C32: Totalmente destruido
Gastón
Miraba por los alrededores y ni rastros había de mi pequeña rubia y eso me preocupaba, ya que ayer ni siquiera se presentó en la galería de artes porque tenía que trabajar hasta tarde pero desde ahí no he sabido nada de ella y eso me mataba.
¿¡Si algo malo le pasó!?
¡No! ¡Aleja esos pensamientos Gastón!
Vuelvo a tomar mi móvil y mis dedos por sí solos comienzan a teclear el número de mi novia. La treinta y dos vez que me manda a buzón.
— ¿Ámbar, mi amor dónde estás? Neta que me estás preocupando...porfavor responde, ¿Si? te amo — cuelgo y vuelvo a introducir mi móvil en uno de mis bolsillos.
La desesperación y las ganas de verla frente a mí me estaban matando. Justo hoy tenía que desaparecer. Hoy me iba a entregar mi anillo de compromiso pero sin antes yo decirle la verdad...porque sí, planeo decirle toda la verdad y solo espero que no me odie cuando sepa lo que le hice.
¡Mierda! ¡Esto no es fácil! Joder no quiero perderla pero ella merece saber quién es realmente, eso no quiere decir que recuerde la memoria en ese instante...tal vez le diga y no recuerda nada, solo espero que sea así.
No quiero perderla, ella es el amor de mi vida.
— El mural se llama «El cielo» — comenzó el discurso de la inauguración — me complase presentar al director Michael Ronda, quién nos ha dado el
cielo — ¿Quién él? YO fuí quién lo pintó, no él.
Michael se levanta de su lugar para acercarse al estrado. Vuelvo a sacar mi móvil de mi bolsillo para volver a teclear por treinta y tres vez. Nuevamente buzón.
— Un mundo sin tristezas, sin despedidas y también sin dolor — sonríe y mira al cielo — es una promesa que hice hace mucho tiempo, hoy estoy aquí para cumplir esa promesa. Quiero dedicar este mural a una persona, a una persona especial que vivirá por siempre en mi corazón y en todo mi ser — termina de hablar y veo como me hace una seña para que me acerque a él.
Me levanto de mi lugar y vuelvo mirar hacia los alrededores para ver si la encontraba pero simplemente mis ojos no la vieron.
Camino hacia Michael y ahí pude ver a mi madre junto a mi hermana. Como siempre, mirándome con desprecio, eso me lo esperaba de Sharon pero de Karol...bueno las personas cambian.
Me paro en frente del micrófono. No sabía que mierda iba a decir pero quería sinserarme con la situación. Este mural está dirigido para Ámbar o más bien dicho...Valentina.
— El cielo no es un lugar para mí...solo espero que todo el amor que está frente a el pueda llegar a realizarse, aún cuando no haya perdón.
Termino de hablar y vuelvo a mirar por los lados cuando de pronto mis ojos la captaron. Sin pensarlo ni un segundo, corro hacia ella pero para mi sorpresa fué, que ella huyó.
¿¡Por qué huye!?
¿¡Por qué huye de mí!?
— ¡Ámbar espera!
¡Maldición no huyas!
— ¡Ámbar! ¡Mi amor! — corro con más fuerza y pude tomar su brazo — ¡Mi amor!
— ¡No! — se safa bruscamente de mi agarre.
¿¡Qué!? ¿¡Por qué diablos reacciona así!? ¿Acaso ella...
— ¡Ámbar espera! ¡Escucha! — la vuelvo a tomar de los brazos, mis manos subieron hasta sus hombros para así acorralarla y que no vuelva a escapar — Am...
Quita de mala forma mis manos de sus hombros. Sus ojitos estaban rojos y a la vez derramaban lágrimas sin parar.
¡No! Ella...
— ¡Te odio! — y fué en ese instante que sentí un golpe muy fuerte en una de mis mejillas.
La cachetada no fue lo que me dolió, lo que sí dolió con mucha fuerza es escuchar lo que me había dicho. Esas dos palabras expresadas con rabia y rencor hicieron añicos cada lugar de mi corazón.
Era esto lo que quería evitar...que me odiara pero sé que en cierta forma eso era imposible.
Ella ya sabe todo, Ámbar recobró la memoria...
— Ámbar...
— ¡Ámbar! — grita junto a un sollozo — ¡Ámbar! — vuelve a gritar para luego empujarme con una de sus manos — ¡Valentina! — sentí como las lágrimas amenazaban con su salida — tú sabes muy bien que ese es mi verdadero nombre, Agustín — al escuchar mi verdadero nombre junto con el tono de su voz hizo que mis ojos la vieran fijamente — ¿¡CÓMO PUDISTE!? — me grita con dolor para luego volverme a empujar — ¿¡Quién te crees que eres para hacerme eso!? ¿¡Qué derecho crees que tienes sobre mí!? ¡¡Arruinaste mi vida por completo!! — gritaba entre sollozos mientras me empujaba — ¡Me alejaste de las personas que más amaba! ¡¡¡Me alejaste del amor de mi
vida!!! — ¡No! ¡No! ¡No! — ¿¡Cómo pudiste!? — su voz se iba apagando poco a poco. Me duele verla así, no quiero verla llorar y más sabiendo que es por mi maldita culpa — ¡¡Ahora él cree que estoy muerta!!
No soporté seguir viéndola así. Me acerqué y la abracé muy fuerte.
— ¡Suéltame! — su voz ya no tenía fuerza — ¡No me toques! ¡No! — rompió en llanto y yo hice lo mismo.
— Perdóname, porfavor perdóname — susurraba con la voz totalmente quebrada.
— Déjame — se volvió a mover del abrazo — ¡Déjame ya! — volvía a insistir — ¡DÉJAME! ¡AHORA! — No quería soltarla pero lo hice — Vete.
— Valen...— quise acercarme nuevamente pero ella se aleja.
— ¡¡¡VETE YA!!!
— Te espero frente al mural a la media noche — negó con la cabeza — te voy a decir todo, no faltes.
Y sin decir nada más, salí de ahí, dejándola totalmente destruida pero lo que ella no sabe, es que yo estaba peor que ella.
¡Soy una mierda de persona!
...
Narrando escritora
— ¡Mamá! ¡Mamá! ¿¡Qué te pasa!? — preguntó con rapidez la ojiverde.
La rubia no sabía si contarle o no a su hija pero finalmente optó por contarle porque creía que tenía que estar preparada para enfrentar a su hermanastra.
— Valentina — la mira fijamente — ya recordó.
— ¿¡Cómo!? — Karol abrió bien sus ojos que parecieran querer salirse de su lugar.
— ¿Te mencionó algo? — cuestiona rápidamente su madre.
— Mamá...
— Creo que pronto irá a la casa y que...
Sharon dejó de hablar al ver a Valentina parada en la puerta observando fijamente a madre e hija.
Karol se dió cuenta de la presencia de la de los ojos azules y se coloca detrás de su madre como si ella fuera un escudo en lo cuál protegerse.
La hermosa rubia de los ojos azulados comienza a caminar rápido hacia ellas. Tenía miles de preguntas que cuestionar pero decidió empezar con la que más le llamaba la atención.
— ¿¡Qué me hicieron!? — las enfrenta con una voz firme y totalmente fría — ¿¡Qué fué lo que me pasó y por qué!? ¿¡Qué están planeando!?
— No pienses mal — responde con sutileza la rubia mayor.
Esta sí que es una buena actriz. Por dios, debería ganarse un oscar por ser tan fingida.
— Karol Zenere — Valentina mira fijamente a su hermanastra — tú sabes que pasó — en ese instante la ojiverde se tensó — ¡Tú sabes que yo soy Valentina Zenere!
— ¿Qué? — responde con una sonrisa irónica, como si se tratara de un chiste.
— Simulaste no conocer a Agustín frente a mí, fingiste muy bien.
Simplemente lo que tiene la madre, lo hereda la hija.
— Agustín me lo pidió, que jamás te reconociera — miente — no puede vivir sin tí, hice lo que me pidió. Es mi hermano tengo que apoyarlo — le guiña un ojo.
— Sí claro — se le acerca — temías que yo volviera.
Valentina ya no era una niña tímida o calladita que se dejaba pisotear por los demás. Los años la habían cambiado.
— ¿¡Por qué!? — la aparta de un empujón de su hija — ¡Qué nos importa que recuerdes! — la vuelve a empujar y la rubia menor detiene su acto.
— Todas esas horribles cosas que tú me hiciste — Sharon trataba de safarse de la otra rubia pero era imposible, esta le ganaba en fuerza — las recuerdo muy bien y vas a pagar por todo.
La suelta de mala gana para luego girar y continuar buscando a Michael pero la mano de Sharon en su hombre hizo frenar su marcha.
— ¡Suéltame! — la empuja con fuerza, que si no fuera por Karol, la señora Benson estaría haciéndole compañía al suelo — ya no soy la que conociste — arquea las cejas.
Sharon quiso responderle pero al ver a la futura suegra de su hija pasar por ahí, decidió no hacerlo. Mas bien comenzó con una actuación muy buena que ni siquiera le faltaba guión alguno para realizarla. Se hace la que se quiere desmayar. Victoria vio eso y rápidamente decide acercarse.
— ¿Qué pasó? ¿Qué pasó aquí? — Victoria estaba preocupada por su amiga, porque lastimosamente la consideraba una amiga — ¿Sharon qué tienes? ¿Ámbar? — mira a la última mencionada.
— Mírame — le dice la ojiazul con lágrimas en sus ojos.
— ¿Qué pasa? — Victoria no entendía muy bien lo que estaba pasando.
— Tía, soy yo — le dice con cierta dulzura que la caracteriza.
— ¡Ah! — finje dolor Sharon.
— ¡Ya deja de actuar! — grita Valentina.
— ¡Señorita Ámbar! — reprocha Victoria.
— Mírame — Valentina se comienza a acercar a la señora que le decía “Tía” de cariño — Soy Valentina, Valentina Zenere...
— ¿Por qué dices esas cosas? — Karol la había tomado de su chamarra negra — fué penoso perder a Valentina una vez...
— ¡Cállate! — responde la ojiazul para luego quitar de mala forma sus manos de ella.
— ¡Ya basta! — eleva la voz Victoria — yo a usted no la conozco y me apena verla así — le hace unas señas a sus hombres y estos toman de los brazos a Valentina.
Querían sacarla de ahí.
— Tía, soy Valentina. Créeme lo juro — intentaba safarse pero esta vez le ganaban en fuerza — Soy Valentina. ¡Es la verdad!
No pudo seguir hablando ya que la habían sacado de ahí o más bien de la empresa.
...
De una cierta forma Valentina pudo escabullirse por los pasillos y volver a entrar. Tenía que encontrar a Michael, tenía que decirle que ella es su bonita, que su bonita jamás se fué, que ella siempre estuvo ahí...con él.
Valentina ya había encontrado a Michael pero lo malo era que no estaba solo, él como siempre andando con su grupo de hombres. Parpadeó por unos instantes y ve como Karol se le acerca. La castaña le arregla la corbata a su futuro esposo, ver esa escena hacía que la rubia, que se encontraba escondida; explotara de los celos pero decidió por el momento ignorarlos.
Michael y Karol estaban a punto de retirarse y fue ahí que Valentina decidió entrar en escena.
— ¡Michael Ronda! — el mencionado gira al escuchar su nombre y se pudo ver como un pequeño brillo en sus ojos avellana renacía.
— ¡Cuidado! — grita uno de los hombres que estaban vestidos de negro — que no se acerque — y entonces varios hombres sujetaron a la rubia para que ya no siga dando pasos hacia su amado.
Michael no quería que nadie la tocara, lo odiaba y también por la forma en que la tratan pero decidió no intervenir. Tiene que olvidarse de ella.
— ¡Quiero hablarte! Tengo algo que decirte — suplica la ojiazul — ¡Porfavor escucha! Déjame hablar contigo. ¡Por favor! ¡Sueltenme!
Y así fué como el castaño de ojos avellana se destrozaba poco a poco y eso que ya estaba totalmente destruido.
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