IV

—Siento como si me hubiera acostado con la muerte,
me has robado el latido y el aliento,
¿cuántas son las probabilidades
de llevarme a lo profundo del placer súbito?

Voraces, deseos inimaginables.
Vociferaste, me arrastraste,
nos arrastramos
a un campo desolado
donde se ensañan los arrumacos
divinos, efusivos a nuestro lado.

Atragantémonos en mantos, vinos,
sedas oscuras; nos consumiremos en una sola
tal y como las estrellas (esas que te son incomprendidas)
cuando ya no hay quién las detenga.—

—Las estrellas son clichés, ¿no lo crees? —comentó abiertamente la de ojos azulados.

—No, son bonitas, lo único es que todos las han agotado más allá del límite.

—Buen punto. —la luna se veía atrofiada gracias a las nubes albares, pero se le reponía con centenares, ¡incontables astros coloridos!—. ¿Qué tanto reposas tu fe en la eternidad?

—Soy una fiel creyente de ello, aunque no para todos los casos; ¿y tú, Reaper?

—Hehe, también, no para todos los casos. —le volteó a ver, la tenue caricia de la romántica oscuridad afable le daba un drástico giro a todo lo planeado (¿o tal vez así se había silenciosamente ideado?)—. He terminado de analizarte, pero debo concretar mis conjeturas, así que, preguntaré y te pido que respondas honestamente... ¿quieres que esto sea eterno? —susurró en el tejido mórbido que se hace llamar "ambiente", al compás donde sus desaliñados mechones se fusionaban con un contraste tan variado, en especial por esas bolas de fuego poderosas e interminables como las palabras preciosamente calculadas (¿las estrellas mueren? ¡No, no es cierto!). La reina celeste se apegaba al fantasma recolector de "cosas" que pudieran llenarla de emociones cándidas, y ninguna de las dos tenía el deseo de impedir lo que el destino tuviese repentinamente planeado.

—Bueno, ¿qué es para ti la eternidad? —aferró su mano desasosegada al sedoso cabello ajeno, donde la dueña de éste concedió un permiso para poder intercambiarse suavemente carantoñas invasoras.

—Mm..., una foto, una palabra estrafalaria~ —se recargó en el pecho de la menor en cuanto a estatura se refiriese, porque, pese a la complicada relación reciente, ella serían las íntimas amigas de horas que omnipresentemente se contarían en agraciados "tick" "tack" lóbregos y tediosos. Ambas lo supieron, ambas lo sabían, y ambas son así—, un beso, un recuerdo...

—Los recuerdos no te garantizan la eternidad.

—¿Quieres apostar? —cuanto bochorno se podía aspirar, ambas lo alimentaban con ansias.

—Si es eternidad, no tiene porqué durar hasta mañana, ¿verdad? —no le tomó mucho tiempo comprender a lo que se refería.

—... heheh, no, no tiene porqué.

Y se fundieron en luz solar que el agujero negro tomó, insaciable, inquebrantable.

Hasta aquí el capítulo, espero que les haya gustado, ¡adiós 💜!

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