SANO MANJIRO» HEARTBEAT

Su noción del tiempo es difusa gracias a que su sistema nervioso está en crisis y su lado racional se ha ahogado con los sonidos arrítmicos de su propio corazón. Si le preguntasen exactamente cuánto tiempo lleva en esa posición, Kazumi sería incapaz de dar una respuesta satisfactoria porque se le es imposible saberlo teniendo en cuenta que ni siquiera puede concentrarse en algo más que no sea la cálida respiración que impacta de forma armoniosa contra la piel de su espalda; esa que queda al descubierto gracias al corte de la playera que ha elegido esa mañana, que enseña un poco más de carne sin llegar a ser considerado algo escandaloso por las personas más recatadas que componen a su familia.

Si bien siente los músculos un poco agarrotados por mantener la misma posición por tanto tiempo, se niega a moverse, aunque sea un misero centímetro, porque eso podría significar arruinarlo. Y no quiere arruinarlo, debido a que aquello le agrada. Le gusta percibir el calor que desprende el cuerpo contrario y, aún más, le gusta saber que Mikey la tiene en un nivel de estima tan alto como para ser capaz de caer en los brazos de Morfeo mientras la abraza por la espalda, en un gesto tan íntimo que parece contrastar con la personalidad tan extravagante del joven.

En silencio, con la mirada perdida en la extensión del desolado parque que ha sido cubierto por las luces artificiales de los faroles, se pregunta cómo es que se le hace tan fácil a Manjiro hacer ese tipo de acciones sin sentir los nervios traicioneros del amor. Una parte dentro de su cabeza le da la respuesta más obvia, esa que no quiere escuchar pero que siempre está ahí, revoloteando dentro de su cabeza, destrozando sus ánimos y su autoestima. Kazumi no quiere calentarse la cabeza con tontas ideas que pueden llegar a convertirse en nada. Crear ilusiones y luego ella misma destrozarlas como un raro mecanismo de defensa autoimpuesto, es el bucle en el que ha vivido desde que el rubio consiguió hacerle enrojecer con solo una sonrisa.

Y, Dios, que sonrisa más bella fue esa que le dedicó, al igual que las que le precedieron con los meses.

Desvariar es parte de su naturaleza. Se pierde en sus pensamientos que son similares a dar un paseo por una montaña rusa, porque salta de un estado de ánimo al otro como si fuera una pelota de pingpong en pleno partido. Y es en esa parte, que logra desligarse de lo que sucede a su alrededor entretanto pelea con lo que debería o no pensar. Con lo que es correcto, incorrecto y estúpido a la vez.

— ¿Yo provoco eso?

El somnoliento susurro en su oído la hace brincar del susto. No se lo esperaba, en lo más mínimo. Tanto escucharlo hablar como la pregunta en sí misma.

— ¿Ah?... ¿Qu-qué cosa? — consigue preguntar de regreso en un hilo de voz, con el aire escurriéndose de entre sus labios.

Se ha agitado otra vez y sus mejillas se han calentado, lo cual ayuda en parte a combatir el frío que ha caído de la nada y que no está completamente segura si es el culpable de que el vello de sus brazos se haya erizado.

— Tu corazón — bisbisea y lo siente apoyarse nuevamente contra su espalda, adoptando una posición óptima para apreciar el ritmo irracional que han adquirido los latidos de la fémina. — Desde que te abracé, no para de latir así de rápido... — explica.

Lo percibe ahora en su hombro, apoyando su mentón en este mismo y, sin la necesidad de girarse, puede sentir sus profundos ojos oscuros sobre su rostro en una inspección que termina por desequilibrar todo su sistema nervioso.

Ahora su cara hierve con fiereza, exhibiéndola descaradamente.

— ¿E- eso sería malo? — cuestiona de vuelta, temerosa, viendo el final ya muy cerca y con ganas de echar a correr hacia el lado contrario porque la presión del momento parece estar aniquilándola.

— Malo sería que alguien más lo provocara y no yo — le responde con una sencilles fatal que la deja sin palabras.

Se gira un poco para verlo, terminando — sin que ella lo previera de esa manera ya que los nervios ni siquiera la dejan pensar — con sus narices rozando en un gesto adorable que le arranca una sutil sonrisa a Manjiro que provoca explosiones de fuegos artificiales dentro del estómago de ella. Su visión se tiñe de rosa y el golpe final es encestado de manera perfecta por Sano de la forma más dulce jamás esperada por Kazumi: posando sus fríos labios sobre los de ella en un tacto devastador.

La chica no es capaz de procesarlo y se le hace irreal. Cuando Mikey se aleja del adorable rostro que luce perdido, como si no hubiera comprendido nada, le hace el favor de repetir la acción para demostrarle que aquello sí está pasando y que no es parte de su imaginación. No es ninguna ilusión. El choque de bocas esta vez dura un poco más y el que le sigue luego, aún más. Para el cuarto contacto, los labios de Mikey se mueven sobre los de ella en busca de una respuesta más íntima de la boca ajena que se le es otorgada sin segundos miramientos.

Para el momento en que se separan, Manjiro le vuelve a dedicar otra adorable sonrisa que queda marcada con fuego en la memoria de ella poque es simplemente hermoso.

— Siempre y cuando yo sea quién provoque esos latidos en tu corazón, esteremos juntos, ¿sí?

Sin palabras y comprendiendo todo a medias, asiente de forma boba deseando que este no sea otro de esos sueños que terminan en el instante en que su madre entra a despertarla para ir a la escuela. Porque jura que ser terminará lanzando por la ventana si es de esa manera. 

Primera actualización del año de este libro. Espero que les haya gustado y hayan pasado una lindas fiestas con sus seres queridos💙

Publicidad descarada aquí: he publicado dos libros de escenarios, uno de Jujutsu Kaisen y otro de Kimetsu No Yaiba por si les interesa 👀

Sin nada más que decir, muchas gracias por todo. Cuídense y tomen agua.

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