4. Gris claro

Azirafel había llegado rápidamente a la cafetería de Nina, había tomado el camino largo por las escaleras desde el cielo en lugar de ascensor. No sabía cuánto tiempo había pasado desde la última vez que estuvo en la tierra, el transcurrir del tiempo en el cielo era muy diferente al de la tierra. Caminaba apresurado por la calle con un libro entre sus brazos.

Había cometido un error, un error enorme. Quizás estaba haciendo lo incorrecto, pero era la única forma en la que podía hacer lo que él consideraba era correcto. Al cielo no le interesaba, simplemente querían que se librará una guerra contra los demonios, simplemente les importaba terminar con la tierra con un espectáculos de fuegos pirotécnicos nucleares, no había otra forma de detener el nuevo fin de los tiempos.

Primero lo primero: tenía que encontrar a Crowley, rogar que lo perdonara si era necesario, explicarle el plan que tenía el cielo para terminar con el mundo... y después ya veía como encontrar a Cristo en la tierra... donde sea que se encuentre. Bien podría encontrarse perdido en Nueva York comiendo hot dogs o medio del mar pescando.

Tuvo suerte de encontrar a Crowley en la cafetería de Nina, no sabía tampoco si podría encontrar a Crowley fácilmente. Pero ahí estaba, sentado en una de las mesas del café tomando chocolate caliente y leyendo Orgullo y Prejuicio, pensó que nunca antes había visto a Crowley leyendo uno de sus libros, también se dio cuenta del cambio de look que había tenido, Crowley solía cambiar de estilo cada cierta cantidad de tiempo, llevaba el cabello corto desde poco más de unos cuatro años, lo había visto con el cabello largo antes varias veces, siempre había pensado que le quedaba muy bien.

No pudo evitar sonreír un poco... lamentablemente, quizás no tenía mucho tiempo.

- Crowley... necesito que me ayudes.

La frase había salido de su boca sin que se diera cuenta. Había planeado las palabras que iba a decirle desde que tomo el Libro de la Vida de Metatron, la última vez que se vieron había terminado realmente mal, debía pedir perdón a Crowley, decirle que estaba equivocado, decirle que...

"Te perdono".

¿Qué? ¿Qué cosa iba a decir además de todo eso? Lo último que le dijo después de lo que Crowley había intentado hacer había sido realmente imperdonable, no le sorprendería que el demonio no quisiera volver a verlo en lo que queda de tiempo en el mundo. A pesar de todo ¿realmente sería capaz de salvar a Crowley si el mundo era destruido? Lo ángeles planeaban acabar con todos los demonios, no importaba si Crowley ya no trabajaba para el infierno, seguía siendo un demonio.

- Crowley... yo...

- ¿En serio eso es lo primero que dices cuando regresas, Azirafel? – ser llamado por su nombre en lugar de "ángel" lo sorprendió un poco, no podía ver sus ojos, pero sabía que Crowley estaba realmente molesto en ese momento – han sido seis meses, Azirafel, SEIS MALDITOS MESES desde que te fuiste... ¿realmente crees que voy a ayudarte ahora? ¿Qué voy a ayudarte después de simplemente irte con ellos?

- Crowley... yo... ¡Me equivoqué! ¿Está bien? Estabas en lo correcto, me equivoqué. Pero aún no es tarde, aún podemos...

- No, Azirafel, no voy a salvarte solo porque ahora vienes a pedir perdón y decir que necesitas mi ayuda, no de nuevo.

- ¡Me equivoque! – repitió – tenías razón... el... ellos... tenías razón, no hay nada que pueda hacer para cambiarlo... no puedo hacerlo solo, nunca pude... realmente te necesito. No hay... ¿no hay nada que pueda hacer para que me perdones?

Crowley miró a su alrededor. Como si se diera cuenta por primera vez en toda la conversación que aún seguían en el café de Nina y habían llamado la atención de todo el mundo. No estaba tan lleno, solo los clientes más frecuentes y uno que otro de los vendedores de la calle, entre ellos Muriel tomando su acostumbrado té de menta, Maggie y la loca humana de la tienda de té que había entrado poco después de la llegada de Azirafel.

Era como ver una película, no era un secreto que ellos habían tenido problemas y que Azirafel se había marchado, además de Nina, Maggie y Muriel (y probablemente la loca humana de la tienda de té que casi patea al Bentley) nadie conocía los detalles de su pelea. Soltó un suspiro. Si era honesto consigo mismo, no había forma en la que pudiera permanecer enojado con Azirafel por tanto tiempo, habían estado juntos desde el inicio de los tiempos, se sentía traicionado... pero joder... 

- Quizás hay algo que me haga pensarlo mejor. – Crowley se volvió a sentar en la silla, girándola para quedar frente a frente con Azirafel. Él ángel sintió un escalofrío al saber lo que seguía – Quiero... una disculpa apropiada.

- No.

- Con... el baile.

- Crowley... ¿aquí?

- Aquí.

Azirafel miró a su alrededor. Realmente habían llamado la atención de todo el mundo. Volvió a ver a Crowley, no parecía que se fuera a mover hasta que viera que ofrecía una disculpa apropiada... tampoco era la primera vez que tendría que hacer el baile en un lugar público ¿y qué? Merecía eso y más. Soltó un suspiro, le entregó el libro que aún llevaba en brazos a la persona que estaba más cerca de él.

Crowley no era fan de humillar públicamente a Azirafel... pero había fastidiado demasiado a las personas del café como para aceptar una disculpa privada de Azirafel y a pesar que no estaba enojado, estaba molesto. Así que esperó a que terminara el baile de you were right más satisfactorio en toda su existencia, Azirafel lo miraba con esa mirada de realmente me equivoque y necesito tu ayuda, soy un tonto.

- Está bien, ángel – suspiro después del baile – es suficiente.

- Crowley... - sonrió Azirafel.

- Bien. – se puso de pie – Hablemos en la librería.

- ¡buuu! ¿¡Qué hay del beso!? – grito alguien dentro del café.

- ¿Qué? No... esto no es... no es...

De la nada, todos en el café comenzaron a corear algo como "beso" una y otra vez. Había olvidado que los humanos a veces se comportaban como adolescentes toda su vida, especialmente si esto tenía que ver con las relaciones amorosas de otra persona... quizás había sido mala idea hacer su "reconciliación" tan pública.

Se miraron el uno al otro, además del beso que Crowley había forzado para hacer entrar en razón a Azirafel como si fuera una película o un estúpido cuento de hadas no habían sido tan... íntimos el uno con el otro en esos 6000 años, Azirafel a penas podía aceptar que eran amigos. Comenzó a arrepentirse realmente.

- ¡No actúen como un montón de simios adolescentes! – exclamó, tomando la mano del ángel y caminando a la puerta - ¡vamos! ¡esto es peor que el coliseo!

Se escuchó una exclamación de decepción en todos los presentes. Nina solo sonrió, realmente no había forma en que esos dos cambiarán tan rápido incluso cuando el fin del mundo estaba cerca.

- Que par de tortolos – bromeó Mrs Sandwich que se había quedado observando la escena.

- ¿Deberíamos seguirlos? - preguntó Muriel - digo... si... si Azirafel esta aquí de nuevo... quizás las cosas no estén... tan bien...

- Creo que necesitan algo de tiempo a solas primero - comentó Nina - tienen que hablar de muchas cosas. 

- Tenemos que ir – agregó Maggie - Muriel tiene razón, ¿y si todo está yendo muy mal?

- ¿Y qué podemos hacer? 

- Al menos... asegurarnos que ninguno va a dejar plantado al otro por ahora. 

Nina puso los ojos en blanco. Por más que le gustaría regresar a su vida común y corriente, ahora sin una novia que le pidiera que se comunicara con ella si llegaba 10 minutos tarde y pasando algunos días tranquilos con Maggie en el café conversando o escuchando los discos que ella compartía... tampoco estaba feliz con la idea del fin del mundo a la vuelta de la esquina. 

- Esta bien – se dirigió a Mrs. Sandwich – si alguien pregunta...

- Regresas en cinco minutos, está bien, yo me encargo.

- Bien, vamos.

Nina, Maggie y Muriel salieron por la puerta del café. 

Krysta miró como salían de la tienda, se había quedado con el libro en sus brazos desde que Azirafel había entrado, hecho el baile de you were right y luego todos se fueron. Miro el libro en sus manos... Azirafel realmente era un poco descuidado con las cosas importantes, pero quizás era bueno que a veces lo fuera.

Seguramente después la buscarían en su tienda más tarde. 

*

No soltó a Azirafel hasta que se encontraban dentro de la librería al otro lado de la calle. Ya una vez dentro de la librería, Crowley se aseguró de cerrar las persianas y que el cartel dijera que estaba cerrado, la conversación quizás se volvería un poco más ruidosa de lo que estaba esperando. No podía decirle todo lo que realmente estaba pensando al ángel en el café frente a todo el mundo, ya suficiente se habían metido en su vida. 

- Crowley, gracias. Ahora tenemos que...

- Aún no te perdono, Ángel – interrumpió el demonio - simplemente aceptaré ayudarte... después... cada quien tomará su camino.

- Crowley... no... eso no...

- No. La última vez fuiste tú quien hablo y mira en lo que estamos metidos ahora.

- Ni siquiera sabes en que estamos metidos.

- Oh... claro que sé sobre el plan de la segunda venida y el show de luces nuclear que los tuyos están planeando hacer en la tierra. Lo escuché todo cuando revisé el archivo de Gabriel.

Azirafel lo miró sorprendido. No había escuchado del plan de la Segunda Venida hasta poco antes de subir al elevador con Metatron, Crowley ya sabía del plan desde que había vuelto con Miguel, Uriel, Muriel y Saraqael a la librería. Crowley realmente lo sabía todo, sabía porque Gabriel había sido despedido como Arcángel Supremo. 

- Tu... ¿lo sabías? ¿por qué no dijiste nada?

- ¿Qué querías que dijera? ¡Se supone que tu no debías aceptar regresar al cielo! ¿¡Qué fue todo eso de la relativa y frágil paz que habíamos creado para nosotros!? ¡Creí que eras mejor que eso, ángel!

- Estaba... pensé que era lo mejor...

- ¿Para quién? ¿Para ti? Te lo dije, ¡el cielo y el infierno son tóxicos! Rechacé al infierno por ti... por nosotros, por esta... relación... que habíamos construido en los últimos años, no porque fueran los malos, sino porque... porque no hay nada ahí que me importe, ¿fue tan estúpido de mi parte esperar a que tú rechazarás al cielo por... nosotros?

- Acepté regresar por ti.

- ¿Por mi? ¿Por qué esperabas que volviera a ser un ángel y estar bajo tus órdenes porque eres el nuevo Arcángel Supremo que va a hacer que el cielo sea mejor? ¡Abre los ojos, Azirafel! ¡Ni Dios sería capaz de cambiar al cielo o de detener esta guerra!

- Yo... no pensaba eso, Crowley.

- ¿¡Entonces qué!? ¿¡Te avergüenza tanto fraternizar con un demonio que querías convertirme en un ángel de nuevo para no sentirte mal contigo mismo, ángel!?

- ¡Conocí al ángel que eras! ¡Creí que serías feliz si...! 

- ¿¡Sí qué!? ¿¡Si tuviera la oportunidad de crear nebulosas y galaxias de nuevo para que sean destruidas una vez más en 6000 años o menos!? No... ¡No me interesa crear papel tapiz desechable de nuevo!

- ¡No quiero que...! No quiero que desaparezcas...

- Sí... porque cuando esta estúpida guerra termine, no hay nada que garantice que Metatron no va a eliminarme a mi después de que lo ayudes a destruir la tierra, porque parece que soy imprescindible en ese "Gran Plan". 

- Crowley, no estás escuchando.

- ¡Tú eres el que no está escuchando, Azirafel! ¡Acepte ayudar a Gabriel, por ti! ¡El Maldito Arcángel Gabriel que te dijo que cerraras la boca y murieras cuando yo era tu! ¡Que quería acabar contigo con fuego del infierno sin remordimientos! ¡Tu no estabas ahí para ver como esos... esos ángeles querían terminar con tu vida! ¿¡por qué debería regresar a ese lugar!? ¡No los necesitas! ¡no los necesito!

- Tu... nunca me dijiste eso...

- No preguntaste – suspiro, dando un par de vueltas en los alrededores de la librería. Tratando de calmarse un poco... quizás si debió beber las seis medidas de expreso como todos los días.

- Crowley...

Azirafel soltó un suspiro. No era un secreto que era una decepción para el cielo. Había pasado mucho tiempo en la tierra y no confiaban en él, le entusiasmaba las cosas que hacían los humanos, le gustaba la tierra... le gustaba estar con Crowley.

Habían sido 6000 años desde el jardín del Edén, aún más tiempo desde la primera vez que se encontraron durante la creación del universo, desde el principio de los tiempos... había sido designado a la tierra, a esa parte de la tierra al menos, él y Crowley habían pasado por mucho. En más de una ocasión se cubrieron la espalda el uno al otro... desde la tierra de Uz... Crowley había sido estado a su lado. Su propio lado. Recordó algunas de esas muchas veces en las que la situación no era ni blanca ni negra, sino una escala de grises... Crowley le había mostrado esa escala, algunas cosas no eran tan buenas como debían de ser y otras no eran tan malas como se suponía eran. Simplemente era gris. 

Quizás había querido creer que también podía ver esa escala de grises en el cielo, quizás el Armagedón, segunda parte, podía llegar a no ser tan malo... pero entre más tiempo pasaba en el cielo... podía verlo. No había una escala de grises. Todo... era negro. 

- Metatron... dijo que te borraría del libro de la vida si no ayudaba.

- ¿Qué? ¿Del libro de la vida? Azirafel...

- No sé porque me quería... nadie me escucha, ellos... solo están esperando que se sigan los planes tal como se supone están escritos. Se supone que tenemos que seguir el plan... el Plan Inefable pero... pero es como si nadie comprendiera si realmente... es como si el Gran Plan fuera simplemente librar una guerra contra el infierno y ¿después qué? nadie lo sabe, a nadie le importa, han sido... siglos desde que Dios habló por última vez con cualquiera, si este es su plan... ¿por qué no puede decir algo? que... qué hacemos lo correcto o... ¿por qué todo...? - se detuvo, tuvo que sentarse en uno de los sillones, Crowley le observaba en silencio - ¿por qué tiene que ser todo tan difícil? yo... yo solo... - soltó un suspiro, hizo aparecer una caja de madera sobre una de las mesas de la librería – lo siento... lo hice para ti. Pero resultó inútil. 

- Es... ¿una caja de sugerencias?  

Crowley se acercó para ver la caja, tenía un pequeño cartel que decía "sujerencias" y una abertura en la tapa para meter un trozo de papel, estaba abierta, pero no había nada en su interior. Incluso se dio cuenta que parecía que estaba un poco rota por los bordes. Dejó sus lentes a un lado mientras observaba la caja con detenimiento, era... una simple caja de sugerencias. 

- Uriel la tiró... un par de veces... pensando que era basura, nadie... le dio importancia, supongo que ni se darán cuenta que desapareció. Trate... de cambiar las cosas... pero... supongo que las cosas no pueden cambiar en el cielo. Si Metatron me quería al mando... creí que al menos podía hacer algo para evitar el Gran Plan desde arriba... pero me equivoque. 

- No... tampoco pueden cambiar en el infierno – coincidió. Sonreía mientras veía la caja.

- Debí... estar de nuestro lado desde el principio.

- Sí. Te equivocaste. – Crowley soltó un suspiro - ¿ahora qué? Sí realmente tienen el libro de la vida... 

- Bueno, creo que no podrán seguir con el Gran Plan, al menos por un tiempo. Porque yo...

Azirafel se puso de pie y comenzó a dar vueltas en su lugar, palpando en su saco y los bolsillos de su pantalón, como si un libro fuera a caber dentro de estos. Lo había perdido. No estaba, lo tenía en sus manos solo unos minutos atrás y ahora... 

- Oh... diablos – maldijo, Crowley alzó una ceja.

- ¿Qué?

- ¡Lo perdí!

- ¿Qué?

- El... Libro de la Vida

- ¿¡Qué!?

- ¡El Libro de la Vida! – exclamó frustrado - ¡lo había tomado de la oficina de Metatron! ¿Ahora qué? ¡podría estar en cualquier lugar!

- Lo tenias en el café ¿cierto?

- Sí... creo que se lo di a alguien... era...

La campana alertó de la puerta de la librería, Nina, Maggie y Muriel entraron corriendo, no habían escuchado nada de la conversación que había tomado lugar hasta hace solo unos minutos atrás.

- ¿Qué está sucediendo ahora? ¡Tiene mucho que explicar, Señor Fell! – hablo Nina.

- ¿Por qué regresó? - pregunto Maggie. 

- ¿Qué está ocurriendo en el cielo? – preguntó Muriel.

- Una pregunta a la vez. – Interrumpió Crowley – tenemos otros problemas ahora...

- Oh por... - Azirafel suspiró – primero Cristo y ahora esto.

- ¿Qué? ¿qué ocurre con Cristo? – la pregunta fue de Muriel. Azirafel suspiro, al parecer no tenía muchas opciones.

- Desaparecido – murmuró.

- ¿¡Qué!? – la exclamación fue general.

- ¡Está desaparecido! ¡Escapó del cielo! Todo está listo para la Segunda Venida, los ángeles escoltas, las trompetas, el avión plateado...

- ¿Un avión plateado? - Maggie. 

- No te concentres en los detalles – interrumpió Crowley antes que Azirafel respondiera a la pregunta – explicate Ángel... ¿Cómo perdiste a Cristo?

- ¡No me culpes, tú también perdiste al Anticristo, Crowley! 

- Perdí el rastro de un bebé en un hospital de monjas satánicas, no es lo mismo que perder a un sujeto de más de 2000 años con hoyos en las manos que convierte agua en vino.

- No lo perdí... simplemente desapareció.

- ¿Desde hace cuánto desapareció? 

- No estoy seguro... el tiempo en el cielo es un poco difícil de medir... pero quizás debe de ser dos semanas... quizás un mes.

- Está bien – trató de intervenir Maggie, tratando de encontrar algo de lógica en toda la situación y calma – no debe ser tan difícil reconocer a Cristo ¿cierto? Digo... solo tenemos que buscar a un hombre de aproximadamente 30 años con... hoyos en las manos ¿cierto?

- Al contrario. Si él está aquí, en la tierra, será casi imposible reconocerlo – comenzó a explicar Azirafel – Al igual que el AntiCristo, Cristo tiene la habilidad para pasar desapercibido... será bienvenido en todos lados como si se tratara de un viejo amigo y confiaras en él sin dudarlo.

- Vamos – bufó Nina – al menos debes saber cómo luce para que tengamos una idea.

- De hecho... sé cómo luce el nuevo recipiente, estaba trabajando en ello junto con... con todos... pero realmente no sé cómo luce exáctamente ahora... Metatron insistió mucho en que debía usar un recipiente diferente para la Segunda Venida, quizás para encajar mejor en las... expectativas que tienen los humanos de él.

Crowley pensó de nuevo que había algo que parecía muy raro. Azirafel no era tan descuidado... es decir, sí... había dado su espada flameante a los humanos al principio de los tiempos y esta se había perdido, pero no solía dejar las cosas por ahí como si nada. Que un libro tan importante terminara en manos de una persona desconocida... 

- Así que su viejo recipiente – susurró Crowley – Ángel... ¿a quién le diste el libro en el café?

- Era... la humana de la bolsa... la de los tatuajes de flores y los guantes sin dedos.

- Oh! Sí, es la humana de la tienda de té – reconoció Muriel. – Su tienda está al otro lado de la calle. Quizás ella aún lo tiene. 

– Ángel, ¿Por qué se lo diste a ella?

- No sé... estaba cerca y... parecía alguien confiable... no estoy seguro porqué.

- ¿Los humanos pueden sostener el Libro de la vida?

Azirafel abrió la boca para responder, pero la volvió a cerrar de inmediato. Crowley y Azirafel intercambiaron una mirada de sorpresa que se convirtió casi de inmediato en una de confusión y luego la de Crowley de turno en enojo. 

- Oh... estúpida carpintera. - maldijo. 

Salió de la librería seguido por los dos ángeles y las dos humanas y cruzó la calle sin prestar atención al auto que casi lo atropella, incluso había dejado los lentes sobre el escritorio cerca de la ventana de la librería (Azirafel los tomó antes de salir y seguir a Crowley).  

¿¡Cómo no se había dado cuenta antes!? La confianza que todo el mundo sentía a su alrededor y esa rara sensación de conocerla a pesar que no podía reconocerla, el té y todos esos aromas que había usado para esconder el suyo propio... ¡todo tenía sentido! Entró a la tienda de té dando un portazo, la campana sobre la puerta se movió con tanta fuerza que estuvo a punto de romperse y estrellarse contra el suelo. 

- ¡Sal de una vez! ¡Ya sé que eres tú, Jesús!

- ¿Jesús? – preguntó confundida Nina que había entrado después de Azirafel junto a Maggie.

- Oh por... - comenzó Azirafel

- Te tardaste más de lo que esperaba – Krysta apareció en la trastienda, no llevaba los guantes sin dedos que siempre llevaba y podían verlo claramente, dos heridas muy profundas en sus muñecas, una en cada una, tan profundas que podías ver a través de ellas – para ser honesta, esperaba más de ti, viejo amigo.

*

Metatron estaba enfadado.

Cristo había vuelto a escapar. Esa tonta mocosa, desde el principio sabía que era mala idea poner en ella un trabajo tan importante, desde que dejó su misión hace 2000 años por viajar por el mundo supo que algo no estaba bien con ella. No estaba seguro de qué había fallado en esos 2000 años. Se suponía que no necesitarían de la Segunda Venida porque el Anticristo se encargaría del fin de los tiempos y ellos simplemente ganarían la guerra contra los demonios, tener cualquier esperanza en que esa mocosa iba a colaborar con el fin de los tiempos era una misión perdida.

Pensó que quizás Azirafel sería capaz de convencerla, después de todo aún era capaz de controlar a Azirafel... solo necesitaba prometer que su tonta librería y ese demonio sobrevivirían a la Segunda Venida y no tendría problemas, no le importaba mantener al demonio mascota de Azirafel con vida por un tiempo si eso garantizaba que el Gran Plan se llevaría a cabo.

- Miguel – llamó Metatron cuando entró a su oficina - ¿Dónde está Azirafel?

- N-no... no lo sabemos – respondió, había tratado de encontrarlo por al menos un día humano - ¡no puedo encontrarlo! Es como si se hubiera desvanecido.

- ¿Qué hay del demonio, Crowley?

- Tampoco podemos encontrarlo.

Azirafel había regresado a la tierra. No había duda de eso, se había llevado el Libro de la Vida para evitar que él tomara represarías en su contra o en contra del demonio. Algo muy estúpido de su parte...

- Creo que sé dónde podemos encontrar a Cristo – suspiró Metatron.

- ¿Dónde?

- Donde sea que Azirafel y el demonio Crowley se encuentren.

Bien, si Cristo ya se encontraba en la tierra. Quizás lo mejor era comenzar con el plan de todas formas... Dejar el fin del mundo en manos de un niño de 11 años que fue criado como humano y una humana de más de 2000 años que también se había criado como un ser humano había sido un error que no estaba dispuesto que afectara sus planes.

- Envía a las escoltas. Es hora de iniciar – gruño Metatron.

- Pero... pero señor...

- He dicho que envíen a las escoltas. Ellos saben que hacer... si ell- él no está aquí, aún podemos llevar a cabo el Gran Plan.

No dejaría que otra vez detuvieran esa guerra. La guerra contra el infierno debía llevarse a cabo, incluso si los inútiles de Gabriel y Belzebú no habían sido capaces de hacerlo, ahora no debería haber nada que los detuviera.

*

En algún lugar de la tierra, un joven de 16 años y su pequeño perro (que se había vuelto un experto en la caza de ratones) se encontraba paseando por los campos de Tadfield.

Se acercaba el invierno y pronto las calles se volverían blanca con las nevadas acostumbradas. Adán había vivido los últimos 5 años como un humano, evitando que sus poderes lo afectarán tanto como fuera posible, era humano, sin embargo había una parte de su naturaleza que no podía ignorar.

Esa tarde sintió como algo extraño sucedía. Como si pronto se fuera a encontrar con... alguien... aún no estaba seguro si se trataba de un nuevo amigo o de un enemigo. Simplemente sabía que pronto aparecería. 







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La parte que queda de la "niña católica de colegio para Señoritas" me está diciendo que me voy a ir al infierno por lo que estoy escribiendo y que si alguien de mi familia se entera me van a desheredar xD la otra parte de mi lo esta disfrutando como nunca antes había disfrutado de escribir una historia. 

Crowley no ha perdona por completo a Azirafel, ya tendrán tiempo para hablar más tarde... por ahora es mejor que traten con Cristo desaparecido. 

Gracias por leer, nos acercamos al final 💕

🤍

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