2.- Libre

El aliento entró por primera vez en el cuerpo de TaekWoon en cuanto el sol se ocultó por completo en el horizonte, trayendo consigo la consciencia.

Lo primero que hizo, al igual que hacía cada noche en cuanto despertaba, fue lanzar a su alrededor su percepción. Buscando primero dónde era que había dormido, para su satisfacción descubrió que estaba en su propio cuarto, en su cama.

Lo segundo fue revisar todas las instalaciones, no había una sola alma en todo el lugar. Bueno sí, en su dormitorio y al igual que él, Ken despertaba en ese mismo momento. Pero esa era una presencia a la que ya estaba más que acostumbrado así que la pasó de largo, buscando hasta en el último rincón de toda su residencia sin encontrar nada más.

Una vez seguro abrió por fin los ojos, viendo las siluetas de su dormitorio sin mayor problema a pesar de la oscuridad que reinaba, sabía que sus ojos eran lo único que brillaba en aquel lugar.

Se movió para encender la luz, una serie de lámparas colocadas detrás de unas cortinas dando la apariencia de ventanas. Quitó las cobijas antes de desperezarse, estirando todo el cuerpo.

Junto a él uno de los enormes gatos de la biblioteca dormía plácidamente, aunque cuando él se movió lo miró por unos momentos antes de volver a acomodarse. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras se levantaba con cuidado de no volver a molestarlo.

Se vistió cómodamente con un pantalón y un suéter de lana cuyas mangas casi cubrían sus manos, ambos de intenso color negro. Una vez así vestido salió de sus aposentos, pudo escuchar cómo Ken entraba a bañarse.

En lugar de esperarlo bajó al nivel inferior, revisando cada una de las entradas al lugar.

Una leve presencia vibró detrás de él, avanzando entre las sombras. Siguió abriendo las distintas barreras como si no se hubiera percatado, podía escucharse aún el agua en el baño de Ken.

De pronto un puño salió de entre las sombras tras él, TaekWoon esperó hasta el último momento antes de detener el brazo atacante.

—Es inútil, ya lo sabes, —dijo a su amigo.

Ken intentó soltarse con un par de tirones sin mayor resultado.

—Ya, ya, me rindo. —se quejó el menor.

Al tercer tirón que dió, Leo lo soltó, logrando que el impulso lo lanzara hacia atrás y chocara contra la pared.

—Ya puedo acercarme más a tí, algún día lograré sorprenderte.

—El día que lo logres, deberé crear a mi sucesor, —replicó con pasmosa tranquilidad.

—¡No! No digas eso Leo. —Con un puchero Ken se abrazó al costado de TaekWoon.

A pesar del tiempo que llevaban ya existiendo juntos, TaekWoon no terminaba de acostumbrarse a aquellas muestras de afecto tan frecuentes en Ken, así que simplemente esperó sin hacer nada a que lo soltara.

—Recuerda que mi función es justamente el que nadie me pueda tomar desprevenido y menos aquí.

—Lo sé, lo sé. Pero yo no soy "nadie", yo soy tu amigo Ken.

—Y sólo por eso puede llegar tan lejos.

Abrió por fin las puertas ante las que estaban, dando paso a la gran biblioteca, de inmediato el olor del papel viejo y los papiros los golpeó con su agradable fragancia, al menos para Leo era sumamente agradable.

Barrió el lugar con la mirada sin encontrar nada fuera de lugar, así que volvió a cerrarla aunque sin tantos candados.

—Ken, si no te vas a bañar deberías ir a cerrar la llave. Sólo estás gastando agua sin sentido.

La cara de pánico que se dibujó en el rostro del menor fue bastante divertida.

—Ouh, tienes razón —dijo antes de desaparecer escaleras arriba.

Una breve sonrisa se formó en el rostro de Leo mientras subía las escaleras con mucha más parsimonia que su antecesor, abrió entonces su mente al mundo exterior, dejando que las voces que lo buscaban entraran en su cabeza. Asimilaba toda la información que llegaba en camino a la parte superior de su residencia, la única que estaba sobre tierra.

Llegó hasta su estudio y abrió las cortinas del gran ventanal, lo cual le permitía tener una vista de la ciudad, que a pesar de la caída de la noche seguía activa.

Se sentó ante el gran escritorio, aún había tinta húmeda en el pequeño tintero, así que solo humedeció la pluma mientras buscaba la siguiente página en blanco del libro frente a él.

Cuando la encontró comenzó con la fecha en la parte superior derecha de la hoja para luego comenzar a transcribir toda aquella información que le llegaba. Su mano se movía con sobrenatural velocidad, raspando la hoja con la punta de la pluma antes de volver a mojarla en la tinta.

Estuvo así por un buen rato, solo de vez en cuando levantaba la vista, mientras recogía más información observaba la pequeña cafetería que había frente a su "hogar", viendo a los humanos preparar y degustar el café en muy varias presentaciones.

Se alegró medianamente al enterarse de la aparición de un nuevo ser feérico y que este ya había encontrado a su pareja entre las criaturas. No hacía mucho otra pareja igual se había presentado ante él para investigar acerca de estos seres.

Resulta que la existencia de las criaturas había creado en los humanos una especie de mutación, dando pie a la existencia de seres con la capacidad de atraerlos y satisfacer sus necesidades. Sin embargo estos casos eran contados, así que lo mejor era no soltar esta información al mundo, de lo contrario muchas criaturas podrían cazar a los seres feéricos y podría desatarse el caos.

Así se lo dijo a esta pareja una vez que terminaron su consulta, y ahora al parecer había aparecido otro cerca de ellos y también se había formado una pareja.

Lo único preocupante de toda aquella historia era la aparición de un traficante, y aunque ellos decían que todo había quedado solucionado, decidió que no era demasiado exagerado enviar a alguna criatura que estuviera cerca a investigar. Lanzó el llamado y pronto otra criatura accedió a ir.

En cuanto quedó terminado eso sintió de nuevo la presencia de Ken acercándose, tal como esperaba pronto apareció y lo abrazó por la espalda para leer sobre su hombro.

—Siempre me ha gustado tu letra Leo, pero no sé por qué sigues escribiendo así. Entiendo que no quieras utilizar una de aquellas máquinas humanas que se conectan entre ellas pero ¿No podrías utilizar aunque sea las plumas esas a las que nunca se les seca la tinta?

—No es necesario, esto es lo mejor —dijo poniendo algo de arena secante en la página ya completamente escrita.

—De la otra manera sería más eficiente, —volvió a atacar Ken, viendo toda la operación.

—Así es mejor —repitió antes de terminar y cerrar el libro.

Solo entonces volteó hacia el otro, notando su holgada camisa blanca y el cabello negro pulcramente peinado.

—¿Sales hoy?

—Sí, tengo hambre. Ya tiene casi una semana que no salgo a comer.

—Cierto, bueno pues ve con cuidado y respeta las reglas.

—Siempre lo hago, —replicó Ken haciendo un puchero—. ¿Y qué hay de ti, no vas a salir esta noche? aún es temprano.

—No, prefiero quedarme aquí. Recuerda que no necesito alimentarme tan seguido.

—Pero ya tiene que no sales, necesitas estar fuerte para cumplir tu trabajo y no lo estarás si no te alimentas lo suficiente.

TaekWoon le dedicó una mirada de "¿En serio eres tú el que me regaña ahora?"

—No necesitas preocuparte, mañana tengo una entrevista para revisión, pasaré por algo de alimento antes de regresar.

—Ese YongGuk de nuevo ¿verdad? —El mayor asintió—. No me da confianza, desde que llego a la ciudad te lo dije.

—Lo sé, pero no ha probado hacer nada contra nuestras reglas, y dice tener algo que justificará su visita a la biblioteca.

—Tampoco ha probado hacer nada bueno, —bufó Ken—. Como sea, ten cuidado ¿sí?

Por primera vez en lo que iba de la noche Leo sonrió, aunque había algo ligeramente amenazante en esa sonrisa.

—¿De verdad crees que él podría hacerme algo a mí? —En sus ojos brilló su poder por un momento.

—No, pero como buen amigo me preocupo por ti.

—Pues no es necesario que lo hagas, así que ve a alimentarte y hablaremos más tarde ¿de acuerdo?

Y, sin esperar la respuesta del menor, salió de su estudio para dirigirse a la gran biblioteca subterránea. Una vez allí tomó un libro relativamente nuevo y se tumbó en uno de los cómodos divanes.

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