Eléctrico (POV Drake)
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Miro los números, que Evans me ha enviado, en la pantalla de mi teléfono, donde relucen burlones y a la vez... a la vez prometedores. Los cuatro primeros dígitos deben ser el prefijo de Glinen.
—¿Qué crees que paso anoche? —pregunta mi hermana Cas, obligándome a apartar la mirada de mi propia batalla interna.
—No lo sé.
—Debería estar muerta ahora mismo, pero sigo aquí.
Eso consigue desviar mi atención del todo. Le acaricio el dorso de la mano que descansa sobre su rodilla. Ambos estamos tirados en el sofá de casa, ella correctamente y yo, con la espalda hacia el reposabrazos. Lo hago así, para evitar que mi hermana vea la pantalla de mi teléfono. Otra prueba más de que mi decisión de pedirle a Evans el número de Kyle Dobrev no es tan inocente como estoy intentando convencerme a mí mismo.
—Debe de haber recobrado algo de consciencia, ¿no? —continúa mi hermana, y me doy cuenta de que mis pensamientos han vuelto a desviarse hacia el chico rubio que conocí hace unos días. Ojalá no le hubiera conocido nunca. Ojalá Electric Blue no hubiera salido jamás de Glinen. Entonces no tendría esta maldita bola de ansiedad y nervios en mi estómago.
—¿Me estás escuchando? —protesta Cas. Sus ojos bajan al teléfono que aprieto hasta el punto de que mis nudillos se pongan blancos. Me sonrojo cuando lo hace como si me hubiera pillado viendo porno, y dejo que la pantalla descanse sobre mi estómago.
Le doy toda mi atención.
—¿A quién te refieres?
—Al despojado que nos salvó la vida ayer —explica ella con impaciencia—. Creo que ha debido de tener recuerdos de cuando era dámaro o ha recobrado parte de su consciencia y por eso ha atacado al otro despojado para salvarnos a Tori y a mí.
Nunca he escuchado hablar de ningún despojado que tenga recuerdos o que recobre parte de su consciencia humana, pero tampoco los habíamos visto atacarse entre sí antes de lo ocurrido en el almacén. Puede que Cas tenga razón. El mundo parece haberse vuelto loco y yo mismo estoy contagiado por esa locura. Esta semana no me atrevería a decir que nada es imposible.
—Es una posibilidad.
—¿Qué te pasa? —inquiere tras unos segundos de oírse solo la televisión—. Soy yo la que ha estado a punto de morir, pero eres tu el que está traumatizado. A penas comes, estás distraído y ausente.
Su acusación me asusta. ¿Y si los demás empiezan a darse cuenta de lo que me está ocurriendo? Tengo que parar esto de una vez.
—Todos estamos un poco así, ¿no crees? —disimulo.
Cas me mira con sospecha y su vista se posa acertada en mi teléfono.
—Me voy a dormir —anunció preocupado con que continúe indagando en mi peculiar comportamiento.
Salto del sofá y me dirijo a mi habitación.
—Son solo las nueve —protesta, y noto sus ojos fijos en mi nuca.
Tomo las escaleras de dos en dos hacia la planta de arriba y me apresuro en encerrarme en mi habitación. Mi corazón va a mil pero no por la carrera sino por lo que estoy a punto de hacer. Agendo el número que Evans me ha enviado en mi teléfono, intentando apartar de mi mente una vez más, el recuerdo recurrente de mis intercambios de saliva con Kyle. Más que los intercambios en sí, a los que estoy acostumbrado porque es la única forma de invisibilidad a la gente, lo que me atormenta es como me he sentido esas dos veces en que nuestras bocas han conectado. Como si tuviera un bicho dentro de mí, haciéndome cosquillas en el estómago, en las costillas, en las piernas. Las cosquillas vuelven con fuerza cada vez que mi me memoria se regodea en los recuerdos detallados por el perfume de Kyle, la textura de sus labios y su lengua, la tela de su camiseta bajo mi mano.
Me golpeó la frente con el teléfono mientras cierro los ojos, consciente de lo que significa todo esto.
Suelto un largo y agoniosos suspiro y comienzo a escribir un mensaje.
Explícame tus poderes.
Todos ellos.
Pasan diez minutos de tortura en los que compruebo si he marcado el número de Kyle mal, o simplemente me está ignorando.
¿Quién coño eres?
—Idiota —me insulto, mientras me froto el ojo con la palma de una mano. Ni siquiera le he dicho quien era. Debe pensar que soy imbécil.
Drake
En el silencio de mi habitación se escucha lo agitado de mi respiración.
Ah, Drake!! ¿Qué tal?
Yo muy bien, he
cenando con mi padre.
Sí, el que puede estar
coleccionando despojados
en almacén en el que nos
jugamos la vida anoche
Gracias por preguntar.
Mi crispado rostro dibuja una sonrisa involuntaria al leer su mensaje, y me muerdo el labio para evitar seguir sonriendo. Joder, ¿qué cojones me está pasando?
Por favor, responde
a mi pregunta.
Se me hace eterno los segundos que tardo en recibir una respuesta.
Creo que ya conoces
bien mis talentos.
Su respuesta me deja boquiabierto. Me está dando la razón, está confesando que me ha hecho algo con su poder, algo para que le mire y esté seguro de que no puede haber nadie más fascinante y bello en el universo. Mujer u hombre. Nunca he conocido a nadie como Kyle Dobrev, nadie jamás ha despertado tal admiración en mí. Hace que el resto del mundo parezca una gran y aburrida decepción hasta su llegada. Y me siento ridículamente afortunado cada vez que me mira, que me regala la atención de ese rostro de ángel, y de esa lengua de demonio.
No puedo engañarme más, no es solo admiración lo que despierta en mí. Soy un hombre con mucha testosterona y siempre he necesitado sexo casi tanto como el aire. Eso es lo único que parece no haber cambiado en mí.
Ahora todo cobra sentido. Soy heterosexual, siempre lo he sido, y de pronto aparece Kyle y me vuelve completamente loco. Es algo que está haciendo con uno de sus poderes. Lo que siento por él es irreal y fabricado por el mismo muchacho.
Tienes que parar
lo que sea que
me estás haciendo.
Me tiro en la cama con los brazos abiertos y las piernas extendidas. Parte de mi paz mental regresa a mí, ahora que entiendo lo que ha estado ocurriendo. Ahora que sé que tiene solución. Suelto una risa nasal y sacudo la cabeza al reconocer que una parte de mí va a echar de menos estos sentimientos. Aunque sean irreales, nunca había sentido nada así por nadie. He sentido mucha pasión con chicas, y con Lara las cosas han sido siempre tan calientes como satisfactorias. Pero esta fascinación, esta admiración por alguien es algo nuevo. Espero volver a sentir así algún día con alguna mujer. Cuando lo haga, cuando mira a alguien y me sienta como me siento ahora mismo con Kyle, al menos sabré que es amor y me casaré con ella.
No voy a enfadarme con Kyle. Tengo que agradecerle que me haya mostrado lo que es tocar el cielo con el corazón. Así que voy a dejar pasar el hecho de que haya usado su poder en mí, incluso a sabiendas de que soy heterosexual. Seremos amigos cuando deshaga lo que me ha hecho. Tocaremos la batería juntos y disfrutaré de su compañía sin todas estas putas mariposas en mi estómago. Sin que se me acelere el pulso cada vez que le veo.
Pasan veinte minutos sin que Kyle me responda, y empiezo a ponerme ansioso de nuevo. Se ve que tiene cosas mejores que hacer que apiadarse de su muñeco de vodoo romántico. Quizá es eso lo que hace a los chicos que conoce. Los enamora con su poder y luego deja que sufran con su indiferencia. Se me ocurren formas de castigarle por eso.
Me paso la mano por la frente, intentando reprimir las fantasías que están deseando formarse en mi imaginación.
Soy heterosexual y esto no es real, me repito. ¿De verdad quiero estos recuerdos en mi mente cuando vuelva a mi estado normal?
Ya tengo bastante con el orgasmo tan jodidamente intenso que me mostró Kyle la noche que me tomó por el cuello y sus ojos se llenaron con líquido azul. Quizá fue así como creó mi obsesión por él. Pero si soy sincero conmigo mismo, me doy cuenta de que me empezó a gustar antes de eso. Desde que lo vi medio medio desnudo en el césped del gimnasio junto a Tori. Esbelto y bello como un gato, y mi atención no paraba de buscarlo. Debe ser algo que hace con esos hermosos ojos, entonces. Son demasiado bonitos como para no tener magia en ellos.
Doy un salto en la cama cuando por fin suena mi teléfono, que se escapa de mis temblorosas manos y golpea mi frente. Me rio de mi propia estupidez y me alegro de que nadie pueda verme. Odiaría parecer tonto delante de Kyle. De hecho me gusta la idea de que cuando vuelva a mi estado normal, yo le siga gustando a él.
Jodidamente interesante:
¿Qué te estoy haciendo, Drake?
Cuéntaselo todo a papi
Suspiro armándome de paciencia. Pero antes de que pueda responderle, me llega otro mensaje suyo.
Con papi, me refería a mí,
no a tu padre.
No se lo cuentes a tu padre.
A no ser que quieras que
le dé un infarto
Me carcajeo en el silencio de mi habitación. Debo de estar peor de lo que pensaba porque en lugar de exigirle que pare con sus juegos, quiero seguir un rato más.
Demasiado tarde,
ya se lo he contado.
Tienes que ser más
específico la próxima
vez. Soy una persona
muy literal.
Me muerdo la uña del pulgar mientras espero su respuesta. Mi rostro tiene una ligera sonrisa que no consigo borrar ni a la fuerza.
Seamos literales pues.
Dime literalmente
¿qué es lo que te
estoy haciendo?
La sonrisa se borra de mis labios al leerlo. Y tecleo con celeridad.
Sabes perfectamente
a qué me refiero.
Parte de lo fascinante de Kyle Dobrev es que nunca responde lo que respondería otra persona. El muchacho es un jodido soplo de aire fresco cada vez que abre la boca. Y sé que incluso sin sus poderes actuando sobre mi voy a adorarlo. Como amigo claro.
Quiero que lo escribas.
Quiero leerlo.
¿Qué te estoy
haciendo Drake?
Mi corazón se acelera, maldito sea por ello. Por traicionarme así.
Y yo quiero que
lo deshagas esta
misma noche.
Después de responderle me acaricio el muslo. Mi cuerpo está pidiéndome a gritos que alivie la tensión que llevo días acumulando. No he vuelto a tocar a Lara desde que llegó Kyle a la escuela.
¿Y si te digo que
no puede ser deshecho?
Exhalo nervioso con el cariz que está tomando la conversación.
No quiero pelearme
contigo, Kyle.
Preferiría que
fuéramos amigos.
Si cuando vuelve a sonar mi teléfono hubiera sabido el contenido de su próximo mensaje, no lo hubiera abierto. Pero mi poder no es adivinar y leo desprevenido:
Y yo quiero sentir tus
rizos entre mis dedos.
Quiero pasar mi lengua
por tu cuello.
Quiero sentarme sobre ti
y notar cómo te agrandas
y endureces por mi contacto.
Es como si me dieran una descarga de mil voltios. Mi corazón se desboca en mi pecho en el mismo instante en que despiertan las mariposas de mi estómago y lanzan cosquillas eróticas por todo mi cuerpo. De mi cabeza se esfuma la razón y vuelvo a leer el mensaje mientras me abro los botones de los vaqueros. Mi mano se cuela por dentro de mis calzoncillos y me masajeo mientras imagino la escena que ha descrito Kyle.
El orgasmo llega rápido.
Rápido... y jodidamente eléctrico.
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