Capítulo VI

La ley de Murphy explica que si todo esta yendo mal entonces, todo irá mal. Así razonó Felicia, siguiendo las indicaciones que le dieron de como llegar a la Unidad Educativa Colegio María Teresa de Calcuta.

Había partes de las instrucciones de las cuales no se encontró muy segura en la dirrección y otra cosa que la enredaba era la nota que decía:" En caso de perderte, pregunta a los lugareños por la iglesia donde esta sellado el demonio". 

No hubo ningún lugareño que la pudiera asesorar de cuanto más tenía que recorrer caminó porque no sabían a nada de ese instituto, pero cuando se les preguntó por la iglesia, sus expresiones cambiaron y le dijeron la dirección antes de irse corriendo.

Felicia sabía que no podía tomar las cosas con nimiedad, pero estaba cansada de caminar y solo quería llegar. 

Había tomado dos autobuses, pero el último se accidentó y tuvo que caminar junto con la gente hasta llegar a su parada. No es que no podía esperar otro bus, es que sería maldad gastar más pasaje cuando estuvo cerca. 

Los otros pasajeros eran autotonos de la parroquia Lourdes, por lo que Felicia les había preguntado a ellos mientras, caminaron.

Cuando llegó a donde debería estar esa iglesia, la universitaria vislumbro el letrero dolorosamente grande de la entrada que decía "Colegio María Teresa de Calcuta".

«Pero ¿quién no vería eso?» Felicia bufó molesta, ante el descaro de la gente por mentirle. 

Cuando entró, se acercó a los dos porteros y le mostró el correo que le enviaron por medio del celular. En su pequeña plática con ellos, Felicia les comentó lo que le pasó.

—Y nadie sabía nada de este lugar —comentó Felicia, pero los hombres simplemente sonrieron y le dijeron algo que la dejo desconcertada.

—Solo los que tienen habilidades pueden ver este lugar como una escuela mientras, otros lo ven como una iglesia cerrada desde hace años. 

—Tampoco se acercan mucho porque hay una leyenda que habita un demonio en los pisos más abajo —comentá el otro portero—. Todas las paredes de la entrada estan cubiertas por las hojas de papel cebolla con la biblia impresa.

—¡Que locura! —exclama la chica.

—Por favor esperé por allá —señaló la acera del lado derecho—. Que pronto llegará el autobús que la llevará al edificio principal.

Felicia se sento en la banca hasta que llegó el autobús y lo tomó, pero intuía que podria haber otro camino, ya que muchas personas caminaban hacia el área verde que se encontraba a la izquierda.

Cinco minutos más tarde, llegó el autobús. Todos se subieron y el chófer arrancó. Felicia se quedó viendo lo grande que era ese lugar por la ventana mientras, iba al edificio principal.

Cuando llegó a la entrada, todos lo que se subieron se fueron a otros lugares, quitando a Felicia que entro en el edificio.

La recepción se veía normal, justo como cualquier otra escuela común y corriente. Eso decepciono un poco a Felicia que esperaba un letrero grande diciendo "veo fantasmas" o algún fantasma volando. 

La recepcionista era una mujer con rasgos afroamericanos que se veía sencilla, pero clásica con su vestido de flores amarillo.

Felicia se acercó a la mujer y le dijo: —Hola. Vengo porque quiero hacer sus cursos de cazadores.

—¡Eso es espetacular! —exclamo la recepcionista emocionada—. Ya que nos gusta la sangre nueva. Antes de asesorarla en que cursos tomar, podría decirme ¿cuál es su ocupación? ¿prefiere venir los fines de semana o de lunes a viernes? —añadio, a la vez que sacó de  uno de los cajones de su escritorio un folleto y se lo dió a Felicia—. Estos son nuestros cursos y como verá somos sensibles con la vida privada de los estudiantes.

—Muchas gracias —Felicia tomó lo que le pasó la señora y empezo a ojear mientras, respondía—. Soy estudiante de la carrera de Idioma y no estoy trabajando.

«¿Por qué mi tío dijo que tenía que dejar la universidad por un año?» no pudo evitar pensar Felicia con agravio. Si lo hubiera sabido antes, podía ahorrarse la pelea con su madre.

—¿Puedo llevarme este folleto?

—Claro —contesto la recepcionista—.  Otra cosita, antes de entrar en el curso necesitará hacer una prueba. Tenemos que saber que tan fuerte es su PK y cual es.

—¿Existe un día que hay que venir de forma específica para hacer la prueba? — preguntó Felicia ojeando, el folleto. Sorpresivamente no era tan caro y justo tenía el dinero en su cuenta bancaria para estar durante dos meses.

—Si quieres la puedes hacer ahora. Independientemente de si no se une a los cursos al menos tendremos un registro de habilidades ESP. 

—Disculpe ¿qué es PK y ESP?

—PK son las siglas para psychokinesis que en español es psicoquinesis mientras, ESP es extrasensory perception o percepción extrasensorial. Tratamos de usar lo más que podamos los términos científicos para no confundir a los estudiantes cuando lean algún material por internet.

—Comprendo. 

—Entonces ¿gusta venir por aquí? —dijo la mujer antes de empezar a caminar—. Para hacer la prueba —añadio antes de caminar.

—Si, muchas gracias —musitó Felicia siguiendola emocionada, ya que podía ir a la universidad mientras, atendía los cursos.

«Creo que vendré al de los sábados» pensó Felicia «tardaré más, pero no importa».

Salieron del edificio principal y llegaron frente a un almacén.

—Sientate aquí por favor por unos minutos. 

Felicia se sentó en un banco de piedra afuera del edificio principal y busco la lista de materias que podía ver en el primer semestre de idioma. 

—Si vengo los sábados, solo meteré cuatro materias para no agotarme. Aunque también podría solo meter materias en la mañana y luego vengo aquí a las dos de la tarde.

De repente, una voz femenina le dice:

—Te recomiendo meter materias en la mañana y venir en la tarde. Es suicidio tomar el curso sabatino si nunca haz visto un curso semanal.

—Entiendo —contestó Felicia con sorpresa a la vez que giraba a los lados buscando a la persona quien habló.

—Mira hacía arriba —continúo charlando la voz con Felicia.

La chica alzó la cabeza y se encontró con el rostro de una mujer a unos centímetros de su rostro. Aquella fantasma estaba flotando de cabeza y su cabello caía hacia abajo.

Era cierto que quería ver un ser sobrenatural, pero no de esta forma.

Los ojos de Felicia se ancharon de par en par a las vez que se alejaba y de forma accidental, cae de hacía atrás, soltando un pequeño grito.

Mientras caía, alguien la sostuvo y cuando sus ojos se encontraron con los de su salvador, Felicia cayó inconciente y soño.

No fue un sueño corriente y no se trató de su pasado culposo con Nella.

Felicia se percató de inmediato de que se había activado su precognición porque en ese estado nunca pudo controlar su cuerpo, solo se le permitía oler, sentir y ver, pero sin poder tener algún tipo control y tampoco era ella misma.

Escuchó el sonido de los grillos sonar constantemente en sus oídos y vió a la luna llena brillando en lo alto del cielo.

Su respiración era trabajosa, como si hubiera corrido un maratón en pleno sol. Sin embargo, hubo una diferencia: siempre hubo sol cuando corría, por lo que la temperatura era mayor a la que estaba sintiendo en estos momentos, que parecía penetrar todos sus poros, dejándola un poco entumecida en las piernas por el frío.

Pese al estado en que se encontró, era su deseó continuar y esto la horrorizo mucho.

«Espara ¿Por que es mi deseó?» se cuestionó de repente. Influenciada por los recuerdos de esa otra persona, se olvidó sin darse cuenta de quien era.

El cuerpo de la chica siguió moviéndose por si solo y esto la molestó mucho e intento detenerse de caminar y hasta trató de gritar, pero nada ocurría.

Sus pies la llevaron al frente de cinco estatuas blancas, la cuales eran inmensas y tenían forma de águilas.

Cuando su mano morena las tocó, notó que la piel de esas esculturas estaba cubierta de plumas entremezcladas con hielo.

Al percatarse de este hecho, la chica subió la mirada y otros ojos se encontraron con los de ella. Observó de reojo las otras estatuas de casualidad y vió que también la miraban, todas tenían ojos llenos de furia. Si las miradas matarán, la chica ya estaría enterrada cinco veces en el suelo.

Poco a poco, la chica se alejó de esas aves, invadida con el terror para luego echarse a correr.

Un pensamiento que no era suyo llegó a su mente «¡madre detuvo el tiempo! No... ¡ella las congeló!».

Un grito se escuchó por detrás, asustando más a la chica, quien después de dos parpadeos su mundo cambió.

Se quedó quieta un momento, recordando su identidad, ella era Felicia.

Felicia miro a todos lados sobresaltada, buscando a las aves que había visto, pero solo se encontró con la fantasma, la recepcionista y un joven actrativo con aire predatorio, quien la sostenía en sus brazos como una princesa.

—¿Estas bien?—la interrogó aquel muchacho.

—Si...— musitó Felicia, inspirando la colonia del muchacho. Su olor era relajante y de cierta forma intoxicante.

Felicia se remojo sus labios secos con su saliva, luego, le preguntó: —¿Puede bajarme por favor? 

—Claro —contestó el muchacho, bajandola—. ¿Cómo se siente? ¿Necesita ser llevada al médico?

—No creó, además, iba a hacer la prueba. No, voy a hacer la prueba —respondió Felicia.

—¿Cuál es tu pk? —preguntó el muchacho antes que la recepcionista hablará—. Ella me estaba buscando a mi para hacerte la prueba. Soy Xavier.

—Veo fantasmas —dijo Felicia moviendo sus ojos a la chica fantasma—. También a veces tengo sueños premonitorios.

—¿Puedes contarnos un poco más de tus sueños? —esta vez habló la chica fantasma con curiosidad.

La recepcionista la contemplo, inspeccionando su rostro en busca de mentiras. 

—Bueno, sueño con algunas cosas de mi familia a veces y ahora justamente tuve otro.

—¿Cómo los diferencias de los sueños reales? Me refiero a lo que imaginas — volvió a hablar Xavier.

—No estoy segura de como los diferenció, pero realmente si puedo saber cual es cada uno.

—Comprendo —dijo la chica fantasma a la vez que la recepcionista se le quedo mirando. 

¡Aquella fantasma no estaba calificada para evaluar!

—Ahorita tuve justamente un sueño —contó Felicia con incómodida, ya que nunca hablaba de eso—. Yo era una especie de indigena y corría hacia un lugar donde había unas alguilas que al principio pensaba que eran estatuas, pero estaban vivas. También recuerdo otra palabra que no oí en el sueño, pero quedó en mi subconsciente Pachamama.

—Quizas leiste una vieja antes de venir aquí... no, la leíste. No me caigas a mentiras favor —soltó la recepcionista de repente para desagradó de la cabello bicolor—. No sabes cuantos falsos videntes hemos tenido, pero no eres del todo una mentirosa, viendo que puedes ver a Roberta.

Xavier no comento nada, se quedó pensativo.

La fantasma la observó con decepción, como si Felicia le hubiera mentido.

Felicia anhelo no haber mencionado nada. Por eso mismo, no sé lo había mencionado a nadie, ya que sentía gran temor por ser considerada loca y ahora cuando creía haber conseguido personas que pudieran comprenderla, no hubo ninguna.

—¿Ustedes están haciendo la prueba o yo? —preguntó de repente Xavier dirigiendose al fantasma y la recepcionista—. Veo que no tienen nada que hacer que intentar hacer mi trabajó —Xavier sonrió de medio lado—. O creen que soy lo bastante inútil al punto de no saber evaluar. 

La fantasmas y la recepcionista se asustaron al punto de ponerse blancas, incluso retorcedieron.

A Felicia no le pareció aterrador, en vez se sintió cálida. Puede que Xavier si le creía. 

—Disculpe señor Xavier. Ya nos marchamos —habló apresuradamente la fantasma antes de hacerle ceña a la otra señora y correr. La recepcionista la siguió como alma que lleva al diablo.

Al ver que las entrometidas se fueron, Xavier concentró su mirada en Felicia.

—Creo que no estas mintiendo —empezó Xavier—.  Estoy  trabajando en el caso de ese fantasma.

—¿Eres bueno con los fantasma? ¿Cuánto cobras? —ataco a Xavier, quien se sorprendió—. Es que tengo un fantasma que me acosa y me lo quiero quitar de encima —aclaró Felicia.

—Ya —soltó Xavier volviendo a estar pensativo por unos segundos—. Te ayudaré, pero solo si me escribes un diario con cada una de las predicciones que tengas a futuro ¿Qué tal?

—¡Muy bien para mí! —exclamó Soleil—. ¿Cuando vendrás a mi casa?

—¿Que tal mañana? —sugirió Xavier.

—Me parece bien. 

—¿Desde cuándo ese espectro te está siguiendo?

—Tiene dos años —contestó de inmediato.

—¿Es alguien que conoces? ¿Que aspecto tiene? —la interrogó Xavier, rascándose la barbilla.

—No, es un completó desconocido — explicó Felicia—. Un señor mayor de cuarenta años mas o menos creo.

—¿Haz tenido una visión sobre él?

Felicia negó con la cabeza.

—No.

—¿Cuando aparece el espectro?

—En la noche y me observa.

—Bien, entonces déjame dormir en tu casa por favor —pidió el hombre, dejando asombrada a Felicia hasta el punto de que sus ojos se ensancharon. 

Después de unos segundos, la chica de cabello bicolor se recuperó y pudo contestar:—Ya va. Déjame preguntarle a mis padres, pero creo que te puedes quedar en la habitación de invitados.

—Bien. Pasame tu celular, anotaré mi número —ordeno Xavier—. Cuando te digan que si, llámame.

Felicia se lo entregó y el cazador agregó su número a la agenda de la muchacha.

—Tengo una duda ¿Necesitas el tacto de objetos o personas? 

—A veces —contestó indecisa—. Mientras más interactuo, más veo.

«Entonces ¿por qué no ha visto nada de ese fantasma?» se preguntó Xavier internamente.

La chica de cabello bicolor lo miró espectante.

—Puedes ir a inscribirte en los cursos cuando quieras —dijo de repente Xavier entregándole un papel que sacó de su bolsillo—. Esto que te estoy dando demuestra que eres apta para los cursos.

—Gracias.

—Nos vemos —se despidió Xavier, marchandose.

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