más bonito de su primer enlace consciente, fue que tanto sus almas como sus lados animales estaban presentes. Humanos y lobos acordaron esa unión, y la gozaron como uno solo. Se vincularon de mutuo acuerdo, motivo por el cual las disputas y broncas quedaron en el pasado.
La desesperación sumió sus cuerpos, que lucharon en busca de la culminación. Se balancearon en sincronía hasta que el nudo del alfa se fue hinchando, y por instinto se hundió dentro del omega. Acabaron a la vez, agitados, sudorosos y adormecidos. Una nueva marca temporal fue efectuada, creada con amor para lucirla con orgullo, no como una marca de pertenencia.
Jimin sintió las descargas de semen siendo bombeadas en su vientre. El flujo era tanto que, sin posibilidad de filtrarse por el nudo, le infló el estómago.
Debería haberse asustado. No contaba con embarazarse a tan temprana edad, sin un trabajo decente ni sus estudios universitarios terminados, pero se sentía contento porque su lobo estaba contento. Se dejó abrigar por esa reconfortante sensación de que las cosas estarían bien de allí en adelante, de que al fin estaba completo y que podía confiar en un hombre que proveería por su familia.
Se recostó sobre el pecho de Taehyung, que lamió la marca de su cuello para ayudar en la cicatrización y se durmió con el tamborileo de su corazón en su oído. Fue abrazado, contenido y abrigado con una manta mientras se prolongaban las descargas en su interior.
Desafortunadamente, quien sufría en silencio era el propio Taehyung. Incapaz de contarle la verdad a su destinado, estaba seguro de que la noticia del embarazo durante el celo volvería a hacer explotar la recién establecida calma.
Aqui no existe la paz por mucho tiempo, jiji. Esperen el drama, chikis.
-Neremet-
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