2. Blanco

Olvidaba lo horrible que era levantarse con resaca.

Normalmente siempre se deshacía del licor cuando comenzaba a ser molesto, pero a veces estaba tan borracho que incluso olvidaba que podía hacer eso. Últimamente, olvidaba con frecuencia deshacerse del licor en su cuerpo antes de que este comenzara a ser molesto, el licor le ayudaba a no pensar, el ruido de los humanos, de las calles, la televisión... necesitaba formas para no pensar en todo lo que había sucedido. Ni siquiera podía dormir como había hecho durante la mayor parte del siglo XIX o la siesta que tomó durante la cuarentena de 2020, no había forma en la que pudiera cerrar los ojos sin pensar en todo lo que había sucedido aquel día. No se había sentido tan solitario en tanto tiempo...

Gruñó dando una vuelta en su sofá. Solo tenía que... deshacerse de la resaca con un milagro y volvería a la normalidad... aunque no era como si importara demasiado, no había nada que tuviera que hacer. Tal vez perdería otro poco de tiempo frente al televisor antes de ir a la cafetería de Nina. Quizás iría a perder el tiempo en un cine en el centro de la ciudad o solo se quedaría en un bar todo el día pensando en lo miserable que era.

- Buenos días, dormilón – la voz cantarina de Maggie sirviendo un café en su mesa de centro lo desconcentro... ¿se había quedado dormido en otro lugar que no fuera su apartamento? No, recordaba perfectamente llegar a su apartamento. Con una mano comenzó a buscar sus lentes oscuros que se habían caído en algún momento por la noche. Podía sentir el aroma del café y de comida casera – toma, aunque... solo estoy yo, no necesitas usarlos.

- Ugh... - gruño colocándose los lentes - ¿qué haces en mi apartamento?

- Nina vino a ver como estabas, me llamó para que viniera. – respondió mientras volvía a la cocina.

- Eso no responde mi pregunta, ¿QUÉ haces en mi apartamento?

- Estábamos preocupadas. – Maggie había regresado con dos platos de comida, un perfecto desayuno inglés, huevos, salchichas y tocino, acompañado por un tomate partido a la mitad y pan tostado - Ayer te veías muy... mal... así que Nina vino a ver si estabas bien y... me llamó para hacerte compañía mientras ella abría el café. No tengo mucho que hacer en mi tienda, así que... pensé que podíamos pasar un tiempo juntos.

- ¿Por qué lo haría?

- Porque eres un desastre cuando estas solo. No puedes pasar todo el tiempo bebiendo hasta perder la conciencia y viendo series viejas de TV todo el día... o en el café vigilando a Muriel... y creo que todos comienzan a cansarse de los periodistas que llegan preguntando por las cosas extrañas que suceden ¿no vas a tener problemas por eso?

- No creo que a nadie le importe lo que hago o dejo de hacer aquí. Desde que Belcebú se fue... todo ha estado demasiado tranquilo en el infierno...

- Si ese es el caso... ¿por qué no vamos de compras?

- ¡Los demonios no van de compras!

- Eso es evidente... tu estilo paso de moda hace muchos años.

- ¿Y eso qué importa?

- Será divertido.

Crowley rodó los ojos, pero Maggie no pudo darse cuenta de eso gracias a los lentes oscuros. Decidió que al menos comería algo, no lo necesitaba... pero la comida no se veía mal.

- No entiendo... si se supone que no necesitas comer ¿por qué el refrigerador está lleno de comida?

- Siempre lo está.

- No tiene sentido ¿no se pudre?

- Solo cuando Shax estuvo aquí... tuve que cambiar el refrigerador por su culpa.

Maggie estaba segura que había muchas cosas que nunca entendería de los demonios... o... al menos de Crowley.

*

Las cosas en el cielo estaban yendo muy mal.

Azirafel sabía que era una mala idea. No podía engañarse... no más al menos. Estar a cargo de ángeles que nunca habían tenido ni un gramo de simpatía por él, un lugar tan vació y monótono, seres que estaban esperando y que incluso disfrutaban pensar en el Gran Plan. Extrañaba todo de la tierra, su librería, las tazas de chocolate caliente, los libros, los trucos de magia sin usar milagros, los dulces, un desayuno en el Ritz con un amigo...

Amigo.

No sabía si aún podía llamar a Crowley de esa forma. No después de lo que había sucedido entre ellos. Crowley tenía que entenderlo... solo estaba tratando de ayudarlo, solo estaba tratando de evitar el fin de mundo, otra vez. Pudo haber regresado con él al cielo, ambos serían ángeles, ambos... estarían juntos... no podía quedarse en la tierra para siempre. Aun así... si estaba al mando, aún podía hacer algo para salvar a Crowley y esa pequeña vida pacífica que habían creado para ellos... esa vida... que había sido suya... antes.

Pero, no podía echarse para atrás en esos momentos. Aún no...

"Cuando el cielo acabe con la vida en la tierra, estará igual de muerta que si el infierno lo hiciera".

Pero si podía evitar que el cielo o el infierno destruyeran la vida en la tierra... ¿por cuánto tiempo podría evitarlo? Tocó sus labios, quizás... quizás...

- Estamos listos para preparar el contenedor de la segunda venida – la inesperada voz de Uriel lo hizo saltar de la pequeña mesa de té que estaba en medio de ese enorme cuarto blanco. No tenía escritorio, según Metatrón "era demasiado importante para tener un escritorio", pero también no tener algo donde colocar las cosas era incómodo, por eso tenía esa pequeña mesa de té. – Necesitan que des la orden.

- La... la orden ¿para qué?

- Para confirmar que el contenedor es adecuado – su tono de voz casi parecía un gruñido.

- Oh... sí, claro... puedes... dejarlo... en mí... en algún lado. Lo revisaré después.

Uriel solo puso los ojos en blanco, dejó la carpeta que llevaba en manos sobre la mesa de té en la que Azirafel tenía ya una montaña de papeles. Si antes se quejaba sobre el papeleo por desincorporar el cuerpo, ahora creía entender porque Gabriel siempre estaba de muy mal humor, con esa cantidad de trabajo, incluso él comenzaba a tener muy mal humor.

*

Maggie lo había arrastrado hasta el centro comercial de Westfield. No recordaba exactamente quien había ideado los centros comerciales... había tanta desesperación y codicia en los alrededores que le recordaba al propio infierno, las personas a veces iban a esos lugares solo para pasear y malgastar su dinero en artículos que en cualquier otro lado costaban menos de un tercio del precio que le daban en esos lugares, incluso juró que dos mujeres estaban peleando por un vestido con insultos que incluso él pensó eran demasiado agresivos. Había muchas dependientes de tiendas que veían con asco a sus clientes que buscaban probarse algo y muchas veces les ignoraban o las perseguían ofreciendo cosas que no necesitaban a precios exageradamente altos.

Realmente había lugares en la tierra que eran peor que el infierno. Los centros comerciales, eran uno de esos lugares.

- No entiendo porque me traes aquí.

Maggie tampoco sabía porque lo estaba haciendo. Si era honesta con ella misma, había pasado toda la noche buscando formas de consolar a tu amiga que acababa de pasar por una ruptura amorosa, ya que parecía que Crowley no tenía más formas de distraerse que visitando la librería y gritando a sus plantas, pensó que era buena idea ir a un lugar diferente y hacer algo diferente.

- Porque... ¡vamos por un cambio de look! – dijo sin pensarlo, quizás porque frente a ellos había una tienda de ropa y porque había visto eso en muchas series y películas. Creía que eso podía funcionar... y no sabía si las serpientes eran intolerantes a la lactosa como para llevarlo por helado... y seguramente las películas románticas no eran del gusto de Crowley.

- ¡Por favor! ¡Ni siquiera necesito comprar ropa o un peluquero para cambiar de peinado! No necesito comprar cosas.

- Bueno, al menos... podrías intentarlo. ¿Qué acaso no compraste tu auto?

- Eso es diferente. Necesitaba un transporte.

- ¿Y por eso lo has conservado desde 1933?

- Es un buen auto, mejor que los caballos.

- ¿Y por qué no compraste otro auto en todos estos años?

- Porque no sería lo mismo.

- ¿Qué tienes en contra de los cambios?

- Nada. No tengo nada en contra de los cambios, si quiero cambiar simplemente lo haré.

Mientras discutía, daba vueltas alrededor de Maggie, cada vez que pasaba frente a ella algo había cambiado en Crowley, al principio fue el cabello más largo hasta los hombros, después un poco el estilo de la roma en la misma escala de colores negro, con una camisa color vino oscura y una chaqueta negra de un estilo ligeramente diferente a la que llevaba antes, pero que realmente le quedaba bien. Maggie no quiso admitir que sentía un poco de envidia en esos momentos, pasar incómodas y vergonzosas horas en diferentes tiendas con dependientes que la miran con desprecio y la ignoran o se burlan cuando el demonio puede simplemente hacer aparecer lo que se le dé la gana vestir de la nada.

- ¿Ves?

- ¿No utilizas otro color que no sea negro?

- Solo antes del principio... y hace unas semanas para entrar al cielo... y no, el blanco no es realmente mi color.

- Hablo de otros colores.

- No harás que me pruebe nada que no sea negro.

- Creo que el rosa te quedaría bien.

- No.

- Dijiste que también tenías una forma femenina ¿no?

- NO

- ¿Puedo verla?

- ¡NO!

- Eres un aguafiestas.

Crowley giró los ojos, aunque nadie se daría cuenta de ello gracias a los lentes oscuros que siempre usaba, comenzó a alejarse de Maggie, queriendo salir de ese lugar tan lleno de personas...

Bueno, al menos había cumplido su cometido de sacarlo a un lugar que no fuera la cafetería o la librería. Ahora tenía que elegir entre convencer al demonio de intentar algo nuevo o subir al Bentley (que quizás ahora volvía a ser amarillo otra vez) y rogar a Dios para sobrevivir el camino de regreso a la cafetería de Nina sin atropellar nadie. Ir con Crowley en su auto, era como un viaje en montaña rusa por Londres.

*

Maggie tardo un par de horas en descubrir la verdadera razón de porque Crowley usaba negro todo el tiempo.

Se había tardado un par de horas en convencerlo en tratar de usar cualquier otro conjunto de ropa y arrastrarlo a una tienda que pensó estaría bien. Después de que se probara una muy improvisada combinación de unos pantalones verde neón y una camisa de un amarillo muy brillante con flores rojas. Maggie decidió que era mejor ayudarlo a escoger algo que se viera decente para los humanos y no dañara los ojos con esos colores tan brillantes.

- Así que... eres daltónico. ¿Por eso usas los lentes todo el tiempo?

- No soy daltónico, no soy humano. – Bufó – las serpientes, solo distinguen dos colores.

- ¿Serpientes?

- Ugh... - decidió quitarse los lentes, esperaba la reacción sorprendida de Maggie y que quizás se viera asustada, era una reacción normal en los humanos después de todo, pero Maggie no se movió, ni siquiera pareció reaccionar.

- Espera... ¿todos los demonios tienen... algo como eso? – preguntó, recordando ver a Belcebú y a Dagon en la librería después del ataque de los demonios, también recordaba algunos demonios con cuernos o sin mandíbula.

- Sí – volvió a colocar sus lentes – es algo que nos diferencia de los ángeles... y de los demonios recién convertidos... o algo así... realmente no sé porque cambiaron cuando caí.

- Espera... ¿no fue una serpiente la que...?

- ¿En el Edén? Sí. Fue uno de mis primeros trabajos – suspiró.

A Maggie ya no le sorprendía que las historias de la Biblia fueran reales y no un mito como había creído más de la mitad de su vida, a pesar de haber crecido una buena parte de su vida asistiendo a un colegio religioso para señoritas, lo único que había aprendido en este era que le atraían más las chicas que los chicos.

- ¿No es algo tonto? Digo... poner un árbol en el medio de un jardín y decir que pueden comer cualquier cosa menos de ese árbol que esta tentadoramente en medio de todo... a mí me parece más como una trampa.

- Eso fue lo que dije... pero Azirafel diría que era algo relacionado con el Plan Inefable.

- A mí me parece bastante tonto. Como si todo hubiera sido planeado desde el principio.

Soltó un suspiro. Había hecho las mismas preguntas hace mucho tiempo atrás, los humanos tenían el derecho de cuestionar, de preguntar aun cuando nunca tendrían una respuesta, ¿él? Él había hecho un par de preguntas y lo habían tirado millones de años luz de caída hacía el infierno. Por mucho que los humanos vieran cuestionar esas cosas como algo blasfemo la realidad era que ellos estaban hechos para eso, tenían la libertad de cuestionar el plan divino. No como los ángeles. Una sola pregunta lo había tildado de rebelde, él no quería que todo terminara así, pero había más ángeles que también tenían preguntas y que no estaban conformes con la situación en el cielo. No era el único que, a ojos de Ella, estaba "dañado".

- Supongo que todo fue planeado – suspiro – después de todo... es algo inefable.

*

Nina había escuchado que una nueva tienda de té había abierto en una de las tiendas cercanas.

Era una de esas tiendas fancy que vendían hojas de té, mezclas para infusiones o especies, con estantes llenos de frascos que siempre olían bien cuando entrabas y te causaban alergia después de unos minutos de estar dentro. No había conocido al propietario hasta esa mañana cuando apareció en la puerta con una bolsa de papel con una linda etiqueta impresa y lo que parecían frascos de miel. Iba a presentarse, llevando un pequeño regalo para sus vecinos, por suerte paso al café antes de ir con Muriel (ya que el cartel de la librería era tan confuso que no sabía si el propietario de la librería estaba o no...) que casualmente estaba en el café tomando su taza de té de menta de todos los días. Muriel solía estar todos los días muy ocupada reorganizando los libros que Jim/Gabriel había ordenado alfabéticamente por la primer palabra del libro en orden alfabético por autor como el Señor Crowley le había pedido. A veces también se ocupaba escuchando los discos de Azirafel y uno que otro que Maggie le prestaba. Aunque solía pasar más tiempo en la cafetería viendo a las personas y haciendo anotaciones en una libreta nueva que el señor Crowley le había regalado para que se divirtiera haciendo lo que fuera y no vendiera libros, pero a veces también pasaba mucho tiempo en la librería leyendo. Así que cuando la bonita humana de la tienda de té (cómo Muriel la llamaría más tarde) entró al café, aprovechó a tomar un latte con leche de almendra y caramelo junto a Nina que no tenía muchos clientes a esa hora y Muriel que nunca tenía clientes.

Por lo que había contado Nina, se había mudado un par de años atrás de una pequeña ciudad en España para asistir a la universidad en Londres, la había abandonado después de unos semestres y decidido abrir una pequeña tienda de té.

- Así que... aquí estoy – terminó de contar mientras jugaba con el colgante con forma de atrapa sueños de su collar – la renta me pareció muy buena y tiene una bodega que puedo usar como dormitorio.

- Suena bien, bienvenida al vecindario – sonrió Muriel – yo... también acabo de llegar, de otro asentamiento humano digo, en la tierra llevo... ya mucho tiempo... pero aquí solo un poco. Realmente las personas aquí son muy amables y todo es muy divertido y...

- Muriel – detuvo Nina antes que el ángel comenzara a parlotear como solía hacerlo, había pasado tanto tiempo en su solitaria oficina que ahora le era difícil dejar de hablar cuando había personas cerca. Nina se sentía como si estuviera cuidando de un niño pequeño – habla más despacio.

- ¿Muriel? Es un nombre bíblico. Creo que significa... perfume de Dios ¿cierto? – comentó la humana de la tienda de té.

- Sí – sonrió Muriel, comenzaba a acostumbrarse a su nombre humano – Muriel Fell, así es como me llamó. Mi tío... eh... Azirafel... me dejó al cuidado de su librería mientras regresa.

O mientras se acaba el mundo, lo que sucediera primero.

- ¿Familia religiosa?

- Algo... algo por el estilo... - sonrió de forma nerviosa, cada vez que pensaba o hablaba del cielo sentía como si le observaran – realmente... no creo que es buena idea hablar de... ellos ahora...

- Lo entiendo. Mi familia también lo es. También... es algo tóxica...

- Yo no... diría eso...

- Lo siento, no... no debería preguntar si no quieres hablar de eso... uh... ¿conocen un lugar donde puedo comprar plantas? Quisiera algunas plantas para decorar al tienda, pero... soy realmente mala cuidándolas así que...

- Bueno, Cro-... Anthony sabe mucho sobre plantas. – Dijo Nina - Él me ayudó mucho con mis violetas. Aunque... su método es extraño, prometo que funciona.

- ¿Anthony? ¿Es el propietario de una de las tiendas de por aquí?

- Técnicamente no... aunque a veces lo parece. Por cierto ¿dónde está? – Pregunto Muriel a Nina - ¿No debería estar aquí... vigilándome?

- Maggie lo llevó a dar un paseo para que cambiara un poco de ambiente – se giró a la humana de la tienda de té – tuvo una pelea con su... algo... hace no mucho tiempo, si ves a un sujeto pelirrojo triste con lentes oscuros en la esquina del café. Ese es Anthony.

- Oh... bueno. Aún tengo cosas que desempacar, pero fue un placer conocerles – sonrió la chica de la tienda de té mientras tomaba su bolso de tela con muchos pines – pueden pasar por la tienda más tarde, puedo hacer algo de té para compartir. Lo siento... no... no tengo muchos amigos.

- Descuida. Quizás no esta noche... pero podríamos reunirnos y tomar algo de té un día. – respondió Nina, después de todo, quizás esa noche tendrían que consolar a su demonio mascota.

¿Por qué parecía que había adoptado a un demonio deprimido con el corazón roto, un ángel que parecía explotar de la alegría cada vez que pasaba algo nuevo y ahora parecía que una ex universitaria también quería ser adoptado por ellas? Incluso a veces tenía que salir a regañar al Bentley (una de las tres cosas que Nina pensó que nunca haría en su vida: regañar a un auto con conciencia propia que ama Queen) cuando comenzaba a sonar música a todo volumen y llamaba demasiado la atención. Más bien... parecía que estaba cuidando de los hijos abandonados de un matrimonio y al padre desconsolado por la ruptura... o abandono.

La humana de la tienda de té se despidió y salió del café, estaba a punto de cruzar la calle para ir a su tienda que se encontraba en la esquina contraría a la librería de Azirafel. Nina había vuelto al trabajo mientras Muriel terminaba su taza de té y los pastelitos de fruta que Nina había llevado a la mesa, aún no se acostumbraba a comer comida humana y aún parecía sentirse culpable por ello, pero también parecía disfrutarlo mucho. Estaba cada quien distraído en su mundo cuando se escuchó el familiar sonido de un claxon y el no tan familiar grito de una persona. Cuando Nina giró, se encontró con la no tan extraña escena del Bentley negro de Crowley a punto de atropellar a alguien.

- ¡Fíjate dónde conduces, imbécil! – grito la human de la tienda de té en español, se había caído de espalda en el pavimento. Se había levantado solo para acercarse con intención de golpear al Bentley, pero justo bajó el dueño del auto y la detuvo.

- ¡Tu fíjate dónde caminas! ¿¡No ves donde estas parada!? – gritó Crowley también en español.

- ¡Conduces como un maldito loco! ¡Vas a matar a alguien, gilipollas!

Maggie ya había salido del Bentley y dirigido a donde Nina y Muriel observaban desde la tienda junto a otros que ya se habían acostumbrado a las escenas de Crowley a punto de atropellar a alguien con su temeraria forma de conducir.

- ¿Cómo les fue? – preguntó Nina a Maggie.

- Bien... parece... más tranquilo – para ser Crowley, que discutiera con un peatón por casi ser atropellado, quizás era una buena señal. - ¿Quién es...? ¿La conocen?

- Es la nueva humana de la tienda de té – respondió Muriel – se acaba de mudar.

- Oh...

- Parece que se van a llevar bien – bromeó Nina viendo como ambos discutían en español

- ¿Entiendes lo que están diciendo? – preguntó Maggie a Muriel.

- Sí... pero preferiría no tener que repetir las palabras que están diciendo.

Ambas mujeres asintieron. Realmente... tampoco querían escuchar la conversación sobre la forma de conducir de Crowley y los creativos insultos que la humana de la tienda de té lanzaba al demonio.

*

Todo estaba mal.

Azirafel continuaba leyendo todo lo que tenía que ver con el plan de la Segunda Venida. Metatron lo había estado vigilando de cerca, estaba seguro de eso, a pesar que había sido él quien lo nombró como Arcángel supremo, nadie parecía confiar realmente en él, si Miguel y Uriel seguían sus ordenes era solo porque ahora tenía un puesto más alto que ellos.

Pensó que quizás eso, ser quien controlaba todo en el cielo, podía hacer un cambio. Pensó que quizás así podía evitar el fin del mundo, pero entre más leía sobre el plan de la Segunda Venida y con Metatron vigilando sus movimientos... había muy pocas cosas que podía hacer. Sin embargo aún no podía hacer nada, al menos no sin algo que garantizara que no iba a ser borrado de la existencia, o peor... que Crowley fuera borrado de la existencia.

- Oh Crowley – se lamentó en voz baja - ¿qué hago ahora? Realmente te necesito.

¿Qué haría Crowley en una situación como esa? Bueno, para comenzar... él no hubiera aceptado regresar al cielo y hubiera buscado otra forma para solucionar todo. Segundo: le hubiera dicho su plan, hubiera ido a la librería y le hubiera contado su plan sobre cómo detener a Metatron o sugerido que fueran a algún lugar muy lejano... para luego regresar y tener otra idea que Azirafel pensaría que es demasiado peligroso...

Oh... sí tenía un plan.

Un plan que era demasiado estúpido y peligroso. Pero que tal vez funcionaría.

- Azirafel – llamó Metatron entrando a su oficina. - ¿Qué sucede? Todo... parece como si no estuvieras interesado en llevar a cabo el plan como habíamos hablado. Creo recordar que... la conversación que tuvimos antes en la tierra, dijiste que llevarías a cabo la segunda venida.

- Sí... sobre eso. Yo... aún creo que es muy pronto, es decir... el Armagedón se llevó a cabo después de 11 años que Adán...

- El Adversario – corrigió.

- El Adversario fue entregado al mundo. ¿No sería mejor... esperar a que estemos más preparados?

- Azirafel. Estamos preparados para esta guerra desde que ustedes frustraron la anterior ¿realmente crees que es buena idea retrasar aún más esta guerra cuando todos nuestros ejércitos y los del otro bando están preparados para esto?

- Sí, pero... ¿Cu-Cuál es... el objetivo? Destruir el mundo, a los humanos... todo... todo solo porque.

- Parece que estar tanto tiempo con él ha comenzado a afectarte – lo interrumpió Metatron – no debes olvidar porque... Crowley... fue expulsado del cielo. Hizo preguntas muy estúpidas en ese entonces... no es buena idea retar al Todopoderoso, Azirafel.

- Pero yo...

- Tus preguntas, es como si estuvieras cuestionando el plan divino ¿realmente quieres hacer eso?

- N-no... no señor.

- Bien. Porque... para estos momentos, hay cosas más importantes que lidiar con aquellos que están en contra del Gran Plan, ya sabes... todo aquel que se interponga en el Gran Plan... bueno, puede que desaparezca. Así que ¿están los ángeles que lo escoltaran a tierra preparados o no?

- S-sí, señor... ya... está todo preparado. Miguel... debe estar preparando a las escoltas...

- ¡Al fin una buena noticia! – Exclamó Metatron – Por cierto... no ha estado en la tierra por mucho tiempo, quizás necesite ayuda para adaptarse de nuevo a ella. Y ya que tu tienes más conocimiento sobre eso...

- S-sí... me encargaré de esto – asintió Azirafel.

- Bien. Espero que así sea.

Metatron salió de la oficina de Azirafel. Soltó un largo suspiro, no se dio cuenta quehabía estado sosteniendo la respiración (que ni siquiera necesitaba). Quizás elplan que creía que Crowley pensaría era peligroso y muy imprudente... pero quizásera lo único que podía hacer. No podía seguir retrasando todos los planes delcielo por más tiempo. Definitivamente... tenía que hacer algo... y necesitaba aCrowley. 





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Adoro escribir escenas con Muriel 💕

Realmente le imagino pasando tiempo en el café de Nina, solo observando a las personas, haciendo dibujos de ellas en su libreta y tomando notas acerca de todos. 

Espero que les esté gusta el rumbo que la historia va tomando. Me pregunto qué estará pensando Azirafel 🤔, quien sabe, pero quizás la reunión sea más pronto de lo que Crowley cree. 

Por cierto, no piensen mal de la humana de la tienda de té que no tiene nombre porque no fue mencionado en este capítulo 😘, no es una mala ¿persona? lo prometo.  

🤍

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