Epílogo
6 años después
En el último piso de las oficinas de Jeon Company Group, las puertas del elevador se abrieron y la cabellera pelirrosa de un cachorro salió disparada hacia el despacho del director mientras vociferaba a viva voz:
—¡Apá! ¡Apá!
Tras él apareció su padre omega, sosteniendo en un brazo a un bebé que reposaba dormido entre mantas y con el otro cargando un bolso amplio de estilo maternal. Al mismo tiempo, apretaba su celular con el hombro y la cabeza mientras discutía con quien estuviera del otro lado de la línea telefónica.
Tan pronto como vio a su cachorro salir corriendo, no dudó en sacar a relucir su autoridad.
—¡No corras, Jeon Minkook! ¡Si te caes y golpeas, no habrá televisión esta noche!
El pequeño tenía un objetivo, que cumplió apenas puso las garras en el picaporte.
En el despacho, Jungkook hablaba con su secretaria, acomodando los horarios de reuniones para la semana. Fue sacado de su ensimismamiento cuando su pequeño hijo de tres años corrió en su dirección, llamándolo con toda la potencia de sus pulmoncitos.
El alfa lo cazó al vuelo apenas lo vio saltar en su dirección y lo llenó de cosquillas que hicieron que se carcajeara.
—No has traído a tu papi contigo, perro malo —bromeó con él, sujetándolo en su regazo para que no escapara de las cosquillas que le tenía preparadas.
—¡Apá, detente! ¡Por favor! —lloriqueó el cachorro, luchando entre risas—. ¡Apá Minnie está aquí! ¡Espera!
Jungkook adoraba a su niño. Escucharle reír hacía sentir orgulloso a su lobo, porque quería que creciera sano y feliz, aunque eso significara malcriarlo.
Veía en Minkook a una copia suya con rasgos de Jimin, especialmente por la cabellera rosa y la expresión de los ojos. En cuanto a su comportamiento, heredó la sobreprotección alfa hacia su padre omega. Había ocasiones en que ambos peleaban por la atención de Jimin, ganando el más pequeño, por supuesto. No había nada que hacer ante los berrinches de un niño.
Estaban tan ocupados en su mundo, que ninguno de los dos reparó en la secretaria, de pie frente al escritorio observando la escena y divirtiéndose con la situación padre e hijo.
No estaba acostumbrada a ver esa faceta del alfa, sino una mucho más intimidante y dominante dentro del ámbito ejecutivo. Toda esa fachada desaparecía una vez que veía a sus hijos. La expresión del rostro le cambiaba a una mucho más resplandeciente.
No pudo evitar sonreír ante los dos alfas jugando frente a ella.
—Puedes retirate. Gracias.
Apenas se giró, captó la mirada amenazante del omega de su jefe, a pocos pasos de distancia.
Ahí estaba Jeon Jimin, dueño de su propia compañía de servicios financieros, reconocido por su talento en ventas y ganador del premio al omega más influyente del país, intentando ser lo más diplomático posible. Falló estrepitosamente en contener sus celos.
Lo cierto era que detestaba el sutil aroma que dejaban otros omegas sobre su esposo, así fuera de manera inconsciente. Y como esa mujer pasaba mucho tiempo con Jungkook...
—¡Amor! —lo llamó su destinado, que tenía anclado a Minkook contra su costado. Eso le hizo desviar la ira que acumulaba sobre la pobre mujer.
Cuando llegó junto a Jimin, lo tomó por la cintura, acercándolo lo suficiente como para robarle un beso suave y dejar unas caricias sobre los mofletes sonrosados de su otro cachorro, Jungji.
A pesar de que Jungkook había esperado que fuera una niña al nacer, le sorprendió que se tratara de otro niño, omega en esta ocasión. La belleza de Jungji no dejaba por ello de ser sublime, con las pestañas largas descansando sobre sus mejillas, el cabello ondulado y rubio como el suyo, los labios gorditos de su destinado y su diminuto tamaño. Jimin le daba los cachorros más bonitos que habría podido desear, concebidos con mucho amor.
—Está descansando. No lo provoques porque me costó hacerle dormir —refunfuñó el omega, cansando de tener que ser quien sosegara a los más pequeños de la familia cuando su padre alfa no estaba.
—Me retiro, jefe Jeon, señor Jeon —interrumpió la omega, dedicándole una reverencia a cada uno. La había puesto nerviosa la presencia y feromonas ácidas de Jimin, que no dejaba de escrutarla con mala cara.
—Espera, Hani —la detuvo Jungkook antes de que se escabullera—. Si no es mucha molestia, ¿puedo pedirte que lleves a los niños a la guardería del décimo piso?
Jimin quiso oponerse con una mirada, pero el mayor se hizo el tonto. Exhaló, molesto, y tuvo especial cuidado en cederle su bebé a la secretaria. Si esa pequeña criatura despertara...
—Te recuerdo que hoy es el aniversario de Yoongi. Prometiste que iríamos a verle —dijo, tan pronto como Hani desapareció tras la puerta con los niños.
—Estaremos ahí en un rato. Namjoon se encargará de eso —sonrió el alfa, seduciéndolo—. Pero antes, tengo que aliviar a mi esposo. Estoy seguro de que Yoongi entenderá —volvió a agarrarlo de la cintura para acercarlo.
Paseó los dedos sobre el borde de la camisa de Jimin hasta llegar al primer botón, que abrió con facilidad. Otros tres más y dejó al descubierto el pecho inflamado de su pareja.
Sólo entonces, el pelirrosa notó que había manchado su costosa ropa con la humedad que escapaba de su pezón derecho.
Aunque escuchó una queja al respecto, a Jungkook no le importó inclinarse y lamer alrededor de la aureola, saboreando en la punta de la lenga el dulce líquido materno.
Un gemido escapó de Jimin, que se cubrió la boca con las manos e intentó apartarlo.
—Estás reteniendo leche, bebé. Deja que tu alfa se encargue de ayudarte —le susurró el mayor, empujándolo hasta el sofá que usaba en ciertas ocasiones para descansar. Recostó a Jimin sobre este, colocando almohaditas tras su cabeza para que tuviera mayor comodidad, y volcó su cuerpo a un costado de él, preparado para darse un festín.
—Estoy muy sensible. Jungji muerde mucho con sus dientes nuevos y me hace doler —le advirtió mientras el contrario terminaba de desabrocharle la camisa.
—Lo se, mi amor. Tendré cuidado para no lastimarte.
Rozó el pecho pálido, desde el vientre, pasando por las costillas, el esternón, subiendo por su cuello y mandíbula hasta deslizar dos dedos en la boca redonda de su omega.
Jimin se tomó el atrevimiento de cerrar los ojos y lamer las falanges que se le ofrecían, brindando un espectáculo sugerente.
No tenía idea de lo sensual que lucía, enfocado en chuparle los dedos como si de una felación se tratara, las mejillas enrojecidas, los ojos brillosos de placer y su pezón goteando leche que ya no podía contener. Las feromonas maternales encendían al lobo de Jungkook. Lo tentaban tanto que quería comerse a ese tierno omega ahí mismo.
Su boca buscó el turgente pezón. Jugó con él para molestarlo y luego comenzó a mamar.
El líquido cálido salió con facilidad, y Jimin jadeó por la sensación. Estaba inflamado por la retención, así que no se quejaba por tener un poco de alivio.
Jungji había comido hacía poco, pero sólo lo había hecho del lado izquierdo. Era complicado para un omega amamantar en público, así que aprovechó para hacerlo cuando llegaron al estacionamiento, dentro del auto y con los vidrios tintados, mientras Namjoon distraía al inquieto Minkook. Lo hizo de forma apresurada, sin pensar en acomodar al cachorro para que bebiera de un lado y del otro de forma equitativa. Por eso es que el pezón que no fue drenado estaba perdiendo líquido.
Volviendo a la realidad, Jimin empezaba a acostumbrarse a esa dinámica. Jungkook tenía debilidad por alimentarse directamente de sus pechos y el pelirrosa no se quejaba, pues tenía una condición médica en la que sus senos producían más leche de lo normal, haciéndole doler o generándole molestias, a pesar de que Jungji comía bien.
Y Jungkook aprovechaba para beber de él bajo la excusa de ayudarle. Los sacaleches no eran una opción si el alfa andaba cerca.
—Listo —habló éste después de unos minutos. Se relamió los labios, satisfecho por la cantidad que había tomado. La leche de Jimin era dulce, casi con una esencia a frutillas que lo volvía loco—. ¿Estás mejor?
—Mucho mejor —sonrió el pelirrosa, achinando la mirada—. Pero mi camisa está sucia.
—No hay problema. Tengo una de repuesto que puedes usar —ofreció Jungkook, levantándose del sillón para buscarla en su perchero—. ¿Quieres descansar un momento?
—Estoy bien —se enderezó. Tomó la prenda que le pasó el alfa y se la colocó. Como era varias tallas más grande, se sintió pequeño y frunció el ceño. Le molestaba haber perdido tanto tiempo eligiendo la ropa adecuada para visitar la tumba de su hermano, todo para nada. La camisa nueva le arruinaba todo el look.
—Te ves bonito.
Con la mirada cristalizada, Jimin le gruñó.
—Estoy horrible —escondió la cara entre las manos—. Es que... Es que detesto mi cuerpo. Me mancho todo el tiempo y me frustra no poder controlarlo.
Una oleada de feromonas lo distrajo de ponerse a llorar ahí mismo. Se vio apresado por los músculos de su esposo, que lo envolvieron en un abrazo.
—No digas eso. Podemos ir a comprar otra camisa si no estás a gusto con esto —Jungkook le palmeó la espalda. Entendía que no era fácil para él lidiar con los cambios en su cuerpo y estaba dispuesto a ayudarle en lo que pudiera, ofreciéndole soluciones.
—No. Me gusta esta. Tiene tu aroma.
Echó un vistazo abajo y se encontró con la carita de su esposo, empapada en lágrimas y adornada por un hermoso puchero. Parecía tan frágil que removía su corazón.
—¿Qué necesitas que haga, cariño?
El omega suspiró y machacó su cara contra sus firmes pectorales.
—Quedémonos así un ratito. Creo que sólo estaba frustrado y cansado. Hoy no ha sido un buen día.
El rubio volvió a sentarse, arrastrando a Jimin con él. Buscó una posición reconfortable para ambos y le acarició el cabello, como solía hacer cuando quería que Minkook se durmiera.
—Quiero tener otro cachorro.
El aire se estancó en los pulmones de Jungkook al escucharlo y el corazón dejó de palpitarle un segundo para arrancar desbocado al siguiente.
Otro cachorro.
Si bien era una idea que le complacía como alfa, siempre esperó a que fuera Jimin quien se lo pidiera. Fue paciente con él, permitiéndole despegar su carrera profesional primero, hasta que decidió el momento ideal para tener a Minkook.
Pero hacía poco tiempo que Jungji llegó a sus vidas. ¿Quería sobrecargarse con un nuevo período de gestación tan pronto?
—¿Estás seguro? Nayeon dijo...
—...Que esperemos tres o cuatro meses después de Jungji, lo sé —completó el pelirrosa. Se removió sobre el regazo del alfa y lo observó con su penetrante mirada gris—. Minnie quiere otro cachorro y por loco que parezca, estoy de acuerdo con él.
Ante tanta seriedad en el asunto, el mayor estaba perplejo. No se le cruzó ni por asomo lo que Jimin le estaba pidiendo.
—Pues... Yo... De acuerdo —se enredó con las palabras, completamente desencajado con la situación. Se rió, nervioso, y Jimin con él. Quizás fuera cosa de las hormonas post embarazo, quien sabe. No lo pensó mucho de igual manera.
Fue retribuido con un beso profundo, sensual, de esos que lo consumían por completo. Kook movió la cola en su interior, festejando. Donde hubiera concepción de cachorros involucrado, el lobo se ponía contento.
Después de un par de horas agitadas, donde el matrimonio y los niños visitaron la tumba familiar de los Park para brindar sus respetos ante el "tío Yoongi" por el aniversario de su fallecimiento, fueron a almorzar y al parque de juegos del centro comercial, finalmente estaban de regreso.
Anochecía cuando Namjoon detuvo el auto sobre la vereda de la nueva residencia.
—Que tengan buenas noches, señores Jeon.
—Gracias, Nammie. Descansa —respondió Jimin—. Disculpa que te hayamos tenido hasta tan tarde.
—No se preocupe, señor Jimin. Siempre es una alegría para mí transportarlos —dijo Namjoon, observándoles a través del espejo retrovisor, con sus característicos anteojos oscuros—. Mi debilidad son ellos —hizo un gesto en dirección a los dos cachorros que dormían plácidamente, uno en el regazo de Jimin y el otro babeando el hombro de Jungkook—. Haré lo que sea con tal de que esos mocosos disfruten.
Le hacía feliz que tanto su jefe como su omega rebelde hubieran conseguido su final juntos. Tras tantos problemas, podían disfrutar de dos cachorros preciosos y saludables. No pudo evitar pensar en que fueron recompensados por los dos cachorros que la vida les había arrebatado y que, desde su posición, no pudo hacer nada por salvar.
—A ver cuándo piensas tener los tuyos —bromeó Jungkook con él, a la vez que salía del vehículo. Cargó a su cachorro como si fuera una bolsa de papas, tomó el bolso maternal y a Jungji con el brazo libre, todo para facilitar el descenso cómodo de Jimin.
—No le hagas caso, Nammie —murmuró el omega—. Tú disfruta de la soltería mientras puedas. Él lo dice porque está celoso de tu paz mental.
Cerró la puerta tras de sí de inmediato, para que Jungkook no pudiera retrucar a su comentario. Saludó con la mano, despidiendo al chofer y le pellizcó a su esposo entre las costillas.
El alfa saltó en su lugar, sorprendido por la agresión. Por poco y no se le cae ningún cachorro al suelo.
—No presiones al pobre hombre —le reprendió el menor.
Ambos entraron a la casa, uno refunfuñando y el otro aguantando la risa. Las luces se fueron prendiendo dentro, llenando de vida ese pequeño terreno que había guardado bonitos recuerdos y donde otros mucho más bellos serían creados.
Porque el hogar de los Park había dejado de ser una casita descuidada para convertirse en la gran mansión Jeon. Fue el regalo que le obsequió Jungkook a Jimin: la oportunidad de construir un nuevo hogar sobre los cimientos del anterior. Crearían juntos nuevas historias en el mismo lugar donde todo comenzó.
FIN
Bueno, belleza, una historia más que concluye y a mi no me queda más que agradecerte por tu cariño incondicional y tu paciencia ✨🥰 Llevó mucho tiempo concluirla pero toda la experiencia fue hermosa. Espero hayas disfrutado del crecimiento de cada uno, de su proceso de maduración hasta que al fin pudimos darles el final feliz que merecían 🥹💖
Aprecio mucho que hayas llegado hasta aquí conmigo. Espero encontrarte nuevamente en alguna otra historia y no me queda más que mandarte muchos cariños. Cuídate! Te aprecio mucho! 😘❤️
-Neremet-
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