INTRODUCCION

Humedo, con poca luz y el sonido de las gotas de agua cayendo al suelo, siendo acompañadas por el sonido de los ratones. Era el pasillo por el cual una figura alta cubierta por una tunica con capucha, caminada tranquilamente, el eco de sus zapatos haca resonar por el amplio lugar, a cada centimentro que avanzaba, una antorcha colgada en la pared se encendia, mostrando asi como las paredes; agrietadas, llenas de musgo y con cucharachas y algunos bichos saliendo de esta, eran visibles por la poca luz que emitia el fuego azul de la antorcha.

Llegando a una puerta de al menos 2 metros de altura, la figurase detuvo, alzando su cabeza observo un emblema que yacía en la parta superior de la puerta. Posando su mano suavemente en el metal que la conformaba, el emblema empezó a brillar con un color verde, cuando la luz dejo de ser emitida, la puerta se abrió poco a poco, rechinando por sus bisagras. Una habitación oscura, donde en el centro de esta misma se podía divisar 5 tronos, los cuales eran cada vez mas visibles gracias a que una luz blanca comenzó a aparecer, haciéndolos más divisibles.

- Aparezcan ya, ¿Quieren?

Los ratones, poco a poco entraron a la habitación, rodeando el trono, la luz se hizo cada vez mas fuerte e intensa aclarando por momentos al sujeto y el área en cuestión; La túnica, negra cual oscuridad que rodeaba la habitación a excepción de los tronos, cubría por completo a la persona, una sonrisa se embozo en sus labios mostrando una dentadura blanca.

Con un ultimo empujo, la luz flasheo, apareciendo ahora en los tronos las figuras ennegrecidas de cuatro individuos; rostros, vestimentas, apariencia, eran las cosas que no se podían ver, un cuerpo totalmente negro conformado por dos ojos iluminados con una luz dorada, esa era la apariencia de los individuos, los cuales, ahora eran rodeados por los ratos e insectos del lugar, quienes estaban inclinados ante ellos.

- ¿A que debemos tu llamado? -Pregunto el primero de ellos con una voz retumbante, era un hombre

- Sabes bien, que no debes convocarnos, se te retiro ese privilegio -Una voz femenina fue la que hablo, la segunda de ellos

- Lo sé, pero han pasado tantas cosas, que creía que era momento de convocarlos para darles la buena noticia -Hablo el sujeto encapuchado

- Se te aclaro, que no podías tener contacto con nosotros y tampoco tenias permitido entrar a esta sala -Una voz masculina, gruesa y rasposa fue la que hablo, el tercero de ellos

Riendo burlonamente, coloco su mano derecha en su rostro mientras que su risa se hacia cada vez mas fuerte y cubría cada rincón de la habitación, carcajada tras carcajada. La risa ceso, pero en su rostro aun estaba era sonrisa, con su cabeza inclinada hacia atrás mirando al techo.

- Y yo, creo haberles dicho que no podían ocultarlos de mi mucho tiempo

- ¿Qué quieres decir? -Pregunto la mujer

- Los encontré, a todos ellos -Respondió bajando su cabeza hasta mirar nuevamente a los individuos

- Sabia que lo harías, pero no pensé que habría tanto caos en tu camino -Hablando una voz mas joven, era el cuarto de ellos

- Eso no importa, lo que importa ahora es que, por fin, por fin podre tener diversión, o quien sabe, incluso, hasta mi propia muerte -Con la ultima frase, sus ojos ahora visibles junto con su rostro, se iluminaron con un color verde

El aleteo rápido de los insectos voladores del lugar, fue haciéndose cada vez mas lento, llegando a detenerse, en el aire sin poder moverse estaban estos insectos; las ratas, ahora estaban prácticamente tiesas en su sitio, sin mostrar ni una sola prueba de movilidad, y la gota de agua que caía por el umbral de la puerta, ahora se había detenido a medio camino.

Manteniendo su sonrisa aun, fue avanzando pocos pasos hacia adelante, llegando hasta los tronos los cuales a distancia podrían parecer pequeños, pero estando cerca, podrían sacarte hasta 3 metros de altura o incluso más.

- Sabes bien que tu habilidad no nos afecta -Hablo el hombre con la voz rasposa

- Siempre lo e sabido, pero solo quería que vieran o mas bien, sintieran -Elevando su mano con la palma abierta hacia enfrenten apunto hacia el trono número 1 y soltando una pequeña risa, cerro su mano convirtiéndola en un puño, causando que el trono fuese destruido en pedazos- El poder que he conseguido

- Eso no cambia nada -Hablo el joven- no negare, que tu poder creció, destruir estos tronos no es tarea fácil, pero, tu destino aun no cambia por mas que sepas donde se encuentran.

- Matarlos, no te servirá de nada -Hablo el primer hombre

- ¿Matarlos? -Pregunto incrédulo el sujeto para luego reír a carcajadas- ¿Creen en verdad que quiero matarlos así nada más?

Riendo nuevamente en un tono alto, abrazo su estómago inclinándose hacia adelante, las risas no paraban, era como si le hubieran contado un gran chiste. De pronto, las risas pararon y otro de los tronos también fue destruido, teniendo como responsable al hombre burlón, el cual, tenia su mano izquierda estirada hacia el trono donde venia la voz del hombre con tono rasposo.

- No -Negó sonriendo aun- no quiero matarlos tan fácilmente, como ya dije, ellos pueden ser una buena fuente de entretenimiento para mi persona

- Tu motivo es sin sentido -Hablo la mujer

- Puedes pensarlo así, pero, ya estoy harto -Con un tono mas frio y seco, enderezo su cuerpo y apunto nuevamente a los tronos, ahora con ambas manos

- Entonces, si ya tomaste tu decisión -Hablo la mujer

- Solamente te diremos una última cosa -Dijo el joven

- Tu destino

- Está definido

- Sin importar

- Que hagas

Cerrando sus manos, los tronos fueron destruidos haciéndose pedazos dejando solamente los escombros en el suelo. Las ratas e insectos presentes, volviendo a moverse, corrieron y volaron fuera de la habitación, dejando al hombre encapuchado oji-verde parado frente a los pedazos de los tronos.

Su sonrisa, fue desvaneciéndose hasta terminar con una expresión seria en sus labios, entrecerrando un poco sus ojos, los cuales, perdieron aquel brillo verde, se centraron en la luz que emitía la habitación, que ahora estaba debilitándose haciendo que la oscuridad cubriera lentamente el lugar otra vez.

- Entonces, yo les diré algo a ustedes también -Dándose media vuelta al finalizar la oración- el destino, no llega, si el tiempo es quien lo determina.

Y así, la habitación se cubrió del negro de la oscuridad, dejando al hombre, con la mirada hacia la puerta de la habitación luego de haber pronunciado sus ultimas palabras con una voz serie e imponente, que demostraba lo serio de sus palabras.

Emprendiendo su caminado, se dirigió hacia la salida de la habitación a un ritmo calmado, atravesando el umbral de la puerta, esta misma empezó a cerrarse con lentitud haciendo sonar las bisagras oxidadas por el tiempo y el agua que resbalaba por las paredes agrietadas que la sostenían, con un fuerte estruendo, esta misma se cerro, mostrando el emblema de esta misma que ahora comenzaba a agrietarse de adentro hacia afuera.

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