C25: ¿Y si no soy quién piensas, entonces me dejas ir?

Ámbar

Ya era de noche, eran aproximadamente las 22:15 horas. Michael me llevó a mi casa.

Bajamos de su auto y hace algo que me sorprende, me da un beso en la frente para luego cerrar el cierre de mi casaca negra.

— Cuídate — me mira a los ojos — ¿Sí? — simplemente asentí y él subió a su auto y arrancó.

Suspiro.

¿Qué me está haciendo este chico?

Decido entrar a mi casa. Al parecer el papá de Gastón no está. ¡Ijole! ¡Gastón! Me había olvidado completamente de él...¿Estará preocupado? ¡Maldicion! Olvidé pedirle mi móvil a Michael. Unos ruidos interrumpen mis pensamientos.

— ¿Gastón?

Vi como tiraba todos sus dibujos al suelo, y uno que otros los rompía.

¿¡Por qué esta haciendo eso!?

— ¡Gastón! — me acerco y en ese instante se deja caer sobre un sofá.

¡No me digas que estará borracho otra vez!

— ¡Gastón! ¡Oye! — lo comienzo a mover pero él ni caso hace — ¡Vamos levántate! ¡Habla!

En ese instante se levanta de golpe, me apega a su cuerpo para luego bajar el cierre de mi casaca.

¿¡Qué hace!?

— ¿¡Por qué haces esto!? — me saca la casaca y baja una tira de mi sostén pero lo hace bruscamente.

— ¡Quieta! — me apega a su cuerpo con fuerza.

¡Duele!

— ¡Me lastimas!

Cuando dije la última palabra me soltó lentamente.

— Te vi con ese tipo y me volví loco por tí — ¿Nos había visto?

— Lo siento mucho — mis ojos se comenzaron a humedecer, me siento culpable por hacerle
daño — no quise hacerte sentir eso...pero si tú quieres...— baje la otra tira de mi sostén. Nunca antes lo hicimos, esta sería nuestra primera vez...yo aún no me siento lista pero si él quiere...en ese momento me abraza y pude sentir sus lágrimas mojar mi espalda desnuda. Yo tengo toda la culpa de que él se comporte así conmigo. Fuí yo quién lo lastimé y me odio por haber hecho caso a mi corazón.

— Perdóname Ámbar — tú no tienes que estar pidiendo
perdón — discúlpame, yo tuve mucho miedo de que te fueras, tuve mucho miedo...casi pierdo la razón, Ámbar perdóname.

— Te perdono — acaricio sus mejillas — yo soy quién pide perdón porque te quiero...es que...el corazón, el corazón me duele también por él — aleja mis manos de su mejilla — y no debería pasar — las lágrimas ya se encontraban deslizándose por mis mejillas, mientras que mi voz se encontraba quebrada — no debo hacerte esto pero...pero no lo puedo controlar, mi corazón no escucha...

— ¿Qué sientes por él? — me preguntó frío.

Tengo que decirle la verdad, aunque no esté muy segura.

— No estoy segura...me siento confundida — me da la espalda — debo...debo de averiguar que pasó...— se comienza a alejar de mí, yo me acerco y lo tomo del brazo — espera...

— ¡Mientes! — gira y quita mi mano de mala forma — ¡No quieres saber de tu pasado, sino de él! — grita y luego parece arrepentirse de haberlo hecho — huyamos — me da la espalda.

¿Huir?

Yo no quiero huir. Pero creo que...creo que sería buena idea que me aleje de Michael para siempre...él piensa que soy "Valentina", él la ama a ella, no a Ámbar, no a mí...además tiene novia y se va a casar...y yo...yo seré feliz con Gastón, es a él quién amo...

lo quieres pero no lo amas.

— Éramos felices en el
pasado — aún lo somos o ¿No? — debemos irnos.

— Eso no — su mirada choca con la mía — solo cuando termines, entonces sí.

— Gracias — me vuelve a dar la espalda, yo me acerco y lo abrazo.

— No volverá a suceder, no buscaré el pasado para que no sufras, lo dejaré todo. Ahora te quiero más que a nadie — lo apego más a mi cuerpo y decido llorar en silencio.

...


Al día siguiente

~28 de septiembre ~

Estoy decidida, no escucharé más a mi corazón por más gritos que haga, no le haré caso. No dejaré que mi corazón me controle, no dejaré que los sentimientos por Michael sigan creciendo...¡Porqué tuve que dejar que nazcan sentimientos por él! ¡Ni siquiera lo conozco!

Pero pareciera como si lo conocieras de toda la vida.

Es cierto, no lo niego...pero ¡Por qué me tiene que suceder esto a mí! ¡Por qué tuvo que aparecer Michael Ronda en mi camino! Yo estaba feliz y completamente enamorada de Gastón...yo lo a...

¡Dilo! ¿Por qué no lo dices? ¿Acaso ya no lo amas?

Yo lo a...¡Lo quiero!

Querer no es igual que amar.

Por supuesto que es igual y ya no quiero seguir hablando contigo. ¡Aléjate de mi mente!

Yo siempre estaré aquí, sabes que yo soy y estoy segura que no quieres renunciar, estoy segura que no soportarías la idea de no ver nunca más a Michael.

¿Tú que sabes? Además...él se comporta lindo conmigo solo por el hecho de que piensa que yo soy esa tal Valentina...él la ama a ella, no a mí.

Y te duele eso. ¿Verdad? No te has puesto a pensar en que eres esa tal Valentina que está buscando...perdiste la memoria, no recuerdas tu pasado...

¡No soy Valentina! ¡Yo soy Ámbar Smith! Y claro que conozco mi pasado, Gastón me lo contó. Y ya vete que no quiero seguir hablando con mi conciencia. Alejo mis pensamientos y termino de escribir mi carta de renuncia. Sí, no pienso seguir dañando a Gastón y si el hecho de que yo esté trabajando con Michael le cause dolor, pues ya no será así...me alejaré de él para siempre, aunque no quiera hacerlo, lo haré por Gastón.


Salgo de mi oficina y me dirijo hacia la de Michael pero veo a Tino que me toma del brazo y me pide que porfavor lo acompañe, al principio me negué pero luego al saber que me llevaría donde estaba Michael, decidí hacer caso.
Cuando llegamos, Tino me pide que ingrese a una oficina, por cierto, nunca antes había caminado por estos pasillos. Hago caso y entro a la oficina lentamente. Lo que mis ojos vizualizaron hizo que mi corazón se acelerara un poco. Ante mis ojos había una mesa muy bonita y elegante, sobre ella había dos velas que iluminaban la oficina, había cubiertos con dos platos vacíos, también había un pastel.


¿Qué es esto?

...

Michael

Mi corazón comenzó a palpitar cada vez más cuando veía que se acercaba a mí, ella no me ve pero yo sí a ella.
Una sonrisa se me dibujó en el rostro al ver su carita sorprendida ante lo que veía.

¿Qué acaso nunca antes había visto una cena romántica?

Lo más probable es que ni su novio ha tenido un detalle así con ella.

Olvidémonos del novio.

Sus ojitos azules combinan perfectamente con la luz de las velas. No hay duda, tú eres mi bonita...si no fuera así, entonces no me explico el porqué mi corazón late con tanta fuerza cuando simplemente te veo y peor aún cuando te tengo cerca, estoy seguro que se saldría de su lugar.


Decido salir de mi escondite y ella se sorprende al verme. ¡Por Dios! Sus cabellos rubios también combinaban a la perfección con la luz de las velas. Es tan hermosa.
Sonreí cuando vi su intento de querer escaparse de mí pero no se lo permití. Tomé suavemente sus manos e hice que se sentara en una de las sillas. Yo hice lo mismo pero lo hice delante de ella, quería ver sus hermosos ojitos azulados. Decido mirarla detenidamente y pude ver como sus mejillas se tornaban a un color rojizo.

Eso me hizo recordar cuando éramos niños, las miles de veces que la molestaba conmigo, ella se sonrojaba como un tomate y yo apretaba suavemente sus mejillas. Ganas de recordar esos momentos no me faltaban pero por el momento decidí contenerme.


— Es mi cumpleaños — digo con una sonrisa.

Recuerdo cuando solíamos estar juntos en los días de nuestros cumpleaños, era hermoso celebrarlo con ella...ella es el mejor regalo de cumpleaños que he podido recibir en mis veinticinco años de vida.
Tomo la cajita de velas y le entrego la mitad a mi bonita, ella los toma y ambos colocábamos las velitas en el pastel. Ya no eran siete, nueve o doce, ahora eran veinticinco. Al terminar de colocar las velitas en el pastel, ambos decidimos encenderlas.


— Prométeme que no te irás hasta que las apague — suplico con la mirada.

Ella no dice nada.

Saco un trozo de papel de mi terno y lo acerco al fuego y como arte de mágia apareció una pequeña cajita de terciopelo. Lo que vi a continuación hizo que mi corazón diera un brinco de alegría...ella está sonriendo, tal y como la recordaba, una hermosa sonrisa.

— Siempre sonríe así — le guiño un ojo — para tí — le alcanzo la pequeña cajita.

— Es tu cumpleaños. ¿Qué es
esto? — regreso lentamente la cajita a mi lugar.

— Hay muchas cosas que quise darle — ¿Por qué se comporta así? Esas actitudes me hace pensar que tal vez ella no es mi bonita pero mi corazón y todo mi ser me dice que sí — yo quise darle todo — dejo de mirarla y miro directamente la llama del fuego de una de las velas — y cuándo pensé que seria posible, lo que quiero desaparece — cierro los ojos tratando de que las malditas lágrimas no salgan. Mi corazón está solo y vacío en estos instantes — no puedo dar algo cuando quiero y todo está grabado en mi corazón, me pesa mucho el corazón — se me quebró la voz — estoy muy solo — abro lentamente mis ojos y veo que sus hermosos ojitos se encuentran húmedos, le vuelvo a alcanzar la cajita — acéptalo, porfavor.

Lo toma pero luego veo como desvía la mirada.

Es por él.

— ¿Te preocupa él? — tal vez lo ame y yo...yo esté aquí molestándola.

Él también estará preocupado porque no deja de vibrar su móvil en mi bolsillo. Decido entregarle su móvil, que el día de ayer me había olvidado devolvérselo. Ella lo toma sorprendida al ver en la pantalla el nombre de "Gastón". Cuando pensé que le iba a contestar, hace un acto que me sorprende completamente, le quita la batería a su móvil...lo hizo por mí...


— Bueno, voy apagar las velas, llegó el momento.

Le hago una seña para que me ayude apagar las velitas, tal y como solíamos hacerlo de niños, ella aceptó. Ambos nos acercamos al pastel, nuestros rostros quedaron muy cerca, sin duda alguna sus hermosos ojitos tienen una perfecta combinación con la luz del fuego de las velas. Su pequeña naricita, sus lindos y delgados labios rojos...mis manos se posan en sus mejilla, las acariciaba con las yemas de mis dedos. ¡Dios! Es la misma piel, la misma suavidad...tú eres mi bonita. Mis ojos se posaron en sus hermosos y dulces labios, las ganas de besarla nacieron en mí, así que decidí acercarme lentamente...podía sentir su suave y delicioso aroma de vainilla, hasta tiene el mismo aroma. Ella nunca murió, mis ojos tienen al frente mío al amor de mi vida...¡Nunca murió! ¡Nunca! ¡Tú tienes que ser Valentina! O es que solo no quiero aceptar la realidad de que ya no está más en este mundo...de que mis ojos nunca más volverán a verla, de que realmente ella no sea mi bonita...¡No! ¡Ella es! No pueden existir dos personas iguales en este mundo, a menos de que sea una hermana gemela pero imposible, ella no tenía hermanas.

La distancia entre nosotros ya era de centímetros pero ella me detuvo de seguir avanzando. No se en que momento mis lágrimas se encontraban rodando mis mejillas.

— Valentina — vuelvo a cortar la distancia pero ella me vuelve a frenar.

— Debo irme — se levanta de la silla.

La tomo del brazo y la hago girar para que me vea a los ojos.

— ¡Yo sé quién eres! Desde que te vi. ¡Sé que eres Valentina! ¡Mi bonita! — grite con la voz quebrada.

¿¡Por qué mierda actúa como si no me conociera!?

Pateó las sillas, tiro al piso el maldito pastel, destrozo la mesa con mis puños.

— ¿¡Crées que estoy loco!? — me acerco a ella — yo también lo creo. ¡¡YA NO PUEDO SOPORTARLO!! — la tomo de los hombros — ¿¡Qué hago ahora!? ¡¡DIME QUE HACER!! Porfavor has algo — decía con la voz apagada, mientras lágrimas no dejaban de caer de mis ojos.

— No sé que pueda hacer por
tí — la oigo decir con la voz apagada también.

— Hay gente que te espera,  hoy Karol me dijo que vaya a su casa con mi madre. Ven conmigo a casa de Valentina, vamos a verla juntos. ¡Hazlo!

— ¿Y si no soy quién piensas, entonces me dejas ir? — sentí como miles de cuchillos atravesaban mi corazón.

¿Dejarla ir?

¡No! ¿Por qué?

No podré soportar dejarla ir, si la dejo ir es como si aceptara que realmente mi bonita falleció...¡No lo soportaría! Pero si ella realmente no es mi bonita tendré que aceptarlo, tendré que dejarla ir por más que no quiera, aunque me duela fuertemente el corazón.

Asiento lentamente.

— Es lo único que puedo hacer por tí, irme de aquí — quiere desaparecer de mi vida pero ella no sabrá que cuando haga eso me dejará el corazón hecho añicos.

🖤

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