C22: Si está viva, la encontraré

Ámbar

Con Caro decidimos aprovechar para dar venta de clausura o como cierre. Teníamos que vender lo que habíamos producido. Quizás la gente se alborote por la oferta al comprar nuestra ropa. No sucedió así.

— ¡Aprovechen, ropa de clausura, cerramos antes del lunes! — así es, aquí me encuentro gritando como loca para atraer clientela — lleven todo lo que les guste. Aquí hay todo lo que les gusta. Hay de varios colores...— dejo de hablar al verlo ahí parado.

¿Qué hacía aquí? Pensé que ya no lo volvería a ver.
¿Corazón quieres latir más lento? ¿Por qué lates tan rápido?
Quizás, el motivo sea él.
Ahí va de nuevo esa vocesita.
¡Hug!

— Quiero todo — ¿Qué se cree? ¿Millonario?

— Para tí, no hay nada — respondo seco.

Punto para Ámbar porque el señorito se fué.

Luego de unos minutos, a lo lejos pude ver como una gran cantidad de personas se acercan a donde yo estaba y comienzan a agarrar la ropa con sus manos.

¿Y esto? ¿De dónde salió tanta gente? Hace unos momentos no tenía ni siquiera a una clientela y ahora tengo un montón.

Raro ¿Verdad?

Oh, ya veo. Entendí todo cuando mis ojos captaron al chico de los ojos avellanas, que por cierto me dijo su nombre pero lamentablemente no recuerdo.
Claro, él hizo todo. Estoy segura que fue él, quién llamó a todas estas personas. ¿Qué es lo que pretende?

— No sabes cuando NO, es NO.

— No te entiendo — ¡No sonrías porque sino mis mejillas se tornaran rojas!

— ¿Tú planeaste todo esto?

Ríe. ¿Por qué ríe tan bonito?...¡Hug! ¡Que cosas digo!

— Disculpe — llama a una señora que se encontraba viendo las ropas — ¿Usted me conoce?

— No señor — ¿Y quién me garantiza eso? Es obvio que va a decir no porque él, le dijo que no dijera nada. ¿Cree que soy tonta?

— Bueno te veré después — se despide con la mano junto a una sonrisa.

— Yo realmente lo dudo
mucho — respondo totalmente seria.

— Eso crees — me guiña un ojo y se va.

¡Maldición! ¡Estoy hecha un tomate!

...

¿Pueden creer que vendí toda la ropa? ¡Sí! La vendí todita.

Entonces tienes que agradecerle a ese muchacho.

¿Agradecerle? ¿Y eso por qué?

Fué él quién llamó a toda tu clientela, vamos ¿Ahora te haces la loca?

¿Quién me garantiza que fué él quién llamó a toda la gente? Además, él le preguntó a una señora que si había hecho algo y ella respondió que no.

Oh vamos, sabes muy bien que fué él.

Si fuera verdad, podría ser...pero igual no le agradeceré...porque no lo voy a volver a ver y ya no quiero seguir hablando contigo. ¡Bye!

...

Luego de discutir con mi conciencia, Caro me llamó y me dijo que una galería quería asociarse con nosotros y no sé porque aceptó cuando ni siquiera me consultó a mí, por algo somos socias ¿No? Y más aún que la galería es la misma que llamo la otra vez, lo cual dijo que no pero ahora dice que sí.

Bueno que se le va hacer, si yo quisiera puedo romper el contrato pero para eso tendría que pagar una millonada de pesos y pos ahora como que ese dinero no está en nuestras manos. No me queda más que otra, que aceptar que trabajaré para otros.

— Disculpe — le digo a una señorita que al parecer trabaja aquí — ¿Por dónde es desarrollo de marcas?

— Oh, porfavor sigame — responde amable y yo la sigo.

— Gracias.

Comienzo a caminar hasta llegar a una oficina. La señorita me dice que ya habíamos llegado al lugar.

— Disculpe ¿Quién es la señorita Karol Zenere? — según Carolina, me dijo que ella era la encargada del almacén, eso quiere decir que trabajaré para ella.

La señorita me señala a alguien que se encontraba de espaldas. Creo que era ella, era chaparrita (baja) aunque con tacos se ve alta, estaba vestida elegantemente con un traje de oficina, tenía sus cabellos marrones con mechones rubios sujetados, con una cola de caballo. Se ve que es muy elegante, pero no puedo ver su rostro, ya que está de espaldas.

— ¿La señorita Karol Zenere?

— ¿Sí? — se gira.

Cuando giró tenía una sonrisa pero en segundos se borró. ¿Qué le pasa? Parece como si hubiera visto un fantasma.

— Hola, yo soy de “Ikaro” — saludo amable.

— ¿Es usted socia de la señorita Kopeliof? — su voz parecía temblar. Podía ver que sus ojos verdes me miraban con un poco de frialdad pero sin embargo era una chica muy bonita, parecía toda una riquilla.

Eso es obvio ¿No? Digo, por algo no es la que dirige el almacén.

Tienes razón, solo espero que no sea una fresa (creída o presumida) o una súper chulita.

— Sí — respondo — soy Ámbar Smith, señorita — sonrío.

Pasaron unos minutos en silencio y la mujer no dejaba de verme, esto ya me empezaba a inquietar tantito.

— Nuestro presidente la
espera — interrumpe un hombre muy elegante. Llevaba puesto un terno.

Al parecer todos aquí se visten elegantemente, y mírenme a mí. No me importa en absoluto.

Asiento y comienzo a caminar hacia la salida. El señor se dirige hacia mi pero aquélla castaña lo toma del brazo y le dice algo. ¿Por qué aún sigue con esa cara de preocupación o asustada?

— ¡Tino! ¿Ya sabías de esto? ¿¡Ambos me ocultaron esto, verdad!? — esa chulita estaba hecha una furia.

— El señor Ronda nos espera — ¿Ronda? Creo que eh escuchado ese apellido antes.

El señor que al parecer se llama Tino, se suelta del agarre de la señorita y se dirige hacia mí. Caminamos silenciosamente hasta llegar a una oficina. Me hace una seña de que entrara y decidí hacerle caso.

La oficina era muy grande y muy ordenada, típico de los empresarios, ni modo que tengan todo desordenado.

Llego hasta una sala donde veo que un hombre se encontraba sentado mirando el paisaje que daba su grande ventana.

— Señor, de “Ikaro” Ámbar Smith — saludo.

Pasaron unos segundos y el señor ni se movía de su lugar. ¿Me habrá escuchado? Esperence, tal vez esté durmiendo. Me imagino que será un señor de cuarenta o cincuenta años, aproximadamente.
Finjo toser una, dos veces pero el señor ni volteaba. Me siento una tonta haciendo esto, así que dí la vuelta para salir de ese lugar.

— Son diez puntos menos — ¿¡Esa voz!? En ese instante me giro — por no insistir — su silla gira, dejándome ver a la persona que no quería volver a ver.

¿Neta?

¡Shu! Cállate.

Si no lo querías ver, ¿Entonces porqué tu corazón brincó de alegría cuando lo viste?

¡Ya cállate!

— No te ves feliz — su voz interrumpe la pelea con mi mente subconsciente.

— ¿Por qué estás aquí? ¿Dime quién eres? — este chico si que hace cosas que ni sé como describirlas, ya que siempre se aparece donde yo estoy.

¿Qué es lo que quiere conmigo?

Le gustas.

¡Hug! Ya call...

— Mi nombre es Michael Ronda Escobosa y soy encargado de marcas — señala un pequeño letrero que había en su escritorio, lo veo y pude leer claramente su nombre y apellidos.

— ¿Y planeaste todo esto?

— Sí — responde con una sonrisa.

¡Idiota!

— Vamos a decir que el contrato no existe — refuto seria.

— Entonces...¿Pagarás el costo?

— Si tengo, lo haré.

Se me acerca, sus ojos avellanas veían los mios.

— ¿Cuánto pagarás? — en ese instante sus manos toman las mías — vamos a intentarlo desde entonces — ¿Por qué siento una corriente eléctrica subir por mi brazo? ¿Por qué estoy nerviosa?
¿Y por qué no separo mis manos de las suyas?

— ¿Qué tratas de sacar de esto? — fué ahí que comencé a quitar mis manos pero no pude, ya que él tenía más fuerza.

— Tú me has obligado hacer todo esto — ¿¡Qué!? ¿¡Yo!? ¡Está loco!

— Pero no puedes retenerme — intento nuevamente quitar mis manos pero no podía.

— Puedo ofrecerte toda mi
vida — mis mejillas querían pintarse con un rojizo al escuchar eso, mi estómago comenzó a sentir cosquilleos.

¡No! Él se comporta así porque según a él le recuerdo a alguien.

— ¡No! Yo no soy la que buscas.

— Tu voz — comienza a cortar la distancia que había entre nosotros — tus ojos y tu piel es la misma — mi corazón quería salirse al tenerlo tan cerca.

¿Acaso me quiere be...

— Yo no te conozco — suelto de inmediato.

— Interesante — su respiración se mezclaba con la mía, nuestras bocas se encontraban a centímetros — Valentina siempre fué buena con el golpe final — terminó de hablar y me suelta las manos — adiós.

Se aleja de mí para acercarse a un aparato que luego de unos segundos aparece un muchacho.

— ¿Me llamó señor? — pregunta el joven que acababa de entrar.

— Tenemos que registrar una nueva marca para el próximo semestre — me mira unos instantes y luego mira al muchacho que se encontraba al lado mío — la quiero ahora.

— Entendido señor.

— Y quiero que me tengas informado de cada detalle.

— Así lo haré.

— Ella es la señorita Ámbar, de “Ikaro”.

— Un placer — me regala una sonrisa y yo hago lo mismo.

Me dirijo hacia la salida pero nuevamente el señor Michael me detiene.

— Señorita Ámbar, es el principio. ¿Comprende? — se me acerca y me mira los labios — ¿Lo harás? — no se que le pasó a mis ojos que también hicieron lo mismo — ve con él.

Me alejo de él, toda hecha un tomate. ¡Maldición!

...

No sé a donde me llevaba Jorge, sí, así se llamaba el chico con el que estaba caminando, quién por cierto no deja de sonreírme.

— El señor Ronda es el presidente — ¿Presidente? — es el hijo de la señora Victoria, puede hacer lo que le plazca con toda la compañía — ese chico es millonario entonces — todas las empleadas de la compañía le tienen puesto el ojo. Aunque no saben que él ya tiene una relación, pues no se porqué no ponen atención en un soltero como yo.

Esperen...¿¡Dijo relación?

— ¿Una relación? — dije con molestia. ¿Por qué estoy molesta?

Dirás celos querida.

¿¡Qué!? Yo no puedo estar celosa de...

— Con la señorita Zenere — ¿Así que la chulita de ojos verdes es su novia? — de nuestro equipo y yo trabajo para los dos pero a nadie le importa.

Tiene razón, a nadie le importa.

...

Karol

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Y más mierda!

La estúpida de Valentina está aquí. ¡Maldición! El idiota de mi hermano tiene toda la maldita culpa por haber regresado y también por aceptar hacer ese estúpido mural. ¡Joder! Si la teñida esa recupera la memoria, se acordará que fuí yo quién la atropelló o más aún, perdería a Michael y lo peor es que me da miedo, no solamente de perder su fortuna sino también de perderlo a él porque me he enamorado. ¡Lo amo!
Tanto como Tino y Michael sabían de esto, es por eso que Mike me presionaba en que llamara a esa tienda. ¡Mierda! ¡Lo tenía todo planeado! Máldito infeliz ¡Me utilizaste! Que se creía, que era un objeto que podía usar a su antojo.

— Ya regresé señorita Zenere — interrumpe Jorge — ella es...

— Ámbar Smith — digo con frialdad al verla entrar por la puerta de MI oficina.

— ¿Ya la conocía? — habla Jorge.

— ¿Como le fué en la
reunión? — finjo ser amable.

— ¿Qué? No tengo ni idea — ¡Qué dices Jorge! — el proyecto lo dirigirá él mismo — ¡Mierda! ¡Esto no me puede estar pasando!

— ¿¡Qué!?

— El proyecto es muy importante — eso era obvio.

— Ya lo sé, puedes irte.

— Con permiso.

Jorge se va y me deja sola con mi querida hermanastra.
La miro fijamente a sus ojos azules. No entiendo como mi hermano y el idiota de Michael se enamoraron de ella. ¿Qué le vieron? Porque yo no le veo nada.

¡Por Dios! Ni siquiera se maquilla, aunque admito que no es necesario porque tiene un rostro muy definido sin ojeras. ¡Y ese oufit! ¡Hug!
Cambiaste tanto hermanita.

— Esta no es cualquier
tienda — quiero que sepa que la que manda aquí, soy yo — el informe de la marca debe pasar por mí solamente, no lo olvides.

Asiente.

Esa costumbre de asentir no se le ha ido porque desde niña asentía pero no hablaba.

Estúpida.

Camino a mi escritorio y tomo en mis manos una taza de café. ¡Mierda! Su cercanía me pone nerviosa. No sé en qué momento pero la taza se había caído de mis manos.

— ¿Se siente mal? — oigo su maldita voz, mientras sacaba papel para secar lo que había mojado.

Alejo de mala gana sus manos de mi escritorio. ¡Qué se cree!

— ¡Claro que no! — grito molesta.

Por fin se fué la teñida esa. Tomé algunos papeles y me dirijo a la oficina de mi futuro esposo.
Entro sin necesidad de pedir permiso, soy su prometida y tengo todo el derecho de hacerlo.

Cálmate Karol.

— Escuché que viste a la señorita Ámbar — me le acerco — ¿No te inquietó que se parezca tanto a Valentina? — él solo sonríe — ¿No fué la que encontraste cuando nos íbamos a comprometer?

— Ajá — y lo dice así de tranquilo y todavía sonriente.

— Pero, sabías de ella antes de elegir y me usaste a mí para atraerla, Michael — no responde — ¡Pero cómo pudiste! ¿¡Qué significa esto!? ¿¡Quieres convertirla en Valentina!

— Tal vez ella sea Valentina — ¡Mierda!

— No recuerdas que Valentina murió...

Se voltea y me mira a los ojos.

Si está viva, la encontraré.

🖤

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