C53: La fé de nuestro amor
Michael
— Mamá, necesito que hable...
— ¿¡Cómo que cancelaste tu compromiso con Karol!? — interrumpe.
— Vaya, al parecer las noticias vuelan.
— Sharon me acaba de llamar, diciéndome todas las tonterías que dijiste en su casa — ruedo los ojos — de una vez te digo que tú te casarás con Karol, no con Valentina ¡Entendiste!
— Yo a quien amo realmente es a Valentina y tú lo sabes muy bien mamá, lo sabes desde que soy un niño...conoces a Valentina, sabes cómo es ella. ¡Yo la amo!
— ¡No te casarás con Valentina y punto!
— ¿Acaso no quieres que sea feliz? — esquiva la mirada — se supone que una madre desea la felicidad a su hijo pero tú lo que haces es hacerme sufrir.
— No me cambies de tema jovencito — me vuelve a mirar a los ojos — ya hemos hablado de esto Michael, si rompes tu compromiso con Karol, ¿Tienes idea los problemas que causará a la empresa? — siento como si una estaca atravesara mi corazón — la imagen, el prestigio de la empresa se vendrá abajo. Todo lo que construyó tu padre con esfuerzo, lo arruinarás por completo. ¿Acaso no has pensado en eso?
Siento mis ojos humedecerse.
— Ya veo cuánto me amas, madre — sonrío con tristeza — tanto es tu amor hacia mí que prefieres el prestigio de la empresa que la propia felicidad de tu único hijo — agacho la cabeza.
— Ya no eres un niño Michael, te comprometiste con Karol y ahora tienes que cumplir con lo que haces. Tienes que ser responsable con tus actos. Así que olvídate de Valentina y problema resuelto.
¿Olvidarla?
Levanto la mirada.
— ¿Cómo podría olvidar al amor de mi vida? Dímelo madre — me le acerco — dime...¿Cómo puedo arrancarla de todo mi ser? ¿Cómo puedo hacerlo?...tú sabes lo mucho que sufrí durante todos esos cinco años que creí que había muerto, tú me viste que era alguien que estaba muerto en vida y ahora que la vida me la devolvió, tú quieres que la olvide...¿Qué clase de madre eres?
— ¡No voy a permitir que me hables así, Michael! — grita — tu matrimonio con Karol sigue en pie, así que no hay nada más que hablar.
— Ya no soy un niño, mamá — la miro con profundidad — toda mi vida te he hecho caso en todo, nunca te he dicho que no. Cómo aquella vez que te pedí en no ir a estudiar al extranjero...
— ¿Lo hiciste por Valentina porque Rafael no la dejó ir, verdad? ¿Lo hiciste por ella?
Asiento con la cabeza.
— Pero por más que te rogué, tú dijiste que no y yo como un buen hijo te hice caso. Me fuí por cinco años y regresé hecho todo un adulto y aún así te hacía caso en todo. Cómo cuando me pediste que saliera con Karol, que le pidiera que fuera mi novia, que le pidiera matrimonio...todas esas cosas las hice sin sentirlas pero lo hice por ti, solo por ti, mamá. Nunca pensaba en mí y tú nunca pensabas en mi felicidad — tomo un poco de aire — pero esta vez por primera vez en mi vida te voy a decir que no.
— ¿Qué quieres decir?
Su voz sonó preocupada y la verdad que me dolió.
— Ya no soy un niño, ahora soy un adulto y por lo tanto puedo tomar mis propias desiciones. Por primera vez haré lo que realmente quiero hacer, no porque tú me lo digas.
— No pienso aceptar tu matrimonio con Valentina, eso quiero que te quede muy en claro, Michael.
— Pues lástima — siento ganas de llorar — porque la verdad quería tu bendición pero veo que no la tendré.
Giro para salir de su oficina pero su voz detiene mi acto por completo.
— Si no te casas con Karol, lo perderás todo Michael — siento mi corazón doler — absolutamente todo, ya no seguirás siendo el jefe del almacén, ya no serás el futuro dueño de la empresa de tu padre — cierro los ojos con fuerza — simplemente no serás nadie, ni siquiera...mi hijo. Olvídate de que soy tu madre — eso sí que dolió.
¡No llores Michael!
Giro y ahí estaba ella con los ojos llorosos.
— Pues renuncio a todo pero tú nunca podrás dejar de ser mi madre, ese es un derecho mío que ni tú misma puedes quitármelo.
Le doy la espalda y salgo de su oficina.
Camino hasta mi oficina y ahí fue que comenzé a llorar con fuerza.
Me duele, porque es mi madre y yo aún así la quiero.
Estuve llorando por un buen tiempo, hasta que mis ojos captaron a Tino, rápidamente me acerco a él y lo abrazo con fuerza.
— No tenía porque hacerlo joven — me dice con los ojos llorosos.
— Tenía que hacerlo.
— Entonces yo también tengo que renunciar.
— Eso no, hombre — le digo — mi madre te necesita — seco mis lágrimas y lo miro a los ojos — ¿Sabes que siempre te quise como un padre?
— Y yo siempre te quise como un hijo — nos volvemos abrazar.
De un momento a otro, mis ojos observan a mi bonita mirándonos desde la puerta. Podía ver claramente sus ojitos llenos de lágrimas.
— Creo que tengo que irme — oigo decir a Tino.
— Porfavor cuida a mi madre — le digo antes que se vaya — ¿Amor, no vas a entrar? — le digo a mi bonita y ella aún seguía ahí parada en la puerta, sin apartar mirada de mí — no me mires tanto que me gasto — trato de hacerla sonreír pero ella no decía nada — bonita...— comienza a dar pasos hacia mí.
Sus suaves manos se posan en mis mejillas.
— ¿Qué te...
— Has estado llorando — interrumpe — ¿Por qué lo hiciste? — ya lo sabe — no debiste hacerlo Mike...
— ¿Acaso quieres que me case con Karol?
— No pero tampoco tenías que llegar a extremos. ¿Dónde vas a vivir? ¿Ahora qué vas hacer? Me iré contigo.
— Eso no bonita, ni siquiera sé dónde voy a pasar la noche...
— ¿Cómo? Sabes lo díficil que será para mí, Michael — frunzo el ceño — ni siquiera tienes la mínima idea, sabes muy bien que paso todo el día en el almacén y ahora que no te veré...— sonrío — será una tortura Michael, además...¿Quién me va a molestar como tú lo haces?...es que, así no se puede trabajar...
La tomo de la cintura y la atraigo a mi cuerpo.
— ¿Qué haces? — cuestiona y yo aparto un pequeño mechón rubio que cubría su rostro.
— Esto — no digo más y capturo sus labios — ¿Sabes que hay un chico muy guapo que se siente muy afortunado de tenerla a usted como novia?
— ¿Novia? Pero si yo no tengo novio — ríe.
— ¿Cómo que no? ¿Y yo que soy?
— Que yo recuerde nunca me pediste que fuera tu novia.
Es cierto.
— Pues no es necesario porque desde niños lo somos.
Se aleja de mí y me mira mal.
— ¿Entonces, me pusiste los cuernos con Karol?
— Nunca te haría algo así — la apego nuevamente a mi cuerpo.
— Ah no pero fíjate que hasta estás comprometido con ella.
— Haber, sabes muy bien que te lo pedí a ti primero pero tú de indecisa me dejastes ahí sin decirme nada para irte detrás de ya sabes quién.
Se hace la ofendida y veo como arruga la naricita y eso me encanta.
— Por cierto...¿No me vas a preguntar de él? Ya sabes, por todo lo que oíste en mi casa.
— Nunca me llegué a imaginar que Gastón era en realidad Agustín, tu hermanastro pero la verdad es que no quiero saber nada, bonita.
— Mike, enserio, si quieres preguntarme algo, yo responderé...
— No quiero saber nada mi amor — acaricio sus mejillas — lo que importa ahora es que estamos juntos y nada ni nadie nos podrá separar.
— Te amo — me abraza.
— Lo sé — le doy un pequeño beso en una de sus mejillas — ahora que te parece si ayudas a tu novio a empacar todas sus cosas — asiente con una sonrisa.
Llegó la hora de despedirme de mi segunda casa porque es así como considero el almacén, la empresa, mi oficina, el carrusel, el mural... todo, llegó el momento de despedirme de todo.
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Valentina
Mi bonito trataba de fingir su tristeza pero conmigo era díficil, ya que yo lo conozco a la perfección.
De cierta forma me siento culpable porque es por mí que renunció a todo, y por más que trate de lidiar con eso, no puedo. Soy débil.
— ¿En qué estás pensando?
Su voz me saca de mis pensamientos, elevo la mirada y me encuentro con sus bellos ojos avellana, los que me encantan ver.
— Mike...¿Y si regresas? — deja de mirarme — escúchame, esto no es justo para ti. Tú...
— ¿Quieres que me case con Karol?
— No pero podemos buscar otras soluciones. Hay que hacerle entender a tu madre, yo sé que ella entenderá. Además no quiero que te alejes de ella por mí culpa.
— ¿Me puso una condición, sabes? Y esa era que tendría que casarme con Karol, solo así podré volver.
— ¿Por qué tú madre te haría algo así?
— No regresaré, sí y punto.
— Amor ni siquiera tienes mucho dinero...
— Trabajaré si es necesario pero tú y yo nos casaremos, Valentina. Yo a quién amo es a ti y por favor no quiero seguir hablando de lo mismo.
Termina de hablar y se aleja de mí.
Mientras se alejaba pude ver como la claridad con que lo veía, se volvía borrosa. Parpadeo un par de veces y seguía viendo igual, así que me refregué los ojos con mis manos y ahí fue que la claridad volvió a mí pero...¿En qué momento se acercó a mí?
Tengo que usar lentes (gafas).
— ¿Estás bien? — lo escucho decir y simplemente asiento.
Él ya tiene suficientes problemas, no lo voy a aturdir con los míos.
— Perdón/perdón — dijimos al unísono y era imposible no reírnos.
Decido acercarme un poquito más a él y poder tomar una de sus manos con una de las mías.
— Yo siempre estaré contigo, eres el amor de mi vida, mi pieza fundamental en mi rompecabezas, el timón de mi barco — sonríe con ternura — y te ayudaré en todo, acepto la desición de que no quieras regresar — lo miro a los ojos — ¿Qué te parece si nos vamos a vivir juntos a la casa de playa?
— Bonita pero...
— No acepto un “No” como respuesta — advierto con una sonrisa.
— Pensaba ir a un hotel, hasta encontrar algo pero...— acaricia mis mejillas — tu propuesta realmente me encanta.
— ¿Entonces aceptas vivir conmigo? — asiente y yo le doy un beso en los labios — así nos acostumbramos a como vivir juntos cuando estemos casados y tengamos nuestra casa propia.
— Con muchos hijos.
Frunzo el ceño.
— Si tú los llevas en la panza, pues me encanta la idea.
— Okey, yo llevo la panza pero con una condición.
— ¿Cuál?
— Que empezamos a practicar.
Juro que cuando dijo eso mis mejillas me comenzaron a arder de los rojas que se pusieron.
Yo nunca había hecho...
— Lo estás pensando ¿Verdad? — su voz me interrumpe — te estás imaginando cómo sería nuestra primera...
— ¡Cállate! — no dejo que termine.
— Bonita estás hecha un tomate — ríe.
— Y tú ni que decir — respondo.
En ese instante se toca las mejillas.
— ¡Diablos! — río — oye no te burles.
Seguía riendo.
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La oscuridad se hizo presente en las calles, la noche ya había llegado.
Empaque mis cosas, no todas porque iba a volver de vez en cuando para hacerles creer que sigo viviendo ahí. Antes de salir de casa, decidí despedirme de mi padre. Él es el único que sabe que me estoy iendo, con quién y a qué lugar. Solo mi padre lo sabía y prometió guardarme el secreto.
Tino se ofreció a llevarme a mi nueva casa y no pude decirle que no.
Ya había llegado, abro la puerta y escucho un ruido en el baño. Me dirijo al baño, entro y me encuentro con algo que nunca pensé ver.
Él al darse cuenta de mi presencia, solo me sonríe un poco avergonzado.
— ¿Qué haces mi amor? — digo.
— No te escuché entrar — trata de esquivar el tema — eh...¿Qué harás para la cena?
— Qué te parece....caldo de medias super cochinotas — molesto y él frunce el ceño.
— ¿Te estás burlando de mí? — río — okey, es la primera vez que lavo mis medias...nunca lo había hecho en mi vida, más bien nunca he lavado mi ropa... pensé que había lavadora — se queja.
— Pues pensastes mal.
— Entonces tenemos que comprar una...y ya no me mires mientras estoy lavando — vuelvo a reír.
— Recuerda que antes de tenderlas tienes que escurrirlas.
— ¿Escurrir? ¿Qué es eso?
— Significa que las medias no tengan ninguna gota de agua, es decir que no estén mojadas, solo húmedas — advierto — y te digo que hoy cenaremos pizza, compré una mientras venía.
— Lo que la futura señora de Ronda mande.
El tiempo pasaba y ya había llegado el momento de dormir.
— Bien, yo dormiré en la cama y tú en el suelo — le digo.
— ¿Y por qué yo tendría que dormir en el suelo?
— ¿Prefieres la cama? — cuestiono.
— Lo que quiero es que ambos dormamos en la misma cama.
— Aún no tengo anillo de matrimonio en mis dedos — digo enseñándole mis manos.
— Mala eres — hace puchero y deja de mirarme para ver algo — esa cajita es la que te regalé y te dije que la llenaría de cosas — su mano se hace puño y luego la coloca dentro de la caja.
— ¿Qué haces?
— No lo sé.
Me le acerco y tomo la cajita.
— Yo si sé, es la “Fé”. La fé que tenemos ambos y que juntas se vuelve una sola, la fé de nuestro amor.
La verdad no sé en qué momento mi bonito se subió a la cama pero la cosa es que ahora ambos estamos en ella. Ambos leyendo cómics. Él hechado y yo sentada a su lado. Derrepente empieza a reír como loco, tanto que con sus pies me empuja suavemente pero por suerte no me caí de la cama.
Este se quiere hacer el graciosito pero ya verá.
Comienzo a reír como loca, tanto que podía sentir su mirada sobre mí. Con el cómic que tenía en mis manos comienzo a pegarle suavemente en el abdomen. Dejo de reírme y ahora él vuelve a reír, me vuelve a empujar pero no caí. Yo vuelvo a reír y está vez lo empujo a él, que el pobre cayó de la cama.
Río.
— Ya verás.
Se pone de pie y se recuesta encima mío, está posición hace que mi corazón lata con tanta fuerza y no era la única, ya que podía escuchar sus latidos de él también. Sentir su cuerpo encima del mío, ciertamente me hacía temblar. Ambos nos mirábamos muy conectados hasta que dijo algo que definitivamente rompió el bonito ambiente que se había formado.
— ¿Lo hacemos?
— ¿Qué? — frunzo el ceño.
— Dormir juntos...¿Lo hacemos?
— Eh...sí quiero hacerlo.
— ¿Qué?
— Dormir juntos.
Sonríe y besa la punta de mi nariz para luego recostarse a mi lado y así quedarme dormida en sus brazos.
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