Capítulo 32

JungKook POV

Gracias a Dios por Yejin. Siempre sabía cómo alejar mi mente de lo que me preocupaba o disgustaba distrayéndome con un buen rato. Y después del encontronazo con Jimin ayer, lo necesitaba.

Normalmente, no me atrevería a estar cerca de ella y sus amigas mientras se preparaban. Eran un grupo salvaje, corriendo semidesnudas, cantando y bailando, cotilleando mientras se arreglaban el cabello y se maquillaban. No era una escena que ningún hombre debiera presenciar, pero allí estaba yo, invitado a formar parte de la locura de los preparativos de su Baile de Invierno, que duraba horas.

Había negado con la cabeza sin parar ante el caos, pero había conseguido lo que Yejin esperaba: sacarme temporalmente de mi depresión. Cuando la limusina llegó a su apartamento, llevaba dos copas y me sentía más relajado que en los dos últimos días.

Aunque esperaba que esa sensación se mantuviera una vez que llegáramos al Newcastle, que pudiera relajarme y disfrutar de la noche sin mirar constantemente a Jimin y a su cita, en cuanto pasamos por la cola de la prensa y entramos, la tensión volvió a apoderarse de mí.

─Nop, esta noche no nos vamos a estresar, ─dijo Yejin cogiéndome las dos manos con las suyas. La orquesta tocaba alegres canciones navideñas y ella empezó a contonearse, reflejandose en su vestido plateado las luces de carámbano que colgaban del techo con cada giro de cadera─. Baila conmigo.

─¿Aquí mismo? No estamos en la pista de baile.

─Haremos la nuestra. Quizá inspiremos a otros mientras esperamos.

Me levantó el brazo, girando ella misma, y me resultó imposible no unirme finalmente. Su alegría era contagiosa, algo que yo necesitaba desesperadamente, porque la fila en la que esperábamos era la obligatoria para saludar a los miembros destacados de Newcastle. Y la persona que encabezaba la fila era el presidente.

Jimin.

O, mejor dicho, Jimin y su cita.

Trastabillé al pensarlo, pero me contuve y le dediqué a Yejin una sonrisa tensa y de disculpa. Me guiñó un ojo y siguió bailando, sin darle importancia cuando chocó con Yoongi detrás de nosotros...

─Vamos, bestia sexy. Baila con nosotros.

Yoongi me miró por encima de su cabeza. ─¿Cuántas copas se ha tomado?

─Sólo una, ─dije, dándole la vuelta─. Esta es ella en su estado más natural.

Él arrugó la nariz y se pasó una mano por la solapa de su chaqueta de inspiración steampunk**, con frac, un aspecto que sólo él podía conseguir. ─¿Qué se siente al ser tan... feliz?

Estuve a punto de responder que no lo sabía, pero me contuve antes de que las palabras salieran de mi lengua. Porque sí lo sabía. Había sentido ese fugaz momento de felicidad en el tiempo que pasé con Jimin, cuando mi corazón se sentía tan lleno que podía estallar.

Yejin me apretó las manos y asintió detrás de mí. ─ Somos los siguientes.

Mierda. Me dio un vuelco el estómago y respiré profundamente, preparándome para lo que estaba a punto de enfrentar.

─Él no tiene nada contra ti, ─murmuró, y luego pasó a mi lado para saludar a su padre.

─¿Ya estás intentando e...mpezar una línea de conga?

─Oí decir a Jimin mientras me daba la vuelta para unirme a Yejin.

Maldición, maldición, maldición. El hombre me robó el aliento. Llevaba un esmoquin negro clásico que se ajustaba perfectamente a su esbelto cuerpo. En ese momento, no parecía real que él y yo tuviéramos nada que ver. Estábamos en dos niveles distintos, como un rey saludando a sus súbditos.

Yo puedo hacer esto. Puedo hacerlo. Seguí repitiendo el mantra en mi cabeza, esperando como el demonio convencerme de que era verdad antes de...

─JungKook.

... Jimin volvió su atención hacia mí.

─Sr. Park. ─De algún modo conseguí pronunciar su nombre mientras me tendía la mano, y nunca había sido tan difícil interpretar el papel de novio falso e hijo perfecto de un senador.

Deslicé mi mano en la suya y, cuando sus dedos rodearon los míos, una descarga de electricidad se disparó entre nosotros.

─El lugar se ve increíble. ─Miré a los renos que estaban en lo alto, a cualquier lugar menos a él.

─Lo hace. En gran parte gracias a ti.

Mi atención volvió a él y se demoró, y Yejin se aclaró la garganta y pasó su brazo por la curva de mi codo.

─Tú y JungKook siempre formáis un gran equipo.

Jimin miró a su hija mientras asentía. ─Así es, y permitirme decir que ambos os veis extraordinarios esta noche.

─Puedes. ─Yejin levantó el borde de su falda para lucirla y Jimin soltó una risita.

─Una princesa moderna. ─Se inclinó y besó su mejilla, sus ojos encontraron los míos. Su acalorada expresión me hizo saber, de la única forma que podía hacerlo, lo extraordinario me encontraba.

El corazón me retumbó cuando se enderezó hasta alcanzar su estatura máxima, pero cuando se volvió hacia Sungwoon y le presentó a Yejin, casi se me paralizó.

Habla de pasar de un máximo a un mínimo histórico. Pero sabía que esto iba a pasar. Lo había estado temiendo todo el camino hasta aquí.

─Sungwoon, este es JungKook, ─oí decir a Jimin en algún lugar de la periferia─. Fue el principal voluntario en ayudar a preparar el Newcastle para esta noche. No podría haberlo hecho sin él.

Las palabras de Jimin fueron educadas, profesionales y todo lo impersonales que podían ser, pero aun así aquel momento de leve elogio me hizo desear rodearle con mis brazos y besarlo hasta el cansancio.

Dios, lo pasé mal. Jodidamente mal.

Me puse delante de Sungwoon y le dije algo que debí considerar apropiado, porque se rio y miró a Jimin, que sonreía con él. Necesitaba un maldito trago.

Con la sonrisa dibujada en el rostro y Yejin guiándome, logré pasar el resto de la fila de una manera que complació a mis padres, que estaban al final de la misma. Esta noche ya era bastante estresante; lo último que necesitaba era que me regañaran por no ser todo lo que me habían criado para ser.

Así que oírlos hablar maravillas de Yejin y elogiarme por mi trabajo con el señor Park me dijo que se estaban creyendo la mentira, como siempre.

Qué suerte la mía.

─¡Ey! ─Yejin me dio una palmadita en el brazo mientras entrábamos en el enorme salón de baile─. Relájate. Lo logramos.

Sabía que lo decía por animarme, pero esta noche nuestro engaño no me estaba sentando bien. Tenía un nudo en el estómago.

─¿JungKook? ─Yejin me guió más allá de una enorme escultura de hielo que había sido entregada esta tarde. Pero no estaba prestando atención, con la mente llena de mentiras y suposiciones de qué pasaría si...

─Necesita un trago. ─Yoongi se balanceó a nuestro lado, negando con la cabeza─. Diablos, yo necesito un trago también después de ese show. ¿Por qué siento que voy a ser menos juzgado tratando de pasar las puertas del cielo que entrando en el Newcastle?

─¿Crees que vas a pasar por las puertas del cielo? ─ Yejin sonrió.

─Bueno, asisto a la The Church** tan a menudo como me es posible, y cuando lo hago, me aseguro de ponerme de rodillas y.... rezar.

─Ajá. ─Yejin puso los ojos en blanco─. Y ahora necesito un trago.

─Entonces abre el camino, ─sugirió Yoongi, quedándose a mi lado─. Creo que vi al resto del grupo dirigiéndose hacia el bar de todos modos.

Yejin comenzó a caminar delante de nosotros, su hermoso vestido fácil de seguir la pista a medida que se abría paso a través de la multitud de personas charlando y riendo entre sí.

Yoongi se puso a mi lado, con una mirada pensativa. ─¿Estás bien?

─¿Eh? ─No había estado prestando atención a nada de lo que habían dicho, pero como éramos los únicos dos allí, necesitaba volver a encender mi cerebro.

─Parece como si quisieras vomitar.

Por la forma en que se sentía mi estómago, no estaba muy lejos.

─Tuvo que ser duro verlo con una cita.

Nunca había apreciado tanto el hecho de que mis amigos supieran sobre Jimin. Que Yoongi no tuviera que nombrarlo, porque todos conocían mi gran secreto, era un factor menos de estrés en mi vida.

Me encogí de hombros y dejé escapar un suspiro. ─No es que pueda hacer nada al respecto.

─Lo sé. Pero sigue siendo una mierda.

Vi una profunda comprensión en sus ojos que nadie más en nuestro grupo tenía, y sentí la desesperanza más palpable que nunca.

Dios, ¿cómo lo hacía? ¿Cómo podía existir en el mismo espacio que la persona que más quería y no tenerlo? Parecía imposible.

Estos dos últimos días, estar cerca de Jimin y no saber lo que éramos el uno para el otro, había sido una tortura. Habría hecho cualquier cosa por ser el que estuviera junto a Jimin en esa fila esta noche. Habría vendido todo lo que tenía, habría prometido cualquier cosa en el mundo, incluso les habría dicho la verdad a mis padres...

¿Cómo lo hacía Yoongi?

─Vamos a buscarte un trago. Te ayudará.

Hice una mueca cuando vimos al resto de nuestro grupo junto a la barra riéndose. ─De acuerdo, siempre y cuando Taehyung no sea quien pida las bebidas.




★ ★ ★ ★




Ver a los Rockettes interpretar un número especial para el evento fue un momento culminante y, siendo plena temporada navideña, una hazaña aparentemente imposible. Sin embargo, Jimin lo había conseguido. Podía hacer que pasara cualquier cosa.

Deja de pensar en él. Ni siquiera lo mires...

Mi cuerpo ignoró a mi cerebro, girando en la dirección en que lo vi por última vez, buscándolo. No era difícil encontrarlo, ni siquiera en un salón de baile abarrotado. Apuesto a que incluso con los ojos cerrados sería capaz de sentir exactamente dónde estaba.

Idiota. ¿Qué esperabas?

Por supuesto que estaba en la sala rodeado de un montón de lameculos. Eso había permanecido constante toda la noche, incluso cuando había vagado por el Newcastle asegurándose de que todo funcionara sin problemas. Siempre a su lado estaba su cita, a la que no me atrevía a llamar por su nombre. Eso lo haría real, y él no lo era. Era sólo un suplente. Nadie que importara dentro de unas horas ─al menos eso esperaba─.

Dios, qué mezquino era.

Jimin levantó la vista de repente y me vio mirándolo de la misma manera que lo había hecho todas las otras veces que no había podido contenerme. Creía que toda mi vida había sido tan buena ocultando mis verdaderos sentimientos, actuando como si no me afectara cuando en el fondo era una tumultuosa ola de emociones. Jimin parecía ser la excepción, y yo sabía que estaba viviendo peligrosamente al dejarlo traslucir.

Una mano me apretó el hombro. Mingyu gruñó y me puso en la mano un vaso que olía a tequila. El moratón que lucía por haberle pateado el culo a Taehyung hace unos días se estaba asentando en tonos verdes, todavía era muy notable a la vista pero Mingyu se había negado a dejar que Yejin cubriera con maquillaje.

─¿Qué? ─Le dije─. ¿Estoy siendo obvio?

─Si tienes que preguntar...

Para que Mingyu fuera el que me salvara de mí mismo, debía haber estado gimoteando como un tonto.

No discutí, sólo golpeé mi vaso contra el suyo y me bebí el chupito. Sin duda era tequila, aunque estaba tan fuerte que no necesité más.

─Gracias, ─dije, dejando el vaso en la bandeja de un camarero que pasaba.

Mingyu asintió y se quedó callado, mirando pasivamente a la multitud.

Ya que estaba aquí, podía hacerle la pregunta cuya respuesta me moría por conocer.

─¿Quieres hablar de lo que pasó con Beomgyu y Taehyun el otro día?

Cuando no respondió de inmediato, supuse que no lo haría, pero después de un largo momento, se encogió de hombros.

─Taehyun es un gilipollas.

Esperé a que diera más detalles, pero debería haberlo sabido. Mingyu no era exactamente del tipo comunicativo, así que a menos que Beomgyu decidiera revelarnos los hechos al resto de nosotros, no íbamos a conseguir una mierda.

Una prueba más de que no quería hablar de ello fue cuando inclinó la cabeza hacia Yejin, que estaba a unos metros de distancia en la pista de baile, donde había estado con sus compañeras de piso desde que dejé de acompañarla.

─Deberías estar allí.

─Bah, no estoy de humor. ─Ella había hecho todo lo posible por distraerme, pero yo no quería ser el aguafiestas que arruinara su noche.

Cuando empecé a mirar en dirección a Jimin, Mingyu se movió, bloqueando mi vista.

Maldije. Tal vez debería haber agradecido tener a alguien, incluso a Mingyu, asegurándose de que mantuviera los ojos alejados de cierta persona, pero me moría por saber si el hecho de no estar conmigo estaba teniendo algún efecto en Jimin.

Podía hacerlo. Podía quedarme aquí una o dos horas más y fingir.

Ese era el plan, de todos modos, antes de que los chismes empezaran a correr.

¿Has visto que ha traído una cita? ─dijo una mujer mayor detrás de mí─. Debe ser algo serio si Park Jimin está presumiendo de él. Nunca trae a nadie a estos eventos.

─Y tan guapo, ─coincidió otra mujer─. Hacen una pareja preciosa. ¿Crees que tiene algo que anunciar?

─Mmm, se ve diferente esta noche...

Mientras seguían especulando sobre Jimin y como se llame, todo mi cuerpo se entumeció. No podía sentir mis pies. Ni las manos. Había un zumbido en mis oídos más fuerte que el sonido de la multitud, lo suficientemente fuerte como para bloquear cualquier cosa que estuvieran diciendo.

Mingyu me miró de arriba abajo y luego negó, advirtiéndome que no reaccionara.

Hacia unas semanas, eso habría sido fácil. Ningún problema. Entonces no sabía a qué sabía Jimin ni qué se sentía al tenerlo dentro de mí. Cómo era despertar en sus brazos y que me viera como si yo fuera la única persona en su mundo.

La necesidad de reclamarlo frente a todos esos imbéciles eran abrumadoras, y cuando la sensación volvió a mis miembros, apreté los puños.

─Mira eso, ─dijo una de las mujeres, el regocijo en su voz me obligó a esquivar a Mingyu para ver qué pasaba.

No se dio cuenta de que me había movido hasta que fue demasiado tarde. Hasta que mi mirada se posó en la mano del hijo de puta que debería esfumarse y vi cómo acariciaba la solapa de Jimin y le sonreía. Sin duda, el grupo con el que charlaban les estaba dando los mismos ánimos que escupían las mujeres detrás de mí, incitando a esta mierda.

Se me aceleró el pulso cuando Jimin rodeó la muñeca del tipo con la mano y luego, como si supiera que lo estaba mirando, sus ojos se encontraron con los míos.

Era irracional, lo sabía, pero no me importó, porque sentía que el corazón se me partía en dos. Y la verdad era que lo que estaba pasando se veía natural. Se veían como si realmente deberían estar juntos. Probablemente tenían más en común; él probablemente no tenía ni la mitad de la edad de Jimin. Y definitivamente no estaba saliendo con su hija.

Mingyu me agarró del hombro, con fuerza, y apenas lo oí decir: ─No me importa otro ojo morado. Sólo dilo.

Pero no pude. No quería lastimar a Jimin ni avergonzarlo, no en su gran noche, pero no podía forzar las palabras, porque sentía como si alguien estuviera sentado sobre mi pecho.

Negué con la cabeza, todavía en un duelo de miradas con Jimin. Apartó la mano de su acompañante, pero ya era demasiado tarde. Tenía que salir de aquí.

─Necesito... un poco de aire, ─logré decir, saliendo a trompicones del agarre de Mingyu.

─Iré con...

─No. ─Miré a la pista de baile, donde Yejin estaba afortunadamente ajena a lo que estaba pasando─. Dile que tuve que irme.

Él abrió la boca como si quisiera decir algo, pero luego la cerró y asintió.

Y me fui como alma que lleva el diablo.





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