C8: ¿Qué me estás haciendo Valentina?
Valentina
— ¿Y Agustín? — preguntó mi padre al no verlo en la mesa.
— Hoy salió temprano — respondió Sharon con una completa normalidad.
Definitivamente Sharon sí que es una buena actriz, y no se como mi padre puede creerle. Pobre Agustín, sé que su madre anoche lo encerró en el desván, vi cuando lo hacía. ¿Cómo puede hacerle eso a su propio hijo?
— ¿Dime, cuándo salgas hoy de la escuela, irás al parque de diversiones? — le dice mi padre a Karol y ella asiente — bien — sonríe — le dije a Victoria que habías planeado ir hoy — siento su mirada en mi — ¿Valu, tú también irás?
No gracias, no pienso pasarme toda la tarde soportando a mi hermanastra, además hoy tengo que hacer lo que planeé para Agustín, pues hoy es su cumpleaños y al parecer nadie lo recuerda.
— Yo creo que no.
— ¿Por qué?
— Es que tengo que hacer otras cosas — respondo sin mirarlo.
— Deberías ir con nosotras — me dice Karol sonriendo. Si que es hipócrita — ¿Oye y si te lo pido por favor?
— ¡Está delicioso! — interrumpe papá, para luego levantarse de su silla — dense prisa niñas. Iré a encender el auto — nos dice y luego sale de la casa.
— ¡Oye! — Karol me empuja haciendo que casi bote el plato al suelo — ¿Me quieres jugar una mala broma, verdad? — ¡Hug! ¡Ya no te soporto Karol! — sabes que es semana de exámenes y preparaste sopa de algas, de seguro pusiste una maldicion — no soy una bruja como tú — siempre repruebo cuando como sopa de algas. Me sacas de
quicio — y tú a mí.
Al llegar al colegio, como el profesor aún no llegaba, Karol aprovechó el momento y se subió sobre un escritorio, específicamente en el mío.
— ¡Silencio ya! — grita Karol y al mismo tiempo todas las chicas se callaron — ¿Recuerdan cuándo les dije que las llevaría al parque de diversiones? — ahí va otra vez presumiendo — ¿Quiénes van a ir? A las que vayan todo les saldrá gratis.
Todo el salón excepto dos niñas y yo, corrieron hacia Karol, como si fuera algo importante o cosa por el estilo. Yo solo me quede en mi lugar, esperando que las clases empezaran ya.
...
Karol
Me encanta ser el centro de atención y como no, si soy la hija de la famosa actriz Sharon Benson. Al acabar las clases, todas las chicas de mi salón, me siguen como perritos hambrientos. Me encanta tenerlas así, yo soy la que manda aquí y siempre lo seré.
Cuando llegamos al parque de diversiones, nos subimos a varios juegos y todo era gratis por supuesto, ya que conozco a la dueña de todo esto, en otras palabras, mi futura suegra. De un momento a otro, la veo a lo lejos con un grupo de hombres de negro, que la rodeaban. Eso es de esperarse, la señora Victoria es una mujer importante. Decido acercarme, pues tengo que dar buena impresión.
— Que tal señora, soy Karol — me inclino hacia ella, como si fuera una reina.
— Si, Karol eres tú — sonríe — tu padre me dijo que vendrías, ¿Se divierten? — preguntó mirando al gran grupo de amigas que tenía a mi lado. Asentí — ¿Y dónde está Valentina? — ¡Hug! Arruino todo. ¿Por qué tenía que mencionar a esa rubia teñida?
— Dijo que tenia otras cosas que hacer, cosas muy importantes y es por eso que no vino con nosotras.
— Entiendo.
— ¿Y cómo se encuentra Michael? Le escribo cartas todos los días.
— ¿Encerio? — se sorprende y yo no dejo de sonreír — que lindo de tu parte — me acaricia las mejillas por un instante — diviertanse mucho. Tengo que irme — se despide.
— Buenas noches — le digo.
Cuando la señora Victoria se fué, todas mis amigas se pusieron a mi alrededor. Unas sonreían, otras preguntaban, la mayoría estaban sorprendidas.
— Sí es la dueña de este
lugar — respondo sonriendo.
Comenzamos a caminar y nos acercamos a la pista de hielo. Momentos junto a Michael invadieron mi mente. No pude evitar sonreír.
...
Valentina
Llego a casa y me percato de que no haya nadie. Por mi padre no tendría problemas, ya que él, en estos momentos está dando clases en una universidad, por Karol tampoco, ya que seguro se estará divirtiendo con sus amigas, por mi madrastra...ella era la que me preocupaba, ya que a veces está en la casa por las tardes pero al parecer hoy no está. Sonreí y me dirigí hacia la cocina para así preparar una rica y deliciosa sopa, aunque admito que no soy experta pero trato de intentarlo. Tampoco soy mala cocinera.
...
Agustín
La espalda me duele un buen. No he podido dormir pero por lo menos estoy aquí, vivo.
Hoy es mi cumpleaños, no me asombra que mi madre no me haya saludado, pos me imagino que su regalo era mandarme aquí encerrado y así congelarme de frío. Que buen regalo. La que sí me sorprendía era mi hermana, de seguro ni ha notado mi ausencia.
Derrepente la puerta del desván se abre y veo unos ojitos azules asomarse. ¿Qué hace ella aquí? ¿Y cómo fué que abrió la puerta? ¿Y por qué trae una una bandeja con un plato de comida en las manos?
— Hice sopa por tu
cumpleaños — ¿Qué? — pero como es la primera vez que la hago, quizás no esté buena.
¿Ella sabe que hoy es mi cumpleaños?
Pero...¿Cómo?
Se acerca a mí, yo solo la ignoro. Siento que coloca la bandeja en mi regazo, miro la sopa y veo que era de pollo. Al ver que no hacía nada, ella toma la cuchara pero decido quitársela de las manos. Volví a ignorarla. ¿Qué se cree esta rubia? Yo no quiero dar pena a nadie.
D
e un momento a otro siento algo en mi cuello, muy suave por cierto. Decido girar y veo que Valentina me estaba colocando una bufanda en el cuello.
— Te ves extraño — la escuché decir. Yo no dije nada, ya que mis ojos no dejaban de verla, quería hacerlo pero algo me lo impedía — espero que te guste.
Eso es un gesto muy lindo.
Se dirigió hasta la puerta, la abrió pero antes de salir se voltea y me mira fijamente.
— Que pases un feliz cumpleaños, Agustín — lo dijo con una sonrisa.
Puedo jurar que es la sonrisa más hermosa que he visto en toda mi vida, aquélla sonrisa que me acaba de hipnotizar.
Mis ojos se humedecieron, pues nunca nadie me había preparado una sopa en mi cumpleaños, ni siquiera mi padre o hermana. Esa rubia era la primera que lo hacía y además esta hermosa bufanda que tengo en el cuello...estoy seguro que lo hizo con sus propias manos. Algo me hiciste Valentina Zenere y voy a descubrirlo pronto.
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~ Al día siguiente ~
En el colegio
Habían terminado ya mis clases y decidí ir hacia la secundaria de Valentina, ya que está lluviendo y de seguro no había llevado paraguas. De eso estoy seguro y pues la verdad, no quiero que se enferme.
Bueno aquí me encuentro, esperando a aquélla rubia de hermosos ojitos azules como el cielo. No sé por qué pero decidí arreglarme el cabello y un poco el uniforme. Sonreí al tocar mi bufanda, aquélla que la había hecho especialmente para mi. Siempre la llevaré conmigo, no pienso quitármela jamás.
— Agus — escuché aquélla voz chillona, no cabe duda esa voz es de mi hermana. Giré para verla y ahí la encuentro con sus amigotas — ¿He? ¿Nos trajiste un paraguas? — ¿De qué habla? esta, no es para tí — que agradable sorpresa. Gracias — dijo, mientras tomaba uno de los paraguas que tenía en una de mis manos — ahora sí, vámonos a casa.
— Tú vete — le digo sonriendo.
— Bien, como quieras — me responde. Ella sabe muy bien que algo le estoy ocultando, me conoce a la perfección.
Karol no dijo nada más y salió con sus amigas.
Que buena hermana, ni siquiera me saludó por mi cumpleaños. Que cruel.
Bueno, yo había traído dos paraguas, una para la de ojitos azules y otra para mí pero tampoco pensaba decirle que no a mi hermana menor y mucho menos permitir que se moje, ya que se podría enfermar y la neta que no quería eso.
Bien, esta paraguas será para Valentina.
Una sonrisa se dibujó por arte de magia al ver como la hermosa rubia había salido del colegio, al parecer no se había dado cuenta de mi presencia. Se paró al borde de la vereda y observó que estaba lluviendo para luego hacer un hermoso puchero con su boquita rosa. De seguro no le gusta la lluvia.
D
ecido acercarme y extiendo mi mano con el paraguas para que así me viera y vaya que lo hizo. Sonríe y no sé porqué pero me perdí en sus hermosos ojos. ¿Por qué no me había dado cuenta que tiene los ojos más hermosos que en el planeta tierra pueda existir?
— Vaya — la escuché decir — ¿Agustín qué haces aquí?
Coloco la sombrilla en su mano derecha y pude sentir como una especie de corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo al tan solo chocar su suave piel.
D
ecidí ignorar lo que había sentido y comienzo a caminar, derrepente siento que me toma del brazo.
— Cabemos los dos — me dice colocándose muy cerca a mí y eso hizo que me pusiera un poco nervioso. Nuevamente decidí ignorar mis nervios y continuar con mi camino — ¡Espera! No corras, podemos
compartirlo — nuevamente se paro al costado mio. Decidí tomar su mochila y para eso tuve que hacerla girar, luego salí corriendo como loco, mientras la lluvia me mojaba completamente. Ella venía detrás de mí pero yo era más rápido corriendo.
No se porqué pero me siento muy feliz.
Al llegar a casa, aquélla sonrisa que tenía que hacer referencia como bobo no se me borraba del rostro. Sacudí mi cabello para así despejar un poco el agua.
— ¿Agustín y tu sombrilla? — giré y vi a Karol que estaba sentada tocando el piano. No le tome importancia y solo sonreí — ¿Dime qué te ocurre? — volvió a preguntar — ¿Y esa bufanda? — mi hermana si que es curiosa.
— Un obsequio — respondo para luego subir a mi habitación. Ella gritaba mi nombre pero decidí hacer oídos sordos.
En la noche
No sé que me pasa que no puedo dejar de pensar en Valentina. Sus hermosos ojitos azules, su boquita tan deseable...¡Rayos! ¿Qué me está pasando? Cuando apenas cierro los ojos, ahí va que se aparece mi rubia favorita.
M
e levanto de la cama y sacudo la cabeza por un instante...¡Genial! Aún sigo sonriendo como idiota. No sé como borrar esta sonrisa boba. Ahora lo que siento son unas ganas tremendas de verla. Me pregunto...¿Qué estará haciendo? Voy a buscarla.
Salgo de mi habitación sigilosamente y me acerco a la habitación de Valentina, solo espero que no esté Karol ahí. Cuando estaba a punto de abrir la manija de la puerta, veo que la rubia sale del baño. Rápidamente me alejo de ahí y me quedo parado mirando hacia los alrededores. Hay que disimular ¿No?.
La miraba de reojo...si que es hermosa. Realmente es muy her...
— ¡Valentina! — grito al verla caer al suelo. No dude ni un segundo y me acerqué a ella. ¡Joder! ¡Está ardiendo en fiebre! — vas a estar bien, lo prometo — la cargo en mi espalda y salgo corriendo hacia una clínica.
Vamos rubia, no me asustes quieres.
Al llegar a la clínica, una enfermera comienza a quitarle su pijama. Rápidamente me volteo...la está desnudando frente a mis ojos y yo no debo ver...aunque no niego que una parte de mí quiere hacerlo.
— Tendrá que frotarla así, hasta que le baje la fiebre — oigo decir a la enfermera. Al parecer le estaba pasando un trapo frío por el cuerpo.
¡Esperen! ¿Dijo que tendré? Yo no...no pienso hacer eso.
— Tenga — me giro y coloca el trapo en mi mano derecha. No estoy seguro de hacerlo — Vamos tiene que hacerlo, ¿Acaso no la conoce? — obvio que si — tiene que seguirla frotando para que le baje la fiebre — no dude más y me acerque a ella para frotarle en cuerpo con aquél trapo mojado.
Su rostro es tan hermoso, parece una muñequita de porcelana...su boquita rosa, su pequeña nariz, simplemente es perfecta ante mis ojos.
— Recupérate — susurro sin dejar de contemplar su belleza.
¿Por qué no puedo dejar de mirarla?
Una hora había pasado y la fiebre ya le había bajado , así que decidí llevarmela a casa. La traía en mi espalda, sus manos rodeaban mi cuello, mientras yo sujetaba sus piernas con mis brazos. Estaba durmiendo.
— Agustín...Agustín — la escucho susurrar.
— ¿Qué? — le digo sonriendo.
— Oye...tu espalda es tan cálida, se siente bien — no se porque pero esas palabras me encantaron e hicieron que aquélla sonrisa de idiota enamorado se aumentara más, en mi rostro.
No cabe duda, acabo de descubrir lo que siento por Valentina y nunca antes lo he sentido en mi vida.
Comienzo a correr con mi sonrisa de idiota.
— ¡¡¡VALENTINA ME GUSTA MUCHO!!! — grito como nunca antes lo había hecho en mi vida.
Definitivamente estoy enamorado de Valentina, esta rubia me trae loco de amor.
🖤
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