Capítulo 19: Creo que estos dos están en algo
Una caricia me rozó la mejilla.
—Es hora de levantarse—susurró mi madre en mi oído.
Gruñí un poco cansada.
—Ya voy.
—No sabes qué lindo que está el día—dijo mientras sobaba mi cabello.
Con los ojos aún cerrados, le sonreí y levanté mis cejas, como respuesta.
—Arriba.
—Ya voy—dije abrazando mi almohada.
Los pasos de mi madre se oyen en la habitación, pero toda la paz acabó cuando abrió las cortinas.
—¡Mis ojos!—dije saltando de la cama—. ¡Ciérrala, estás loca! ¡¿Quieres que tu hija quede ciega?!
Mi madre rodó sus ojos.
—No seas tan exagerada, Elizabeth, ahora cámbiate así puedes irte...
Su silencio me llamó la atención, lo cual hizo que me girara hacia ella.
—¿Qué tienes?
Su dedo señaló mi velador y luego me miró.
—¿Tu despertador?—es increíble la facilidad que tiene de cambiar su estado de ánimo, por un momento era una voz alegre, y ahora me hablaba como si estuviera poseída.
Reí un poco nerviosa.
—No sé de qué hablas, mamá, yo nunca tuve un despertador.
Su ceja fruncida me dio a entender que no me cree. No la culpo, la actuación no está en mis genes.
—¿Dónde está Elizabeth?—tapó su cara—. ¿Lo rompiste?
Me quedé callada y con los ojos bien abiertos, sin saber qué decirle. Debo parecer una tarada con cara de naipe.
—Fue un accidente—dije con mis dedos en el aire.
—¡Un accidente y mi suegra! ¡No me vengas con esos cuentitos!—su ojo comenzó a palpitar, lo cual me dio tanta repulsión como miedo.
Apreté mis labios y la miré seria.
—¿Quieres saber qué le pasó?—dije mirando la pared.
—No,Elizabeth, olvídalo—dijo negando y alzando sus manos.
—Pero fue muy gracioso...
—No hace falta—insistió apretando sus dientes.
—Es que...
—Te dije que no quiero saberlo—cerró sus ojos y negó con la cabeza.
Abrí mis brazos.
—Lo que pasó fue que...
—¡No me importa!
Me sobresalté con su grito y tapé parte de mi cara con la sábana.
—¡Qué carácter!—dije bufando—.Me parece que alguien está con la menopausia.
Mi madre me señaló.
—No me provoques.Ahora, cámbiate, luego aclararemos el tema del despertador.
Se fue a las zancadas y cerró la puerta.
«Al menos estamos vivas», suspiré aliviada.
Luego de ponerme lo que tenía a mano, lo cual fue una camisa sin mangas de color crudo (ya que mi madre dijo que el día estaba lindo, voy a aprovechar) y un jean negro, porque obviamente aún no me depilaba. En los pies me puse mis vans negras de siempre, y el pelo suelto, no tenía ganas de peinarme, así que salía lo león.
Mientras bajaba la escalera de dos en dos sentí risas desde la cocina.
—¿Hola?—dije al asomar mi cabeza.
—Hola, hija—dijo mi padre mostrándome su celular—. Me llegó un mensaje muy extraño.
Sonreí para mis adentros.
—¿Qué mensaje?—dije inclinándome hacia delante.
—Al parecer le gusto a un chico gay—dijo mientras largaba una carcajada con mi madre—. Se llama Travis.
Sonreí con mis dientes apretados y rasqué mi frente.
—¿Le contestaste?
Mi padre asintió divertido.
—Le puse que no me van los hombres —infló sus cachetes aguantando una carcajada.
—¿Te respondió?—dije riendo.
Mi padre asintió.
—Me preguntó si soy lesbiana.
No aguanté más y largué una carcajada. «Pobre Travis, luego tendré que hablar con él, no puedo creer que haya llegado a todo esto».
Luego de desayunar, me despedí de mis padres y me encaminé hacia el colegio. Hoy Katy no pudo buscarme, porque Zed quiso buscarla a ella y, como típica amiga soltera, quedé solita. «Creo que estos dos están en algo, pero aún no lo han confirmado».
Mientras iba llegando a la entrada del colegio, un viento helado hizo que tiritara del frío, con esta es la tercera vez. «Nunca más me le haré caso a mi madre, si dice que el día está lindo, ¡es mentira! Hace más frío que en el polo norte».
—¡Bu!
Largué un grito desesperada y, cuando me giré, bufé al ver a Connor.
—Serías buena cantante de ópera—dijo sobando su oído.
Le sonreí y golpeé su hombro con fuerza.
—¡Casi me matas del susto!
—También serías buena boxeando—se quejó levemente.
—Idiota—susurré por lo bajo.
—¡Eli!—el grito de Katy hizo que me girara rápidamente.
—¿Y ahora qué te pasa? Adivinaré: tienes boletos para tirarte de un avión—alcé mis manos—. Lo siento amiga, en esta estás sola.
Katy me fulminó con la mirada.
—No es eso, pero lo tendré en cuenta—dijo con su mano en el mentón—. ¡¿Le dijiste a Travis que eres lesbiana?!
Abrí mis ojos.
—¡Shh!
—¿Por qué...
Me giré y vi a los chicos (Connor, Zed y Logan) con la boca bien abierta y sus ojos fijos en mí.
—¿Eres...
—¡No! ¡Soy cien por ciento heterosexual!
Los tres asintieron y miraron hacia otro lado.Me giré furiosa hacia Katy.
—Lo siento—cerró sus ojos y apretó su lengua.
—¡Eres una bruta!—grité en un susurro.
—¿Por qué le dijiste eso a Travis?
Aguanté mi risa.
—Fue mi padre.
Katy abrió sus ojos.
—¡¿Qué?!
Me encogí de hombros.
—Le di el celular de mi papá.
Katy se pegó en la frente.
—¡¿Sabes lo desesperado que estaba?!
Me crucé de brazos.
—¿Y por qué habla contigo?
Katy se calló de golpe.
—Porque somos amigos—me dio una sonrisa de oreja a oreja.
Subí mis cejas tratando de ver algún rastro de mentira.
—¿Amigos?
Katy asintió.
—Amigos.
—¿Desde cuándo?
Katy sobó sus manos.
—¿Desde el viaje en el globo?
Rodé mis ojos y levanté mi mano enojada.
—Tú planeaste todo, ¿verdad?
—No sé de qué hablas—dijo mirando sus uñas.
—Eres una inmadura—bufé.
—Agradece que te conseguí a un chico lindo y bueno.
Apreté mis labios.
—Ni siquiera sé su apellido.
—Travis Misher.
Asentí lentamente.
—¿Quién es?
Me congelé al oír su voz detrás de mí.
—Hola, Dylan, es el chico con el que saldrá Eli—dijo Katy como si fuera lo más normal del mundo.
Dylan me miró fijo y sorprendido, por un momento pensé que golpearía algo.
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