Esa Soy Yo

Buen día, tarde o noche a quien lea esto.

Siendo mi segunda participación en la dinámica propuesta por el usuario Dasher1275, les presento este OS temático. En esta ocasión el tema central para el OS debía ser el intercambio de cuerpo, y la única restricción impuesta eran las mujeres de la familia. Es decir, que estaba prohibido que Lincoln intercambiara cuerpo con sus hermanas o madre, porque si, era menester que Lincoln fuera protagonista. Pero a pesar de que este tropo del intercambio es muy común, Dasher trató de no hacerlo caer en la misma construcción de siempre al prohibir el intercambio con las hermanas.

Así como sucedió con "Días Futuros", el primer OS con el que participe para esta dinámica mensual, en esta ocasión tuve mucho menos tiempo para planear y ejecutar la idea que concebí. Usualmente una idea ronda por unos cuantos meses mi mente antes de plasmarla en palabras, pero en esta ocasión es algo que debe ser, por así decirlo, rápido y con buen modo. Pese a eso, tanto como en "Días Futuros", considero este OS un proyecto hecho justo como a mi me gusta, pese a que considero que como lector deja bastante que desear, por lo que te incito a que compartas conmigo tu aprobación por mi historia, o bien, tu desagrado por la misma. Tratare de usar eso para mejorar en futuras obras.

Saludos a todos quienes participan en "Loud Society".

Nos vemos en la próxima vida.

Cyberz Fuera.

***

            Completamente atónito ante lo que veía, Lincoln realmente pensó en hacer aquella tontería que solía verse en los comics y series que representaban la situación en la que estaba, usando sus manos para pellizcar sus mejillas y confirmar su lucidez. Pero lo cierto es que eso no era necesario, desde el preciso momento en que despertó, supo que algo no andaba bien, así como tampoco le entro la menor de las dudas de que, aun estando frente al espejo y no parecerlo, él era, de hecho, Lincoln Loud.

Sus memorias estaban intactas, sus gustos, sus ideologías, toda esa basura que guardaba para sí mismo y que de vez en cuando le hacía pensar en si mismo como una mala persona. Nada de eso había cambiado, incluso su conocimiento estaba en él de la misma manera en que lo estuvo justo la noche anterior, cuando de manera casual y repitiendo su rutina, se fue a dormir tranquilamente. Lo diferente era aquel exterior que tenia y que podía apreciar con cierta incomodidad frente al espejo empañado y roto frente a él.

Y no era solo su exterior, incluso su entorno estaba bastante alejado de lo que podía reconocer como su habitación, lugar en el que se supone debería estar. Pero no, ahora estaba en una habitación, que distaba mucho de la propia. En cuanto despertó, incluso mientras batallaba por abrir sus ojos, Lincoln notó que algo no andaba bien, su cuerpo se sentía muy extraño y podría decir que su propiocepción estaba completamente alterada. Al tratar de llevar sus manos hasta sus ojos para tallarlos un poco ante la resequedad que sentía, Lincoln golpeo su rostro con su mano derecha y su mano izquierda voló lejos de donde apunto sin conseguir limpiar sus lagañas. Y desconcertado ante la nueva sensación que le daba su cuerpo, se irguió sobre aquello que creyó era su cama y con prisa giró su cabeza tras abrir sus ojos por la sorpresa, paneando el lugar en el que estaba.

Era una habitación pequeña, quizá no tanto como su propia habitación, pero sí que era pequeña, pero a diferencia de la habitación de Lincoln, ese lugar en el que se encontraba no era nada acogedor. Aquellas cuatro paredes no tenían una ventana que permitiera a la luz del sol, o al menos a la brisa externa, colarse dentro, por lo que podía percibir el olor de la humedad que seguramente se acumulaba ahí dentro sin poder escapar. Las paredes, con aquella pintura desgastada y consumida por el tiempo, lucían un deprimente color café oscuro y sucio, similar al Pantone 448 C, que encima de todo, se caía a pedazos dejando ver debajo la mala calidad en acabados que esas paredes tenían. El techo, lleno de huecos, dejaba ver que la humedad, trasminada seguramente desde arriba en época de lluvias, y evidenciaba como lentamente había destruido su integridad, mostrando algunas partes en las que Lincoln temió fueran una amenaza al verse próximas a caer.

A su derecha estaba una puerta, o al menos debería de estarlo, pues aunque ahí se encontraba el marco estructural de la puerta, lo que cubría aquel orificio en la pared era una cortina desgastada que colgada de unos clavos mal colocados. Sobre el suelo estaba ese feo colchón manchado en el que estaba sentado en ese momento, y frente a él únicamente estaba un pequeño ropero sin puertas, aunque sus cajones parecían estar intactos. Fue entonces que Lincoln, presa de la incomodidad que sentía en su cuerpo, miró sus manos, notando que no eran las suyas, eran las de alguien más.

Sus delgados brazos, sus escuálidas manos que incluso se veían algo huesudas, en la periferia de su visión aquel largo cabello castaño, su delgado cuerpo y de entre todo eso, lo que resaltaba más que nada en ese extraño nuevo ser, aquellos pechos que pese a ser pequeños, resaltaban mucho en su delgadez, y sin duda se hacían notar ya que Lincoln nunca antes tuvo un par de esos. Con prisa se puso de pie y después de muchos tropiezos y golpes causados por no saber cómo controlar correctamente aquel cuerpo del cual no estaba familiarizado con sus tamaños y formas, al fin estuvo frente al espejo que, pese a estar roto, se recargaba sobre la pared junto al pequeño ropero.

En ese momento, y contra toda lógica, Lincoln era una mujer. Y mirándose con un poco de atención, Lincoln incluso pudo reconocer su nuevo rostro, era alguien a quien llegó a tener como parte de su círculo social en algún momento. Aunque ahora se veía mucho peor, era evidente que su rostro actual era el mismo que el de aquella dulce niña que solía ser conocida en la escuela por vender pequeñas bolsitas de galletas caseras las cuales muchos compañeros le compraban como un sustituto más nutritivo a los snacks clásicos.

Mientras inspeccionaba ese cuerpo, enteramente con curiosidad, pues el morbo estaba lejos de hacerse presente en aquella situación, Lincoln escuchó a una mujer acercarse mientras le hablaba, y sin pedirle permiso, entro en la pequeña habitación, reclamándole por no estar lista aún. Y le instó a apurarse con aquello.

La cabeza de Lincoln era un pequeño embrollo en ese momento, pero como mínimo tenía la certeza de que lo que estaba sucediendo no era un sueño, por lo que trató de atender a las exigencias de aquella mujer, pero sin ser capaz de controlar apropiadamente su cuerpo, Lincoln cayo repetidas veces cuando aquella persona, a la que por descarte simplemente asumió era la madre de quien él era ahora, le intento llevar de la mano con prisa a quien sabe dónde.

—¿Qué te sucede?— preguntó la mujer, mostrándose completamente consternada— No me digas que te enfermaste de nuevo, te dije que debías cuidarte, sabes que no podemos darnos el lujo de que enfermes tan seguido.

—Lo siento— articuló Lincoln, pero de una forma rara que hizo preocupar aun mas a aquella mujer—, estoy bien, solo necesito ponerme de pie.

No sucedió, Lincoln tropezaba con facilidad y el puro acto de mantenerse de pie le resultaba incomodo y le producía vértigo, haciendo que la expresión de aquella mujer se volviera aun más oscura. Con cuidado, la mujer trató de medir su temperatura usando solo sus manos, y después le pidió abrir la boca y extender su lengua, con la intención de revisar su garganta, pero el cuerpo de Lincoln, aunque no lo aparentaba, estaba saludable. Esa mujer no lo sabía, pero en ese momento era la mente y no el cuerpo de su hija el que estaba en condiciones delicadas.

—No pareces tener temperatura alta, y no puedo ver que tengas la garganta inflamada. ¿Cómo te sientes?

—Mareado... mareada. Solo me siento algo confundida, pero estaré bien, solo tomare un baño y estaré mejor.

—¿De qué hablas?— confundida, la mujer preguntó— Debemos estar en la panadería pronto, y tú no te has puesto la ropa siquiera. Además sabes que a esta hora el agua estará helada, si quieres bañarte deberás esperar a la tarde, cuando regresemos del trabajo, como siempre.

Lincoln lo intentó, y de hecho consiguió dominar aquel cuerpo lo suficiente para que en un lapso de media hora pudiera caminar sin tropezarse, aunque de manera extraña, pese a que el vértigo que sentía no desapareció, y eso era malo porque de tanto en tanto ese vértigo le producía nauseas. Su madre, por otro lado, se veía compungida y completamente mortificada por su hija, quien tenía aquella extraña expresión en su rostro y la pobre tenía tantas dificultades al caminar que debía ir sujetándola para servirle de apoyo. Temió por su salud, y esperó que en mientras el día avanzara, su hija mejorara su condición, pues aquellos síntomas, aunque diferentes, le parecían también similares a algo que vio en el pasado y que le traía muchos malos recuerdos.

Estuvo tentada a interrogar a su hija al respecto, pero la vio en un estado tan serio, tan lejano a su actitud positiva y perseverante habitual, que prefirió darle algo de especio. Tenía dudas, pero pensó que quizá solo era algo de anemia, después de todo hacia días que estaban comiendo en malas condiciones, y ahora que Cookie debía trabajar doble turno en la panadería, terminaba mucho mas fatigada que antes. No había tiempo en ese momento de todas formas, viajaban en el trasporte público y confiaba en que su hija le diría de algún malestar. Necesitaban el dinero y por ahora era el trabajo la prioridad. Aquello que la ponía intranquila permanecía, pero recordando que no era algo congénito, trataba de calmarse un poco.

***

—Hija, dime la verdad, no me hagas preocupar más de lo que ya estoy. Sé que no he sido la mejor madre últimamente, y sé que te he privado de muchas cosas, pero quiero que pese a todo me tengas la confianza de decirme las cosas que te pasan y que te molestan.

Lincoln podía ver como aquella amable mujer lloraba mientras le decía todo eso, y no podía culparla, estaba seguro de que su actuación no fue en absoluto convincente a lo largo del día y debió notar que, pese a verse como su hija, no actuaba en absoluto como ella.

»Ya perdimos a tu padre por dejar las cosas para después y por tratar de guardarnos las cosas para no preocuparnos entre nosotros. Si algo te molesta, si tiene algún malestar, necesito que me lo digas cuanto antes, no quiero perderte a ti también por un descuido medico hija.

Lincoln entendía la preocupación de aquella mujer, pues además de no recordar nada de lo que se supone debería recordar, su hija actuaba de forma extraña y estaba incapacitada incluso para caminar de forma correcta. Quizá aquella mujer pensó al inicio que se trataba de alguna cosa de menor importancia, pero lo cierto es que los intentos de Lincoln por actuar normal fueron más que lamentables.

»Habla conmigo, por favor, hija. Necesito que me digas que sucede contigo. Todo esto que has estado haciendo, la forma en que te comportas, como te tropiezas, son las mismas cosas por las que pasó tu padre, dime si sientes algún malestar como el que tuvo tu padre. No, olvídalo, aunque no digas nada es obvio que estas mal, iré con la señora Koller y agendare una cita médica. Si en verdad te está pasando lo mismo que a tu padre, entonces debemos averiguarlo cuanto antes.

Aquello motivó a Lincoln, quien durante el día solo se limitó a realizar lo que se le pedía, esperando a no resaltar mucho el hecho de que no era el mismo, o ella misma, tratando de poner especial atención a su entorno en busca de algo que pudiera reconocer para darse al menos una idea mínima de su situación y de su locación. Fue infructífero, durante aquel viaje en autobús Lincoln solo pudo ver calles marginales que no era capaz de reconocer, así como no pudo encontrar ninguna seña distintiva cercana a la casa en la que estaban en ese momento. y aun cuando al bajar del autobús tuvieron que recorrer un tramo a pie para llegar a su destino, nada en el trayecto podía activar la memoria de Lincoln. No sabía dónde estaba en ese momento, y mucho menos se topo con alguien que le resultara familiar, pero al menos sabia que se mantenía en su pis de origen, pues el idioma y el acento eran el mismo. Eso sin mencionar que estaba habitando el cuerpo de Cookie, una ex compañera que no debería estar muy lejos de su natal Royal Woods.

—¿Puedo ir contigo?— tratando de detener a la mujer, Lincoln pregunto aquello, esperanzado en que eso le permitiera hablar con quien sea que esté en su cuerpo.

—No, claro que no. Lo que debes hacer es recostarte y descansar. Tratare de ir a comprarte algo para que no pases hambre, así que podría tardarme un poco, pero no me puedes acompañar.

—Necesito hacer una llamada.

—¿Llamada?— con un rostro algo consternado, la madre expresó su duda— ¿A quién pretendes llamar?

—A un amigo— pronunció, tratando de erguirse con aquel tambaleante cuerpo el cual aun le daba problemas.

—¡Claro que no!— con algo parecido a una molestia, la mujer recostó por la fuerza a Lincoln, dándole un par de caricias que pretendían calmarle— Ahora mismo la prioridad es que te recuperes de lo que te este pasando. Lo último que quiero es que vuelvas a estar en contacto con esos bastardos y termines lastimada de nuevo. No sé como hija, pero me voy a encargar de arreglar las cosas, solo tenme paciencia por favor.

La preocupación de aquella mujer comenzaba a estresar un poco a Lincoln. No sabía mucho del contexto en el que Cookie estaba actualmente, y ver aquella mujer tan afligida le hacía pensar que seguramente era peor de lo que ese día le había mostrado. Y aquello dicho por sobre su padre, o el padre de Cookie, e pareció preocupante, y aun cuando sabia que la mujer confundía los síntomas con la confusión de Lincoln, lo cierto es que no quería arriesgarse a perecer en el cuerpo de alguien a quien no veía hace tiempo y lejos de su familia.

Al cabo de una semana, Lincoln al fin podía sentir ese cuerpo como suyo y al fin podía hacer lo que cualquier persona normal haría sin tropezar o sin dejar caer las cosas de sus manos, pero desafortunadamente era poco lo que podía hacer para tratar de recuperar contacto con su verdadera familia. Aunque le entristecía un poco, la pobreza en que Cookie y su madre vivían era en realidad más frustrante que otra cosa, pues a pesar de ya haber transcurrido una semana, Lincoln seguía siendo incapaz de ponerse en contacto con su familia, pero no podía culpar a nadie por eso.

Por las mañanas, debía despertar y alistarse para la llegada de su madre, quien apurada y cansada de pasar todo el turno nocturno en aquella maquiladora de ropa, regresaba a casa únicamente para ir junto a su hija a cubrir los dos turnos en aquella panadería donde las condiciones de trabajo eran muy agotadoras. En un espacio pequeño y estando cerca de aquel enorme horno, ambas mujeres debían trabajar por horas preparando masa para pan y también teniendo que hacer labor de mandaderas en aquel lugar. Lo peor era que aquellos jóvenes y hombres que también trabajaban ahí eran todos unos cerdos, y aunque al principio intento defenderse de ellos, su madre rápidamente le convenció de no hacerlo, debía tolerar hasta cierto punto el acoso de aquellos pervertidos si querían mantener el trabajo, y es que estando ahí ganaban muy poco, pero aun asi perder el trabajo sería muy duro.

Lincoln pudo darse cuenta bastante rápido también que Cookie no asistía a la escuela, lo cual le parecía muy irresponsable de parte de su madre, pero al mismo tiempo entendía que en las condiciones en las que vivían, era imposible que consiguiera continuar con sus estudios. Por lo visto ellas tenían una poderosa deuda que las limitaba por completo, obligando a su madre a cubrir esos dos turnos en la panadería, para llegar a casa y dormir un par de horas antes de ir a aquel turno nocturno en la maquiladora, del cual saldría por las mañanas solo para regresar a la panadería. Aquella jornada de trabajo era brutal para esa mujer que, pese a todo, se veía en un estado de salud relativamente aceptable.

Por su parte, Lincoln entendía porque a pesar de que se ofreció, al menos mientras estuviera habitando ese cuerpo, su madre le impidió que fuera parte de aquel tercer turno trabajando. Lo cierto es que el cuerpo de Cookie era bastante débil y endeble, haciendo que aquellos dos turnos en la panadería le causen una fatiga que siendo el mismo jamás llego a experimentar. Y aunque quisiera, no podía hacer una llamada a su cuerpo, pues en su estado de pobreza, no tenían una línea telefónica, dependían de la buena fe que la vecina de apellido Koller tenía con ellas al permitirles hacer llamadas y cobrarles por ellas solo a fin de mes. Aunque con aquellos precios que exigía por llamada, a Lincoln no le parecía que fuera realmente de buena fe.

Y no era solo eso, aun preocupada por el gasto, su madre dedico una gran suma de dinero para que él recibiera estudios médicos por aquel comportamiento tan extraño que le percibía a su hija. Preguntando al respecto, Lincoln supo con detalle el porqué. Al parecer, en un momento dado, el padre de Cookie comenzó a tener un comportamiento errático y en ocasiones violento, lo que ocasiono su despido y después también le ocasiono muchos problemas legales y deudas insostenibles. Esa fue la razón por la que Cookie y su familia dejaron Royal Woods, pues además de huir de algunos de sus problemas, trataban de encontrar un lugar que les diera más oportunidades.

Pero al poco tiempo de irse, descubrieron que el cambio de personalidad en su padre no fue un colapso mental por culpa del estrés, ni tampoco un problema causado por el uso de sustancias nocivas. Aquello que causó el problema en el patriarca de la familia fue un tumor que pese a no ser maligno según la biopsia que se le realizo, estaba ubicado en una zona de su cerebro que era muy riesgosa de operar. Pero ya que aquel tumor parecía mantener una tasa de crecimiento tan constante, y gracias a una cobertura médica estatal que ayudaba a personas en su condición, su padre fue ingresado a cirugía. Después de once horas de cirugía, su padre murió en el quirófano.

Su madre, dedicada desde siempre a ser una ama de casa, y con cero experiencia laboral en la carrera que se dedico a estudiar en su juventud, paso por grandes problemas para poder seguir cuidando de su hija y al mismo tiempo tratar de librarse de aquellas deudas que los problemas de su esposo comenzaron a acumular hacia un tiempo. Fue su propia madre quien compartió con ella todo ese angustioso pasado, pues ante los gastos que realizó en el médico para entender el problema de su hija, el veredicto que el psiquiatra dictamino de su caso fue Personalidad Disociativa.

Lincoln, con esfuerzo y dando uso de aquella enorme empatía que tenia, se encargó de hacer que esa mujer que era ahora su madre, no se despedazara ante la noticia de haber perdido a su hija, pese a conservarla junto a ella. Afortunadamente para Lincoln, el médico también fue muy comprensivo y dejo muy en claro que esa disociación era seguramente causada por el estrés, lo que daba pie a que el problema de quien se supone era Cookie, fuera reversible. Eso ultimo era algo que Lincoln esperaba fuera cierto, pues no podía concebir su vida siendo una mujer, y francamente tampoco se concebía viviendo esa vida llena de carencias.

***

Cuando se dieron por cumplidas dos semanas, y con mucho esfuerzo de su parte, Lincoln al fin rendía de la forma en que su madre le decía solía hacerlo antes de cambiar, no solo en el aspecto laborar, sino también de alguna forma en lo que correspondía a su vida diaria. Esto último debido a la forma en que, tratando de vencer al ocio, se dedicaba a tratar de mantener aquel cuarto que amabas compartían tan limpio como sea posible, pero tal acto jugo a su favor. Pese al gasto que representó asistir sus citas medicas, Lincoln convenció a su madre de permitirle hacer la llamada que hacía días estaba empeñada en hacer.

Su madre realmente no entendía cómo, si es que su hija era ahora una persona diferente, podía tener en mente un número y una persona a la cual llamar, pero entendía que si se dedicaba a pensar demasiado las cosas, lo único que conseguiría era alterarse más a sí misma. Su hija se esforzó por hacer que la mayoría de las cosas volvieran a la normalidad, y es verdad que también parecía que pese a ser la adulta, no habría conseguido aceptar esa nueva situación si su hija no le hubiera brindado tanto apoyo. Por eso, y por algunas cosas más, decidió que le permitiría hacer aquella llamada la cual al final solo desajustaría aun más sus gastos.

Algo intimidado, Lincoln caminó junto a su madre hasta aquella casa vecina que, pese a ser bastante grande en comparación a la pequeña y desgastada casa en la que ella y su madre rentaban una habitación junto a otras tres familias, era también muy lúgubre y deprimente. En realidad todas las casas de aquel lugar lucían igual de tristes y enervantes, pero a Lincoln, siendo ahora una mujer, le hacía sentir más intimidado de lo normal.

La mujer, aquella que su madre refería como señora Koller, pese a todo, era una persona amable. Con curiosidad preguntó a su madre sobre esa persona antes de la visita, y fue para Lincoln una sorpresa enterarse de que la señora Koller en algún momento estuvo bien posicionada en su vida, siendo ella dueña de un restaurante y estando felizmente casada con un hombre que según se decía era alguien responsable y muy amable, y teniendo ambos una hija de un peculiar cabello pelirrojo que era igual de atractiva que su madre. Aunque ciertamente a Lincoln aquella mujer no le parecía muy atractiva, especialmente porque se veía muy maltratada del rostro.

En algún punto de su vida, la señora Koller tuvo que aceptar la muerte de su esposo e hija por culpa del narcotráfico, pues aparentemente a ese restaurante solía asistir una figura importante en aquel ámbito, llevando a sus enemigos a cazarle y acribillarle mientras cenaba en aquel lugar, llevándose con él la vida de otras diecisiete personas, incluidas el esposo e hija de la señora Koller. La mala fama del incidente causo que aquel restaurante terminara en quiebra y todo el estrés y el trauma terminaron por convertir a aquella señora en una mujer arisca, gruñona y muy codiciosa, pero que de vez en cuando actuaba de forma amable.

Con cuidado, Lincoln tomo el teléfono y marcó de memoria su número, ante la penetrante vista de aquella señora que, seguramente desconfiando de él, se quedo sentada a escasa distancia, vigilándola con mucha atención y no pareciéndole importante el hecho de que estaba violando la privacidad de a quien conocía como Cookie.

La llamada dio cinco tonos antes de que el servicio de telefonía colgara en automático la llamada. A Lincoln eso le pareció extraño, podía entender que Cookie, habitando su cuerpo, no se comunicara con él por la obvia razón de no tener una forma de hacerlo ya que no disponía de teléfono fijo ni tampoco móvil. Pero en su razonamiento, Lincoln estaba seguro de que cuando el llamara, aun si era de un número desconocido, Cookie le respondería con prontitud esperando resolver el dilema en el que se encontraban.

Marcó con prisa su número una segunda y tercera vez, más desesperado en cada intento ante la dificultad que representaba que alguien le respondiera, pero fue detenido por aquella delgaducha y ahora mal encarada mujer, quien le reclamó el acto de hacer múltiples llamadas. Pero Lincoln, en su desesperación, se vio envuelto en un cruce de palabras algo intenso con aquella señora, teniendo que ser sometido por su madre. Y eso le dejo ver que su situación estaba en un punto delicado.

El difícilmente estaría dispuesto a responder de la forma grosera en la que lo hizo a una persona mayor, especialmente a alguien que parecía estar en la vejes temprana, como aquella señora, pero haberlo hecho le demostraba a Lincoln que no estaba tan calmado como toda aquella emana trato de convencerse que estaba. Sus nervios estaban crispados, y la calma la mantenía a duras penas, pues su paciencia había terminado por recortarse bastante ante la nueva situación en que vivía.

Notar que su cuerpo era tan débil le hacía sentirse incluso más estresado, pues no sabía cómo debía defenderse en aquellas condiciones, después de todo incluso su madre por si misma fue capaz de someterla. Tener que cubrir su doble turno en aquella panadería era ya por sí mismo un suplicio, pero la frustración se multiplicaba cuando aquellos tipos le hacían insinuaciones o propuestas totalmente desagradables, algunos eran tan descarados que incluso la manoseaban dada la oportunidad.

Hasta ese momento no había tenido problemas muy notorios con eso, pues al parecer la mayoría de esos tipos se sintieron incómodos con la nueva forma de actuar que él representaba, pero a su madre y a una repartidora aun seguían acosándolas sin que él pudiera hacer algo para defenderles.

Desesperado por conseguir comunicarse con Cookie, a quien él estaba completamente seguro que estaría alojada dentro de su cuerpo, Lincoln trató de convencer a su madre de dejarle cubrir medio turno mas en aquella panadería en busca de un poco de dinero extra para poder pagar a aquella vieja amargada el uso de su teléfono al menos hasta que pueda hablar con Cookie. Lamentablemente su madre no estaba dispuesta a dejarla en compañía de aquellos degenerados que, aun sabiendo que ella era menor de edad, no se inmutaban en manosearla o proponerle cosas desagradables.

Por ello Lincoln termino encontrando un segundo trabajo como empacadora en una tienda de víveres cercana, y, como cereza del pastel, aseguró a su madre que le ayudaría a administrar el dinero de la casa, el cual obtenían al día, pero también se veía gastado casi al instante de recibirlo debido a las fuertes deudas que tenían.

Como era de esperar, su madre no le tuvo mucha confianza al ser aquella personalidad una que realmente no era su hija, y de la cual dudaba en cuanto a sus capacidades, pero Lincoln era alguien persuasivo, y sobre todo, un buen planificador, por lo que en el transcurso de poco más de una semana su madre empezó a creerle cuando le aseguraba que haría que ellas estuvieran mejor.

Lincoln incluso consiguió que su ingreso fuera suficiente para poder guardar un poco de dinero en una cuenta bancaria que él mismo abrió a nombre de su madre, cada tres días. No era mucho lo que podían ingresar, pues sus gastos eran muchos y sus ingresos pocos, pero al menos hizo ver a su madre que podían tener un poco mas de dinero disponible únicamente administrando bien el cómo gastaban, pues el tema de las deudas era, sin lugar a dudas, infranqueable.

Pero Lincoln, no hacia todo eso enteramente por altruismo y empatía. Ciertamente le preocupaba la situación en la que Cookie y su madre vivían, pero su principal preocupación era el volver a su cuerpo, y ya que en todo ese tiempo nadie respondió su teléfono móvil cuando él lo marcaba, y llegó el momento en que la llamada simplemente no entraba por falta de disponibilidad, Lincoln asumió que el teléfono seguramente se quedo sin batería y no parecía que quien lo tuviera pensara en cargar su batería. Llegó a pensar en muchas razones por las cuales nadie atendía a su teléfono, y porque ahora estaba incluso fuera de línea, pero daba igual si era porque Cookie no quería responder, o porque perdió el dispositivo, o por cualquier otra razón. Lo importante era que nadie respondía y que en casa no tenían número fijo, y al Lincoln no recordar el numero móvil de nadie de su familia, debido a su dependencia tecnológica con aquel aparato inteligente con el que solía hacer llamadas y jugar, la única otra opción que veía para poder llegar a Cookie era de manera física.

***

Era un curso de acción lógico, podría decir que incluso obvio, pero tal parecía que solo a él se le ocurrió, pues a pesar de que había pasado ya dos meses en total, Cookie no se presentó para tratar de solucionar aquel problema. En su caso, Lincoln seguía atado a aquella situación por la falta de recursos, y es que pese a hacer la contabilidad de la casa e incluso tener el poco tacto de desviar algunos recursos de los que ahorraban para que él pudiera eventualmente visitar a su familia, le frustraba mucho que a Cookie no pareciera surgirle esa idea.

La familia de Lincoln no era rica de ninguna manera, pero estaba lejos de ser una familia en estado de pobreza, e incluso podría decirse que con cada año que pasaba se volvían más estables económicamente, pero siendo ese el caso, no concebía como es que Cookie aun no haya tomado la decisión de buscarlo, visitando ese maldito y apestoso vecindario en Luisiana. Pero eso no importaba ya, pues Lincoln, a lo largo de esos dos meses y algunos días, había ahorrado lo necesario para viajar hasta su hogar en Michigan.

Aun debía pensar en cómo es que explicaría aquel viaje a su madre, pues lamentablemente no le había preparado para esa noticia, y tampoco tenía el capital suficiente para que ambas fueran hasta Royal Woods, pero estaba seguro de sus capacidades para convencerla de dejarla hacer aquel viaje sola, pese a la situación que su madre cree que ella atraviesa. Lamentablemente Lincoln se equivocó, pues aquella mujer, su madre, no dio el brazo a torcer en ningún momento y, después de mantenerse firme con prohibir su viaje, terminó por inclinarse a exigir ser parte del mismo.

No hubo otra salida, Lincoln pudo ver que la necedad de aquella mujer era mucho mayor a la propia, por lo que sintiéndose culpable al respecto, debió permitir que su madre le acompañara en aquella pequeña travesía. De alguna forma podía entenderlo, en una situación similar el habría actuado también así, o eso creyó, pues en realidad el no tiene hijos y no está muy seguro de que tan intenso sea el amor de un padre por su hijo.

Pero, en cualquier caso, la cordura de aquella mujer aun pendía de un hilo y Lincoln no quería que ese problema se agravara. Cargando con las deudas de esa familia, llevando tres trabajos agotadores y sintiéndose tan culpable por privar a su hija de estudiar para hacerla trabajar y que con ello le ayude a saldar aquellas monstruosas deudas. Lincoln sabia que esa mujer incluso mantenía aquella culpa por la situación en la que estaba.

El estrés al que Cookie estaba sometida al enfrentar los cambios de comportamiento de su padre y la forma en que desquitaba sus frustraciones en ella y su madre, tener que alejarse de su hogar en busca de mejores oportunidades, perder a su padre por culpa de una intervención médica, endeudarse hasta el punto en que su madre le pidió que diera baja temporal en su escuela para que le ayudase a trabajar y así saldar más rápido sus deudas, teniendo aquellos problemas de salud física que eran evidentes en su delgadez y falta de energía.

Todo eso podría ser causante del problema disociativo del que fue víctima. O al menos eso es lo que el psiquiatra especuló para justificar el hecho de que ahora dentro del cuerpo de Cookie se alojaba Lincoln. Y como era de esperar, su madre asumió aquella como la verdad, no dudó en ningún momento, y siendo ella la causante de al menos una parte de aquellos malestares nombrados, le fue imposible separarse de la culpa que representaban.

Aunque bastante corto, aquel viaje levantó el ánimo de Lincoln bastante, pues había dejado atrás aquella deprimente ciudad en la que vivía, alejándose también de aquellas deprimentes vistas que la zona daba por culpa de las desgastadas fachadas de todos los edificios en la zona, las zonas verdes completamente descuidadas e imposibles de disfrutar por culpa del pasto crecido y la maleza abundante, sin escuchar los gritos de las otras familias con las que vivían y no teniendo que dormir en aquel lúgubre y oscuro lugar.

Incluso su madre se mostró mucho más relajada y tranquila lejos de aquel nocivo lugar en Luisiana.

Cuando al fin estuvieron en Royal Woods, Lincoln podía sentir cosquillas en su estomago por culpa de la emoción. Al fin podría empezar a buscar una solución a lo que sea que le estuviera pasando, y, ahora que había pasado más de dos meses viviendo como Cookie, también estaba muy convencido de que quería ayudarla con su situación de algún modo. Pero sin dudas su primer acto al toparse con ella sería darle un gran regaño por no intentar ponerse en contacto con él.

Cuando aquella puerta tan familiar se abrió, quien se mostro frente a Lincoln era su hermana menor Lisa. Por lo visto ese día estaba sola en casa, pues sus padres salieron de compras y el resto de sus hermanas que aun vivían en casa tardarían un rato más en regresar a casa desde la escuela. Pero a Lincoln eso le pareció bien, siendo ella tan lista, seguramente haya notado hace mucho tiempo la situación de Lincoln, o bien, la de Cookie, y seguramente ya estaría en camino a encontrar alguna solución.

—Lisa, soy yo, Lincoln— aunque él mantuvo su sonrisa muy amplia, la menor pareció molestarse con lo que escuchó—, estoy tan feliz de verte. Puedes hablarle a Cookie, dile que estoy aquí. Seguro que ella ya te dijo lo que sucedía, ¿cierto?

—¿A qué te refieres? ¿Quién se supone que eres tú?

Lincoln enmudeció un instante ante aquellas preguntas y se sintió abrumado por el rostro que su hermana menor mostraba, tan molesto y al mismo tiempo, tan frustrado. Parecía que quería explotar, pero no tenía idea de que es lo que sucedía, así que decidió calmarse un momento, reprimir un poco la emoción de ver a alguien de su familia lo hizo actuar de una forma poco comprensiva.

—Lo siento, no te molestes, solo estaba algo emocionado— con más cautela, Lincoln habló de nuevo—, estoy seguro de que ella, o él, debió mencionarte algo parecido hace un buen tiempo. Sé que es una locura total, pero yo soy Lincoln, y supongo que quien es dueña de este cuerpo estará dentro de mí, o bueno, dentro de mi cuerpo.

Su madre estuvo confundida de una manera muy visceral, mientras el rostro de Lisa mostraba una mueca completamente descompuesta que le era muy difícil de interpretar a Lincoln, quien estaba seguro de nunca antes haber visto esa expresión en su hermana menor.

Lincoln tuvo que ayudar a su hermana a recomponerse, pues de un momento a otro pareció estar a punto de vomitar y en seguida se la vio temblar y derramar algunas lágrimas, lo cual le preocupo bastante. No sabía que es lo que causo que la segunda hermana mas estoica que tenia reaccionara de aquella forma, pero seguramente es algo serio, por lo que le dio su espacio, y dejo que fuera ella quien comenzara a hablar.

—Puedes decirme eso de nuevo— tras dejarles pasar y ser tan hospitalaria como para ofrecerles algo de beber y ofrecerles asiento en el comedor de la casa, Lisa pronuncio eso, sintiendo aun vergüenza por lo ocurrido.

—Pues, como te dije, soy Lincoln. Yo, de alguna forma que no entiendo, un día desperté en este cuerpo. Y supongo que Cookie despertó en el mío. ¿Ella no te lo dijo? Quiero decir, a alguien de ustedes debió decírselo, es imposible que se guardara algo así por tanto tiempo o que ustedes no lo notaran. Llámale y podrá confirmártelo, no miento...

Lincoln se detuvo, su hermana menor había comenzado a sollozar con lo que escuchó, retirándose incluso sus lentes para poder limpiar de su rostro la copiosa lluvia de lágrimas que caía de sus ojos. Por costumbre, Lincoln tomó asiento junto a Lisa, y la abrazó de forma enternecedora.

»Tranquila, Liz, todo está bien. No llores, no dejare que nada malo te pase.

Y a partir de ahí, debió esperar un rato mas para que Lisa, quien ya había comenzado a llorar de manera desgarradora, desahogara lo que sentía, dejando para después a su madre, quien se veía completamente incrédula ante lo que sucedía frente a ella. Y cuando Lisa al fin estuvo lista, volvió a hablar.

—Hace dos meses, cuando Lucy fue a despertar a Lincoln, el no se comportaba como siempre. Decía cosas sin sentido, y nos aseguraba a casa una de nosotras que él no era Lincoln, que él era otra persona— Lincoln asintió con su rostro serio a lo que escuchó—. Nadie de nosotros entendió que le sucedía, pero era obvio que no era él mismo. Ese primer día fue horrible, él escapó de casa convencido de que algo no estaba bien y de que debía volver a casa. Fue difícil, pero gracias a la policía y a algunos medicamentos, pudimos controlarlo para que asistiera a un medico.

Lincoln estaba completamente anonadado, era una reacción que no esperaba de ella en esa situación, pero en realidad hacía años que no hablaba con Cookie, así que no podía entenderla en lo mas mínimo, y quizá el miedo que sintió era mucho mayor al que el sintió.

»Yo estaba convencida de que podría ayudar a mi hermano— continuó la castaña— y con ayuda de mis padres y hermanas, tratamos de ayudar a Lincoln a que se calmara y nos explicara qué es lo que sucedía con él. Tuvimos que esperar hasta el siguiente día para que los efectos del medicamento disminuyeran y el pudiera articular palabras, porque estando sedado no podíamos entender nada de lo que decía. Pero todo volvió a empezar, él estaba como loco, lo que llaman una crisis, decía que debía volver a casa y cosas por el estilo, así que convencí a mis padres de mantenerlo en casa y lo sede una segunda vez.

Lincoln había comenzado a preocuparse, tal parecía que la estabilidad mental de Cookie se había desvirtuado por completo, y temía que ella haya quedado marcada de por vida por esa experiencia tan absurda y aleatoria.

»Esa noche dejamos a Lincoln dormir en su habitación, y ya que mis hermanas mayores regresaron a casa al escuchar lo que sucedía con él, durmieron en las habitaciones contiguas para tratar de estar pendientes de su estado. Cuando volvió a amanecer, fue mi hermana mayor, Lori, quien intentó visitarlo primero, él estaba completamente asustado y cuando vio a Lori enloqueció por completo.

—¿Está bien Lori?— con mucha preocupación, Lincoln preguntó eso.

—Lincoln la empujó cuando la vio abrir la puerta y después se encerró en su habitación. Comenzó a gritarnos y culparnos de no querer dejarlo ir a casa, estaba como loco, sin dudas había vuelto a tener una crisis nerviosa y a todas nos parecía que estaba en una situación peligrosa, especialmente cuando empezó a vociferar cosas sin sentido. Habíamos llamado a la policía, pero antes de que llegaran...

La pausa que Lisa hizo fue brutal, parecía haber sido eterna y muy tensa, pero Lincoln no emitió ningún sonido, incluso contenía su respiración, totalmente preocupado por el estado de salud de Cookie.

»Mi hermano estaba completamente fuera de sí, era una locura que nunca creí llegar a ver en él, y convencido de que nosotras tratábamos de evitar que vuela a casa y de que lo que sucedía no era real, se lanzo desde su ventana.

Lincoln se puso de pie de inmediato, con tanta fuerza que la silla en que estaba sentado cayó detrás de él con fuerza.

»Mi hermano mayor se rompió el cuello y murió de manera inmediata al hacer eso...

El rostro de la chica de pie, quien a sus diecisiete años mostraba una figura delgaducha y una piel ligeramente amarillenta, dejo que por sus mejillas recorrieran las lagrimas que brotaban desde sus ojos en grandes cantidades. Se le veía agitada con aquella respiración tan pesada y, por momentos, entrecortada, era obvio que estaba a punto de llorar. No era para menos, Lincoln acababa de descubrir que había muerto.

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