Capítulo 27
Las semanas que siguieron a su conversación con Nayeon fueron algo más llevaderas para Jungkook. Decidió enfrentar su dolor, al menos, de forma parcial.
También se enfocó en su trabajo, en la gestión de la empresa y encontraba pequeños momentos de calma que lo fortalecían, haciéndole pensar que estaba haciendo sus propios progresos.
Pese a su nueva meta, había algo que no lograba controlar: la necesidad de saber cómo estaba Jimin. Era una fuerza dominante dentro de él, una urgencia que lo mantenía intranquilo.
No podía evitar querer verlo, al menos desde lejos, solo para asegurarse de que estaba bien. Su instinto lo empujaba constantemente a salir en busca de su omega, y esos pensamientos empezaban a inmiscuirse en su trabajo, saturándolo.
Se resistió lo más que pudo, sabiendo que lo correcto era respetar el acuerdo que tenían. Pero Jimin no respondía a lo que el alfa le transmitía a través del vínculo, y eso le generaba inseguridad.
Ahora que estaba en la universidad, podría fijarse en otros alfas más jóvenes, llenos de testosterona y deseosos por copular. ¿Y si alguno de ellos intentaba acercársele con alguna excusa tonta? Una marca no renovada podría dar la incorrecta señal de que era un omega abandonado.
Cuanto más le daba vueltas a la idea, más insostenible se volvía su necesidad de verlo.
Hasta que decidió que no podía seguir ignorando el llamado de su instinto.
Al día siguiente, condujo hasta el lugar donde Jimin vivía temporalmente.
Se trataba de un pequeño apartamento que el omega alquiló para mantenerse cerca del campus. Era un sitio discreto, alejado del bullicio, en un distrito universitario. Podía permitirse el alquiler hasta terminar su carrera gracias al costo accesible.
Cuando Jungkook llegó, estacionó a una distancia prudente, asegurándose de no ser visto. El corazón le latía con fuerza mientras observaba el edificio desde la seguridad de su coche, a unos metros de distancia.
Sabía que lo que hacía era inapropiado, que estaba cruzando una línea, pero no podía detenerse.
Esperó durante lo que parecieron horas, inquieto y agitado, hasta que el destino le sonrió.
Una cabellera rosada apareció.
Jungkook lo vio salir del edificio, vistiendo ropa cómoda y demasiado grande para su tamaño, algo que Jimin siempre había preferido cuando vivían juntos. Parecía más delgado, más frágil de lo que recordaba, y eso hizo que algo dentro del alfa se rompiera.
Su omega había sufrido en soledad . Aún así, algo en su semblante, una determinación tranquila, lo hacía ver fuerte, incluso en su fragilidad.
Lo observó caminar hacia una pequeña tienda de café ubicada enfrente de su residencia. El pelirrosa se detuvo en la puerta, respiró hondo y entró.
Desde la distancia, Jungkook apretó el volante, luchando contra el impulso de seguirlo dentro. Su lobo gruñó, negándose a su idea.
—Déjalo tranquilo. Esto no es justo para él —dijo Kook.
—Sólo... Un segundo más —quiso negociar.
Lo que hacía estaba mal. No podía arruinar los progresos que Jimin estaba dando. Si se mostraba, si su omega lo veía, rompería el acuerdo.
De igual modo, esperó.
Minutos más tarde, Jimin salió con una pequeña bolsa en una mano y un vaso plástico en la otra. Mientras caminaba de regreso a su apartamento, algo en su rostro cambió.
Se detuvo por un momento en mitad de la calle, como si hubiera percibido algo.
Jungkook sintió que su corazón se encogía al verlo. Quería correr hacia él, envolverlo en sus brazos, decirle que todo estaría bien, que no tenía que hacerlo solo, por más que no le correspondía hacerlo.
Entonces, la mirada del más joven se deslizó hacia la calle. Sus ojos recorrieron con calma el panorama, hasta que se detuvieron en un coche oscuro estacionado a unos metros de distancia.
El corazón de Jimin dio un vuelco. A través del parabrisas, distinguió una figura familiar.
No se alteró al ver a su alfa. Sonrió con suavidad, como si aquel encuentro fuera algo que había esperado.
Jungkook, dentro del coche, se congeló al instante. Sus manos estrujaron el volante, su lobo rugió nervioso dentro de él, y el impulso de arrancar el coche y desaparecer lo golpeó con fuerza.
No podía creerlo. Su omega lo vio. Lo reconoció. Eso significaba que su plan de verlo y escabullirse quedaba hecho trizas.
—Mierda —murmuró Jungkook para sí mismo, sintiendo que el calor subía por su cuello.
No sabía qué hacer, su mente iba a mil por hora. ¿Debía bajar del auto? ¿Alejarse? No tenía idea de qué sería lo correcto.
Jimin cruzó la calle lentamente. No mostraba enojo, ni siquiera incomodidad. Se acercó con pasos ligeros, la bolsa y la bebida aún en sus manos, como si fuera lo más natural del mundo.
El alfa tragó saliva. No estaba preparado para un encuentro.
Cuando Jimin llegó junto a la ventana del copiloto, se inclinó y, con esa voz suave que siempre había sido capaz de calmar el caos interno del alfa, dijo:
—¿No vas a bajar del coche?
Jungkook sintió que su garganta se cerraba por un segundo, entre la ansiedad y el deseo de estar cerca de él, de oler sus feromonas y estrujarlo entre sus brazos.
Con movimientos torpes, bajó la ventanilla del coche y se obligó a mirarlo a los ojos. ¿Qué debería decir? ¿Cómo debería comportarse? Había estado espiándolo y lo habían descubierto en pleno acto. Nada de lo que pudiera decir ahora cambiaría ese hecho.
—Jimin... —murmuró con voz áspera. Cerró la boca, incapaz de continuar. Simplemente lo miró, atrapado entre la culpa y el anhelo.
Jimin mantuvo su preciosa sonrisa, inclinando un poco la cabeza. No parecía molesto. Al contrario, había una paz en su semblante que lo desarmaba por completo.
—Alfa—dijo con tranquilidad, dándole espacio para respirar—. ¿Puedo entrar?
El contrario asintió varias veces, casi por reflejo.
Antes de que pudiera procesarlo, Jimin ya estaba abriendo la puerta del coche y acomodándose en el asiento del copiloto. Cerró la puerta con un suave clic y se giró hacia él.
—¿Cómo has estado?
Jeon parpadeó, aturdido. Durante tanto tiempo deseó escuchar esas palabras, ver esa expresión en el rostro de su alma destinada, pero ahora que lo tenía justo a su lado, se sentía incapaz de responder.
El silencio entre ellos se extendió durante unos instantes mientras el alfa intentaba encontrar la voz.
—He estado... bien —logró decir, aunque su tono no fue del todo convincente. Los nervios mantenían su cuerpo demasiado tenso, hasta el punto del dolor. Si hacía una locura y daba rienda suelta a sus pensamientos, podría lastimar a Jimin y terminar de alejarlo—. Bueno, no del todo. Es decir, las cosas en la empresa van bien, pero...
Se detuvo, incapaz de mentirle cuando su mirada parecía atravesarlo.
El omega no lo interrumpió, solo lo observó con paciencia, con esos ojos tan hermosos que Jungkook suspiró enamorado y bajó la mirada hacia sus manos.
—Te extrañé. Mucho —confesó en voz baja, sintiendo una punzada de dolor en el pecho. No era algo que pudiera evitar. Jimin era capaz de verlo escrito en todo su rostro—. No puedo dejar de pensar en ti.
Permanecieron sin mediar palabra durante unos minutos, sin prisa alguna en hablar. Jimin tomó un sorbo de su bebida, intentando bajar el nudo de su garganta antes de responder.
—Yo también te he extrañado, Jungkook.
Esas palabras hicieron que el dominante levantara la vista, sorprendido.
Había algo diferente en Jimin, algo más calmado, más sereno. Parecía estar en paz con todo, o al menos en el camino hacia ello. Era una versión de su omega que no había visto antes, una que irradiaba una fuerza tranquila.
—Sabía que estabas cerca —continuó Jimin—. Siempre tuve facilidad para percibirte. Aunque estés a kilómetros de distancia, puedo sentirte.
El alfa cerró los ojos por un momento, intentando contener la emoción que lo embargaba. Había esperado con ansias el momento de volver a respirar el mismo aire que su omega, pero ahora que estaba ocurriendo, se sentía más vulnerable de lo que había anticipado.
—No quería molestarte —murmuró, abriendo los ojos de nuevo—. Solo quería saber si estabas bien. Te prometí que te daría espacio, pero... No pude evitarlo.
Jimin asintió, compasivo. Entendía lo que sentía su destinado, porque se sentía de la misma manera.
Tenerlo a un palmo de distancia no ayudaba, y las feromonas... Quería oler la fragancia a café directo de su cuello, sentarse sobre sus muslos y demandar una nueva mordida. Era tan intenso.
—Lo entiendo —dijo con ternura—. Sabía que sería difícil para ti. Y está bien, de verdad. Si necesitabas venir, si eso te ayudó, no estoy molesto.
Jungkook soltó un suspiro largo. Parte de la tensión en sus hombros se desvaneció, aunque aún sentía esa inseguridad latente.
No sabía qué significaba esto, ni si estaba bien interpretar las palabras de Jimin como una señal de reconciliación.
—¿Cómo has estado tú? —preguntó entonces, su voz un poco más fuerte, tratando de cambiar el foco de la conversación.
Jimin pensó en cómo responder. Al final, se encogió de hombros, apoyando su cabeza contra el respaldo del asiento.
—Ha sido difícil. Todavía lo es —admitió, sin rodeos—. Creo que necesitaba este tiempo para mí, para descubrir quién soy sin ti, por más duro que suene.
Esa confesión golpeó a Jungkook. Aunque sabía que Jimin necesitaba ese espacio, oírlo decir que fue como una liberación para él, era una humillación directa a su orgullo como alfa.
—¿Y lo has descubierto? —preguntó en un susurro.
Jimin hizo el esfuerzo por sonreír de nuevo. Esta vez, su sonrisa fue melancólica.
—Todavía no. Pero estoy en ello. Y creo que ambos necesitamos eso, ¿no crees?
Jungkook asintió, por más que su instinto rugía dentro de él queriendo reclamar a su omega, para que todo volviera a ser como antes, también sabía que no podía apresurar las cosas.
El omega desvió la mirada por la ventana del coche.
El tema no se resolvería en esa breve conversación, pero había algo relajante en estar allí, juntos. Luego de todo lo que había pasado, ese simple acto de compartir un lugar uno al lado del otro después de no verse durante más de dos meses, les había devuelto la motivación que necesitaban.
El alfa lo observó de reojo, notando los pequeños detalles que había extrañado tanto: la forma en que Jimin arrugaba la nariz cuando estaba pensativo, cómo sus dedos jugueteaban con el vaso de café, el aire calmado que irradiaba ahora. Sentía como si el vacío en su pecho se llenara solo por tenerlo cerca.
Entonces, Jimin se giró hacia él con una expresión más seria.
—No quiero que sigas espiándome, Jungkook—dijo en un tono suave pero firme—. No es necesario. Si necesitas hablar, puedes llamarme por teléfono.
—Lo siento —murmuró el alfa, sintiendo vergüenza ante lo que había hecho—. No sabía cómo acercarme a ti ni si sería contraproducente, entonces me comunicaba contigo a través del vínculo. Como no respondías, mi instinto me hizo comenzar a dudar.
Jimin escuchó la confesión con atención. Se arrepentía de no haberle prestado más atención a algo que significaba mucho para Jungkook y que evidentemente necesitaba.
—Si bien te entiendo —dijo con calma—, para mí es importante que nos mantengamos alejados, excepto que sea para algo puntual o una emergencia. Estoy tratando de hacer esto por mí mismo. Y lo haces más difícil para mí si sigues vigilándome sin que lo sepa. No me malinterpretes, entiendo por qué lo haces, pero también necesito sentir que soy capaz de manejar mi propia vida sin depender de otra persona.
Respecto a lo del vínculo, la cosa es que a veces lo olvido —dijo apenado, rascándose la nuca—. Tengo trabajos que hacer para la universidad, estudio todo el día y cuando tengo un tiempo libre, me lanzo a dormir. Me cuesta encontrarle el ritmo a las clases. De todos modos, intentaré dedicarle más tiempo al vínculo. Lo lamento si eso te hizo sentir abandonado o menos apreciado.
Las palabras de Jimin fueron contundentes para Jungkook, quien no podía evitar sentir que lo estaba decepcionando una vez más.
—Pensé que te pasaba algo y pensar en esa posibilidad... —murmuró Jeon, más para sí mismo que para Jimin.
El menor lo miró con suavidad. Sabía que esa lucha interna de Jungkook no era fácil. El instinto alfa de proteger y controlar estaba grabado en su ser. También entendía que ese mismo instinto era lo que, en parte, había deteriorado su relación.
—Si algo me pasa, lo sabrás —respondió, su tono lleno de certeza—. Pero no puedes vivir con ese miedo, y tampoco puedes hacerme vivir con él. Quedó claro que estoy fuera de peligro y ya no soy un objetivo para quienes querían dañarnos.
—Lo intentaré —expresó el alfa al final, con un suspiro derrotado—. No te prometo que será fácil, pero lo intentaré.
Jimin asintió, agradecido por la honestidad. Era consciente de que su destinado siempre lucharía contra esa parte de sí mismo, pero el hecho de que estuviera dispuesto a escuchar su petición era suficiente.
—Gracias —respondió, alcanzando a darle un leve apretón en el antebrazo. Fue un gesto pequeño, el contacto enviando un escalofrío por todo el cuerpo de Jungkook.
Se quedaron así por un momento más, ambos procesando lo que ese encuentro significaba. Jimin terminó su café y miró a su alrededor, pensando en la mejor manera de dar por terminado el asunto.
—Creo que es mejor que me vaya —rompió el silencio, sin querer abandonar el receptáculo del vehículo, estando tan a gusto con la presencia contraria—. Tengo que terminar algunos trabajos para mañana y preparar algunas cosas. Pero... gracias por estar aquí. Me alegró verte.
Jungkook asintió, sin saber si debía decir algo o no. No estaba satisfecho con esa despedida tan simple.
Por más que no le correspondía, observó la forma en que Jimin deslizó su lengua sobre sus labios, quitando los restos de café. Su cuerpo entero vibró con aquel gesto y deseó al menos sentir el calor de esa lengua rosada contra la suya. O al menos probar un ligero roce de esos seductores labios.
Kook gruñó en su mente, reprochándole su egoísmo. Y el lado humano apartó la mirada hasta situarla en el parabrisas, controlando el impulso.
—Jimin... —empezó a decir. No quería sonar desesperado, ni presionarlo más de lo necesario. En lugar de eso, le pidió un favor—. Si alguna vez necesitas algo, cualquier cosa, solo llámame, ¿de acuerdo?
Su omega lo miró con ojos serenos y asintió.
—Lo tendré en cuenta. Gracias —dijo, y antes de que Jungkook pudiera agregar algo más, abrió la puerta del coche y salió con la misma calma con la que había entrado.
El mayor observó cómo se alejaba, su figura disminuyendo a medida que se le escapaba.
De pronto, sintió un vacío inmediato en su pecho, el mismo que siempre lo embargaba cuando Jimin no estaba cerca.
Sin embargo, respetar el límite era lo correcto. Si realmente lo amaba, debía dejarlo caminar por su propio camino, aunque se alejara de él.
Soltó un suspiro pesado, apoyando la cabeza contra el respaldo del asiento y procesando el encuentro, además de los restos de feromonas de Jimin que aún flotaban en el ambiente.
Después de unos minutos, arrancó el coche y se alejó del lugar. El camino de vuelta a casa fue largo, especialmente porque no dejaba de pensar en lo mucho que le habría gustado quitar los restos de café de la boca de su destinado.
Un encuentro agridulce, no les parece? Pero un acercamiento al fin y al cabo 🥰❤️
Espero disfruten de su semana, bellezas! Buenas vibras y todo mi amor para ustedes 💞 Gracias por el cariño que le dedican a esta historia. Me pone contenta cada mensajito de apoyo que me transmiten y los valoro mucho, porque son mi fortaleza en los días malos. Me hacen saber que algo bueno de lo que hago se queda con ustedes. Así que espero que cada capítulo les retribuya algo de todo lo maravilloso que recibo de su parte y les deje un mensaje 🤗💕
-Neremet-
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