Monólogo 1
Estaba sola en aquel bosque, era de día así que no tenía miedo. Mi única compañía eran los pajáros que cantaban sobre los pinos, el sol se iba poco a poco y el calor se convertía en frío. El canto de los pajaros cesó y empezaron a cantar los grillos, el viento se apoderó de las hojas y no paraba de moverlas haciendo mucho ruido. El clima se volvio cada vez más frío y la noche se acercaba cada vez más. Veía venir el miedo y ya empezaba a sentir los escalofríos.
No quería quedarme, pero él me buscaría allí y si me iba nunca lo volvería a ver. Me sente debajo de uno de los pinos y acurrucandome en mi cuerpo me escondí.
Pasaron segundos, minutos, tal vez horas y no aparecía. El miedo ya afectaba mi cabeza y lo único que pensaba era salir corriendo de allí. Me levanto y aún temblando por el frío y el miedo salgo corriendo pero no encuentro salida. Estoy perdida, la desesperación me pone como loca y corro hacia todos lados sin saber qué dirección seguir.
Estoy asustada, estoy sola y muerta de miedo. Nunca debí creerle, por su culpa me metí en la boca del lobo. Paro a respirar, inahlo y exhalo para calmarme y me siento en un árbol. Los ruidos de la noche de repente se vuelven más suaves y dulces, suenan a cancíon de cuna con la que me duermo.
Mis ojos se abren, hay luz pero no parece ser luz solar. Veo a mi alrededor y no estoy más en el bosque, respiro aliviada y veo que a mi lado hay una hoja de aquellos pinos con algo escrito con pintura.
"Nunca te falle, no empezaré ahora"
Y ahí me di cuenta que fue, tarde pero estuvo ahí. No lo pude ver pero sigue estando para mí como cuando era pequeña.
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