1. Gris oscuro
Era una fresca y soleada mañana llena de la polución del centro de Soho, en Londres. Una apacible mañana en la que las personas caminaban por las calles o se encontraban atrapadas en el tráfico, el café se encontraba tan llenó como solía estar una mañana común y corriente, los clientes frecuentes entraban, hacían su pedido y salían, Nina conocía la mayoría de habituales y tenía en mente los pedidos de estos. Una apacible mañana... para casi todos.
En la mesa del fondo del café se encontraba la... persona... que no estaba teniendo un buen día. En realidad, no había tenido un buen día desde hace varias semanas atrás.
Después del desastre que había significado la reunión de vendedores en la tienda del Sr. Fell todo había regresado a la normalidad... o al menos nadie recordaba lo que había sucedido esa noche en la extraña reunión que terminó convertida en un baile para pasar a convertirse en una batalla con demonios tratando de entrar a la librería a la fuerza buscando al Arcángel supremo que había perdido la memoria y se encontraba sirviendo canapés a los invitados y luego descubrieron que se había enamorado de un duque del infierno y luego huyeron hacía Alfa Centauri para vivir felices para siempre... Para todos los que no fueran Nina y Maggi solo había sido una noche un poco extraña, todos tenían su propia versión de qué había sucedido.
"fue la mafia, Mr. Fell seguramente les debía algo" o "Solo unos vándalos buscando asaltar las tiendas mientras todos se encontraban fuera" incluso "No, eran solo unos extraños vendedores", todos tenían una versión diferente de lo que recordaban esa noche, pero no era como si alguien prestará atención a eso. Todos... menos Maggie y Nina que habían estado en la librería hasta la mañana siguiente al ataque. A Nina le gustaría decir que presenciar aquella batalla entre el bien y el mal había cambiado su vida y la perspectiva en la que veía al mundo... pero realmente no había cambiado nada excepto una cosa: el demonio deprimido que se encontraba todos los días en una esquina de su tienda bebiendo seis expresos en una taza grande que por algún milagro demoníaco se convertía en whisky después de unos tragos, llorando porque el ángel con quién había estado desde el principio de los tiempos lo había abandonado, mientras observaba la tienda al otro lado de la calle, amenazando silenciosamente (o no muy silenciosamente) al nuevo encargado para que no se atreviera a vender nada... o tocar nada... quizás ni a respirar sobre algo dentro de la tienda.
- ¿Aún no lo supera? – la pregunta vino de Mrs Sandwich, uno de los frecuentes – por favor... se la pasa ahí todo el día quejándose ¿no hay nada que se pueda hacer por él?
- No que yo sepa.
¿Cómo podía consolar a un demonio que acababa de perder al ángel que amaba desde principios de los tiempos? No era como si pudiera decirle "simplemente supéralo, hay muchos peces en el mar" cuando ni siquiera ella había superado su ruptura por completo.
Además, esos dos habían estado juntos desde la creación de la tierra, siendo cómplices en muchas situaciones, salvando la vida del otro, incluso deteniendo el Armagedón (sí, cuando Crowley se encontraba muy borracho –que era casi siempre últimamente– comenzaba a contar TODAS sus aventuras con Azirafel que eran... muchas, sabía sobre cómo Azirafel había regalado su espada llameante a Adán y Eva, como habían engañado a los ángeles para que pensaran que los hijos de Job eran nuevos y no los que se suponen tenían que estar muertos, cómo lo salvó de la Bastilla o como Azirafel se negó a luchar contra él cuando supo que era el caballero negro... quizás la favorita de Crowley era esa vez cuando lo salvó de una bomba entrando en una iglesia donde Azirafel se encontraba con varios Nazis y como terminaron en un show de magia) joder... si tenía que escuchar una vez más cualquiera de las historias de Crowley sobre Azirafel buscaría cualquier forma para convocar un ángel y encerraría a ese par en un círculo de sal para que hablaran...
... Si eso tuviera un mínimo de sentido... o funcionara.
De por sí, ya había sido todo un reto que el demonio no entrara a una iglesia en plena misa y sumergiera su cabeza en la pila de agua bendita.
- Hay cosas que no entiendo... - continuó. Nina tampoco entendía muchas cosas. - ¿Por qué sigue viniendo?
- Supongo que espera a que el Señor Fell regresé...
- ¿No sería mejor que esperara en la librería?
- Creo que no quiere ver a Muriel.
Muriel era otro tema. El ángel se encontraba eufórico por estar en la tierra, se atrevería a decir que ya había leído más de la mitad de los libros de la tienda del Señor Fell y probado cada pastel que vendía en el café, para Muriel todo era nuevo y emocionante, al principio se había encontrado un poco reacia a probar cualquier tipo de comida o bebida humana, después de probar por primera vez un té de menta, se había sentido tan emocionada que no pudo dejar de tomarlo en días. Para Muriel era un poco difícil adaptarse a la vida en la tierra, pero parecía disfrutarlo. Maggie y Nina se habían encargado de decir que era una prima del Sr. Fell y que cuidaría la tienda (habían dicho a los demás vendedores de la calle que era americana para justificar lo extraña que era, pero al parecer a nadie le importaba) mientras su propietario regresaba ¿de dónde? Quién sabe. El rumor de una pelea entre el Sr. Fell y su novio ya había corrido por todos lados, no había nadie que no lo supiera y que se preocupara por la constante frecuencia de Anthony J. (- ¿Qué demonios significa esa J? – Es solo una J) Crowley en el café... y el constante milagro del café que se convierte en whisky. Algunos incluso habían tratado de hablar con él... cosa que terminaba siempre mal.
Aunque después de una semana, todos los clientes se habían acostumbrado a él, a sus lamentos y su mal humor, la mayoría lo veía solo como un adorno más del paisaje... si tenías la suerte de no sentarte cerca para que comenzara a contarte de la primera vez que se encontró con Azirafel mientras el cosmos era creado... sí... ella había sido una de las desafortunadas que había escuchado esa historia docenas de veces... y visto fotos de nebulosas más de una docena de veces cuando Crowley comenzaba a presumir que él había creado todo eso. Después de dos semanas también parecía mucho más tranquilo y había reducido ligeramente los milagros del café que se convierte en whisky... al menos ahora solo se sentaba en la mesa al fondo del café a observar la librería, esperando a que alguien entrara y...
- Ahí va de nuevo – suspiró Nina cuando vió a Crowley ponerse de pie de un salto y cruzar la calle, haciendo un milagro para que las llantas del auto que estaba a punto de atropellarlo explotaran a unos centímetros de él.
Cada vez que un posible cliente entraba a la tienda del Sr. Fell, Crowley se apresuraba a cruzar la calle. Muriel no entendía muy bien el propósito de esa tienda, los primeros días Crowley la había atrapado a punto de vender un par de libros a un precio muy bajo o incluso a punto de regalarlo, no había necesitado más que un par de amenazas para que aprendiera que no tenía que tocar nada de la tienda y simplemente cuidarla, si fuera por Crowley, aquella librería debía mantenerse como un museo hasta el regreso de Azirafel... si es que regresaba antes del fin del mundo.
- ¿Qué fue tan grave para que se separaran de esta forma? Se veían muy felices la última vez. – claro, nadie recordaba mucho de la última vez que los vieron juntos, pero todos estaban seguros que se veían felices.
- Digamos que... una diferencia de opiniones.
Sí, también había escuchado esa historia. Crowley borracho hablaba mucho. Aunque no comprendía por completo la historia. Azirafel había regresado al cielo porque le habían ofrecido un puesto importante, le había ofrecido a Crowley restablecer su estatus como ángel y trabajar juntos. Quizás era simplemente porque no conocía a muchos ángeles además de Azirafel y Muriel... o ¿Jim? (¿Gabriel?), pero no entendía porque la oferta era tan mala para Crowley (-Son tóxicos, todos ellos lo son. Especialmente Metatrón) y tampoco solía entrar en detalles.
No pasaron más de dos minutos antes que el posible cliente saliera y Crowley regresara, cruzando la calle donde el conductor del coche azul cuyas llantas habían explotado misteriosamente hablaba por teléfono con su mecánico, no necesito que una grúa lo fuera a buscar, ya que las llantas volvieron a funcionar milagrosamente.
- Sigue haciendo esos milagros y esta calle aparecerá en todos los diarios del mundo – gruño Nina, (de hecho, unos días atrás había aparecido un periodista preguntando por sucesos sobrenaturales que ocurrían en los alrededores ¿qué podía decir? ¿Que estaban cuidando de un demonio con el corazón roto y por eso cada que alguien decía la palabra "ángel" comenzaba a llover o caía un rayo cerca de ellos? Simplemente dijo que no había visto nada, por suerte, ese periodista no regresó, al parecer le habían ofrecido una muy buena plaza en Nigeria), acercándose para entregar la taza grande con seis medidas de expreso, habían sido tantas las veces que llevaba esa taza a esa mesa que Nina tenía una taza específica para el uso de Crowley, incluso con su nombre grabado - ¿puedes dejar de hacer eso? Creo que Muriel ya sabe lo que hace.
- Solo compruebo que realmente lo entienda.
- Ni siquiera entiendo porque te preocupas tanto.
- Porque si vende uno de esos libros, ese tonto ángel va a estar muy molesto cuando regresé y no podré disfrutar cuando diga que yo tenía razón y él estaba equivocado.
Era casi la conversación que tenían todos los días... y casi todo lo que se podía decir antes que se enfadara, hiciera explotar algo, se largara a su apartamento para regresar unas pocas horas más tarde y pedir otra taza grande con seis medidas de expreso.
- Bueno... al menos creo que no debo de preocuparme por tu consumo de café... o whisky... ya no sé qué es lo que hay en esa taza realmente.
- Um... yo tampoco sé lo que es. Una mezcla de ambos, quizás.
- Y aún no hay noticias de... ya sabes...
- No... parece que se está tardando más de lo que esperaba en darse cuenta...
- Crowley, estamos hablando del fin del mundo ¿cuánto más tiempo puede tardarse eso?
- La última vez fueron once años y cinco días.
- ¿Dejaron el fin del mundo en manos de un niño de 11 años?
- ¿Qué tiene de extraño? Adán y Eva tenían... siete días cuando ocurrió lo de la manzana.
- Pero... ¿sabes? No importa.
Después de unos días, había aprendido que hacer preguntas a Crowley solo le traería más preguntas y hacer más preguntas haría que Crowley contará más momentos que había vivido con Azirafel y eso llevaría a que se sintiera más deprimido, pidiera más café que convertiría en whisky y... no, nadie quería eso. Al menos ella no quería eso. Para su suerte, en ese momento entró otro de sus clientes frecuentes y la más reciente de todas.
Adaptar a Muriel al mundo humano no había sido tan complicado como esperaba. Era muy dulce e inocente, aún había muchas cosas que no entendía, pero al menos Maggie había hecho un buen trabajo convenciendo a Muriel que no usara el llamativo y brillante traje de inspector blanco, en lugar de eso ahora llevaba ropa un poco más moderna y no tan blanca y llamativa. Quizás lo más difícil para Muriel era convivir con los humanos, pero como todos pensaban que era familiar del sr. Fell, no prestaban demasiada atención a sus... excentricidades.
- Hoooola hola holaaa! – saludo animadamente el ángel acercándose al mostrador – quisiera pedir...
- Té de menta con dos de azúcar. – la interrumpió antes de hacer su pedido, era la hora habitual y el pedido habitual después de todo – así que... Crowley volvió a alejar a un cliente de la librería.
- Mn... creo que comienzo a acostumbrarme. Ya sé que no tengo que vender nada, pero cada vez que estoy a punto de decirle algo al cliente, me giró y este ya ha salido corriendo de la tienda por... lo que sea que les haya dicho. Realmente... creo que me ayuda bastante.
Muriel era muy tierna y se entusiasmaba por todo, Nina a veces pensaba que estaba viviendo el mejor tiempo de su vida desde... siempre... que Muriel tampoco tuviera un puesto muy importante en el cielo también la volvía más accesible al momento de conversar, tenía mucha curiosidad por los humanos y pocos prejuicios, lo contrario a lo que había escuchado sobre otros ángeles de jerarquías superiores por parte de Crowley... aunque había que admitirlo, solo había un ángel del cual Crowley hablaba bien, y era quien le había roto el corazón.
- Y... supongo que tampoco hay noticias de... arriba ¿cierto?
- Nop. Nada. Desde la última vez no he escuchado nada. De todas formas no es como si yo realmente vaya a saber si algo sucede, no soy nadie. Digo... soy alguien, pero no tengo autorización para saber nada.
- Aja... y... ¿no has pensado en... subir y... ver qué está pasando?
- No puedo hacer eso, me pidieron que me quedara y cuidara de la librería. No puedo dejar mi puesto.
- Pero... ¿y si dejas a alguien más cuidando la librería? Podrías... solo ir para reportarte... y quizás saludar a... "ya sabes quién".
Mencionar el nombre de Azirafel frente a Crowley se había convertido en otro tabú.
Nadie podía decir "ángel" de forma cariñosa cerca de él o seguramente un rayó caería cerca de ellos... o un hoyo se abriría bajo sus pies de forma misteriosa. Tampoco era buena idea mencionar el nombre de Azirafel... que era mucho menos frecuente, considerando que todo el mundo lo conocía simplemente como el Sr. Fell, incluso ella y Maggie no conocían el nombre hasta que Crowley lo mencionó en una de sus muchas borracheras.
- Oh... no, realmente no creo que sea muy buena idea. No, no es buena idea. Es posible que... nadie quiera que yo esté ahí... considerando que... que también estoy aquí.
Después de un tiempo conviviendo con dos seres celestiales, uno que se la pasaba llorando a su amor perdido y otro que estaba entusiasmado por cualquier cosa que sucedía por muy cotidiana que fuera, Nina había decidido que los ángeles eran unos cabrones peores que los demonios... y eso que todo ese problema había comenzado por el enfrentamiento en la librería con un ejército de demonios que no sabían escribir correctamente y no podían entrar sin ser invitados. Por lo que había entendido, los ángeles comenzaron a rechazar a Azirafel después que este se quedara en la tierra por mucho tiempo y se adaptara a la vida en la tierra al igual que Crowley, al parecer Muriel temía que le fuera a suceder lo mismo e incluso peor, Azirafel era un Principado, no un ángel de baja categoría como Muriel, era más difícil deshacerse de Azirafel que de Muriel... quizás... después de todo Crowley había sido expulsado al principio de los tiempos y, según Muriel, debía ser alguien importante en el cielo en ese entonces. De todas formas, también habían expulsado a Lucifer ¿cierto? Y según la mitología era el ángel favorito ¿no? Y a Gabriel que había ocupado el puesto de Arcángel supremo por mucho tiempo.
Al parecer los ángeles no tenían tantos escrúpulos al momento de deshacerse o destituir (o destruir) a los suyos si dejaban de ser útiles. Quizás solo era cuestión de tiempo para que Azirafel también regresara, expulsado o degradado por no hacer lo que los otros querían que hicieran.
Maggie entró en ese momento al café, igual de animada que todos los días. Era una mañana tranquila y no había tantos clientes a esa hora, preparó el té de menta con dos de azúcar para Muriel y un café con leche para Maggie.
- Creo que encontré la solución para el problema de nuestro amigo. – Dijo con una sonrisa enorme.
- Maggie, no podemos enviar a Crowley a terapia, ¿quién le va a creer? Además... no habla de sus problemas excepto cuando esta ebrio, MUY ebrio y ya sabemos lo que pasa cuando está muy ebrio.
Quizás no era un problema que un terapeuta no le creyera a Crowley... el problema era que le creyera. Maggie había sugerido la idea la primera semana después de la desaparición de Azirafel, la habían descartado casi de inmediato porque... bueno... además de ellas dos y Muriel ¿Quién iba a creer en toda esa historia de... principios de los tiempos, milagros, serpientes que hablan, niños convertidos en lagartijas, un Armagedón frustrado y un ángel que lo abandonó para regresar con sus antiguos jefes tóxicos...
Sí, quizás la última parte era lo que tenía más sentido de toda la historia. Pero Crowley no era de los que hablaba por voluntad propia y, cuando lo hacía con ayuda de varias botellas de licor, no se callaba nada.
- No estaba pensando en eso... bueno sí, pero... ya que somos las únicas que saben sobre todo esto, quizás...
- NO.
- ¡SÍ! – exclamó Muriel casi dando un salto - ¡He leído mucho de los libros de psicología humana que hay en la tienda de libros. Creo que alguno de ellos puede ayudar, Oh! En uno de ellos leí que para tratar la depresión era necesario un choque eléctrico y...
- No vamos a hacer eso – detuvo Nina a Muriel – NO, no vamos a hacer eso – repitió a Maggie.
- Pero...
- Escuchen bien, ángel uno y ángel dos. Por más que también quiera ayudarlo, ninguna de nosotras tiene experiencia tratando y creo que Muriel tiene menos experiencia, dudo que siquiera exista una oficina de recursos humanos en el cielo... estas cosas, ni siquiera he sido capaz de poner en orden mi propia vida como para tratar de ayudar al tipo que estuvo más de 6000 años junto a la persona que amaba y no se dio cuenta de ello hasta hace un mes. ¿Qué esperan decirle? Además, estamos hablando del fin del mundo ¿qué podemos hacer contra el fin del mundo?
- Saben que puedo escuchar todo lo que dicen, ¿cierto?
Las dos mujeres humanas y el ser angelical se sobresaltaron cuando escucharon la voz del demonio a su lado. Cuando quería, se movía muy rápida y silenciosamente, en otras ocasiones iba causando problemas donde pisara o condujera, no era un secreto que el Bentley no tenía multas únicamente por los milagros demoniacos.
- Eh... nosotros... solo... solo pensamos que quizás – comenzó Maggie.
- Escucha, tienes problemas muy jodidos – continuó Nina – lo suficiente como para que ninguno aquí pueda ayudarte, pero no puedes seguir así, viniendo todos los días para vigilar a Muriel, causar un alboroto en la calle y beber una extraña mezcla de café y whisky todos los días.
- Um... no, creo que si puedo hacerlo.
- No es saludable.
- Creo que hace mucho quedo en claro que no soy humano, estas cosas no me afectan como a ustedes.
- No me refiero a eso – gruño Nina – simplemente no puedes seguir hundiéndote en tu miseria en una esquina del café mientras esperas a que... ya sabes... se dé cuenta de sus errores ¡tienes que levantarte y... anda!
- Sí... como digas – gruño, caminando hacía la puerta.
- ¿A dónde vas? – preguntó Maggie.
- A levantarme y andar.
Nina y Maggie se vieron entre ellas por un momento. Aquello no sonaba nada bien... quizás era mejor que alguien lo siguiera para asegurarse que no iba a tratar de meterse a una iglesia de nuevo... o beber un litro de lejía. Quizás alguien tenía que asegurarse que estuviera bien. Por suerte... conocían la dirección de su apartamento... y una copia de las llaves.
*
"Levántate y anda"
No sabía que era lo que más le fastidiaba de esa frase.
Literalmente no esta haciendo nada para que se preocuparan tanto por él. Quizás... la primer semana no había sido muy buena, incluso sus plantas parecían estar soportando su mal humor, no podía castigarlas por tener manchas cuando literalmente él paso una semana sin cuidar de ellas... de hecho, estaban en muy buen estado para el mal trato que les había dado la última semana, el Bentley no había vuelvo a sonar ninguna canción de Queen como siempre lo hacía, la única canción que sonaba ahora era esa maldita canción de A Nightingale Sang in Berkeley Square sin importar cuantas veces tratara de cambiarla, de vez en cuando sonaba algo de música clásica, la toleraba un poco más... hasta darse cuenta, incluso ese maldito color amarillo... su Bentley nunca había sido amarillo, pero de la nada algunos días salía de su apartamento (por amor a... lo que sea... ¿¡Qué le había hecho Shax a su apartamento!? ¡Necesito de más de un milagro para limpiarlo y arreglar todo lo que había destruido!) y una de las llantas era amarilla. Nunca pensó que llegaría a extrañar la voz de Freddy Mercury en su radio todo el día hasta que el Bentley decidió que extrañaba a Azirafel.
Después de la primera semana decidió que al menos tenía que ser un poco más decente, a Azirafel no le hubiera gustado... bueno... ¿qué importa? A Azirafel seguramente no le importaba lo que estuviera sucediendo en su vida o en la tierra, él había decidido regresar al cielo y dejarlo ¿por qué siquiera tenía que preocuparse por algo que le preocupara a Azirafel? Si seguía yendo al café de Nina y vigilando a Muriel era porque no había muchas personas con las que pudiera hablar u otra cosa que hacer, lo único otro que podía hacer para pasar el tiempo era dormir (bueno... no realmente... ya no al menos) o ver algo en TV y gritar a los personajes (- ¡Ya date cuenta que amas a ese idiota!... idiota...) lo suficientemente alto como para sus vecinos comenzaran a quejarse después de unas horas, estaba muy aburrido.
No se había dado cuenta de lo aburrido que era estar solo en la tierra, había tenido a su mejor amigo... o algo así... por 6000 años, si Azirafel no estaba metido en algún problema del que podía rescatarlo, podía llamar a Azirafel para encontrarse y hacer algo, ir a comer a algún restaurante que quizás le gustaría a Azirafel o mostrarle algo que creyera podía interesar a Azirafel. Ahora estaba solo.
¿Qué otra cosa podía hacer?
No tenía que hacer reportes al infierno ni tampoco hacer causar problemas, los humanos se las ingeniaban muy bien ellos solitos como para que él tuviera que meter mano en eso, además, ya no era su trabajo. No tenía nada que hacer y no quería escuchar a Nina y Maggie hablando sobre que necesitaba ayuda, él no necesitaba ayuda, quien necesitaba ayuda era Azirafel...
Tomo una botella de Whisky de uno de sus estantes, no necesitaba vaso, se lanzó en el sofá que estaba frente a su televisor, entró a una de esas páginas de streaming y dio continuar a la serie que había estado viendo la noche anterior, la había dejado justamente donde aparecía ese tonto ángel al principio de la cuarta temporada después de regresar al otro humano del infierno (Sí, claro... como si esas cosas pasaran) y que ahora se estaban enfrentando al apocalipsis (ja... novatos), no quería saber nada de ángeles la noche anterior (¿por qué los ángeles eran tan estúpidos? Al menos no los representaban como los seres buenos y llenos de luz que no eran y más como los idiotas insensibles que sí eran)... pero estaba aburrido y la serie no era tan mala.
*
Esa noche fue turno de Nina de consolar a su demonio mascota. Fue al departamento de Crowley después de cerrar el café.
Escuchaba el sonido del televisor desde fuera, no podía estar segura si Crowley había hecho que sus vecinos se quedaran sordos o los había transformado a todos en gecos para que no se quejaran del ruido con la policía... de nuevo. Siempre se sentía sorprendía por las plantas de Crowley, siempre frondosas y verdes, lo había escuchado amenazar a sus plantas una vez... desde entonces había comenzado a gritarle a sus violetas que parecían no querer florecer pero tampoco morir, se sorprendió cuando estas comenzaron a florecer una semana después de la primer amenaza.
- ¿Crowley? ¿Estás aquí?
Nadie había contestado su pregunta, solo el sonido del televisor en la otra habitación. Se dirigió al salón donde el demonio se encontraba durmiendo, había un par de botellas de Whisky en el suelo, la televisión seguía reproduciendo la serie que Crowley estaba viendo, pero el demonio parecía estar profundamente dormido en el sofá, con los lentes despreocupadamente tirados a un lado. Soltó un suspiro, se dirigió a la habitación cuya cama estaba en perfecto estado, tomo una manta y cubrió al demonio que se encontraba durmiendo en el sofá.
- Mn... - se quejó.
- Ya... - suspiró dando un par de palmadas en la cabeza de Crowley – soy Nina, solo duerme un poco.
- Ugh...
- Ya sé que no necesitan dormir... pero a veces... quizás lo necesitas.
- Zi... a... fel... - balbuceó.
Nina soltó un suspiro. Se preguntó si ella era igual de lamentable después de terminar su relación... quizás la forma de manifestarlo era diferente... pero seguía siendo patético. Se sentó en un lado del sofá, con un demonio con el corazón roto recostado en su regazo, demasiado ebrio como para darse cuenta que podía ponerse sobrio por sí mismo.
- Tampoco estoy lista para continuar – susurró Nina en un suspiro – creo que... estaba demasiado acostumbrada a... su compañía... a hacer todo juntas, saber que había un lugar al que podía regresar... no me di cuenta de... del daño que me hacía. Tú y el señor Fell... Azirafel... han pasado por muchos pero... quizás no puedes salvarlo siempre, no cuando él no quiere ser salvado esta vez. – negó en silencio – Ni siquiera sé de qué estoy hablando.
- No... zi...
- No estás solo...
Crowey volvió a quejarse mientras se acomodaba mejor en el sofá. Realmente parecía un poco patético en esos momentos... trató de no reír, pero ella... también era patética.
*
*
*
*
*
Hola, este es solo un pequeño intento para curar un poco las heridas que la segunda temporada me dejó y... para que deje de molestar a mi única mejor amiga con las teorías que ando lanzado día y noche...
Trataré de hacer una historia corta, sólo un intento de Crowley tratando de ser animado por algunos nuevos amigos 💕
🖤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top