KATSUKI BAKUGO» GHOST
AU (Alternate universe)
Basado en el anime: Jibaku Shōnen Hanako-kun
Los nudillos, pertenecientes a unas manos trémulas gracias a la mezcla de miedo y emoción que la invaden, golpean la superficie de madera siguiendo el protocolo ya memorizado desde que esa excéntrica idea — fruto de una desesperación adolescente que podría considerarse a lo menos absurda —, se plantó en su cabeza para no salir jamás. No está segura de sí hace lo correcto, pero cree firmemente en su deseo y piensa llevarlo a cabo cueste lo que cueste, o eso es lo que se dice a sí misma mientras se aferra a ese coraje que se ve como una pequeña llama que flaquea descontrolada por sobrevivir en medio de la tormenta.
— Kacchan, Kacchan, Kacchan... — repite tras tomar una bocanada de aire que abastece por completo sus pulmones y, de paso, le otorga el valor suficiente para llamar a ese temible fantasma que habita en el último cubículo del baño de damas.
A excepción de la presencia de Chieko, el tocador está vacío y es comprensible. La chica, para hacer esa locura, se esperó a que la mayoría del alumnado abandonara el recinto para no terminar siendo atrapada infraganti en la tarea de invocar a un espíritu que, si bien es conocido por ser terrorífico, también lo es por cumplir tus deseos si haces las cosas bien. Chieko Nakamoto no quería quedar como una loca o boba así que, si iba a ponerse en ridículo siguiendo un absurdo ritual que pertenece a una leyenda urbana más antigua que su propia abuela, lo iba a hacer en compañía de su propia soledad para no pasar el resto de su vida siendo la burla de sus compañeros.
El mutismo en el que se hunde el baño le hace tensar los labios. No hay respuesta. No es como que haya pasado una gran cantidad de tiempo desde que realizó los pasos, sin embargo, la carencia de alguna señal que le confirme que aquello no es solo una farsa para asustar a los más pequeños, consigue hacer que sus esperanzas vayan en caída como un avión sin gasolina. Ahora siente que tiene solo dos opciones igual de validas: largarse de ahí y fingir que nada pasó, o realizar de nuevo el ritual en caso de que lo haya hecho mal la primera vez — cosa de la que duda porque los pasos a seguir le parece que son anti-estúpidos. Son tan fáciles que equivocarse, sería hasta vergonzoso y a la vez preocupante—.
¿Debería irse? Probablemente. Está solo perdiendo el tiempo. Tiene un club al cual asistir y tarea que...
— ¡¿QUIÉN MIERDA MOLESTA AHORA?! — brama con agresividad una voz que la toma por sorpresa y que logra ponerle los pelos de punta.
El tono es arrasador y horriblemente grosero, una mezcla con la que jamás, en sus cortos años de vida, se ha enfrentado.
Chieko salta una vez en su lugar al oír aquello y da otro salto hacia atrás cuando la puerta del cubículo es abierta de forma abrupta, ocasionando un gran estruendo al estamparse contra la pared. Se sorprende al toparse de frente con la expresión de perro rabioso de un rubio cenizo, el cual no parece estar de buen humor. En realidad, por su mirada, ella cree que ese ser desea mandarla directamente al infierno y la sola idea le hace temblar. ¿Acaso él tiene el poder para hacer eso? Dios, probablemente sí y, al parecer, ella acaba de pedir un boleto gratis en primera clase.
— ¡Tú! ¡Extra! ¡¿Fuiste tú quién me invocó?!
«¿Ex-extra?... ¿Qué se supone que significa eso? ¿Acaso debería ofenderme?»
La pregunta del fantasma es estúpida por su obviedad. Claro que fue ella, es la única ahí dentro además de él. Y Chieko quiere decirlo, usar ese sarcasmo innato que tanto la caracteriza, pero no puede porque su cerebro apenas está siendo capaz de procesar todo el asunto y su instinto de supervivencia le dice que se largue de ahí o, que al menos, mantenga la boca cerrada.
Una sonrisa tiesa, carente de emoción, más falsa que discurso de político y que podría considerarse como sinónimo de incomodidad, se forma en los labios de la fémina. La mueca es tan rara y poco natural que Bakugo no puede evitar sacarse de onda porque es una reacción poco común con la que no está especialmente familiarizado.
— ¡Eh! ¡¿Qué diablos te pasa?! ¡¿Estás sufriendo una trombosis?! ¡Contesta, extra!
Ahí está de nuevo, lo que parece ser su nuevo apodo y, sin embargo, no le puede importar menos porque ahora se siente temerosa. Con el cuerpo rígido se reverencia ante el fantasma sin perder esa formalidad innata. No sabe si debería siquiera hacerlo, pero es más un instinto que parte de un pensamiento coherente.
— Lo siento, me he equivocado de persona. Adiós — balbucea rápidamente, girando sobre su propio eje y haciendo la mejor imitación de su vida de un robot ahora que su cuerpo se encuentra en estado de alerta frente a ese sujeto tan agresivo, el cual parece querer arrancarle la cabeza de un solo mordisco.
— ¡¿EH?! ¡¿PARA DÓNDE CREES QUE VAS?! ¡TÚ ME HAS INVOCADO!
— ¡NO, NO ES CIERTO! ¡NO TIENES PRUEBAS!
— ¡¿QUÉ?! ¡¿CÓMO QUE PRUEBAS?! ¡ES OBVIO QUE HAS SIDO TÚ! ¡TONTA!
A tan solo un paso de la única entrada y salida del tocador, la puerta se cierra de golpe en su cara con un sonido sordo que resuena con fuerza dentro del recinto. Se gira a ver al dichoso fantasma y la sangre desaparece de su rostro en un chasquido de dedos cuando este mismo la termina acorralando contra la superficie de madera, invadiendo su espacio personal con claro desinterés. En otras circunstancias esa posición le provocaría a Chieko unos nervios agradables en su estómago, de esos que quisieras volver a sentir, pero este no es el momento ni la persona correcta para hacer que sus mejillas se sonrojen de vergüenza y se ilusione con un beso que jamás llegará.
— Ya me invocaste. Ahora, dime, ¿qué diablos es lo que quieres?
Ha dejado de gritar y hasta su mueca se ha suavizado. Chieko no sabe si es debido a que se ha percatado de lo aterrada que está u otra cosa, pero esos simples detalles le permiten a la chica recomponerse de los constantes sustos que ha sufrido desde que el espíritu hizo acto de presencia, dándole a entender que los rumores no son tan falsos como la mayoría cree.
Nakamoto, tras inspirar profundamente, termina asintiendo en silencio, mostrando que está de acuerdo con el cenizo y que pretende cooperar ya llegados a ese punto.
— No sé si estás consciente de las reglas, pero el trato es simple — dice Bakugo, alejándose, buscando asiento en el marco de la ventana. — Yo cumplo tu deseo a cambio de algo tuyo. Lo que yo quiera o estime conveniente para que el trato sea equitativo. Ahora, ¿cuál es tu nombre y deseo? — cuestiona con expresión de fastidio, desviando la mirada a otro lugar. En su cara se puede leer claramente las ganas de que quiere que todo aquello termine lo antes posible y Chieko no es como que piense muy diferente a él.
— Hum... Mi nombre es Nakamoto Chieko. Pertenezco a la clase 1-A y mi deseo es... ¡Que la persona que me gusta comparta mis sentimientos! — dice con las mejillas sonrojadas de solo pensar en ese ser que tiene un lugar especial en su corazón sin siquiera saberlo.
— ¡¿Ah?! ¿En serio deseas que...? ¡Que estupidez! — brama de la nada, menospreciando, sin miramientos, lo que ella quiere. — ¿Y quién es el idiota?
— ¡No es un idiota!
La mira alzando una ceja, levemente sorprendido por el atrevimiento de la humana de contradecirle y, de paso, alzar la voz en su contra cuando hace tan solo un par de minutos lucía como un pequeño corderito asustado.
— Ya, solo dime quién diablos es y terminemos con esto.
Nakamoto obedece, saca su móvil y, rápidamente, le muestra una foto del susodicho con una sonrisa tirando de las comisuras de sus labios.
— Él es Todoroki Shoto.
Bakugo le da una mirada de reojo al aparato, curioso de quién puede ser la persona que trae tan tonta a esa humana, y bufa sonoramente.
— Está horrible.
— ¡Claro que no!
— ¡Claro que sí! ¡Además... ¿Qué diablos es eso de llevar mitad y mitad el color del cabello?! ¡¿Quién se cree que es?! ¡¿Lady Gaga?!
— ¡No lo es! ¡No insultes a Todoroki-kun! ¡Él es listo, guapo, amable... TODO UN CABALLERO! A diferencia de otros, que ni modales tienen — termina de hablar con gran desdén, dedicándole una mirada al cenizo que le deja en claro, sin la necesidad de palabras de por medio, que con lo último hace referencia a él y sus pésimos modales que salen a relucir con facilidad.
— ¡Un idiota es lo que es ese mitimiti¹!
— ¡Que no!
— ¡Que sí!
— ¡Estás celoso de él porque es perfecto!
— ¡Una mierda! ¡Nadie es perfecto a excepción de mí!
— ¡Claro que no!
— ¡Claro que sí! — brama de vuelta, pegando su frente contra la de la joven en un intento de amedrentarla con su mirada.
Bakugo no sabe muy bien qué es lo que ha sucedido, pero le sorprende el valor que presenta ahora mismo la irritante humana que no para de hacerle frente desde que comenzaron a hablar del famoso mitimiti. ¿Acaso no sabe que puede maldecirla si se le da la gana? Puede que la joven lo haya olvidado o que los sentimientos por el bicolor la hayan cegado, de cualquier manera, fuera lo que fuera, para Katsuki sigue figurando como una completa tonta. Y como filtros no posee, se lo hace saber sin siquiera morderse la lengua.
Para cuando ambos se dan cuenta, ya se han sumergiendo de cabeza en una acalorada y estúpida discusión que termina abarcando todo lo que se puede apreciar a simple vista. Las palabras vuelan de un lado a otro como piedras, intentando dar en el punto débil del otro en un concurso exagerado de egos, en donde los miedos han sido dejados de lado por parte de Nakamoto para defender lo que cree que es justo y correcto. Discuten ya sea por el peinado del rubio hasta por la decisión de Chieko de llevar un broche de Winnie Pooh en su chaqueta. Cada palabra que ella deja escapar es como gasolina para Bakugo, a quien ya se le ha encendido la mecha y no se caracteriza por tener una especialmente larga y paciente.
Nakamoto, quien no sabe cuándo es el momento correcto para detenerse o cerrar la boca, se termina percatando de que ha agotado la paciencia de Katsuki en el instante en que un estruendoso ruido, seguido de una sensación húmeda que la baña de pies a cabeza, se hace presente. Grita, apanicada. El tocador de damas es un completo caos y no tiene ni la menor idea de cómo explicará aquello si alguien se lo llega a cuestionar. Los inodoros han explotado en un efecto domino caricaturesco, empapado a Nakamoto y sacándole grandes carcajadas de burla al cenizo al ser incapaz de mojarse como ella.
— ¡Estúpido Kacchan! — chilla desde el fondo de su corazón, tras intentar secarse el rostro con ayuda de sus manos.
— ¡JAJAJAJAJA! ¡ESTÁS EMPAPADA!
Chieko le dedica la peor mirada que posee, esa que expresa su rabia y frustración en silencio.
— Estoy harta. Me largo — declara, girando sobre su propio eje.
— ¡Eh! ¿Cómo? ¡No puedes! ¡Todavía no cumplo tu deseo!
— ¡Ya no me importa! ¡Encontraré la manera de lograrlo yo misma!
— ¡ESPERA! ¡SI NO PIDES TU DESEO NO ME PUEDO IR! — grita, saliendo del baño en su encuentro.
Nakamoto, temblando ligeramente por el frío que se ha apoderado de ella y enojada, voltea a verlo con una sonrisa cínica.
— Ese no es mi problema, Kacchan — declara, dejándolo solo en medio del pasillo, sumido en su propia conmoción.
— ¡AH! ¡¿CÓMO QUE NO?! — grita con toda la fuerza que le permiten sus pulmones, furioso.
¹Mitimiti: golosina chilena. Es un chicle que se caracteriza ser mitad color rosa/verde y blanco.
Muchas gracias por leer. Espero haya sido de su agrado 💙
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