C20: Confuso

Michael

— ¡Karol! ¡Karol! — me acerco a ella. ¡Maldición el mar está frío! — ¡Karol espera! ¡Karol no lo hagas! ¡Espera! ¡Karol no lo hagas!

Al fin llegué a ella y la tomé de los brazos.

— ¡Suéltame! — intenta liberarse de mi agarre.

— ¿¡Qué pasa contigo!?

— ¡Suéltame! ¡Suéltame! No me has querido jamás y debes estar harto de que alguien como yo te quiera...

— Tú nunca actuarías así.

— ¿¡Como actuaré entonces!? — la solté lentamente al oír su voz quebrada.

Me siento un imbécil por hacerla sufrir. Ella tiene razón, me comporto como una mierda a su lado.

¿Realmente me ama mucho para soportarme?

Yo la quiero, sé que es buena persona pero no puedo amarla. Ella sabe muy bien que mi corazón tiene dueña y por más que intente, ella nunca podrá conquistarme.

— ¿Acaso crees lastimarme cuando quieras y seguiré sonriendo o que, que estoy celosa de una muerta? — ¡Ella no está muerta! — y...me siento culpable por eso. ¡Es horrible! — me golpea el pecho con sus manos — ¡Prometiste que nunca me lastimarías y ahora solo quiero morir! Si muero como Valentina...tal vez me recordarás. Tal vez es la única forma en que pienses en mí. ¡Sí! ¡Lo sé! — que tontería.

Vuelve seguir caminando en el mar, para así hundirse.

— ¡Karol! ¡Espera! ¡Oye
espera! — trato de tomarla pero se safa — ¡Ya basta! ¿¡Qué ocurre contigo!? ¡Karol!

— ¡Déjame!

— ¡No hagas esto! — la tomo de la cintura y en ese momento se desmaya en mis brazos.

¡Tonta! ¡Idiota! ¿¡Por qué tienes que actuar así!? ¡Me importas Karol! Y no quisiera dañarte...¿Por qué tiene que ser esto así? Si tan solo pudiera amarte como tú lo has hecho durante todos estos años, quisiera corresponder tus sentimientos pero...¡No puedo! Valentina es el amor de mi vida y no entiendo porque aún me amas, sabiéndolo...tú te mereces alguien mejor que yo...alguien que te quiera, que te ame como tú quisieras...yo no te merezco Karol, no te merezco.

...

Ámbar

Valentina



¿Quién podrá ser Valentina?

No sé porqué toda la noche no he dejado de pensar en ese muchacho. Cuando lo vi por primera vez...sentí que mi corazón dió un salto de emoción al tan solo verlo y no sé porqué, ya que ni siquiera lo conozco.

¡Deja de pensar en ese joven, Ámbar! ¡Tú amas a Gastón!

¡Sí! ¡Ya no pensaré en él!

Miro la hoja donde había dibujado un diseño
nuevo...¡Maldición! ¿Por qué tuve que dibujarlo?


Golpeo mi cabeza.

— ¡Ya no pienses más en él! Vamos arruga ese dibujo y bótalo al tacho de basura.

— ¿Cuánto cuesta? — interrumpe alguien mi pelea con mi conciencia.

Me giro y veo el suéter gris que me mostraba un joven, lo cual no podía ver su rostro, ya que se cubría con la ropa.

— Ese suéter, bueno su precio es de 65 pesos pero puedo dejártelo en 60. ¿Por qué no te lo pruebas? — sugerí con amabilidad.

La clave del éxito es complacer y tratar bien al cliente.

En ese momento el joven baja lentamente el suéter que cubría su rostro. Mis ojos se abrieron a tope cuando me di cuenta que era ese joven que me confundía con una tal Valentina.

¡No te salgas corazón quieres! ¡Maldición esa sonrisa no ayuda!


— ¿Qué estas haciendo aquí? — traté de sonar seria.

— El servicio es terrible. ¿Cómo puedes tratar así a los
clientes?

¿Disculpa?

— Bueno. ¿Quieres algo en particular? — pregunto fastidiada.

Mira hacia los alrededores para luego señalarme con su índice. No entendía.

— Sí, quiero que me acompañes a un lugar — ¿Qué?

— Estoy ocupada — me limité a responderle.

— ¿Cuánto tienes en
mercancía? — deja de mirarme para volver a mirar hacia los alrededores — ¿10 millones? ¿20 millones? Si compro todo podrías cerrar.

— Sabes, el sentido del humor se me está agotando, así que...— hago señas para que se vaya — ¿Podrías irte ya? Tengo trabajo que hacer — le doy la espalda.

¡Tonto! ¡Vete ya!

De un momento a otro, siento su cuerpo detrás de mí, no sé porque pero tenerlo tan cerca hicieron que miles de emociones explotaran en mi estómago. Siento que coloca su barbilla en mi hombro. ¡Maldición!
¿Quién se cree para hacer eso?

— Creo que estás interesada en mí — ¿¡Qué?! — ¿Verdad? — ¡Mierda! ¡El dibujo! ¡Está mirando el dibujo! ¿Por qué no lo tiré a la basura?

Tomo el cuaderno y lo volteo. Escucho una risita de su parte.

¡Maldición! ¿Por qué estoy nerviosa?

Trato de salir de ahí pero su cuerpo me lo impide, así que decido voltear...¡Mala idea!
Sus perfectos ojos marrones claros conectaron con los míos. Podía sentir su respiración chocar mi rostro. Podía sentir su delicioso perfume que extrañamente ya lo había percibido antes. Podía sentir su aliento muy cerca de mi boca...¿Por qué me está mirando los labios? Y yo...¿Por qué hago lo mismo? ¡Mierda! Esta cercanía me esta matando y lo peor es que no quiero moverme.


— Será poco tiempo, te lo pido sinceramente — susurra...tierno.

Ahí fué que decidí alejarme.

— ¿Dijiste que te recuerdo a una ex novia tuya? Eres patético — me le acerco un poco — te aseguro que ni siquiera sabes que es el amor, si tú la amaras no estarías buscando a otras chicas en las calles — le quito el suéter que tenía en sus manos — porfavor sal de aquí porque si esto se ensucia — sacudo el suéter en su cara, a lo que él, tose — no podré venderlo.

— Te veré después entonces.

— No habrá una próxima vez y porfavor no regreses aquí, ¿si?

— No te lo puedo asegurar, tal vez nos encontremos — me sonríe para luego salir de mi tienda.

No sé porque caminé hasta la salida y ahora me encuentro aquí viendo como se va. En ese instante él voltea. ¡Maldición me vio! Me escondí detrás de un maniquí, vuelvo a sacar mi cabeza y veo que me sonríe. ¡Mierda!

...

Tengo que llevar estas bolsas de ropa a la tienda. Por suerte ya estoy acostumbrada a hacerlo.

— Vaya — ¡No otra vez! — eso se ve pesado — porfavor que no sea él, que no sea él, que no sea él...

Volteo.

Es él.

— ¿Qué es esto? ¿Acaso me estás siguiendo o qué?

— Bueno creo que le dicen “Coincidencia” — si claro. Noten mi sarcasmo.

No respondí nada y continúe mi camino. ¿Por qué me sigue? Y más aún me sonríe. Que no ve que me molesta.

¿No tienes algo mejor que hacer? — le pregunto fastidiada. Él solo se enconge de hombros — ya veo que no. Bueno, ya verás — dejo caer las bolsas al suelo — entonces, carga tú — le digo para luego continuar mi camino.

Así que anda ocioso, bueno a ver si con eso deja de seguirme.

Volteo y veo como carga las bolsas. ¡Dios! No pude evitar sonreír, ya que se ve tan gracioso y lindo...¡Qué! ¿Qué estoy diciendo?
Ignoro mis pensamientos y entro a un tren. Veo como él se sienta en un lugar de dos, era obvio que lo hizo a propósito, ya que seguro quiere que yo me siente con él pero ni crea que lo haré. Me senté en un asiento de tres, donde claramente los dos asientos que faltaban ya estaban ocupados. Bien hecho Ámbar, mal hecho Ámbar...¿Saben lo que hizo? Pues le pidió a la señora que se encontraba a mi lado para que así le cediera su asiento y lo hizo. ¡Maldición! Me pare y caminé hacia otro asiento que estaba libre y este vuelve a hacer lo mismo. Me paro nuevamente y me siento en otro asiento. ¡Maldición! ¡Otra vez lo hizo! ¡Que insoportable que es!
Ya está, no hay escapatoria. ¡Hug!


El muy condenado me apretó con su cuerpo para no volver a escapar y para mi mala suerte el asiento era de dos. ¡Mierda!

— No te atrevas a tocarme, te lo estoy advirtiendo, estoy a punto de estallar.

— ¿Qué? — ¿Por qué sonríe? Yo no le veo la gracia — ¿Vas a pedir auxilio otra vez? — idiota.

— ¿No te importaría?

— ¿Crees que voy a caer en el mismo truco?

Mejor no digo nada.

Desvío la mirada y no se porque volteé para verlo. ¡Mal hecho! ¿Y ahora que hago para dejar de verlo? Sus ojos...sus ojos son tan bonitos, no sabía que los tenía así de bonitos...será porque nunca los he visto tan de cerca y...¿Por qué mi corazón late tan fuerte?
Vamos, quieres dejar de acelerarte corazón. ¿Por qué lo haces?

¡Mierda! Ahora si no sé en que momento dejó de mirarme a los ojos para verme los labios, por una rara razón esta pequeña distancia me gusta y mucho. Estoy muy nerviosa, demasiado diría...mis ojos dejaron de mirarlo para fijarse en sus delgados pero carnosos labios...unas ganas de que me be...


— ¿¡Oye qué estás haciendo!? — grité al ver como quería tocar mi cuello.

Arruina momentos.

¿Y quién diablos se cree para que me toque?

No me había dado cuenta pero todos los que se encontraban a nuestro alrededor nos miraban.

— Es una pelea de esposos — espo...¿¡Qué!? Mis mejillas se tornaron a un rojo encendido al ver como me tomaba del hombro y apegaba su mejilla con la
mía — lo siento amigos. Mi amor porfavor no me regañes — aprieta suavemente mi mejilla, por cierto, tiene una piel muy suave. Las personas dejan de mirarnos — soy un hombre testarudo, así que más me evites, más te voy a seguir.

¡Tonto! Trato de separarme pero no puedo. Maldición porque me tiene que ganar en fuerza. Hombre tenía que ser.
Que chico pero más testarudo, con que le gusta jugar, pues juguemos. Veo que tiene una tarjeta en el bolsillo de su pecho. ¡Claro! Esa es la tarjeta de pase, si se la quito, cuando lleguemos al paradero no podrá pasar. Que inteligente eres Ámbar.

Mis dedos caminan lentamente hasta su bolsillo. No niego pero cuando lo hice, sentí como una descarga eléctrica, al rozarlos con su cuerpo. Trato de ignorar eso y tomo la tarjeta con ellos.


— ¿Qué haces? — pregunta nervioso. Yo solo sonrío.


Al llegar al paradero, pasó lo que les dije, no lo dejaron entrar al paradero por falta de su tarjeta. Se lo merece por molestarme.

...

Michael

La muy condenada se había apoderado de mi tarjeta de pase, no me importó y salté la barrera. Muy mal Michael porque un policía me detuvo, quise pagarle, en cierta forma sobornarlo porque aquélla rubia traviesa se alejaba de mí a pasos agrandados. Muy mal Michael, cómo pude pensar en sobornar a un policía recto, por mi mal acto, me llevaron a la estación de policías. Estuve ahí por unos minutos porque Tino llegó y se encargó de que me dejaran ir.

Todo lo que tuve que pasar por la bonita más bonita de todo el mundo. Mi bonita.

...

Llego a la oficina y recuerdo que Valentina, o más bien Ámbar; ya que se hace llamar así, tiene una tienda de ropa y que casualidad que en estos momentos necesito asociarme con diseños nuevos.

— “Ikaro” es una sociedad — ¿Así que su tienda se llama “Ikaro”? — dónde Ámbar Smith y Carolina Kopeliof son las dueñas autoritarias, ambas son diseñadoras y tienen cierto prestigio — así es, le dije a Tino que investigara acerca de esa tienda, lo que quiero lo consigo.

— ¿La rubia tiene familia? — pregunto con interés.

— Vive con Gastón Perida — ¿Quién es ese? ¿No creo que sea el muchacho que me empujó la otra vez o si? — y con el padre de éste.

— ¿Cuál es su relación? — cuestiono impaciente.

— De hecho señor, ellos dos viven juntos, son pareja — ¡Mierda!

— ¿Estás totalmente seguro?

— Sí, totalmente.

— Esta bien, puedes irte.

— A propósito, ese Gastón Perida es la persona que está pintando el mural del almacén, señor. ¿Usted lo sabía? — ¿Así que su noviecito es quién pinta mi mural? Veremos quién es ese.

No digo nada y me levanto del asiento para así dirigirme hacia el mural. Llego y lo pude ver de espaldas, veía como hacía con sus manos miles de cálculos. Decidí acercarme.

— No me equivoqué después de todo — hablé detrás de él, pude ver como se giraba lentamente hacia mi. Sí, era aquél idiota que me empujó cuando vi a Valentina — soy Michael Ronda — sonrío y le entrego una de mis tarjetas de presentación — fuí yo el que ordenó ese mural — sus manos se hacían puño y en una de ellas se encontraba la tarjeta que le había dado hace unos momentos. Pobre tarjeta.

— ¿Qué se le ofrece? — preguntó con cortesía pero a la vez con frialdad.

— Quería saber como iba el mural.

— ¿Y la verdadera razón? — este chico si que entendía las cosas.

— La verdad es que me interesa mucho algo personal y quiero saber sobre tí — frunce el ceño con molestia — quiero el mural por una razón — me le acerco — se trata de una mujer. Ella ya no está conmigo pero todavía vive dentro de mi corazón. Derrepente un día apareció frente a mis ojos — me miraba con maldad — ¿Entiendes lo que te digo? Yo NUNCA renunciaré a ella — extiendo mi mano hacia él — observaré tu trabajo con mucho interés — toma mi mano.

...

Karol

Iba caminando por los pasillos de la galería hasta que de un momento a otro mis ojos se abrieron a tope. ¡Mierda! Esto no puede estar pasando.
Tomé mi móvil y le marqué a mi madre. Ella tiene que saber esto, yo sé que ella le dará una solución.


— Mamá, la mujer que Michael vió ayer...podría ser
Valentina realmente — mi voz tembló al simple hecho de mencionar su nombre — Agustín, Agustín mamá... ¡Agustín a vuelto!

🖤

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