C46: Desaparecer

Narrando escritora

Una rubia corría con rapidez, no le importaba llevar tacones o traer puesto un vestido elegante. Lo que realmente le importa, es saber lo que está pasando; ¿Por qué se llevaron a su hermano, aquéllos hombres? Corría y corría hasta que ya no pudo más, y el auto donde iba Agustín se alejaba cada vez más. Tomo un gran sorbo de aire y de inmediato detuvo un taxi.

— Siga a ese auto — ordena con la respiración entrecortada.
















“No sabía que comprarte, quiero darte todo y lo haré con mucho discreción”

“Cuando regrese, pintaré un cuadro especialmente para tí, será como el paraíso donde no exista el dolor, la separación, ni mucho menos las lágrimas. Te lo prometo bonita”

“— ¿Oye, desde cuándo usas sostén?

— ¡Oye déjame!

— ¿Qué te pasa? — se me acerca y de un parpadeo, de ojos me alza la falda con sus manos — ¿Recuerdas que yo te cambiaba los pañales? — ríe — siempre mojabas la cama...

— ¡Que pinocho! — reprocho.

— Déjame ver — se me acerca y yo me alejo — ¿Aún tienes esa mancha en el pecho? Deja ver bonita.

— ¡No Mike! ¡No! — me pongo en cunclillas y siento como sus brazos rodean mi cuerpo. Una sensación de seguridad, eso es lo que provoca en mí, cuando me abraza. Sin duda alguna es mi lugar favorito que pueda existir en el mundo”.


















— Señorita llegamos — lágrimas no dejaban de salir, de aquéllos ojos azulados de la rubia — Señorita ¡Señorita! — eleva la voz el hombre.

— Eh...¿Sí? — seca sus lágrimas con la yema de sus dedos.

— Llegamos.

Valentina saca dinero de su bolso y se lo entrega sin nisiquiera esperar vuelto alguno. Sale del auto y su corazón se paralizó por segundos al ver el lugar que tenía al frente.

— Señor...creo que se ha equivocado — susurra con temor.

— No señorita, usted me dijo que siga a ese carro — señala con el índice el carro que ya se encontraba estacionado — y es lo que hice. Que tenga buena noche.

No dice nada más y arranca su auto.

Valentina se gira nuevamente para así quedar frente a lo que no creía ver con sus propios ojos.

La prisión.

— Esto es imposible — sus ojos rojos se comenzaron a humedecer una vez más.

No lo piensa más y camina hacia la entrada. Cuando entra comienza a buscar con los ojos a Agustín. Aquéllos ojos azules se agrandaron cuando vieron al castaño sentado a lo lejos, en una oficina junto a un hombre.

Sus piernas comienzan a correr por sí solas hacia la oficina.

— ¡Agustín!

El castaño al escuchar su voz rápidamente gira y ve como la rubia se acerca corriendo hacia él. Comenzó a sentirse culpable nuevamente.

— ¡Agustín! — toca sus hombros y él hace un movimiento brusco para quitar las manos de ella — ¿Por qué estás aquí? — la rubia vuelve apoyar sus manos en los hombros de él — ¿Dime qué pasa? — Agustín cierra los ojos por un momento, conteniéndose las ganas de llorar y de no arrepentirse por lo que iba hacer.

— ¿Quién eres? — quita nuevamente las manos de la rubia — no la conozco — le dice al policía para luego apartar la mirada, de la rubia. No podía mirar como sus ojitos azules lloran nuevamente por su culpa.

— ¿Por qué me haces esto?

Su cuerpo se comenzó a quebrar por dentro al escuchar como dijo aquélla pregunta. Le había hecho daño una vez más.

— ¿Quién es usted señorita?

Interviene el policía quien se encontraba presenciando aquélla escena.

— Yo soy su hermana, ¿Qué sucede aquí? — cuestiona con rapidez Valentina — ¿Por qué lo han traído aquí? ¿Qué es lo que pasa?

— ¡Yo no te conozco! — eleva la voz el castaño.

— ¡Quiero ayudarte!

Agustín golpea la mesa con sus puños y luego encara a Valentina.

— ¿Quién dijo que necesito ayuda, eh? Además de alguien que ni siquiera conozco...

— Agus...

— ¡No te metas en mi vida! — grita y eso hace que la rubia retroceda un paso — no sé quién carajos eres tú, nunca te he visto en mi puta vida, no somos nada. ¡Por favor entiendelo de una maldita vez! ¿¡A qué has venido!? ¡Quiero que te vayas! ¡Lárgate ya!

— ¿¡Por qué!?

— ¡Esa es tu fiesta! ¿¡Por qué diablos estás aquí!? — la mira fijamente a sus ojos llorosos — quiero que seas feliz y tú estás aquí cuando deberías estar allá, celebrando tu compromiso con Michael...¿¡Por qué mierda estás aquí!? Si piensas que te necesito, pues estás muy equivocada...¡No te necesito Valentina! — el castaño se sentía mierda por decirle todas esas cosas a su rubia — ¡Vete! ¡Ándate de aquí! ¡Me molesta tu presencia!

— ¡No me iré!

— ¿¡Acaso quieres volverme loco!? — le vuelve a gritar — ¡Lárgate! ¡Vete de una puta vez! — comienza a desesperarse y con sus manos golpea las cosas que se encontraban a su alrededor — ¡Lárgate! ¡Quiero que te vayas maldita sea!

Valentina no dejaba de llorar. Las palabras de Agustín fueron hiedras venenosas para su corazón.

En ese instante un grupo de policías se acercan con rapidez donde el castaño y uno de ellos lo toma con sus manos.

— Agus...

— ¡Lárgate! ¡No te necesito! ¡Nunca más! ¡Quiero que te vallas! — los hombres que lo tenían sujetado comenzaron a sacarlo de la oficina.

— ¿¡A dónde se lo llevan!?

— A una celda — responde uno de los policías.

— No porfavor...

— ¡Lárgate! ¡Vete de aquí! ¡No te quiero ver!

— ¿Agustín dime qué pasó?

— ¡Vete!

— Porfavor dímelo — suplica — Porfavor no se lo lleven, por favor no...¡Agustín!

Los hombres sacaron al castaño de la oficina.

— Perdóname pequeña — susurra el castaño para él solo, mientras sus ojos amenazaban con romper en llanto.

...

Michael

Subo con rapidez las escaleras pero me detengo al verla sentada sobre una silla. Sus hermosos ojos azulados no dejaban de derramar lágrimas. Me duele verla así.

— Haz que salga — le ordeno a Tino.

Cuando apenas Tino se retiró, tomé mi móvil y mis dedos por si solos teclearon su número. Veo como quita sus lágrimas con sus dedos para luego...

— Mike — eres muy mala fingiendo que no sucede nada, muy mala fingiendo la voz — te felicito — cierro los ojos con fuerza y a la vez siento la culpa recorrer por cada rincón de mi cuerpo.

— Perdón bonita — tampoco soy muy bueno fingiendo la voz — porfavor perdóname.

— No digas eso, no hay nada que perdonar — nuevamente quita con sus dedos, las lágrimas que sus ojos dejaron caer — yo...— veo como cierra con fuerza los ojos, cómo si le costara decir lo que quiere hablar — yo nunca debí reaparecer en tu vida — eso dolió. Mis ojos se comenzaron a humedecer — los dos sabemos que nunca estaremos juntos, por más que lo intentemos...ahora es imposible.

Miro el anillo de compromiso que tenía puesto en uno de mis dedos. Ella tiene razón.

— Ya no soy digno de merecer que confíes en mí...no te merezco Valentina — la voz apagada que tenía, se fué apagando cada vez más.

— No digas eso, ni siquiera lo pienses.

— No soy digno de tí...no podría estar contigo, ni ir tras de tí — quito mis lágrimas — cómo me gustaría estar contigo en estos momentos pero por más que quiera no puedo...y todo por esta maldita culpa.

— No seas duro contigo. Yo estoy bien — no es eso lo que veo — sé que estaré bien. Descuida...sabemos que es lo mejor — veo que sus labios forman una sonrisa tristona.

— Se me olvidó decirte algo, bonita.

— ¿Qué?

— No te dije lo hermosa que te veías hoy...la mas hermosa de la fiesta — sonríe.

— También tú...lucías guapísimo bonito — sonrío — ¿Oíste?

— Sí, y...¿Dónde estás? ¿Ocurrió algo?

— Nada que sea importante. Un amigo tuvo un problema.

— Yo diría que si es importante, ya que no respondiste a mi propuesta...

— Mike...

— Y dejaste la fiesta — vuelvo a sonreír — creo que así, si me gustaría ser tu amigo. ¿Tú crees que podamos ser amigos, bonita? — nuevamente las ganas de llorar me invadían por dentro — sí quieres, voy contigo...

— No es necesario — interrumpe — me gustaría más que descansaras. Mike ya debo
colgar — no dice nada más y cuelga.

Veo como se contiene de llorar pero no lo pudo combatir, ya que terminó rompiendo en llanto al igual que yo, solo que yo lo hacía en silencio para que así no me descubra de que la estoy observando a lo lejos.

...

Pasaban los minutos y ella seguía ahí, sentada en una silla, esperando a ese tal Gastón.

Hasta ahora me pregunto...¿Quién es él? ¿De dónde conoce a Valentina? Había algo que me quedaba claro y ese algo era que ese tipo tuvo que ver con que mi bonita perdiera la memoria, con que piense que se llamaba “Ámbar”. Pero aún así...¿Por qué diablos Valentina se preocupa tanto por él? ¿Por qué le da tanta importancia?
No entendía nada y aún así quiero respuestas, y la que más me urge, es saber, quién es realmente Gastón Perida.

Mis pensamientos se alejan al ver como mi bonita se quedaba dormida. Sus párpados rosas se comenzaban a cerrar con lentitud, su cabeza se comienza a inclinar hacia un lado.
Esta es mi oportunidad de volver a tenerla cerca, aunque sea por última vez. Me vale mierda la culpa que siento por dentro, este es mi oportunidad y no pienso desperdiciarla.

Subo las escaleras sin hacer algún tipo de ruido y así evitar despertarla. Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza porque sabe muy bien que su dueña está muy cerca. Ella es la única que puede hacer ese efecto en mí. Cuando ya la tenía cerca, me quedo a contemplarla, ver como hace gestos con la boquita, hizo que mis labios formaran una sonrisa.
Su cabeza se inclinaba cada vez  más, así que no esperé más y me senté a su lado. Su cabeza se apoya en uno de mis hombros...su dulce aroma de vainilla, la suavidad de sus cabellos. Mis dedos por impulso acarician sus mejillas y se remueve un poco pero lo que me hizo sonreír nuevamente es ver una sonrisa en su rostro.

— ¿Por qué bonita? ¿Por qué no podemos estar juntos si nos amamos con todo nuestro ser? ¿Dime por qué? — susurro muy despacio.

Siento mi móvil vibrar en uno de mis bolsillos, lo tomo y veo que es un mensaje de Tino.

«Gastón Perida acaba de ser liberado»

Llego el momento de irme, por más que quisiera quedarme en esta posición para siempre. Tengo que partir.

Hago que mi bonita vuelva a la postura que estaba hace unos instantes pero sin antes darle un cálido beso en su cabellera rubia.
No quería irme pero me alejé de ella, otra vez.

...

Narrando escritora

— Señorita, señorita.

— ¿Qué pasa?

— El señor Perida acaba de ser liberado.

— ¿Cuándo?

— Hace unos instantes.

La rubia no dijo nada más y salió corriendo en busca de Agustín, quién la había visto durmiendo en una silla pero aún así no la despertó.

— ¡Agustín! — grita al ver, al castaño y este al oír su voz, aceleró el paso — ¡Agus espera! — la rubia lo toma del brazo y lo encara — ¿Qué ocurrió? ¿Por qué te arrestaron?

— Ya vete — se suelta de mala gana, del agarre de la rubia y comienza a caminar.

Valentina lo sigue.

— ¿Qué fué lo que pasó? Agus porfav...

— ¡Ya déjame en paz! — interrumpe de golpe, elevando la voz para luego acercarse a la ojiazul — ¿Eres estúpida?

— ¿Qué?

— ¡Perdiste todo y ahora dejarás que él se case! — Valentina no podía creer lo que escuchaba — ¿¡Y regresas a mí pensando que te aceptaré!? — se acerca más sin apartar la mirada — púes ya no te quiero — eso le dolió más a él, que a ella — ya te olvidé, Valentina — el castaño saca fuerzas para decir lo siguiente — ya no te amo...así que vete. ¡Largo!

Valentina no aguanto más y lo bofeteó. Era la primera vez que lo hacía y eso le dolió más a ella, que a él.

— Perdí todo, sí. Pero dime...— ahora ella lo encara — ¿Quién fué el culpable de eso, eh? — Agustín esquiva la mirada — ¿Eso es lo que crees Agustín? ¿¡Realmente crees que estoy aquí porque quiero!? ¡Acepta que tú eres siempre el que me hace regresar! — grita y a la vez sus ojos se comienzan a llenar de lágrimas — y yo de tonta regreso porque te quiero, eres una persona importante para mí...se supone que no debería ser así por todo el daño que me has hecho. ¡No tienes idea como intento odiarte porque te lo mereces pero por más que intento, no puedo! — las lágrimas comenzaron a salir de los ojos azules — dices que quieres, que sea feliz y lo hubiese sido, si no hubieras hecho lo que hiciste. ¡Si no te hubieras aparecido en la ceremonia gritando como loco! — su voz se comenzó a quebrar — ¿Y sabes?...pude haber aceptado ese anillo y comprometerme con él porque es eso lo que quiero y lo pensaba hacer...ahora estaría comprometida con Michael si no fuera por tí — golpea el pecho de Agustín — ¡Si no te hubieras aparecido gritando! ¡Muchas gracias por nada! ¡Te odio! — lo empuja y es en ese momento que se da cuenta, que había algo en el cuello de él — ¿Qué es esto? — lo toma con una de sus manos y él la aleja. Era la sortija que Agustín le había dado cuando decidieron comprometerse — ¿Dices que ya no me quieres, entonces porqué sigues usándolo? ¿Por qué aún la conservas, si ya no me quieres? — Agustín no respondía — ¡Responde!

En ese preciso momento, el castaño de un jalón quita la medalla de su cuello para luego lanzarla quién sabe a donde. Tenía que hacerle creer que ya no le importaba. No le importaba sacrificar la única cosa que tenía de ella. El único objeto que llenaba su ausencia.

— ¿Contenta? — sus palabras salieron muy frías pero por dentro se quemaba al ser tan cruel con ella — no quiero volver a verte jamás, no quiero volver a verte en mi vida. Para mí acabas de morir Valentina. ¿Entendiste?

No dice nada más y se aleja de ella.

— Y yo...¡Tampoco quiero volver a verte! ¡No sabes cuanto deseo que te vallas para siempre! — comienza a gritarle — ¡Desaparece de mi vida! ¡No vuelvas más! — lo comienza a seguir pero decidió detenerse — ¡No vuelvas aparecer Agustín! ¡Sin tí soy feliz! ¡Mucho! ¡Lárgate! ¡Ya no quiero verte! ¡Te odio! ¡Desaparece!

Agustín desapareció de su vista y fué ahí que la rubia se dejó caer sobre sus rodillas. La medalla del castaño se encontraba muy cerca de ella. La rubia no dudo en tomarla con una de sus manos.

— Imbécil... — apega la medalla a su pecho y rompe en llanto — ¡Agustín! ¡Ven! ¡Regresa! ¡Agustín! ¡Por favor ven! ¡Agustín!

Lo comienza a llamar entre llanto pero sabía muy bien que él, ya no la escuchaba pero si había alguien quién lo hacía, ese alguien presenció toda la discusión de ellos, ese alguien se encontraba muy cerca a ella, ese alguien se encontraba escondido en su auto, ese alguien es Michael Ronda.

🖤

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