C34: Derrumbe
Michael
Caminábamos en silencio. Yo la miraba de reojo, podía sentir que estaba triste y no sabía el porqué. Tal vez se peleó con su novio.
Ignoro mis pensamientos y decido acercarme a ella para así atrapar sus manos con las mías.
¡Dios! La misma piel y suavidad que la de mi bonita. Cosas inexplicables.
La atraigo hacia mí y la miro fijamente a sus ojos...azules también. Tendré que acostumbrarme a que la que estoy mirando realmente es a Ámbar, no a mi Valentina.
Desvío un poco la mirada y veo un sombrero de pirata, así que se me ocurrió una idea. Tomo el sombrero y se lo pongo.
— ¿Quieres ser cenicienta? — en realidad la pregunta es...¿Quieres ser mi cenicienta?
Ella no dice nada, solo sonríe y la comienzo a llevar hacia un lugar.
...
El aire de la noche chocaba suavemente en mi rostro. Me siento feliz, hace muchos años que no lo estaba pero ahora teniéndola a ella a mi lado...simplemente la felicidad invadía en todo mi cuerpo.
Nos encontrábamos paseando en un carruaje. Sí, la convencí en que se vistiera de cenicienta y yo en su príncipe azul.
— Ya me siento cenicienta — la oigo decir — la que debe volver a su casa — no quiero dejarte ir.
— Pero el príncipe te va a encontrar — respondo junto a una sonrisa.
— ¿Tendré...que esperarte mucho? — fué ahí que decido mirar sus ojitos. Quería llorar pero no lo hacía. Decido acariciar sus mejillas.
— Solamente asegúrate de dejar tu zapato — le vuelvo a sonreír — déjame verlo — tomo uno de sus pies y quito su zapato — está sucio — lo limpio con la manga de la chaqueta para luego acercarlo a mi nariz — y huele mal — en ese instante sonríe. Era la primera vez que sonreía durante nuestra cita. Es tan hermosa — sonríe siempre — deja de sonreír y ahora yo lo hago — ¡Soy feliz! — grito — ¡Soy muy feliz a tu lado Ámbar!
En eso el carruaje se detiene. Decido bajar primero para así ayudarla a bajar a ella. La tomo de la cintura y ella pareciera sorprenderse ante mi acto. Cuando sus pies chocan el suelo, nuestros rostros quedaron a poca distancia. Podía sentir como su respiración acelerada chocaba con fuerza en mi rostro. No se porque pero mis ojos se estamparon en sus labios, aquéllos labios que...se separa y eso en cierta forma me incomodó.
Una sonrisa se vuelve a dibujar en mi rostro. Ignoré lo anterior y decido tomar su mano para caminar hacia el carrusel y así poder subir en los caballitos.
— Cuando regrese voy a inaugurar este mural. Un mundo sin tristezas, sin despedidas ni tampoco dolor — podía sentir su mirada en mí — quise que el mural se viera desde el carrusel para que las personas puedan ser felices al verlo — dejo de mirar el mural para así verla — si todos son felices...¿Valentina será feliz? — asiente rápidamente y yo vuelvo la mirada al mural — ella quizá me ve desde el cielo porque también está en el mural. El mural es ella...mi bonita.
El carrusel se detiene. Veo que Ámbar quería bajarse del caballo pero yo la detengo. Conectamos miradas y nuevamente sentí mi corazón palpitar fuertemente. Mi corazón me pedía a gritos que haga una cosa y decidí hacerlo. Me acerco a ella y le doy un dulce y cálido beso en la frente. Apego nuestras frentes por unos instantes. Sus ojitos tenían tantas ganas de llorar y no quería verla así...pero así tienen que ser las cosas.
Me alejo de ella y veo como una lágrima rueda por una de sus mejillas.
— Ahora...el adiós, tenemos que...tenemos que separarnos — mis ojos se comenzaron a humedecer — la persona que me envió fué Gastón — en ese instante sus ojos se abren a tope — yo...no puedo hacerle eso. Dime ¿Lo quieres? ¿Quieres a Gastón? — porfavor dime que no.
— ¿Tú la quieres...a Karol? — evito la mirada y decido no responderle.
El que calla no siempre otorga. Yo quiero a Karol, pero como una amiga.
Ambos no habíamos respondido a nuestras preguntas.
El silencio se apoderó por unos segundos del ambiente. Decido bajar del carrusel y ella hace lo mismo. La atraigo hacia mí y decido ponerle el zapato que le había quitado. Me levanto y la miro por unos segundos...
— Adiós — digo tratando de ser firme. Dejo de mirarla y le doy la espalda.
Una lágrima deja caer mi ojo izquierdo. Podía sentir su mirada por unos instantes pero aún así decidí no voltear. Luego de unos segundos decido voltear y ella ya no estaba. Se había ido y yo no fui capaz de impedirlo.
...
Narrando escritora
Un castaño se encontraba con los ojos rojos de tanto llorar. Se sentía seco, sentía que su vida ya no tenía sentido. Su mundo se volvió gris, simplemente ya no había color en el y eso sucedió cuando su rubia favorita de hermosos ojos azules le dijo que lo odiaba, esas dos palabras fueron suficiente para que aquél corazón que se encontraba de lo más feliz, que palpitaba con cada sonrisa de ella, se destruyera por completo. Solo ella podría hacer que su corazón roto se vuelva unir, solo ella podía unir los pequeños trozos en que estaba pero él sabía muy bien que eso nunca pasaría.
— ¿Por qué?...¿¡Por qué!? — clava su puño con fuerza sobre la mesa — ¿Cómo pudo cambiar los “Te amo” por un...— le costaba pronunciar, le dolía — por un...te odio? — vuelve a darle otra sorbida a su tequila que era la única compañera en esos instantes — sí...eso y más es lo que merezco, por haber destruido tu vida...pero sabes, yo destruí tu vida pero sin que tú supieras, en cambio tú destruiste mi vida, sabiéndolo...porque sabes muy bien que nunca podré verte como una hermana y ese...te odio, me mató...mucho pero me merezco eso y mucho más. Soy una mierda...¡Una completa mierda! — le vuelve a dar otro sorbo a su tequila.
No se encontraba ebrio. Solo tomaba en esos momentos porque pensaba que tal ves eso disminuirá su dolor pero ya comprobó que no es así.
Su tequila ya se había acabado, así que decidió levantarse para ir por otra pero en ese instante el sonido de la puerta hizo que se detuviera. Alguien intentaba abrir aquélla puerta de madera pero parecía que la llave no le funcionaba.
Agustín sabía perfectamente quién era la persona que intentaba entrar a su casa.
— ¡Agustín! — golpeó la puerta con fuerza — ¡Abre! ¡Agustín sé que estás ahí! ¡Abre la puerta! ¿¡Por qué le cambiaste de llave!? — sí, eso hizo el castaño — ¡Abre ahora! — grita con las fuerzas que le quedaban.
Agustín cierra los ojos con fuerza tratando de que no vuelvan a salir más lágrimas de sus ojos.
— ¡Largo! — le grita el castaño tratando de que su voz sonara firme — ¿¡A qué vienes!? ¡¡A QUÉ!! ¡Tu lugar está en otro lado ahora!
Le dolía, lo destruía el hecho de heberle gritado.
— Abre — vuelve a insistir la rubia un poco más calmada o más bien porque ya no le quedaban muchas fuerzas.
— ¡¡Lárgate!!
— Abre por favor — fué ahí que la voz de Valentina se comenzó a quebrar, mientras lágrimas se encontraban rodando por sus mejillas — ¡No me iré! — vuelve a golpear la puerta — ¡No me iré hasta que abras! Por favor.
Agustín comienza a dar pasos lentos hacia la puerta. Se apega a ella e inmediatamente pudo sentir el delicioso aroma de vainilla de su amada.
— Valentina...¿Qué no te das cuenta? — no pudo contenerse más y lágrimas comenzaron a salir de sus ojos claros — ya sabes lo que te hice, ya sabes la clase de hombre que soy...y cuánto te engañé...
— ¿Por qué lo hiciste? — interrumpe ella — ¡Dime porqué!
— ¡¡¡PORQUE TE AMO!!! — grita fuertemente Agustín. No era él quien lo hacía, era su corazón quién gritaba — te amo Valentina...yo solo quería que te quedaras conmigo...
— ¡¡Mintiendome!! — vuelve a interrumpir la rubia — ¿¡Hacerme creer que tuve otra vida!? — Agustín aprieta los ojos con fuerza, mientras sus manos las llevaba a su cabeza — ¿¡Cambiándome de identidad!? — sentía que en cualquier momento se derrumbaría — ¿¡Haciéndome creer que mis padres estaban muertos y que tú eras el amor de mi vida!? — la rubia le estaba haciendo saber como había destruido su vida — ¡Te aprovechaste de que perdí la memoria! ¿¡Cómo pudiste!?
— ¡¡Yo te quería conmigo!! — grita Agustín con la voz totalmente quebrada — ¡No quería que te alejaras de mí! Solo hice caso a mi corazón...no pensaba. ¡¡No importaba nada más!!
— Quiero saber — Valentina se seca rápidamente sus lágrimas pero fué en vano porque nuevamente volvían a salir — de...¿Qué fué lo que paso esa noche? Necesito saberlo...¿Dime por qué me veo tirada en la pista con sangre en la cabeza? — Agustín no respondía — ¡¡Merezco que me des una explicación!! — patea la puerta con fuerza — ¿¡Que fué lo que me hiciste!? ¿¡Porque lo hiciste!? — vuelve a romper en llanto, mientras golpeaba la puerta con fuerza — ¡¡¡Me arruinaste totalmente la vida!!! ¡¡Me separaste del amor de mi vida!! ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué!?
— No quiero tu perdón.
— Y no te lo daría. Sabes yo nunca podré perdonarte. ¡¡¡TE ODIO!!! ¡¡TE ODIO CON TODO MI SER AGUSTÍN!! — Agustín sintió morirse cuando volvió a escuchar aquéllas dos palabras pero esta vez más frías que la vez anterior.
— Te dije...— ya no le quedaba fuerzas — te dije que no lo quiero. Me iré...donde nadie pueda encontrarme, donde jamás pueda verte. ¡¡Así que vete ya, a dónde perteneces!!! — grita entre llanto.
— ¿A dónde?
— ¡Vete ya!
— ¿A dónde?...no tengo a donde ir...¿Dime a dónde? ¡¡Por tu culpa no tengo a dónde ir!!
Ambos se dejan caer lentamente al mismo tiempo. Agustín se encontraba con las manos en la puerta, quería, anhela, deseaba que aquélla puerta no estuviera interfiriendo...porque quería abrazarla.
— ¡Ya!...¡Vete ya! ¡¡Lárgate!!
— Ábreme...por favor. Tengo
frío — la rubia se abraza a si sola — hace mucho frío aquí fuera. ¡¡¡Ábreme!!!
El corazón de Agustín le gritaba con fuerzas pero él decidió no escuchar o por lo menos intentaba no hacerlo. No quería que su rubia se pueda enfermar allá fuera pero aún así se mantuvo firme en no abrirle la puerta.
Ambos se encontraban totalmente destruidos. Ella sin Michael y Agustín sin ella.
...
De los ojos de la rubia no dejaban de caer lágrimas. Por más que el viento chocara con fuerza su rostro y así secar sus lágrimas, sus ojos la traicionaban porque nuevamente dejaba caer una secuencia de lágrimas.
Lo necesitaba, lo quería con ella, lo extrañaba. Basta con un abrazo para que se vuelva a sentir la Valentina de antes, aunque sea por unos momentos. Quería ir a buscarlo, quería ir con él pero algo le impedía y ese algo ni siquiera ella lo sabía. Ella quería confesarle de que ella no es Ámbar, de que ella siempre fué Valentina. Quería decirle que siempre estuvo ahí con él, solo que no recordaba. Ella quería decírselo pero cuando escuchó “Hoy dejé ir a Valentina” bastó con eso para que ella se dé cuenta que el comenzaba a sentir cosas por Ámbar.
Que irónico. Si supiera que Ámbar y Valentina son la misma persona...pero él no lo sabe y Valentina decidió seguir siendo “Ámbar” frente a él...y le parecía mejor así porque todos creen que Valentina está muerta.
¿Qué sentido tiene?
— Para qué remover lo que ya está hecho — susurró con tristeza — siempre estuve muerta...pero esta vez si es cierto...estoy muerta en vida.
Cierra los ojos con fuerza. No había nada que pudiera hacer, todo ya estaba hecho pero aún así, ella quería saber la verdad. ¿Por qué todos piensan que ella está muerta? Quería saber que fué lo que realmente le pasó. Ya intentó saber por parte de Agustín pero él no le dijo nada y ahora intentaría con...
Valentina detiene su paso cuando vió como el auto de aquélla persona, que hacía su adolecencia una tortura, se acercaba a ella. No lo dudó y decidió interponerse en su camino. Se paró en medio de la pista y así el carro se detuvo.
Aquéllos ojos verdes llenos de odio, malicia, rencor y envidia observaban fijamente a unos ojos azulados. Baja del auto y se acerca a ella.
— ¿¡Acaso estás loca!? — escupió con odio como solía hacerlo siempre — ¡Te pude haber atropellado idiota! — "Atropellar” esa palabra se hizo eco en la mente de Valentina — ¿¡Qué es lo que quieres!?
— Quiero saber...¿¡Qué fué lo que pasó esa noche!? — preguntó rápidamente la rubia.
— Agustín fué quién desapareció contigo esa noche, mejor pregúntale a él — le dió la espalda decidida a irse pero Valentina toma su brazo y de un movimiento la hace girar.
— ¿¡Dime porque todos me dieron por muerta!? ¡Habla!
La castaña se suelta de mala gana del agarre de su hermanastra.
— Nosotros identificamos el cadáver en el hospital.
— ¿Se trataba de mí acaso? — se acerca a ella.
— ¿Cómo? — ríe Karol — ¿Isinuas que nosotros cambiamos el cadáver? — se hace la ofendida.
— Es posible. Ustedes seguro lo harían.
Karol deja de reír y se acerca más a ella.
— ¿Y ahora sabes lo que ocurrió no? — eleva la ceja — tu papá, Mike y la señora Vicky, sí lo creyeron. ¿Contenta? Pero eso ya está en el pasado — Karol se dirige a su carro pero antes de entrar a el decide mirar a su hermanastra — ¿A quién piensas que le van a creer? Tú lo tenías todo cuándo éramos niñas...¿Y yo qué? — sonríe — tuve que luchar mucho para ser igual a tú, para tener todo lo que tú tuviste. Antes nadie me creía pero ahora las cosas son distintas. Ahora verás tú misma lo que es que nadie crea en tí. Dime hermanita ¿Quién va a creer que Valentina resucitó de la muerte? — pregunta con gracia — tú estabas arriba y me pisabas como una basura. Antes era la basura con la que podías hacer cualquier cosa pero adivina qué. Ahora yo estoy arriba y tú eres la basura que siempre fuiste y te tendré ahí abajo, pisandote como la asquerosidad que eres — en ese instante Valentina corrió hacia ella para golpearla pero Karol fué más rápida y se metió a su auto para luego ponerlo en marcha, sin antes dedicarle una sonrisa ganadora y maliciosa.
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