Capítulo 28
Jimin se dejó caer en el sofá de su apartamento, exhausto. Sus clases concluyeron hacía una hora, y no pudo concentrarse en ellas aunque lo intentó.
Los síntomas de su celo fueron evidentes. El primer calor imprevisto después de su pérdida.
Tuvo la mala suerte de que su cuerpo lo delató en plena universidad. Los alfas más cercanos se dieron cuenta y lo observaron hasta que llegó a la seguridad de su hogar. Al menos lo tranquilizaba que la marca fuera un repelente natural, o no habrían tenido escrúpulos en abalanzarse sobre él.
Los primeros signos fueron sutiles: la temperatura de la piel, los escalofríos que recorrían su espina dorsal y el deseo creciente en su vientre que ya no podía ignorar. Sabía lo que venía; había experimentado el celo antes, pero esta vez era diferente. Se había acostumbrado a ser consentido por su pareja de vida y lo necesitaba a su lado.
Suspiró, pasándose una mano por el cabello mientras sus ojos vagaban por la habitación vacía, pensando desesperado en qué podría hacer.
Intentó mantenerse calmado ante la insistencia de Minnie por llamar a Jungkook. El pequeño lobo estaba encaprichado con la idea de contactar al alfa para que cuide de ellos. Después de todo, eran destinados con una marca de por medio.
Minnie, caprichoso como era, en ningún momento hizo el esfuerzo de comprender las razones por las que Jimin se mantenía apartado de Jungkook. Y ahora que sentía su calor a flor de piel, era la excusa perfecta para demandar su presencia.
En la mente del omega, el nombre de su destinado apareció una y otra vez, como un eco. Estaba conectado a él, la marca seguía ahí, manteniéndolos unidos a pesar de todo el tiempo que pasaron sin verse. En lo profundo de la conexión, podía sentir la presencia de él a kilómetros de distancia y estaba seguro de que tendría conocimiento de su estado actual. Que decidiera no contactarlo sólo demostraba lo mucho que lo respetaba.
Habían estado meses sin contacto físico. No obstante ahora, mientras su cuerpo iba rindiéndose, la idea de pasar esos días de calor en soledad sin un nudo, lo aterraba. Deseaba su compañía más de lo que le hubiera gustado admitir.
Con un gesto casi automático, tomó el teléfono. Dudó un instante, su dedo suspendido sobre la pantalla que mostraba sus anteriores conversaciones, hasta que finalmente envió un mensaje corto y directo: "Mi celo está por empezar. Me gustaría pasarlo contigo en mi apartamento."
Los minutos que siguieron fueron de pura agitación. El pulso le latía en la sien y se mordió el labio con fuerza, esperando una respuesta.
Su nerviosismo no tenía fundamento alguno, porque Jungkook siempre estuvo allí para él. No le daría una negativa. Pero en el camino cambiaron tantas cosas que el miedo le calaba hondo.
De pronto, un mensaje llegó, iluminando la pantalla de su celular. Al leerlo, el cuerpo del joven omega se relajó de inmediato.
"Lo sé, también puedo sentirlo. Estaré contigo en 15 minutos, cariño."
Lo cierto era que Jungkook percibió el estado de su destinado a través del vínculo. Eso despertó su propio celo, que había estado adormecido.
Sus instintos lo guiaban hacia el omega, ansiando poseerlo, cuidarlo y mimarlo. El deseo de estar con él nunca se había minimizado.
Jimin, por su parte, sintió un alivio abrumador. No tendría que preocuparse de estar solo. Jungkook vendría y se ocuparía de cumplir con todos sus deseos. Conocía lo dedicado y amoroso que era con Minnie, por lo que confiaba en él para hacerle compañía.
Jungkook apagó el motor de su auto frente al edificio. El aire nocturno entró por la ventana baja, fresco y frío, insuficiente para calmar el calor que lo abrasaba desde dentro.
Lo sintió antes de recibir el mensaje de Jimin; su lobo le advirtió desde días atrás, inquieto y en constante estado de alerta. Y ahora, algo dentro de él estaba despertando, un instinto feroz, incapaz de ser suprimido y se adueñaba de su cordura.
Sabía lo que era: el dominio del alfa, ansioso por poseer, cuidar y engendrar.
Fue su decisión acudir al omega, estar con él, porque no quería que Minnie se sintiera rechazado. Y tampoco podría resistirse al llamado a través de la marca.
Al bajar del auto, sosteniendo bolsas de farmacia y del supermercado con los elementos indispensables para pasar una semana juntos, Jungkook se detuvo frente a la enorme construcción y miró hacia la ventana de Jimin, en el último piso. Las luces estaban encendidas.
Por un segundo, su mente se llenó de dudas. Hacía mucho que no se veían cara a cara y la última vez fue fugaz, incómoda.
Sin embargo, estando allí, a unos pasos de distancia, no había marcha atrás.
Ambos deseaban esto. Quizás Jungkook, como alfa, todavía más.
La necesidad de poder tener a su omega entre sus brazos se acrecentaba, como una fiebre dolorosa y asfixiante. Le hormigueaban las manos al imaginar que podría sentir el calor de su piel al tocarlo y mimarlo con cariño. Las fosas nasales se le abrían y cerraban en una respiración acelerada por la anticipación de oler el dulce aroma a frutillas en pleno celo. Su cuerpo sudaba a través de la camisa, acalorado por el ansia del roce íntimo. Todo su ser se redujo a una maraña de sentidos alterados y ningún pensamiento coherente.
Tomó el ascensor y, en cada piso que ascendía, las sensaciones se intensificaban.
Podía sentir los nervios de Jimin, su vulnerabilidad. Al mismo tiempo, Jungkook sentía cómo su propio lobo se agitaba, pidiéndole estar cerca de su destinado.
Cuando finalmente llegó a la puerta, se detuvo un instante antes de tocar. La madera apenas crujió bajo sus nudillos, pero no fue necesario golpear más de una vez. Jimin abrió casi de inmediato, como si lo hubiera estado esperando justo detrás.
El primer vistazo fue suficiente para que el aire se hiciera pesado entre ellos.
De pie en el umbral, el joven omega le mostró su rostro encendido por un sonrojo evidente, los ojos entrecerrados por el hambre de placer, la piel húmeda de sudor, el cabello ligeramente desordenado y húmedo. Una imagen que hizo que Jungkook se congelara.
Jimin era tan malditamente hermoso.
El aroma dulce empezó a llenar el aire. Las feromonas impregnaban el ambiente, envolviéndolo como una bruma densa e irresistible.
Los ojos del menor se encontraron con los de Jungkook y, por un momento, ninguno de los dos habló. Solo se miraron.
El tiempo que pasaron separados, la distancia que creció entre ellos en los últimos meses, todo pareció desvanecerse de repente.
El alfa tragó con dificultad, notando cómo su propio cuerpo reaccionaba al llamado.
Su lobo rugió dentro de él, pidiendo acercarse, pidiendo reclamar lo que le pertenecía. Tan solo olerlo le hacía vibrar por dentro.
Jimin fue el primero en hablar.
—Alfa —su voz era baja, apenas un susurro, pero en ella había algo más. Una mezcla de alivio y desesperación.
Su destinado dio un paso hacia adelante, cruzando el umbral. Cerró la puerta tras de sí y el sonido del cerrojo al ser colocado resonó con fuerza en el pequeño pasillo.
Soltó las bolsas, que cayeron con un ruido seco contra el piso. Se acercó a Jimin, lento, consciente de lo duro que era resistirse a tomarlo ahí mismo, y vio cómo el omega temblaba ligeramente. No fue por miedo, sino por el deseo que comenzaba a aflorar desde su interior.
Jungkook lo detalló de pies a cabeza, como si quisiera devorarlo ahí mismo.
Un albornoz rosa cubría el cuerpo desnudo del más pequeño, atado a la cintura. Apenas un triángulo de piel de su pecho estaba expuesto, lo suficiente como para que el alfa deseara morder y marcar.
—Omega —respondió finalmente, su voz ronca, cargada de excitación.
Alzó una mano y la colocó en la mejilla de Jimin. Su piel estaba ardiente, y al contacto, emitió un gruñido de satisfacción.
El pelirrosa cerró los ojos por un momento, inclinando la cabeza hacia el tacto de Jungkook, como si hubiera estado esperando ese gesto.
—Tienes fiebre —murmuró el alfa, uniendo sus frentes para sentir la temperatura—. ¿Tomaste una ducha fría?
Jimin asintió, sus labios temblando. Sus puñitos se cerraron alrededor de la camisa del alfa.
—No quería estar solo... —admitió con voz quebrada—. Lo siento, Jungkook... Sé que esto es difícil para ti, pero no podía manejarlo yo solo.
—Shh, tranquilo, pequeño —sonrió el alfa, liberando feromonas para serenarlo—. Estoy aquí y cuidaré de ti y Minnie. No tienes que disculparte.
Jimin finalmente abrió los ojos y los clavó en los de Jungkook.
Tenía temor ante lo que vendría. El celo era implacable, por lo que el hecho de que ambos lo estuvieran sintiendo a la par junto con las sensaciones del contrario hacía que todo se volviera más urgente, más abrumador.
—¿Estás seguro? —preguntó el omega—. Porque yo no sé si podré... controlarlo.
Jungkook tragó saliva, notando cómo reaccionaba ante esas palabras.
—No tienes que controlarte, Jimin —dijo, abrazándolo—. Ni Kook ni yo nos propasaremos, así que no te reprimas. Todo lo que desees de nosotros, te lo daremos.
Los ojos de Jimin resplandecieron. No había necesidad de más palabras. Ambos sabían lo que vendría, lo que significaba compartir el amor y el respeto que se tenían, de esa manera. No era solo un acto físico; era la reafirmación del amor que nunca había desaparecido.
Jungkook se apartó lo suficiente como para volver a ver el rostro de su destinado. Bajó las manos hasta el cinturón de tela que mantenía cerrado el albornoz, cubriendo el delicado cuerpo. Deshizo el nudo con facilidad y le deslizó la prenda por los hombros, hasta dejarla caer al suelo.
—Tan hermoso y dispuesto —susurró el alfa, observando el miembro omega erecto y rezumando humedad contra su vientre—. ¿Me dejarás cuidarte como lo mereces?
Jimin dejó escapar un pequeño jadeo afirmativo, su respiración cada vez más agitada. La mano de su destinado recorrió su pecho sonrosado, trazando un dibujo hasta sus caderas.
El pelirrosa se permitió sentir cada palabra, cada toque. El calor se intensificó, y podía sentir su entrada palpitando y liberando humedad. El hecho de percibir las emociones de Jungkook, amplificaba la tensión sexual acumulada. Sabía lo deseoso que estaba por poseerlo, doblegarlo y demandar su sumisión.
Sofocado, apoyó la frente en el pecho musculoso.
—Anúdame, alfa —pidió.
—Oh, claro que lo haré. Te llenaré tanto que te dolerá por días, cariño —deslizó la palma, bordeando las caderas del omega hasta llegar a su monte de venus, donde un dedo exploratorio se hundió entre sus nalgas y jugó con el lubricante alrededor de su agujero—. Pero antes, voy a tomarme mi tiempo contigo.
Hundió su dedo corazón con extrema suavidad, acarreando un quejido suave del omega, cuyas piernas se tambalearon. Lo sostuvo y absorbió cada gemido con su boca. Su lengua experta se encontró con la de Jimin, y los besos se volvieron implacables.
Las feromonas se volvieron más dulces, el omega se sometió ante el dominio del alfa, y no tuvieron suficiente uno del otro.
El vínculo los llamó con fuerza, mientras el deseo comenzaba a tomar el control de sus cuerpos. El instinto los llamó a satisfacerse, y esta vez, estaban listos para hacerlo juntos.
Al fin los tortolitos van a compartir un momento de pasión 🤭✨
Les deseo un hermoso lunes y una maravillosa semana, bellezas! 💖 Cuídense mucho y esperen el salseo para el próximo capítulo, que hace mucho no los teníamos así de juntitos 🥰😍
PD: tuve que hacer prueba y error un par de veces porque en esta ocasión estoy actualizando desde el celu. Sepan disculpar 😔
-Neremet-
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