Capítulo 1. Busca forma de escapar


Los pasos resonaban en el suelo, era casi como el eco que provoca una mujer con tacones altos al caminar, el chico atrapado deseaba que fuese una mujer, una mujer seria mil veces mejor que cualquier otro...

Era una habitación color blanco, llevaba un buen rato esperándole, no había escuchado nada de él, tenía miedo de lo que sucedería, pues claro, toda su vida fue educado, torturado y maltratado todo con el fin de ser comprado, como si fuese un animal... Su humanidad ya no existía, su libre albedrio había desaparecido, respondía a las órdenes de su ahora comprador y nuevo dueño.

Lo mantuvieron virgen, lo mantuvieron limpio, aunque los golpes y múltiples lesiones no se evitaron, el sangrar y el dolor igual estuvo, la falta de hambre y el daño allí estaba, lo habían llamado Nakajima Atsushi pero aquel hombre le cambio su nombre por "Jinko"

Llego su dama de compañía, Yoshikawa, la mujer tomo al chico albino – ¡¿pero que le hiciste a tu cabello?! – grito al ver al chico con aquel mar corte. Aguanto sus ganas de golpearlo con el bate de clavos, tenía que entregar esa noche al chico sin ninguna imperfección – maldito niño, siempre has causado problemas, ¿no sirves para otra cosa? No sé cómo ese gran mafioso pudo interesarse en ti, llevas años en el catalogo – decía con molestia la mujer – seguro sus otros niños murieron, escuche que es uno de los más peligrosos mafiosos – menciono burlona haciendo al chico solo mirarle – como siempre, jamás hablas – se quejó – bueno... ya que no hablas – sonrió la mujer – no tengo que contenerme

Yoshikawa saco uno de sus juguetes favoritos, era un látigo con espinas, los ojos de Atsushi se expandieron de ello, los gritos se escucharon en la sala, minutos después, el albino con ojos rojos y una espalda peor que roja por la sangre escurriéndole fue bañado con agua fría para que aquellas heridas cicatrizaran, la piel el chico quemaba por la helada sensación, los gritos de Atsushi resurgían una y otra vez...

Su comprador había designado una vestimenta para su encuentro, era parte de aquel lugar entregar a los compradores su compra limpia, así que, usaron el mejor shampoo, los mejores productos de limpieza, pusieron crema en toda su piel para dejarlo suave y haciendo a Atsushi oler a higos, le peinaron para lograr evadir ligeramente su mal corte, y aunque el albino no hablaba ya, había demostrado ser un chico muy rebelde en todo su tiempo en aquel orfanato. Lo vistieron, no era como si fuese la gran cosa pero las damas de compañía comprendieron rápidamente que quien había comprado a Atsushi era un hombre poderoso, pues si, tampoco era como si ello son tuvieran sus precios elevados, tenían chicos de calidad y bien portados, así fuesen mal tratados hasta el cansancio, estos chicos eran lo que su comprador desearán.

Atsushi vestía medas negras, un short corto, a lo que muchos llaman "cachetero", y un suéter blanco, unos zapatos cerrados bajos parecidos a los de una bailarina, usualmente dejaban a los niños solos para que se encontraran con su nuevo dueño, pero las damas de compañía dudaban que Atsushi se dejara la ropa, así que se quedaron a su lado, incluso como despedida de Atsushi, le pusieron un moño rojo simbolizando un regalo, pues sí, todos lo sabían bien, el hecho de mantenerlos virgen y proteger eso ante todo era por que usualmente eran comprados simplemente para darle satisfacción a sus compradores.

Una vez más los zapatos en el pastillo retumbaron haciendo las orejas de Atsushi contraerse, el albino sabía bien que le esperaba algo peor que ese lugar, solo deseaba que su comprador no fuera como las damas decían "el mayor asesino" Atsushi quería vivir a pesar de todo, esperaba un día poder sonreír o quizá... la llama de la esperanza estaba en busca de solo una pequeña chispa que la volviera encender, recordando vagamente ¿Cuántas veces intento escapar? Atsushi había batido el record en aquel lugar, fue hasta que clavaron sus pies al suelo durante una semana para que perdiera las ganas de escapar, después de hacer eso, habían usado grilletes en el menor para impedirle saltar, sin mencionar que lo dejaban encadenado y enjaulado por las noches, quien sabe ya cuántas veces habían tenido que vacunarlo porque las ratas solían morderlo. Aquel chico conocía perfectamente el abismo que llamamos limbo.

Regresando a la transacción de su vida y cuerpo, vio como la puerta se abrió lentamente, aquel castaño que más odiaba, el director del orfanato era quien la abría, siguiéndole un hombre vestido de negro, cuanto más se acercaban pudo notarlo mejor, el director llevaba una conversación vaga que probablemente su comprador no le interesaba, Atsushi lo analizo mejor: zapatos negros, pantalón negro, su camisa no podía verla, estaba tapada por un largo saco negro pero adivino que era blanca, las mangas se expandían en su muñeca mostrando el color blanco, y un corbatín de tela en su cuello, piel pálida, ceño... ¿fruncido? No tenía cejas, ojos grises y su cabello tan negro como la noche con las puntas blancas, ¿acaso era algo normal? Restó importancia a ello. Solo importaban dos cosas, una: ese hombre lo sacaría del orfanato y a donde lo llevará podría tener una esperanza de salir; dos: ese hombre era un asesino de la mafia y probablemente su más difícil reto.

Vio como lentamente se acercó hasta llegar frente a él, Atsushi tuvo que subir su cabeza para mirarlo, no hizo ningún gesto o expresión, su cara era neutra y seria – Bien, vámonos Jinko – dijo el azabache sin más

― Hasta luego Atsushi – menciono Yoshikawa como si realmente le importará el muchacho

Atsushi se levantó, el azabache extendió su mano pero Atsushi tuvo miedo de tomarla – disculpe señor Akutagawa – dijo el director – son tímidos al comienzo

― Está bien – dijo el tal llamado "Akutagawa". Su voz era ronca y tan seria como su expresión, Atsushi bajo la mirada – Jinko – le llamo haciendo que tuviera un ligero respingar en su cuerpo – vamos a casa

El azabache dio media vuelta en sus zapatos y comenzó a caminar, Atsushi trago saliva y le siguió, anduvo por los pasillos del orfanato por detrás de Akutagawa, fijo su mirada a algunos chicos, recordando las muchas veces que él también hizo eso, ver cómo se van, ver como los grilletes invisibles son atados al comprados, solo ver y ahora él era parte de la exhibición, por primera vez vio como las puertas altas del orfanato se abrían de par en par, la luz le cegó ligeramente, en medio de toda esa luz, Akutagawa volteo la mirada para verlo mejor, volvió a extender su mano, está vez Atsushi tuvo miedo de la luz, tomo su mano completando el delirio de sus pecados.

El azabache llevo a Atsushi hasta un auto negro, se permitió abrirle la puerta – entra – fueron las palabras que le dirigió, así que simplemente entro, seguido de él, Akutagawa también entro y miro hacia el conductor – podemos irnos – dicto el azabache, Atsushi siguió callado en el camino, pero se permitió ver de reojo por la ventana, era una gran ciudad y aunque era de noche, las luces iluminaban todo – ¿te gusta? – Pregunto el azabache haciendo al albino recuperar su estado tieso de un principio - ¿no hablas? – Pregunto y esta vez suspiro – hablaremos cuando lleguemos a casa – Atsushi notó el cambio en su voz, estaba molesto, bueno, estaba acostumbrado a que le golpearán ahora solo debía encontrar una forma de escapar, eso era todo en su mente.

El auto se detuvo, era un edificio alto, el azabache bajo primero y llamo al albino una vez más, Atsushi sintió el frio pasar por su piel, pues claro, no llevaba nada que cubriera en gran importancia su piel pero se abstuvo de quejarse, simplemente siguió al de cabello negro, esté está vez lo llevaba a su lado, probablemente por el miedo o quizá conocimiento que aquellas personas que son compradas muchas veces buscan escapar aun cuando hayan sido educados toda su vida a no hacerlo. El loving era brillante, en tonos blancos y una alfombra roja – señor Akutagawa, bienvenido – dijo un hombre delgado y de bigote – su departamento ha sido remodelado como lo pidió – anuncio

― Bien – respondió Akutagawa mientras sacaba su celular – la transferencia fue hecha – menciono

― Muchas gracias por su generosidad señor Akutgaawa – menciono el hombre del bigote y miro al albino – el joven chico

― Jinko – le llamo Akutagawa y Atsushi miro al señor de bigotes, se inclinó en forma de reverencia y el hombre de bigote sonrió

― Es un placer conocerle joven Jinko

― Tendrá acceso a ordenar cualquier comida, podrá ordenar cualquier cosa, así sea ropa – mencionaba el azabache – confió en que tu personal sabrá tratarlo

― Por supuesto señor Akutagawa, me encantaré de que todos estén al pendiente del joven Jinko

Atsushi estaba sorprendido por sus formas de hablar, sobre todo porque estaba dando órdenes para que tuviera permisos, ¿Qué tipo de hombre era ese Akutagawa? Akutagawa siguió caminando y Atsushi le volvió a seguir, un elevador apareció, era de cristal.

Diecisiete pisos arriba era donde estaban, el departamento era del tamaño del edificio, al parecer era un departamento por piso, Atsushi realmente estaba sorprendido pues incluso el lugar contaba con doble piso, el azabache se detuvo en la puerta del elevador – Jinko, nadie puede entrar si no das autorización y solo podemos entrar usando la clave, esa te la ganarás si eres un buen chico – Atsushi simplemente escucho - ¿seguirás sin hablar? – Pregunto y espero pero no tuvo respuesta – suelo tener paciencia pero estas agotándola, voy a revisarte

Atsushi se asustó por aquella palabra "revisarte" pero no tuvo mucho tiempo de pensarla cuando vio al azabache acercarse para tomar el suéter que llevaba en sus manos – ni siquiera te quejaste del frio ¿Qué tan exigentes son en ese lugar? – pregunto el azabache, una vez más sin respuesta. Suspiro mientras alzaba el suéter y está vez tuvo una respuesta aunque no auditiva, Atsushi se había alejado al sentir su tacto – oh, ¿tienes miedo? – Pregunto el azabache – para ser sincero eh acudido a muchos lugares de compra y venta, pero usualmente los chicos huyen de mi o no aceptar irse conmigo cuando se enteran que soy un mafioso. Nadie quiere un amo mafioso, eres el primero que llega hasta mi departamento – menciono el azabache y suspiro al no tener respuesta – bien – tecleo la clave para que Atsushi no pudiera salir – tengo trabajo por las noches, así que por hoy te dejaré descansar, mientras sígueme – ordeno.

El mafioso llevo a Atsushi a una habitación, era de color blanco con adornos en rojo, una cama grande y con dos almohadas – aquí dormiremos, siempre dormirás aquí conmigo, si no llego puedes dormir tu solo – siguió por la habitación, habían dos roperos – seleccione ropa para ti, en el pago me dieron tus tallas y proporciones, sé que eres hombre pero tu cara me gusto desde que te vi en el catalogo y compre para ti – menciono y Atsushi se sorprendió, Akutagawa miro como el albino se acercó al ropero y miro la ropa, y bueno es que Atsushi jamás había tenido más de dos ropas, pues usaba una en toda la semana y cuando tocaba el cambio es que usaba la otra por toda la semana y así... ver tanta ropa le sorprendió – veo que esto te gusta – menciono ligeramente alegre y el albino volteo a verle para bajar la cabeza una vez más – bueno, el otro lado es mío, intenta no tocar mi ropa, es mi arma de trabajo. Sígueme – volvió a ordenar mientras salía de la habitación.

Mostro las diferentes habitaciones, eran dos más, una un despacho el cual Akutagawa dijo que solo él podría entrar, y la otra era la que más le gusto a Atsushi. Akutagawa se sorprendió de verlo, pues estaba encantado con los libros, tenía un espacio de arte y uno con lindos asientos y suaves – bueno, por lo menos muestras señales de vida – menciono el azabache – ya viste la sala y la cocina, también las habitaciones, ahora las reglas, como te dije tienes que ganarte la contraseña mientras no saldrás más que conmigo, puedes pedir cualquier cosa por teléfono, solo marca 55-23 y te atenderán, bueno si es que decides hablar – con ello Atsushi lo miro – regreso más noche, tarde, duerme, mañana hablaremos – dijo marchándose, Atsushi lo miro irse y una vez que el elevador se cerró el albino suspiro

Atsushi comenzó a correr por las ventanas, cerradas, las puertas, cerradas, todo estaba cerrado, así que era cierto que necesitaba ese código, se asomó por la ventana, miro como el auto donde llego se movía - ¿Allí va? – pregunto a si mismo mientras el auto se alejaba – seguro si – Atsushi miro a su alrededor y suspiro - ¿ahora como salgo de aquí? – se preguntó a él mismo, tenía esa noche para mirar y buscar un plan.

Por otro lado, Akutagawa miraba su celular – señor, pronto llegaremos a la base – menciono el conductor

Claro – dijo mirando el teléfono, se divisó como miraba a Atsushi – así que si puedes hablar –sonrió el azabache – busca todo lo que quieras Jinko, no saldrás al menos que sea en un ataúd.    


...

Más tarde tendré el otro capítulo, espero lo disfruten

¡Gracias por leer!

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