CAPITULO 1: LA LLEGADA DE LA DONCELLA
NARRA MARA
Mi nombre es Mara Smith desde los 5 años estoy en esta pocilga de orfanato maloliente, actualmente tengo 19 años y me han dicho que es hora de partir a mi nuevo hogar, desde que soy niña he visto a muchas partir a lo que en este lugar llaman el Santuario de sangre.
Lamentablemente para algunas una vez que salen no se les vuelve a ver, y peor aún, ninguna dura más de 5 años, hoy me toca a mi, es mi turno de ir a esa maldita mansión a servir a esa familia que no se sabe que cosas les hagan a las chicas que el orfanato les dona.
-Mara apresúrate el carruaje está a punto de llegar- dijo la madre Socrates.
-Ya voy estoy alistando mis últimas cosas.
Salgo con mis cosas cuando el carruaje llega, es un carruaje muy elegante completamente negro con cortinas rojas, el conductor me mira de forma siniestra, es palido y alto, su semblante muy apuesto, vestido de negro. Me sonríe a lo que yo solo lo miró con tal seriedad y enojo, me cuesta aceptar que soy una seleccionada más.
-Señorita Smith, es un placer conocerla al fin, mis amos esperan por usted.- dijo el hombre pálido.
-Muchas gracias joven... -dije dudando.
-Mordu, mi nombre es Mordu.
Sin decir mas subo mis cosas al carruaje y me despedida de las madres y el carruaje empieza a avanzar, el camino era tranquilo, podría decir que incluso me quería dormir, pero no podía de solo pensar y repasar todas las clases que me habían dado para llegar a complacer a esta familia, todas las lecciones de modales y materias absurdas, las pondria en practica a partir de hoy.
No sabía cuanto duraría mi vida en este lugar, pues como dije al principio, ninguna duraba más de 5 años, y nunca supimos sobre que liberaran a alguna de nosotras, tal vez planearia escapar, tal vez tal vez envenenarlos a todos, sería buena idea para salir sin culpa una muerte no tan obvia y lenta.
-Llegamos señorita, lo se es un lugar muy terrorífico para usted, espere a verlo por dentro y ver su habitación.- dice mientras me ayuda a bajar las cosas del carruaje.
-Parece que tiene siglos.- digo en forma de desagrado.
-El tiempo aquí no pasa, al menos no para los que vivíamos aquí.
Lo miro de forma extraña y lo sigo dentro de la mansión, al entrar todo se ve oscuro y triste pero la estética del lugar salvaba la vista, hacía frío lo podía notar por el escalofrío que recorría mi columna.
-Bienvenida señorita Smith. -dijo una chica mientras se aproximaba a mi.
La chica parecía ser de mi edad, con la piel pálida, delgada con bonita figura, me parecía conocida, podría jurar que era una de las hermanas que salieron seleccionadas hace años, pero no podía estar segura y ella no podía estar viva.
-Gracias.- le dije y ella con una sonrisa estiró su mano para que le diera mi abrigo.
-Vaya, por fin llega. - un chico interrumpe bajando las escaleras.- Me dijeron que eras hermosa, y no se equivocaron, soy Azeman Salvatore. -me beso la mano elegantemente.
Yo no paraba de mirarlo seria y con cierto desagrado mientras él se acercaba a mí de nuevo, debo admitir que era muy apuesto pero su piel fría me daba escalofríos, debía estar frío por el clima del lugar. Esa era la única explicación que encontré ante todo lo raro que pasaba en el lugar, incluyendo las pieles pálidas y vestimentas de otra época.
-Mordu, lleva a nuestra huésped a su habitación, ya está lista.- dice sin despegar la mirada de mi.
Mordu se acercaba a mi con cuidado, tomo mis cosas y empezó llevarlas mientras me pedía que lo siguiera, lo seguí por las escaleras de la mansión las cuales rechinaban, era molesto el dar un paso y escuchar el ruido, la oscuridad se disipaba a cada paso que nos acercabamos a mi habitación, al parecer era el único lugar en el que había luz. Al abrirse la puerta de esta pude notar la maravilla ante mis ojos, la habitación estaba completamente iluminada por la luz del sol un domo de cristal cubría el techo dejando entrar la luz, y en las noches se podían apreciar las estrellas y la luna.
-Esta es su habitación, el joven Salvatore espera que este comoda.- decía con una sonrisa que me asustaba.
-Gracias, la habitación es perfecta.
-Claro solo lo mejor para su dama.- dijo soltando una risita.
-Disculpa.- dije sorprendida ante sus palabras.
El solo se fue dejándome sola para instalarme, comenzaba a sentirme agobiada por todo lo que ha estado pasando, quería descubrir el porqué de todo esto y lo haría mientras estuviera aquí, aprovecharía el tiempo lo más posible. Tenía muchas cosas que quería saber, empezando por el hecho de porque no duraban más de 5 años. No quiero estar aquí, pero tampoco quiero morir, necesito respuestas, sin importar que tenga que hacer las conseguiré.
Mientras desempacaba y acomodaba mis cosas tocaron la puerta a lo que yo di el paso a mi visitante, era el chico apuesto de piel pálida, en todo el dia no habia venido a mi habitacion hasta ahora, entro mirando todo despues a mi se sentó en el escritorio de forma elegante.
-Espero y te guste tu habitación.- dijo mirando todo.
-Es la misma habitación que han ocupado todas.- le dije seria.- ¿Qué hicieron con ellas?
Su mirada cambió a una sombría y llena de autoridad, se levantó del escritorio y se acercó a mi lentamente tomándome del cuello.
-Es mejor que entiendas de una vez tu lugar aquí, tu apartir de hoy eres mi esclava, harás lo que yo te diga, eres mi novia, para eso te prepararon desde niña, para servirme.- Soltó mi cuello y se alejó mirandome para después salir de mi habitación.
Yo me senté en la cama desconcertada por su reacción tan autoritaria e imponente, no entendía a qué se refería con decirme que ahora era su novia, ni siquiera llevo un día aquí como para tomar un poder de ese tipo. Me acerque a la puerta y escuche que hablaba con alguien aunque no pude escuchar que decía, pero parecía que había ordenado algo a alguien, después de eso tocaron a la puerta y yo abrí y vi a una dama muy hermosa con uniforme de sirvienta entrar a mi habitación con un vestido en su regazo.
-El amo ordena que se ponga esto para esta noche, si va estar aquí deberá acostumbrarse al estilo de vida del amo, como sabe él está despierto de noche y duerme de día, desde ahora esa será su estilo de vida.
Yo miro el vestido y lo tomo de sus brazos para después aventarlo al piso y mirarla con enfado, de verdad estaba enfadada, no quería nada de él ni de esto, ese estupido orfanato desde el inicio sabía lo que hacía. Solo ahora debo descubrir lo que les hicieron a las otras chicas que llegaron aquí antes que yo.
-No quiero nada de él te lo puedes llevar de aquí, no lo necesito, ahora largo quiero estar sola. -digo con molestia.
-Lo siento señorita, pero empieza a anochecer y no puedo ir a ningún lado sin usted, el amo me ha pedido que sea su chaperona.
La chica levanta el vestido y me lo tiende con mirada amable, yo lo tomo y lo observo, es un vestido de apariencia antigua, es hermoso pero parece ser de otra época, un gusto de ropa muy anticuado. Bueno pues si esto me sirve para obtener respuesta a mis preguntas supongo que tendré que acceder a lo que me pidan aquí, estas personas no me van a frenar.
Me cambio mi ropa por el vestido, la chica ajusta el corsé a mi cintura hasta tal punto en el casi no respiro, después de arreglarme me comienza dar un tour por el castillo, las habitaciones y salones son enormes, echamos un vistazo a casi todas a excepción de una con apariencia peligrosa.
-¿Qué hay ahí? -Pregunte curiosa.
-Es mejor que no se entrometa en los asuntos del amo, esa habitación está prohibida, nunca debe entrar en ella.
Seguimos camino al comedor donde ya estaba esperando sentado a que llegara la comida, me miró y pude notar algo más allá de lo común, sus ojos eran rojos y brillantes, me miraba con cierto apetito, fue justo ahí cuando comprendí que la cena no sería para nosotros, yo era la cena.
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