6. Gris
La tormenta se había calmado.
El señor R. P. Tyler había salido <para ver el estado de sus rosales (se dijo a sí mismo que tenía que recordar escribir una carta al canal de meteorología de Tadfield por no alertar a los vecinos por la tormenta y el eclipse... o de la brillante luz que se veía al final de Tadfield), se decepcionó cuando vio que estaba casi todo destruido, algunos árboles habían sido arrancados de raíz por el viento y el techo de su casa había volado. Era como si un tornado hubiera pasado por el pueblo, estaba limpiando el jardín de los escombros que cayeron cuando vio pasar a cuatro adolescentes que conocía muy bien.
- ¡Adán Young! – llamó acercándose a dónde debía haber una vaya - ¿A dónde creen que van y con este clima? ¡regresen a sus casas o llamaré a sus padres! – el Señor Tyler se fijó en Anatema que iba junto a Newton, también se fijó en el hombre pelirrojo de lentes oscuros que se le hizo conocido y al rubio que iba a unos pasos de él que los seguía una mujer hippie con guantes sin dedos que por alguna razón se le hacía conocida – Señora Device, ustedes también deberían regresar a su casa, es muy peligroso estar afuera con esta tormenta y... ¿usted y sus amigos... planean un picnic?
No era como si lucieran preparados para un picnic, estaban mojados y con la ropa llena de lodo y ramas por pasar a través de tantos obstáculos desde la casa de Anatema hasta calle principal, entre más cerca estaban de la luz las cosas parecían estar más destrozadas, no querían ver como se encontraban los alrededores de la luz.
- Solo estamos... dando una vuelta – mintió Anatema – viendo si alguien necesita ayuda por lo que la tormenta destruyó.
- Sí... claro. ¡Ustedes no dan ayuda a nadie, son ellos los que siempre causan problemas! – señalo al grupo de Ellos. – R.P. Tyler se fijó mejor en Crowley, recordando ese extraño sábado con los vándalos en motocicleta, los Ellos y el auto en llamas – eh... lo conozco ¡es el tipo en el auto en llamas!
- Sí, un sábado muy curioso, un gusto verlo, tenemos que correr antes que se acabe el mundo.
- ¡No! ¡Esperen, no pueden irse!
- Hasta luego, señor Tyler – se despidió Adán.
- ¡Adán Young! ¡U-ustedes...!
Ignoraron los gritos de R.P. Tyler mientras se alejaban.
- Que agradable vecino – bromeó Krysta mientras caminaban.
- Supongo que él cree que soy el Anticristo... y no por las razones correctas – bromeó Adán.
- Es bueno saber que ustedes dos se llevan bien, que ternura – dijo Crowley – ahora, caminen... joder... ¿no había otra forma de llegar al lugar del apocalipsis?
- ¿Cómo un Bentley en llamas? ¿En serio condujiste tu Bentley en llamas?
- Prefiero no hablar de eso. Ugh... no había caminado así desde hace 2000 años... ¿por qué siempre que me encuentro contigo tengo que caminar tanto?
Krysta se encogió de hombros. Habían sido 2000 años desde que conoció al demonio, no era necesario que Crowley lo acompañara en todo su camino por el desierto desde que la encontró casi muriendo de sed... durante muchos años se preguntó si la Serpiente solo quería tentarla para evitar que cumpliera con su deber, después de un tiempo en el cielo... Bueno, para que la primera opción en su lista fuera el demonio que la acompañó durante ese viaje y que de vez en cuando se aparecía por donde estaba para molestar, decía mucho de los amigos que había escogido.
El camino se volvía cada vez más vació, los árboles habían sido arrancados o quemados, el césped verde que cubría los alrededores de Tadfield cada vez era más escaso dejando lugar a una llanura árida, los alrededores de Tadfield eran desconocidos para el grupo de los Ellos que habían recorrido esos caminos todos los días desde que tuvieron la capacidad de montar bicicletas.
- ¿Por qué todo se ve... quemado? – preguntó Pepper, observando los árboles que pasaban. Podían ver la intensa luz blanca sobre la colina y el viento arremolinarse a su alrededor.
- Es un portal – hablo Azirafel – uno muy grande. Lo mejor será acercarse y cerrarlo... es posible que se haga más grande...
- ¿Ese es su plan? ¿Abrir un portal gigante para que todos sean juzgados? – preguntó Crowley.
- ¿Cuándo ha habido un juicio justo en el cielo? Metatron simplemente quiere sacar a los humanos del camino... ni siquiera me necesita para eso – lamentó Krysta caminando colina arriba – vamos... tenemos que cerrar este portal y detener una guerra.
Adán dio un paso al frente para seguir a la Carpintera. Entre más se acercaban a la colina sentían el viento más fuerte.
- Es raro que lo digas de esa forma... creía que los ángeles... eran los buenos. – comentó Newton, ya no sentía sus piernas después de caminar tanto.
- En teoría... deberían de serlo – respondió Azirafel – pero... no sé cuándo cambio.
- Nunca – respondió Crowley – nunca fueron los buenos, siempre fueron un montón de idiotas pretenciosos... sin ofender, Ángel.
- No importa... es cierto, supongo que también... lo he sido.
- No... Ángel, eres solo demasiado ingenuo. Eres diferente a todos esos idiotas, en el fondo... eres un poco cabrón, lo suficiente para agradarme. Eso me gusta de ti.
- Gracias... supongo.
Llegaron a la cima de la colina, el viento era más fuerte en ese lugar, la tierra era árida, podían sentir la energía que emanaba del pilar de luz frente a ellos, sentían en su interior que ahí se encontraba el final.
- Que nadie se acerque – advirtió Azirafel – es... un portal al cielo...
- ¿Qué hacemos ahora? – preguntó Adán.
- Creo que debemos entrar – sugirió Krysta.
- ¿Estás loca, Carpintera? – Crowley se adelantó hasta donde estaba Krysta – no sabes si es una trampa, es posible que adentro los esperen los ejércitos del cielo para capturarlos o quién sabe qué cosa.
- Además, es un portal – agregó Azirafel – si entran sin estar preparados serán desincorporados... Y quizás no sea tan malo para Krysta pero... Adán...
- ¿Qué significa ser desincorporado? – pregunto Adán.
- No es... divertido... técnicamente significa que tu alma abandona tu cuerpo y este se desintegra.
Krysta había tenido un contenedor humano parecido al de Adán mucho tiempo atrás, había nacido como un humano y crecido como tal. La primera vez que paso por una desincorporación... había sido culpa de Gabriel y había sido horrible. Nunca confíes en un ángel que no tiene la más mínima idea de biología humana básica... su mamá aún se reía cuando recordaba la vez que tuvo que explicarle a Gabriel cómo funcionaba la reproducción humana.
Si se burlaba de los cuadros donde aparecía un hombre europeo de ojos azules y cabello de comercial de shampoo, los cuadros de la ascensión eran mucho más tontos, a veces le molestaba el camino que la historia bíblica había tomado, incluso la forma en la que utilizaban la historia bíblica para justificar diferentes formas de discriminación. Pero ese no era el punto.
- Es tu decisión, Adán...
- Después podremos regresar ¿cierto? Si no lo hacemos... no habrá un lugar al que regresar.
- Eres valiente... y muy bueno para ser el Anticristo - sonrió. Ofreció una mano a Adán.
- Y tú no eres tan aburrida como creí que serías. – devolvió la sonrisa, tomando la mano que Krysta le ofrecía.
- ¿Bromeas? Judas solía decir que era el alma de la fiesta.
Ambos seres sobrenaturales sonrieron. Respiraron profundo mientras observaban el pilar de luz divina que se elevaba frente a ellos, sabían que se acercaban al fin del mundo.
- Crowley... no podemos dejar que vayan solos – Azirafel miró al demonio, Crowley trato de evitar su mirada – es muy peligroso.
- Son ellos... Si es peligroso para ellos nosotros estaremos muertos al solo cruzar.
- Crowley...
- Agh... Bien.
Ángel y Demonio se dirigieron a la cima de la colina, Azirafel se paro junto a Adán y tomo su mano, Crowley hizo lo mismo con Krysta al otro lado. No dijeron nada. No había nada que decir, se dirigían al escenario del nuevo fin del mundo. Los dos humanos cerraron los ojos con fuerza cuando dieron un paso hacía el enorme pilar de luz blanca.
Los demás humanos se vieron entre ellos, después que la luz parpadera un poco arrastrando a los cuatro seres sobrenaturales, por suerte, no hubo ninguna explosión esa vez
- ¿Qué hacemos ahora? – Preguntó Pepper viendo a Anatema – no nos vamos a quedar aquí esperando ¿cierto?
- No estoy segura, Agnes no dejo instrucciones para esto – respondió Anatema – supongo que... no tenemos otra más que esperar y ver qué sucede.
- Ellos estarán bien... ¿cierto? – Preguntó Brian, parecía preocupado – Adán... todos ellos regresaran ¿no?
- Tienen que estarlo.
A pesar de sus palabras, Anatema no estaba muy segura si todo saldría bien, la predicción de Agnes la seguía molestando, había dicho que no era suficiente... pero ¿qué significaba eso? Cuando se escuchó la séptima trompeta el cielo era oscuro, del color de la sangre.
La tierra se abrió bajo los pies de Anatema y esta cayó.
*
La desconrporación había sido desagradable, siempre lo era, cuando abrieron los ojos se sorprendieron de encontrarse en una especie de desierto, con las arenas blancas y un cielo despejado, Crowley y Azirafel habían desplegado sus alas, Crowley había perdido los lentes de sol durante la descorporación, pero pensó que quizás no las iba a necesitar de todas formas, soltaron sus manos, Adán y Krysta dieron un par de pasos al frente.
- ¿Es aquí? – preguntó el Anticristo.
- Sí... debería funcionar. Solo... tenemos que detener la guerra... borrar todo rastro del plan que han llevado hasta ahora. ¿Estás listo?
- Sí. Lo estoy.
- Vaya... - los cuatro se sobresaltaron al escuchar una quinta voz, se giraron para quedar frente a frente con cuatro ángeles que los observaban – no esperaba menos de ti, Jesús – hablo Metatron – pero... ¿buscar al Anticristo? ¿Al adversario? Realmente eres solo una mocosa consentida.
- Metatron...
- También esperaba más de ti, Azirafel. De ti... realmente nunca espere nada, demonio Crowley... siempre fuiste una molesta piedra en el zapato.
- ¿Y qué piensas hacer? Sabes que necesitas de estos dos mocosos – retó Crowley – y no tienes el poder suficiente como para detenerlos.
- No es necesario. Pueden acabar con las guerras que quieran, de todas formas esto debe ocurrir. Es el Gran Plan.
Al lado de Metatron aparecieron Miguel, Uriel y Saraqael. Poco después aparecieron Shax junto a FurFur y Dagón, no era extraño ver a ambos bandos reunidos preparados para iniciar la guerra. Azirafel en ese momento se dio cuenta que Crowley tenía razón, los ángeles y demonios iban todos en contra de la humanidad.
- Hola, Crowley – saludo Shax.
- Ya decía que el infierno había estado muy callado últimamente... si lo administras igual que como administraste mi apartamento, ese lugar debe estar congelándose.
- No hables. Por fin tendré la oportunidad de deshacerme de ti y tu ángel de apoyo emocional.
- Al parecer... Somos nosotros contra ellos – susurró Azirafel al lado de Crowley.
- Eso parece, Ángel.
Adán tomo la palabra.
- ¿Por qué necesitan esta guerra? De todas formas no van a resolver nada. Si lo único que quieren es destruir al otro para ver quién es más fuerte... es ridículo.
- Metatron... sabes que no puedes hacer nada en nuestra contra – advirtió Krysta – somos más fuerte que tú. Juntos o separados.
- ¿En verdad? ¿También eres más fuerte que el Libro de la Vida?
En las manos de Metatron apareció el enorme Libro de cubiertas blancas que Azirafel había llevado a la librería. Azirafel y Crowley se miraron el uno al otro por un segundo, si el libro estaba ahí, significaba que habían atacado la librería... significaba que... Maggie, Nina y Muriel...
- ¿Por qué lo tienes? ¿Qué le hiciste a Maggie y Nina? ¿Dónde está Muriel? – preguntó Crowley.
- Tranquilo demonio. Las dos humanas así como el traidor se encuentran bien... por ahora. Claro, no van a estar bien por mucho más tiempo.
- Estas blofeando... - dijo Crowley – No olvido como son las cosas y la maldita burocracia del cielo, aún si puedes abrir el Libro de la Vida ni siquiera tú tienes la autoridad para borrar ningún nombre o escribir en ese libro.
- Pero no necesito escribir o borrar nada. Lamentablemente... el Gran Plan ha fallado. Aún si tratamos de iniciar la guerra ellos dos van a detenernos y a retrasar cualquier otro plan que tengamos ¿cierto? Porque siempre van a estar ustedes dos que intentaran impedir el fin de este mundo.
- Significa que... ¿ya no van a tratar de causar el fin del mundo? – preguntó Azirafel.
- Oh por todos los cielos, por supuesto que no.
Miguel y Uriel se vieron entre ellos con confusión, Azirafel pareció relajarse, Crowley seguía observando a Metatron, había algo que no le gustaba.
- Espera – llamó Shax dando un paso al frente - ¿eso significa que no habrá guerra? ¿Para qué nos hemos preparado tanto todo este tiempo? ¡Exijo que...!
- Oh calla, no tienes porque exigirme nada, demonio – interrumpió a Shax – habrá guerra. Debe de haberla.
- Pero... acaba de decir que...
- Sí, porque no tiene sentido tratar de llegar a la batalla final si siempre nos encontraremos con dos piedras en el zapato que no saben cuál es su lugar... así que, lo mejor será dar inicio a todo de nuevo.
Pronunciadas esas palabras, Metatron uso un mechero y prendió fuego el Libro de la Vida que aún estaba en sus manos.
*
En la tierra, los Ellos y Newton que aún permanecían de pie al lado del pilar de luz, trataron de acercarse al abismo que se había abierto para tratar de sacar a Anatema, la descendiente profesional a penas se sujetaba de las ramas de algún árbol que estuvo alguna vez ahí.
- ¡Ana! ¡Sujetate! – Grito Newton – te... te sacaremos... de alguna forma.
- ¿Cómo? ¿¡No tenemos nada aquí y también estamos atrapados!? – preguntó Wensleydale, asustado.
- ¡No podemos dejarla ahí! – Exclamó Brian – tal vez... haya una cuerda o... o algo... ¡podríamos tratar de hacer una escalera humana!
- Eso es demasiado peligroso – los detuvo Newton.
- Pero... quizás podemos hacer algo – Pepper comenzó a quitarse el abrigo – creo que podemos hacer una cuerda...
- ¡Sí! Buena idea – Newton se volvió a acercar al abismo - ¡Ana! ¡No te muevas, vamos a hacer una cuerda!
- ¡No se preocupen! – Grito Anatema - ¡Estoy bien! – Sus pies tocaron una saliente de tierra, tal vez podía encontrar una forma de subir – aquí los espero...
Definitivamente se arrepentía de haber quemado el segundo libro de Agnes. Sí lo que le estaba sucediendo era la retribución de Agnes por haberla ignorado y quemado su libro... quizás se lo merecía. Pensaba en eso cuando la cuerda, hecha de los abrigos de los Ellos y un aporte de Newton bajó hasta donde ella estaba, no se veía del todo seguro... pero era lo mejor que tenían.
- ¡Si salimos de esta... voy a necesitar más de una botella de vino! – grito, a nadie en específico, pero esperando que cierta Carpintera lo escuchara.
Cuando estaba a punto de salir del abismo y tomar la mano de Newton, un nuevo temblor movió la tierra, esta vez mucho más fuerte que los anteriores, tomo las manos de Newton, pero en lugar de subir, ambos comenzaron a caer. Sólo escuchaba el sonido de sus gritos y sentía el calor de lo profundo, estaba tan perdida en sus gritos y los de Newton que no se percató cuando ambos dejaron de caer, abrió los ojos y lo primero que vio fue un par de alas negras.
- Parece que llegamos a tiempo – presumió Belcebú, que sujetaba a Anatema y la había llevado de regreso a tierra, los Ellos miraban a Belcebú y Gabriel.
- ¡Hey! ¡Ustedes estuvieron aquí antes! – Reconoció Pepper - ¡ustedes eran los que querían la guerra! ¿Qué hacen aquí?
- Intentamos advertir a un ángel ingenuo y un demonio idiota... pero parece que llegamos muy tarde.
- ¿Qué está sucediendo? – Preguntó Anatema - ¡No es una trompeta! ¡Debieron haber detenido esto ya!
- No es parte de la Segunda Venida – respondió Gabriel – al parecer... Metatron decidió destruir las páginas del Libro de la Vida.
- ¿¡Qué!? ¿¡Qué significa eso!?
- Significa que tratará de reiniciar la realidad por completo – respondió Belcebú – devolver al mundo al principio o antes.
- ¿Qué significa eso para nosotros? – preguntó Pepper.
- Nada bueno.
Gabriel tomó la mano de Belcebú, aún si trataban de huir en esos momentos a cualquier otro lugar en ese universo, no había a dónde escapar.
*
El Libro cayó a sus pies al mismo tiempo que todo a su alrededor temblaba, el temblor era tal que ninguno de ellos podía mantenerse en pie. Uriel fue el primero en tratar de reaccionar, acercándose al libro y tomarlo para apagarlo, pero cuando sus manos estuvieron cerca del fuego sintió un fuerte dolor que le obligó a apartarse, sus manos estaban tan quemadas y llenas de ampollas que era doloroso verlas.
- No te lo recomiendo – Metatron hablo, su expresión era vacía – ese fuego es capaz de quemar a ángeles y demonios por igual.
- ¿¡Qué estás haciendo!? – gritó Shax - ¡Vas a destruirnos a todos!
- No, simplemente daré un nuevo inicio a esta farsa – Metatron se dirigió a Crowley – y esta vez... me aseguraré que no solo caídas, sino que no existas, Serpiente.
- Oh vamos – gruño Crowley - ¿¡En verdad vas a reiniciar toda la existencia solo porque no puedes terminar con esta!?
- ¡Esto es una locura! – exclamó Azirafel.
- ¡Ha perdido la cabeza! – exclamó Saraqael - ¡Esto no era parte del plan!
- ¿¡Cómo sabes eso!? ¡El Gran Plan ha sido frustrado dos veces! ¿¡Cómo sabes que no es este el Gran Plan!?
- ¿¡Cómo sabes tú que existe el Gran Plan!? – preguntó Crowley - ¡Si fuimos capaz de detenerlo dos veces tal vez significa que este mundo no debe ser destruido! ¿¡Cómo sabes que este no es otro de los planes de Ella!?
- ¡Blasfemas, demonio!
- ¿¡Y qué!? ¡Simplemente no eres capaz de responder una maldita pregunta porque TU. NO. SABES. NADA!
- ¡Adán! ¡Krysta! ¡Tienen que hacer algo! – pidió Azirafel.
El Anticristo y Cristo se vieron entre ellos, Adán ofreció su mano a Krysta, apenas podían mantenerse en pie, se concentraron tanto como era posible en el caos que los rodeaba, tratando de imaginar cómo detenerlo, pero nada sucedía, no eran capaces de realizar el milagro por más que lo intentaran, sentían como toda su energía era drenada poco a poco.
- ¿Por qué... no ocurre nada? – preguntó Miguel.
- ¡No puedo! – admitió por fin Adán – es... demasiado.
- ¡Por supuesto que no iban a ser capaces! – exclamó Metatron - ¡son solo unos niños! ¡A comparación de los 6000 años del Gran Plan, de la creación de este planeta y todos los humanos, ustedes no son nada! ¡2000 años no son suficientes para detener algo que es mucho más grande que ustedes dos!
Crowley abrió los ojos con sorpresa. 2000 años no eran suficientes, Adán a penas conocía Tadfield y lo había convertido en su propio mundo, Krysta quizás había viajado más en esos 2000 años, pero solo conocía la tierra desde hace relativamente muy poco tiempo. No habían estado ahí cuando la tierra fue creada, cuando todas las estrellas cantaron juntas y los ángeles gritaron de alegría. Pero...
- ¡Azirafel! – llamó - ¡Dame tu mano!
- ¡Crowley, no creo que sea momento para...!
- ¡2000 años no son suficiente! – repitió – pero... ¡Quizás 6000 años lo sea!
Lo comprendió de inmediato. A penas podían permanecer de rodillas en el suelo, no era solo el temblor, podían sentir como toda la realidad colapsaba sobre ellos rápidamente mientras el libro frente a ellos se volvía cenizas, era como una fuerte tormenta, una lluvia que podía ser la última. Ambos se pusieron de pie con toda la fuerza de voluntad que aún quedaba en ellos.
- ¡Es inútil! – grito Metatron - ¿¡Qué pueden hacer ustedes dos solos!?
Ambos lo ignoraron, se vieron el uno al otro, ahí estaban, uno al lado del otro como lo habían estado por tanto tiempo, como durante la primera tormenta en la pared que rodeaba el jardín del Edén, trabajando juntos como la primera vez cuando ocultaron la verdad sobre Job, salvando al otro como tantas veces lo habían hecho. Se miraron el uno al otro a los ojos bajo aquella tormenta que sería la última.
- Por el mundo – musitó Crowley mientras su mano se entrelazaba con la de Azirafel.
- Por... el mundo – reafirmo Azirafel, sujetando con fuerza la mano de Crowley.
Un movimiento de sus manos.
Sintieron el mundo cambiar.
No se escuchaba ni un solo ruido, solo el canto de un ruiseñor en Berkeley Square. Una verde pradera que se extendía frente a ellos y a su alrededor.
Adán se giró para ver a su grupo de amigos, Anatema y Newton que los observaban a solo unos pasos de ellos, miró sus manos y toco su rostro, volvía a estar en la tierra y en su cuerpo humano. Los ángeles y demonios también observaban sus alrededores, como si fuera la primera vez que veían el mundo, quizás lo era. Continuaba lloviendo, pero estaba vez era una lluvia ligera y placentera, quizás la primera lluvia del resto de sus vidas.
Crowley y Azirafel se miraron el uno al otro en completo silencio, tratando que sus mentes comprendieran lo que acababa de suceder, sus manos aún se encontraban entrelazadas. El Libro de la Vida se encontraba frente a ellos, con las orillas un poco chamuscadas, pero completo.
- ¡No! – el grito de Metatron fue lo primero en romper la paz. - ¡Es... imposible! ¿¡Cómo hicieron eso!?
- Claro que es posible. Con un milagro de más de 8000 millones de lazaros por lo menos – calculó Saraqael.
- Esas son muchas personas – murmuró Crowley.
- Demasiadas... la población mundial, creo...
- Sí... creo que definitivamente es la población mundial.
- ¡Pero eso es imposible! ¡son solo... solo...! – Metatron no encontraba las palabras.
- Creo que ha sido suficiente – hablo Gabriel avanzando hasta Metatron – supongo que, como ya todos los planes para terminar con el mundo han fracasado... no habrá más planes.
Los ángeles asintieron en silencio. Realmente no querían tener que pasar por un milagro que reconstruyera al mundo otra vez. Desaparecieron sin hacer más preguntas.
- Bien, eso significa que ganamos la guerra – declaró Shax.
- ¡No has ganado nada, Shax! – respondió Belcebú antes que incluso pudieran celebrar la supuesta victoria.
- Lord... no... el traidor Belcebú. ¿Qué haces aquí? Te dijimos que no volvieras a aparecer por aquí.
- ¿Ah... sí? – Belcebú se cruzó de brazos – sabes tan bien como yo que de todas formas perderían esa batalla. Tu administración ha sido tan lamentable que tuve que regresar de Alfa Centauri antes que el maldito infierno se congele ¿¡realmente crees que un grupo de demonios que corren como gallinas sin cabezas me preocupa!?
- Ja... ¿y crees que solo porque has regresado vamos a obedecerte de nuevo?
Belcebú no necesitó decir ni una sola palabra, una simple mirada bastó para que Dagón y Furfur temblaran y caminaran para quedar a su lado. Shax los miró alejarse y sintió como todo el valor era drenado de su cuerpo rápidamente. Se encogió, parecía más pequeña de lo que realmente era.
- Eso pensé – sonrió Belcebú - ¿¡Qué creen que hacen aquí!? ¡Se cancela todo, regresen a trabajar!
Los demonios rápidamente desaparecieron, Belcebú sonrió, no había perdido su toque después de todo. Gabriel pasó su brazo por sobre los hombros de Belcebú, parecía orgulloso de su amado.
- Hey... ¿te dejaste crecer el cabello? - saludó Belcebú a Krysta. - Se ve bien.
- Oh... Lord Belcebú... Gabriel - saludó Krysta por fin - es... bueno verlos...
- Sí, escuchamos que estabas causando problemas otra vez por aquí y tenía ganas de verlo en persona.
- No causó tantos problemas... solo... los problemas me persiguen a mi.
Un taxi se detenía muy cerca de la colina en Tadfield, salieron dos mujeres humanas y un ángel. Muriel, Maggie y Nina habían sobrevivido al ataque del cielo y el infierno en la librería gracias a Belcebú y Gabriel que les ayudaron a refugiarse en la habitación que había sido protegida por un milagro antes que todo en la calle Whickber fuera destruido (excepto por la librería) y el libro robado por Metatron. Tratar de salir de una calle completamente destruida y encontrar un taxi había sido imposible... hasta que de repente todo no estaba destruido.
- ¡Maggie, Nina, Muriel! – saludo Krysta corriendo para saludarlas – me alegra que estén bien.
- Sí – sonrió Muriel – fue gracias al Señor Gabriel y el Señor Belcebú... oh, por cierto – Muriel le entregó el atrapa sueños – lo siento, las plumas se quemaron cuando invadieron la librería...
- Está bien, ya habían tardado más tiempo del que creí posible, no importa – tomo el atrapa sueños y lo colgó en su cuello nuevamente - no creo que las necesite más.
- Oh... que bien... - sonrió Muriel.
- ¿Qué fue lo que sucedió? Todo estaba destruido – preguntó Maggie.
- Es... una larga historia – sonrió Krysta – quizás... mejor será que lo olviden.
- Sí, creo que es lo mejor. – Nina se giró para ver a Crowley y Azirafel, su mirada fue directo a las manos de estos que continuaban entrelazadas – oh... por fin.
- Sí, se tomaron su tiempo – Maggie sonrió.
- Voy a necesitar mucho vino después de esto – suspiró Anatema.
- Somos dos – secundó Maggie.
- Tres – terció Krysta.
- Creo que todos necesitamos un trago – coincidió Crowley.
- No podría estar más de acuerdo – comentó Azirafel. – Ahora... Creo que puedo tentarte a un desayuno con mucho alcohol en el Ritz, querido.
- Eso... suena bien, Ángel.
- ¡No! ¡Esto no ha terminado!
Todos se giraron a Metatron. Ni siquiera se habían dado cuenta que seguía ahí.
- ¿De qué hablas? Ha terminado – respondió Gabriel.
- Nadie quiere pelear – secundo Belcebú – Esta guerra es ridícula, ya no tiene sentido tratar de provocar un tercer Armagedón.
- Solo está haciendo el ridículo – dijo Adán.
- Esto ha terminado Metatron – concluyó Krysta – ríndete.
- ¡Tú, mocosa insolente! ¡Sabía que era mala idea que creciera como un humano! ¿¡Tienes idea de lo enfadada que estará tu Madre cuando se entere de esto!?
- ¿¡Y por qué debería importarme!? No he hablado con mi Madre desde... ¿cuándo? ¡Quizás nunca he hablado con Ella! ¡Todas las veces que trate de hacerlo nunca me dijo nada! ¿¡Por qué debería de cumplir la voluntad de Ella cuando literalmente no sé lo que quiere que haga!? ¡Tú eres el único que siempre ha dado orden tras orden! ¿Sabes? Ya estoy harta de eso.
- Cuando tu Madre se entere...
- ¡BASTA!
La mente humana es realmente sorprendente. Cuando la misteriosa e imponente voz se escuchó en lo alto del cielo y resonó en todos lados, todos los humanos que se encontraban presentes perdieron la conciencia, cuando despertaran no recordarían muchas de las cosas que habían visto o vivido las últimas 24 horas.
Una imponente luz brilló sobre ellos. Los seres sobrenaturales presentes vieron sorprendidos como aquella luz comenzaba a adquirir una figura medianamente humana, Krysta sintió una pizca de culpa por lo que acababa de decir a Metatron. Crowley miraba sorprendido la figura divina que se encontraba a unos metros de ellos, Azirafel estaba a punto de caer de rodillas, de no ser porque Crowley lo sujetó a su lado. Poco a poco la figura comenzó a adquirir una forma más humana aunque también era imposible distinguirla con claridad.
- Oh mi Dios – Azirafel fue el primero en hablar.
- Madre – reconoció Krysta.
- Oh... Dios – Metatron se lanzó de rodillas – esto... todo esto...
- CALLA – ordenó con voz imponente – CREO QUE HAS HECHO SUFICIENTE, METATRON. CROWLEY, AZIRAFEL.
- ¿S-Sí, Señor? – respondió Azirafel, Crowley seguía demasiado sorprendido como para hablar. No había hablado con Dios desde que le preguntó sobre la espada en el Edén.
- BUEN TRABAJO.
El ángel y el demonio se vieron el uno al otro sin comprender. Tenían muchas preguntas, pero sabían que no iban a tener respuestas, así que prefirieron guardar silencio.
- EN CUANTO A TI, METATRON. ME SIENTO MUY DECEPCIONADO.
- Mi Señor... puedo explicarlo, el Gran Plan...
- NO HABLO DE ESO – lo interrumpió – TODO HA TERMINADO. POR TUS DECEPCIONANTES... RESULTADOS, VAS A SER DEGRADADO. ¿CUÁL ES EL RANGO MÁS BAJO?
- El 37... no, esperé... ¡el 38! – respondió Gabriel. Después de todo, él había sido degradado al rango 38.
- BIEN. EN ESE CASO, SERÁS DEGRADADO AL RANGO 777.
- ¿Eso tiene sentido? – preguntó Adán a Krysta en voz baja.
- Le gusta el 7. – respondió en voz baja. De todas formas, los dos sabían que era inútil, Ella los escuchaba de todas formas.
- POR OTRO LADO, NECESITARÉ UN NUEVO ADMINISTRADOR. MURIEL.
- ¿S-sí, Señor? – Muriel dio un paso al frente.
- ¿TE INTERESA EL TRABAJO?
- ¿Y-yo...? ¡Sí! ¡p-por supuesto! – sonrió, casi daba saltitos dónde se encontraba.
- ¡Un momento! – Crowley por fin hablo. - ¿Eso es todo? So-solo... ¿¡Sólo va a soltar una pequeña amonestación y eso es todo!? ¿¡Qué hay del Gran e Inefable Plan!? ¿¡Qué ha sido todo esto!? ¿¡Qué acaso...!?
- CROWLEY – interrumpió, el demonio se quedó callado – SIEMPRE HAS TENIDO TANTAS PREGUNTAS... ME GUSTA ESO DE TI. NO CAMBIES.
No hubo más palabras, tan rápido como apareció desapareció.
Los humanos comenzaron a despertar, no sabían que había sucedido, no sabían porque se encontraban en mitad del campo en Tadfield o porque todos se encontraban dormidos en el suelo.
- ¿¡Qué fue eso!? – exclamó Crowley.
- Creo que... tu respuesta – dijo Azirafel.
- ¡Eso no es una respuesta!
- Es más de lo que jamás ha dado a cualquiera, siéntete feliz que no fue un diluvio... o columnas de sal – suspiro Krysta – así que... ¿quién tiene hambre?
Los humanos se vieron de nuevo entre ellos. No sabían que había sucedido. Pero creían que era mejor no hacer preguntas.
*
Había sido un largo día.
Mientras la mayoría había decidido quedarse en Tadfield y tomar vino hasta olvidar lo que había sucedido ese día (cosa que no era necesaria, después de todo lo olvidarían a la mañana siguiente) y los Ellos habían regresado cada quien a sus casas, fue una sorpresa que no fueran castigados por salir en medio de una tormenta, un pequeño milagro que Adán después agradecería.
Crowley y Azirafel decidieron regresar a Londres. Simplemente necesitaban regresar a Londres. El Bentley estaba en perfectas condiciones y la Librería también, las personas paseaban por las calles como si minutos antes no hubieran estado a punto de desaparecer. Todo parecía muy tranquilo.
- ¿Qué fue todo eso? – preguntó Crowley mientras conducía, iba a una velocidad muy por debajo del límite de velocidad, ninguno quería llegar a su destino.
- Supongo que... todo ha terminado...
- Sí... supongo que ha terminado.
Silencio. No había muchas cosas que pudieran decir después de todo lo sucedido. Llegaron a la Librería, Crowley estacionó en el lugar de siempre, todo parecía normal, los libros habían regresado a su lugar, no había rastro del fuego o el agua bendita, como si nada hubiera sucedido.
- ¿Quieres... pasar? – preguntó Azirafel.
- Creo... que es mejor que me vaya.
- Oh... cierto – Azirafel desvió la mirada – cada quien... seguirá su camino ¿cierto?
- Eso fue lo que dije.
Un suspiro, después silencio. Crowley sujetaba el volante del Bentley, Azirafel permanecía quieto en el asiento.
- Quizás... volvamos a encontrarnos. Como siempre – Azirafel no se giró a ver a Crowley.
- Sí... es posible...
- Bien... adiós, Crowley.
- Adiós, Ángel.
Azirafel salió del Bentley. Dio un par de pasos hacía la librería antes de girarse, Crowley permanecía en el Bentley, mirando al frente, no había girado a la librería ni una sola vez. Azirafel cruzo la calle hasta estar frente a la puerta de la librería. Puso la mano sobre la puerta y la quito, no podía hacer eso.
Se giró con intención de regresar al Bentley, pero Crowley ya se encontraba detrás de él a unos pocos pasos.
- Ángel/Crowley – hablaron al mismo tiempo, ambos desviaron la mirada. Luego rieron.
- Adelante, tu primero – ofreció Azirafel.
- No... habla tú.
- ¿Estás seguro? La... última vez fui yo quien hablo primero y...
- Sí... sí... pero... adelante, habla.
- ¿Quieres entrar?
Crowley asintió. Azirafel abrió la puerta y ambos entraron. Azirafel preparo dos tazas, una de té para él y una de café para Crowley.
Era muy tarde para salir a comer a cualquier lugar, todas las tiendas de la calle estaban cerradas, la librería era el único lugar que aún se encontraba iluminado. Azirafel dejó su chaqueta en el recibidor y Crowley guardó sus lentes colocándolo en algún lugar de la librería, ambos se sentaron en la mesa de café que Azirafel tenía en la librería.
- ¿De qué quieres hablar? – pregunto Crowley.
- Yo... no respondí... adecuadamente a lo que dijiste... la última vez... antes de... todo.
- Ángel, no es necesario que...
- Sí lo es – declaró – yo... yo realmente... - suspiro – ha sido... mucho tiempo... desde que nos conocemos, tu y yo... y quizás... no he sido... muy bueno contigo, al menos... no como debí de serlo. Siempre... has estado ahí para mi y me has salvado de muchos problemas y yo... no me había dado cuenta que...
- Azirafel – lo interrumpió – No tienes por qué responder a eso. Quizás, es mejor que lo olvides.
- No... no puedo olvidarlo. Menos... después de lo que... fuimos capaces de hacer, juntos... tu y yo... - Azirafel respiro profundo – yo... estaría... feliz si... pudiéramos... si tu quisieras... lo que quiero decir es... que yo... ¡Quiero decir que realmente admiró... lo que has hecho! A pesar que... estábamos en bandos contrarios, que se supone que éramos enemigos tú... siempre has estado ahí. Para mi... siempre fue difícil ver esto, los... los tonos de gris, ver que las cosas no siempre debían ser buenas o malas y tu... tu siempre estuviste ahí para enseñarme que... que no era tan simple y yo... para mí era tan difícil pero... tú estabas ahí... siempre pude contar contigo y... siento que no te he di el mismo apoyo que tu a mi...
- Ángel...
- No, no me interrumpas ahora Crowley. Simplemente yo... creo que no he sido... un buen ángel después de todo. Te... te fallé... muchas veces. No sé si alguna vez serás capaz de perdonarme por... por lo que he hecho pero... si algún día... si tu aún deseas... que... que estemos juntos, aquí o... en Alfa Centauri o... donde tu quieras... estaré feliz de pasar el resto de la eternidad a tu lado.
Crowley no se había movido ni un centímetro, permaneció ahí, observando a Azirafel en silencio mientras hablaba. Azirafel se inclinó un poco sobre la mesa, lo suficiente para quedar frente a frente a Crowley, nunca habían estado tan cerca, además de esa vez. Sentía que había pasado tanto tiempo desde ese día, quizás no había sido tanto para él, no pudo evitar sentir dolor por la culpa de haber dejado a Crowley solo por tanto tiempo.
Eliminó la distancia entre ellos, uniendo sus labios por segunda vez en 6000 años.
En el pasado había visto a los humanos besarse muchas veces, unas más incómodas que otras. Nunca le había dado importancia hasta ese día en la librería. Sintió como Crowley lo tomaba por los hombros, se preparó para ser alejado, pero no sucedió. No de inmediato. Se alejaron lentamente mientras sostenían la mirada del otro.
Sus manos se encontraban entrelazadas sobre la mesa. No necesitaron palabras, una sonrisa se dibujo en el rostro de Azirafel e iluminó toda la habitación. Crowley no pudo más que abrazarlo, estrecharlo en sus brazos, asegurarse que... no fuera otro sueño. Por suerte, Azirafel no desaparecería. Nunca más.
- Ángel... te amo – susurró Crowley.
Azirafel sonrió. Devolvió el abrazo, sosteniendo al demonio tan cerca suyo como le fuera posible.
- Lo sé, querido... lo sé. También te amo.
*
EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE SUS VIDAS... (otra vez)
Había pasado una semana desde el último intento de fin del mundo.
Las cosas habían vuelto a la normalidad como tan normal ha sido la vida hasta entonces. Además de los breves destellos de la extraña tarde que habían pasado, ninguno de sus amigos humanos recordaba nada, y todos no recordaba nada sobre ese extraño día además de la extraña sensación que el aire se sentía más limpio y el cielo más azul, Adán y Krysta se habían encargado de eso.
En los alrededores de Tadfiel había una pequeña cabaña en los límites de los bosques que había estado desocupada por mucho tiempo.
Azirafel y Crowley pensaron que era una buena idea mudarse, retirarse de la agitada vida de la ciudad para una vida más tranquila en el campo. La cabaña en los bosques de Tadfield era lo suficientemente grande para la colección de libros de Azirafel y tenía un jardín enorme para las plantas de exterior de Crowley, Tadfield era un lugar tranquilo y que a ambos les gustaba. Así que decidieron mudarse después de una larga discusión sobre vivir juntos que no fue realmente muy larga.
Después de unos cuantos milagros para comprar la cabaña, muchas cajas con libros que Maggie, Nina, Muriel, Anatema y los Ellos ayudaron a empacar, mover, desempacar y ordenar, y varias discusiones entre Krysta y Crowley acerca de dónde poner las plantas y los muebles con los hombres de la mudanza (a pesar que Newton quería ayudarlos, se negaron a que tocara cualquier cosa que pudiera arruinarse con su peculiar habilidad, Crowley no iba a arriesgar el bienestar de sus plantas ni Azirafel el de sus libros)... estaban listos para inaugurar su nuevo hogar.
- ¿Realmente es necesario hacer esto? – preguntó Crowley.
- Es solo una pequeña reunión, Crowley... además... todos parecían muy emocionados.
Azirafel también parecía muy emocionado con volver a tener una fiesta después que la última saliera tan mal.
- Solo vendrán unos pocos amigos nuestros, no será nada demasiado grande – continuó Azirafel mientras preparaba las mesas con bocadillos en la pequeña sala de la cabaña y algunas decoraciones – además... Krysta se va mañana y Muriel comenzara su nuevo trabajo ¿cierto? También deberíamos felicitarles.
- Estoy seguro que a la Carpintera no le importa. Muriel... solo darle algo para decorar su aburrida oficina del cielo y estará feliz.
- Crowley.
A veces odiaba ser débil ante Azirafel y ser incapaz de negarle cualquier cosa a su amado ángel. Al menos, no sería nada tan grande, después podría pasar todo el tiempo del mundo junto a su ángel, solo ellos dos.
*
La pequeña fiesta de inauguración de la cabaña termino siendo un poco más grande de lo que esperaban.
Los Ellos habían sido los primeros en llegar junto a Newton y Anatema, no estaba muy seguros de que podían regalar, así que llevaron una planta de interior que pareció gustar a Crowley, Maggie llevo algunos discos que eran del gusto tanto de Azirafel como de Crowley, Nina había comprado un álbum para ellos, Krysta... Llevo un par de botellas de vino, además de haber sido la responsable de la mitad de sus muebles. Muriel también escapó un poco de su nuevo trabajo, Maggie le había hablado sobre la tradición humana y llevo una lata con hojas de té como regalo.
Gabriel y Belcebú también habían sido invitados, aunque no los esperaban realmente, fue una sorpresa cuando aparecieron, Gabriel por alguna razón llevaba un cofre lleno de oro y mirra, había escuchado la tradición humana de dar regalos cuando alguien se muda... y recordó la única entrega de regalos en la que había estado.
- ¿Para qué vamos a querer la mirra? - pregunto Crowley cuando estaba a solas.
- No lo sé... pero... fue un lindo gesto.
Algunos vecinos de Tadfield se pasaron para saludar y se quedaron a pasar la tarde, muchos llevaban algunos pasteles o galletas que fueron bien recibidos por Azirafel. En poco tiempo, la cabaña se llenó de personas, vecinos de Tadfield que sentían curiosidad para conocer a la nueva y peculiar pareja que se mudaba a su comunidad a la casa que había estado abandonada por mucho tiempo pero de la nada se encontraba lista para ser habitada.
- Papá, mamá, vengan, quiero presentarlos - Adán llevó a sus padres hasta donde Krysta se encontraba conversando con Belcebú y Gabriel - ella es Krysta, una... buena profesora.
- Un placer, señora y señor Young - saludó Krysta con una sonrisa - han sido... una maravillosa influencia para Adán.
- Uh... ¿te... conocemos? - preguntó el Señor Young. - ¿Eres profesora de Adán en la escuela?
- No exáctamente. - Adán dirigió una mirada culpable a Krysta, ella solo se encogió de hombros.
En la última semana que había estado en Tadfield ayudando a acomodar las cosas de la mudanza y ayudando con algunos de los muebles para la nueva casa, había tenido tiempo para conversar con Adán, le había contado muchas cosas sobre sus viajes alrededor del mundo y lo divertido que era. También terminó enseñando a los Ellos algunas cosas básicas de carpintería (cómo hacer una pequeña casa para aves que ahora colgaban todas en los jardines de las casas de cada uno de ellos) y uno que otro milagro que resultaba bastante útil de utilizar a Adán.
- Adán nos dijo que tú hiciste los muebles de la casa, son realmente hermosos - halago la Señora Young. - Fue un gesto muy amable de tu parte.
- Gracias. Los conozco desde hace... bastante tiempo... y Anthony me ayudó cuando estaba en una mala situación, es solo un pequeño regalo.
- Y... ¿tienes un taller cerca de Tadfield o...?
- Oh no, la verdad... no suelo quedarme mucho tiempo en un solo lugar. Mañana me voy.
- ¿Qué? - preguntó Adán - ¿A dónde?
- Aún no sé. Aún hay muchos lugares que no visito... pero les escribiré. Zira no me perdonaría si no envió postales. Y Anthony seguro se molestará porque envié postales, así que es un ganar, ganar.
- Por cierto - interrumpió Gabriel - ¿dónde se metieron esos dos?
- Fueron al jardín de atrás - respondió Nina acercándose junto a Maggie. - Supongo que quieren estar solos.
Se acercaron un poco a la puerta de vidrio que daba al jardín. Las enormes plantas de exterior de Crowley (que habían sido la envidia del señor Tyler y otros vecinos cuando las vieron, al igual que las hermosas y aterrorizadas plantas de interior que decoraban parte de la casa) no los dejaba ver por completo, pero en lo profundo del jardín, en una banca de madera al lado de un manzano y una pequeña casa de aves donde todas las mañanas un ruiseñor cantaba, se encontraban un ángel y un demonio descansando.
- Oye, Adán - llamó Krysta.
Se acercó al menor y susurró algo. Adán sonrió ante la idea.
*
Azirafel se encontraba sentado, mirando las estrellas del cielo y con su mano jugaba con el cabello rojo del demonio que se encontraba recostado en su regazo que, sin sus lentes, también observaba el cielo nocturno. Crowley sostenía la mano del ángel, de vez en cuando jugando con el anillo dorado.
- ¿No... deberíamos regresar? - preguntó Azirafel - somos los anfitriones.
- Dejá que Krysta se encargue - se quejó - a ella le gustan esas cosas.
- Supongo... pero... ella se va mañana... deberíamos...
- Ángel - lo interrumpió - relajate un poco. Tendremos mucho tiempo para conocer a nuestros vecinos... o no.
- Parecen personas agradables.
- Sí... aún no estoy seguro de tener al Anticristo como vecino.
- No es un mal chico.
- mn. - Crowley asintió.
Continuó jugando con la mano de Azirafel, la llevó cerca de sus labios y besó el dorso de su mano, el ángel sonrió, acariciando el cabello rojo del demonio, se acercó para dejar un beso en la frente de Crowley. Disfrutaban del silencio y de su compañía. Siempre habían disfrutado de su compañía, pero ahora que habían aclarado sus sentimientos y establecido una relación, la forma de disfrutar de esos momentos a solas era diferente, después de tanto tiempo manteniendo un mínimo de distancia entre ellos, ahora no podían pasar una hora sin esos pequeños gestos románticos, a Azirafel le gustaba peinar el cabello del demonio, a Crowley le gustaba jugar con las manos del ángel, a ambos les gustaban los besos y los abrazos, aunque era más frecuente que fuera Crowley quien lo buscaba.
Ambos saltaron de la banca cuando una inesperada y torrencial lluvia comenzó a caer sobre ellos y se apresuraron a refugiarse a la saliente que estaba más cercana. Crowley dirigió su mirada a los dos humanos que se encontraban observándoles desde la puerta de vidrio que daba la sala de la cabaña, Krysta y Adán los saludo con la mano.
- ¡Ese par, los voy a...!
Se giró para hablar con Azirafel, sus miradas se encontraron y las palabras terminaron en el aire, se miraron el uno al otro... y se dieron cuenta de lo mucho que les gustaba su compañía, lo mucho que se amaban. Comenzaron a reírse mientras se abrazaban. Reían como si nunca antes lo hubieran hecho.
Crowley pensó que realmente era un poco tonto después de todo. Al final, compartieron un beso en medio de un lindo jardín, bajo una inesperada lluvia que los obligó a refugiarse mientras dentro de la casa se celebraba una pequeña fiesta.
*
Nina pensó que era bueno regresar a la normalidad después de tanto tiempo, quizás sería aburrido y comenzaba a extrañar preparar las seis medidas de expreso que Crowley siempre pedía, pero al mismo tiempo le alegraba no tener que volver a servirlo a menos que recibiera una visita de Tadfield.
Esa mañana abrió el café y recibió a las personas como siempre. Todo se sentía tan normal desde el día después del apocalipsis que no podía recordar por completo.
- Realmente lo extraño - se quejó Maggie, tomando asiento en la mesa vacía al fondo del café.
- Sí, también voy a extrañarlos... la normalidad no va a ser lo mismo sin ellos... ¿es raro que nos hayamos acostumbrado a la presencia de seres sobrenaturales tan rápido?
- Supongo que... una vez te acostumbras es difícil no pensar en que era demasiado obvio... Digo, conocí al Señor Fell desde que era niña y... ¿cómo no me di cuenta?
- Lo sé. Es todo tan raro pero tan obvio ahora que lo piensas...
Ambas rieron. A pesar que habían muchas cosas que no recordaban por completo o que estaban un poco confusas. Después de haber enfrentado a varios demonios en una librería con extintores, cuidar de un demonio con el corazón roto y enfrentar el apocalipsis... podían decir que lo habían vivido todo. Maggie pensó que era tonto no preguntar.
- Así que... ahora que ya no tenemos muchas cosas que hacer... - comenzó - quizás podríamos salir un día por un café... aunque sería raro porque tu tienes un café, así que si no quieres ir podríamos ir a ver una película... a menos que realmente no quieras salir conmigo, aun en una salida de amigas o...
- Maggie - interrumpió Nina, sonreía - hay un restaurante que conozco que he querido visitar... ¿te gusta la comida tailandesa?
- ¡Sí! Di-digo no sé... nunca la he probado, pero... pero creo que puede gustarme.
- Bien. ¿A las 6:00 está bien?
- Perfecto, las 6:00... es perfecto.
- A las 6:00 será.
- Genial... uh... tengo... tengo que regresar a mi tienda, te veré más tarde ¿a las 6:00?
- A las 6:00.
Maggie salió corriendo del café, emocionada por su cita de esa noche, tenía que pensar en que ponerse y quizás arreglar un poco su cabello. Nina solo sonrió, también pensaba en cómo cerrar el café temprano para estar preparada para su cita.
*
Krysta terminó de meter las cosas en su mochila. Tomó la planta de serpiente que era lo único que llevaba de su antigua tienda en Soho.
- ¿Realmente estarás bien? - preguntó Crowley - ¿Llevas comida y agua? yo podría... llevarte cerca de Londres o donde puedas tomar un autobús.
- Estaré bien, Zira me dió algunas manzanas para el camino y tengo suficiente agua - sonrió la Carpintera - ya encontraré a alguien para que me lleve... siempre lo hago.
- Si. Olvido que tienes ese efecto en las personas - Crowley suspiro. - Bien, buen viaje.
- Sí... gracias... adiós, Serpiente.
- Adiós, Carpintera.
Krysta comenzó a caminar, alejándose de la cabaña del bosque. Se detuvo a unos pasos y se giró para ver al demonio.
- Creo que... sé que significa la "J".
- Ah... ¿sí? - Krysta pensó que Crowley parecía nervioso. - Fue... un poco estúpido.
- Esta bien. Me gusta...
- Sí... creo que también sé porque la "Y". - suspiro - Oye, Carpintera... cuidate. Y no te metas en demasiados problemas.
- Tu también, Serpiente. No causes demasiados problemas a Zira.
- Oh... por favor, es el Ángel quien siempre se mete en problemas. Soy quien siempre lo salva.
- Sí, eres bueno salvando a las personas... eres un poco más amable de lo que quieres aceptar.
- Ugh... no digas eso, sigo siendo un demonio.
Krysta puso los ojos en blanco. Se despidió con la mano y comenzó a caminar, alejándose poco a poco de la cabaña, mientras caminaba vio a un grupo que iba en bicicleta y un perro pequeño que los seguía mientras ladraba y saltaba. Adán se despidió de la nueva amiga que había hecho cuando pasaron uno cerca del otro sin detenerse, quizás volvieran a verse en el futuro, quizás no. Anatema y Newton se encontraban sacando la basura de su sótano cuando pasó al lado de su pequeña casa. Una camioneta no tardó en detenerse cuando se acercó a la carretera y preguntar si quería que la llevaran a algún lugar, aceptó. Subió a la parte de atrás con su mochila y la planta de serpiente.
Miró el cielo despejado, sacó una de las manzanas de su mochila y le dio una mordida. Pensando que nuevos lugares o personas conocería en el futuro.
*
*
*
*
*
Bien, hemos llegado al final.
Fue muy divertido escribir este fic, más porque cada vez que me ponía a escribir comenzaban a suceder cosas raras como que aparecían moscas en mi cuarto o que la computadora me fallaba, además de los pequeños breakdowns que me dieron mientras escribía esto xD pero he llegado al final.
Disfrute mucho de escribir esta pequeña historia, me gusta la idea de Crowley siendo muy pegajoso una vez que ya se hayan confesado. Hubiera querido escribir más escenas post confeción, pero creo que, por ahora, esto ha sido todo.
Gracias a todos por leer.
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