Capítulo O1

JiMin POV

Actualidad - Finales de Noviembre

Miré la hora en la esquina de la pantalla de mi computadora y vi que se acercaban las 7 p.m. El resto de la oficina hacía tiempo que se había ido a casa, pero mi carga de trabajo estaba desbordada y, como director ejecutivo de Park's Talent, no podía darme el lujo de fichar la entrada y la salida. Deseé que alguien me hubiera contado ese dato curioso cuando decidí expandirme por mi cuenta. Entre gestionar el talento y los contratos y luego dirigir el Newcastle, fue... mucho. Probablemente demasiado, pero por el momento podría soportarlo. No era como si tuviera otros compromisos fuera del trabajo, especialmente porque Yejin se había mudado hace unas semanas.

Ahora solo era yo, mi trabajo y yo.

Joder, eso era deprimente. Pero me mantuve demasiado ocupado como para pensar mucho en ello, lo cual fue otra razón por la que seguí acumulando más responsabilidades.

Llamaron a mi puerta y cuando mi asistente, Jisoo, asomó la cabeza, fruncí el ceño. ─Pensé que ya te habías ido a casa. Es tarde.

─Sabes que no te dejaría con todas las citas pendientes. El último ya está aquí.

Mis dedos se detuvieron sobre el teclado. ─¿Otro? ¿Quién?─ No me había molestado en revisar mi agenda, pero supuse que nadie estaba lo suficientemente loco como para reservar una cita un viernes a altas horas de la noche.

Aparentemente sí había gente loca.

─Jeon JungKook. ¿Quieres que lo envíe ahora o que espere?

No escuché nada de lo que dijo después de las dos primeras palabras porque cada fibra de mi cuerpo se congeló. Mierda. No puedo reunirme con JungKook. Aquí no. No cuando estoy solo. Lo había visto de vez en cuando últimamente sólo o con Yejin desde la noche del baile benéfico, cuando perdí mi mente.

Mierda, mierda, mierda. ¿Qué demonios está haciendo aquí?

¿Y cómo podría deshacerme de él sin que fuera demasiado obvio?

─¿Señor Park?

El ceño de Jisoo se frunció y me obligué a deshacerme de mi inquietud y darle una sonrisa tensa.

─¿Dijo lo que necesitaba? Tal vez sea algo de lo que puedas encargarte, ya que estoy abrumado.

─En realidad, señor, usted programó esta cita hace un tiempo. Con referente al Baile de Invierno del Newcastle─. Cuando me maldije interiormente, su ceño se hizo más profundo. ─¿Debería reprogramar?

─Sí. No.─ Mierda. ¿Cuáles eran las probabilidades de que se hubiera olvidado de esa noche? Todavía no tenía una buena explicación para lo que me había pasado. Cristo, solo pensar en besar al novio de mi hija ahora me hacía estremecerme, incluso cuando mi cuerpo traidor se calentaba ante el recuerdo.

Por eso había tratado de suprimir todos los pensamientos sobre JungKook en las semanas posteriores. Nada bueno podría surgir al recordar sus labios sobre los míos.

Me froté la frente, cerré los ojos con fuerza y ​​suspiré. A pesar de que no era una buena idea (obvio que no), no podía negar que necesitaba ayuda para el Baile de Invierno. Y él ya estaba aquí...

─Envíalo─, dije, antes de que pudiera cambiar de opinión.

─Entendido. ¿Necesitas algo más antes de que me vaya?

Mi cabeza se levantó bruscamente. ─¿Ya te vas?

─Tengo planes para cenar con Harvey─. Ella sonrió ante la mención de su marido, pero luego su sonrisa se atenuó un poco. ─A menos que necesites que me quede.

─No, no, claro que no. Aprecio que trabajes hasta tarde, así que ve a disfrutar el fin de semana.

Ella asintió pero vaciló en la puerta. ─¿Está seguro?

Intenté ignorar el pánico en mi pecho y forcé una sonrisa. ─Sí, ahora vete. Y mándale a Harvey mis saludos─.

─Gracias. No trabajes hasta tan tarde.

─No prometo nada.

Cuando ella se fue a buscar a JungKook, guardé el archivo en el que había estado trabajando y pasé mis palmas sudorosas por la parte superior de mis pantalones hechos a medida.

Dios, ponte manos a la obra. Eres el adulto aquí.

Me quedé mirando la puerta medio entreabierta, los latidos de mi corazón contaban los segundos mientras hacía lo mejor que podía para recomponerme. Yo era un profesional, joder. El dueño de esta maldita empresa. Si no podía soportar una conversación con un universitario, entonces mejor tiraría la toalla ahora mismo.

El rápido golpe de los nudillos en la puerta no hizo nada para ralentizar mi pulso antes de que apareciera JungKook. Llenó mi puerta vestido con un par de pantalones grises hechos a medida, un suéter negro de cuello alto y una chaqueta, y toda la apariencia de ─niño universitario─ salió volando por la puta ventana.

Cuando entró en mi oficina y fue a cerrar la puerta detrás de él, me puse de pie. ─Puedes dejar eso abierto─. El brazo de JungKook se congeló y cayó a su costado, y sus ojos color caramelo se entrecerraron un poco.

─De acuerdo─. Agarró la correa de su bolsa de mensajero, pero por lo demás no se movió. ─¿También debería quedarme aquí de pie?

No estaba seguro de si era mi paranoia o algo más, pero habría jurado que había un toque de... burla en su tono. No, tenía que ser yo. JungKook era muy educado. Siempre respetuoso. Al igual que yo, había guardado ese día en una caja y la había cerrado y, como si fuera un acuerdo tácito, nunca lo habíamos mencionado ni hablado de ello desde entonces. Por supuesto, yo había hecho todo lo posible por evitar pasar tiempo a solas con él. Pero el par de ocasiones en que nos habíamos visto, había sido cordialmente... normal. Ahora no sería diferente.

─No, claro que no. Pasa, siéntate. Estaba terminando el trabajo del día.

─¿Del día? Ves que es de noche ahí fuera, ¿verdad?

Volví a sentarme y me entretuve en nada en particular, porque era más seguro que ver a JungKook cruzar mi despacho y sentarse frente a mí. ¿Cuánto tiempo llevaba Yejin saliendo con él? Y de repente no podía mirarlo sin fijarme en cosas como lo largas que eran sus piernas, lo espeso que era su pelo barrido por el viento y lo carnosos que estaban esos labios que había tenido apretados contra... No. No iba a pensar en eso.

─La verdad es que sí─. Miré por la ventana de mi despacho hacia las luces de la ciudad que rodeaban nuestro edificio. ─Si te soy sincero, estaba a punto de irme a casa. Había olvidado que teníamos una reunión.

─Ouch, qué golpe para el ego.

Volví a prestar atención a JungKook y vi que una sonrisa se dibujaba en la comisura de sus labios.

─Y yo que contaba los días.

Me quedé sin aliento cuando la sonrisa se dibujó en sus ojos y me di cuenta de que la caja que creía cerrada y apartada acababa de volver a abrirse... por él.

Como no estaba dispuesto a tocar ese comentario ni con un palo de tres metros, decidí hacer lo más maduro e ignorarlo por completo. ─Tenemos que ponerlo todo en marcha para el Baile de Invierno, así que menos mal que lo he programado─. JungKook torció un poco la cabeza, mirándome de cerca, y yo me aseguré de mantener una expresión neutra.

Luego asintió. ─Por eso eres el jefe. Dime qué necesitas.

Jesús, ¿por qué todo lo que decía parecía tener un doble sentido? ¿O tal vez era yo? Joder. Me sentía como un adolescente confuso y nervioso.

¿Qué necesitaba? Necesitaba un trago fuerte y sacar a Jeon JungKook de mi oficina antes de decir algo de lo que me arrepintiera.

─¿JiMin?

Al oír mi nombre -mi nombre de pila- salir de la boca de JungKook, cualquier conversación sobre los Bailes de Invierno y los horarios se me fue de la cabeza.

Esto de sentirse cómodo conmigo hasta el punto de llamarme por mi nombre de pila debía terminar. Era exactamente lo que yo temía. Era hora de ponerme firme.

─Creo qué quisiste decir "Sr. Park", ¿verdad?

Parpadeó una vez y luego asintió cortésmente. ─Por supuesto. Mis disculpas... Sr. Park.

Mierda, ¿por qué hasta eso sonaba sexual?

Me aclaré la garganta, necesitaba desesperadamente un vaso de lo que fuera, ¡pero joder! Justamente por beber es una de las razones por las que habíamos acabado antes en semejante... enredo.

Con sólo pulsar un botón, apareció en la pantalla la carpeta que Jisoo había organizado para mí: todos los detalles del Baile de Invierno segmentados por voluntarios. Nadie recibía una compensación por su trabajo, sino que elegían ayudar para ganarse mi simpatía, ser considerados para un puesto en la junta durante las siguientes elecciones o proponer sus propias empresas para lo que sería un gran sueldo si eran elegidos.

JungKook no tenía ninguna de esas razones para estar aquí, para ofrecerse como voluntario para ayudar en cualquiera de nuestros eventos anteriores o en este, aparte de que sus padres le propusieran hacerlo. Sin embargo, nunca había actuado como si fuera una tarea, aunque yo sabía cuánto tiempo le quitaba de cosas que preferiría estar haciendo. Nadie en su penúltimo año de universidad se moría por pasar horas organizando un evento para un público mayoritario

Imprimí la lista que Jisoo había marcado con el nombre de JungKook y se la envié también a su correo electrónico. No era la primera vez que trabajábamos juntos, pero ahora parecía diferente.

JungKook alcanzó los papeles impresos antes de que yo lo hiciera. ─Gracias.

Mientras él ojeaba la larga lista de tareas, yo le ojeaba a él. Llevaba el pelo castaño retirado de la cara de una forma perfectamente pulida que, junto con su atuendo del Upper East Side, indicaba que quería que le tomaran en serio. Frunció las cejas mientras leía la lista. Mis ojos recorrieron su rostro y se clavaron en su labio inferior.

Antes de aquella noche, nunca había mirado a JungKook. Es decir, no de ese modo. Obviamente, me había dado cuenta de que era un chico guapo, pero sólo en el sentido en que aprecias a alguien cuando te lo cruzas por la calle. Siempre había sido muy educado cuando lo veía, incluso cuando estaba en mi casa con Yejin. Incluso suele ser bastante callado, sin indicios del comportamiento inmoral por el que era conocido su grupo de amigos.

Pero... "Dime con quién andas y te diré quien eres", ¿no?

Después de esa noche, estaba claro que JungKook no era sólo un tipo tímido y callado. No con ese destello malvado que había tenido en sus ojos cuando entró aquí esta noche.

Estaba tan jodido.

Necesitaba algo que hacer con las manos, las apoyé en el escritorio que tenía delante e intenté que no me afectara el cambio de energía que había sentido desde que él llegó.

─¿Eso funciona para ti?─ Le dije. ─Si prefieres encargar este evento a otra persona, estoy seguro de que podría encontrar...

─No.─ Me miró. ─Puedo encargarme de esto.

Debería haberme sentido aliviado, ya que era una de las personas con las que podía contar para hacer las cosas, independientemente de su edad, pero tenerlo tan cerca, trabajando juntos en esto durante las próximas semanas... sería complicado. A menos que no tuviera que serlo.

─A medida que vayas cerrando presupuestos, te pediré que se los comuniques a Jisoo, y ella los repasará conmigo...

─Espera, ¿no te los comunico directamente a ti?

Señalé mi escritorio meticulosamente apilado, pero a tope. ─Como puedes ver, estoy un poco ocupado.

Un atisbo de sonrisa se dibujó en sus labios. ─Claro. Un poco ocupado para mí, querrás decir.

─Eso no es lo que yo...

─Nunca habías estado demasiado ocupado.

Era todo lo que podía hacer para mantener la calma, porque él sabía exactamente el porqué de todo, y yo no iba a deletreárselo.

Con las manos entrelazadas, mantuve un tono amistoso y desenfadado. ─Este es el evento del año para el Newcastle. Tendré que delegar algunas tareas si quiero que las cosas fluyan sin problemas.

─Quieres decir que tendrás que delegar algunas tareas por mí porque no confías en quedarte a solas conmigo.

Se me cortó la respiración y mi mirada rebotó de la puerta abierta de mi despacho a JungKook.

─¿Disculpa?

─¿Qué? ¿Te preocupa que alguien te oiga?─. Se acercó al borde de su asiento y golpeó los papeles encima del escritorio. ─No hay nadie más cerca. Ahora puedes ser sincero conmigo.

De ninguna manera podía ser sincero sobre lo que pensaba, y mucho menos sobre lo que sentía. Pero el hecho de que me lo dijera significaba que estaba en un mundo de problemas, porque él también lo estaba sintiendo. ─Mira, he tenido una larga semana, y realmente me gustaría...

─¿Que me vaya? ¿Qué me quede? ¿Besarte de nuevo?

─Ya basta.─ Me puse de pie en un esfuerzo por recuperar el control de la situación. ─Creo que deberías irte.

JungKook se levantó lentamente, con la mirada fija en mí. ─Me iré si eres sincero conmigo.

─Esto es ridículo.

─¿Estás fingiendo que no nos besamos? ¿O qué no lo disfrutaste?

Apreté los dientes, respiré hondo y me pellizqué el puente de la nariz para calmarme.

─No voy a hablar contigo de esto.

─¿Por qué no? Yo soy el que estaba allí.

─Lo sé.

Las dos palabras salieron mucho más duras de lo que había previsto, pero ¿qué esperaba? Estaba haciendo todo lo posible para terminar la reunión y sacarlo de mi oficina. Pero él seguía insistiendo.

─Entonces, ¿por qué no podemos hablar de ello?

─Porque eres el novio de mi hija─, espeté, dejando escapar un suspiro mientras me pasaba una mano por el pelo. El peso de lo que acababa de decir, la culpa de aquella única confesión, se me retorcía en las tripas como un cuchillo.

─¿Lo soy?

Levanté la cabeza y miré fijamente el hermoso rostro que me observaba. ─¿Qué significa eso?

Los labios de JungKook se curvaron en una sonrisa que no entendí del todo mientras recogía los papeles de mi escritorio y se volvía hacia su bolso.

Cuando se colgó la correa en el hombro, metió los papeles dentro y se volvió hacia donde yo seguía, inmóvil, esperando...

Joder si lo supiera.

─¿Qué significa eso, JungKook?

─Significa que antes de empezar a delegarme en otros, deberías hablar con tu hija. Porque si eso es todo lo que te impide tomar lo que claramente quieres -y sí, sé cuando un hombre me desea- entonces tal vez Yejin debería sincerarse sobre lo que realmente pasa entre nosotros.

¿De qué estaba hablando? Él y Yejin habían sido pareja durante años. Nada de esto tenía sentido. ¿Cómo iba a saber si un hombre le deseaba? ¿Y qué yo lo deseaba?

Estaba confuso, irritado e innegablemente excitado mientras él palmeaba su bolso.

─Me pondré a trabajar en esta lista y le veré el lunes para hablar de cifras, Sr. Park.







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