Capítulo 19
Cómodo en el nido, Jimin saboreó un trozo de pastel que su alfa compró con anterioridad para satisfacer el antojo de Minnie.
–Estoy al tanto de que es una situación complicada –dijo Jungkook, hablando por celular–. Espero pueda ayudarme con esto, señor Ahn. Es una deuda que mi familia y yo tendremos con usted.
Al teléfono estaba el actual ministro de seguridad de la nación de Corea, un conocido de la familia Jeon desde hace tiempo. El millonario no tardó en buscar opciones para la protección de Namjoon dentro de la cárcel. Fue el empleado más leal que tuvo hasta la fecha y estaba dispuesto a hacer lo que estuviera en su mano para retribuirle de alguna manera por su sacrificio. En su mundo, favor con favor se pagaba.
–De acuerdo, volveré a hablarle en la mañana –se despidió, cortando la llamada para centrarse en su omega.
Jimin, por su parte, se recostó sobre el pecho musculoso del dominante, al cual le extendió el último bocado de pastel con la mano.
–Creí que no terminarías de hablar más –le recriminó mientras el otro masticaba.
–Discúlpame, cariño. Quería asegurarme de que Namjoon tuviera una celda cómoda y monitoreada para esta semana, al menos. No podía dejarlo en una celda común, a merced de cualquier delincuente.
Claro que el pequeño omega lo comprendía. Pudo traer a su destinado a casa gracias a la buena voluntad de Kim Namjoon, quién le había salvado la vida en dos ocasiones distintas, nada más y nada menos.
También sentía cierto aprecio por él tras los pocos encuentros y las escasas palabras que intercambiaron durante su época como prostituto. Siempre se mostró correcto, sereno y caballeroso delante de él, hasta cuando se preocupó por entregarle un collar para que se cuidara de una marca durante el celo de Jungkook.
–Él... ¿estará bien? –se animó a preguntar.
–Eso espero, Jiminnie. Irá a juicio y los abogados tratarán de establecer una fianza para él o reducir su pena lo máximo posible. Mientras tanto, sólo podemos esperar.
–Ojalá sea suficiente –suspiró Jimin–. Fue agradable y atento conmigo, incluso cuando no me lo merecía.
–¿Quieres decir cuando eras respondón, desafiante y te negabas a estar con un fuerte alfa millonario? –bromeó el dominante, haciéndole cosquillas entre las costillas.
Jimin carcajeó e intentó separarse de él, pero el rubio era más fuerte y rápido. Lo atrajo en un férreo abrazo al medio del nido.
–¿Vamos a volver a evitarnos ahora que estamos juntos y tienes a mi cachorro en tu vientre? –le dijo Jungkook, acariciándole el oído con su aliento caliente.
–No te dejaré escapar después de todo lo que me hiciste pasar, alfa tonto –retrucó el pelirrosa, dejando un coscorrón en la cabeza del mayor y montándose sobre sus duros muslos.
No le dio tiempo a defenderse, pues unió sus gruesos labios en un beso hambriento. Lo provocó con su lengua y lo masajeó con descaro.
Los colmillos del dominante picaron cuando la habitación fue llenándose con el espeso olor de sus feromonas. Extrañaba esa delicada combinación entre amargura y dulzura, flotando en el ambiente equilibradamente.
–Me sentía tan solo en nuestro nido –susurró Jimin, respirando tras el intenso beso.
Jungkook desabrochó los botones del pijama a cuadros del omega, quitándoselo al final para pasar las manos tibias sobre su sensual pecho desnudo.
–Extrañaba esto. Descansar en una cama cómoda, tener agua caliente para bañarme... y, sobre todo, estar contigo –dijo.
Notó los pectorales ligeramente inflamados y sensibles al tacto. Apenas roce y Jimin soltaba el más bonito de los gemidos.
El vientre seguía plano, cuando su cachorro estaba cumpliendo un mes de vida. Sabía que la alimentación del omega fue escasa durante su ausencia, con demasiado estrés de por medio. Parte de eso se evidenciaba en las clavículas pronunciadas y en los huesos visibles de sus costillas.
Haría que comiera más, que se alimentara como era debido y que recuperara las mejillas rechonchas que extrañaba mordisquear, de la mano de los kilos extra.
Sus alargadas manos se detuvieron sobre el vientre embarazado y lo cubrieron. Sonrió emocionado porque sería su primer hijo, su primer heredero, y lo creó junto con la persona que amaba, su destinado. Una lágrima se agolpó en sus ojos al pensar que estuvo a punto de perderlo todo.
–Sí vas a hacerte cargo, ¿verdad? –bromeó el omega, sacándole una carcajada agridulce. El pelirrosa le limpió el rostro con los puñitos y besó las comisuras de su boca como quién teme romper algo.
–¿Cómo podría abandonarte, si eres mío?
–No lo sé. Quizás soy más caprichoso de lo que puedes aguantar y ya te arrepentiste de soportame –se encogió de hombros el contrario, que fue derribado al instante.
–Caprichoso o no, no hay vuelta atrás.
El cuerpo más ancho cubrió al más pequeño. Estaban en la seguridad del nido, donde concibieron juntos. Ese simple recuerdo les encendía la piel, bajaba electricidad por sus entrepiernas y los hacía suspirar de placer con cada beso.
La ropa sobró y se deshicieron de ella.
Exploraron cada rincón de la piel contraria con paciencia, sin apresurarse. Tenían toda la noche por delante para descubrirse y sentirse, para encontrar el punto justo donde las caricias originaban suspiros que se hacían más profundos con cada estremecimiento del cuerpo.
Ninguno lo dijo en voz alta, pero lo pensaron al mismo tiempo: ese sería el día donde finalmente sellarían su amor. Ya no más marcas temporales. Sus lobos y su cachorro necesitaban una marca digna que consumara para siempre su vínculo como destinados, como pareja.
–Estás muy cariñoso, alfa –vocalizó Jimin, mientras Jungkook saboreaba la humedad de su borde, escondido entre sus piernas.
–Es una pena que recién ahora lo notes.
Jungkook tenía una naturaleza cariñosa en lo que a su pareja se refería. El problema era que Jimin solía estar muy ocupado rechazándolo como para poder disfrutar de todo el amor que estaba reservado únicamente para él, creyendo que sería más sencillo fingir que no le interesaba, aunque le doliera el corazón cada vez que despreciaba sus atenciones.
Como el dominante era el mayor de ambos, esa madurez que viene con la edad fue la que lo llevó a asumir el rol protector y amoroso que el omega ni siquiera sabía que necesitaba en un compañero. Tenía a un igual dispuesto a vivir con él, a procrear y brindarle las comodidades de una familia y un hogar sano que compensaran la pérdida de la suya. Toda la paciencia que Jungkook le dedicó, le brindó al omega la seguridad y la clara señal de que era el indicado. Ya no podía escapar de la realidad ni de los profundos sentimientos que guardaba en su corazón bajo llave.
El alfa lo aflojó con ayuda de su lengua y sus dedos. Lo hizo con extremo cuidado, para que no sintiera el ardor tras la intromisión.
Le gustó escuchar los suaves ronroneos de satisfacción, enfrentarse a la resistencia de los músculos al ser invadidos, apreciar la suavidad de la zona íntima. Todo eso sacudía la demencia de su lobo, que deseaba ser partícipe también del placer omega.
–No creo que pueda aguantar un segundo más sin hundirme en ti –gruñó, peleando con Kook por el control.
Jimin se incorporó lo suficiente como para tener una mayor proximidad a él. Acarició la cálida mejilla de su compañero. Arrastró la yema de los dedos a lo largo de la mandíbula picosa por la barba de hace unos días y luego subió hasta tocar sus labios, brillantes de saliva y de su propia miel.
Se inclinó para probarse en su boca, entreteniéndose más de la cuenta, hasta que dio su permiso:
–Lléname ahora.
El dorado refulgió en los orbes del dominante, que se acomodó de lado entre sus piernas. Lo observó de frente, atento, con la boca entreabierta y la respiración desordenada, sin querer perderse la más mínima reacción.
Acomodó su longitud contra la humedad del más pequeño. Se frotó lo suficiente como para embadurnarse de ese líquido pegajoso y presionó para entrar.
Los labios de Jimin se despegaron en una mueca situada en la frontera entre el placer y el dolor. Sus ojos se sumieron en la oscuridad tras sus párpados y sus cejas se alzaron hasta tocar el flequillo despeinado de su frente. Era la misma imagen del éxtasis, tan irreal, perfecto y pecaminoso.
–Aprietas jodidamente fuerte, mi amor –balbuceó Jungkook, conteniéndose para no lastimarlo.
Al estar recostados en esa posición, se acercaron más, hasta fusionar el calor de sus pieles febriles por la tensión sexual contenida.
Jimin se abrazó a la ancha espalda y arañó un poco en medio del placer de ser penetrado después de mucho tiempo. La sensación era abrumadora.
–Muévete –rogó, dispuesto a soportar el grosor de su alfa, que no se hizo esperar y comenzó un rítmico vaivén.
La humedad del omega facilitó la penetración. A medida que los músculos se aflojaban, era como si Jungkook simplemente se deslizara dentro.
–Maldita sea, estás tan duro...
–Tú me pones así cada vez que te tengo cerca –respondió el alfa, sujetando con fuerza las caderas pálidas para arremeter más rápido.
El acto en sí no duró mucho.
Los movimientos eran fogosos, urgentes, y buscaban como único fin la liberación. La distancia les demostró que no podían vivir sin satisfacer sus bajos instintos, convirtiéndolos en víctimas de la necesidad de apareamiento.
Sus cuerpos no tenían suficiente.
Tan pronto como Jimin se quebró en lloriqueos agudos producto de la estimulación de su próstata y el inminente orgasmo, el alfa le siguió.
–Quiero volver a preñarte –gruñó, en extremo posesivo.
Su nudo se engrosó contra la intimidad omega. Lo forzó a entrar y una vez que lo anudó, el esperma brotó, llenando la cavidad y calentando el vientre del pelirrosa.
Los colmillos bajaron, punzándole el labio inferior. No demoró en perforar el cuello de su destinado para calmar el picor que le invadía, con la suficiente potencia como para quedar enlazados de por vida.
La sensación fue apabullante al principio, porque Jungkook estaba inmerso en el subidón de su propio orgasmo mientras su mente se vinculaba con el sentimiento de sobre estimulación de Jimin. Sin embargo, lo que más le reconfortó y removió su corazón, fue el profundo amor y cariño que su terco omega se empeñó tanto tiempo en esconder.
No era la primera vez que lo experimentaba, puesto que tuvo una probada de ello durante las mordidas temporales, pero la mordida verdadera le reveló la verdad. Era correspondido, siempre lo fue.
Retrajo los colmillos cuando aseguró su marca y lamió con delicadeza, retirando los restos de sangre y cicatrizándola con su saliva regenerativa hasta dejarla de un contrastante colorado intenso sobre la piel. Esperaba que en las próximas semanas cicatrizara por completo y terminara haciendo juego con el rosa de su cabello.
Sonrió con orgullo. Kook estaba feliz, él estaba rebosante de alegría y esperaba que Jimin y Minnie también.
–Ahora ningún otro alfa me aceptará. ¿Estás satisfecho? –habló el omega, con un tono irónico y una sonrisa cautivadora.
–Claro que sí. Si vas a compartir tu cuerpo con alguien, que sea con tu alfa. Soy el único al que le pedirás dinero a cambio de sexo, si eso te hace sentir mejor.
Jimin chasqueó la lengua.
–¿Sexo? Creí que querías volver a preñarme.
El alfa se ruborizó, avergonzado con lo declarado durante el calor del momento. Escondió su cara contra el cuello omega y lo estrechó entre sus brazos. Su pareja se estremeció por el movimiento del nudo en su interior, pero masajeó su cabeza para reconfortarlo.
–Déjame tener a este cachorro primero y luego podremos volver a intentarlo.
El mayor casi se ahoga con la saliva al escucharlo. Levantó la mirada y trató de determinar si era cierto o no.
–¿Quieres más cachorros tan pronto?
Jimin se encogió de hombros, juguetón.
–Quiero sentir tu nudo sin un condón de por medio y supongo que así es como surge el embarazo.
–Podrías... tomar anticonceptivos hasta volver a estar listo. Así lo haríamos sin condón y no quedarías embarazado si no quieres –sugirió Jungkook.
–El problema es que te gustan los niños, alfa.
–¿Y? –preguntó el rubio, sin saber hacia dónde iba la conversación.
–Si queremos tener muchos, debemos empezar ahora que soy más fértil.
La sonrisa bobalicona y enamorada que se le escapó a Jungkook pudo haber iluminado todo el dormitorio con facilidad. Era cierto que adoraba a los niños, y su mayor deseo era poder tener al menos tres cachorros arruinándole el departamento.
Volvió a abrazar a Jimin, besándolo sobre el cuello y alrededor de la marca, hasta que el omega lo detuvo.
–Mira que hay condiciones.
–Las que quieras, mi amor –asintió Jungkook, dispuesto a aceptar el trato que fuera.
El pelirrosa alzó su mano izquierda y señaló su dedo anular.
–Primero lo primero. Mi madre no aprobaría nuestro vínculo y mucho menos mi embarazo si no hubiera algo decorando este dedo.
El alfa entendió.
–Podemos remediarlo ahora.
–¡¿Ahora?! ¡¿Con tu nudo agarrado a mí?! –estalló el omega. –¿De dónde piensas sacar un anillo a esta hora?
Jungkook carcajeó, divertido.
Estiró su cuerpo en dirección a su mesa de luz, teniendo especial cuidado para no lastimar a Jimin con el nudo, y sacó de ella una pequeña caja de terciopelo negro, la cual abrió delante de su destinado, dejándolo con la boca por el suelo y los ojos más abiertos que los párpados le permitían.
–Me arrodillaré cuando salga de ti –murmuró el mayor–. No quería dejar pasar la oportunidad de pedirte que me hagas el enorme favor de confiarme tu felicidad, tu amor, tu vida y toda tu confianza, Park Jimin. Si lo haces, respetaré y cuidaré de ti y nuestro cachorro durante toda esta vida, y prometo seguirte devotamente hasta la siguiente.
Jimin se quedó pasmado, con el aire contenido en su pecho.
La enorme joya situada en medio de la ranura e iluminada por una sutil luz led en la parte superior de la cajita era demasiado brillante y costosa. No podía imaginar cuánto dinero habría invertido su compañero en aquello.
Luego, se fijó en los ojos tan preciosos y obnubilados de su destinado. Había en ellos tanto anhelo, tanta esperanza en un futuro juntos, que el pequeño omega no pudo evitar lanzar un sollozo emocionado.
Nadie lo había mirado así. Ningún otro alfa fue capaz de ver a través de él de esa forma tan bonita que le derretía el corazón y reconfortaba su pecho. El amor destilaba en ellos. ¿Cómo pudo temerle tanto a ese hombre frente a él? ¿Cómo pudo rehuirle, engañarle y lastimarle tan vilmente?
Parpadeando para quitarse las lágrimas de encima, su respuesta fue sujetarle las mejillas y atraerle en un sentido beso, como si quisiera borrarle de sus recuerdos cada una de sus egoístas acciones. No dejó de apresar entre sus labios los ajenos, chupando y mordisqueando, sin detenerse.
Preocupado por la repentina llantina, Jungkook empujó sus hombros.
–¿Jimin? ¿Qué tienes? –preguntó al verle enjugando su rostro.
–Fui un imbécil. Subestimé lo mucho que me querías y te hice sufrir. Perdóname. Si hubiese aceptado tu cortejo desde que apareciste en mi casa yo...
–Shhh –lo acalló, ayudándole con las lágrimas rebeldes–. Cada cosa sucede cuando tiene que suceder, cariño. Estás conmigo, nos hemos vinculado, tenemos un cachorro en camino y es lo que importa. Ninguna otra cosa del pasado vale la pena. A partir de hoy, miraremos hacia nuestro futuro, ¿de acuerdo?
Un leve asentimiento de la cabeza pelirrosa le dio la razón.
–¿Qué hacemos con el anillo? –bromeó el alfa. Jimin se rio cantarín, con la vocecita ronca, y estiró su mano izquierda.
El anillo fue colocado en su regordete anular. Los brillantes pesaban más de lo que parecía, y el destello que hicieron bajo la luz apagada lo entretuvo.
–¿Hace cuánto lo tenías escondido? –se atrevió a preguntar mientras era envuelto entre brazos y pecho musculosos.
–Desde que te vi por primera vez.
–¿Quieres decir desde... lo de Yoongi?
A Jimin le asombró que eso fuera posible.
–Así es –aceptó Jungkook. Juntó el cabello de Jimin en una coleta y jugó a enredar los mechones sueltos entre sus dedos–. No quería reclamarte delante de toda esa gente, con Yoongi. Entonces supe que tenía que distraer mi mente con algo, y eso fue escapándome para buscar el anillo más jodidamente caro que existiera, único en su tipo, para que no pudieras rechazar mi propuesta una vez que te la hiciera. Y creo que funcionó.
El omega unió sus narices para un besito esquimal y sonrió.
–Jeon Jungkook, te amo mucho.
–¿Tomo eso como un sí? Porque no respondiste antes y te lanzaste a succionarme el oxígeno del alma.
–Es un sí.
Se carcajearon los dos y se besaron.
El nudo fue aflojándose en ese momento, hasta que cedió y Jungkook se apartó para dejar su interior, seguido de los restos de su semilla que fluyeron sobre las sábanas. Jimin gimió por el vacío, pero fue sorprendido de nuevo cuando el alfa bajó de la cama, ancló sus rodillas en el suelo y atrajo las caderas de su compañero hasta el borde del colchón.
–¿Qué estás haciendo? –cuestionó el pelirrosa.
Los delgados dedos del mayor envolvieron el miembro omega y comenzaron a estimularlo de arriba abajo.
–Pues... te dije que me arrodillaría cuando saliera de ti, futuro esposo –respondió, antes de meter la longitud directo en su boca.
¿Es la pedida de matrimonio que esperaban? Porque definitivamente Kook se arrodilló a rezarle a Jimin 😂
Espero estén pasando un buen fin de semana, mis bellezas. Cuídense mucho y tengan un bonito día. Les quiero y aprecio mucho 💕
-Neremet-
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