IV | 4 Como moscas a la Mierda

Hola, Busco al señor Smith- Una linda morena, piernas largas que se encontraba vestida como el personal me miraba con una media sonrisa. Hoy por la mañana me había levantado para venir a ver al dueño del negocio.
-Claro, acompáñeme por favor- Sus increíbles piernas se movían tan rápido en esos tacones que apenas pude observar cuando me introdujo al enorme despacho del señor Smith.
-Hola André, muchacho ¿Cómo estás?- El señor Smith podría ser un idiota con una gran imaginación cuando de nombres se trataba.
-Andrick-corregí- Ayer por la noche alguien tomo uno de mis maletines durante el juego de Póker.
-Si eso me dijeron, deberías ser más astuto y cuidadoso André- el hombre calvo y regordete que tenía frente a mí me observaba con mucha cautela.
-Lo soy Señor Smith- este idiota creía que podía insultarme y podía volverse a equivocar con mi nombre.
-Muchacho, si la hemos encontrado, pero espero y sea la última vez que me vengas con esto- debajo de su enorme escritorio saco mi maletín dorado, con mis micros cámaras; si mis micros cámaras de repuesto se encontraban en el maletín, iba a estar en graves a puros si no las encontraba.
-Gracias señor- tome mi maletín y me levante dispuesto a irme.
-Hijo antes de que te vayas, quiero invitarte a una fiesta que se hará en la casa de uno de mis grandes Socios, Owen Dacarett. Te invito porque eres el mejor de mis Clientes, el mejor jugador y por lo que he visto en tu maletín de seguro te interesarían mucho los contactos de Owen- por lo visto había revisado el maletín y encontrado las mis artilugios de repuesto
-Estaría encantado de acompañarlo señor Smith- Quiero entrar al negocio, muy buenas fuentes me habían confirmado que el Señor Smith tenía una larga lista de amigos en el bajo mundo y ahí es donde yo quiero entrar.
-Bien hijo, te espero el fin de semana, trae tus mejores galas y la mejor educación que consigas, son personas muy formales en estos asuntos- no sabía si tomarme eso como una ofensa, en verdad suelo ser muy educado en su casino pero este hombre comienza a alterar mi paciencia.
-Claro que si lo veré este fin de semana, con lo mejor que tengo- le mostré mi sonrisa más falsa y salí del lugar, siempre era así un cretino en ocasiones, pero un cretino con muy buenos contactos.
Al salir de del casino no vi a la sexy morena que puede haber llevado a mi cama, soltando un bufido me dirigí a mi camioneta y conduje hasta mi departamento, esperando que cuando llegara el imbécil de Lander ya hubiera llegado.
Invocando al mencionado
Mi teléfono comenzó a sonar y con las manos libres del auto conteste.
-¿Si?
-Hey, hermano...
-¿Qué hiciste esta vez Imbécil?- cualquier cosa que empezara así significaba problemas.
-Mi novia y yo quisimos festejar una fiesta por nuestra unión y se me ocurrió hacerla en el departamento...
-Espera un momento ¿Novia?, la conociste ayer y ¿ya es tu novia?, ¿acaso eres idiota?, mejor no me respondas porque es más que claro que si lo eres y uno muy grande.
-Entonces ¿eso es un sí?
-He de suponerme que no tengo otra opción ¿verdad?- era más que claro que no tenía otra opción de seguro ya había invitado media ciudad para esto.
-Ehhh...claro que no estás obligado, solo tendría que des invitar a más de trecientas personas pero no hay problema- una sonrisa nerviosa se escapó de su labios. Este imbécil era un caso perdido con las chicas y las fiestas, claramente esta.
-Solo hazlo y ya pero me deberás una muy grande, imbécil- Lander era un idiota muchas veces pero cuando se encontraba enamorado se volvía un cabeza de mierda.
-Gracias Hermano, te veré esta noche, compre todo un arsenal del alcohol, lo suficiente para dejar a todos en un coma etílico- su emoción traspasaba las bocinas del auto contagiándome un poco
-Nada de idioteces- sentencie antes de terminar la llamada en el táctil del auto.
Seguramente la fiesta dure más de lo esperado, tendremos chicas desnudas por todas partes y sexo en cada rincón de la casa.
+++
Llegue a la casa hace un par de horas, me he duchado y vestido con uno tejanos negros una playera del mismo color, la fiesta por lo que menciono Lander empezara en un par de horas, ha ambientado la casa, llenado la piscina y preparado juegos para que la fiesta transcurra según lo planeado.
-Andrick, ¿te podrías encargar de la música? la playlist esta como Lander el rey de la fiesta- Grito mi rubio amigo desde las escaleras, mientras continuaba conectando el sistema de audio por todo el lugar.
-Claro- conteste bajando las escaleras hasta el equipo de audio del patio, buscando en la portátil su dichosa y ridícula playlist, en unos pocos segundos la encontré y la comencé a reproducir ambientando completamente el lugar aun vacío.
Lander en cuestión de ordenar cosas era muy bueno, en el jardín delantero se encontraba una larga mesa llena de vasos rojos, varias botellas alineadas, botanas y agua mineral, el área del DJ se encontraba del lado opuesto junto con luces de distintos colores y formas. En el patio de atrás se encontraba la piscina con calefacción y algunas pelotas para jugar, junto a él se encontraba el pequeño jacuzzi que tenía incluida una pequeña barra con un par de botellas. Había mucho espacio para poder bailar y por dentro de la casa había, muchos sillones y sillas disponibles así como habitaciones.
Solo fue cuestión de minutos cuando se oscureció la ciudad y logro todo el ambiente cobrar vida. Claree, Derek, Max y Sasha fueron los primeros en llegar, junto con veinte chicos más que desconocía.
Lander no era alguien con muchos amigos, pero tenían la costumbre de invitar gente a diestra y siniestra, ambos odiábamos tanto la soledad que no importaba que no conociéramos a las personas con tal de hacernos crecer el ego y la estabilidad social.
Ya podía notarse movimiento a mi alrededor, gente bailando en el pasto algunas, chicas en diminutos bikinis en la alberca, algunos chicos precoces en los sillones de la sala bastante pegados como para parecer un mismo cuerpo. Yo sin embargo opte por quedarme sentado en el pórtico viendo la llegada de más y más gente, una cuanta más conocida que otras. Los vidrios de las ventanas retumbaban con fuerza, la calle estaba repleta de autos aparcados en sus ambos sentidos y a lo más lejos más gente se acercaba caminando hacia la entrada atraída por la música como moscas a la mierda.

Un calcetín más del cajón

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