5. Un viaje.
Un pequeño Alec de cinco años corría para alcanzar a su padre y hermano. Se había estado distrayendo mientras jugaba con un conejo y al final decidió llevarlo con él.
Corría tras su familia mientras tenía al pequeño conejo en sus brazos. El animal le hacía cosquillas en la cara con los bigotes.
-Alexander- esa era la voz de su hermano.
-Hola, Jonathan- dijo Alec con alegría.
-Que es eso que tienes en tus brazos?- el rubio empezó a acercarse al pequeño.
-Es un conejo, tonto- dijo Alec- y es mi nuevo amigo.
-A papá no le gustan los animales- dijo Jonathan. Luego, se acercó al pequeño y tomó al animal del cuello- Aunque de seguro le gustará un estofado de conejo.
-No- decía Alec mientras lloraba- es mi amigo, no lo lastimes.
Jonathan tomó un cuchillo de su cinturón y lo acercó al cuello del conejo.
-Que está pasando?- preguntó alguien.
-Papá- lloró Alec- Jonathan quiere lastimar a mi conejo.
-Hijo- dijo Valentine- deja tranquilo al animal.
-Pero papá- se quejó el rubio.
-Dije que lo sueltes- ordenó Valentine.
El chico hizo lo qué su padre ordenó y cuando el animal estuvo libre, corrió a los brazos de Alec. El pequeño de ojos de color azul sostuvo al animal con mucho cariño.
-Alexander- dijo Valentine, mientras se arrodillaba a su altura- sabes bien que no puedes quedarte con el animal.
-Pero es mi amigo- lloró Alec- Nunca me dejas tener mascotas.
-Alec- dijo Valentine- De seguro el conejo tiene una familia que lo extraña. Quieres alejar al conejo de su familia?
-No- dijo Alec, después de pensarlo un momento.
Alec dejó ir al conejo.
Valentine abrazó al pequeño y lo puso sobre sus hombros.
***
Alec sonrió mientras una pequeña lágrima caía por su rostro. Había soñado con su pasado desde que decidió que era tiempo de salir y buscar a su familia.
Un cuerpo se movió en la cama y Alec vio que Magnus había despertado.
El brujo sonrió como lo hacía cada mañana al despertar junto al amor de su vida.
Pero su sonrisa se desvaneció al ver la lágrima que corría por el rostro de Alec. Magnus lo abrazó y lo acuno en su pecho.
-Oh, mi amor- dijo el brujo- Que ocurre?
-Soñé de nuevo con ellos- dijo Alec.
Magnus guardó silencio y asintió.
Hacía una semana, Alec había decido partir a Idris y conocer a su familia. Después de un año de haberse enterado que ellos seguían con vida.
-Quieres hablar de eso?- preguntó Magnus.
-Si- dijo Alec. Le dolía, pero quería hablar de eso con Magnus y que este le dijera dulces palabras.
-Muy bien- dijo Magnus- te escucho.
-Tenía cinco- dijo Alec- eran una tarde de verano y mi padre nos llevó a mí y a mi hermano a cazar al bosque. Yo jugaba con todo lo que veía y encontré un conejo, quería llevarlo conmigo. Valentine me convenció para no hacerlo.
-Se ve que es un recuedo bonito- dijo Magnus, logrando que Alec soltara una pequeña risa.
-Uno de los poco que tengo- dijo Alec- El resto de mi niñez fue horrible. El nos golpeaba, a mí y a Jonathan.
Magnus se quedó callado mientras asentía.
-Cuando cumplí seis- dijo Alec- Me enseñó a cazar.
Hacía frío y había nieve en todas partes, aunque fuera de día.
Me dio un arco a mi medida y me dijo que le disparara a un conejo atrapado en una trampa. En lo único que podía pensar era en el conejo que quería llevarme a casa cuando tenía cinco.
Yo me negué y fue Jonathan el qué mató al animal. Los dos se llevaron el cuerpo del conejo.
Valentine me castigó, decía que en algún punto tenía que aprender a cazar y continuar con el negocio. Me encerró en un armario en la oscuridad por horas, sin comida ni agua y el cadáver del conejo como única compañía. Sentía que me abogaba con el olor.
-Oh, Alexander- le dijo Magnus- ese hombre era un monstruo peor de lo que imaginaba.
El brujo abrazó mas a Alec.
-Por meses me negaba a cazar- dijo Alec- Me negaba y mi padre hacía lo mismo cada día: me encerraba por un día entero con el cadáver de algún animal.
Aguanté solo dos meses. Aún recuerdo al primer animal que maté.
Era solo un niño, pensó Magnus.
El brujo limpió con dulzura otra lágrima que tenía Alec y luego le besó los labios.
-No tienes de que preocuparte ahora, mi ángel- le dijo el brujo- ellos ya no pueden lastimarte y nadie lo hará porque estoy contigo.
Alec dejó que otra lágrima cayera.
Las lágrimas son el arte del dolor.
Pero dejó de llorar cuando sintió el calor de la cercanía del cuerpo de Magnus.
***
En la mañana, Alec empezó a tomar su arco, flechas y la bolsa para plantas. Esta vez, no tenía que salir a cazar animales, solo debía recoger plantas medicinales. Catarina le había dicho que se estaban acabando.
El pequeño Raphael miraba a su padre mientras balanceaba los píes en un extremo de la cama. Trataba de formular correctamente la pregunta.
-Papá?- dijo el pequeño con un tono muy bajo.
-Que pasa, Rapha?- preguntó Alec.
-Puedo acompañarte?- preguntó el pequeño.
Alec se quedó callado, sabía que su hijo quería pasar tiempo con él debido a que el día siguiente partiría a Idris.
-Está bien, Rapha- dijo Alec después de haberlo pensado un rato- pero no te separes de mi en ningún momento.
El pequeño sonrió y abrazó a su padre antes de salir a ponerse sus botitas. En un rato, el pequeño ya estaba listo para salir.
Raphael tomó la mano de su padre y empezó a correr, arrastrando a su padre.
Alec detuvo al pequeño y le dijo a su hijo que de calmara, que primero debían despedirse de Max y Magnus.
Los encontraron en la plaza.
Magnus le enseñaba a su pequeño hijo cosas sencillas sobre magia.
El de ojos gatunos sonrió al ver a dos de sus tres amores, acercarse.
Alec le explicó que Raphael lo acompañaría. Magnus le pidió que sea cuidadoso (aunque sabía que Alec siempre lo era) y les deseo suerte.
Ambos se despidieron con un beso.
***
Raphael no se alejó de su padre en ningún momento como había prometido.
Alec se la pasó toda la tarde hablándole sobre las plantas del bosque. El pequeño escuchaba a su padre con mucha atención, encantado con lo que estaba aprendiendo.
-Papá- dijo Raphael, mientras caminaban- estarás mucho tiempo lejos?
Alec detuvo su andar y miró al horizonte, como si tratara de encontrar algo o quisiera ver lo lejos que estaban los años en los que era infeliz. Y se sintió bien al ver lo lejos que estaba el pasado.
Como las cosas habían sido buenas desde que conoció a Magnus.
-Raphael- Alec se arrodilló para estar a la altura de su pequeño hijo- te prometo que regresaré antes de que te des cuenta. No podría sobrevivir estar lejos de ti, de tu padre y de tu hermano.
-Te quiero- dijo el niño, mientras abrazaba el cuello de su padre.
Alec abrazó a su hijo y lo levantó sobre sus hombros, el pequeño reía y levantaba los brazos tratando de llegar a la rama de un árbol.
-Te quiero, papi- dijo Raphael.
-Yo también, Rapha- dijo Alec.
Estuvieron así un rato, pero escucharon un grito.
El grito de Max.
***
Magnus veía como sus dos amores se iban de la aldea y cruzaba las protecciones.
Sentía que no podía respirar, pero confiaba en su Alec. Confiaba en su valor, fuerza e inteligencia.
El brujo dirigió su mirada a su hijo y vio que este estaba mirando hacia la salida.
-Quiero ir con ellos- dijo Max.
-No es posible, arándano-dijo Magnus.
-Por qué?- preguntó Max- Raphael pudo ir.
-Tu hermano es más grande- dijo Magnus- y sabes que no puedes salir. No está permitido.
-Pero papá puede salir- dijo Max, haciendo un puchero.
-Es por qué tu padre nos protege- dijo Magnus- pronto lo entenderás.
Max solo negó con la cabeza. Magnus se paró y tomó a su hijo en sus brazos.
-Cuando seas mayor- dijo Magnus- podrás salir. Pero por ahora, es mejor que te quedes aquí. Es más seguro.
-Está bien- dijo Max.
Magnus sonrió y besó la frente de su pequeño. Luego, llevó a Max a la guardería y se dirigió al hospital.
El brujo admiraba a su amado por hacer lo que hacía, como lograba cuidar a clan como solo él podía hacerlo. Por lo tanto, decidió (hacía varios meses) que quería hacer médico, para poder ayudar siempre a su familia.
Además, eso le permitía acompañar a Alec cuando fuera necesario.
Había pasado medía hora, cuando la bruja que cuidaba de los niños brujos se apreció en el hospital queriendo hablar con Magnus.
-Que sucede, Analicia?- preguntó Magnus.
-Se trata de tu hijo, Max- dijo la bruja.
-Que pasó?- dijo Magnus, entrando en modo papá protector.
-Se escapó- dijo Analicia- y uno de los niños dijo que lo vio salir del campamento.
***
El pequeño Max caminaba por el bosque, buscando a su papá y a su hermano.
Pero se escondió detrás de un árbol cuando vio a unos hombres detenerse cerca del lago. Iban en una carreta y después que se bajaron, dejaron que el caballo bebiera agua.
-Siento que esto me está matando- dijo uno de los hombres. Eran cuatro.
-Como a los brujos que tenemos en la carreta?- dijo otro.
-Jajaja- rió un tercero- esos brujos están mas muertos que perro atropellado. Ganaremos mucho en el mercado.
-Y que hacemos aquí entonces?- preguntó el que había hablado primero- Ya tenemos demasiado. Por qué molestarnos con otra aldea?
-Dicen que estos bosques son peligrosos- agregó el cuarto. Un hombre joven que tenía miedo en su voz- Dicen que hay algo que mata cazadores.
Papá, pensó Max.
-Rumores solo son rumores- dijo otro- De seguro es un hechizo de los brujos. Estaremos cerca y los mataremos todos.
Max emitió un chillido de miedo. Lo qué menos esperaba era encontrar a esa gente bruta que podría lastimarlo.
El niño quiso tratar de escapar, pero lo escucharon.
En un momento, unos brazos lo agarraron y Max gritó.
***
Alec corrió hacía donde había escuchado la voz de su hijo. El y Raphael vieron como unos cazadores le ponían unos grilletes.
-Sus cuernos valdrán mucho en el mercado- dijo uno de los hombres.
-Sabes niño?- dijo otro a Max- Tu piel será una buena decoración para los que tienen buen gusto, hace tanto que no veo a un brujo con piel tan exótica como la tuya.
Max empezaba a llorar y llamar a su padre y a Raphael. Alec sintió asco y odio cuando los cazadores empezaron a burlarse.
-Raphael- dijo Alec- escondete, voy a ir por tu hermano.
-No papá- rogó Raphael.
-No puedo abandonar a tu hermano- Alec le dio a su hijo un cuchillo- Quedate aquí.
-Traelo devuelta- dijo Raphael- Salva a Max.
Alec vio como dos hombres iban a poner a Max en la carreta. Se apuró y puso una flecha en su arco, y disparó.
La flecha voló silbando y atravesó el cuello de uno de los hombres. Los otros tres se alarmaron.
Alec volvió a ser rápido y disparó otra flecha, incrustándose en la cabeza del otro cazador que sostenía a Max.
El pequeño empezó a correr y un tercer cazador fue tras él. Alec se apuró y llegó primero.
-Quién eres?- preguntó el hombre a Alec en cuánto este lo vio.
-Ve con tu hermano- le susurró Alec a Max.
El pequeño vio una parte del rostro de su hermano que estaba escondido, Max fue con él.
-No te interesa- contestó Alec al hombre- te mataré por atreverte a lastimar a ese niño.
-Es un brujo- dijo el hombre- una abominación y boleto de dinero a mis bolsillos.
-Eres desagradable- dijo Alec- tu y todos los qué son como tú.
El cazador y Alec empezaron un combate cuerpo a cuerpo, pero Alec logró matarlo.
Nadie le hace daño a su familia.
***
Mientras, Magnus y otros brujos salían en la búsqueda de Max. Los brujos hicieron un hechizo de rastreo y Magnus corrió cuando supo la ubicación de su hijo.
Cuando llegó, vio a Max escondido con Raphael. Pero se aterró cuándo vio que un hombre joven se acercaba a ellos. Los había encontrado.
Raphael apuntaba con un cuchillo al hombre, Max detrás de su hermano.
El hombre le tiró a Magnus una red que tenía en el bolsillo.
Al instante, la red se enrolló en él y se apretaba más y más por cada movimiento. Magnus gritó.
-La aldea debe estar cerca- dijo el hombre.
-Alejate de ellos- gritó Magnus, gritando por su aldea y por su familia.
-Papá- lloraron los niños.
-Papá?- preguntó el hombre.
En un instante, su rostro pasó de confusión a entendimiento.
-Entonces- dijo el joven cazador- ellos son tus hijos y el hombre que mató a mi compañero debe ser tu pareja. Será un placer matarlos frente a tus ojos.
-Cuando salga- dijo Magnus con fría calma y su furia como el infierno- voy a matarte yo mismo.
-Eso me dijeron muchos antes de ti- dijo el hombre- y ya están muertos.
El cazador se acercó a los niños y levantó su cuchillo, sin embargo, sintió que este se calentaba al instante.
El hombre gritó y vio la marca de su mano.
Los cuatro, vieron la aparición de una criatura: un ciervo.
El ciervo dio otro paso.
El cazador temblaba de miedo.
No te acercaras a este bosque, nunca más, la voz del animal sonaba en las mentes de los cuatro, si tu y otros cazadores se acercan y lastiman a otro brujo, entonces se arrepentirán por el resto de sus vidas.
El cazador salió corriendo y el ciervo se fue.
Los pequeños se acercaron a su padre y Raphael lo liberó.
Luego, sonrieron cuando Alec se acercó a ellos y abrazó a su familia.
Alec besaba a Magnus sin pensar en soltarlo.
-Estás bien?- preguntó Alec y luego se dirigió a sus hijos- Están bien?
-Estamos bien cariño- dijo Magnus, abrazando a su esposo para poder calmarlo- y todo gracias a ti ciervo.
***
La familia buscó a los otros brujos y cuando se encontraron, se dirigieron a la aldea.
Esa noche, los brujos hicieron una fiesta de despedida para Alec. Cuando terminó, castigaron a Max.
Magnus y Alec durmieron juntos por lo que sería la última vez en un tiempo.
-Voy a estrañarte- dijo Magnus, aferrándose mas a Alec.
-Yo también- le dijo Alec.
-La aldea no será la misma sin ti- dijo Magnus.
Alec rió.
-Te amo- dijo Alec.
-Yo también- dijo Magnus- Te amo, ahora y para siempre.
***
Al día siguiente, Alec se dirigía hacia la salida del bosque. Ya había sido una hora desde que había dejado la aldea atrás.
Incluso ya extrañaba a Magnus y los chicos, pero sabía que no podían acompañarlo debido a los peligros.
Alec vio que el caballo se detuvo, se preguntaba por qué, pero las dudas se aclararon mas rápido de lo que imaginaba.
El ciervo estaba allí.
Alec no sabía que decir habiendo tanto de lo que quería hablar, así que decidió empezar por lo primero.
-Quiero agradecerte- dijo Alec- por salvar a mi familia.
El bosque se sentirá extraño sin ti, dijo el ciervo, habiendo hecho tanto por él.
-Pero necesito respuestas- contestó Alec.
Lo sé, dijo el ciervo, pero puede que no te gusten las respuestas.
-Pensé en eso- dijo Alec- pero no cambia mi deseo.
Vuelve pronto, Alexander, dijo el ciervo.
Alec vio como el ciervo se iba, sin mirar atrás.
Alec sostuvo el agarre de la montura y continuó su camino.
Sin olvidar, que su corazón estaba en otra parte y con tres especiales personas.
Holaaaa
Espero que les gustara.
Que les pareció?
Gracias por leer💜
Besos😘
Caro.
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